Cazarabet conversa con... Francisco
Javier Aguirre, autor de “Quince años en la cárcel” (Muñoz Moya)
Francisco Javier
Aguirre vuelve a colaborar con la editorial Muñoz Moya.
No es una novela,
tampoco es ensayo analítico y sesudo…es muy, muy diferente es como si , en este
caso, este prolífico escritor y divulgador que, desde hace unos años, es muy
prolífico hubiese pinchado con una aguja más allá del hueso y hasta de la
médula de su propia trayectoria para contarnos esos quince años suyos
vinculados a las instituciones penitenciarias como “enlace” entre los libros,
las bibliotecas que debían ser una parte
más de la supuesta reinserción, principio y objetivo principal al que deberían
obedecer la presencia de las prisiones.
La sinopsis sobre
este otro libro de Aguirre: es el título ambiguo de un libro que puede
interpretarse de varias maneras: las memorias de alguien que ha estado entre
rejas tres lustros, cumpliendo condena, o el relato de una persona que durante
ese mismo tiempo ha acudido regularmente a uno o varios centros penitenciarios
para aportar sus conocimientos o colaborar en los programas de reinserción que
allí se realizan.
Esta segunda
posibilidad es la que se plasma en el libro. El autor lleva ese tiempo
acudiendo a las cárceles de Daroca, Teruel y Zuera, primero para desarrollar un
convenio establecido entre el Ministerio de Interior y el Gobierno de Aragón
para potenciar la cultura a través de las bibliotecas.
Cumplido el
primer propósito, una vez actualizadas y modernizadas las mismas, inició una
serie de acciones consistentes en la organización de clubes de lectura,
talleres de escritura literaria, recitales poéticos, sesiones musicales de
diferentes géneros, talleres de teatro, creación de una Editorial cartonera...
hasta constituir un entramado de actividades en los que se fueron implicando
escritores, poetas, catedráticos, artistas, cantautores, músicos y
representantes de todo el espectro cultural que ofrece la sociedad moderna.
Todo ello
compatible con el resto de las actividades organizadas por las propias cárceles
o por otras entidades y ONG’s que atienden también a
la población reclusa en muchos aspectos. La principal, en cuanto a la
colaboración del autor, ha sido la Cruz Roja, al finalizar su programa oficial
del Gobierno de Aragón.
Francisco Javier
Aguirre se inscribió como voluntario en dicha entidad, incorporándose a su
larga trayectoria en las cárceles de Zuera y Daroca, a partir de 2013 hasta el
presente.
De hecho, ha
promovido varias actuaciones en la última semana del actual mes de septiembre
en el marco de la fiesta de la Merced, patrona de las cárceles.
El libro está
prologado por Mercedes Gallizo, quien durante dos legislaturas fue la
responsable del mundo penitenciario en el Ministerio del Interior, y cuenta con
textos aportados por funcionarios de prisiones, escritores, docentes,
especialistas en diversas disciplinas, músicos, artistas, periodistas, gestores
de entidades solidarias, como Musethica, y hasta el testimonio
de tres internos, ya en libertad.
Francisco Javier
Aguirre: (Logroño, La Rioja, 1945) ha trabajado siempre en el mundo del libro:
bibliotecario del Estado, editor, prologuista, crítico literario, columnista,
bibliógrafo, traductor, transcriptor, escritor... En esta última faceta ha
consolidado una obra abundante y de amplio espectro, que supera el medio
centenar de títulos. Prescindiendo de modas, tendencias y estereotipos, su
producción es de carácter muy personal. Cultiva el costumbrismo en Los
duendes del Matarraña (1991), El hombre-pez y otras magias (2000), Noches
del Matarraña (2004), Los peregrinos de Valdejalón
(2005) o Tierra de silencios (2021); el realismo trágico en Tirana
Memoria (2006), La dama del Matarraña (2009), Desertores de Dios
(2012) o El último infierno de Juan ll (2018); el simbolismo surrealista
o cómico en El Avispero (1977), La última cena (1992), Tiempo
de delirio (1993) o El Látigo del Diablo (2004); el erotismo en Cupido
en el Matarraña (2014) y en Musgo caliente, criaturas de Venus
(2015); la biografía novelada en Florentino Ballesteros, un corazón en la
arena (2004), habiendo impulsado también la colección 'Trípode', en la que
participaron narradores, artistas plásticos y poetas. Su última novela, En
busca del Lobo, ha aparecido en esta misma editorial. Tres de sus libros
enmarcados en la comarca turolense del Matarraña/Matarranya
han sido traducidos al catalán. Ha participado en una treintena de
publicaciones colectivas con relatos de temática diversa, algunos de ellos
premiados o finalistas en concursos literarios. Ha colaborado en numerosas
revistas y publicaciones periódicas. Actualmente lo hace en 'Heraldo de Aragón'
y 'Aragón Digital'.
