Cazarabet conversa con... Javier Arruga,
autor de “Montes universales, gentes universales” (Mira)
Javier Arruga, tras la colección
Sueños de Tinta, de Mira Editores se acerca a una de las zonas más deshabitadas
de la provincia de Teruel…para recrearse de esa desventaja demográfica y tratar
de enseñarnos lo que él ve para hacernos
sentir como más acordes con todo…
Lo que nos cuenta la sinopsis del
libro:
Montes Universales, gentes
universales. Un viaje a pie por Teruel resiste es la tercera y última
parte de la Trilogía Aragonesa, siendo los otros títulos que la componen, y por
este orden, En el país de los cucutes. Un viaje
a pie por los Monegros, y Primavera en la Guarguera. Un viaje
a pie por el Pirineo aniquilado.
Los tres libros, más allá de las tres
provincias que justifican su unión, tienen un indiscutible aire de familia y
están interconectados por personajes y alusiones que saltan de uno a otro, lo
que no impide que se puedan leer perfectamente por separado.
En lo que respecta a Montes
Universales, gentes universales, el autor, que inicia su viaje en
el Matarranya para, tras recorrer en coche parte de la provincia, terminar
caminando desde Libros a Ojos Negros, ha querido mostrar un Teruel mucho más
vivo que aquel al que nos han acostumbrado los medios
de comunicación.
Paralelamente, en este tercer volumen,
Javier Arruga da una vuelta de tuerca a la literatura de viajes para adentrarse
en el terreno de la autoficción sin renunciar al
humor y a su permanente pasión por la literatura y la antropología, considerada
esta como la interacción entre unos paisajes y unos paisanajes a los que, una
vez más, se les concede voz propia.
Por último, y en palabras de este
caminante que recorre senderos y rutas en busca de las huellas de otros, su
personal trilogía aragonesa representa «mi contribución, mi manera de dotar de
contenido a este país mío que es Aragón, un país en el que en cada balsa, en
cada borda, en cada muela, percibía cómo el viento que arrastra los matojos me
cantaba al oído la mejor descripción que se ha escrito de esta tierra que amo: Polvo,
niebla, viento y sol».
Con esta otra novela, también desde
Mira Editores, mantuvimos una conversación con este autor muy, muy entretenida
y edificante: http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/mecomisucorazon.htm
Este libro es el tercero de una trilogía que
pasea sus huellas por tierras de un Aragón deshabitado, pero de un Aragón, a la
vez, muy,muy intenso. Los
otros títulos de esta Trilogía son: En el país de los cucutes.
Un viaje a pie por los Monegros y Primavera
en la Guarguera. Un viaje a pie por el Pirineo
aniquilado.
Vamos a ver, si os parece de qué van
estos dos libros, paseos por este Aragón tan intenso que nos reconcilian con
nuestras raíces, las del polvo, el frío, el sol y las auroras escarchadas…las
de las nieves, esas que siempre acaban revolviéndose en el barro o
deshaciéndose…
Sobre el libro Primavera en la Guarguera. Un viaje a pie por el Pirineo aniquilado.
Este libro no habla del Pirineo más
conocido, de ese Pirineo de los pasos a Francia, los pastos alpinos y la nieve,
que pasó de ser tierra de contrabandistas y pastores al esquí sin apenas tiempo
para asimilarlo.
Este libro no habla de los escarpados tres miles, los ibones o las grandes
travesías pirenaicas de mar a mar.
Este libro no habla tampoco de ese Pirineo que, como París u otras muchas
ciudades europeas, remata sus edificios con hermosos techos de pizarra.
Este libro quiere hablar de otro Pirineo, el de los somontanos, las redondeadas
sierras exteriores, los cauces secos…, de ese Pirineo más árido e ingrato que
corona sus bordas y yerberos con las primas pobres de la pizarra, las más
modestas y humildes losetas de piedra.
Este libro quiere hablar también de algunos de sus habitantes, de unos hombres
solteros, los tiones, que cuando no bajaban de
pastores a la tierra baja, cruzaban a Francia unos meses al año para trabajar
por la comida y traerse la maquinaria de un carrillón…, o de las mujeres, que
quedaban a cargo de la casa, los niños y los mayores durante los largos meses
de invierno.
Este libro quiere hablar del Sobrepuerto, la sierra
de Guara y de las tierras a orillas del Guarga, la Guarguera, ese valle oculto que va de la falda del Monrepós hasta Boltaña surcado
por la A1604.
