Cazarabet conversa con...   Alfonso Domingo, autor de “Comuneros” (Algaida)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El escritor, periodista e investigador Alfonso domingo nos acerca con este libro, Comuneros, a la revuelta que quiso y no pudo, pero que dejó huella…

Lo vuelve a editar, como últimamente suele hacer, con Algaida.

La trama como otras muchas de Alfonso Domingo ponen mucha intensidad y protagonismo en los personajes.

Lo que nos cuenta la sinopsis del libro: Esta es una historia de amor y guerra de hace quinientos años. La historia de María Pacheco y Juan de Padilla, y de las comunidades de Castilla -en 2021 y 2022 se conmemora el V centenario-, una historia de amor que sobrevive a la guerra y al tiempo, en un momento de convulsión política y social que se parece mucho a la época en que vivimos. Año de 1526, Diego Hurtado de Mendoza, futura gloria de las letras españolas, visita a su hermana María Pacheco, que vive exiliada en la catedral de Oporto. María, la viuda de Juan de Padilla, mantuvo viva la llama comunera en Toledo nueve meses después de la derrota de la batalla de Villalar, en el 1521, hasta que tuvo que exiliarse a Portugal. Los hermanos, que han compartido aquella infancia feliz en la Alhambra de Granada, juegan una partida de ajedrez a través de la que se rememoran todos los hechos de la guerra de las comunidades acaecida años antes.

El autor: Alfonso Domingo (Turégano, Segovia, 1955) pasó, antes de llegar a la escritura y al cine, por la prensa escrita, la radio y la televisión. Periodista especializado en información internacional y reportero de guerra, terminó como director de documentales, con los que acabó de conocer el mundo. Quince series y media docena de largometrajes, con varios premios nacionales e internacionales, dan medida de su labor. Sus últimas películas han versado sobre aspectos inéditos de la Guerra Civil: Héroes invisibles, afroamericanos en la guerra de España (2015); Melchor Rodríguez, el ángel rojo (2016), que fue merecedor del segundo premio Imaginera del Centro de Estudios Andaluces; Cantata de la guerra civil (2021). Estudioso de la guerra civil española y la postguerra, ha publicado ensayos de historia oral como El Canto del búho (2003), Retaguardia (2004), Historia de los Españoles en la II Guerra Mundial (2009); así como la novela biográfica El ángel rojo, reeditada en 2021. Es asimismo autor de La serpiente líquida, reeditado en 2018, sobre mitos, ritos y chamanes del Amazonas, que tiene su versión documental. Ganador de cuatro premios literarios (los últimos el Ateneo de Sevilla en 2011, con El espejo negro; el Ateneo Ciudad de Valladolid en 2013, con El enigma de Tina), ha publicado también La balada de Billy el Niño (2014) y A tumba abierta (2018). En la actualidad se dedica a escribir narrativa y al cine de ficción.

Lo que dicen gente que entienden de libros, lecturas y de lo que pasó:

Acción y sentimientos animan las páginas de esta novel, que, con una detenida investigación, supera el telón de fondo de la sublevación comunera para dejar constancia de una Castilla sumida en una agitada convulsión social, desde la mirada de Nicolás Sánchez Albornoz.

Lo que nos dice de esta novela Julio Llamazares: "Con su maestría habitual, Alfonso Domingo recrea en esta novela uno de los pasajes más populares y manipulados políticamente de nuestra historia. De lectura obligada para conocer la guerra de los Comuneros".

El amigo Alfonso Domingo nos acerca esta cosa bien curiosa, Coplas a Padilla:

https://vimeo.com/711172944

 

Alfonso Domingo, un amigo de nuestro Proyecto de Difusión Cultural:

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/domingo.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/alfonsodomingoreport.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/atumbaabierta.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/elangelrojo2.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/domingo.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/heroesinvisibles.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/espanoles2GM.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/serpienteliquida.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/melchorrodriguez.htm

 

 

 

Cazarabet conversa con Alfonso Domingo:

-Amigo, ¿por qué la revolución o la revuelta de los comuneros es para mucha gente una revuelta semidesconocida o desconocida?

