Cazarabet conversa con... José
Giménez Corbatón, autor de “El silencio del corazón” (Prames)
José Giménez Corbatón
escribe en Prames otra de esas narratives tan suyas que solamente las puede
“parir” él.
Una novela sobre
un tránsito de vida que abarca treinta años poniéndose en la piel de una
profesora desde uno de sus “rincones” más íntimos, su diario...donde se refleja
todo desde lo que, como un vestido, le cae como una piel, hasta lo que le cae
como haciéndose harapos de ello.
La novela, además
toma varios escenarios donde transita el palpito de la profesora donde el
territorio francés y Teruel tienen su impronta y sutil protagonismo.
Giménez Corbatón
vuelve a demostrar que no es un escritor convencional ni convencionalista que
escribe, por encima de todo porque le gusta escribir y cultivar la
escritura---que es parecido, pero para nada viajan juntos muchas veces---… un
escritor que trabaja el escrito hasta la saciedad y que se nota, como si se
palpase que no para de leer y releer y que, además, hace de su literatura un
ejercicio constante, ya como característica, que viaja del realismo al lirismo
desde la meta literatura.
Edita este libro,
con gusto y esmero, la colección Las Tres Sorores de narrativa Prames.
La sinopsis del
libro:
El silencio del
corazón es una novela que abarca el periplo vital y emocional de su
protagonista desde 1991 a 2020. Tres décadas en las que una profesora de
Secundaria va anotando en su Diario las impresiones que van dejando sus
amistades, sus amantes, su ejercicio académico entre compañeros y alumnos, las
lecturas, las canciones y las películas que inevitablemente le acompañan, sus opiniones
acerca de un mundo que le cerca y le incomoda, y unos viajes en los que Francia
y el Teruel más profundo se convierten en envolventes puntos de fuga. En el
trasfondo, un escritor que escribe y reescribe, que lee y (se) relee, que
cuenta, medita, se posiciona, en esa mezcla de realismo, lirismo y
metaliteratura que tan bien sabe acrisolar Giménez Corbatón.
José Giménez
Corbatón ha estado con nosotros varias veces:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/avalancha.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/encrucijadamiradas.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/corbatonalegria.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/nadadores.htm
Cazarabet
conversa con José Giménez Corbatón:
-José, condensar en tan pocas páginas tres
décadas de todo un periplo vital que, desde un diario, nos da a conocer su día
a día, su trabajo como profesora, el mundo de amistades, el paso de amantes, la
relación humana, sus sensaciones entre las lecturas, las canciones, las
películas...todo lo que influye en la vida debe de ser difícil, ¿no?
-En
realidad, no es el día a día lo que este libro pretende mostrar. Como ocurre en
la mayor parte de diarios literarios que se vienen publicando en España desde
la década de los ochenta del siglo pasado, no me interesa abarcar la totalidad
de una vida, sino que elijo diferentes momentos a lo largo de esas tres
décadas, entre 1991 y 2020. Por eso las entradas temporales no son fechas
concretas y responden a lapsos de tiempo más largos, en ocasiones pueden ser de
un año, otras de dos, o más incluso. Para mí, no tiene sentido datar con
precisión las anotaciones de Beatriz, lo que me importa es dejar constancia del
mantenimiento de una personalidad, de un Yo que, pese al paso del tiempo, se
mantiene bastante fiel a sí mismo.
-¿Por qué escoges, como si te disfrazases, a una
profesora de instituto...?
-El que el personaje sea una mujer tiene que ver
con mi preferencia por desarrollar personajes femeninos, algo que es
preponderante en mi narrativa. Me ha atraído siempre el modo en el que las
mujeres interactúan entre ellas y en el entorno en el que se mueven: valorando
sobre todo lo esencial y, al mismo tiempo, con una perspectiva en la que caben
muchos matices. Más que un disfraz es una posibilidad de contar a partir de una
voz que ha tenido una carrera profesional bastante coincidente con la mía.
Debido a mi profesión, pues he sido docente a lo largo de mi vida, primero como
lector de español en Francia durante cuatro años y luego ya como profesor de
secundaria en España hasta que me jubilé, conozco todo lo que vuelco en ese
personaje.
-Y ¿por qué tiras
de un diario que es algo como “muy intimista”, que es como si te metieses
dentro de la piel dos veces? Una ya lo haces al poner a una profesora a la que
parece que mires desde arriba y otra al meterte dentro de un diario, de “su”
diario.
-La literatura diarística
me interesa sobre todo por lo que tiene de fragmentario y por su consideración
moderna como un género literario. Con El silencio del corazón he
pretendido sondear las claves de construcción de un diario literario, explorar
la afinidad entre el diario y el texto novelístico. Así, las entradas de los
apuntes personales de Beatriz se intercalan con la narración y los personajes
principales aparecen en ambas modalidades de discurso; también las referencias
a distintos lugares de Francia o a determinados paisajes turolenses.
