La
Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... Andreu
Navarra, conversa con “El espejo
blanco. Viajeros españoles en la URSS” (Fórcola)
Un libro desde Fórcola
Editorial que firma Andreu Navarra y que nos adentra en el mundo de los viajeros
españoles en Rusia, la URSS.
Fórcola ya nos tiene acostumbrados a esos
libros que hablan de escritores, de la escritura en tiempos y circunstancias
muy versátiles y éste es un libro de
esos con la calidad de siempre y algo más.
Como explica su editor, Javier Jiménez, el año
que viene, más concretamente, en Octubre del 17 se cumplirán 100 años de la
Revolución Rusa y 100 años de muchas otras cosas, como la ejecución de toda la
familia Romanov, el estallido de una guerra
fratricida, de de rusos contra rusos… y muchas vidas que se truncaron o que ya
se habían truncado en muchos, siempre demasiados, campos de batalla. Este libro
no se adentrará de ello, pero sí en cronistas, periodistas, viajeros, gentes de
curiosidad y corazón inquieto, personas que querían saber más….que estaban
sedientas y que encontraron viento fresco, nunca mejor dicho, muy al este en un
país gigante, enigmático y que, todavía hoy, tanto en la forma como en los
contenido y en el continente es por eso
apasionante porque, el interrogante, a su manera: elegante esbelto, pero a la
vez musculado es envidiable y corresponde solo a lo mejor de lo mejor.
Lo que nos cuenta Fórcola
del libro:
La rusofilia
española ha tenido una dilatada tradición y a lo largo del siglo XIX y hasta
comienzos del XX periodistas, poetas, maestros, historiadores, sindicalistas,
militares, sacerdotes, aventureros, magnicidas o simples curiosos visitaron o
vivieron en Rusia, para los cuales significó un espejo en el que mirarse. En la
década de los años veinte y treinta del siglo pasado, el viaje a la URSS se
puso de moda y los españoles regresaban de las «romerías a Rusia» cantando las
maravillas de la eficacia de la Revolución. Para escritores e ideólogos de
distintas tendencias políticas, la Unión Soviética se convirtió, pese a la
dictadura, en un referente indiscutible de impulso modernizador y despertar
cultural y económico. No fue hasta la llegada de la Guerra Civil cuando se
dividió la opinión de los españoles sobre el estado soviético: para un bando,
la URSS representaba el paraíso de los obreros de todo el mundo; para el otro,
se trataba de un lugar infernal dirigido por tiranos sangrientos.
El autor, Andreu Navarra:
El autor, investiga las
motivaciones de aquellos viajeros que por distintas razones, pusieron sus
ilusiones y esperanzas en el espejo blanco. ¿Qué buscaban tantos catalanistas
en las leyes soviéticas? ¿Cómo fue la infancia y la formación de los niños de
la guerra que huyeron a la URSS desde España en 1937? ¿Cómo vivieron allí sus
hijos y nietos en los años 60 y 70? ¿Cómo se devoró a sí mismo el Partido
Comunista Español entre Moscú y París? ¿Cuál fue el destino de los republicanos
españoles atrapados en el Gulag? ¿Cómo y por qué fueron a combatir el comunismo
miles de soldados españoles, en pleno franquismo?
Estamos “hipnotizados” por esta editorial,
aquí los diferentes enlaces de otros libros sobre los que hemos mantenido
conversaciones, a vuestra salud:
Sobre el libro, Burgueses Imperfetos:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/burgueses.htm
Sobre el libro, Crónica de Viaje. Impresiones
de un corresponsal español. Julio Camba:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/camba.htm
Sobre el libro, Espías de Franco:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/guixa.htm
Sobre el libro, Galicia. Julio Camba:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/galicia.htm
Sobre el libro, La Guerra Civil española.
Crónica de un escritor en las BBII:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/renn.htm
En este enlace, después de la entrevista con
el especialista de Camba, Francisco Fuster, nos encontramos con la entrevista
con el editor, exquisito, Javier Jiménez: http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/camba.htm
Cazarabet
conversa con Andreu Navarra:
-Andreu, ¿de dónde te viene esa pasión por querer escribir
un libro sobre la gente que, desde España, viajó a Rusia, la URSS para,
después, transportarnos lo que pasa a través de sus escritos, crónicas,
artículos, reflexiones…?
