Cazarabet conversa con... Francisco J. Leira Castiñeira, autor de “Los Nadies de la
Guerra de España” (Akal)
Francisco Jorge
Leira Castiñeiraescribe sobre los que han pasado “como desaparecidos” desde la
Guerra de España… los que son parte del olvido, aun siendo historia.
Formaba parte de
la colección Akal Anverso.
La sinopsis:
Sueñan los Nadies de la Guerra de España que algún día llueva de pronto el
reconocimiento que merecen, pero ni en llovizna les cae del cielo. Por contra,
la tormenta del olvido les sigue empapando. Por mucho que nos llamen, solo
tienen por respuesta el silencio. Después de tres años de guerra y cuatro
décadas de dictadura, no se cuestionaron los relatos de los grandes nombres,
las inamovibles dicotomías y la eterna narración de las dos Españas fratricidas
que se mataron a garrotazos. Más de cuarenta democráticos años después, y a
pesar del esfuerzo de activistas e historiadores, los Nadies siguen sin ser
alguien, y parece que para nuestra sociedad resulta más cómodo así: los Nadies
valen menos que el consenso que los olvidó.
Leira Castiñeira,
en la presente obra, devuelve a los Nadies al lugar que les corresponde en las
páginas de la Historia. Dando voz a María y Urania, a Juan, a Francisco y
Dorinda… el autor nos muestra una época con muchas más aristas de lo que los
relatos dominantes nos han legado.
El autor: es
doctor en Historia por la Universidade de Santiago de Compostela. Mereció el
Premio Miguel Artola 2019, prestigioso galardón que convoca anualmente la
Asociación de Historia Contemporánea y el Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales del Ministerio de Presidencia del Estado español. También
realizó la licenciatura en Historia, un máster en Historia Contemporánea, ambos
en la Universidade de Santiago de Compostela, y un máster en Ciencias
Documentales en la Universidade da Coruña. Ha sido visiting fellow en el
University College Dublin – Centre of War Studies.
También ha
recibido el Premio en Ciencias Sociales Juana de Vega, así como una mención
honorífica en el concurso de ensayo George Watt de la ALBA-VALB de Nueva York,
ambos en 2012. En 2021 obtuvo un accésit en el Premio Javier Tusell de la
Asociación de Historiadores del Presente. Su libro, editado junto a Miguel
Cabo, A Xustiza pola man. Violencia e conflictividade na Galicia
contemporánea (2021), fue nominado en los Premios de la Crítica del Libro
Gallego. Es autor de Soldados de Franco. Reclutamiento forzoso,
experiencia de guerra y desmovilización militar (2020),que va a ser
traducido al gallego y al inglés. En Ediciones Akal contamos con su Los
Nadies de la Guerra de España (2022).
García Castiñeira
ya ha estado con nosotros:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/soldadosfranco.htm
Y estos dos libros los ha publicado en gallego
y en inglés:
Soldados
forzosos. A memoria esquecida da guerra civil (Vigo: Galaxia, 2021)
Y el
editado junto con Ángel Alcalde y Foster Chamberlin) The Crucible of
Francoism: Combat, Violence, and Ideology in the Spanish Civil War (Sussex:
Sussex Academic Press, 2021)
Cazarabet
conversa con Francisco Jorge Leira Castiñeira:
-Amigo Francisco, ¿qué es lo que te
llevó a investigar sobre estos soldados, militares, milicianos y milicianas que
hicieron la guerra de España…que portaron y dispararon sus armas contra sus
conciudadanos y conciudadanas da igual para qué bando lucharan porque partes de
la base de que todos fueron casi invisibles, pero de estos invisibles se valen
las guerras para hacerlas como una “bola de nieve”?
-Muchas gracias
por interesaros por el libro, siempre es un placer hablar con vosotros.
Enhorabuena por la importante labor de difusión cultural que hacéis.
