Captura-de-pantalla-2020-09.jpgCazarabet conversa con...   Ricardo Méndez, autor de “Sitiados por la pandemia. Del colapso a la reconstrucción: apuntes geográficos” (Revives)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ricardo Méndez ha escrito este ensayo desde la perspectiva de su especialidad… este geógrafo es  especialista en geografía económica y sus investigaciones también se han interesado en el desarrollo territorial, los estudios urbanos y la geopolítica....desde esa mirada realiza este ensayo sobre la actual crisis sanitaria que se ha convertido, yá, en una crisis económica y social.

Sitiados por la pandemia. Del colapso a la reconstrucción: apuntes geográficos es el nuevo título del Profesor Ricardo Méndez, quien ejerció su labor investigadora en el Instituto de Economía, Geografía y Demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), entre otros organismos.

La pandemia se ha convertido en una amenaza global, pues la crisis sanitaria genera otra económica y social que afecta con especial intensidad a aquellas personas, colectivos y territorios más vulnerables, provocando nuevas desigualdades. También promueve cambios en el mapa geopolítico del mundo y evidencia la importancia del Estado y de la ciudadanía organizada para atender las necesidades urgentes e impulsar transformaciones que favorezcan una mayor resiliencia. El libro propone una primera geografía de la pandemia que anime a realizar otros estudios y aportar mejores respuestas, basadas en un mayor conocimiento de esta nueva realidad.

Nosotros ya hablamos con Ricardo Méndez con el que tuvimos una entrevista:

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/ciudadesenventa.htm

Ricardo Méndez: Doctor en Geografía por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Ha sido profesor en la Universidad de Valladolid y Catedrático de Geografía Humana en la UCM. Desde 2004 es profesor de Investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Es especialista en geografía económica, desarrollo urbano y procesos de innovación territorial, con especial atención a regiones metropolitanas. En la última década ha dirigido diversos proyectos de investigación del Plan Nacional de I+D+i: Efectos socioterritoriales de la crisis económica en las áreas urbanas de España; Las regiones metropolitanas españolas en la sociedad del conocimiento; Procesos de innovación en ciudades intermedias y desarrollo policéntrico en España y participado en diversos proyectos internacionales: Cities Regrowing Smaller. (Comisión Europea); Atlantic Strategy of Industrial Revitalisation (Comisión Europea). Es profesor invitado en diversas universidades europeas y latinoamericanas.

Más de este autor: https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=211134

 

 

 

Cazarabet conversa con Ricardo Méndez:

Ricardo_Mendez4.jpg-Amigo Ricardo, ¿nos puedes decir qué te llevó a este libro que es fruto, desde mi punto de vista, de una reflexión que viaja desde la investigación que todo ensayo requiere hasta esa reflexión?

-Este libro es fruto del asombro que a casi todos nos provocó la aparición de la pandemia. Al declararse el estado de alarma a mediados de marzo e iniciarse el periodo de confinamiento, surgió el interés por lo que nos estaba ocurriendo, al constatar que la difusión de enfermedades epidémicas no era algo del pasado o de sociedades lejanas y ajenas a la nuestra. Soy geógrafo y me llamaba la atención comprobar que había muchas cuestiones territoriales que se habían convertido en habituales, tanto para intentar explicar por qué el contagio llegaba antes a unos países o unas regiones que a otras, como para ver su distribución mediante multitud de mapas que a diario encontrábamos en los medios de comunicación, redescubrir que frenar la movilidad y evitar la proximidad seguían siendo las medidas de protección más eficaces, discutir sobre si para confinar a la población o luego desconfinarla era preferible hacerlo por comunidades autónomas, provincias, ciudades, zonas básicas de salud, etc.  Además, el impacto económico y social de la pandemia era muy diferente según lugares, tal como ocurrió en crisis anteriores, y me parecía necesario entender por qué, para luego proponer formas de reconstrucción más adecuadas.

