20190329_083916.jpgCazarabet conversa con...   Manuel Almisas Albéndiz, autor de “¡Paso a la mujer!. Biografía de Amalia Carvia” (Suroeste)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Manuel Almisas, amigo de esta casa, escribe y nos acerca a la biografía de Amalia Carvia con un libro que, como nos tiene acostumbrados va mucho más allá de la biografía de Amalia Carvia… estudia, analiza y documenta el tiempo de esta mujer valiente que marcó caminó y abrió no pocas brechas.

Activismo y dignidad son dos adjetivos que acompañan tanto a la historia que desgranó Amalia como a su vida personal…Todo llevado y conllevado desde la integridad y una proporción casi perfecta…y decimos lo de casi por el perfeccionismo abocaría a la debacle humana, seguramente Amalia lo sabía…

Almisas ha estado con nosotros en otros Conversas con:

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/anitacarrillo.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/danielortega.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/rendon.htm

Amalia Carvia:

http://www.todoslosnombres.org/content/biografias/amalia-carvia-bernal

 

 

Cazarabet conversa con Manuel Almisas Albéndiz:

pasoalamujer.jpg-Manuel, amigo, te has especializado en escribir sobre mujeres que marcan paso dentro de la historia y de manera muy, muy diferente ¿por qué?... ¿qué es lo que te ha hecho acercarte a este mundo semienterrado y silenciado?. ¿Qué es lo que te llama la atención?

-Como ya sabéis, mi labor más seria de divulgador histórico y escritor comenzó con un hecho fortuito: mi traslado de domicilio a El Puerto (Cádiz) y mi participación en los orígenes del Colectivo Social Portuense «Rosa Luxemburgo». Este colectivo surgió al calor de querer confeccionar, con fines didácticos, un recorrido histórico por la ciudad «visibilizando» a mujeres luchadoras, y así es cómo encontramos la figura de Luisa Rendón Martell semienterrada en el imaginario colectivo y sin contextualizarla como dirigente sindical de las mujeres de El Puerto durante la República.  Y nuestro objetivo inmediato fue reivindicarla a través de varios medios: placa conmemorativa en la antigua Casa del Pueblo, libro biográfico y un documental; y los tres se cumplieron. Es decir, que el libro coral que publicamos formaba parte de algo más ciudadano y reivindicativo,  y no tanto literario. Mi sensibilidad feminista me llevó a fijarme en otra figura semienterrada, Anita Carrillo, y surgió el mismo compromiso, aunque solo se quedó en un libro y en la promesa aún no cumplida de recordarla en una calle de su pueblo natal, Cortes de la Frontera (Málaga). Pero es que Anita, como miliciana y capitana republicana me llevó nuevamente a otra figura de mujer: buceando en el origen de las milicianas en los primeros días de la guerra revolucionaria, me encontré en la portada de El Pueblo (Valencia) del 18 de julio de 1936 un artículo de Amalia Carvia rabiosamente sugerente y clarividente: «Reforcemos el movimiento pacifista». ¿Quién era esta mujer?  Ese fue el inicio…Así que puede decirse que en el origen de esta historia estuvo el azar, unido a mi sensibilidad feminista y a una especie de conexión difícil de adjetivar, pues Amalia Carvia también estuvo en Cortes de la Frontera, donde su hermano fue médico del pueblo durante varias décadas, y los escasos parientes lejanos que tiene Amalia son de allí. Amalia y Anita tienen ese vínculo, increíble, ¿no?   Y quizás se conocieron, pues Anita estuvo en Cortes en esos primeros años republicanos y Amalia visitaba a su hermano cada verano.                                                  

-Qué diferencias y diferenciantes hay entre el escribir o acercarte a las vidas de mujeres que marcan paso en la historia respecto a los hombres…

-Os recuerdo, porque lo sabéis,  que también he escrito dos libros sobre el médico comunista Daniel Ortega Martínez, pero lo cierto y verdad es que mi mirada, o mis «gafas», como se dice ahora, se ha teñido de violeta y descubro con más facilidad mujeres olvidadas con toda una vida por investigar y descubrir. Aunque  mi última investigación es sobre otro hombre, como ya comentaré, así que en realidad no sigo ningún plan previamente fijado. Más bien solo atiendo a mi sensibilidad, a mi humanidad y a mis ideales, sin más diferencias que las vidas ejemplares que le tocaron vivir a fuerza de tesón, sacrificio y coherencia.                                                                                                            

