Cazarabet conversa con...   Alfonso Domingo, autor de “La memoria habitada” (Eolas)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En este libro Alfonso Domingo nos brida una narrativa tranquila, sosegada… casi acompasada con los tiempos y los lugares; con los lugares y los tiempos.

Después de los que podríamos entender como un prólogo narrativo se adentra como un fino cuchillo en la mantequilla en el año vital donde la memoria está habitada y el mundo late, aunque solamente sea por un instante, de manera diferentes y diferencial.

La sinopsis del libro:

Este es un libro de narrativa cuyo hilo conductor es la infancia en un pueblo de Castilla y León. Un pueblo con castillo, con río, con fragua, pinar y todos los elementos de esa España rural de los años 60 que se incorporaba a la industrialización.

En el universo mítico de Turégano, recreado por la evocación de un niño, desfilan personajes singulares de aquel tiempo y aquella memoria donde estaban presentes las leyendas, la magia y la vida cotidiana, no menos extraordinaria en sí, con su dureza, pero plagada de pequeños ritos y grandes descubrimientos, de árboles, paisajes y animales. Un mundo fascinante que desaparecía deprisa. Cada generación asiste a un mundo que se pierde.

A través de estas páginas, como una novela construida con relatos donde alientan el recuerdo, la imaginación y el lenguaje de la época, se desenvuelven historias y tramas para recuperar un tiempo pasado, pero aún presente en el imaginario colectivo. Un tiempo con elementos de realismo mágico rural que se detiene en esas páginas para mostrarnos su belleza y su grandeza, mitificados en esa memoria tan habitada.

 

Nuestros Conversas con… Alfonso Domingo

Pólvora Mojada:

https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas2/mojarlapolvora.htm

Mirabilia:

https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas2/mirabilia.htm

Comuneros:

https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/comuneros.htm

El ángel rojo.Melchor Rodríguez, el anarquista que salvó a sus enemigos:

https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/elangelrojo2.htm

Historia de los españoles en la II Guerra Mundial:

https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/espanoles2GM.htm

A tumba abierta:

https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/atumbaabierta.htm

La serpiente líquida:

https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/serpienteliquida.htm

Héroes invisibles. Afroamericanos en la guerra de España:

https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/heroesinvisibles.htm

El enigma de Tina:

https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/domingo.htm

Dormíamos, despertábamos. Una película colectiva sobre el 15M:

https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/domingo.htm

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Alfonso Domingo:

-Alfonso ¿es este tu libro de narrativa en la que arrojas más tintes, cómo diría, autobiográficos, directa o indirectamente?

-Desde luego. No sólo son recuerdos de infancia. Es un libro de narrativa, yo diría incluso que una novela de relatos, sobre un tiempo, el de mi infancia, y un espacio, el del pueblo donde nací y volví a vivir durante dos años, Turégano, a 33 km de Segovia. Allí, en esos dos años que destinaron a mi padre a Canarias, en los años 60 del pasado siglo, fui con mi madre Antonia y mis hermanos Ángel y Carlos, a la casa de mis abuelos, Juana y Valentín, una casa donde estaba la fragua, la huerta, los animales, el jardín de las flores, el caz.... Valentín era uno de los herreros del pueblo, un pueblo que es otro protagonista del libro, con un soberbio castillo, con río, con pinar, con una plaza preciosa. Un escenario para esa infancia -aparte de esos dos años íbamos todos los veranos-, y allí se fueron desarrollando muchos de los episodios que se cuentan en el libro y que, sinceramente, creo que han sido parte fundamental en el mundo y la voz de mi literatura.

-¿La memoria habitada es aquella que observamos y que retomamos al aire  porque las hayamos vivido, las hayamos visto vivir o nos han habitado nuestras escuchas por el testimonio oral…?

-Las historias que hemos vivido son importantes, las que hemos escuchado porque nos las han narrado también, hay múltiples personajes que habitan esa memoria infantil. En el libro hay personajes reales, personajes de cuentos y leyendas que narraba mi abuelo y otros adultos, y finalmente, personajes inventados. También personajes de otros momentos y lugares de mi infancia que decidí incorporar, de Segovia... Es una amalgama de muchas cosas, pero creo que absolutamente literarias y muy vitales. En la presentación que hice en el pueblo, organizada por la asociación Castillo de Turégano, vinieron muchas personas, y algunas me empezaron a contar historias. La memoria está ahí. La tienen las personas y de forma colectiva, las familias, los grupos, los pueblos.

-Es una narrativa muy sosegada, con giros de cierto surrealismo, de cortes en los que haces volar la imaginación… la de unos niños que habiten donde habiten tienen eso dentro de ellos y necesitan, de alguna manera, sacarlo, ¿no?