Este escritor ya
ha estado con nosotros:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas2/nagoragorana.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/enbuscadellobo.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/laespanaquefuimos.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/tierradesilencios.htm
Cazarabet
conversa con Francisco Javier Aguirre:
-Francisco Javier, explícanos el por qué
te ves en la necesidad, porque creo que es lo que necesitabas desde dentro, de
escribir este libro…
-Escribir el
libro QUINCE AÑOS EN LA CÁRCEL se me plantea como una necesidad personal para
conseguir un beneficio social. Se trata de difundir algo que mucha gente
ignora: que las cárceles sirven para que las personas que han cometido algún
delito o han tenido mala suerte en la vida puedan reflexionar sobre ellas
mismas, compartir su situación con los demás y recibir una ayuda especializada,
tanto por parte de los funcionarios de prisiones como por quienes hemos
colaborado con ellos para beneficiar a los internos que han valorado la
posibilidad de cambiar de criterios, y finalmente de vida, una vez cumplida la
condena impuesta.
-¿Cómo y de qué manera te planteas el libro?;
¿qué querías contar sí o sí; cómo lo querías contar?
-Como quiera que
mi trabajo en las cárceles lo enfoqué desde el principio de manera
participativa, es decir contando con los conocimientos y la sensibilidad de
otras personas del exterior, me he preocupado de que un centenar de expertos de
mi entorno cultural, se trate de narradores, rapsodas, actores, poetas,
músicos, cantantes, artistas o historiadores participen en esta tarea. A varios
de ellos les he pedido que escribieran un breve texto para contar sus propias
experiencias, de forma que el libro ha resultado ser más bien una expresión
colectiva que una mera autobiografía parcial de mi participación en el objetivo
básico de un centro penitenciario: la reinserción de los internos
-¿Por qué pasas, amigo, de trabajar
en la Biblioteca Nacional a Bibliotecas vinculadas a Instituciones
Penitenciarias de la comunidad de Aragón?; por cierto, ¿cómo fue el viaje de
transición?
-Habitualmente la
carrera de un funcionario es ir ascendiendo en puestos de mayor responsabilidad
y de mayor valoración social. Cuando comencé mi trabajo bibliotecario en 1966,
lo desempeñé durante un primer periodo en la Biblioteca Nacional de Madrid, que
sería el objetivo máximo de alguien vinculado a esa profesión. De allí pasé a
la Biblioteca de la Universidad Complutense, porque encontré la posibilidad de
compaginar mis tareas laborales con la asistencia a las clases de la carrera de
Filosofía y Letras que hube de hacer por mi cuenta, dado que mi familia no
podía costeármela. Tras una etapa de excedencia funcionarial, trabajando en la
empresa Espasa-Calpe (mi trabajo siempre ha estado vinculado a los libros),
llegué a la conclusión de que debía irme de Madrid. Quería vivir en un sitio
más tranquilo por razones tanto personales como familiares, de manera que elegí
Teruel con el propósito de permanecer allí indefinidamente. Al cabo de diez
años crecieron mis hijas, y dada la imposibilidad de que cursaran allí los
estudios superiores a que aspiraban (Derecho y Medicina) pedí traslado a
Zaragoza, ocupando un puesto en la DGA. De allí pasé a la Biblioteca de Aragón
(cuya dirección hubiera podido ostentar tiempo atrás), a desempeñar el papel de
asesor técnico de las bibliotecas municipales, hasta que llegó la propuesta de
ocuparme de modernizar y ampliar las bibliotecas de los Centros Penitenciarios.
Cumplido ese objetivo y viendo las posibilidades de desarrollo intelectual,
emocional y humano que había dentro de las cárceles, opté por quedarme allí
hasta que llegó la jubilación forzosa en 2013. En ese momento, me inscribí como
voluntario en el programa de población reclusa de Cruz Roja, entidad con la que
ya había colaborado desde mi trabajo como funcionario, y ahí sigo.