Ese deseo inicial de buscar respuestas me llevó a escribir un breve artículo titulado “Sitiados por el coronavirus: consideraciones de un geógrafo” (https://www.age-geografia.es/site/wp-content/uploads/2020/03/mendez-v1.pdf), en el que animaba a mis colegas a buscar respuestas útiles. A partir de abril, yo mismo decidí apuntarme a esa tarea y de ahí nació este libro.

-Enlazando con la pregunta anterior es que me da que la situación actual  derivada por la crisis del COVID-19 es la cuestión por la que tú empiezas a escribir intencionalmente  parte de este libro…pero, me da, que hay cierta raíz sobre la que tú ya estabas “trabajando, investigando, reflexionando”, ¿qué nos puedes decir?

Hace ahora cinco años, en 2015, publiqué con dos colaboradores el libro “Atlas de la crisis. Impactos socioeconómicos y territorios vulnerables en España”, en el que analizamos las múltiples manifestaciones de la crisis iniciada en 2007-2008, que empezó siendo financiera e inmobiliaria, una consecuencia de la desregulación de todo tipo de mercados impulsada por el pensamiento neoliberal, pero acabó afectando al conjunto de la economía, amplió la brecha social y provocó una crisis política, pero tuvo una gravedad muy diferente según regiones y ciudades que intentamos comprender.

Ese protagonismo de una lógica financiera que convierte en mercancía todo tipo de bienes y servicios y que impregna hoy el funcionamiento de todo tipo de empresas, pero también de una parte de los servicios básicos (la sanidad, la educación, la asistencia social, los cuidados…), del mercado de la vivienda y, en definitiva, de nuestra vida cotidiana, me llevó a trabajar en esas cuestiones en los últimos años. El resultado fueron dos libros (“La telaraña financiera. Una geografía de la financiarización y sus crisis” y “Ciudades en venta. Estrategias financieras y nuevo ciclo inmobiliario en España”), donde proponía una interpretación crítica del mundo cada vez más inseguro y desigual hacia el que avanzamos. Aunque su origen es muy diferente, la nueva crisis que ha estallado en 2020 vuelve a demostrar la fragilidad de nuestras sociedades “del bienestar” y de nuevo carga sus mayores costes sobre pequeñas empresas, ciertos sectores sociales y determinados territorios. Por tanto, sí puede decirse que existe cierta continuidad.

-¿Por qué eliges el título:”Sitiados por la pandemia”?

-Este título es heredero del breve artículo que escribí en marzo, recién confinados en nuestro domicilio. Ese texto comenzaba con una cita de “La peste”, de Albert Camus, y la situación me recordó el “Estado de sitio”. La imagen de una sociedad que intenta protegerse creando barreras me parece una metáfora de este tiempo.

Por esa razón, titulé a este libro “Sitiados por la pandemia. Del colapso a la reconstrucción: apuntes geográficos”. Quise que fuese un libro electrónico, de acceso libre (http://revives.es/publicaciones/), porque no se trata de una obra que haga un diagnóstico acabado de algo que está aún en marcha, sino de abrir debates y líneas de investigación sobre cómo hacer nuestra sociedad más resistente y justa en el reparto de las cargas, que deberían continuar cuando dejemos de estar “sitiados”.

-La crisis sanitaria desencadena una crisis económico-social que es inevitable, pero ¿hasta qué punto?

-Suele repetirse que el virus no distingue, pero los efectos de la enfermedad sí. La difusión del contagio ha afectado, sobre todo, a las grandes ciudades, porque son también las más conectadas a la red de aeropuertos internacionales por donde entraron las personas contagiadas y asintomáticas que dieron origen a los primeros brotes, antes de que se propagase el contagio comunitario. Pero esas grandes ciudades congestionadas son también los lugares con mayor densidad de población y con mayores interacciones diarias, pues la movilidad forzada desde las viviendas al trabajo, a los lugares de consumo, o al ocio es constante, lo que hace que esta epidemia sea, sobre todo, urbana. Y dentro de las ciudades, algunos barrios son los que padecen en mayor medida los efectos porque en ellos viven las personas más vulnerables.

