La
Librería de El Sueño Igualitario
Fórcola, una editorial afincada en una
calle, (para nosotros desconocida) de Madrid nos brinda un magnífico libro
sobre la obra, los artículos periodísticos y el arte de escribir en prensa del carismático y polifacético periodista
gallego, luego afincado en Madrid, Julio Camba ( en realidad el libro versa más
sobre su paso por sus diferentes destinos como corresponsal, de ahí el título
del mismo, Crónicas de Viaje)y lo hace valiéndose de la persona que más domina
y conoce, gracias a su estudio concienzudo, a éste escritor, corresponsal y
periodista….se trata de Francisco Fuster.
Tenemos
entre manos un libro exquisito desde el continente, de muy buen gusto cómo se
ha tratado la portada, el color de las primeras páginas, las solapas, las
ilustraciones, todas las tipografías, las fotos (nunca nos cansaremos de
recordar del poder que tiene la fotografía en todo esto del mundo editorial),el
montaje interno y la maquetación… porque en este libro que saca a la luz la antología del gran periodista Julio Camba,
todo suma y nada resta porque es un libro muy, muy significativo y de calidad ;
luego está el continente, aquello que
cuenta, de aún más peso que el continente(como suele ser en
los grandes libros) y lo es porque Javier Fórcola, el
editor vocacional se fijó en Francisco Fuster que ya , desde la introducción,
nos acerca a un Julio Camba muy, muy bueno y lo dibuja en más de una dimensión:
como escritor, corresponsal, periodista, pero, veremos como con la lectura de
esta antología( desde sus viajes y destinos como cronista y corresponsal) , el
propio Camba se va dibujando a él mismo…quizás en aquel momento ni él se daba
cuenta, pero nosotros lo vemos, lo notamos en la lectura.
Julio Camba
con su pajarita, con su retiro, triste y solitario, en un hotel (eso sí, el Palace) de Madrid, esperando a la muerte y habiendo vivido
todo lo que vivió: relatando guerras, miserias, situaciones de todo tipo y
escribiendo y escribiendo para, como decíamos, casi sin querer, dibujarse a sí
mismo.
Para colmo
de nuestro gozo, le realiza el prólogo a este libro de Fórcola
Ediciones, Antonio Muñoz Molina….creo que más que aconsejarlo, casi hay que
pedir que os acerquéis: sí o sí y varias veces para poder saciarse de la pluma,
excelente y exquisita, del presente Premio Cervantes.
Les
presentamos, aquí, en este artículo por si no lo conocen, también, a su editor
Javier Fórcola que responde a nuestra entrevista-tipo
con él, seguro que os gusta aproximarse a él y a su proyecto editorial que creo
va muy bien encaminado. Cabe, pues, apostar por este sello que siempre apuesta
por la calidad…así que a fijarse en las librerías cuando vean la firma de esta
editorial.
Aunque,
podréis leer una entrevista con el editor, ya os adelantamos que Fórcola es especialista en Julio Camba, así tiene, también,
entre sus estanterías JULIO CAMBA, CARICATUIRAS Y RETRATOS. También deciros que
su relación con sus escritores, colaboradores y demás es muy particular, pagadiza( en el buen sentido de la palabra) y de lealtad,
así Francisco Fuster( el encargado de la edición de este libro) no es la
primera vez que ha colaborado con Fórcola, ya que se
acercaron, también, a la figura del “gran Azorín” con el libro, de Fórcola, ¿QUÉ ES LA HISTORIA? , ANTOLOGÍA DE ARTÍCULOS DE
AZORÍN. Está claro que estamos ante un tándem, el de Fuster con Fórcola que nos gustaría seguir muy, muy de cerca porque
promete más frutos…la verdad es que ya los deseamos
Como siempre
para conocer mejor a nuestros personajes, los que van pasando por el Cazarabet
conversa con…, nos acercamos a google y escribimos su
nombre: esta vez en primer lugar no nos sale la wikipedia,
nos sale algo mejor, una web muy, muy buena que nos ha encantado y en la que el
propio Camba, entre otras cosas, se nos presenta. Os dejamos con él: http://www.juliocamba.com/camba/
Bueno, y
después está la tradicional, casi como en procesión, visita a : http://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Camba
Cazarabet
conversa con el editor del libro Francisco Fuster
-Francisco,
aunque ya fueses una persona "especializada y especialista" en este
emblemático periodista de primeros del pasado siglo. ¿Cómo ha sido el
acercarte, de nuevo, a él para Fórcola?
