Cazarabet conversa con... Juan Miguel
Baquero, autor de “El país de la desmemoria. Del genocidio franquista al
silencio interminable” (Roca)
Juan Miguel Baquero se acerca al
fenómeno de la (no) memoria, yendo más allá a la desmemoria mirando e
indagando desde el genocidio franquista
al silencio interminable.
El libro está editado por Roca
El escritor realiza un retrato
minucioso y estricto de ese tránsito que
hay y se experimenta en la memoria y en torno a esa desmemoria.
El libro es un relato periodístico
como ya nos tiene acostumbrados este autor, el periodista andaluz Juan Miguel
Baquero.
Lo que nos dice la editorial roca del
libro, la sinopsis:
En la investigación que titula el país
de la desmemoria, juan miguel baquero
utiliza nuevos testimonios, incontables datos y sincera pasión para denunciar
la estrategia de terror desencadenada por franco desde que dio el golpe de
estado contra la república hasta su muerte. Y da cuenta de lo muchísimo que
queda por investigar, y por juzgar, sobre las víctimas del franquismo en este país
que no quiere hacer frente a la verdad.
El autor, Juan Miguel Baquero:
El prólogo del libro viene desde la
pluma de Baltasar Garzón:
«Me conmueve el niño Alejandro cuya
historia cuenta al inicio este libro; le dijeron que cuando los aviones
bombardearan se tirase a la cuneta y tapara su cuerpecito con una manta. Como
ese niño real, nuestra sociedad se ha cubierto durante todos estos años con una
frágil colcha que, al ser retirada, deja ver la cara fea de un régimen
franquista que mató, hizo desaparecer, humilló, torturó y encarceló; que robó
niños; que asoló con el terror para lograr la sumisión y no levantó la bota
hasta bien entrada la década de los 70.»
El autor, el periodista e investigador
Juan Miguel Baquero ya estuvo en conversación con nosotros con el libro editado
por la junta de Andalucía, que fuera mi tierra : http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/quefueramitierra.htm
https://www.eldiario.es/sociedad/querella-colectiva-Billy-Nino-franquistas_0_916559214.html
https://www.eldiario.es/sociedad/Espana-judicial-cerrado-victimas-franquismo_0_911659856.html
Artículo “Presentan la primera querella colectiva contra Billy el Niño
y otros siete policías franquistas acusados de torturas” (eldiario.es)
https://www.eldiario.es/sociedad/querella-colectiva-Billy-Nino-franquistas_0_916559214.html
Cazarabet conversa con Juan Miguel Baquero:
Fotografías
de PATRICIA J. GARCINUÑO
-Amigo
Juan Miguel, ¿nos explicas qué es lo que te ha ido “convenciendo” o influyendo a lo largo de tus años recopilando testimonios
e historias para acabar escribiendo este libro que “denunciando” la desmemoria
acaba rememorando a la memoria?
-Muchísimas gracias,
amigas y amigos de Cazarabet. Ante todo me ha ido influyendo la lucha de las
víctimas del franquismo. Un empuje, a contracorriente de un país, que busca
cumplir los derechos humanos más elementales de quienes han sufrido la
represión golpista y durante la dictadura. Si a España le falta un relato común
es, precisamente, por haber sometido a una parte de la población a las cunetas
del olvido. En ‘el país de la desmemoria’ hago una radiografía de las
asignaturas pendientes, de las muchas heridas abiertas. Desde las fosas comunes
al trabajo esclavo o la fortuna corrupta de franco, de la memoria lgtbi y de la mujer, de la impunidad del franquismo… “el
narrador ha tocado de forma exhaustiva todos los hitos de esa larga marcha de
frustración y padecimientos, y señala todos aquellos aspectos que aún están
pendientes de resolver”, escribe el juez Baltasar garzón en el prólogo del
libro. Ha sido una tarea compleja, atrevida y afortunada, que abordo con la
necesidad periodística de aportar contexto a estas historias silenciadas.
-Que la gente de tu alrededor
muy directa y conocida haya sufrido la represión y la losa del silencio, el
escarmiento y la desmemoria, ¿ha influido en ti, de forma determinante, para
haber escrito este libro?