-De adolescente era un lector
voraz de literatura rusa. Es una pasión que me ha acompañado siempre. Recuerdo,
siendo un mozo, terminar El idiota de
Dostoyevski, y sentirme como huérfano, sin saber qué
hacer tras tantos días de terrible belleza. Chejov ha sido siempre unos de mis
escritores predilectos. Y hace unos años, por casualidad, empecé a interesarme
por los diarios de viaje de Rovira i Virgili y Valls
i Taberner. Empecé a tirar del hilo y empecé a pensar
en reunir todo ese material en un libro que tenía que tener más aspecto de
ensayo literario de lo que en realidad ha salido. El proyecto fue creciendo en
ambición a medida que iban apareciendo más y más documentos.
-El
año 1917, marca un antes y un después en la historia de Rusia, URSS, las
repúblicas que, aún después de la Perestroika, se independizaron; y cómo no,
este año, era y fue también importante, todavía lo es, para el
devenir de la Historia Contemporánea. A tu parecer después de estudiar,
documentarte y demás sobre los que de aquí fueron a allá ¿pudieron hacerlo o lo
hacían con “más libertad” antes o después de la Revolución Rusa?
-Antes de la revolución marchan
a Rusia militares (Juan Van Halen), ingenieros (Agustín de Betancourt) o
diplomáticos (Juan Valera), y también algún sacerdote (Jacint
Verdaguer). Personas que podían conectar con la
cúpula zarista sin chocar con el régimen. A partir de 1917, se abre mucho el
abanico: viajan allí notarios, escritores, poetas, sindicalistas, políticos
curiosos, ensayistas de todo tipo de ideologías. Hay que tener en cuenta que
tanto bajo la batuta de Lenin como la de Stalin el sistema se esfuerza en
quedar bien, en ganar espacio y visibilidad en la comunidad internacional. Morote estuvo allí en 1905, entrevistando a todo el mundo,
y no parece que tuviera problema alguno con las autoridades.
-Por
cierto, el proceso de documentación, además de apasionante, debió ser muy
trabajoso, ¿no? Explícanos. ¿Y cómo fue la metodología de trabajo?
-Algunos libros eran
extremadamente difíciles de encontrar, lo consiguió el editor en el mercado de
bibliofilia. Otros se encontraban en un solo archivo o biblioteca y hubo que
pedir fotocopias. También hubo que hurgar bastante en la prensa de la época,
sobre todo la reformista, que no había recibido tanta
atención como la socialista o la anarquista. Sin esa ayuda el proyecto hubiera
quedado incompleto. Y sí, hubo una inmensa labor de persecución de escritos,
folletos, colecciones hemerográficas, que por cierto
aún no ha terminado. Pero, no fue exactamente “trabajoso”… estas pesquisas
forma parte de mi estilo de vida, me apasiona rebuscar, husmear, lanzar
hipótesis, perseguir textos raros. Soy feliz con ello, va conmigo. Quienes me
rodean han de sufrir esas monomanías persistentes. Además, leer a autores como
Chaves Nogales, Sofía Casanova o Sender es un auténtico placer siempre.
-¿Hubo
más gente que viajó a Rusia antes de la Revolución?; ¿por qué? ¿O por qué
trascendieron más algunas de sus reflexiones?
-Antes de la Revolución se
pudieron contar con los dedos de las manos, excepto algún capítulo militar
puntual. Naturalmente trascendieron los textos que llegaron a la prensa, como
las cartas de Valera. En 1905 llegó el regeneracionista republicano Luis Morote, el primero que realmente se preocupó de ofrecer una
panorámica realmente completa. El libro de Julián Juderías, que residió
pensionado en Crimea, también fue toda una sorpresa.
-Viajar
a Rusia retenía un tiempo: se quedaban allí (como si fuesen corresponsales,
algunos lo eran), incluso viajaban con su familia… ¿cómo fue para ellos y los
suyos?, ¿cómo era vivir en Rusia, la URSS?
-Depende de la época. No hay
duda que para los exiliados comunistas y no comunistas que quedaron allí
varados tras la guerra civil, la experiencia soviética fue mayoritariamente
infernal, por motivos diversos que trato de detallar mucho en el libro. Pero no
se puede generalizar, hubo también experiencias extraordinarias. Durante el
zarismo, la experiencia de Van Halen fue bien romántica, aunque por ser liberal
el Emperador lo repudiara. El tema es demasiado complejo y hubo que abordarlo
uno por uno. Digamos que a partir de la estabilización de Stalin en el poder,
quizás hacia 1928-29, las cosas empiezan a ponerse realmente feas, cuando
desaparece la disidencia y el todopoderoso empieza a ejecutar masivamente a sus
oponentes.