-Aunque mis otras antologías de artículos de Julio Camba hayan salido
publicadas antes, en realidad, "Crónicas de viaje" fue la primera en
la que empecé a trabajar. Es un libro que tiene detrás mucho trabajo (dos años)
de búsqueda de inéditos en la hemeroteca, lectura, selección, edición, etc. Más
que acercarme a Camba, lo que he hecho para este libro es sumergirme en él y
leer todas sus crónicas como corresponsal para poder ofrecer al lector una
antología en la que este pueda encontrar lo mejor.
-En los últimos tiempos me he tenido que
acercar a ciertos periodistas de aquella época, aunque más joven, lo he hecho
también con Chaves Nogales (sabrás de sobra las innumerables publicaciones que
se han producido últimamente acercándose a la figura de este periodista, corresponsal,
cronista y escritor. Me pregunto, primero que nada, por qué con la calidad que
había en aquellos tiempos, por poner solo dos ejemplos de plumas poderosas en
prensa y más allá de ella. ¿Por qué, hoy por hoy, esto parece como ser más
volátil ( es como si no tuviésemos en cuento el valor de aquellas plumas)?
-Como he explicado en varias entrevistas y en los prólogos e
introducciones a mis ediciones de Camba, en España hubo una época en la que los
periodistas no eran escritores "de periódicos", sino escritores
"en periódicos", como explicaba César González-Ruano en sus memorias.
Eran autores con una vocación literaria y de estilo que, por circunstancias, se
veían obligados a escribir en la prensa. Hoy en día la mayoría de periodistas
son informadores que se limitan a eso: a trasladarnos información. Existe, por
supuesto, el columnismo de opinión, pero son muy
pocos los autores que escriban lo suficientemente bien como para poder ser
comparados a los grandes del periodismo español de la primera mitad del siglo
XX. Como decía Josep Pla, cuando un artículo del periódico es bueno se puede
publicar después en formato libro. Si no pasa esa prueba (y hoy en día hay
pocos periodistas que puedan publicar libros con sus artículos), es que la
columna no está bien escrita o está escrita solo para el momento, para la
coyuntura concreta.
-En la solapilla interior de este libro de Fórcola se presenta
a Camba como: escritor, corresponsal y periodista. No aparece la palabra
cronista ¿Por qué, la dejáis como sobreentendida, creéis que no hay
diferenciación con lo que ya ofrece Camba?
-Si, se sobreentiende por el título del libro
que, al escribir crónicas, Camba era un cronista. La crónica, como explico en
mi estudio introductorio, es un género híbrido a medio camino entre lo objetivo
y lo subjetivo, entre la información y la opinión. Es un género que ya existía
antes de Camba, pero que él perfeccionó y supo hacer suyo, dándole un estilo y
una forma propias.
- Ya de muy joven Julio Camba se muestra como
una persona contestataria, inconformista y que busca su propio camino: el
ejemplo evidente es que se marcha de casa a los 13 años hacia Argentina donde
se acerca a la idea anarquista..Cuéntanos hasta qué punto influye en una
persona, más en concreto él, ese
carácter tan particular y cómo se traduce, después, en sus escritos y en cómo
los escribe..
-La etapa anarquista de Camba no es muy conocida para el gran público,
pero en los próximos meses se va a publicar un libro en el que podremos leer
textos de ese período de formación de Camba. En el caso de "Crónicas de
viaje", son textos de una época posterior en la que el autor ya ha dejado
atrás su anarquismo de juventud y ahora se nos muestra mucho más moderado desde
el punto de vista político e ideológico.