-¿Cómo y de qué manera te acercas a estos perfiles? ¿Por qué Amalia Carvia?                                               

-En parte ya he contestado a estos condicionantes previos. Solo añadir que la figura de Amalia ha tenido un aspecto intrigante a la que una mente investigadora como la mía no podía renunciar. ¿Cómo se sabía tan poco de una persona como ella, que yo deducía tan importante? ¿Y cómo se confundían  algunos aspectos de su vida o se renunciaba a contextualizar su contribución a la Historia con mayúsculas? Y por supuesto, un hecho facilitador indudable que influyó en el devenir de la investigación y en adoptarla definitivamente como propia fue que Amalia era gaditana, como yo. ¿Algo de chovinismo? Puede ser, pues los gaditanos somos «muy de Cádiz». Pero sobre todo porque los archivos que debía visitar para comenzar a descubrir la historia de su vida estaban en Cádiz y eso facilitaba mucho mi labor.               

-¿Quién ha sido Amalia Carvia para la historia? ¿Qué aportó y cómo lo aportó?

- A tenor de lo que la gente sabe de ella, Amalia no ha sido nadie para la historia, claro está...Otra cosa es lo que fue para sus contemporáneos y el prestigio que alcanzó, que es lo que quiero poner de manifiesto con su biografía. Quiero recuperar a Amalia Carvia para la historia o Historia. Eso digo en mis charlas en Cádiz y pueblos de Cádiz: «Amalia Carvia fue la mujer más importante del Cádiz de fin de siglo XIX, y eso debe venir recogido en los libros de Historia de la ciudad».

Amalia aportó ser una mujer activa, independiente, con criterio, en un mundo de hombres, que gritó alto y fuerte que la mujer debía tener un espacio en la sociedad como parte integrante de la misma y con mucho que decir y que aportar. Ya se lo dijo bien clarito a los prohombres del Círculo del Librepensamiento «Guillén Martínez», fundado por Fermín Salvochea en Cádiz en 1887, cuando dio su primer discurso en dicho Círculo en el mes de septiembre: ¿dónde están vuestras esposas, vuestras hermanas, hijas o madres si creéis que aquí se transmiten mensajes de redención para la humanidad, de la que la mujer es la mitad de la misma?  Siempre tiró de las orejas a los librepensadores y republicanos de su época. ¡Menuda era Amalia! Teresa Mañé, la madre de Federica Montseny, la llamó «la enérgica señorita Amalia de Carvia»...

Resumiendo un poco, Amalia aportó que las mujeres podían y debían «empoderarse», participando en la vida política y social junto a los hombres, y poco después enseñó -y se empeñó en ello- que debían autoorganizarse y luchar por el apoyo mutuo y por sus derechos, incluida la educación.                           

almisas2.jpg-¿Qué pasos inquebrantables y diferentes anduvo con mayor determinación Amalia Carvia?

 -Amalia fue de las pocas mujeres de finales de siglo XIX que se llamó feminista, y así seguía considerándose todavía en agosto de 1931 en una carta de felicitación a «la querida compañera de lucha» Clara Campoamor. Considero que sin lugar a dudas hay que considerarla como una de las pioneras del feminismo y del sufragismo en el estado español.  Su feminismo pasó por diferentes fases, desde uno inicial con un carácter librepensador y anticlerical, hasta un postrero feminismo republicano, pasando por un feminismo pacifista muy propio de la época guerrera que le tocó vivir.  Y por supuesto es de destacar su labor propagadora del laicismo desde el nivel fundamental de la escuela, que siempre defendió y ejerció, llegando a tener en Valencia un prestigio sin parangón como maestra laica. Es de destacar sus amargos recuerdos de la terrible represión que sufrieron las escuelas laicas tras el fusilamiento de Ferrer i Guardia en 1909. Amalia escribía que tuvo que quemar su correspondencia con el fundador de la Escuela Moderna y todo aquello que le pudiera comprometer, en unos días de terror esperando a ser detenida.                                                                                                         

-Dejó huella diferente y diferencial, marcando andares en los diferentes escenarios en los que se vio en escena, empezando por Cádiz, ¿cómo le fue allí?