Pero sobre todo, Primavera en la Guarguera habla de esos pueblos deshabitados que nos
quieren recordar, con la tozudez de unas iglesias que no se acaban de caer, que
sus ruinas son la última metáfora de una cultura, una lengua y un mundo
perdidos para siempre…
Aunque por entre esas ruinas, el viajero, que en este libro, ¿se llama?, se ha
encontrado con nuevos pobladores y ha charrado con ellos.
¡Hay señales de vida!
Sobre el libro En el país de los cucutes. Un viaje a pie por los Monegros.
En el país de los cucutes.
Un viaje a pie por los Monegros... ¿Por los Monegros? Sí; ahora que ir a Venecia es ya una horterada,
que en el Camino de Santiago dan el número como en las carnicerías..., o que se
nos ha olvidado de qué pueblo eran nuestros abuelos, se impone, como siempre,
hacer camino al andar, renovar el sentido del verso machadiano..., darle la
vuelta a todo eso del viajar...
Decía también aquel intelectual de vuelta de
todo (¿todo?, ¿no será mucho?) que el único viaje que le apetecía hacer era
recorrer con un amigo las gasolineras de una carretera secundaria...
Y es en ese sentido y con ese espíritu, con el que surge la idea de caminar,
acompañado de otros seres esteparios, por un paisaje (¿Parque
Natural ya!), mil memorias históricas y un árbol genealógico.
Por todo ello, este viaje por los Monegros es, además
de una puesta en valor (aunque eso lo dejaremos para los profesionales del
turismo), un grito de socorro y una reivindicación. También una carta de amor.
Pero... ¡Mira! Acaba de pasar volando un cucute (tú
puede que lo llames burbute... o abubilla)...
Allí, por donde rueda aquella capitana... y nos pide que la sigamos... ¡se
ha metido dentro del libro!
El autor, Javier Arruga:
Javier Arruga (Perdiguera, Zaragoza,
1970) es profesor de Lengua y literatura, antropólogo y homo activens. Está casado, tiene dos hijos y actualmente, tras
haber vivido en diferentes periodos en EE UU, Reino Unido, Francia, Japón,
Madrid o Barcelona, donde ha desarrollado diversas ocupaciones, reside de nuevo
(heureux qui comme Ulysse), entre Zaragoza y
Perdiguera.
Además de los títulos que componen la Trilogía Aragonesa: En
el país de los cucutes. Un viaje a pie por los Monegros (Mira Editores, 2010), Primavera
en la Guarguera. Un viaje a pie por el Pirineo
aniquilado (Premio Félix de Azara de la Diputación Provincial de
Huesca, 2012, Mira Editores, 2012) y Montes
Universales, gentes universales. Un viaje a pie por Teruel resiste (Mira
Editores, 2018), ha publicado De la montaña y el amor (Premio
Desnivel de Literatura de Montaña, Viajes y Aventura, Desnivel Ediciones, 2012)
y Me
comí su corazón. Crónica sentimental del maquis (Mira Editores, 2017).
También es autor de otros libros pendientes de ser editados: Turno de
tarde; Help. Diario poliédrico, evanescente y
ventrílocuo de un profesor (de) Español en los
USA y La balada de Nuevo México.
Cazarabet conversa con Javier Arruga:
Javier,
¿cómo estás? Nos volvemos a encontrar en el Cazarabet conversa con después de
haber estado contigo y con la novela Me comí su corazón….
-Sí, sigo dando guerra. Esta vez una guerra que recuerda a esas
fotos de la revolución de los claveles,
porque vengo con un viaje a pie que, aunque no inocente, realicé cuando
florecían los ababoles por las alturas de los Montes
Universales.
-Ahora nos ofreces un
paseo por la zona de los Montes Universales, ¿qué fue lo que te llevó allí y no
a cualquier otro lugar de Aragón, de Teruel provincia…?
-Tras escribir En el país de los cucutes…
o tal vez durante, ya hace mucho tiempo y estos detalles se olvidan, concebí la
idea de una trilogía. Seguramente me contagié porque en ese momento todo eran
trilogías a mi alrededor, desde Crepúsculo hasta Millenium. Entonces pensé en elegir una zona de cada
provincia que, por tener una especial personalidad, me sirviera de metáfora
para el conjunto. Los nombres también influyeron, por supuesto, sobre todo en
el caso del libro sobre Huesca y la Guarguera, que titulé Primavera
en la Guarguera. En el caso de los Montes
Universales, fue la magia de esas dos palabras, tan maravillosas combinadas,
que me parece mentira que existan. Pero he de explicar que si bien el viaje a
pie atraviesa los Montes Universales, pues camino de Libros a Ojos Negros, en
el libro incluyo un viaje en coche desde el Matarranya, que es donde empiezo,
hasta Libros pasando por el Maestrazgo y otros lugares. Este doble viaje me ha
permitido cubrir más territorio.