-¿Es el ejemplo, de hombre hecho a sí mismo
que se consagró, desde muy joven a un oficio, un trabajo y que siguió en él
hasta que "su cuerpo, mente" y "ganas" quisieron.?
-Sí. Camba fue un periodista autodidacta que aprendió el oficio
ejerciéndolo. Para quienes quieran saber más sobre la relación de Camba con el
periodismo, recomiendo la antología "Maneras de ser periodista"
(Libros del K.O., 2013), que yo mismo he editado y prologado.
-Háblanos
Francisco, de su tiempo como corresponsal, desde el punto de partida en la "exótica"
Constantinopla. ¿Cómo influyó esta experiencia de Julio Camba para ir más allá
en la prensa de calle, como columnista, desde la redacción en sus posteriores
destinos (me refiero a los que fue tomando después de cómo corresponsal)?
-Como explico en la introducción de mi libro, Camba jamás pensó en ser
corresponsal. Le surgió la oportunidad y la aceptó pensando que iba a ser algo
provisional. La primera experiencia en Constantinopla no le gustó
especialmente, pero luego descubrió que siendo corresponsal podía visitar las
grandes capitales europeas en un momento en que estas ciudades estaban en pleno
crecimiento y desarrollo.
- ¿Cómo es
la evolución del Julio Camba escritor?
-Empezó con textos de tono más social y político, cuando escribía en la
prensa anarquista y progresista, y poco a poco fue abandonando esa faceta para
centrarse más en la vida cotidiana y en las costumbres de los pueblos. Era un
analista de las cosas pequeñas del día a día, como explico en mi introducción,
y ese objeto demandaba un estilo ágil y fresco, alejado de la retórica. Cuando
supo encontrar su propio estilo no solo no lo abandonó, sino que lo cultivó
hasta dominarlo a la perfección.
- El libro
narra la vida , como corresponsal, de Julio Camba desde su primer destino en
Turquía, más en concreto en Constantinopla para cubrir las elecciones hasta las
posteriores comparecencias en lugares con mucho "más nombre y empaque
" como : París, Londres, su paso por diferentes lugares de Italia( Milán,
Roma, Nápoles, Florencia), Ginebra, Berlín, Nueva York. ¿Dónde crees,
explícanos, que Julio se sintió más como en casa y de dónde él aprende más?
-Lo digo en la introducción del libro. El sitio al que mejor se adaptó
fue, sin duda alguna, París. También le gustaron las ciudades italianas y
algunas cosas de Nueva York o Ginebra. Donde más dificultades de adaptación
tuvo fue en Londres y Berlín.
-Sus
crónicas, aunque con denominadores siempre comunes, son diferentes de unos lugares
a otros: Como "especialista" en él y en sus escritos, Francisco,
¿dónde encuentra, crees, Julio Camba, la excelencia en la pluma y en la
expresión de entre este rico abanico de destinos?
-Desde el punto de vista de la calidad literaria, me gustan especialmente
las crónicas que escribe sobre Nueva York y algunas de las ambientadas en
Londres y en París. Luego también habría que destacar las ambientadas en Madrid
porque son muy poco conocidas y porque, sin embargo, nos descubren a un Camba
distinto; un Camba que no es corresponsal, sino que es juez y parte porque
habla de la ciudad como un vecino más y, a la vez, con esa distancia del
escritor que llega a la capital desde un pequeño pueblo de Galicia, con el
consiguiente choque de mentalidades.
-¿Cómo fue
el regreso de Camba a España, después de tantos destinos?, ¿Cómo se encontró?,
¿Cómo encontró a España?
-Camba iba y venía continuamente y, cada vez que volvía de un viaje
europeo, se quejaba de que en España no cambiaba nada y todo estaba siempre igual.
Para un cosmopolita como él, que había visto tantas cosas, Madrid era una
ciudad sin apenas alicientes. Aunque la echaba de menos cuando estaba mucho
tiempo fuera y se acordaba continuamente de España, no era – ni mucho menos –
un escritor apegado a su patria.