-Claro, sin duda. A
todos, de una forma u otra, nos toca la larga sombra de la dictadura
franquista, el régimen represor más longevo de la Europa contemporánea. El
deber de memoria es una cuestión de estado, una obligación social. Pero
indudablemente luego está la memoria íntima. Y la forma de abordarla. Tengo la
suerte de que en mi familia se ha sostenido el recuerdo de quienes sufrieron
represión, de haberlo vivido antes siquiera de ser consciente de qué
significaba, o de que existiera la legislación memorialista. De estas historias
hablo en el libro. No desvelaré más para no hacer ‘spoilers’. Pero esto me ha
dado una visión más cercana a este conflicto con el pasado reciente que la
democracia española todavía no ha resuelto. Así intento transmitirlo en ‘el
país de la desmemoria’: sin complejos ni falsas equidistancias.
-Estos ejercicios en torno a la
memoria, compensan, pero a la vez son muy, muy dolorosos mientras te
documentas, investigas, vas de entrevista a entrevista… coméntanos, por favor.
-Sí, en efecto son
dolorosos. Nadie dijo que fuera fácil acercarse a tragedias vitales. Conocer, y
empaparse, del dolor, del silencio, del miedo… una clave está en esa segunda
parte que aludís: “compensan”. Las víctimas del franquismo siempre compensan, o
reparan con su agradecimiento, mucho más que el sufrimiento que uno se pueda
llevar a casa. Si algo tengo claro es que estoy haciendo el trabajo más
importante de mi vida. Y que seguiré haciéndolo.
-No hay ganadores en las
contiendas, pero sí unos que, puede, (solo puede) que pierdan menos que los
demás… los que perdieron más en la guerra civil fueron sometidos a muchas
represiones, pero la del silencio combinada con el miedo es una represión que
es muy, muy transversal y que perdura muchísimos años. ¿lo
ves de esta manera?, porque tú habrás sentido, captado y palpado ese miedo y
ese silencio…
-En España hay una parte
que sí fueron ganadores: los golpistas y sus necesarios compinches. Vencedores
en la guerra de la mano de Hitler y Mussolini, usando a los derrotados como
botín de guerra, robando pueblo a pueblo y con cuatro décadas para usar un país
a su antojo… franco era corruptor y corrupto. Solo hay que mirar a las grandes
fortunas de España para ver que todo sigue “atado y bien atado”, como decía el
dictador y genocida.
E igual que hubo una
parte que ganó más, infinitamente más, hubo otra que perdió más, infinitamente
más. Es absolutamente cierto que más allá de la represión física, palpable,
está la represión del silencio y el miedo. Aunque parezca mentira sigue estando
presente más de 80 años después de los primeros crímenes contra la humanidad
cometidos por los golpistas. La memoria de la dictadura, construida desde las
escuelas y la imposición de la doctrina nacional católica, lleva a que a día de
hoy siga presente el franquismo sociológico. Una rémora difícil de digerir para
una democracia que pretende ser moderna y homologable al contexto europeo y del
teórico ‘primer mundo’.
-Amigo, ¿se acomoda la memoria a
nuestros miedos y silencios, llegando muchas personas a reconstruirse la
historia de manera, por ejemplo, de que ésta le hiera menos?
-Es fruto de esa
pedagogía del terror acompañada del miedo y el silencio impuesto por los
golpistas y por 40 años de dictadura. Seguro que habrá quien haya reconstruido
de alguna forma su propia historia como una suerte de cuidados paliativos.
Supongo que quien sufre una tragedia tiene derecho a vivirla como desee o
entienda mejor. Suele ser común que las víctimas primarias digieran en
solitario estos relatos de la represión, que intenten alejar a sus
descendientes… seguramente condicionados, de nuevo, por el miedo y el silencio.
También hay muchas familias que han sostenido en el tiempo la memoria íntima.
De ahí, de esta lucha a contracorriente, nace un movimiento ciudadanos que
sostiene y da razón de ser a lo que hoy conocemos como memoria histórica.
-Juan
miguel en este país las miles de personas que todavía están en las fosas
comunes, en las cunetas…. Podrían encontrar el lugar de descanso que se les
debe. Lo que quiero decir o preguntar es ¿se sabe, verdad, dónde se enterraron
esos represaliados por el franquismo en la guerra y después de la guerra?
(salvo algunas excepciones). Lo que hace falta es voluntad para sacarlos y
sacarlas de allí, ¿no?