-Bueno, hay también realismo mágico, momentos surrealistas, un mar que parece que va a llegar, pero del que solo arriban gaviotas, unos actores y actrices que vienen a rodar una película al pueblo, "Aquí hay petróleo", una monja que se lleva a las niñas del pueblo después de un pavoroso incendio, un cura que vende las palomas de la iglesia, trastadas y experimentos, en fin, muchas cosas, y claro, estaban en mi memoria, como la de mis primos Dori y Felipe, Pedro y Ester, que son también protagonistas. Poetas y filósofos, escritores, dicen que la única patria es la infancia, con lo que estoy de acuerdo. Y que también, de alguna manera, tenía que contarla. Era un tiempo difícil, duro, en el que los adultos tenían que luchar para salir adelante, pero con cosas preciosas, con momentos mágicos, con imágenes imborrables, que marcan. Había canciones, sonidos en el aire, olores, formas, animales, fenómenos naturales. Había esfuerzo y sudor, pero también poesía y música. Todo sonaba.

-Estructuras el libro con una especie de “entremés “introductorio, pero, luego, vas más allá y ya te sumerges en la estructura en la que las estaciones del año tienen su impronta, ¿no?

-Las estaciones, que en esos años se marcaban más, en un pueblo como Turégano ofrecían una variedad de contrastes cromáticos, de costumbres, y eso me ha servido para estructurar el libro y también para hablar de la naturaleza, que estaba muy presente y que condicionaba labores y espacios, tareas y paisajes. Para un niño curioso, como yo, esa naturaleza observada de cerca era algo muy gozoso, muy grato  

-Y es que es verdad, creo, que, en el entorno rural, antaño, mucho más que ahora, se vivía más en consonancia con las estaciones y el cambio del tiempo…

-Y cada estación tenía su ritmo, sus productos, sus imágenes, sus afanes. Y sus disfrutes, sobre todo en verano, claro, cuando más se podía estar al aire libre, con el campo, las mieses, el río, el pinar. Y con el contacto con un abuelo que me cazaba gorriones con la gorra o con mi abuela, que cultivaba flores en un rincón de la huerta y donde se asomaba a un banco al atardecer.  

-Eso ha cambiado tanto con la globalización, la pequeña aldea rural y cómo no el cambio climático…

-Turégano era un pueblo que tenía una fantástica feria de ganado. Yo aún recuerdo a los feriantes que se quedaban en el piso de la cuadra a dormir esos días, yo era un renacuajo de cuatro años. Luego vino la mecanización del campo y aquella feria, que se decía que era la tercera de España, se fue convirtiendo en feria de maquinaria. Las cosas cambian, y desde luego, hay mucha diferencia entre aquel tiempo y ahora. Yo he vivido varias revoluciones a lo largo de mi vida, esa mecanización del campo, en los años 60, un mundo que cambiaba muy deprisa, luego la revolución digital, y ahora la de la inteligencia artificial. Pero a pesar de todos los cambios, no he cambiado mi sistema de valores, unos valores que me dieron en la infancia mis mayores, mi abuelo, mis padres. Confiar en el talento y el esfuerzo, ser honrado y honesto, valiente y encarar las cosas de frente. 

 -Este libro es un tributo a todos esos pueblos, aldeas de las que la gente se fue alejando en busca de aquello de lo que se les iba privando…

-Pues sí, es un homenaje a mi familia materna, los Álvaro, a mis tíos, que salieron del pueblo todos menos uno, a esos pueblos y quizá a ese tiempo, al tiempo de mi infancia, ese tiempo que como digo, cambiaba tan deprisa. Ya lo he escrito y dicho varias veces: cada generación asiste a un mundo que se pierde. Ese movimiento del campo a la ciudad ha sido imparable, ahora parece que se puede producir el movimiento contrario, pero en los pueblos tendría que haber facilidades para volver, infraestructuras, servicios, comunicaciones, posibilidad de vida digna. De momento todo eso no se da.

-Porque, de entrada, casi nadie se va “por gusto”… se va porque no puede seguir viviendo en el pueblo y estudiar y /o acceder a ciertos trabajos, estudios y demás, ¿qué nos puedes decir?

-Lo que estamos hablando. Sin población, sin votos, los políticos no van a pensar en los pueblos. A pesar de que es un verdadero problema la despoblación, como o en Castilla y León. Quizá sea necesario que vengan inmigrantes, pero no vienen muchos por las condiciones existentes, escuela para los niños, trabajo digno, etc. Que os voy a decir que vosotros no sepáis, 

-En esta narrativa tan tuya, tan vuestra… tus personajes son personajes que, directa o indirectamente, has vivido o te has ido encontrando…

-Esos personajes que han habitado mi memoria, algunos mi imaginación, otros entran en un territorio híbrido. Es un libro de narrativa tan real, una novela de mi memoria. Y de toda una generación, con sus diferencias...

-Los escenarios dentro del principal escenario que es Turégano, ¿cuánto pesan y se compaginan retroalimentándose?