Por otra parte, la crisis económica es mucho mayor en unos lugares que en otros. Dentro de España, la economía se ha hundido sobre todo en aquellas áreas hiperespecializadas en el turismo, con Baleares, Canarias y buena parte del litoral mediterráneo a la cabeza. Si la crisis de 2008 ya avisó de que era necesario diversificar la economía, esta vuelve a demostrar que apostar por el monocultivo turístico no sólo es ambientalmente insostenible en muchos casos, es también aceptar un riesgo de que todo se desmorone cuando aparece una crisis. En resumen, nuestra sociedad se ha mostrado muy vulnerable ante un virus, pero al menos una parte de esa vulnerabilidad es una construcción social, es decir, se basa en el modelo de sociedad y de economía previo a esa pandemia.

unnamed.jpg-Y como en todas las crisis los colectivos más vulnerables son los que se ven más afectados porque crecen y se incrementan esas desigualdades que de hecho ya estaban ahí y que por  cierto ya se habían incrementado en la anterior crisis del sistema financiero…

-Todas las crisis golpean con más fuerza a los más débiles. Sabemos que este coronavirus es mucho más letal en personas de edad avanzada, con un sistema inmunitario deteriorado y enfermedades previas que debilitan el organismo. Del mismo modo, sus impactos son mayores entre quienes no disponen de una vivienda digna para confinarse sin problemas de hacinamiento, o entre quienes deben tomar a diario los medios de transporte para acudir a su trabajo y no pueden teletrabajar.

Por la misma razón, el empobrecimiento provocado por el cierre total o parcial de muchos negocios afecta más a los pequeños empresarios y autónomos sin recursos suficientes para aguantar un largo periodo, a los asalariados de sectores como la hostelería y la restauración, pero también por ejemplo de la cultura, que han perdido su empleo por las restricciones impuestas por razones sanitarias. Por no hablar de unos jóvenes que ya tenían unas tasas de paro muy superiores a la media, además de padecer en mayor medida la precariedad, y que ahora se encuentran con un mercado laboral aún más difícil para lograr su inserción laboral.

El problema es que llueve sobre mojado, porque el modelo de capitalismo global, altamente financiarizado y dominado por una racionalidad neoliberal, ya nos había llevado a crisis anteriores y ha debilitado nuestra sociedad a la hora de enfrentarse a este nuevo shock.

-El territorio como tal cómo absorbe esta crisis que va solapándose porque: en un primer momento está la crisis sanitaria, en unos días, ya, la económico-social y eso sin que la crisis sanitaria haya cesado…

-Suele decirse que esta crisis es sistémica, porque afecta a múltiples aspectos de nuestra vida personal y colectiva, que están interrelacionados. Sus efectos se despliegan “en cascada” y a partir de un problema sanitario se desencadenan otros muchos. Pero los territorios no reaccionan igual, porque el substrato previo sobre el que se superpone esta pandemia era muy diferente. Eso significa, por ejemplo, que las islas Canarias o Baleares son dos de los territorios donde las tasas de incidencia de contagiados y fallecidos son menores dentro de España, pero en cambio son también las regiones donde la crisis económica y la destrucción de empleos ha sido mayor por lo que acabo de comentar. Culpar al virus como único responsable de la situación es, por tanto, insuficiente.

-Crisis sanitaria que, además, ha sido “más crisis” porque “lo sanitario” ya estaba cogido un tanto con pinzas desde lo público y es que la privatización ha fagocitado muchos servicios  antes de que llegase la crisis COVID-19…

-Desde hace muchos años, como es sabido, en la mayor parte del mundo se impuso el mantra neoliberal que ha arrinconado al Estado como proveedor de seguridad a través de servicios públicos y de un sistema asistencial para toda la población, al tiempo que promotor de aquellas actividades consideradas estratégicas y con la responsabilidad de regular un marco legal que evite los abusos y los excesos.