-Porque, como en otros momentos de la historia de nuestro país, cuando fracasó se impuso la opinión de los vencedores y se relegó al olvido lo que fue un noble intento de cambiar las cosas, de avanzar en justicia y propiciar un nuevo tiempo que limitaría el poder omnímodo el rey y la aristocracia que le apoyaba, alumbrando un nuevo orden por primera vez en Europa, en el que la soberanía recayera en los ciudadanos y no en el monarca. Se motejó a los Comuneros de “traidores y revolvedores de pueblos”, se les anatemizó. La represión alcanzó, yo calculo, a algo más de un centenar de ajusticiados (más de los que se admite oficialmente) pero las consecuencias fueron tremendas para ciudades como Segovia, que perdieron su poder político y económico (las manufacturas de la lana perdieron frente a los mercaderes de Burgos). La palabra Comunidad y comuneros fueron abolidas, como una lacra, durante muchos años. Cuando los liberales y románticos en el siglo XIX trajeron de nuevo las comunidades a la vida pública, se produjo un mito y un enaltecimiento, y la derecha, a mi modo de ver de manera equivocada, por medio de gente como Ganivet o Marañón desacreditaron las comunidades como un movimiento feudal y retrógrado, cuando era todo lo contrario. Feudal y retrógrado era Carlos I, que solo miraba por sus propios intereses y los de los Habsburgo. 

-¿Quiénes eran los comuneros y qué lucha representaban?

-Un grupo heterogéneo compuesto por pequeños patricios urbanos, artesanos, menestrales, juristas, eclesiásticos, universitarios, a los que en el último momento se añadieron los vasallos de señoríos, labradores, que querían quitarse el jugo de sus señores. Clase media y baja en general, con algunos líderes de clase más alta o personajes como el Obispo Acuña. Su lucha empezó como una protesta de las ciudades ante la abusiva fiscalidad, las iniquidades del rey y su camarilla de flamencos y nobles españoles, y derivó en una revolución en toda regla que alumbró las leyes perpetuas, el primer proyecto de constitución del mundo, doscientos o trescientos años antes de las de Francia e Inglaterra. Unas leyes que no podía anularlas el rey y que limitaban su poder. Unas leyes que son citadas por los padres de la patria norteamericana cuando elaboran su constitución, como el precedente democrático más antiguo. La comunidad ponía todo, hacienda, dineros, trabajo y vida al servicio del bien común. Y, por ejemplo, la confederación de ciudades decía que todas y cada una responderían a cualquier agresión y atropello que hicieran contra una sola (como lo de la OTAN de ahora, salvando las distancias)

 -La revuelta de los comuneros era más una lucha ante los señoríos, una de las primeras revueltas de la burguesía o una lucha ante la fiscalidad imperante en la época porque la historiografía tampoco es que se ponga muy de acuerdo en esto… ¿qué nos puedes decir?

-Pues que es una mezcla de todas esas cosas. El rey había incumplido el pacto que tenía con el pueblo, conculcó todas las leyes existentes, sobornó, amenazó, violentó la voluntad de los representantes en cortes, una figura imberbe que ni siquiera sabía castellano. Las ciudades y sus regidores se levantaron, comenzando por Toledo, Segovia, Salamanca, etc., porque la corona de Castilla (que englobaba mucho más que el concepto de Castilla) tenía orgullo, era en ese momento una de las naciones más adelantadas y dinámicas de Europa, a pesar de los malos años de hambre y pestilencias. El saqueo que la corte de flamencos y algunos nobles españoles efectuó levantó a todos. Y esa revuelta de las ciudades por no ser más explotadas y recuperar su dignidad se acabó contagiando al campo y propició las revueltas campesinas que se alzaron contra sus señores. Causa también de que muchos nobles, que se habían apartado, se posicionaran a favor de Carlos, a quien querían cobrar bien el servicio de acabar con los comuneros. Causas complejas, que se interaccionan.