-¿Qué crees que les motivaba a ir a Rusia, URSS?, ¿qué crees
que, todavía hoy, atrae al retrotraernos tanto en aquellos años sobre los que
has trabajado u hoy, también hoy y ahora?
-Para los regeneracionistas,
como Josep Pla, la URSS era un ejemplo interesante de nación atrasada que
lograba organizar una industria de primer orden mientras disciplinaba la
sociedad. Para los revolucionarios anarquistas y comunistas, el móvil es hasta
obvio: conocer de primera mano la primera experiencia socialista implantada a
gran escala. A partir de 1929, la intención de los republicanos era también
bastante obvia: intentar dilucidar si podía implantarse en España una
transición hacia una República Popular de tipo socialista, o si el límite tenía
que situarse en una democracia dirigida por la burguesía avanzada.
-La
situación, antes de la Revolución era muy límite para la gran mayoría de sus
ciudadanos y ciudadanas…solo unos cuantos vivían con cierta dignidad, el resto
malvivía, pero en todo lo bueno, también hay algo de malo ¿qué nos puedes
comentar? ; ¿qué reflejaron nuestros amigos allí destinados o de viaje?
-Luis Morote
observó en 1905 que la burguesía industrial estaba harta de la legislación
zarista. Calculó que solo en San Petersburgo había un millón de obreros
dispuestos a ir a la huelga revolucionaria y malviviendo en cuchitriles
indignos. Andreu Nin, a quien reivindico como
historiador de las cosas rusas, es quien mejor estudió ese ambiente previo y
contemporáneo al nacimiento de los soviets. A mi modo de ver, y sin duda
alguna, lo mejor de la Rusia zarista era su cultura, su literatura y su música.
Lo peor, obviamente, la brutalidad del régimen. Aunque hoy en día se ha
comprobado que el horror estalinista superó esa violencia hasta límites casi
increíbles.
-Y
encima estaba la guerra del 14 , la Gran Guerra, en la que los soldados rusos
perecieron como verdadera carne de cañón, los frentes del Este siempre, por
activa o por pasiva, por el clima o por un “conjuro mágico” siempre son peores.
¿Qué nos puedes comentar?
-Que la población urbana
estuviera hasta el gorro de la guerra lo evidencia el apoyo que recibieron los
bolcheviques, que defendieron el
pacifismo a ultranza. Sofía Casanova lo supo ver. El problema es que es carne
de cañón pasó de una guerra a otra sin solución de continuidad. Muy poco tiempo
después de la Paz de Brest-Litovsk, estalló la guerra
civil (1918-1922), una guerra civil abominable y cruel, especialmente sucia y
bárbara.
-¿Qué
pasó durante la esta Gran Guerra y qué captaron nuestros hombres en “tierras
del Volga”?
-Quien mejor lo contó fue Sofía
Casanova, que ejerció de enfermera bajo las balas en los frentes polacos y,
atrapada por la retirada rusa, fue a parar junto a su marido a San Petersburgo.
Allí fue testigo de los procesos revolucionarios de 1917. Durante la Gran
Guerra no hay prácticamente contacto con Rusia: era lógico, puesto que cruzar
la Europa en guerra era prácticamente imposible. Hasta que Stalin no estabiliza
su control fue realmente difícil llegar a la URSS, puesto que su reconocimiento
internacional era prácticamente nulo.
-Hubo , también, entre
los que viajaron, después de la Revolución del 17, una vez el Ejército Rojo
reinaba en las estepas y barría a los últimos resistentes del Ejército
Blanco…pues hubo muchos escritores, periodistas, cronistas que: o ya eran
“políticos” o pasaron a participar mucho de la política. Háblanos un poco de
ellos, por favor…
-Supongo que te refieres a los
miembros del PSOE que visitaron la URSS durante los años veinte. Son los
protagonistas del capítulo que he llamado “La respuesta humanística”. La guerra
civil en sí fue poco o nada conocida por los corresponsales. Sin embargo,
Álvarez del Vayo y el escritor Ricardo Baeza viajaron
a Ucrania en 1922 para informar sobre la horrible situación de hambruna que
vivía el país. Otros viajeros, Fernando de los Ríos, Julián Zugazagoitia
o Rodolfo Llopis, desarrollarían sus trayectorias
políticas a partir de 1931.
-¿Cómo
les fue a nuestros hombres en tierras de la URSS hasta el estallido de la
Guerra Española en la que la mayoría de ellos se centran en escribir sobre
aquí?
-Básicamente fueron para
participar en congresos de la Internacional Sindicalista o para hacer turismo.