-Se interaccionan, disparan otros mecanismos. Esas imágenes grabadas en mi memoria funcionan como máquinas del tiempo, y traen sensaciones, historias, momentos, estados de ánimo. Son imágenes, que no sólo están en mi retina, sino también en esas postales de las que hablo en un capítulo, esas impresiones que subyacen y que traen información y emoción. Hay incluso historias de la guerra civil de mi abuelo y mis tíos Felipe, Pío, Agustín, Fermín. Las familias de aquel tiempo eran numerosas, mis abuelos Juana y Valentín tuvieron ocho hijos -además de los que he nombrado, Irineo, Casimiro, Maruja y mi madre-, sin contar otros cuatro entre muertos y abortos.

-¿Cómo era el concepto de la distancia en aquellas tierras y en aquellos tiempos?

-Para un niño, ya sabes, todo es más grande de lo que luego es. Las personas, las cosas, pero son enormes también la talla humana de los adultos. Mis padres, mis abuelos, mis tíos. Personas de una pieza. Con sus defectos, pero con sus virtudes, con sus valores. Gente de otro tiempo, hecha de otra pasta. Y el tiempo y el espacio se convierten en míticos. Elementos literarios, asimismo. 

-¿Las formas del querer, como las de odiar, vivir y convivir son ,en estos escenarios, más intensas?

-No sé, quizá. O se vivían de otra forma, no había tanta inflación de las redes, de lo digital, de la banalización de los sentimientos. Eran más puros, tal vez, el amor y el odio. O me lo parece. Una parte del libro viene de las cartas que le enviaba mi padre a mi madre, que rescató mi hermana Lali -la última en llegar a la familia- en el noviazgo, y en esos años que estuvo en Canarias. Ahora pueden parecer naifs, pero son absolutamente genuinas, puedo saber lo que pasaba por la mente y el cuerpo de mis padres, una información valiosa de ese tiempo, donde incluso ir a ver una película como Gilda tenía sus riesgos. El cura del pueblo criticó mucho a mi madre por ir a ver esa película con mi padre. Menos mal que mi madre era muy lista, como toda la familia materna, y superó esas críticas del cura para casarse con mi padre, que iba a verla en bicicleta todos los sábados. Si no hubiera sido así, ni yo ni mis hermanos existiríamos.

-Y si “el vivir” es más intenso, amigo Alfonso, ¿cómo es el morir?

-Ay, si lo supiera... Pregunta filosófica. Creo que hay que hablar de humor y amor, las dos divisas de mi escudo junto con el arte, la literatura. El morir es el olvido, es dejar que te coma la carcoma del tiempo. Es inevitable, claro, pero hay muchas formas de morir. Y de vivir. Esta vida es un milagro que a veces, no se aprovecha como debiera. Y la muerte, la gran niveladora, la única auténticamente democrática. Hasta que algún ricachón abominable de estos que los hay consiga la inmortalidad. Espero que nunca sea así. Qué aburrimiento, vivir eternamente...

-¿Qué necesitad vital, porque percibo, casi siento que es así... has tenido para escribir, La memoria habitada?

-Explicar, explicarme, hacer el viaje que alguna vez, hacemos los humanos hacia el centro de nosotros mismos, de cómo nos hicimos. Soy fruto de mis ancestros, de un tiempo y un espacio, y soy fiel a mi memoria. Y hago lo que creo que sé hacer, literatura. Todo va cambiando, la vida es dinámica, pero fuimos testigos de un tiempo y hay que dejar memoria. Quizá a alguien le sirva para algo. A mí me sirve.

-Pero, tristemente, hay una fina línea roja que hace que esa memoria que algunos nos empeñamos en habitar se pueda deshabitar, ¿no?; ¿qué nos puedes reflexionar?

-Bueno, solo deshabitamos el mundo cuando desaparecemos. Todo cambia, nada es permanente, incluso la memoria es relativa. Pero todo nos debe de valer para el disfrute, para crear historias, para hablar de personas, de la condición humana y de esa aventura que vivimos todos al habitar el tiempo. Ojalá lo sigamos habitando muchos años más. Yo disfruto escribiendo, leyendo, y tengo aún cosas que contar. Lo haré mientras siga en este mundo en el tiempo que me sea concedido. Y disfrutaré de la belleza, de la verdad (cada vez más huidiza), de la amistad, del humor, del arte, y del amor. Hay muchos refugios, cada uno tiene el suyo o los suyos para superar este mundo tan terrible en el que vivimos. Y al mismo tiempo, tan fascinante. Aún tengo ansias de vivir. Y ansias de reír. La vida merece la pena, a pesar de todo.

 

Fotos:

-         Autor de la primera foto: Óscar Rivilla

-         Autora de la tercera foto: Carmen Estévez

-         Fotos de la presentación del libro en Turégano con su hermano Carlos Domingo (autor: Narciso Tejedor del Real)

 

Los músicos Luisa y Cuco Pérez en la presentación del libro en Turégano

 

                                       

Alfonso Domingo con su madre, sus dos hermanos y su prima Dori en la plaza de Turégano                                       La fragua del tío Felipe

 

   

Alfonso Domingo con sus hermanos, sus abuelos, algunos primos y tíos en la huerta de Turégano

 

_____________________________________________________________________

Cazarabet

Mas de las Matas (Teruel)

http://www.cazarabet.com

info@cazarabet.com