Respondiendo a la
pregunta, continúo lo que empecé con mi tesis doctoral y publicada por Siglo
XXI España con el título de Soldados de
Franco. Reclutamiento forzoso, experiencia de guerra y desmovilización militar
(2020). Considero que el golpe de Estado de 1936, en el contexto del fascismo,
supuso un punto y aparte en la evolución sociopolítica y cultural del Estado
español. Lo que ocurría aquí, para bien y para mal, no era muy distinto de lo
que sucedió en cualquier otro país de nuestro entorno. Los niveles de
alfabetización iban creciendo poco a poco, la sociabilidad de asociaciones,
clubes, sindicatos y partidos políticos era muy importante y con la llegada del
siglo XX se gestó una élite intelectual, con una importante presencia de
mujeres, de gran nivel. Sin embargo, como dije no ocurrió nada distinto, aquí
también se impuso el fascismo como en Italia, Portugal, Austria, Alemania,
Grecia o Francia, la diferencia, es que en España fue a través de un golpe de
Estado dado por el sector más radicalizado del Ejército y que desembocó en una
cruel y larga guerra civil. Luego, al contrario que en los países de nuestro
entorno, el fascismo no fue derrotado y juzgado en 1945, sino que continuó en
el poder, en lo que podría ser una “excepcionalidad ibérica”. Aquí surge el
interés en este periodo, pues es el momento en el que el castillo de naipes que
se construyó, no sin atrancos, se vino abajo. Al analizar la sociedad previa al
golpe de Estado, no veo esa violencia política que tanto descontextualizan y
magnifican los revisionistas, sino cambio en las mentalidades y evolución
democrática. Lo que pudo haber sido y no fue.
Luego, en tú
pregunta está implícito mi otra preocupación: “Hablas de soldados, militares,
milicianos y milicianas”, no de Ejército o milicias armadas. ¿Qué quiero decir?
Que busco dar capacidad de agencia a aquellas personas, a través del análisis
de su relación con el contexto, con las estructuras sociopolíticas y
culturales, de su comportamiento y de sus decisiones. Por lo tanto, no es un
ejército, relativamente monolítico, sino como interactuó en aquel periodo una
persona corriente. Así dejan de ser víctimas del contexto o una parte
indeterminada del mismo, sino quienes apretaron el gatillo y me interesa
averiguar (sabedor de que nunca podré conocer la totalidad de lo sucedido) los
múltiples por qués.
En los últimos
años, casi desde el 2000 en adelante, hubo un progresivo interés en el estudio
de los individuos y como se relacionan con su entorno, no solo en la Historia,
sino en la Sociología cualitativista o la Ciencia Política. Asimismo, tanto los
“herederos” del gran Carlo Ginzbourg, por ejemplo, en España con Anaclet Pons y
Justo Serna, y su microhistoria, llevan trabajando en esa línea. Me gustaría
destacar el papel de los cronistas e historiadores locales, que realizan una
labor increíble y que, en cierto modo, han sido denostados por la academia. En
este sentido, con el movimiento de la llamada “recuperación de la memoria
histórica”, hay salido a la luz muchas historias de personas “borradas de la
Historia” que no del recuerdo social y colectivo. Creo que, con distintos
objetivos finales, debemos tener todos/as un punto de encuentro en el que
debatir y dar a conocer nuestra forma de conocer y analizar el pasado. Somos
muchos/as los que tenemos esta preocupación y yo, simplemente soy uno más de
muchos/as.
-Ahondando
un poco más sobre la pregunta anterior porque veo, leyendo, ¿hay o hubo algún
incentivo, no sé cómo tuyo propio, ¿qué te ha hecho investigar sobre esto?
-Por varios
motivos. Siempre me ha interesado, y sigue interesándome, hacer una biografía,
pero no encuentro al personaje adecuado. Espero que surja alguna vez o que
alguien me lo sugiera. Por otro, la lectura de la obra de Carlo Ginzbourg
provocó que pensase “yo quiero hacer algo similar”, nunca igual, pues me parece
que él es uno de los grandes intelectuales de nuestro tiempo mientras yo “un
joven aprendiz de pintor”. Finalmente, tuvo una gran influencia lo que vine
haciendo en mi doctorado, en gran medida gracias a Andrés Domínguez Almansa, mi
codirector de tesis, que debió realizar unas 400 entrevistas de las más de 500
que hizo el Proyecto “Nomes e Voces” dirigido por Lourenzo Fernández Prieto (mi
otro director de tesis). Las charlas con Andrés, en las que era capaz explicar
procesos sociales muy amplios a través de lo que le contaron en aquellas
entrevistas, me maravillaban. Me quedaba embobado escuchándolo hablar, que no
pontificar, y siempre salía con la sensación de “como es capaz de que cada día
tiene una idea brillante”. De algún modo, este es el libro de debía haber
escrito él. En cierto modo, es el culpable de esta preocupación. También, como
no podía ser de otra manera, la obra de Antonio Cazorla, que creo que es el
mejor historiador de la Guerra Civil y el franquismo. Me encanta la
sensibilidad con la que trabaja.