-Amigo, por cierto, ¿sabes de la experiencia
propia de escribir un diario? Si no lo sabes, o aunque
lo sepas por experiencia propia, has preguntado o has prestado sutilmente la
atención de gente, sobre todo mujeres que sí escriban diarios, teniendo en
cuenta que me da que llevar la escritura de un diario no es una cosa que se
vaya pregonando, ¿qué nos puedes decir?
-Llevo décadas anotando en pequeños cuadernos el
devenir propio en este circunstancial mundo que me ha tocado en suerte. No lo
hago de modo regular ni pautado, ni me lo impongo como una obligación. En ellos
registro sensaciones vitales, lecturas, experiencias, informaciones,
confesiones… Con el paso del tiempo, la lectura de esos cuadernos me permite
percibir cómo se ha ido conformando mi ser, incluso en ocasiones de manera
contradictoria; me permite también recordar cuáles eran mis intereses vitales e
intelectuales en una determinada época, cómo se han mantenido o renovado con
los años.
En cuanto a mi experiencia como lector, quiero
precisar que mi interés se dirige tanto a los diarios como a la literatura
testimonial, especialmente a los textos escritos por mujeres. En ese sentido,
junto con el de Ana Frank, el diario de la estudiante parisina de la Sorbona
Hélène Berr resulta estremecedor. También en París,
durante la ocupación, escribió Victoria Kent su libro basado en las anotaciones
tomadas durante los cuatro años que pasó allí oculta. Igualmente, quiero
mencionar el diario de Hertha Nathorff,
un inquietante testimonio sobre el ascenso del nazismo, y, sin salir de
Alemania, el relato de las violaciones sistemáticas por parte de los vencedores
que aporta Una mujer en Berlín, o el regreso de Hilde Spiel a su Viena natal tras la guerra.
-Quieres
demostrar que la vida es una suma de cosas en las que todas interaccionan y en
las que hay una ósmosis constante… como con el trabajo, la relación con los
compañeros, el humanizar y relacionarse con los y las alumnas, la vida diaria
de la rutina que ocupa muy poco lugar en su diario, pero con las
aficiones con sus lecturas y siguiendo la vida artística, por
ejemplo con las películas…toda una marea de sensaciones que ella va apuntando
en su diario y que, sutilmente, nos transmite…qué nos puedes decir…
-Lo rutinario no me
interesa literariamente. La selección de fragmentos del diario de Beatriz tiene
que ver con lecturas de la propia Beatriz o de sus amigas, con viajes, con esas
cartas que recibe y que anota porque en ellas se añora un paisaje compartido o
se rememora a un escritor o se evoca una forma de vivir. También caben en sus
cuadernos poemas de sus alumnos, reflexiones hechas en clase al hilo de
comentarios sobre política nacional e internacional, economía, religión, formas
de gobierno. Todo ello constituye líneas temáticas que confluyen para dibujar
un retrato moral del personaje.
-Escribes bien
sobre las vidas enriquecidas por lo cultural, pero una rutina diaria sin
lecturas, películas, sin interactuar en el plano docente con todo lo
enriquecedor que es tratar con generaciones que no son las tuyas, qué supondría
para ti como escritor, ¿un reto de retos?, supongo que ni te lo planteas,
¿verdad?
-La
alteridad forma parte de nosotros. Nos constituimos como ser en contacto
permanente con los otros. Esos otros son, desde luego, personas: sus alumnos,
sus amigas, y de ahí surge la faceta más personal de sus cuadernos, pero las
anotaciones de Beatriz iluminan también sobre su mundo intelectual y por eso
abundan en el libro los apuntes sobre escritores y las citas de textos. De
ellos, autores y obras, surge la reflexión con un cariz ensayístico, que nos
alumbra sobre la dimensión espiritual, filosófica y existencial de ese Yo. Su
vinculación con los otros pasa por la cultura, especialmente por la literatura.
-Luego está su percepción porque es libre,
pero parece una persona muy atenazada por sus propios fantasmas y sus propias
visiones que le cortan su propia libertad haciéndola como vivir en una especie
de cárcel interna, ¿no?, aunque esta sensación no sea constante… ¿Es una
persona un poco perdida por sus propias cavilaciones, que a la vez la
enriquecen, encontrándose a ella misma como en un bucle constante?
-Eso que llamas cárcel interna somos nosotros
mismos. Beatriz es muy consciente de ello porque sabe que es muy difícil eludir
el Yo. El libro pretende ser el relato de una vida y en ese relato descubrimos un Yo escéptico,
decepcionado, incluso algo taciturno.