-Que España sea uno de
los países del mundo con más desaparecidos forzados es la gran injusticia de
partida del actual periodo democrático. Que haya al menos 114.226 personas
asesinadas y tiradas en fosas y cunetas es un error de sistema, un fallo
imperdonable. En la transición se hablaba del pacto del olvido, está registrado
en el diario de sesiones del congreso. Esto no es así. Hay que reparar, cerrar
las heridas aún abiertas. Y el primer paso, incuestionable, es abrir las tumbas
ilegales para dar un entierro digno a las víctimas del franquismo y que sus
familias puedan cerrar el duelo. Que tengan un lugar donde llevar flores a su
abuelo, su madre… no hay más.
A partir de ahí,
hablamos de política o lo que sea. Muy bien. Pero esto trasciende cualquier
debate partidista, son derechos humanos puros y duros. Aquí, en efecto, lo que
hace falta por tanto es que haya una voluntad política clara para sacarlos. Sin
vuelta atrás. Añadiría, además, un reclamo y una implicación social mayoritaria
que hoy por hoy tampoco existe.
-La voluntad depende de los
políticos, pero la ciudadanía estamos para pedírselo, recordárselo y, de alguna
manera, en la medida de lo posible de demandar con las presiones que podamos…
llega un momento en que hay que plantarse y defender nuestros derechos.
-Exacto, es una clave.
España también debe hacer autocrítica. No solo la clase política, o los medios
de comunicación o el sistema educativo. En ningún lugar la memoria aparece como
una apuesta transversal. Eso da mucho que pensar. Pero tenéis toda la razón, la
autocrítica tiene que pasar también a la sociedad. Caminamos sobre miles de
fosas, decenas de miles de desaparecidos… es dramático. Vergonzoso como país. ¿por qué no reclamamos la búsqueda de estas personas? ¿por qué no es un escándalo social? La memoria es una
reivindicación todavía minoritaria. Confío en que siga calando, aunque todo es
muy lento. Ya siempre habremos llegado tarde. En todo caso, hay que seguir
teniendo esperanza, tanta como la fuerza que contagian las víctimas. Sigamos
caminando hacia la verdad, justicia, reparación y garantía de no repetición,
como reclama y exige naciones unidas a España.
-¿Quién se resiste todavía a
desenterrar a estos conciudadanos y conciudadanas, cuando hace 80 años que ha
terminado la guerra?
-Supongo que quien se
sienta heredero del franquismo. Es una cuestión de derechos humanos, como digo.
Quien se oponga a abrir fosas y cunetas solo puede hacerlo por dos motivos:
ignorancia o malicia.
-¿Por qué ha habido que recurrir
a una jueza de argentina para defender lo que la justicia de aquí no ha
abrazado?
-Porque las víctimas del
franquismo tienen cerradas a cal y canto las sedes judiciales españolas. La
justicia de este país ignora cuando no desprecia esta realidad. Y es grave.
Ampararse en la ley de amnistía o en la teórica prescripción de los delitos es
una argucia sustentada en herramientas que existen, que tienen a mano y están
vigentes. Pero es un error, como señalan puntualmente, por ejemplo, desde
jueces por la democracia. Se trata de crímenes contra la humanidad y por lo
tanto imprescriptibles e inadmisibles. Por este motivo, por el carpetazo que
los tribunales patrios dan a esta causa, las víctimas han recurrido a la
justicia argentina. La jueza María Servini de cubría,
titular del juzgado criminal y correccional federal 1 de buenos aires, dirige
el único juicio abierto en el mundo contra los crímenes del franquismo. Y está
haciendo un excelente trabajo, serio, riguroso. Lento, porque España ha
bloqueado de manera insistente sus exhortos y requerimientos, y atado a los
parámetros que exige la aplicación de la justicia internacional.
-¿Esto de poner orden en el gran
episodio de la desmemoria se ha enquistado porque sobre esa desmemoria muchos
han construido, mediante el escarmiento, una manera de someter y de esta manera
el silencio siempre está agazapado en las mismas casa?
-En parte sí. La
historia la cuentan los vencedores y el franquismo impone su propia ‘memoria
histórica’. Una realidad impuesta que llega hasta hoy. Ahí está el franquismo
sociológico como muestra. El sometimiento a los derrotados ha sido una
constante que nació con los golpistas, continuó en décadas de dictadura de
tintes fascistas y hoy tiene triste continuidad en los herederos ideológicos
que vuelven a ocupar lugares públicos a través de las urnas. En cuanto al
silencio agazapado en las casas, más que censurarlo, que lo podemos entender
dadas las circunstancias, subrayamos a quienes han mantenido el relato de la
verdad que construye al final parte del relato colectivo. La memoria de este
país, sin estas familias, estaría desmembrada. Como reza el dicho: “porque
fueron, somos. Porque somos, serán”.
