Cazarabet conversa con... Alfonso Domingo, autor de “El ángel
rojo. Melchor Rodríguez, el
anarquista que salvó a sus enemigos” (Renacimiento)
“El ángel rojo. Melchor Rodríguez, el
anarquista que salvó a sus enemigos” una nueva edición de Alfonso Domingo de la
colección Espuela de Plata en narrativa.
La sinopsis del libro: La novela
biográfica El ángel rojo cuenta la historia de Melchor Rodríguez García,
delegado especial de prisiones de la II República española. Sevillano de
nacimiento, Melchor Rodríguez fue un anarquista que prefería «morir por las
ideas, nunca matar por ellas», y que demostró gran humanidad en la guerra civil
española, salvando la vida de numerosos enemigos. Mientras en el lado
franquista se exacerbaba la represión, Melchor lograba imponer el orden en la
retaguardia republicana, parando las sacas de las cárceles, los paseos y los
fusilamientos. Nombrado después concejal del Ayuntamiento de Madrid, le cupo la
triste tarea de hacer entrega del consistorio a las tropas vencedoras a finales
de marzo de 1939. Condenado por el nuevo régimen, cumplió cinco años de una
condena de veinte. Hasta el final de sus días siguió siendo libertario. En
total, Melchor estuvo 34 veces en la cárcel con la monarquía, la república y el
franquismo. Su entierro, en febrero de 1972, consiguió unir a dos Españas
irreconciliables: anarquistas y miembros del régimen que él había salvado en la
guerra.
El autor, Alfonso Domingo: Alfonso
Domingo (Turégano, Segovia, 1955), ha trabajado en
prensa escrita, radio y televisión. Periodista especializado en información
internacional y reportero de guerra, como director de documentales es asimismo
autor de numerosas series y películas con varios premios. Como escritor, es
autor de novela y ensayo. Estudioso de la guerra civil española y la
postguerra, ha publicado ensayos de historia oral como El canto del búho
(2003), Retaguardia (2004), Historia de los españoles en la II Guerra Mundial
(2009), así como la novela biográfica El ángel rojo (2009). Es coautor de El
vuelo del Cuatro Vientos (2003) y autor del libro La serpiente líquida (2005),
sobre mitos, ritos y chamanes del Amazonas. Su primera novela, La madre de la
voz en el oído, ambientada en la selva amazónica, ganó el Premio Feria del
Libro de Madrid de 1991. La estrella solitaria (2003) que cuenta la epopeya del
español Luis Gálvez Rodríguez de Arias en las profundidades del Amazonas obtuvo
el VII Premio de novela Ciudad de Salamanca. Con El espejo negro, sobre la
búsqueda de un cuadro desaparecido de El Bosco, obtuvo el Premio Ateneo de
Sevilla en 2011 y con El enigma de Tina, la increíble vida de la vedette Tina
de Jarque, logró el Premio Ateneo Ciudad de
Valladolid de novela en 2012. En 2014 publicó La balada de Billy el Niño,
acerca del joven pistolero de Nuevo México. En 2018 se reeditó, actualizado, su
libro La serpiente líquida, que también tiene su versión como película
documental. En 2018 publicó A tumba abierta, sobre la exhumación de Franco.
Alfonso Domingo ya ha estado con
nosotros:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/alfonsodomingoreport.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/atumbaabierta.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/domingo.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/domingo.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/espanoles2GM.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/serpienteliquida.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/melchorrodriguez.htm
Cazarabet conversa con Alfonso Domingo:
-Alfonso, amigo, ¿nos puedes explicar por qué
has vuelto sobre la figura de Melchor Rodríguez; qué te hizo investigar e
indagar más sobre este anarquista que salvó muchas vidas en la retaguardia del
Madrid sitiado por los fascistas?
-Sentía, tras escribir el libro, que
quedaban cosas por contar, algunas por matizar y una documentación nueva que
comenzó a aflorar, sobre todo después de realizar el documental. Creo que ahora
está mucho mejor, más centrado y real Melchor, con más información sobre sus
facetas, sobre su carácter, sobre lo que hizo y dijo. Y hay más papel
para Amapola, la hija de Melchor, todo un descubrimiento. Tardé meses en
convencerla para que hablara, y me guardé cosas que le juré no contar hasta que
no hubiera muerto, como la separación de sus padres.
