Cazarabet conversa con... Elena
Torregaray Pagola y Lidia González Estrada, dos de
las coautoras de la colección “Las mujeres en la República Romana” (Prensas de
la Universidad de Zaragoza)
La historia de Roma
cobra forma con Prensas de la Universidad de Zaragoza.
Lo hacemos
gracias a la publicación de la colección Las mujeres en la República Romana.
Ya hace un tiempo
difundimos la publicación de Cautivas desde la pluma de Enrique García
Riaza que tuvo la generosidad de contestarnos a nuestra entrevista, https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas2/cautivasriaza.htm y la de Esclavas y libertas de Pedro
López Baraja de Quiroga.
Ahora retomamos
el pulso con Ciudadanas de Estela García Fernández; Embajadoras y
espías de Elena Torregaray Pagola; Sacerdotisas
de Lidia González Estrada; Propietarias de Cristina Rosillo López y Mujeres
legendarias de Ana Mayorgas Rodríguez:
Nos acercamos a las diferentes sinopsis de
cada uno de estos “libretos”, casi a modo de facsímil, que componen y completan
la colección, Cuadernos Libera Res Pública.
Ciudadanas: Hoy en día solemos asociar la
ciudadanía con la participación política, y por eso se pone en duda que en la
antigua Roma las mujeres fueran realmente ciudadanas. Es cierto que las mujeres
no tenían acceso a los cargos públicos ni podían votar, pero ¿debemos entender
por eso que las mujeres romanas no eran ciudadanas? ¿Qué significaba ser mujer
y ciudadana en la Roma republicana? En las páginas que siguen se da respuesta a
estas cuestiones, analizando la naturaleza de la ciudadanía y las razones de la
autonomía e independencia alcanzada por las mujeres romanas. Lejos de vivir
relegadas al ámbito doméstico, las ciudadanas se hicieron presentes en el
espacio público y participaron activamente de la vida social y política de la
ciudad. Los derechos que otorgaba a la mujer una ciudadanía con un nervio más
jurídico que político serán un elemento clave de este proceso. Se aborda
asimismo el papel de la mujer en la transmisión de la ciudadanía a los hijos, y
cómo una extranjera podía llegar a convertirse en ciudadana. Por último, se
presta atención a un aspecto menos conocido, que ya desde época muy temprana
había muchas más ciudadanas romanas viviendo en distintas ciudades de Italia
que en la propia Roma.
Embajadoras
y espías: Lo sabemos por
la literatura, el cine y las series de televisión: pasar de embajadora a espía
es, a veces, una mera cuestión de perspectiva. Durante la República romana no
fue de otra manera, ya que la fina línea que separaba el éxito del fracaso en
diplomacia podía convertir a las protagonistas de heroínas en traidoras. Las
embajadoras de esa época se esforzaron por salvar a Roma en situaciones límite,
acreditando así su valor imprescindible para la supervivencia de la comunidad.
Más allá del rol tradicional que se les ha atribuido como esposas, hijas y
madres, las romanas formaron parte de la diplomacia como agentes necesarias
para negociar, mediar, interponerse y, si era preciso, suplicar. En ese
escenario se esperaba, además, que obtuvieran información practicando los
deberes de hospitalidad propios de la soft diplomacy. Pero la circulación de noticias puede
convertirse también en algo inquietante, en especial en tiempos de guerra, por
lo que las mujeres que se vieron involucradas en esas difíciles circunstancias
caían, en ocasiones, bajo acusaciones de espionaje.
Sacerdotisas: Las sacerdotisas son, para muchas
sociedades modernas, figuras envueltas en un halo de exotismo y fascinación,
percibidas con una mezcla de curiosidad y extrañeza. Pero ¿siempre fue así? En
la Roma republicana, existieron mujeres dedicadas a servir a las divinidades en
nombre de su comunidad. ¿Quiénes eran? ¿Qué tareas desempeñaban? ¿Qué
requisitos debían cumplir para ser elegidas? Aunque estas figuras han sido en
gran medida ignoradas, un nuevo acercamiento a las fuentes no solo revela su
presencia, sino también su significativa contribución a la religión romana, que
nos resulta, a la vez, familiar en sus objetivos y ajena en sus prácticas. En
estas páginas conoceremos a mujeres sirviendo a diversos dioses y diosas,
presidiendo sacrificios, formándose en su labor e incluso aprovechando su
relevancia y autoridad para influir en asuntos que iban más allá de lo
estrictamente religioso. Sus vidas y aportaciones nos invitan a reexaminar
nuestra percepción de la historia y a reconsiderar el papel de las mujeres en
las estructuras religiosas y sociales de la Antigüedad, abriendo una ventana
fascinante a una realidad que sigue siendo tan desconocida como relevante.