Cuando termine
ese libro, como soy muy inquieto, pensé en que poder publicar y tuve dos ideas.
O algo relacionado con mi investigación posdoctoral o ese proyecto sobre “Los
Nadies”. A la editorial le pareció más atractivo el segundo y me lancé. El
libro fue cambiando y creciendo con el paso del tiempo. Trabajé de distinta
forma que, para la tesis, pues escribía de un capítulo mientras investigaba
sobre otro. Al ser capítulos tan diferentes, en los que hay una amplia variedad
social, eso sí, sin ánimo a ser exhaustivo, me sirvió para que pudiera
“oxigenar” y “aclarar” las ideas para iniciar la redacción del siguiente
capítulo con fuerza. Así luego, volvía atrás para releer (con la ayuda de mi
editor, Alejandro Rodríguez) lo ya escrito. Fue un libro muy estimulante, pues
me tenía que ir renovando progresivamente para cada capítulo, hay historia de
soldados, de milicianas, de anarquismo, de la represión revolucionaria en la
zona republicana, algo de historia de la Iglesia en España, el republicanismo
de izquierdas y sus variantes gallegas, las campañas militares en África, el fascismo
español en vertiente trasnacional o el antifascismo trasnacional, son algunos
de los temas. Fue un reto muy agradable de llevar a cabo, se lo debo a mi
editor, a mi padre (que también leyó el libro) y a un montón de colegas
especialistas en cada tema que me fue asesorando y que están citados en los
agradecimientos.
Aunque quiero
dejar claro, que no hago nada nuevo. La particularidad de este libro es que
recojo distintas voces de los que no salen en los grandes libros de Historia,
pero es una tendencia que está plenamente asentada en España, desde los citados
Pons y Serna, a Nerea Aresti, Ángel Alcalde, David Alegre, Miguel Alonso,
Gonzalo Berger, Antonio Cazorla, Eider de Dios, Miren Llona, Óscar Rodríguez
Barreira o Sofía Rodríguez, entre otros muchos.
-Los perfiles de todos “esos nadies”
son muy diferentes porque, claro, son personas diferentes…aunque combatan en un
“mismo campo de batalla”, pero también tendrán convergencias… ¿no? Aunque las
convergencias, esos denominadores comunes… ¿dónde empiezan y dónde terminan?
-Sí, hay
convergencias y diferencias. El hecho, de que trabaje con individuos con
nombres y apellidos y les de esa capacidad de agencia, obliga a mostrar ambas
cuestiones. Por un lado, existe un contexto sociopolítico y cultural del que no
pueden escapar, cada uno con su casuística, pero que es superior a ellos. Esa
es la principal convergencia, y una de las posibles conclusiones del libro es
que, a veces no podemos salir de ellas. Hay instancias superiores, que se ven
más o menos, pero que nos impiden tomar algunas decisiones o no ser
contradictorio con nosotros mismos.
La diferencia es
como la persona actúa en esos márgenes en los que puede decidir. Ahí, reside la
diferencia. Si es un verdugo, si aprieta el gatillo, si delata, si salva a un
huido, etc. No pretendo juzgar, expongo
los hechos y que sea el lector/a el que lo haga. No me veo en disposición de
hacerlo. Creo que nadie, a título personal, podría hacer porque no sabemos cómo
actuaríamos en ese contexto. Quiero que el lector/a se mire al espejo y que
reconsidere su forma de estar en el mundo y sin justificar lo injustificable
(ni blanquear el fascismo) comprendan parte de ese mundo del que nos alejan
muchos factores. Hay una tendencia, peligrosa, a creer que nuestra generación
actuaría de forma distinta en los años 30, en los 60 o en los 70. Creo que la
Historia debe servir para comprender como llegamos a la actualidad y en el
presente actuar en defensa de lo que consideramos correcto, siempre desde los
márgenes que remarcan la democracia y los derechos humanos.