Fueron los casos de Andreu Nin, Joaquín Maurín y
Ángel Pestaña, entre otros. Escritores poderosos, con las ideas muy claras, que
debatieron con Trotsky o que incluso llegaron a
discutir con Lenin en persona. Posteriormente, como Stalin controlaba con mano
férrea qué se podía ver y cómo, los viajeros autorizados, tanto comunistas como
conservadores fueron muy bien tratados. Sofía Casanova se acreditó como
periodista de un medio monárquico, el ABC,
y no tuvo problema alguno para entrevistarse con Trotski,
a quien describió como un hombre extraordinariamente educado.
-Me
detendré solo en uno que luego fue perseguido por Stalin y asesinado en la
Guerra Civil Española, por las zarpas (por explicarlo de alguna manera) de
Stalin y unas ideas que habías convertido en “su partido” y en él se había
proclamado “el Padre”. En aquellos días pocos se atrevían a “toserle” o
“toserles”. ¿Qué nos puedes decir?
-Supongo que te refieres a
Andreu Nin. Nin tuvo que
huir de Moscú con la cola entre piernas por empezar a discrepar con la línea
oficial. Fue retenido en el Hotel Lux durante meses hasta que pudo escapar.
Stalin era un mandatario totalmente hermético e invisible. Lenin discutió con
Pestaña en su propio despacho, aunque tampoco escuchaba tanto como se ha
afirmado a veces. Otros dirigentes, como el oscuro Dzerjinski,
eran asesinos sin más, meros ejecutores policiales.
-En
el período de entreguerras de la I a la II, con la importancia de la Guerra
Española, en general ¿cómo viajaban nuestros escritores a la URSS y cómo les
fue?
-Ese es precisamente el meollo
del libro, imposible resumir tantos y tantos casos concretos de intelectuales
que viajaron para informarse. Es el período dorado de las peregrinaciones a
Moscú. Viajaron allí por decenas, tanto republicanos como conservadores. En
general, la manera más cómoda era coger un vapor desde El Havre
hasta San Petersburgo, y desde allí viajar en el expreso hasta la capital.
Otros, como Pla y Xammar, optaron por el tren. Solo Chaves Nogales se movió
arriba y abajo en una avioneta, jugándosela vida. Los de la División Azul
llegaron a pie…
-Hubo
republicanos españoles que, después de la guerra se encontraron en URSS: los
llamados “niños de la guerra”, algunos soldados, políticos, militares...?, muchos de ellos acabaron “a la greña” con el partido, ”el
Padrecito” y sus inmediatos sucesores ¿qué pasó?
-Imposible resumirlo en tan
corto espacio. Básicamente el problema surgió cuando Pasionaria decidió con Dimitrov que ninguno de ellos podía abandonar la URSS.
Algunos, los que mostraron actitudes discrepantes o los que trataron de escapar
de la URSS, sufrieron una represión bárbara. Y por aquel entonces, desde la
desaparición de José Díaz, secretario general del PCE, el partido se había
vuelto un peligrosísimo avispero.
-Algunos
también, por desgracia, vivieron en sus propias carnes la represión, el
castigo, la ejecución, el paso por el Gulag o el verse en un laberinto de por vida.
¿Qué nos puedes decir? ¿Qué escribieron nuestros amigos o que se ha podido
escribir, aún a posteriori…?
-Sí, los republicanos no
comunistas o ex militares de ideología anarquista, así como los niños que
quisieron volver a casa fueron tratados como inadaptados sociales y castigados
salvajemente, con torturas y décadas de cárcel e internamiento en campos
siberianos como Vorkutá, Intá
o Karagandá. Esos españoles fueron declarados apátridas tanto por los
franquistas como por los comunistas ortodoxos. Los horrores sufridos por
aquellos desdichados ponen los pelos de punta. Una vez más, el capítulo más
positivo fue el cultural, el que tuvo que ver con los clubs de exiliados bien
aclimatados, sobre todo durante la era de Nikita Kruchov, y también con una serie de escritores a quienes se
permitió publicar poesía y narrativa en lenguas rusa y castellana. En este
sentido, la lectura más reveladora es el alegato que escribió José Hernández,
antiguo ministro comunista, que tituló, En
el país de la gran mentira, y que de algún modo es un diario de un viaje
con un impresionante alegato ideológico. Porque Hernández, además, contaba con
un pasado netamente estalinista… Este es el libro que yo reeditaría
inmediatamente, a pesar de sus limitaciones.