Propietarias: Hasta 1975, las mujeres españolas no
pudieron abrir una cuenta bancaria propia, regentar un negocio o firmar un
contrato sin el permiso de su marido. Sin embargo, en el mundo romano, ya desde
la República, las mujeres se convirtieron en propietarias, con todos los
derechos y deberes correspondientes. Tras la muerte de su padre, las mujeres
romanas podían heredar, trabajar, pagar impuestos, prestar y tomar prestado,
gestionar un negocio, comerciar, donar dinero a ciudades y asociaciones, administrar
libremente su patrimonio y firmar contratos con plena libertad. Todo ello les
ofreció progresivamente un mayor renombre y visibilidad en el espacio público,
tanto para su familia como para ellas de manera individual. Este cuaderno
estudia la variedad de actividades económicas en las que estuvieron implicadas
durante la República las mujeres romanas, tanto de la élite como de clases
menos pudientes, y los intentos de control de cierta parte de los senadores de
este poderío económico.
Mujeres
legendarias:
En la República romana, el espacio de la memoria estaba reservado al éxito
militar y político masculino. Las mujeres, encerradas en el ámbito doméstico y
religioso, estaban excluidas de esa conmemoración. Sin embargo, cuando dirigían
la mirada al pasado, podían ver una serie de personajes femeninos, únicos, que
habían tenido experiencias vitales distintas a las suyas. Eran diferentes,
aunque no por completo antagónicas. En parte simbolizaban lo que ellas eran, o
más bien lo que de ellas se esperaba, y también lo que se temía. Para nosotros
son todas mujeres legendarias, por excepcionales, pero también porque su
historicidad no siempre puede ser corroborada. La memoria de esas primeras
romanas es antigua y difícil de desentrañar. Este Cuaderno pretende esclarecer
cómo y por qué fueron recordadas algunas de esas mujeres en época republicana:
las sabinas, Tarpeya, Tanaquil y Lucrecia
Las autoras de
estos estudios e investigaciones:
Estela
García Fernández de Ciudadanas: Licenciada en Geografía e Historia y en
Filología Clásica por la Universidad de Oviedo (1986), se doctoró en
Historia Antigua en la Universidad Complutense en 1991
(Premio Extraordinario), donde fue además becaria del proyecto Testimonia
Hispaniae Antiqua (1988-1989),
Profesora Ayudante (1989-1994) y Profesora Asociada (1994-2001). Desde
2001 es Profesora Titular. Ha sido vicedecana de Investigación y
Doctorado (2014-2015) y vicedecana de Posgrado y Biblioteca (2015-2108).
Ha coordinado el Máster en Historia y Ciencias de la Antigüedad y el
Programa interuniversitario (UCM-UAM) de Doctorado en Estudios del Mundo
Antiguo. Miembro del Consejo de Dirección del Instituto Universitario de
Investigación en Ciencias de la Antigüedad (ICCA) de la UAM. Asimismo, es
miembro de la Red de Excelencia Libera res publica (LPR). Ha sido
investigadora principal de varios proyectos nacionales y ha
constituido, junto con Simone Sisani de la Università degli Studi dell'Aquila y con Enrique Melchor de
la Universidad de Córdoba, un grupo hispano-italiano de investigación, Diuturna Civitas, para el estudio de la autonomía local de las
ciudades romanas del occidente del Imperio. Ha dirigido hasta la fecha
nueve tesis doctorales. Actualmente dirige, junto con Ana Mayorgas, el Grupo de Investigación Ciudades
Romanas.