-A estos “nadies”
¿les solapa, a todos y a todas, el propio silencio que vertió la dictadura a
modo de “autoprotección”…?
-No exactamente.
Para empezar, tengo que decir que no todos son “igual” de “nadies”. La primera
alcaldesa gallega, Urania Mella (hija del intelectual anarquista Ricardo Mella)
o el capitán Rodríguez Lozano más conocidos. Superaban el ámbito familiar a uno
más social. Se podía decir, que el silenciamiento institucionalizado por la
dictadura (a golpe de represión) y que no mitigó la democracia, hizo que se
crease una nebulosa en la que estos (y otros muchos/as) “nadies” permanecieron
en el recuerdo de ciertas comunidades. No se habló de ellos y de los que, si se
habló, se manipuló su Historia para legitimar la dictadura, como pudo ser el
caso del recluta forzoso muerto en el Castillo de Olite, Francisco Pérez Ponte.
Creo que es hora
de que salgan de esa nebulosa y aparezcan en los libros de Historia. Me
encantaría que este simplemente fuese un libro más de muchos “Nadies”, quizá,
ahora analizar la siguiente generación, los que vivieron en la posguerra, una
posguerra de hambre, propaganda e “historias que nunca habían ocurrido”. Espero
que Akal, acepte la propuesta (ríe).
-Aunque
“los nadies” de entre los sublevados sí que fueron recordados, homenajeados….
esculpidos sus nombres en memoriales de piedra junto a cruces… ¿qué nos puedes
comentar en contraposición a los que todavía hoy se encuentran en cunetas,
deslocalizados?
-Hay que matizar
una cosa, pues en todo momento, aunque a veces no lo pueda conseguir, trato de
evitar las dicotomías. No todos los “sublevados” fueron recordados y se conoce
dónde están enterrados. Uno de los protagonistas del libro, es un recluta
forzoso, estudiante, que falleció en Escombreras (Cartagena) y que se desconoce
dónde están sus restos. Es cierto, que hicieron homenajes a todos los muertos
en el Castillo de Olite y se creó una asociación de supervivientes y
familiares, pero el recuerdo que creó la dictadura de ellos sirvió para
legitimar la dictadura. Es conveniente decirlo, porque, aunque no sea
comparable, ellos fueron homenajeados y recordados, pero al gusto del poder. No
hay una construcción de su trayectoria desde la perspectiva democrática.
Tampoco, de los religiosos asesinados por las milicias en territorio controlado
por el gobierno legítimo de la República. No todos los religiosos eran
fascistas, ni querían un golpe de Estado. Ojo, que como he dicho, la
posibilidad de estudiar a las personas corrientes, les da capacidad de agencia
y muchos de ellos no se opusieron al golpe como si hicieron otros muchos.
Dicho esto, pues
más de uno me llamará revisionista por señalar esto, no es comparable lo que
sufrieron unos con lo que sufrieron otros. El asesinato, el desconocimiento de
donde están enterrados y el silenciamiento institucionalizado de la dictadura y
de la democracia, es algo vil y humillante para las familias, pero también para
todos los demócratas. Para que os hagáis a una idea de lo que ocurrió en
democracia, o mejor dicho de lo que no pasó, a la primera alcaldesa de Galicia
(protagonista del último capítulo del libro), cuando llegó la democracia el
primer homenaje que recibe es por ser una buena enfermera, no por romper ese
techo de cristal, ni por estar cinco años en una de las peores cárceles de
mujeres del franquismo.
Por eso, la
situación es muy grave con aquellos, que en pleno 2023, siguen en las cunetas.
Por eso, es inadmisible que haya partidos políticos que se nieguen a aceptar la
necesidad de una Ley que los amparen y traten de dignificarlos. De lo contrario
seremos cómplices de aquel pasado de violencia. No se puede demorar más la
ayuda a esas familias, pues no solo dignifica a las víctimas y a sus allegados,
sino a toda la sociedad. Que partidos políticos con amplia representación en el
Congreso denominen a la Ley de Memoria Democrática como una forma de reescribir
la Historia, cuando el líder de la oposición dice que “fue una pelea de
nuestros abuelos”, cuando el que se presenta a liderar la moción de censura del
partido de extrema derecha Vox, dice que hubo malos en los dos lados, se están
riendo de las víctimas y de la democracia, y ellos no caben en ella.