-Pero tú le pones ficción a este tramo de la historia tan poco contado… ¿crees que se pueden contar tramos de la historia ficcionándolos y que el hecho de ponerle ficción hace que las lectoras y lectores se acerquen como más relajados y cojan mejor la trama de tramas —tanto la histórica como la de ficción-?

-Bien, me alegro mucho de esa pregunta (ja, ja) porque parece que Comuneros es otro libro de ensayo más sobre los comuneros y no, en efecto, es una novela, con su marco histórico absolutamente documentado y con rigor (donde revelo detalles que antes no habían contado los historiadores, como la bandera de Padilla, o el hijo de María Pacheco que ella deja como rehén para cumplir los acuerdos de rendición de Toledo, la última resistencia comunera, etc.), pero donde todo está novelado, hay una trama, unos personajes reales, una acción de justicia poética (María Pacheco, que muere en el exilio en Oporto, quería que sus huesos fueran enterrados junto con los de su marido, y yo le concedo ese deseo en la ficción) y muchas situaciones que ocurrieron pero donde no existe crónica (entrevista de los comuneros con el cardenal Adriano, cena de los imperiales, el almirante Fadrique con Girón y Acuña, etc.). Y, sobre todo, es una maravillosa historia de amor, la de María Pacheco y Juan de Padilla, que se enamoran, se casan y pasan su luna de miel en La Alhambra. Algo que marcó su relación (nos pasaría a cualquiera). Y el retrato de María Pacheco, la llamada después “la leona de Castilla”, el único enemigo del emperador Carlos al que no pudo sojuzgar. Hay muchas subtramas, apoyadas en elementos históricos, una partida de ajedrez entre María y su hermano Diego Hurtado de Mendoza en Oporto, donde la va a visitar, hay música, poesía, bufones, y un sinfín de elementos para que el lector pueda tomar el pulso a ese momento, a esa época, y a las mujeres y hombres que protagonizaron esa revolución.

-Sí, la historia parece que viaja en torno a sí misma como a ciclos…De esta manera, convendría explicar qué coincidencias hay o pueden haber entre estos presentes tiempos y aquellos tiempos pasados. ¿Qué nos puedes decir?

-Un rey que abusa de su condición (el emérito se ha llevado más dinero aún que Carlos I, en comparación), descontento social, desconfianza en las instituciones que acaba en movimientos de calado, (en la actualidad como el 15 M), escándalos sexuales (Carlos I con Germana de Foix, su abuelastra, el emérito con todo lo que se meneaba), crisis de liderazgo, en fin, podría seguir. Encrucijada de la historia, con varios imperios en pugna. Todos los tiempos son diferentes, pero sorprende que a estas alturas, y visto lo visto, el anterior monarca se comporte como un personaje corrupto, a lo que suma un carácter desafiante y chulesco (no muy alejado de Carlos I, aunque sea otra dinastía, debe ser cosa de las monarquías).

-La vida o los perfiles de los tres cabecillas del alzamiento Padilla, Maldonado y Bravo, ¿cómo los calificarías y describirías?

-Fueron gente noble, instruida, a los que les dolía el país y lo que estaba pasando. Gente con orgullo y que arriesgaron su vida por lo que creían, que era el bien común (ese que los políticos de todo tipo pregonan hoy día). El pueblo los veneraba. No fueron tiranos ni buscaron prebendas para ellos. Quizá precisamente esas características les hicieron fracasar. No querían imponer su opinión con violencia. Creían en su pueblo. Pero entre los que les acompañaron en la aventura, como Pedro Laso, había de todo, y hubo traición. Padilla, Bravo, Maldonado, Zapata, Suero del Águila, tantos otros, tuvieron que luchar también contra eso. Y acabaron perdiendo la cabeza.