-Qué pretendes con este
libro que va “de paseo” por los Montes Universales, pero que camina, poco a
poco, por los sentires, haceres y quehaceres de sus
gentes?
-Mira, yo creo que en la vida no hacemos nada por un solo
motivo, pero si tuviera que elegir uno para explicar por qué escribí Montes Universales gentes universales,
te diré que, como todo lo que escribo, lo hice para dar rienda suelta a mi voz.
Esta motivación se la debo a una colega escritora de Mira, Teresa Sopeña, quien
me animó a expresar mi propia voz, a expresarme con mi propia voz. Y eso es lo
que he hecho. También, por convicción, porque me parece una urgencia literaria
describir el paisaje de Teruel, que es fascinante y rocosamente poderoso como
pocos. Y de las gentes…
-Las gentes son el
activo, el principal, de todo territorio…y aquí hay “punto y
aparte”…porque en esta trilogía tuyo sin las gentes tus libros, éstos de paseos
y conversaciones versus encuentros, no serían nada o casi nada…no tendrían ese
latido especial…¿qué nos puedes explicar?
-Tienes razón. Fíjate que en Montes
Universales gentes universales, rindo homenaje a la palabra escrita y en
concreto a los libros…. el viaje, ya te he dicho, va, no por casualidad, de
Libros a Ojos Negros; pero, sin dejar de venerarla, la palabra escrita,
impresa, soy un amante de la oralidad, de algunas oralidades. Tal vez porque me
fascina la idea del etnólogo que graba las conversaciones y los sonidos al
estilo Alan Lomax. Además, lo he contado muchas
veces, desde joven, gracias a un póster de la Federación de Montaña, aprendí que las montañas no estaban solas,
que había que conocer a sus gentes. Por eso creo que deben ser parte
consustancial del paisaje… y porque, además, creo que, modestamente, se me da
bien captar esos diálogos.
-Bien, ¿qué te has
encontrado de “diferente” y “diferencial” en la zona de los “Montes
Universales”?
-Pues precisamente lo que quiero contar con el título y que,
créeme, no era parte de un programa, es que los hombres y mujeres somos
universales y únicos como especie. Aunque, no te negaré que, en los Montes
Universales, ese rasgo de gente de última frontera está particularmente
acusado.
-Hay
una documentación previa al viaje, imagino una planificación del mismo, ¿no?;
¿cómo te lo haces y lo vas trabajando?
-Pues la planificación y documentación no son tanto anteriores
como posteriores. Yo tengo intuiciones y me gusta no adulterarlas mucho, pero,
como sabes, los libros, y no menos los de viajes, desde luego, necesitan mucha
cocina, y esa cocina se consigue con documentación. También hay que decir que
mucha información mata lo que de personal puede tener un texto, así que hay que
andarse con cuidado. Pero sí, el esquema es una idea de partida, luego tomar
muchas notas, y después, tras documentarte no poco, darle forma literaria a
todas esas anotaciones.
-Después, allí en la
marcha y sobre la marcha, ¿cómo lo sientes?, ¿cómo lo vives?, me da que como
los viajes son bastante de hacer frente a imprevistos…hay que saber y aprender
a improvisar, ¿no?; ¿cómo te acomodas a ello?
-En el viaje, más allá de una hoja de ruta, que no es algo
imperativo o inamovible además, lo fundamental es caminar y pensar, que son dos
enormes placeres para mí y que, en combinación, me resultan casi
imprescindibles. Por eso, por ese disfrute,
estoy muy creativo y perceptivo, por lo que mi cerebro es una máquina de
generar ideas que transcribo en cuanto puedo. Lo demás, intendencia incluida,
créeme, es accesorio, irrelevante en comparación.
-Cada “viaje”, ¿te
cambia como persona? ; ¿qué cambios observaste y qué cambias te han
hecho notar las personas que te conocen y que pueden contrastar al Javier que
se va y al que vuelve?
-No lo sé. Deberías preguntárselo a otros; aunque ayer, una
grafóloga, viendo mi firma, me dijo que me ocultaba. Es curioso, de todas
maneras, que yo me he hecho esa pregunta al terminar la trilogía. Y la
respuesta, una respuesta, pues también hay muchas, es que los lectores que me conocen me ven en
cada pasaje. De eso sí que te puedo decir que me han hablado más que de los
cambios o evolución que he podido sufrir. Y personalmente, por serte sincero,
el único cambio sustancial que he notado en mi vida, fue cuando murió mi madre
y ahora, que me he relajado un poco, seguramente porque me he hecho ya mayor.