Elena Torregaray
Pagola de Embajadoras y espías: Profesora Titular de Historia Antigua en el
Departamento de Estudios Clásicos. Su investigación se ha centrado en la
República romana, con especial dedicación a la elaboración de la memoria
política en el seno de la aristocracia romana y al estudio de la diplomacia
entre los romanos y las comunidades que formaron parte de su imperio. Hasta
2020 ha dirigido 4 proyectos de investigación nacionales sobre la diplomacia en
época romana. También ha dedicado parte de su trabajo como investigadora al
estudio de la Historia Antigua del País Vasco. Ha dirigido varias tesis
doctorales, algunas de ellas en convenio de cotutela
con la Universidad Paris I-Panthéon-Sorbona. Ha sido
también profesora visitante en la Universidad de Paris I-Panthéon-Sorbona
y en la Universidad de Texas at Austin, esta última gracias a una beca
Fullbright para investigadores senior. Además, ha impartido cursos y seminarios
en las universidades de Génova, Ginebra, Edimburgo, MGIMO-Moscú, entre otras,
así como en el Institute of
Classical Studies-Universidad
de Londres.
Entre sus publicaciones destacan La elaboración de la tradición sobre los Cornelii Scipiones (1998), “Diplomatic Mobility and Persuasion between Rome and the West (I-II AD)” (2017), “Marsella en el imaginario
político-diplomático romano” (2018) y Algunas sombras en la diplomacia romana
(2020). También ha colaborado en Notitia Vasconiae. Diccionario de historiadores, juristas y
pensadores políticos de Vasconia (2019).
Lidia
González Estrada de Sacerdotisas: es contratada Juan de la Cierva en el
Departamento de Ciencias de la Antigüedad de la Universidad de Zaragoza y
pertenece al Grupo de Investigación Hiberus.
Cristina Rosillo López de Propietarias: Profesora Titular. Licenciada en Historia
por la Universidad de Deusto (San Sebastián). Doctora en Historia por la
Universidad de Neuchâtel (2005) e investigadora postdoctoral en la Universidad
del País Vasco (2005-2007). Humboldt Fellow en la Technische Universität Dresden, Alemania (2015-2017).
Ha sido IP de
tres proyectos de investigación del Plan Nacional de I+D, uno de ellos en
activo ("El censo durante la monarquía y la República romana”). Es miembro
de Libera res publica: red de estudios sobre la República romana y
coordinadora de su Red de Excelencia (HAR2017-90703-REDT). Forma parte del
grupo de investigación internacional Grupos subalternos e práticas populares na Antiguidade (Universidade
de São Paulo).
Líneas
de investigación
Historia política
y cultura política de la República romana tardía: prácticas políticas,
corrupción, opinión pública, papel del pueblo.
Memoria cultural
en Roma
Economía y
finanzas del mundo romano, especialmente las deudas y el mercado inmobiliario
Retórica romana.
Entre sus últimas
publicaciones se encuentra Public Opinion and Politics in the Late Roman Republic (Cambridge University
Press, 2017) y Political Conversations in the Roman Republic (Oxford University Press, 2022).
Ana Mayorgas
Rodríguez de Mujeres legendarias: Licenciada en Historia (1999) y Doctora en
Historia Antigua (2005) por la Universidad Complutense de Madrid, fue
becaria predoctoral FPU en el Departamento de Historia Antigua de dicha
Universidad de 2000 a 2003 y obtuvo igualmente una beca predoctoral de la
Fundación Caja Madrid para los años 2004 y 2005. De 2006 a 2008 fue
becaria posdoctoral MEC/Fullbright en la Universidad de California,
Berkeley y contratada posdoctoral en el Instituto de Historiografía Julio
Caro Baroja de la Universidad Carlos III de Madrid entre 2009 y 2010. Ha
sido posteriormente Titular Interina a tiempo parcial (2010-2016), Profesora
Ayudante Doctora (2016-2018) y Profesora Contratada Doctora Interina
(2018-2022) en el Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología.
En la actualidad es Profesora Titular en dicho Departamento.
Fue organizadora de los Encuentros de Jóvenes Investigadores de Historia
Antigua en la Universidad Complutense entre los años 2001-2004 y
2006-2009. En la actualidad es directora/gestora del Grupo de
Investigación “Ciudades Romanas” de la Universidad Complutense, Miembro
del Consejo de Redacción de la revista Gerión y Miembro de
la Comisión de Coordinación del Máster Interuniversitario en Historia y
Ciencias de la Antigüedad (Universidades Complutense y Autónoma de
Madrid).