-En Cádiz comenzó su aparición pública participando muy activamente en el Círculo del Librepensamiento «Guillén Martínez» a principios de 1887, si bien ya se adhirió a la figura de Rosario de Acuña en Las Dominicales del Librepensamiento (Madrid) en 1885, comenzando a escribir en dicha revista y defendiendo públicamente el «librepensamiento», siendo muy reconocida por ello.  Se desconoce qué fue de ella en esos dos años, entre 1885 y 1887, pues la falta de información es asombrosa, pero es más que probable que frecuentara algunos círculos republicanos y librepensadores en esa etapa.  Cuando falleció el veterano revolucionario Ramón de Cala, socialista «fourierista» y republicano, natural de Jerez de la Frontera, que frecuentó el Círculo «Guillén Martínez», Amalia escribió un artículo donde recordaba un episodio con Ramón, a quien evidentemente conoció. Amalia estaba en Jerez con Ramón y con un grupo de jornaleros jerezanos. Ramón le pidió a Amalia que les hablara y ella así lo hizo. No dejó pista alguna sobre el año en que tuvo lugar este hecho, pero estas líneas son valiosas porque nos habla de sus relaciones y de su protagonismo. De forma paralela, Amalia iniciará su andadura en la masonería gaditana, siendo iniciada en mayo de 1887 en la Logia mixta «Regeneración», y alcanzado en pocos meses el grado 3, o «maestro masón» y ostentando el importante cargo de «orador adjunto». Además, Amalia comenzó a escribir también en distintos diarios republicanos y obreros de Cádiz, sin esconder su librepensamiento y anticlericalismo, por lo que tuvo que «señalarse» y con seguridad ganarse las antipatías y enemistad de los estamentos fanatizados de la ciudad. De hecho, perdió amistades, como ella recogió en uno de sus artículos, y parece ser, según se escribió años después,  que el ambiente enrarecido y hostil hacia su persona le hizo abandonar la ciudad en dos ocasiones, primero en 1891 y posteriormente en 1900, cuando definitivamente se afincó en Valencia. Además de lo dicho, téngase en cuenta que Amalia fundó en 1895 la única Logia femenina de Cádiz, «Las Hijas de la Regeneración», de la que fue su Venerable Maestra desde el primer momento y hasta su disolución. Por este motivo entró a formar parte del Consejo provincial de la Masonería gaditana, algo insólito en una mujer, y donde alcanzó importantes cargos. Y cuando abandonó la masonería fundó en Cádiz la Asociación Femenina «Concepción Arenal» y perteneció a la directiva de otro Círculo Librepensador en 1896, siendo ella la que leyó el Discurso Inaugural, que se publicó íntegramente en Las Dominicales del Librepensamiento. Si a todo esto se le suma su viaje de proselitismo a Huelva, donde fundó otra Asociación de mujeres, la «Unión Femenina» (1897), y a Sevilla, donde dijo en varias ocasiones que también trabajó para organizar a las mujeres (pero de lo que no he podido tener constancias documentales), y la fama entre los obreros por ser redactora de La Conciencia Libre de Belén Sárraga,  invitada a dar dos charlas a petición de los mineros de Riotinto y Zafra, y de los obreros de Sevilla, nos da una idea cabal de qué clase de mujer era Amalia Carvia en ese final de siglo XIX en Cádiz.                                    

-Después pasa a Valencia, ciudad muy dinámica en tiempos en cuanto a muchas perspectivas, ¿qué es de Amalia allí?

-Los primeros años de Amalia en Valencia son muy desconocidos. Sí se sabe que se incorporó al movimiento de mujeres por la paz, que su hermana Ana había iniciado cuando se celebró en 1899 la Conferencia de la Haya. Y que definitivamente se convertirá en maestra laica; primero en la escuela de niñas de la Asociación General Femenina, y dos años después, y hasta su jubilación, en una «escuelita» de niñas instalada en su propia casa y con el retrato de Concepción Arenal, su otro gran referente,  presidiendo el aula. De su vida personal apenas se sabe nada, pero sí se han recuperado artículos suyos en varios medios, y destaca por encima de todo el hecho de que vuelve a ser redactora de La Conciencia Libre en su segunda etapa de Málaga a partir de 1905. Es un período prolífico y muy radical en su feminismo y en lo social, coincidiendo con las noticias que llegaban de la revolución rusa.