-Pero el personaje que es el hilo conductor de la historia es ella, la mujer enamorada de Padilla, María Pacheco…

-La última comunera. La que siendo de familia principal, sella una alianza con el pueblo de Toledo, con el común y todos los que se han refugiado allí después de Villalar. Alguien que apuesta su fortuna -la reparte con todos- y su vida por sus ideas y por vengar a su marido y por conservar los ideales comuneros. Una mujer excepcional, con una historia de amor muy potente que desde luego es también terreno para la ficción. Una mujer que se superpone a su destino trágico y trasciende a la figura del héroe, algo que estaba reservado para los varones. Una mujer que sabía de astronomía, astrología, historia, latín, literatura, medicina, y que en su exilio departe con las mejores mentes de Portugal. Una persona, un personaje fascinante que mereció mejor suerte, pero que afrontó con dignidad su destino.

-Los comuneros perdieron su lucha ante las tropas imperialistas de Carlos I en la Batalla de Villalar, en un 23 de abril de 1521…y es un 23 de abril el día en que se celebra el día de Castilla León, ¿tan hondo caló la revuelta comunera?

-Bueno, aunque no deja de ser curioso que se celebre en realidad una derrota, fue una decisión de las primeras cortes democráticas. El sentimiento comunero, a pesar de lo que pudiera parecer por la victoria del PP y de Vox en Castilla y León, está muy arraigado en la mentalidad castellana. Y también en la de Castilla-La Mancha y en algunos madrileños, al fin y al cabo, todo era Castilla. Y hay que decir también que la rebelión comunera se extendió hasta las merindades en el norte, fue fuerte en Murcia y en algunos pueblos de Jaén y Extremadura.

-Hablemos un poco de la historia de amor que pones en esta novela, ¿en qué te ha ayudado para contar la parte que, entiendo, tiene más peso que es contar la revuelta y demás…?

-Bueno, imagino unas cartas entre los esposos que me dan pie a explicar algunos puntos de la historia, y también, a recrear esa historia de amor que se irradiaba en la casa de Padilla. Y enlaza con esa carta que escribe Padilla a su mujer cuando está esperando el verdugo en Villalar. Hoy sabemos que, si hubo alguna carta, fue embellecida por la pluma de Antonio de Guevara o de Gonzalo de Ayora, pero mereció ser verdad. Y como yo soy novelista, es otro registro más de esta novela, que como digo, tiene muchos más.

-Los personajes aquí tienen un peso inmenso porque existieron…o sea no son ficcionados, eso seguramente te habrá generado mucho trabajo de aproximación y documentación y no pocos nervios porque poner de protagonistas de tu novela sobre los comuneros a los que la vivieron y “dibujar” dentro de la trama otra trama que es la del amor, pues tiene su particularidad…

-Bueno, llevo con esta historia muchos años, más de diez. La novela llegó a tener 800 páginas y finalmente quedó en 480. Yo he vivido con ellos, me he puesto en su piel, he visitado los lugares históricos, he visto sus documentos, algunos de sus objetos, sus cartas. Evidentemente, hay trasposición y transferencia, pero he intentado ser fiel a su espíritu y a su esencia, en un lenguaje que recuerda a la época pero que es muy entendible hoy día, un lenguaje comprensible.

-Y esa pausa que tiene la novela al ser contada desde el reposo de una hermana y un cuñado, el de Padilla que desde el exilio de la primera en Portugal por apoyar la revuelta comunera que encabezó su amado recuerdan desde una partida de ajedrez cómo fue aquella revuelta… ¿por qué eliges ese punto de arranque?