Creo que entre el
matiz que incorporo y la denominación, por algunos grupos, de equidistante, hay
un trecho. Allá cada uno con sus intereses.
-¿Por
qué el olvido y el silencio fue---yo diría más lo segundo--- el arma que más
utilizó el franquismos con ayuda y con muchos cómplices como el retorno, más
que nunca a una educación patriarcal, con la Iglesia , con el escarmiento …?
-Es por lo que he
dicho antes. El franquismo necesitaba legitimarse y silenció lo que no le
interesaba según el momento, y utilizó a algunos grupos. Tras el conflicto, la
legitimidad procedía de la victoria militar, por eso se construyó el Valle de
los Caídos. La sangre derramada, propio de la ideología fascista, era la que
legitimaba que asesinaran a millones de personas que “no eran españoles” (como
estudió Xosé Manoel Núñez Seixas).
Con el paso del
tiempo, cambiaron el discurso. Llegó la (falsa) Paz de Franco, la (falsa)
reconciliación nacional, y la guerra quedó silenciada de manera institucional
hasta el 2007 con la aprobación de la llamada Ley de Memoria Histórica. Hasta
ese momento, no se podía salir del camino marcado por los poderes fácticos.
-¿Por qué ,me da, que has tenido que
luchar contra viento y marea para conseguir documentar buena parte del libro,
qué es lo que te ha costado más y a qué lo atribuyes?
-(ríe) no tanto,
de verdad. Tuve la suerte de que conté con el apoyo y ayuda de las familias.
Ellos me cedieron la documentación oficial, cartas, diarios o memorias que
tenían en casa. De ahí la propuesta de la Historia Pública que hago en el
capítulo final.
Esta generación
quiere conocer lo sucedido en aquellos años, pero no como se les explicó en los
institutos, sino conocer lo que padecieron sus familiares, porque es una
generación demócrata. Son conscientes de que ellos no son herederos de nada.
Les da igual el bando por el que lucharan sus antepasados, quieren saber que pasó,
que les pasó a ellos, y así conocer aquel pasado.
Luego, como
cualquier otro trabajo de investigación histórica utilicé: fuentes de archivos
civiles y militares, fuentes hemerográficas y entrevistas orales a sus
familiares o a ellos mismos. En este sentido, ha sido fundamental la labor que
desarrollaron proyectos de investigación como Historia (impulsado por Isaura
Varela, Xurxo Pantaleón y Marc Wounters) o “Nomes e Voces” (del que fue
investigador principal mi director de tesis, Lourenzo Fernández Prieto, y fue
miembro mi otro tutor, Andrés Domínguez), en la recuperación de la vida de
personas sin historia a través de la recuperación de documentación persona y
entrevistas orales. Soy deudor de lo que hicieron muchos/as investigadores
antes que yo, especialmente, destaco a Andrés Domínguez y a Lourenzo Fernández.
También, del Museo Virtual de la Mujer Combatientes de Gonzalo Berger y Tania
Batllò.
-¿Por
qué “se teme” o mejor dicho “se cree” como invocando a un mantra que si miramos
y preguntamos o nos preguntamos sobre nuestro pasado compartirnos abrimos
heridas y abriendo heridas no vamos a ningún sitio….? ¿Cómo fue el acercarte a
cada uno de “estos nadies”?
-Muy emocionante
y no puedo negar que terminas empatizando con ellos. Luego, tiene que haber un
momento en el que te tienes que separar y analizar fríamente lo que hicieron.
Pero, no puedo negar que algo de mi hay en todos ellos/as
-¿Tratas
de romper algunos tópicos desde este libro como casi premisa o de desmitificar
algunos prejuicios como que los militares
son todos beligerantes y no pueden ser pacifistas? , por poner un
ejemplo de uno de “esos nadies” a los que te acercas…
-Todas las
categorías que usamos los historiadores/as/sociólogos/as/politólogos/as son
cambiantes. No es lo mismo el concepto de democracia de los años 30 que la de
los 70 que la actual. Y dentro de cada periodo existen diversas formas de
comprender esa idea. Partiendo de esa premisa, la sociedad de aquel tiempo
tenía sus categorías y no pueden equipararse con las actuales. Sería
extemporáneo.