-¿Qué te llamó la atención de Melchor Rodríguez
para dedicarle tanta dedicación y atención?
-Que fue un ser humano que, con su
acción, profundamente anarquista y humanitaria, nos dignifica a todos.
Independientemente de otras consideraciones, fue una persona normal haciendo cosas
extraordinarias en un tiempo extraordinario. Si no fuera de verdad, su vida
parece de ficción.
-¿Cómo ha sido editar con Renacimiento en la
colección de narrativa de Espuela de Plata?
-Una maravilla. Con Abelardo Linares
me llevo muy bien, es un pozo de sabiduría, hablamos a menudo. La edición, muy
buena, he corregido hasta 5 pruebas, el apartado gráfico está muy completo, hay
índice onomástico y he hecho un nuevo prólogo. La cubierta es de un amigo,
Daniel Tarriño, parece un cartel de la guerra. Estoy
muy contento.
-Una persona de ideas firmes que prefería,
siempre:” morir por las ideas, nunca matar por ellas”; muy pocas personas que
piensan de esta manera lo pueden llevar a cabo , por activa y por pasiva, hasta
el final porque no siempre depende de ellas mantenerse en su proclama…pero
Melchor Rodríguez estrujó esta idea, ¿verdad?
-En efecto, lo llevó al límite más
grande, a lo humanamente posible, arriesgando muchas veces la vida en aquella
locura de guerra civil, sobre todo los seis primeros meses en Madrid. Había que
tener las ideas firmes, estar muy bragado en la lucha sindical, y tener valor
para hacer lo que hizo. Aun me admira.
-¿Cómo lo hizo? ;¿sabía
rodearse de gente de confianza a los que él no fallaba y ellos y ellas no le
solían fallar, verdad?
-Bueno, si digo lo de ficción para
definir a veces las cosas de Melchor, me quedo corto. Pero en lo que respecta a
algunas personas de las que le rodearon, se equivocó. No en sus
correligionarios, sino en gente como su secretario, Batista, o su chófer, Rufo
Rubio, que le prometieron no trabajar para la quinta columna, pero que le
engañaron. Por otra parte, él no fallaba a quien confiaba en él. Tanto a los
que le encargaron la defensa de las cárceles, miembros del tribunal supremo,
del colegio de abogados, cuerpo diplomático. En fin...
-¿Cómo logró mantener la disciplina,
la cordura en la retaguardia mientras el fascismo fusilaba, mataba en las
cunetas…?, le costó y mucho y hasta debió de temer por
su vida..-¿Cómo hacer justicia sin llegar a vengarse; cómo parar “las sacas” de
las cárceles, los fusilamientos, los paseos…?
-Fue difícil, pero lo logró.
Arriesgando la vida, como ante una turba en la cárcel de Alcalá que quería
acabar con la vida de los presos. Lo logró tras horas de gritos y forcejeos, de
amenazas y de voces, apuntándole incluso con los fusiles. También atentaron
contra su coche en un viaje a Valencia, fueron a amenazarle a su despacho, y le
pusieron las pistolas contra el pecho. No se arredró. Por sus ideas, sus
convicciones, su valor, algo que le venía del mundo de los toros, donde había
llegado a novillero. Y también, porque como decía Amapola, su hija, tenía un
ángel que velaba por él, porque ella no se explicaba cómo no le habían matado
en la guerra.
-Debió de rodearse de unos pocos que le
seguían y a los que debía de tener en alta confianza…--hay diferenciación con
la otra pregunta que tenía más a ver con su círculo más íntimo, aquí
preguntamos más por su equipo de trabajo, sus compañeros y compañeras en las
ideas que podían, o no, ser amigos--
-Melchor funcionaba con un equipo
reducido, cuatro o cinco personas, pero con él colaboran mucha gente, tanto
cuando estuvo en prisiones como cuando pasó al ayuntamiento de Madrid por la
FAI. Fue concejal de cementerios, lo que tenía su ironía, y fue el encargado,
tras la derrota republicana, de entregar la capital a los vencedores. También
colaboraban con él algunos de los refugiados, como José María Bedoya. No debía
ser fácil para Paca, la mujer de Melchor, llevar todo aquello, y así lo
reflejo. Amapola, su hija, me contó muchas cosas. La relación entre Paca y
Melchor se rompió al final de la guerra civil, por un devaneo de Melchor.