-Porque, una vez más, son las dos Españas. Es tal vez, nuestra primera guerra civil, que partió familias en todas las ciudades. Y el ajedrez me permite una metáfora, o muchas, ya que es a partir de la reina católica la dama, la reina del ajedrez, tiene sus atributos actuales, es una contribución de España al mundo (una más). El ajedrez, como se dice en alguna de las citas que preceden a los capítulos, es un sucedáneo de la guerra. Y me da perspectiva temporal y espacial, y el concurso de un cronista cuya voz alienta en todas las páginas y no es más que Juan de Sosa, su capellán, que la siguió hasta su muerte.

-La revuelta comunera, ¿qué antes y qué después marca en Castilla?

-Que, como dice el poema de Luis López Álvarez, al que puso música el Nuevo mester de Juglaría, “Desde entonces, Castilla no se ha vuelto a levantar”. Ahí se dirimió nuestro destino, no solo el de Castilla, sino el de España entera. En vez de seguir con un destino nacional, propio, que además era mucho más democrático y avanzado, triunfó un rey corrupto y tiránico, vengativo, que solo miraba por sus intereses, los de su casa real, y que solo muy tarde, empezó a comprender el reino que le había tocado. Y gracias a su mujer, la reina Isabel de Portugal, no fue peor. 

-¿Queda algo de aquella revuelta y de aquel tiempo?

-Nostalgia. Anhelo de pensar en lo que pudimos ser como país y no fuimos. Pero quien sabe. Quizá las semillas de las amapolas comuneras florezcan otra vez y en este siglo y tiempo de feroz y suicida individualismo, algún día el bien común y la comunidad sean una salida y una solución. Ojalá el universo lo permita, yo creo que no lo veré.

-¿Esta novela acaba enseñándole al lector el carácter y personalidad  de los castellanos y castellanas?

-Un poco sí. Una mezcla de quijotes ante las injusticias, santos pacientes en sufrir, supremo valor de la amistad, una mujer vale lo mismo que un hombre, en fin, cierto sentimiento fatalista y creer en los ideales. Y también tenemos nuestros defectos, comunes a muchos pueblos de España: envidia la primera.

-Si la historia de fondo que describe Comuneros, la de revueltas, la de luchas de poder y de clases, incluso de cierto empoderamiento de la mujer en vez de en Castilla hubiese acontecido en Reino Unido, Estados Unidos o lugares de Centro Europa seguro que sabríamos más de ella… por el cine, las series e incluso por la literatura que aconteciendo como ha acontecido en estos lares, ¿por qué crees que se produce esto?

-Porque no sabemos vender nuestra historia. Comuneros es nuestro particular juego de tronos, aunque confieso que no he visto esa serie, no me interesa. En nuestra historia (y por supuesto en mi novela) se dan todas las facetas de la condición humana: amor, ideales, ambición, traición, amistad, sacrificio, entrega, en fin... Si fuéramos los EEUU todo el mundo sabría nuestra historia, porque sin desmerecer a nadie, es de las más ricas y complejas del mundo. Afortunadamente ya se nos está quitando ese complejo de inferioridad.

 -Has adaptado alguna de tus reflexiones e investigaciones al documental, Comuneros lo merece, pero supongo que impone sobre todo desde el punto de vista de la dirección artística y demás, pero ¿te ha picado el gusanillo, te ha pasado por la cabeza?

-Tengo escritos los 8 capítulos para una pequeña serie de ficción basados en mi novela. Está disponible para un productor valiente, para varias televisiones públicas, plataformas y demás. Aunque ahora no están de moda las históricas, cuestan mucho. Pero tarde o temprano se hará una buena serie, y no la patochada que se hizo de los comuneros en la serie sobre Carlos V, indigna de nuestro país y de una televisión para la que he trabajado y siempre defiendo, TVE. Si alguien apuesta por la mía, pues mira qué bien. Pensaré que los esfuerzos merecen la pena y sirven para algo. 

-¿Es la obra “más localista” que has escrito?