-Me da que en ese paso tuyo hay cierto
compromiso…el creer que los que forman parte de la comunidad internada, por sus
delitos, merecen que, en los libros, como en otras actividades, encuentren sus
instrumentos para hacer de ellos una palanca y salir así del bucle en el que se
convertía la vida de mucha gente que entra y sale de la cárcel, entrando en un
modo de vida que no sé si calificar “de vida” propiamente dicho…
-Lo has explicado
perfectamente. El objetivo de mi colaboración con los funcionarios que
coordinan el desarrollo cultural dentro de las cárceles ha sido conseguir que
los internos encuentren esa pequeña vía de redención que significa salir del
bucle que citas. Tengo en la mente casos y nombres concretos, que son para mí
un triunfo colectivo en ese propósito.
-¿Eres de los que piensa que en los libros está
parte de la salvación de la sociedad con sus diferentes problemas y “lagunas” y
que los presos no dejan de formar parte de ellos…?
-Abundan los
libros pasatiempo, los libros de evasión, que pueden proporcionar un descanso
mental a los lectores, pero también existen otros libros más consistentes,
dentro y fuera de la narrativa, que inducen a la reflexión y al cambio de
actitud en la vida. Aquí podría extenderme sobre el valor de la poesía y de los
poemarios que la contienen a la hora de desarrollar la sensibilidad y centrar
la emocionalidad de muchos internos, a los que ha vapuleado la vida
deteriorando o desenfocando su sensibilidad.
-¿Qué de gratificante encontraste y creo que
todavía atesoras en ti, en tu trayectoria y labor dentro de las prisiones, por
quince años?
-Ha sido
extraordinariamente gratificante encontrar la respuesta de bastantes internos
manifestada unas veces en palabras, dichas o escritas, y otras en simples
miradas. He visto cambiar de actitud, tras una continuada comunicación con algunos
de ellos, y eso no tiene precio para mí, puesto que el cambio no ha partido de
una coacción externa sino de una movilización interna que tanto yo como quienes
han participado en este proyecto han conseguido despertar en su interior.
-¿Qué fue lo más gratificante y ya que estamos,
qué fue aquello que te resultó menos gratificante de este trabajo?
-Podría contar
anécdotas referidas a casos particulares, pero en el libro incluyo un párrafo
que título ‘El momento más difícil’ y se refiere al esfuerzo que tuve que hacer
para que un interno, para mí ejemplar por muchos conceptos, no advirtiera
cambios en mi trato con él a partir del momento en que, sin yo buscarlo, me
enteré del delito nefando que le había llevado a sufrir la condena más larga
que permite la ley.
-¿Qué libros eran, amigo Javier, en tu
época a los que más se acercaban los presos y las presas?, vamos que eran los
más demandados…
-La respuesta es
rápida, sencilla y contundente. El libro que más se consulta en las cárceles es
el Código Penal.
-Paralelamente
debía de haber libros demandados para formarse o sacarse estudios en los que se
habían quedado rezagados, ¿no?
-El tema de la
enseñanza reglada lo han desarrollado maestros y profesores del Ministerio de
Educación y de la Consejería correspondiente del gobierno autónomo. En algunas
ocasiones se ha contado con la colaboración de los docentes para que pudieran
sumarse a actividades de interés general, pero mi tarea no ha tenido que ver
con la enseñanza reglada dentro de las prisiones.
-Supongo
que este trabajo, como el de la Biblioteca Nacional y otros te han hecho
reflexionar y ya sabemos cómo suele hacerlo una persona a la que le gusta la
pluma, pero me da que, por las connotaciones que este tiene, la reflexión es
aún mayor, ¿no?
-Confieso que
tengo una clara y declarada afición a la escritura, tanto la que nace de la
experiencia personal como la que procede de la reflexión. En la mayor parte de
los casos, la que pertenece a la narrativa la he desarrollado de manera
autónoma, sin seguir modas ni caminos trillados. La escritura que procede de la
reflexión la suelo plasmar en artículos de opinión que a lo largo de cuarenta
años han ido apareciendo en diferentes periódicos y revistas.