Desde su tesis
doctoral, publicada en Oxford por los BAR International Series con
el título La memoria de Roma: oralidad, escritura e historia en la
República romana (2007), su investigación se ha centrado en el tema de
la memoria y la historiografía romana de época republicana. Este estudio
se hizo desde la perspectiva de la oralidad y la escritura antiguas, tema
al que ha dedicado igualmente una monografía: Arqueología de la
palabra. Oralidad y escritura en el mundo antiguo (Bellaterra, 2010).
También forma parte de su línea de investigación la historia de la cultura
y mentalidad romanas y especialmente el fenómeno de la helenización de
Roma. Sobre estas cuestiones ha publicado diversos artículos en revistas y
obras colectivas, y ha participado en congresos tanto nacionales como
internacionales.
Cazarabet
conversa con…
Elena Torregaray Pagola, autora de Embajadoras
y espías:
-Amiga, ¿qué es lo que os ha llamado
la atención del papel fundamental, diferente y diferencial de la mujer en Roma?
-Aunque tenemos
la idea de que los textos clásicos solo inciden en los aspectos diferentes de
las mujeres con respecto a los hombres -y para mal-, esto no es completamente
cierto. muchas veces, los autores clásicos señalan que la contribución de las
mujeres a la supervivencia y el desarrollo de la comunidad es esencial, por lo
que hoy en día, más que resaltar las diferencias, es importante que resaltemos
los aspectos colaborativos del papel de las mujeres. las mujeres colaboran como
los hombres en el desarrollo, la defensa y la prosperidad de la comunidad y,
por ello, son premiadas al igual que ellos, o castigadas cuando traicionan a
roma. no se trata tanto de un papel diferente de las mujeres en roma, como de
comprender la forma en la que se entiende en la literatura clásica su
visibilidad. y, al igual que los hombres de roma obtienen sus derechos de su
posibilidad de participar en la guerra y defender la república, en el caso de
las mujeres, sus derechos provienen de la maternidad y de la importancia fundamental
que este aspecto tiene en la demografía de las sociedades antiguas.
-¿Cómo era, en general, el papel de las mujeres
en la República Romana…?
-La posición de
las mujeres viene definida por su función esencial ligada a la maternidad. esto
determina en gran medida su posición social, tanto privada como pública. en el
ámbito privado, deben contribuir a la prosperidad de la familia y de la casa. en
el ámbito público, en las familias aristocráticas, se espera de ellas que
trabajen por la carrera política, militar y diplomático de los varones de la
familia a través de actividades de mediación. cuando representan intereses
privativos de las mujeres como colectivo actúan en grupo para obtener un
beneficio colectivo. además, legitiman su presencia en el espacio público
gracias al amparo de las actividades religiosas en las que participan para
contribuir a que la república sea próspera y cuente con el favor de las
divinidades que la protegen.
-Embajadoras
y espías es el tema dentro del papel de las mujeres en la República Romana que
tocas tú, Elena: ¿cómo eran nombradas embajadoras? porque me es más fácil
entender lo de elegir a espías e infiltrarlas entre los diferentes estratos de
poder, pero lo de embajadoras…coméntanos.
-La diplomacia
romana no se parece a la actual, no había embajadores propiamente dichos, y por lo tanto,
tampoco embajadoras. lo que hay fundamentalmente
son representantes de una comunidad para realizar una misión diplomática en el
momento en el que es necesaria una mediación en época de guerra. las
"embajadoras" romanas son elegidas como tales cuando los recursos
habituales han fallado y solo queda la posibilidad de recurrir a las mujeres
porque estas son las únicas a las que se les permite representar a roma
públicamente de un modo emocional, con llantos, gestos suplicantes y mucho
drama -algo impensable en un hombre romano-. por eso también son elegidas para
esta tarea por sus familiares, ya que no están ligadas a ningún oficio público
y las instrucciones que reciben provienen del ámbito familiar. también, al no
formar parte de los oficios públicos, no tienen una representación oficial, por
lo que su legitimidad como embajadoras proviene de su pertenencia a las
familias más importantes de roma, a las que se les reconoce un liderazgo
"natural".