Desde comienzos de este siglo, en el mundo se han repetido epidemias nuevas (desde el SARS y el MERS, a las conocidas como gripe aviar y gripe porcina, el ébola, el zika…) que habían tenido un ámbito de difusión limitado hasta que estalló la COVID-19. Fueron numerosos los informes de organismos relacionados con el ámbito de la salud que alertaban de que la globalización favorece la propagación rápida de enfermedades infecto-contagiosas y era necesario reforzar los sistemas sanitarios para prevenir nuevas epidemias aún más graves, pero el “pensamiento dominante” – y los intereses que lo sustentan- ignoró esas alertas, tal como ocurrió durante décadas con la amenaza del cambio climático. El resultado es que, al propagarse ahora el coronavirus SARS-CoV2, se ha beneficiado de sistemas sanitarios con insuficiencias importantes, con una creciente privatización de la salud convertida en negocio atractivo para los fondos de inversión, lo mismo que las residencias de mayores, con una industria farmacéutica más interesada en producir medicamentos para las enfermedades crónicas de una población envejecida que en prevenir nuevas enfermedades mediante la investigación en vacunas… El resultado lo estamos viviendo, que es la mejor forma de aprender.

-Hubo lentitud en las respuestas gubernamentales a la hora de declarar el estado de pandemia mundial porque “se temían” ya las consecuencias económicas-sociales…-Sobre todo el estado de desescalada se ha venido realizando, obedeciendo a criterios económicos…. 

-Sin duda hubo al principio cierta incredulidad. Como ya comenté, las prósperas sociedades europeas se consideraban protegidas de un tipo de enfermedad que parecía cosa del pasado o de ese mundo tropical pobre, ya sea en África, Asia o América Latina. Además, las alertas previas, de las que hablo en el libro, fueron también ignoradas porque suponían apostar por lo público para reforzar nuestras defensas. Una vez declarada la pandemia, la absurda tensión entre salud y economía -porque la segunda depende de la primera- está omnipresente, como podemos ver en las tensiones que provocan las medidas que toman el gobierno central o los autonómicos. Detener la actividad supone frenar la máquina del crecimiento y eso es algo que el capitalismo no está preparado para resistir demasiado tiempo, si se para la bicicleta el sistema se cae.

-No poca gente se ha visto, tristemente, abocada a elegir trabajo o salud….

-Esa dicotomía sólo puede resolverse si a la lógica del mercado se le contrapone una acción decidida por parte del Estado para atender -al menos de forma temporal- las necesidades derivadas de la paralización del movimiento y el cierre de empresas. Los ERTE son un buen ejemplo de cómo una norma existente ha permitido paliar, al menos en parte, la destrucción de empleos sin pérdida de los derechos laborales. El ingreso mínimo vital es otro similar, porque aunque su necesidad era muy anterior a la pandemia como resultado de una sociedad profundamente desigual, ahora se hace indispensable. El problema que constatamos es que el lento pero progresivo desmantelamiento del Estado desde hace décadas provoca ahora una incapaz administrativa para cumplir esas funciones con la prontitud y la eficacia necesarias.

ricardo_int.jpg-¿Por qué la pandemia  ha afectado más, desde tu punto de vista  según los criterios por los que has realizado esta investigación, a unos territorios más que otros…?

-Ya he comentado algo al respecto, pero la vulnerabilidad frente a cualquier crisis parece relacionarse con el grado de exposición al riesgo y la fortaleza o fragilidad con que cada territorio enfrenta la situación.