Pero si, la idea
del libro es la de romper con ciertos clichés que hay sobre la Guerra Civil
española. No todo el ejército fue golpista, ni africanista, ni fascista. Los
hubo republicanos o socialistas y que no estaban a favor de las guerras. Pero
el mismo militar que es pacifista, luchó por mandato de sus superiores en
África. En el fondo, es una forma de ver lo contradictoria que es la naturaleza
de los seres humanos. No quiere decir que no fuese pacifista, pero no se opuso,
por diferentes motivos, a combatir, a matar y morir, en una guerra. Luego, fue
asesinado por los golpistas, por compañeros suyos.
Por otro lado, un
golpista, llegó a capitán como consecuencia de que e su localidad hubo un
prófugo y tuvo que ocupar su lugar para hacer el servicio militar cuando el
quedó fuera de la cuota. Esa casuística provocó que fuese destinado a África,
ascendiese en el escalafón y pidiese quedarse en el Ejército, ascendiendo a
capitán. Por decirlo de algún modo, no es el prototipo de militar, hijo de
militar curtido en las campañas de África que decide dar un golpe de Estado.
-¿A
qué soldados, militares, gentes que empuñaron armas en defensa del lado
sublevado o en defensa de la II República te ha sido más difícil de acercarte…?
-A las mujeres.
De las milicianas hay mucha propaganda y poca documentación. Por suerte, es
algo que Gonzalo Berger ha solucionado con su reciente libro Milicianas. El ejemplo que escogí yo, es
el de una comisaría de guerra de la que solo han escrito hombres sobre ella. No
hay documentación de que hubiese una miliciana con ese nombre, una mujer
llamada así y que vivía en Madrid si (Antonia Portero Soriano), pero no
documentos. Las referencias que salen en la prensa o en los diarios de Enrique
Lister, son calcados, son el mismo repetido. En teoría llegó a puestos de
responsabilidad, tuvo que empuñar un arma, matar y morir, como así fue, por la República.
Pero nada más, que su historia relatada por la prensa, un año más tarde, tengo
de ella. Hasta la foto, es siempre la misma.
Con esto no
quiero decir que no existiese, y menos aún, que no hubiese milicianas, Gonzalo
Berger y Tania Batllò lo han demostrado con fuentes y creado una increíble base
de datos. Pero… lo que quiero destacar es que el patriarcado tuvo influencia
incluso para hablar en nombre de ellas.
-¿Cómo
crees que influyó a los soldados,
militares – a los que te acercas--- las guerras de África en el devenir del día
a día?
-Como todas las
guerras. Cansancio físico y mental. En las memorias que existen de cualquier
guerra y de cualquier soldado, se lee entre líneas una cierta incredulidad por
lo que viven. Llega un punto en el que la vida pierde la importancia que tiene
en periodos de paz. No por el mandato de la masculinidad (o no al menos en
todos los casos), sino al trauma que genera estar metido en esa vorágine de
violencia y muerte. Al final, quieren que todo acabe y a veces no ven más
salida que la muerte. De ahí que muchos actos considerados heroicos deban ser
revisados, a veces, se debía a otros motivos que el que se utiliza en la
propaganda.
-Te
haces muchas preguntas en el capítulo final del libro porque tienes
incertidumbres que han surgido, como a tropel durante la investigación versus
escritura del libro?
-Fue un libro
distinto. La escritura y la investigación fueron al mismo tiempo. Mientras
escribía de una persona, investigaba de otra. Como cada capítulo era distinto,
cada uno me dejó preguntas.
Creo que es más
honesto preguntar al lector que piensa de lo que ha leído que pontificar y
decirle lo que es. Eso no quiere decir que no responda mis propias preguntas,
pero con el matiz de que espero que el debate que suscite, me haga repensar lo
escrito. Obviamente, espero que el debate que genere sea mayor que el de
llamarme “equidistante” o, como algunos en twitter “que te lea Txapote”.
Reconozco que el libro no será una referencia historiográfica, ni yo E. P.
Thompson, pero creo que se pueden hacer análisis más finos.
-Cómo
ha sido el proceso y la tarea ardua de investigación que, además tiene mucho a
ver con el proceso de documentación? -La investigación, la recopilación de
documentos, el contrastar todo ello; el aproximarse a testimonios más o menos
directos sobre vuestro trabajo… es una tarea que requiere de trabajo,
minuciosidad, pero también de mucha gratificación… ¿qué nos puedes decir?