-¿Qué incorporas, amigo Alfonso, en este
relato que no estuviese en la primera edición?
-Está reescrito en un 30%. Hay cosas
muy nuevas, como un viaje que hace Melchor al frente de Guadarrama, en la
guerra, más testimonios y descripciones del ambiente dentro de la casa entre
los que refugiaba Melchor, más testimonios también de su vida tras salir de la
cárcel, su faceta de escritor de coplas, en fin, ahora el retrato es mucho más
certero. También se incorpora un índice onomástico y un prólogo. Pero es
una novela. Una novela biográfica, si quieres.
-¿Salvar de la muerte a “personas non gratas”
para el anarquismo, o salvarlas del maltrato o las dos cosas, qué le
supuso entre las gentes que tenían sus mismas ideas?
-Melchor se apoyó en su grupo de la
FAI, Los libertos, que le ayudaron. Una parte de la CNT quería detener las
matanzas y las checas. García Oliver, el ministro de justicia, es el que nombra
a Melchor primero delegado especial y luego inspector general de prisiones.
Otros compañeros, que le alababan la gestión, no veían con buenos ojos que
protegiese a muchos fascistas. Cipriano Mera y Pradas
lo defendían.
-Pero
también debió de haber personas que lo entendían, lo apoyaban en esos días en
los que él se jugó la vida por salvar la vida a personas que no tenían sus
ideas…
-Como digo, entre Los libertos cabe destacar
a Celedonio Pérez, que fue director político de la cárcel de san Antón, pero
muchos dentro y fuera de la CNT lo apoyaron, republicanos y socialistas
incluidos.
-Porque jugarse la vida se la jugó, ¿verdad? ,ya que no debían ser pocos los que pensaban como él y que
no le perdonaban que fuese salvando vidas a los que no tenían sus mismas
ideas…
-Según relató en un interrogatorio en
la causa general, estuvo a punto de morir 13 veces durante la guerra. Esto,
creo, incluía también los bombardeos franquistas de las casas que habían
incautado para proteger hasta casi medio centenar de refugiados.
-¿Se llegó a sentir solo en medio de la Guerra
en Madrid Melchor Rodríguez?
-Sí, pero también tenía gentes en las
que se apoyó. Y en su casa se reunían gentes de la farándula como Pastora
Imperio o Pastora Pavón, la niña de los peines, los
Álvarez Quintero -permitió que por primera vez, en el Madrid de 1938, se
enterrase a Serafín con una cruz- , la realidad era tan intensa y tan
vertiginosa que no tenía tiempo para sentirse solo. Quizá, en algún momento lo
que se sintió fue incomprendido de alguna manera por muchos que no podían
entender esa protección a los del otro bando en aquella guerra tan cruel.
-¿Cómo sobrevivió a la guerra y cómo fueron
los primeros tiempos de la Dictadura franquista para Melchor Rodríguez?
-A pesar de lo que hizo fue
encarcelado y le sometieron a un primer consejo de guerra del que fue absuelto.
Recurrido, en un segundo consejo, con pruebas amañadas, le condenan a 20 años,
a pesar del testimonio de Muñoz Grandes, salvado por él, lo mismo que a otros
miembros del propio tribunal que le juzgaba. De esos 20 años salió a los 5 por
mediación de Muñoz Grandes, y se dedicó a vivir de dos carteras de seguros que
le daban lo indispensable, rechazando empleos que le ofrecieron, así como
entrar en la central sindical franquista. Siguió militando en CNT, por lo que
entró en la cárcel varias veces.
-Se pasó la vida entrando y saliendo de la
cárcel… dentro del Centro Penitenciario ¿qué aprovechaba para hacer?
-Antes de la guerra, para escribir
artículos, hablar con los compañeros. Leía mucho también. Y a hablar, claro.
-Mantuvo sus ideas hasta el final de sus días,
nunca las dejó…un libertario firme y un humanista, ¿qué otras particularidades
o características podríamos añadir, desde el punto de vista humano y como
hombre de ideas?