-Francisco,
vemos que también has colaborado, ya, con Fórcola con
otro libro con Azorín y con sus artículos en prensa..algo que ayuda a escribir no pocos pasajes de nuestra
historia. Háblanos de esta experiencia Azorín versus Fórcola.
-La experiencia con las dos antologías de artículos de Azorín que he
editado para Fórcola ha sido excelente. Azorín es un
clásico de nuestras letras, pero es a la vez un escritor modernísimo, actual.
Al margen de sus novelas, su inmensa obra periodística esconde auténticos
tesoros que el público lector desconoce, pues se trata en la mayoría de casos
de artículos que aparecieron en los diarios y que jamás han sido publicados en
formato libro. Fórcola publicó en 2012 una antología
de textos de Azorín sobre la historia que tuvo una excelente acogida porque
mostraba a un Azorín muy distinto al que conocemos: a un escritor que trataba
temas relacionados con la forma de escribir la historia que todavía hoy siguen
discutiéndose. En abril volvemos a la carga con un volumen titulado “Libros, buquinistas y bibliotecas” (edición e introducción de un
servidor; prólogo de Andrés Trapiello) que hará las delicias de los bibliófilos
y amantes de todo lo que envuelve al mundo del libro: las ediciones antiguas,
las librerías de viejo, etc.
Cazarabet
conversa con Javier Jiménez, de Fórcola Ediciones
-Javier,
¿cómo es que te lanzas a fundar y trabajar en una editorial pequeña como Fórcola? Por cierto, ¿por qué Fórcola?,
¿qué significa para ti Fórcola para haberle dado el
nombre a la editorial?
-Fórcola nace primero como un sueño, y luego
como una necesidad imperiosa. Tras un par de décadas dedicándome
profesionalmente al mundo del libro, primero en librerías y luego en diversos
puestos en editoriales, decidí dejar de trabajar para otros y crear mi propia
editorial. Recién cumplidos los 40 años, con mucha ilusión y grandes dosis de
coraje, constituí la empresa Fórcola Ediciones, que
tras mucho papeleo y unos comienzos muy duros, empezó su singladura a finales
de 2009, presentando sus dos primeros títulos en la Feria Internacional del
Libro de Guadalajara, estado de Jalisco, México. Cumplimos en 2014 nuestro
quinto año de viaje, y con mar gruesa y viento en contra hemos publicado esta
semana nuestro libro número 45, tenemos abiertas cuatro colecciones y algunos
de nuestros libros llevan ya varios miles de ejemplares vendidos.
No «trabajo» en una editorial, sino que «soy» la editorial que día a día
intento sacar a delante. De tal forma que, tras muchos años persiguiendo este
sueño, por fin vida y trabajo, vocación y profesión se funden en uno y dan
sentido a un día a día en mi vida, donde ya para muchos soy, simplemente,
Javier Fórcola. La fórcola
es la parte más rara y hermosa de la góndola veneciana, realizada en madera, en
la que el gondolero apoya el remo para maniobrar. Una auténtica fórcola se talla, de forma artesanal y de una sola pieza
sobre la curvatura natural del árbol, por eso no hay dos fórcolas
iguales. Una metáfora del mundo del libro, tal y como yo lo concibo, donde
oficio y arte se dan la mano para con-formar cada uno de nuestros títulos,
dotándoles de la singularidad, calidad y belleza que los hacen diferentes a
cualquier otro. Amamos los libros, y eso se nota.
-¿Con qué
medios partes para hacerlo, porque no debe ser nada fácil?
-Una experiencia de veinte años en el sector, mucho coraje, un equipo de
buenos profesionales que colaboran en el proyecto, y el convencimiento de que Fórcola puede aportar algo de interés y valor. Hemos
venido, no como ave de paso, sino para quedarnos y dejar huella. Eso requiere
mucho trabajo, mucho sacrificio (no sólo económico, sino personal), pero
ilusión no nos falta. Obviamente, solo con ilusión no se casa adelante una
empresa, de ahí que cada paso y tarea haya que profesionalizarlo al máximo, y rentabilizarlo:
un negocio del céntimo, no se crean.