En esta ocasión, el riesgo mayor era el de aquellos territorios basados en el “monocultivo turístico” y en los servicios al consumo, que no sólo han quebrado en estos meses, sino que se enfrentan al final de un modelo de turismo masivo que parece salir muy tocado. Pero, curiosamente, en los primeros meses la pandemia también ha provocado una crisis económica y laboral intensa en territorios dedicados a producir bienes destinados a la exportación en unos mercados internacionales en recesión, sobre todo en sectores como el del automóvil o el aeronáutico, enfrentados a una caída de la demanda por la crisis del transporte. Digamos que estar muy integrados en la globalización puede tener sus ventajas -como les ocurre a las grandes ciudades- pero comprobamos que también tiene sus riesgos.

Por último, allí donde la proporción de empleo precario y poco cualificado era más alta, sin posibilidad de teletrabajar y que se destruye con facilidad, o donde el riesgo de pobreza era mayor antes de la pandemia, esta ha venido a agravar las dificultades.

-Esta crisis si algo ha evidenciado es que las metrópolis no están preparadas ni pensadas para hacer frente a estos fenómenos pandémicos...

-Las metrópolis reúnen lo mejor y lo peor de nuestras sociedades y la pandemia vuelve a sacar a la luz sus insuficiencias. Un problema de la vivienda enquistado, porque la lógica mercantil que predomina no tiene el menor interés en resolverlo, lo que provoca hacinamiento en barrios donde la figura de los realquilados -sobre todo inmigrantes- se ha vuelto a hacer frecuente, junto a un transporte público insuficiente en una ciudad dispersa en la que es necesario un enorme volumen de desplazamientos diarios a larga distancia, lo que supone congestión en las horas punta e imposibilidad de mantener distancias de seguridad, son patrimonio metropolitano. Los déficits de los servicios sanitarios de atención primaria añaden una tercera pata al problema. La cuarta puede ser la muy elevada proporción de microempresas y PYMEs que ofrecen servicios a la población, a menudo esenciales, pero que no tienen recursos para resistir una pérdida de clientes como la padecida en la primera ola y ahora en la segunda.

-Se pueden adecuar los recursos materiales, de infraestructuras, de servicios y humanos… ¿las ciudades se pueden y deben preparar tomando como ejemplo lo que estamos viviendo…?

-Siempre se supone que de las grandes crisis se aprende, pero yo me cuento entre los que son algo escépticos a ese respecto y lo ocurrido tras la crisis de 2008 parece demostrarlo. No se trata de un problema de inteligencia, sino de que los intereses dominantes procurarán eludir esa necesaria reflexión y transformación. De hecho, hoy se insiste en la urgente necesidad de recuperar la actividad económica, mucho más que de reformar el modelo productivo que nos hace más vulnerables ante cada crisis o de cambiar la legislación laboral para elevar la calidad del empleo. De revitalizar nuestras ciudades y facilitar que los inversores vuelvan a construir, comprar o instalar empresas, etc., mucho más que de cambiar su estructura interna para promover vivienda digna -social y mayoritariamente en alquiler-, elevar la calidad de los espacios verdes y públicos, potenciar el comercio y los servicios de proximidad, o el transporte colectivo, etc. No sólo lo urgente es importante, pero por el momento me parece que las prioridades no miran más allá de lo inmediato.

-En cambio, en el entorno rural la pandemia y más que nada el confinamiento se ha vivido con un poco más de aire…pero después del confinamiento algunos pueblos han visto que recibiendo al mismo número de turistas con segunda residencia o de paso que años anteriores se han visto verdaderamente desbordados en algunos servicios….

-Ningún virus va a cambiar por sí solo nuestras sociedades, nuestras economías y la forma de organización territorial. Sin duda se han revalorizado los espacios de baja densidad, porque han estado más protegidos frente a la transmisión de la COVID-19 y porque en ellos el confinamiento es más llevadero. Pero el déficit creciente de servicios (desde los de salud a los comerciales, los educativos, los de transporte o los bancarios), las deficiencias en conexión digital, o las dificultades a que se enfrentan muchas economías locales no se han atendido. Más allá de declaraciones retóricas, revitalizar los espacios rurales requerirá planes a medio plazo y esperemos que, al menos, la atención a otras necesidades no limite aún más los limitados recursos destinados hasta el momento.