Posteriormente habrá que esperar a septiembre de 1915 en que su hermana Ana, que firmará como Ana C. Bernal, en honor y recuerdo de su madre, fundará en Valencia la primera «revista mensual feminista», Redención,  y Amalia se convierta en redactora. Además, fruto de la agitación feminista de la revista, se creó la Liga Española para el Progreso de la Mujer, la primera organización feminista de ámbito estatal que ha existido, y de la que las hermanas Carvia serán los referentes indiscutibles: Ana será su Presidenta y Amalia su Secretaria durante los años que existió dicha Liga hasta la dictadura de Primo de Rivera.  Impulsando esta Liga, la vida de Amalia entrará en un insólito periodo sufragista, jugando un papel de primer orden junto a las primeras mujeres que pidieron el voto integral femenino en España.             

-Especialmente importantes fueron los días en los que se respiraban esos aires de II República, teniendo en cuenta que Amalia vio surgir y extinguirse a la I República…creo que eso hay que tenerlo en cuenta, ¿cómo le influenciaba todo esto a ella?

-Puedes imaginártelo. Como ella recordaba en un artículo, Amalia vivió en su infancia (tendría apenas 11 años) la llegada de la Primera República de 1873, la «Niña», como recordaba que la llamaban los republicanos que habían luchado en la Revolución Gloriosa de 1868 en Cádiz. Y también su rápida desaparición...Pero este hecho hará que para Amalia no haya otro objetivo en sus ideales redentores que lograr la proclamación de una nueva República… Amalia fue y será siempre republicana, teniendo en la Igualdad, la Fraternidad y la Libertad sus más firmes motivos por los que luchar, pero siempre criticó a los distintos partidos republicanos, con sus luchas internas y sus intereses de «bandería», como decía Amalia, tan ajenos a los verdaderos intereses populares. Otras mujeres como Belén Sárraga o Ángeles López de Ayala tomaron pronto partido por una u otra corriente del republicanismo. Pero no así Amalia, que hasta poco después de la proclamación de la Segunda República siguió manteniendo una independencia partidista nada común en aquel entonces. Amalia recordará con admiración la forma en que murió la almeriense Carmen de Burgos (Colombine) en octubre de 1932 con un grito de «¡Viva la República!» entre los estertores de la muerte. Así de firme, consideraba Amalia Carvia, debían ser los principios republicanos y las mujeres y hombres que querían con toda su alma las transformaciones sociales que, con seguridad, aunque con paciencia, iba a traer la República.                                                                 

image002.jpg-Republicana y de izquierdas, mujer que quería y pensaba por ella misma… si ya es difícil, aún hoy…no quiero ni pensar en aquellos años

-A lo de republicano y de izquierdas, debes añadir «y feminista», algo totalmente mal visto en aquellas décadas, pero calificativo al que nunca renunció. E «independiente», como ya he dicho, a pesar de que su líder político indiscutible era el carismático Vicente Blasco Ibáñez, fundador del Partido de Unión Republicana Autonomista (PURA) de Valencia. Creo que Amalia siempre nadó a contracorriente: en un mundo de hombres; en un mundo partidista;  en un mundo donde las ciudades periféricas quedaban oscurecidas ante las grandes capitales Madrid o Barcelona, pero sobre todo Madrid; y en un mundo donde las mujeres rebeldes y feministas no estaban bien vistas. Y maestra laica, y soltera e independiente en lo personal...Pero al final tuvo su recompensa. La llegada de la Segunda República y la consecución del voto femenino por el que tanto había luchado, le dio la oportunidad, dentro del PURA, de liderar las Agrupaciones Femeninas Republicanas en Valencia y su definitivo reconocimiento.  En Valencia recibió más de un homenaje, pero el «acabose» fue la distinción que le otorgó el Gobierno con la entrega de la insignia de Caballero de la Orden de la República. Fue en febrero de 1934 y ninguna otra mujer recibió una distinción semejante ni ingresó en la citada Orden. Es sintomático y muy emocionante que una mujer, maestra laica, y de condición económica «pobrísima» se erigiera en esa figura tan relevante para el republicanismo. 