-¿Cuál es
el equipo humano de Fórcola?
-Fundamentalmente, su editor, que hace las veces de hombre orquesta, y
coordinador de un nutrido grupo de colaboradores freelance: Silvano Gozzer (diseñador); Teresa Alba (producción); Susana Pulido
(corrección y maquetación); Gabriela Torregrosa (corrección); Alberto Vicente
(gestión de contenidos digitales); además de varios traductores. Y, por
supuesto, los autores, entregados forcolianos, sin
los cuales este proyecto no hubiese salido adelante.
-¿Desde
qué filosofía surge? O sea: ¿cuál es vuestra idiosincrasia, vuestra razón de
ser?
-Nuestra filosofía es muy clara, y no la hemos inventado nosotros. Ya
hubo un editor italiano, Giulio Einaudi, que se
pronunció meridianamente respecto al tipo de edición que le merecía la pena: la
«Edición sí», que no persigue satisfacer las presuntas necesidades
circunstanciales del público (propio de la «Edición no»), sino que propone un
proyecto editorial de calado, aspirando a un interés literario, histórico y
cultural más allá de unas modas u otras. Nuestras decisiones editoriales no
vienen pues marcadas por las tendencias del mercado, sino que son una propuesta
de largo alcance, de mirada larga. Nos guía y constituye, por tanto, la edición
entendida como oficio, no como industria o mercadeo, y con ello adquirimos un
compromiso con la excelencia, la cultura y la sociedad.
-¿Bajo qué
ilusiones salisteis a la calle?
-En nuestros comienzos, hubo muchos colegas que nos «aconsejaron» reiteradamente
que la clave del nuestro éxito radicaría en publicar «mierda» (sic), «porque se
vende rápido y bien». Mi experiencia, que me ha permitido ver el sector desde
varias perspectivas, me confirma que la realidad es otra para el tipo de
editorial que quiero construir día a día. Me he propuesto desde el principio
publicar buenos libros, y la «bondad» de esos libros que publico no viene
determinada por el número de ejemplares que finalmente vendan. Conocí hace años
a una prestigiosa editora alemana que se refería a los libros por el número de
ejemplares vendidos (por miles). Hablaba de los libros que había publicado como
si fueran valores bursátiles, empresas inmobiliarias o fichajes de futbol. Yo
la miraba a los ojos y no entendía nada, o sí: me dije entonces que no quería
ser un editor como ella. Claro que estoy encantado con que alguno de los libros
de Fórcola llevan miles de ejemplares vendidos, pero
lo estoy más porque esos libros sé que merecen la pena, más allá de
consideraciones contables o mercantiles. Algunos de los libros de los que estoy
más orgulloso de haber editado apenas han vendido unos cientos de ejemplares;
me apena, pero sé que en algún momento un lector avispado los encontrará y
quedará prendado de ellos; no ha sido el año en que los publicamos, quizá no
sea el siguiente año, pero en algún momento, esos libro encontrarán su lector
que descubrirá y disfrutará del valor que atesoran sus páginas.
-¿Con qué
perspectivas?
-En 2014, en que cumplimos nuestro quinto año, se han cubierto nuestras
perspectivas de sobra. Obviamente, deberíamos vender más para no ir con el agua
al cuello, y de eso tienen mucha culpa los gobernantes que estamos padeciendo
en los últimos años. El apoyo a la pequeña y mediana empresa en este país es
rotundamente falso, apenas un eslogan en campañas electorales. El pequeño
empresario español está agobiado, vive prácticamente con lo puesto, y va muy
apurado cada día con tal de ir pagando a proveedores y colaboradores. En
cambio, Fórcola ha crecido espectacularmente en visibilidad,
en prestigio y reconocimiento de sus lectores, de los críticos y los medios.
Los libreros nos siguen y recomiendan con entusiasmo nuestros libros, y no ha
habido libro de Fórcola que no haya captado la
atención y haya recogido parabienes y elogios, y eso es lo más importante:
reconocimiento de la labor hecha y prestigio para un catálogo que quiere
aportar lo mejor.