-Era un hombre polifacético,
autodidacta, que si hubiera tenido educación, de lo que se lamentó toda su
vida, hubiera sido alguien destinado a puestos más altos. Aún así, elevó la dignidad
del hombre a cotas muy altas, salvando la vida de miles de enemigos -él
prefería llamarlos adversarios-, el primer caso en una guerra en la historia. Schiller vino después. Melchor se jugó la vida en esa
misión, y aprovechó para ello el apoyo del gobierno republicano, de muchos de
sus compañeros y su propia experiencia de valor y lucha en el mundo del toreo y
en el sindical. Siguió siendo libertario y humanista toda su vida.
-Estas
podrían ser “sus luces”, pero como todo ser humano debió de tener sus “puntos
flacos”, “sus debilidades”, “sus sombras”…
-Algo de ego, ofuscación en un momento
dado, tozudez, entre los defectos de carácter, el anteponer la lucha sindical y
política a la familia, cierta candidez con los que trabajaban con él en la
guerra, como su secretario y su chófer, que eran de la quinta columna, y le
engañaron.
-¿Qué humanidad imaginaba Melchor Rodríguez?
-Como muchos de los libertarios de su
época, ansiaba un mundo nuevo sin explotadores ni explotados, con justicia,
educación, sin cárceles, en las que la felicidad sería natural. Una utopía que
sin embargo, les hacía luchar con una tenacidad encomiable, sabedores de que
seguramente ellos no lo verían, pero que había que empezar a transitar el
camino hacia ese mundo nuevo. La guerra les hizo creer, por un momento, que sus
sueños eran posibles.
-Muere en 1972 y en su entierro acuden
personas que albergaban su ideal, personas que albergando su ideal estaban
contrariadas con él y personas agradecidas, por activa y por pasiva, que no
albergaban su ideal… la dictadura estaba en su últimos años, pero estaba; ¿cómo
fue aquello?
-Según todos los testimonios, un
momento muy emotivo, la única ocasión en la dictadura en la que
confraternizaron adversarios políticos de los dos bandos, donde se entonó
"A las barricadas" y se rezó un padrenuestro, con mucha gente
llorando, una riada de personas.
-Has reunido o reuniste testimonios orales
directos, entrevistas…¿cómo fue esta experiencia tan
directa de conversar y entrevistar a personas que lo conocieron y conocieron
sus ideas?
-Como en otros de mis libros, una
fuente primordial para conocer al personaje, detalles que luego incorporas o
no, pero que te sirven mucho, de información, aproximación y conocimiento.
Todos me dieron generosamente su tiempo para hablar de él, y alguno, como Ramón
Luca de Tena, o su sobrino Pepe Rodríguez, aún se emocionaban al hablar de él.
También fue muy interesante hablar con Santiago Carrillo -con quien tuvo un
enfrentamiento-, que, aunque aún sostenía que Melchor había favorecido a la
quinta columna, podía admitir que había sido una "rara avis" en esa
guerra en que lo que imperaba era la muerte.
-No todos debían estar de acuerdo con sus
ideas, sus acciones, el cómo reaccionó a muchas cosas…¿cómo
te relatan, aún con esto, a Melchor Rodríguez?
-Como un hombre íntegro, incorruptible
en sus ideas y acciones, algo ególatra, pensando que llevaba la razón, pero en
todo caso, de un valor a toda prueba y una convicción pacífica, humanitaria.
-Amigo Alfonso, ¿qué pretendías con esta
“nueva edición”?
-Dejar zanjado el tema. Después de mi
primer libro hubo varios, pero creo que esta edición es la definitiva para
conocer a una persona, a un personaje como fue Melchor Rodríguez, un ejemplo
para todos en muchas cosas.
-Alfonso, ¿nos puedes explicar o dar alguna
pista sobre lo que andas trabajando ahora?
-Una novela sobre los comuneros, un
ensayo sobre los tiempos actuales (La realidad gaseosa, diario de una burbuja)
y varios proyectos de guion. No me aburro. La pandemia nos ha enseñado que hay
que dar lo mejor de nosotros mismos, porque nunca sabe uno que nos deparará un
futuro, que, a todas luces, parece muy problemático.
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