-No sé porqué, pero casi no pregunto nunca por las vinculaciones masonas, ¿nos puedes hablar un poco?, por favor…--no sé si es pedirte mucho, cómo se fue acercando y cómo se fue abriendo camino---

-No suelo abordar mucho este tema por la enorme incomprensión y desconocimiento que existe hoy día hacia ese movimiento socio-político de tanta trascendencia en aquellos años de fin de siglo y primeras décadas del siglo XX. Que el franquismo instituyera un Tribunal Especial para reprimir la Masonería y el Comunismo no fue algo casual. Hoy no se puede entender, pero el republicanismo y el socialismo de aquellas décadas (y en mucha menor medida el comunismo, pues lo tenía prohibido normativamente) sería muy diferente sin las logias masónicas. Y más claramente: la proclamación de la Segunda República no se hubiese producido, casi con total seguridad, sin la enorme influencia de la masonería.

Dicho esto, la masonería en nuestro estado español también tuvo una gran importancia en la lucha por la emancipación de la mujer al ofrecerle un espacio donde poder trabajar por sus derechos en pie de igualdad con el hombre.  El primer feminismo español está claramente relacionado con la masonería. Amalia, como la propia Rosario de Acuña y tantas otras librepensadoras correligionarias, sabía «que la regeneración de la mujer se encuentra en la Masonería», como escribiría ella misma.

Si bien es cierto que pocos años después Amalia comprobó que la mujer no se acercaba a la logia en el número apropiado, señalando que éstas se sentían inhibidas y cohibidas por ser un espacio mayoritariamente masculino donde no se podían expresar y desarrollar con total libertad, y por ello decidió fundar una Logia solo para mujeres. Fue en 1895 y se llamó «Hijas de la Regeneración». Pero tampoco tuvo mucho recorrido. La verdad es que la idea de Belén de Sárraga de organizar a las mujeres de forma autónoma, y al margen de la masonería, acabó calando en Amalia y en Ana Carvia que decidieron pasar página en sus vidas y cuando Amalia marchó a Valencia en 1900 ya se llevó la «plancha de quite» de su logia, es decir, su baja definitiva de la masonería.                                    

A pesar de esto, quiero dejar patente que Amalia nunca criticó ni desprestigió a la masonería, hablando siempre con respeto de sus nobles ideales y reconociendo que en su trayectoria y en su bagaje intelectual jugaron un papel relevante, coadyuvando a su formación librepensadora, feminista y republicana.                                                             

-¿Qué hay de ese “silencio” agudo y angosto que rodea la estancia de Amalia ante la Dictadura de Primo de Rivera?

-La vida de Amalia, sin descendientes directos de ningún tipo, solo la he podido reconstruir a partir de sus propios recuerdos en artículos periodísticos, o por noticias de prensa, principalmente en Redención y en El Pueblo, durante su etapa valenciana. Por eso, al clausurarse Redención en junio de 1922, sin saberse el motivo, y al entrar en la etapa represiva de la Dictadura de Primo de Rivera, donde se cerraron tantos medios obreros y republicanos, apenas se han recuperado datos de su vida. A este hecho también contribuyó, por supuesto, su espíritu independiente, como ya he manifestado, pues el diario republicano de Valencia, El Pueblo, siguió saliendo a la calle a pesar de alguna prohibición puntual o de la censura, pero Amalia no era vista con «simpatía»...                                                     

-Periodista, maestra racionalista, librepensadora, pacifista, defensora de los DDHH, amante de la naturaleza… ¿cuál de esas facetas cultivó con mayor pasión…?--no sé, porque le gustase más lo que hacía—y ¿cuál de ellas, si no todas le nacía más como de su ideario?

-Sería difícil  y arriesgado señalarlo. Porque estamos hablando de una mujer polifacética, muy activa e inquieta, y con una trayectoria vital de varias décadas, en las que la situación política tuvo grandes vaivenes. Creo que lo que la define por encima de todo es su vida plena de maestra laica o racionalista, y, además, y no hay que perder de vista,  seguidora del pedagogo suizo Pestalozzi.  Ya viviendo en Cádiz se declaró seguidor suyo y admiradora y amiga del primer maestro laico de España, que fundó el Colegio Pestalozziano de Cádiz, Vicente Ramírez Brunet. Amalia Carvia, que tomó como nombre simbólico en la logia masona el de «Piedad», siguió demostrando hasta el final de sus días que su principal preocupación era velar por los más desfavorecidos, especialmente las niñas y niños -y más aún si eran huérfanos-, y aborrecer de todas aquellas situaciones que los hicieran más vulnerables, como las guerras. Esa misma sensibilidad la hizo ser una firme defensora de los animales y las plantas ya desde niña cuando se fundó la primera Sociedad Protectora en Cádiz en 1872, como ella misma recordaba.  Bondadosa, sensible, humanitaria, entregada a los demás...yo creo que lo que ella repetía de muchas personas, se le podría atribuir a ella misma en las últimas décadas de su vida: una especie de «santa» laica.                                          