-Javier,
¿se miró en alguna otra editorial, Fórcola, a la hora
de recoger este testigo?
-Por supuesto, vivimos a hombros de gigantes, y son varios los modelos
en los que me he inspirado. Más que en el diseño o en el contenido del
catálogo, que son algo muy personal que cada editor va descubriendo y
construyendo poco a poco, ha habido editores en cuya filosofía me he inspirado.
De los que no conocí, pero he leído sus libros, podría citar a Carlos Barral y
Jaime Salinas. De los que he tenido el privilegio de conocer de cerca e incluso
trabajar codo con codo con ellos, no puedo dejar de citar a Jacobo Siruela. Y a editores a los que sigo y admiro, por
supuesto, están Jorge Herralde, Jaume Vallcorba o Valeria Bergalli.
-Cuéntanos,
Javier, ¿cómo ha sido -desde vuestra fundación- vuestro camino como editores y
cómo está siendo, en estos tiempos en que esto del libro y el oficio de ser
editor está siendo «harto difícil»?
-Editar en tiempos revueltos, podríamos decir. Nacimos al comienzo de la
crisis y hemos ido creciendo en lo peor de la tempestad. Eso curte. Uno aprende
a vivir de forma austera, y a editar buscando la excelencia. Los tiempos de
crisis nos ponen a prueba a todos: algunos sacan lo peor de ellos; nosotros
hemos decidido sacar lo mejor, dedicarnos en cuerpo y alma a lo mejor que
sabemos hacer: buenos libros, con entusiasmo. Y el entusiasmo es un arma muy
poderosa, y potente, porque es muy contagiosa. Muchos lectores, libreros y
bibliotecarios, están anhelantes de libros que les entusiasmen. No quieren
libros-clínex, de usar y tirar, sino libros con impronta, que les hagan pensar,
que les aporten algo. No creo que los editores seamos una especie en extinción,
es más, creo que ahora, en estos tiempos revueltos, los editores nunca hemos
sido tan necesarios.
-¿Qué
temáticas quiere y/o acaricia Fórcola?
-Nuestra vocación y empeño son los libros de ensayo, de no ficción, un
género plural y diverso, muy amplio, cuya trayectoria comienza por el ensayo
literario, y abarca el ensayo filosófico, las biografías, la narrativa de
viajes, la historia, el cine, el arte, la crítica literaria… Como ves, nuestros
intereses son amplios, y el proyecto ambicioso. Una vez, un librero de
Valladolid, al presentarme en su librería para darme a conocer, me comentó que
sí, que conocía Fórcola muy bien, y me rogaba que le
confirmarse si los editores éramos realmente cuatro personas. Creo que le
decepcioné al decirle que no, que tan sólo hay un editor a la cabeza de Fórcola. Entonces me dijo, «en tono de confianza», que me
iba a decir cuál era «nuestro defecto», el eclecticismo: «el problema de Fórcola es que es muy ecléctica, y no sabemos dónde colocar
sus libros». Existen librerías que colocan los libros por editoriales, y hay
otras que tienen unas secciones temáticas absolutamente impermeables. Nunca
llueve a gusto de todos.
-Desde el
compromiso, ¿se puede hacer buena literatura?
-La crítica es muy dada a clasificar y ordenar, a hacer listas de los
más vendidos, a proponer nuevos y viejos cánones. No creo en los cánones
universales unidireccionales y monolíticos, como sí creo en los cánones
personales, que la mayoría de las veces son intransferibles. Dicho esto, me
resisto a creer ciegamente en que haya una «buena literatura» frente a una
«mala literatura». Cuando me inicié en la lectura, pedí a mi padre que me
asesorase, y me respondió con un categórico: «lee a los clásicos, nunca decepcionan».
Pues, según y cómo. No hay dos lectores iguales. Dicho todo eso, no creo que
haya Literatura (con mayúscula) sin compromiso (con la belleza, con el lector,
con la palabra); el resto, serán papeles pintados cuya única ley es el mercado
y las ventas.