-Pues poco más de
lo ya dicho o de lo que puede decir cualquier colega de profesión. Soy un
historiador social, por lo que tengo más preocupación por esos aspectos, pero
el proceso es el mismo. Eso sí, reconozco mis limitaciones. El pasado es una
reconstrucción en base a una metodología rigurosa, no existe. Eso hice y de
muchos casos, no tengo toda la documentación que me gustaría para explicarlo
todo. De ahí, que cada capítulo tenga muchas lagunas y que sean resueltas con
preguntas y con mi visión. Trato de dialogar con el lector/a
Luego, está el
contraste de fuentes personales, de archivo, hemerográficas y de lo escrito por
otros compañeros.
-¿Deberíamos
aprender de cómo se acercan otros investigadores históricos que investigan
sobre hechos trágicos acaecidos en su inmediato entorno en otros países?
-Es fundamental.
La nueva tendencia de los estudios trasnacionales me parece muy importante. En
España tenemos los libros de Javier Rodrigo, Xosé Manoel Núñez Seixas o David
Alegre (de los que han salido últimamente). Debemos entender y eso trato de
explicar a mis alumnos de la asignatura de Historia Contemporánea de España,
que todo está conectado de algún modo. Que el liberalismo, el fascismo, los
movimientos obreros, las revoluciones, tienen diversas caras y que afectan a
todo el mundo. Lo mismo digo de la necesaria Historia decolonial y poscolonial.
¿Acaso no hubo revoluciones liberales en Sudamérica? O un ¿fascismo? (como
demuestran en una reciente obra Leandro Pereira y Gabriela de Lima Grecco)
Además, el
contacto con otros investigadores/as y con los casos que estudian, pueden
ayudarnos a encontrar muchas interpretaciones o fuente.
-Amigo
Fran, ¿qué metodología de trabajo sueles seguir? ¿Trabajas sobre un guion de
cuestiones y/o preguntas sobre las que ir encontrando respuestas?
-Si, primero me
planteo que pregunta quiero responder. A partir de ahí, todo va creciendo y a
veces el propio trabajo te lleva por sitios que no tenías pensado transitar.
Pero si, una buena forma de no divagar demasiado es la de hacer un guion con lo
que se quiere estudiar.
-¿Cómo
ha sido trabajar con Akal, ya no es la primera vez que lo haces y parece que
estás bien a gusto…?
-Ediciones Akal
es una de las grandes editoriales españolas (que tiene los sellos Akal, Siglo
XXI España e Istmo) y encontré dos cosas que para mí son fundamentales. Por un
lado, confianza en que mi trabajo es bueno, o al menos a ellos le gusta, tanto
por parte de Ramón Akal y Jesús Espino, como del editor con el que trabajo. El
otro y más importante, es la forma de trabajar de (y con) mi editor, Alejandro
Rodríguez. Para este libro, lo hicimos como se hacía antiguamente. Yo le
enviaba un capítulo, me lo corregía, discutíamos sobre él y, luego, yo lo
corregía. Eso es impensable en la actualidad. Ese mimo, ese intercambio de
saberes, provocó que el libro, si es bueno, sea gracias a él.
Hay muy buenas editoriales
y editores/as que admiro (Galaxia Gutenberg o Acantilado por poner un ejemplo),
pero me arriesgo a decir, y no me equivoco, que Alejandro Rodríguez por el
cuidado, el tesón y el conocimiento que tiene, puede ser de los mejores
editores de ensayo que hay. Si no lo es, pues es joven, lo será. La fe ciega
que tengo en él, es total.
Además,
reconozco, que no soy una persona fácil, tengo TOC, mis habilidades sociales no
son las mejores y soy muy sensible y autocrítico, hasta el punto de que me
paraliza. La anécdota con la que comienzo el libro es real (me planteé comprar
y quemar la edición de mi primer libro publicado por USC editora). Alejandro me
entiende, me aguantó y las, poquísimas discusiones que tuvimos, fueron sin
“hacernos daño”. Entonces, eso lo valoro mucho. Así como la honestidad. Él no
tenía problemas a decirme que un capítulo “no estaba a la altura” y hacia
porque sacase lo mejor de mí para que lo estuviese.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)