-Hoy en día, por ejercer o llevar a cabo algunas de estas facetas se nos calificaría de “defensora de las causas perdidas”---si me permites un calificativo, lamentable porque si algo tiene es que no son, para nada, causas perdidas---…pregunto, entonces, ¿cómo eran vistas personas como nuestra Amalia Carvia?

-Amalia, como todas las personas posicionadas en esas firmes actitudes sociopolíticas, tuvo de todo, tanto halagos y reconocimientos públicos por parte de sus «correligionarios» y sus compañeras de lucha, como la crítica y el desprecio de los estamentos monárquicos y católicos fanatizados. Recuerdo ahora el caso que apareció en la prensa ultracatólica de Gerona en 1906, donde se animaba a «todas las personas decentes de Gerona» a arrojar de sus casas «a puntapiés o a escobazos» periódicos como el «impío y rabioso» La República. ¿Por qué? Porque, decían, se admitían artículos como el de «esa tía que se firma Amalia Carvia, con ideas tan hipócritas, tan antirreligiosas y antisociales como las que defiende esa infeliz profesora laica»; una mujer, seguían diciendo, que se «vanagloriaba» de «ocupar las horas libres que le dejaba su profesión de maestra laica en descatolizar al país y en hacer cruda y sostenida guerra a todas las religiones positivas». Terminando por asegurar que una mujer como Amalia, que pensaba de esa forma, era «una hembra capaz de engendrar y amamantar tigres como Ravachol y Salvador (dos anarquistas ejecutados a finales del siglo XIX).   Fuerte, ¿no?   Ahí tienes la cara y la cruz de lo que podían pensar de mujeres como ella las dos caras de la moneda de la sociedad española en aquellas décadas.                                                                                      

-¿Crees que ante la llegada de la II República nuestra amiga se llenó como de “renovada ilusión” ; aunque por otra parte y dado que había vivido tanto me pregunto si no iba con mucha cautela…¿qué nos puedes decir?

- Cuando se proclamó la Segunda República, Amalia Carvia estaba a punto de cumplir los 70 años de edad y este factor hay que tenerlo en cuenta. La ilusión fue tremenda, y encima, el generoso reconocimiento y las muestras de afecto de los republicanos y republicanas valencianos tuvieron que hacer mella en su coraza de mujer independiente. A nadie le amarga un dulce, que se dice, y alguien como ella que había luchado tanto, no podía ser indiferente a ese cariño tan sincero que recibió a partir de finales de 1931.   Además, aunque «enérgica» y consecuente, Amalia era una mujer muy leal, y si hasta el final de sus días se consideró hija espiritual de Fermín Salvochea,  lo mismo puede decirse de Blasco Ibáñez, a quien dedicó su último escrito en 1939. Y que el partido fundado por su otro «apóstol laico», el PURA, le «tirara los tejos» para impulsar las Agrupaciones Femeninas Republicanas, tuvo que ser motivo suficiente para aceptar sin condiciones y sin cautelas de ningún tipo.                                           

-¿Cómo vivió Amalia el estallido de la Guerra Civil? Y lo que más nos importa: ¿cómo le fue en la contienda?, ¿qué papel jugó?

-No se puede saber, pero es de suponer que para la bondadosa, humanitaria y pacifista Amalia Carvia de 75 años, tuvo que ser algo de lo más lacerante y doloroso.  Se había volcado en los meses previos en recabar apoyo para la causa del pueblo abisinio masacrado por el fascismo de Mussolini en la segunda guerra italo-etiope, y en varias ocasiones condenó el militarismo del nazismo alemán.  Y ya he recordado que el 18 de julio de 1936 se publicaba un artículo suyo donde llamaba a «reforzar el movimiento pacifista», por lo que el mazazo tuvo que ser aturdidor.  A pesar de ello, en plena guerra, siguió escribiendo como colaboradora para El Pueblo (Valencia) dando su peculiar visión de los acontecimientos, y ello tanto en el periodo en que el periódico pasó a manos de la Unión Nacional Republicana, como cuando pasó a ser dirigido por el Partido Sindicalista de Pestaña, demostrando la gran ascendencia y prestigio que tenía la pluma de aquella anciana, que, a pesar de todo, no se la consideraba «atada» a ningún partido determinado. Amalia era una especie de «voz de la conciencia» del más puro espíritu republicano alejado de las luchas, a veces intestinas, que se desarrollaron entre los distintos bandos del Frente Popular. Para Amalia, el amor a la República debía estar por encima de todo, y para ello había que ganar la guerra y derrotar al fascismo. Y ese mismo mensaje fue el dominante en los estamentos gubernamentales cuando a partir de 1938 la situación en los frentes (y en la retaguardia) empezó a ser muy preocupante.                                                                                                     