Su vida, como la de cualquiera, ha sido un
constante combate. No obstante, hacia el final del libro se percibe una
evolución. Llega la jubilación, Beatriz tiene ya una edad, y a partir de ese
momento sobrevienen el sosiego y la quietud. El silencio de corazón, un
silencio que es palabra: “Voz y silencio. Silencio y voz”, se erige frente al
dolor del corazón. Para mí, como escritor, eso equivale a decir que solo la
escritura nos salva.
-¿La vida misma te ofrece, amigo José, un sinfín
de posibilidades como para ir hurgando en un mundo imaginario? No tengo nada en
contra de la narrativa imaginaria, pero a veces en el día a día hay suficiente,
material, ¿no?
-Si
te refieres a por qué no desarrollo ni me ocupo de temas de interés actual y
cotidiano, por ejemplo, de la deriva ultraderechista de la sociedad y su
reverbero político, de la terrible situación medioambiental en la que estamos
inmersos, del drama humano que se vive en las fronteras del mundo occidental;
si lo que me preguntas es por qué no me adentro en una literatura más
comprometida, más pegada a las gentes y a las cosas, ahí solo puedo decirte que
disfruto como escritor del enorme privilegio de contar con una editorial que
nunca me ha marcado ningún tipo de restricción literaria. Por mi parte, siempre
he entendido la literatura como un asunto íntimo, podríamos decir. Cuando me he
ocupado de novelar aspectos de nuestro pasado más cercano, como la guerra, la
vida de los masoveros, el franquismo, la clase obrera de los años cincuenta,
estaba hablando de mí mismo, de mis orígenes. También en otros libros entronco
con figuras que me son muy cercanas, como el romántico francés Petrus Borel, autor al que consagré parte de mi vida académica, o
el Jesús de Nazaret de Los años de la
alegría, una indagación literaria sobre ese mito de la cultura judeocristiana
a la que pertenezco. De un modo u otro estoy diseminado siempre en mis libros.
-De todas formas, hasta las narrativas más imaginarias
están alimentadas por el día a día, es lo que se dice: la realidad supera a la
ficción, ¿no?
-Realidad y ficción no se mueven en el mismo plano.
La ficción se nutre de la realidad, pero debe someterla a la regla de la
verosimilitud para que funcione en el discurso literario. La realidad no es
suficiente para escribir una novela. Por otra parte, es cierto que la ficción
nos permite plantear mundos imaginarios muy alejados de la realidad que
conocemos. Esos mundos funcionan incluso si carecemos de referentes más o menos
próximos. Es decir, la ficción puede llevarnos a horizontes inesperados. Cuando
se dice que la realidad supera a la ficción opino que se trata más bien de una
cuestión moral. Sucede cuando algo sobrepasa o excede los comportamientos o las
normas por las que nos regimos.
-¿Tu mejor documentación en obras como esta es
la sutil, y callada observación, afinando el sentido del oído?
-Como
ya he comentado antes, desde hace tiempo anoto en pequeños cuadernos
observaciones sobre lo que el mundo nos ofrece y ejerzo sobre ello mi sentido
crítico. Todos esos razonamientos me pueden servir también de materia literaria
en algún momento. El oído lo reservo para la música y, no lo voy a ocultar,
para captar conversaciones al azar en mis paseos por la ciudad.
-Aquí en los
escenarios también juegas con las cartas marcadas …Francia que es para ti un
país conocido y Teruel, tierra de contrastes, cercana, pero, a la vez, un tanto
distante, ¿no?
-Desde
mi niñez Teruel, concretamente el río Guadalope, aguas arriba del pantano de
Santolea, ha sido el paraíso familiar. Francia, ya en mi juventud, fue un oasis
donde refugiarse de la España del tardofranquismo y donde colmé bastantes de
mis ansias culturales.
-Presumo que
escribes totalmente relajado por el puro placer de escribir, casi necesidad
vital…desinhibido total porque sabes que tienes una editorial con la que
cuentas y con la que cuentan contigo—al menos esta es la impresión que tengo--
y no estás, tampoco, por preocuparte para con giras de presentaciones y demás,
¿no?
Si acaso, ¿te
gusta algún encuentro con lectores y lectoras?, porque siempre se aprende y no
poco, ¿verdad?; ¿qué nos puedes decir?
-No me puedo quejar respecto a las editoriales que
se han interesado por mi obra creativa, y me satisface mucho que Prames y su
colección Las Tres Sorores, y un editor como Rafael Yuste, esperen, atiendan,
acojan mi obra. Es verdad que en los últimos años me cuesta afrontar el aspecto
comercial que conlleva la edición. No así el encuentro con los lectores, ellos
actualizan el libro en cada lectura, completan con su mirada la mía.
-Seguro que ya
estás, además que, con lecturas, con alguna otra aventura narrativa, ¿no?
-Sí, no me deja de interesar la creación propia, y
el estudio y la traducción de autores que han marcado y siguen marcando mi
evolución como escritor.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)