-¿Qué
tirada tenéis, más o menos, por cada título?
-Nuestras tiradas son de 1500 a 2000 ejemplares; nuestras reediciones de
1000 ejemplares.
-Ya
sabemos cómo los peces grandes se van comiendo a los chicos, y en esto del
mercado editorial y de los medios de comunicación, con los grandes grupos y
demás, es bestial… Aquí la prensa y los medios deberían, deberíamos, jugar un
papel más que importante. Dime, Javier, ¿cómo os trata la prensa?
-Desde el comienzo, y poco a poco, la prensa y los medios nos han
tratado muy bien. Ha sido, como todo en la vida, cuestión de tiempo y de
ganarse, a pulso, la confianza y el respeto. Creo que esto es básico y
fundamental: un editor «reciñen llegado» se da a conocer a los críticos, a los
periodistas, a los distintos medios, ofreciendo con toda la ilusión lo que
hace, su propuesta editorial, donde ha echado el resto, sangre, corazón y
lágrimas. Pero uno no convence a la primera, ni a la segunda. Con las
relaciones humanas pasa exactamente lo mismo: ganarse el respeto y el
reconocimiento no es la conquista de un día, sino fruto de mucho tiempo,
esfuerzo y dedicación. Mi lema: ofrecer algo de valor e interés; nunca engañar;
nunca inflar las cifras de venta; nunca «vender motos». Trabajo, trabajo,
trabajo; calidad y rigor; una línea, lo más recta posible, de la que uno no
debe apartarse. En definitiva, ser fiel a uno mismo y no defraudar. Fruto de
todo ello está siendo que la prensa ha sabido reconocer un trabajo, y estamos
muy agradecidos.
-¿Cómo
escogéis lo que vais editando? y ¿cómo os planteáis el tratamiento del
material?
-El catálogo de un editor independiente es una arquitectura cuyo diseño
es muy personal. Es un edificio que puede tener unos planos iniciales más o
menos claros y bien dibujados, pero cuyas distintas elevaciones, ampliaciones y
etapas de construcción responden al pálpito y al sentir diario de su editor. Es
la diferencia con la edición entendida como industria: una pequeña editorial
vive está gobernada por un cerebro y un corazón; la gran empresa editorial, en
cambio, está determinada por una caja registradora. Trabajamos, no con
materiales, sino con personas concretas: nuestros autores. Cada libro requiere
su tratamiento singular, no hay dos libros iguales.
-¿Cómo te
vas acercando a las obras que vas publicando: más bien como editor o más como
lector?
-Antes que nada, antes que editor, me considero lector. Eses es el punto
de vista principal desde el que me puedo llegar a plantear la edición de un
libro.
-¿Cómo los
vas descubriendo, tanto a los escritos como a algunas pluma (sobre todo a las
que no son para nada conocidas o de primera plana) ¿Y después, cómo haces la
selección?
-Muchos de los títulos del catálogo de Fórcola,
son fruto de una investigación previa: mía o de alguno de mis colaboradores.
Cada libro es a su vez fruto del trabajo de muchos meses. Un catálogo, para un
pequeño editor, no es fruto de la improvisación. A veces es la editorial la que
es descubierta por el autor; otras veces es el editor el que descubre al autor.
No hay patrones fijos. Eso sí; rechazo muchos manuscritos semanales, muchos. Y
no sé porque´, pero la gente se empeña en enviarme novelas. Aprovecho la
ocasión: no editamos novelas, ni cuentos, ni libros infantiles.
-¿Qué es
lo que te motiva de ellos, me refiero tanto de los escritos como de los
escritores, porque, a veces te puede motivar más un escritor, por lo que sea,
que un escrito o al revés? En todo caso: ¿qué prima la pluma o el escrito o de
qué depende?
-Eso es tan complicado de contestar como lo de qué fue antes, el huevo o
la gallina. Siempre fue antes el hambre, es decir, el comienzo de todo
conocimiento (ya lo dijo Aristóteles), está en la curiosidad, y seré un eterno
curioso.