-Pero ¿qué nos puedes decir, al respecto de lo anterior, con respecto a las ciudadanas o ciudadanos? Crees que unos y otros hemos aprendido o al contrario porque lo que más se confina y por tiempo indeterminado es el sentido común…

-Creo que las situaciones difíciles son las que sacan a flote el verdadero fondo de las personas y de las sociedades. En esta pandemia hemos visto ejemplos de ciudadanía responsable, de profesionales abnegados que trabajaban en condiciones precarias para proteger nuestra salud, de personas que atendían día a día los servicios esenciales para hacernos más llevadera la situación y de colectivos volcados en ofrecer su ayuda a los más débiles. Pero también hemos padecido ejemplos de irresponsabilidad que eleva el riesgo de contagios, así como intentos de especular con el precio de productos básicos, o aprovechar la situación para derribar gobiernos legítimos. Vuelvo a Camus, que en el final de “La peste” escribió una frase que me parece muy adecuada para estos tiempos: “digo tan sólo que hay en esta tierra plagas y víctimas y que es preciso, dentro de lo posible, resistirse a estar con la plaga”.

-¿Qué lugar ocupaba y qué lugar ocupa la ciencia?

-El capital humano cualificado y el conocimiento son dos recursos fundamentales en toda sociedad, que pueden ayudar a construir un desarrollo territorial más justo, equitativo y sostenible, pero que en casos como el español a menudo quedan en segundo plano y son desatendidos en los presupuestos públicos e, incluso, en la valoración social. El recurso actual a los expertos y la esperanza obsesiva en lograr una vacuna parecen cambiar esa percepción y esa valoración, pero conviene evitar que sea un interés pasajero de esta sociedad del espectáculo y se llegue a la convicción de que las diferentes ciencias son, a la larga, una inversión más que un gasto. Si se consigue que, además de aumentar el número de titulados, en España estos encuentren empleos dignos y con unas condiciones laborales justas, algo habremos aprendido.

 -Amigo, ¿nos puedes hablar del proceso de investigación, documentación, lectura entorno a  este estudio tuyo que le realiza desde la mirada de un geógrafo  ¿y cómo te lo has hecho con la metodología…ha cambiado mucho por el paso de la pandemia?

-Esta es una obra exploratoria, que ha partido de una serie de preguntas que son la base de cualquier investigación (cuanto mejores sean las preguntas, tantas más posibilidades de que las respuestas merezcan la pena) y ha intentado responderlas con la limitada información disponible, que se limita a lo ocurrido en la primera mitad del año. Si la mirada del historiador tiene el tiempo como una coordenada central de su trabajo, la mirada eogràfica intenta encontrar la componente espacial que subyace en lo que vivimos. Esto supone que, por ejemplo, en el libro se explican los procesos de difusión espacial que ha seguido el contagio, o el impacto que ha supuesto frenar la movilidad, o la desigual de la crisis según territorios, o cómo está afectando todo esto al mapa geopolítico del mundo y la competencia entre China, Estados Unidos y la Unión Europea. Son cuestiones que a menudo quedan olvidadas o aparecen de forma aislada, sin aparente conexión, pero que forman parte de esa visión.

-Ricardo en la actualidad ¿en qué andas investigando, sino es mucho preguntar?

-Estoy oficialmente jubilado y eso me permite dedicarme a aquello que me motiva a seguir trabajando, sin tener que seguir el ritmo de proyectos plurianuales que era el habitual en mi trabajo anterior como profesor y como investigador del CSIC. El libro sobre la pandemia se publicó hace dos meses y tengo conciencia de que es una obra que debería actualizarse cuando tengamos más perspectiva y mayor volumen de información, sobre todo aquella con datos territorializados. Así que, por el momento, espero continuar en esta tarea, es una modesta contribución a la labor colectiva que tenemos por delante si queremos un futuro mejor y compartido.

 

 

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