-No murió en el transcurso de la guerra, pero le tocó experimentar el martirio de los “vencedores”, ya en el índice lo defines como “su cruel martirio durante el franquismo”. ¿Qué nos puedes comentar

-Amalia permaneció activa durante los años de guerra y revolución. No solo como columnista de El Pueblo, sino que también siguió colaborando con la «Asociación de  Maestros laicos históricos de Levante», siendo designada para presidir el acto en honor de Francisco Ferrer i Guardia en octubre de 1936, en el aniversario de su ejecución en 1909. Y pocos meses después, el gobierno de la República equipararía finalmente a los maestros nacionales con los maestros laicos, tanto económicamente como en derechos laborales, consiguiendo Amalia el carácter oficial de maestra jubilada. Este hecho hizo posible que Amalia Carvia militara en la Federación de Trabajadores de la Enseñanza, adscrita a la UGT.  Este dato es también sintomático en una mujer de 76 años, ¿no crees?

Pues bien, el fascismo tomó nota de todo ello, y en septiembre de 1939 no dudó en detenerla en su domicilio y acusarla de ¡«rebelión militar»! por haber sido vicepresidenta del Comité Valenciano de la Liga de los DDHH. Este largo proceso sumarial, en el que Amalia estuvo en arresto domiciliario debido a su avanzada edad y a su delicado estado de salud, fue sobreseído finalmente, pero también dio como resultado que el Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo la procesara nuevamente en 1942, cuando hacía pocos meses que su hermana Ana había fallecido y Amalia se quedaba sin familia. Otro largo proceso y nuevamente en arresto domiciliario, con visitas semanales al juzgado, declaraciones continuas y una pesadilla de la que Amalia daba fe en algunas declaraciones del Sumario y que provocan una indignación indescriptible ante tanta saña en una anciana de más de 80 años con un estado de salud cada vez más deteriorado y con una tristeza infinita. Hasta 1947 no terminó todo el «calvario» que le infringió el franquismo y poco después fallecía en Valencia esta gaditana inmortal, ejemplo de mujer coherente, valiente y comprometida con la causa del pueblo como ha habido pocas.

-Amigo, ¿en qué andas metido en la actualidad; nos puedes dar alguna pista?

 -Bueno, me repongo de la tristeza que me embarga hablar del final de la vida de Amalia y te digo que actualmente estoy centrado con todas mis fuerzas en difundir la figura de Amalia Carvia, dando charlas o conferencias allá donde me invitan, incluidos institutos, y escribiendo artículos divulgativos. Pero también me he volcado en colaborar con el Colectivo de jóvenes historiadores de Cádiz llamado «Lumbre» para realizar en su ciudad natal un «Recorrido de Amalia Carvia» con varias placas de azulejos que recuerdan los años de su vida que pasó en Cádiz. Hasta ahora había una «Ruta de Salvochea» y hemos creído conveniente hacer algo modestamente parecido con una mujer tan influyente y de prestigio como Amalia. Por otra parte, y a eso te quieres referir sin duda, en breve saldrá una nueva investigación sobre el primer maestro laico de España, contemporáneo de Amalia Carvia, y del que ya tendréis noticias… Es un hombre esta vez, para que no se diga, pero el laicismo en la escuela y en la sociedad es un tema que siempre me ha preocupado mucho, y esa figura literalmente me ha impactado, a la vez que nuevamente me indigna su desconocimiento y abandono por parte de personas que se llaman demócratas y progresistas. Me estoy refiriendo a Vicente Ramírez Brunet, pero eso será otra historia...        

 

 

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