-Pero desgraciadamente me da que
¿la desmemoria no está solamente en las cunetas, en
las fosas comunes…. La desmemoria se encuentra en la mirada de los testimonios,
en el conformismo de nuestros padres y abuelos, en “callada como respuesta”?
-No creo, bajo mi punto
de vista es más una imposición de estado. Del pacto del olvido de la
transición, que pretende encerrar en un cajón el trágico pasado reciente de
España, como si nada hubiera pasado, llegamos a 2019 con la mayoría de
asignaturas pendientes de revisar. Es, como digo, más un fallo premeditado del
sistema que una cuestión íntima o familiar. Las víctimas del franquismo son un
ejemplo de lucha.
-Juan
miguel, ¿cómo ha sido reencontrarse con testimonios, con datos hirientes?
-Por una parte siempre es duro.
Hablamos de contextos de violencia extrema, de crímenes contra la humanidad, de
secuestros, torturas, violaciones y asesinatos. Son historias terribles. Y eso
va calando. Por supuesto. Aunque también va creando callo, como todo en esta
vida, es dolor y la empatía nunca desaparecen. Pero, como decíamos antes, el
agradecimiento de las víctimas tiene un efecto reparador incalculable. Me
siento absolutamente afortunado por tener las puertas abiertas de sus
historias, por ser un pequeño granito de arena en la reparación y la verdad que
merecen.
-Por
cierto, háblanos por favor de cómo fue ese proceso de recopilación, búsqueda e
investigación…
-Después de años escribiendo
sobre esto que denominamos memoria histórica, hablando con historiadores,
familias de represaliados, investigadores locales, autores, compañeras,
activistas… lo más complicado era atreverse a encarar un trabajo así. Al final
estoy muy contento con el resultado, con ‘el país de la desmemoria’.
-Después
amigo, cuando te pones a escribir el libro, ¿qué metodología de trabajo pones
en marcha?, (sin olvidar que eres periodista y que esto “se nota” en el libro y
en la narración del mismo)
-El libro está dividido en doce
capítulos a modo de ensayos independientes aunque, entre todos, forman un
relato común y casi cronológico. Eso da una pista del método y el resultado
que, en efecto, tiene mucho de trabajo periodístico.
-Capítulo
aparte merece, seguramente, el hecho de grabadora en mano acercarte a los
testimonios y, eso sí, mirar a los ojos de los testimonios que hacen memoria…
-Mis viejitas y viejitos, sobre
todo, como les llamo cariñosamente. Por suerte seguimos teniendo a muchos entre
nosotros. Una pena quienes se quedaron en el camino sin recibir la reparación
debida. Una lacra que España siempre llevará tatuada. Sí que estas personas que
hacen memoria merecen un capítulo aparte. Y cuando nos miran a los ojos, cuando
nos dan tantas lecciones de vida, uno no puede sentirse sino afortunado por
tener esta profesión y la oportunidad de estar cerca de ellos.
-Quizás
no es de ellos de quien debiera depender un ejercicio digno en torno a la
memoria, ¿cómo lo ves? Y de quién debería haber dependido este ejercicio el más
activo y directo, por la memoria…
¿podemos -poner nombres y apellidos?
-Exacto. El deber de memoria es
una cuestión de estado. Un deber irrenunciable además. El resto es ir en contra
de los derechos humanos, como hace este país de forma sistemática en lo que
respecta a las víctimas del franquismo. Para solucionar esto debe entenderse la
memoria como una apuesta transversal, desde los partidos políticos, los medios
de comunicación, la justicia, el sistema educativo… y la propia sociedad, ojo,
no dejemos de hacer autocrítica en este sentido.
Porque ocultar la realidad nunca
es una buena decisión. Y España no ha leído bien las páginas más oscuras de su
historia reciente. Se lo debemos a quienes se fueron, es trascendental en
nuestro presente y una obligación con las generaciones futuras. Sigamos, por
tanto, construyendo memoria contra el olvido y la impunidad.
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