-¿Qué te
motivó, en el caso que nos ocupa hoy? ¿Cómo ha sido trabajar con Francisco Fuster
para acercarte a Julio Camba?
-Conozco a Francisco Fuster hace ya tres años, con ocasión de la
publicación de una antología de artículos de Azorín en torno a la Historia, que
publicamos en 2012 con el título ¿Qué es
la Historia? A partir de ahí, surgió el nombre de Julio Camba, un autor al
que leí hace muchos años y cuyos libros he ido atesorando en mi biblioteca
personal. Investigador riguroso e incansable, profesional austero y pulcro,
Fuster es un intelectual entusiasta y entregado, que ama los libros y con el
que da gusto trabajar mano a mano. De nuestra común pasión por Julio Camba,
surgieron estas dos antologías creadas ex
novo y expresamente para Fórcola:
Caricaturas y retratos (2013) y el
reciente Crónicas de viaje (2014). De
Camba se han ido reeditando en los últimos meses algunos de sus libros ya
editados por otras editoriales en los años 30, 40 y 50: Alemania, Londres, La ciudad automática… Nuestro común
empeño, de Fuster y de Fórcola, era aportar algo
«nuevo» que suscitase definitivamente un interés renovado por la figura del
genial cronista de origen gallego. Así surgió la idea de estas Crónicas de viaje, que aportan un Camba
«deconstruido», donde se dan cita en sus páginas
algunas crónicas ya conocidas junto con otras inéditas en forma de libro y
olvidadas en archivos y bibliotecas tanto nacionales como extranjeras. Una
colaboración con Fuster que está dando sus frutos y los seguirá dando: En
preparación está una nueva antología inédita de artículos de Azorín titulada Libros, buquinistas
y bibliotecas. Crónicas de un transeúnte. Madrid-París, que verá la luz el
próximo mes de abril.
-¿A quién
van destinados, los libros de Fórcola?
-A un lector curioso, que lejos de lugares comunes, se deja sorprender
por propuestas distintas. Fórcola propone, «otros
libros». De momento, quienes los han leído, nos consta, están encantados.
Misión cumplida: hemos hecho felices, ya, a miles de lectores.
16084
Crónicas de viaje.
Impresiones de un corresponsal español. Julio Camba Andreu. Edición de Francisco Fuster. Prólogo de
Antonio Muñoz Molina
368 páginas 13 x 21 cms.
23,50 euros
Fórcola
Si por algo es conocido Julio
Camba es justamente por su faceta de cronista viajero, por haber descollado en
un género cultivado por escritores de la talla de Azorín, Josep Pla, César
González-Ruano, Rubén Darío o Enrique Gómez Carrillo. Como pone de manifiesto
esta antología –creada ex novo por Francisco Fuster
bajo el título de Crónicas de viaje–, Camba no ejerció nunca como el turista
que visita los lugares de interés recomendados por las guías.
Su ideal fue el del flâneur ocioso. Su filosofía,
«escéptica y peripatética», la del hombre-sándwich: el que «no hace nada», el
que solo «anda, callejea, curiosea, huele…». Camba fue un español que recorrió
el mundo en un viaje interior al centro de su propia persona, trabajando
durante más de dos décadas como enviado especial de los principales periódicos
españoles de la época: El Mundo, La Correspondencia de España, La Tribuna, ABC
o El Sol.
Esta antología ofrece al lector las ciento cincuenta mejores crónicas
publicadas por el periodista gallego, incluyendo varias decenas de ellas
–rescatadas de la hemeroteca– que permanecían inéditas en formato libro y se
publican ahora por primera vez, agrupadas en una serie de capítulos que giran
en torno a las distintas ciudades en las que Camba trabajó como corresponsal de
prensa.
«Leer un artículo de Julio Camba tiene un efecto inmediato: le lleva a uno a
leer otro artículo de Julio Camba. Escribió algunos centenares que uno nunca,
nunca se cansa de leer, como no se cansa de escuchar las mejores canciones y de
encontrar cada vez en ellas algún nuevo matiz.»
Antonio Muñoz Molina, del Prólogo
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