-De
esta manera, se confirma que la información es poder, ¿verdad?, más que nunca.
¿es así?
-Siempre ha sido
así, desde la antigüedad hasta hoy en día. quien tiene información controla los
tiempos y como la capacidad de predicción humana es limitada, todo lo que se
pudiera saber por toda clase de vías, permitía actuar y tomar decisiones con
mayores posibilidades de éxito.
-Vosotras,
amiga, ¿habéis hablado e intercambiado información, investigación y demás en la
coparticipación de esta obra de facsímiles de Mujeres en la República Romana…?
-Todas las
participantes formamos parte de la red libera res publica con la cual nos
reunimos regularmente en eventos científicos, por lo que el intercambio de
impresiones e investigaciones entre todas nosotras es bastante regular y
fructífero.
-¿Qué podríamos aprender las mujeres de hoy de
las mujeres en la República Romana?
-No tenemos que
aprender nada de ellas, somos sus herederas directas. ellas pusieron las
piedras de un camino por el que seguimos caminando, pero nuestros contextos
históricos son diferentes. Si coincidiéramos milagrosamente en el mismo
espacio-tiempo, tendríamos con toda probabilidad desacuerdos profundos que no
provienen del hecho de ser mujeres sino de pertenecer a comunidades distintas,
con intereses diferentes. pero es necesario que tengamos muy claro de dónde
venimos para poder tomar decisiones sobre nuestro futuro. pese a que lo
contrario es una opinión muy común, la historia nunca se repite, pero enseña
cuáles fueron las opciones en el pasado y adónde llevaron las decisiones que se
tomaron.
-¿A las mujeres a vuestro juicio les imponían
más tareas o ellas fueron capaces, más bien, de imponer e imponerse, de alguna
manera, también…?
-Depende de
cuándo tuvieran que actuar de forma individual o colectiva. en grupo supieron
defender bien sus intereses y tocar las teclas necesarias para obtener aquello
que las beneficiara. individualmente, como todas las personas, algunas
destacaron y otras sufrieron abusos, pero todas ellas nos enseñan las claves
del comportamiento humano que debe entenderse según cada contexto histórico. no
hay más abuso o menos abuso hacia las mujeres en determinadas épocas, la
medición de la injusticia es una cuestión de seres humanos. su incidencia en
uno u otro género o colectivo explica, sobre todo, el momento histórico.
Cazarabet
conversa con… Lidia González Estrada autora de Sacerdotisas:
-Amiga, ¿qué es lo que os ha llamado
la atención del papel fundamental, diferente y diferencial de la mujer en Roma?
-Más que sorprenderme, despierta
en mí una gran admiración la resiliencia e inteligencia de estas mujeres para
dejar su impronta en el espacio público y privado con los terribles
condicionantes de género que tenían que superar dentro de una sociedad tan
patriarcal como la romana. Por ejemplo, vemos a mujeres que se sirven de su
posición social, riqueza o visibilidad para influir políticamente e intervenir
en esferas vetadas para las mujeres o en las que su participación estaba muy
constreñida. No obstante, no quiero limitarme a resaltar solo estos aspectos o
áreas «masculinizadas», puesto que las mujeres, al igual que en otras etapas
históricas, también estaban profundamente involucradas en las labores de
cuidado tanto a nivel familiar como comunitario. Un trabajo esencial en el
mantenimiento y desarrollo de cualquier sociedad y cuyo estudio histórico
debemos resaltar y reivindicar.
-¿Cómo era, en general, el papel de las mujeres
en la República Romana...?
-Resulta una pregunta
tremendamente compleja de responder. Los papeles serían diferentes dependiendo
de factores distintos como el estatus socioeconómico, la edad, la condición
jurídica (libre, liberta o esclava) y otros aspectos más específicos, por ejemplo,
si tiene asignado un cargo sacerdotal o no. En la antigua Roma como en la
actualidad, no hay una sola forma de ser mujer. No obstante, si nos centramos
en el modelo ideal de las clases más privilegiadas, se esperaba de ellas
recato, contención, una actitud piadosa y una apariencia digna pero silenciosa,
presentándose siempre como un ejemplo de virtud y empeño en los quehaceres
domésticos (lo que se representa idealmente a través del trabajo de la lana).