-Pero todos los viajes
tienes como unas pretensiones, como unas casillas donde ir poniendo crucecitas,
como algunas cosas que hacer, sí o sí, ¿verdad?, ¿cómo y de qué manera?
-Hombre. Tenía muchas ganas de terminar la trilogía, así, en
conjunto. Luego, pues surgieron los maquis, las masadas, las pinturas rupestres,
la piedra seca… inventariar todo eso si que era como una lista de tareas, una
lista de tareas que enmarco en lo que es una especie de levantamiento de acta
de la desaparición de un modo de vida tradicional…. No quiero hablar del fin
del mundo rural, pero hay una parte, un algo, que siempre está muriendo.
-Es este un libro de
viajes, ¿cómo te sientes dentro de la literatura de viajes cuando por ejemplo lo
compaginas con la narrativa, la novela de ficción que mira, por ejemplo, a
hechos históricos…?
-Lo que siento es pena porque se considere un género menor, cuando el libro de viajes, el
dietario, es la esencia de la literatura, mucho más que la narrativa o la
ficción, a mi entender. O por lo menos, a mí, se me ajusta como un
guante, y si no fuera porque hay que “probar” que sabes hacer otra cosa, no
saldría de ahí, de los dietarios. De verdad, me gusta más escribir sobre un
viaje y lo que suscita en la mente, que el viaje en sí, que ya es decir.
-En
los viajes debes de inspirarte para esas narraciones y novelas son como
alimento para tus “neuronas creativas”, ¿verdad?, ¿qué nos puedes decir?
-Eso es lo que te comentaba antes. Yo creo que ese proceso
sucede cuando por fin abandonas el móvil y los afanes diarios y dejas a tu
mente como a un perro suelto por el parque. Es imposible describir las sinapsis
que se forman. ¡Es maravilloso! Y te sientes tan vivo, por fin… viviendo esas
sensaciones que conoces pero que mantienes estabuladas... y lo peor es que las
mantienes amordazadas para que no te molesten, para que tu vidita no salte por
los aires… bueno, eso es muy literario, siendo más sinceros, la verdad es que
no salen a pasear porque están dormidas…. Bueno, ¡estamos dormidos!
-¿Todos los senderos
guardan tantas historias como personas los pasean?...la labor de encontrar
aquellas “más interesantes” tiene que ser muy trabajosa, ¿no?.
¿Puedes llegar a agobiarte un poco? O el propio viaje te impide cualquier
agobio?
-Totalmente, totalmente. Muy bien visto. Creo que en un momento
del libro lo expreso, eso precisamente, mi afán por encontrar unas historias
determinadas, un tipo de personaje determinado. Sí, porque yo me fío de mi
mismo y puedo llenar cuartillas y
cuartillas, pero totalmente de acuerdo, necesito a la gente, historias… También te diré que si no las encuentro, voy
en su busca o, siento decirlo, me las invento. Pero sí, no se percibe el estrés
creativo, pero es muy intenso.
-Bueno, seguramente que
ya estás metido en algún otro u otros proyectos, ¿cómo es; qué nos puedes
contar?
-Ya sabes que un creador tiene más proyectos y sueños que tiempo
y realidades. Sí, tengo varios muy diferentes, solo que, ahora, los tengo
aparcado por razones familiares. Así que a ver si les puedo ir dando salida,
porque me empiezo a agobiar…
-Por último, amigo, antes
de que nos despidamos…¿cómo te lo haces para ir
escribiendo lo que vas viviendo…cuando finalizas la jornada te vas poniendo al
día y tomando notas, escribiendo alguna narración?, teniendo en cuenta que
debes ir planificando la jornada que sigue….
-Procuro no dejar las cosas para el día siguiente, porque el
grueso sí que se recuerda, pero los matices poéticos no; de modo que voy
escribiendo a lo largo del día y, sobre todo, por la noche. Aunque claro, el
trabajo de campo no es una oficina y hay un sinfín de imponderables, de manera
que, en la reescritura, meses después, me veo obligado a recrear mucho,
muchísimo.
-Javier, ya la última,
¿cómo es trabajar con Mira Editores?
-Lo primero es que, en una metáfora que se me ocurrió en una
presentación, para un autor, encontrar una editorial que confíe en él, es como
que a un náufrago lo vengan a rescatar. Y ya rescatado, pues te diré que es un
placer, un placer muy profesional, pues, pese a los pocos medios y el escaso
personal que se puede permitir por ser local y por estar el sector del
libro como está, todo el mundo hace muy
bien su trabajo, desde Berta, al corrector, pasando por
las de maquetación. Es un pequeño relojito artesano que produce algo tan hermoso
como el tiempo, el libro, un invento que, curiosamente, es capaz de parar el
tiempo.
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