-No, sino la más universal. De lo local a lo general. Los valores de las comunidades merecen conocerse. La historia de esos hombres y mujeres también. Incluso la de los imperiales, empezando por el almirante de Castilla, Fadrique Enríquez, verdadero zorro y estratega, las del Condestable Velasco, o las del comunero obispo Acuña, todo un personaje que merece por sí mismo una película. He intentado no ser parcial, aunque se me vea algo el plumero. Intento entender a los antagonistas también, e incluso al emperador.

-Por favor, amigo, siempre lo preguntamos---ya lo sabes porque no es la primera vez que te entrevistamos--, pero ¿cómo ha sido el proceso de documentación versus investigación en torno a este libro con este trasfondo histórico tan importante y decisorio para Castilla? ¿documentarse e investigar sobre los personajes principales ha sido más difícil porque es, cómo diría, como más delicado? ¿qué te ha sido más difícil y qué es, casi sorprendentemente, más fácil?

-He leído todas las crónicas de la época, la escritas por los favorables a Carlos I, e incluso las que no se pudieron publicar en su momento, como la del clérigo Juan Maldonado (De la revolución en España), una maravilla. He visitado todos los archivos donde hay documentación de la época (Archivo Histórico Nacional, Simancas, Chancillería de Valladolid, Biblioteca Nacional, museos y archivos provinciales, etc.). Además, he visitado y hablado con muchos historiadores (con Joseph Pérez, la máxima autoridad, que murió hace algunos años, tuvimos grandes conversaciones, también con Enrique Berzal, o con Fernando Martínez) y he leído toda la literatura sobre las Comunidades desde el siglo XIX (hay contribuciones fantásticas desde Marx a Azaña). Una cosa que ha sido un hallazgo y un placer es rescatar las Coplas a Padilla, las únicas que se han conservado de la época comunera (están escritas e impresas en Toledo en 1520, y fue la catedrática Mercedes Valladares quien primero habló de ese manuscrito de la Biblioteca Nacional), que se han aportado al final de la novela. Coplas a las que han puesto música Luisa y Cuco Pérez y que constituyen también otra aportación, se han cantado en varias presentaciones. Solo por eso merecía la pena escribir esta novela

Confieso que he estado a punto de meter en la historia a Antonio de Guevara, el autor de las famosas epístolas, y meto de alguna manera a Pedro Mártir de Anglería, al doctor Villalobos, al bufón Francesillo de Zúñiga, que dejaron escritas cosas muy jugosas sobre las comunidades y las personas de aquel tiempo. Ha sido un proceso apasionante, y me ha quedado ese reflejo, ese vicio, devoro todo lo que se publica sobre los Comuneros. Lo más difícil fue mezclar rigor y ficción, novelar encuentros y conversaciones, y lo más fácil, descubrir que la historia estaba ahí y yo solo tenía que estar atento a unos y otros. Todos los personajes me han empujado a escribirla, así lo he sentido. 

-¿Más o menos la metodología de trabajo es siempre la misma?, coméntanos por favor….

-No, depende mucho del tema. Pero me gusta ser muy riguroso, estudiar todo lo publicado, todo lo hecho, todas las fuentes, para las novelas históricas, los ensayos. Pero para otras novelas me dejo a veces llevar por la imaginación. Hay un momento de tomar frenéticas notas, imbuirme, empaparme del todo. Y otro momento de escribir, de soltar.  E incluso relajarse, olvidarse, guardar la novela en un cajón. Y dejársela a algunos y escogidos amigos, no siempre los mismos, quiero conservar mis amistades.

-Amigo, ¿nos puedes dar alguna pista de aquello en lo que estás trabajando en la actualidad?

-He terminado mi primera novela negra, que ocurre en el litoral de Cádiz, y antes de eso, acabé otra que tiene que ver con los grandes personajes de la literatura, es el homenaje a los libros y a los autores que han influido en mí, que me han formado como persona y escritor.

 

 

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