En las inscripciones funerarias vemos claramente expresado este ideal: casta,
pia, pudica, frugi (sobria), domiseda
(entregada a la casa), lanifica
(trabajadora de la lana) o univira (de un solo
esposo) son calificativos habituales para alabar a las mujeres. Pero debemos
pensar ¿tenía acceso a este modelo de comportamiento femenino una esclava o una
mujer pobre que debía trabajar en los oficios más variados para mantener a su
familia? ¿En qué medida se separaba este ideal de la realidad de las mujeres de
cualquier condición?
-Porque
todo esto que se nos relata acontecía en la República Romana... ¿fue a peor
después con la Roma Imperial?
-Suele reconocerse que el final
de la etapa republicana fue un momento de especial relevancia y libertad para
las mujeres, en particular para aquellas pertenecientes a las esferas
privilegiadas. Con el Principado de Augusto se impuso, sin embargo, una política
de regeneración que buscaba recuperar los ideales tradicionales de la sociedad
romana. Entre sus medidas destacaron las leyes destinadas a regular la conducta
femenina, preservar la dignidad y fomentar la natalidad. En cualquier caso,
tanto la época republicana como la imperial son muy extensas y se atraviesan
muchas diferencias en las condiciones de vida de las mujeres. Hablar de la
mujer romana en singular constituye siempre una simplificación, incluso si
hablamos de la mujer romana republicana o imperial: sus
experiencias fueron múltiples, cambiantes y estrechamente condicionadas por la
época, la posición social o el entorno familiar. Esa diversidad es,
precisamente, lo que hace tan valioso seguir estudiándolas.
-Aunque amiga siempre hubo mujeres
muy, muy ágiles e influyentes, ¿verdad?
-Efectivamente. La resiliencia e
inteligencia que comentaba antes no son exclusivas de las mujeres en la Roma
antigua. La historia está plagada de féminas que consiguieron hacerse un hueco
en distintas esferas de la sociedad, que sostuvieron a sus familias en las
peores condiciones y que contribuyeron de muy diversas maneras al conjunto de
sus comunidades. Seguro que todos podemos pensar en ejemplos cercanos… En las
últimas décadas hemos comenzado a rescatar y valorar su aportación como sujetos
históricos, una labor que debemos seguir ampliando, por ejemplo, a otros grupos
etarios. Actualmente el estudio de la infancia o la senectud está recibiendo
una creciente atención. En definitiva, estamos profundizando en el conocimiento
de aquellos que resultaban insignificantes para la concepción de la Historia
más tradicional y que, sin embargo, también fueron actores relevantes en el
desarrollo histórico de sus comunidades.
-Lidia,
¿cuál era el papel de las sacerdotisas en Roma?
-La respuesta es, en realidad,
compleja. En la Roma republicana existían diversas mujeres al servicio de las
divinidades, con distintos niveles de responsabilidad. Algunas actuaban como
asistentes rituales, participando en los sacrificios al portar objetos sagrados
o acompañar su desarrollo con música. Otras se encargaban del cuidado y
mantenimiento de los templos, o atendían directamente a quienes acudían con
distintas peticiones. En general, cuando hablamos de sacerdotisa (o sacerdos, en latín) nos referimos a una mujer que
ocupa un puesto elevado dentro de la estructura sacerdotal; es decir, a una
persona a cargo de los rituales más importantes, que preside los sacrificios y
que ejerce de intermediaria entre las deidades y la comunidad. No obstante, las
tareas concretas que desempeñaban dependían en gran medida del culto al que
estaban consagradas, que mayoritariamente, aunque no exclusivamente, estaba
dedicado a divinidades femeninas.
-¿Qué poder ejercían y por qué y cómo lo
desarrollaban? Ese poder ¿hasta dónde podía llegar y de qué manera?