-¿Qué te supusieron, en resumen, desde lo
meramente profesional, estos quince años de trabajo vinculados a la cárcel?
-Los quince años
en la cárcel forman parte de una etapa muy singular de mi trayectoria
profesional. Analizando los casi sesenta transcurridos desde que comencé a
trabajar como maestro de escuela en Barcelona (septiembre de 1964), creo que es
la etapa en la que me he sentido más satisfecho de la proyección humana de mi
tarea.
-¿Y qué te aportaron y recuerdas que dejaron en
ti como ser humano?
-Reconozco que la
que llamo ‘experiencia carcelaria’ me ha supuesto un conocimiento más profundo
del ser humano, al tratar con mucha gente desvalida, no tanto física como
emocionalmente.
-Debiste
de atesorar no pocas anécdotas, ¿no?
-Efectivamente, pudiera
escribir otro libro de parecidas dimensiones contando casos y anécdotas, la
mayor parte de contenido agradable, que han tenido lugar durante este tiempo.
Visto el asunto en retrospectiva, hubiera podido llevar un Diario para ir
anotando las circunstancias de cada encuentro o sesión con los grupos de
internos, cosa que no hice. No planeaba escribir sobre ello. La idea del libro
actual surgió hace poco más de un año.
-Hay
un valor testimonial en este libro muy fuerte, ¿no?
-Sí que lo hay,
aunque como ya he comentado en otras ocasiones, el ejercicio más fuerte desde
el punto de vista testimonial fue el escuchar la historia de uno de los
internos que se confió a mí. De sus confidencias nació lo que le denomino una
‘novela testimonial’, puesto que incorporé algunos elementos deducidos de sus
informaciones para dar mayor unidad al relato. Para sorpresa mía, tras
publicarlo hace cinco años, me encuentro ahora en la tesitura de continuarlo al
haber recibido las confidencias de una mujer que en el libro ya publicado
figura como antagonista (el protagonista es el interno que me confía sus
avatares sentimentales), una mujer que ahora se convierte en protagonista
puesto que me da a conocer en detalle la historia completa del suceso que llevó
a Juan V. a la cárcel, historia de la que yo no tenía conocimiento porque él
tampoco llegó a saber todos los detalles. Sigo entonces en lo que señalas como
valor testimonial de la escritura.
-Y
cuando hay testimonios, cuando estabas tú de testimonio y autor directo e
indirecto, podemos predecir que es un libro escrito desde dentro con pasión,
¿es así?
-La diferencia
que hay entre QUINCE AÑOS EN LA CÁRCEL y el libro que ahora preparo con las
mencionadas confidencias de esta mujer causante de la tragedia de Juan V., es
que en el primer caso el texto es en buena parte autobiográfico, pero en el
segundo no, porque me limito a hacer de cronista de algo que ocurrió en el
entorno carcelario, algo que yo ignoraba.
-Los
libros de las bibliotecas de los centros penitenciarios de Aragón, ¿desde dónde
vienen; cómo aterrizan en las estanterías?, me refiero a si hay donaciones de
particulares, de editoriales y demás…
-Las bibliotecas
de las cárceles se han ido enriqueciendo con aportaciones varias, aunque como
ocurre en otras muchas instalaciones de este tipo al alcance del público, cada
vez queda menos espacio para nuevas incorporaciones. Hubo un primer momento en
que yo mismo recogía donaciones de particulares e instituciones, que pronto fue
preciso limitar por la mencionada carencia de espacio. Dado el carácter que
tienen las bibliotecas de los Centros Penitenciarios, procede el expurgo
periódico de libros de poco uso, para dar cabida a nuevas incorporaciones de
mayor actualidad, aunque siempre es un problema, porque cada libro tiene su
razón de ser y su tesoro escondido.
-Amigo,
estás muy prolífico en los últimos tiempos, coméntanos, ¿en qué estás metido
ahora?
-Además del
que podemos llamar ‘segundo acto’ de la tragedia de Juan V., que ya está en
manos de una editorial, tengo otros dos trabajos narrativos finalizados. Pero
es tal la avalancha de nuevos libros, que los editores no dan abasto y en las
librerías no caben. Por ponerte un ejemplo relevante, al próximo Premio Planeta
que se fallará dentro de unos días, este mes de octubre, se han presentado
aproximadamente 1.200 novelas aspirantes al galardón.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)