-Vázquez
Montalbán y Montserrat Roig son de los más contemporáneos, plumas “tiesas”,
coherentes y muy grandes en todos los sentidos y dimensiones. Explícanos: ¿qué
puntos de convergencia reunieron y qué otros puntos de divergencia
mostraron?
-Su principal aportación, a mi modo de ver,
combina la lucidez con los ideales socialistas. Se trata de dos escritores
comunistas pero antidogmáticos, capaces de captar las
contradicciones del sistema, sin dejarse cegar por las propagandas y los
discursos cerrados. Al fin y al cabo, es la opción preferida por casi todos los
escritores españoles que visitaron la URSS durante toda su historia. Ni Roig ni
Vázquez Montalbán sacrificaron sus sensibilidades personales, así como tampoco
sus ideologías, a la hora de describir lo que veían. Los textos de
propagandistas a secas, de uno u otro signo, son mucho menos interesantes.
Mientras Roig dejó escrito que buscaba la experiencia real, a menudo durísima,
entre las personas que visitaba, Vázquez Montalbán intentó diferenciar entre
las vetas de rebelión popular realmente espontánea que se desarrollaron entre
1917 y 1990 y las versiones oficiales y burocratizadas de la dictadura.
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El espejo blanco.
Viajeros españoles en la URSS. Andreu Navarra Ordoño
336 páginas 13 x 21 cms.
22,50 euros
Fórcola
La rusofilia española ha tenido una dilatada tradición y a lo
largo del siglo XIX y hasta comienzos del XX periodistas, poetas, maestros,
historiadores, sindicalistas, militares, sacerdotes, aventureros, magnicidas o
simples curiosos visitaron o vivieron en Rusia, para los cuales significó un
espejo en el que mirarse. En la década de los años veinte y treinta del siglo
pasado, el viaje a la URSS se puso de moda y los españoles regresaban de las
«romerías a Rusia» cantando las maravillas de la eficacia de la Revolución.
Para escritores e ideólogos de distintas tendencias políticas, la Unión
Soviética se convirtió, pese a la dictadura, en un referente indiscutible de
impulso modernizador y despertar cultural y económico. No fue hasta la llegada
de la Guerra Civil cuando se dividió la opinión de los españoles sobre el
estado soviético: para un bando, la URSS representaba el paraíso de los obreros
de todo el mundo; para el otro, se trataba de un lugar infernal dirigido por
tiranos sangrientos.
Andreu Navarra investiga las motivaciones de aquellos viajeros que por
distintas razones, pusieron sus ilusiones y esperanzas en el espejo blanco.
¿Qué buscaban tantos catalanistas en las leyes soviéticas? ¿Cómo fue la
infancia y la formación de los niños de la guerra que huyeron a la URSS desde
España en 1937? ¿Cómo vivieron allí sus hijos y nietos en los años 60 y 70?
¿Cómo se devoró a sí mismo el Partido Comunista Español entre Moscú y París?
¿Cuál fue el destino de los republicanos españoles atrapados en el Gulag? ¿Cómo
y por qué fueron a combatir el comunismo miles de soldados españoles, en pleno
franquismo?
En definitiva, este ensayo explora entusiasmos y crueles decepciones de una
larga lista de viajeros donde no faltan Juan Valera, Manuel Chaves Nogales, Josep
Pla, Fernando de los Ríos, Andreu Nin, Joaquín
Maurín, Álvarez del Vayo, Rovira i Virgili, Rafael Alberti, Pasionaria, Enrique Líster, Dionisio Ridruejo, Manuel Vázquez Montalbán o
Montserrat Roig.
Andreu
Navarra (1981) es
escritor e historiador. Doctor en Filología Hispánica (2010), ha sido
investigador contratado en la Universidad de Barcelona y la Universidad
Autónoma de Barcelona.
Ha publicado El ateísmo. La aventura de pensar libremente en España (Cátedra,
2016), El regeneracionismo. La continuidad reformista (Cátedra, 2015), 1914.
Aliadófilos y germanófilos en la cultura española (Cátedra, 2014), El
anticlericalismo. ¿Una singularidad de la cultura española? (Cátedra, 2013), La
región sospechosa. La dialéctica hispanocatalana
entre 1875 y 1939 (Universidad Autónoma de Barcelona, 2012), las ediciones de
Les corrents ideològiques
de la Renaixença catalana (Urgoiti,
2014) y Los últimos días de la Cataluña republicana (Base, 2016) de Antoni
Rovira i Virgili y El literato y otras novelas cortas
(Renacimiento, 2013) de José María Salaverría.
Combina la investigación histórica con la creación literaria.
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