-Su posición como intermediarias
entre la esfera divina y la humana les permitía mediar en ámbitos sociales y
religiosos, convirtiéndolas en figuras de autoridad dentro de la estructura
patriarcal romana. Su papel en la dirección de rituales y en la gestión de los
cultos bajo su responsabilidad las situaba en una posición ventajosa frente a
otras mujeres. Las vestales, guardianas del fuego sagrado de Vesta, son un
ejemplo destacado de esta autoridad religiosa, que podía traducirse en
influencia en distintos ámbitos de la vida pública, incluso en el político. No
obstante, dicha influencia no se ejercía de forma directa, ya que, como
mujeres, no contaban con poder político formal. Su participación se
manifestaba, por lo general, a través de relaciones interpersonales, en la
participación en redes información y gracias a la capacidad de actuación que su
labor sacerdotal les permite. Un ejemplo conocido es el de Licinia,
quien, para apoyar la campaña electoral de un familiar, le cedió su puesto
privilegiado como vestal durante unos juegos, demostrando así públicamente el
respaldo a su candidatura.
-Vosotras,
amigas, ¿habéis hablado e intercambiado información, investigación y demás en
la coparticipación de esta obra de facsímiles de Mujeres en la República
Romana...?
-La obra en sí misma es fruto de
la red de investigación «Libera Res Publica», una colaboración activa entre
especialistas dedicados principalmente al estudio de la República romana.
Participo en esta publicación como colaboradora y también como nexo entre
distintos grupos de investigación nacionales, como el Grupo Hiberus de la
Universidad de Zaragoza y el Grupo Deméter de la Universidad de Oviedo. Este
último cuenta con una larga trayectoria en el estudio de la historia de las
mujeres y del género, y resulta un verdadero placer colaborar con una red de
excelencia como «Libera Res Publica», junto a investigadoras de la talla y
experiencia de mis compañeras. Con la mayoría de ellas he compartido encuentros
científicos y publicaciones en los que hemos contrastado investigaciones y
resultados. Entre ellos destaca un congreso internacional celebrado en la
Universidad Pablo de Olavide, cuyo fruto fue el volumen Cives
Romanae: Roman Women as Citizens During the Republic,
editado por Cristina Rosillo y Silvia Lacorte.
-¿Qué podríamos aprender las mujeres de hoy de
las mujeres en la República Romana?
-Ya he mencionado lo inspirador
de su capacidad para resistir, desarrollar su vida y alcanzar sus objetivos
incluso en las peores condiciones. Sin embargo, creo que el estudio de la
historia de las mujeres y de género (centrado o no en la Roma republicana)
posee una virtud aún más relevante: ofrecer referentes. Recordarnos que los
modelos e ideales de comportamiento varían según las circunstancias históricas;
que no existe una única manera de ser mujer; y que siempre hemos formado parte,
en mayor o menor medida, de las esferas de poder, del mundo del trabajo más
allá del hogar, del arte y de la cultura, pese a lo que ciertos discursos han
querido transmitir. Recuerdo que, durante mi etapa como estudiante, un profesor
nos preguntó desde cuándo trabajaban las mujeres. Todos contestamos que desde
el siglo XIX, mientras que él, con una observación reveladora, respondió:
“Llevan haciéndolo toda la Historia”. Creo que obras como esta ayudan
precisamente a ponerlo de relieve y a contribuir a un ejercicio de justicia, al
rescatar sus biografías y destacar sus aportaciones.
-¿A las mujeres a vuestro juicio les imponían
más tareas o ellas fueron capaces, más bien, de imponer e imponerse, de alguna
manera, también...?
-No estoy segura de que se les
asignaran más tareas, pero lo cierto es que debían desenvolverse dentro de
márgenes mucho más estrechos y encorsetados. Aun así, supieron encontrar formas
de ejercer poder, aunque su condición femenina les impedía hacerlo de la misma
manera que los varones, cuyo ejercicio de la autoridad siempre se valoraba de
forma más positiva. Conviene recordar, en cualquier caso, que hablamos de
sociedades fuertemente jerarquizadas, donde la esclavitud formaba parte de la
vida cotidiana. En este sentido, las mujeres de las clases pudientes
disfrutaban de privilegios y ejercían dominio sobre amplios sectores de la
población, mientras que las esclavas constituían uno de los grupos más
sometidos, precisamente por su doble condición de mujeres y siervas. En
definitiva, las posibilidades de acceder a las esferas de poder y de imponer su
voluntad variaban considerablemente entre las propias mujeres, según su
posición social, económica o familiar.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)