La Librería de El Sueño Igualitario

tierra_EDIIMA20170101_0148_5.jpgCazarabet conversa con...   Juan Miguel Baquero, autor de “Que fuera mi tierra. Anuario 2015. Intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía” (Junta de Andalucía)

 

 

 

 

Un libro de investigación periodística y de trabajo de campo del periodista Juan Miguel Baquero sobre las intervenciones en las fosas comunes del franquismo en Andalucía en el año 2015.

El periodismo vuelve a la calle a pie de barro, de fosas en un seguimiento sobre cómo fueron las intervenciones en las fosas comunes que realizó el gobierno de la Junta de Andalucía y las asociaciones que pretenden rescatar del olvido y del barro y polco anónimos a las personas asesinadas por el franquismo.

Juan Miguel Baquero, con este trabajo periodístico, obtuvo el premio Chaves Nogales del año 2016, distinción de carácter honorífico respaldada por el Heraldo de Madrid y votada por los lectores.

El título del libro está inspirado en un poema de Luis Cernuda, 'Es lástima que fuera mi tierra'.

En este libro el periodista Juan Miguel Baquero se adentra , caso por caso, en las historias humanas que hay detrás de las exhumaciones… en las presentes y en las pasadas porque el periodista indaga en los parientes  de los represaliados cuyos huesos yacen mezclados entre polvos, piedras, raíces y barros… pero también lo hace retrocediendo y adentrándose, casi fotografiando el camino que siguió la represión  y que culminó con una ráfaga, un tiro de gracia y un cuerpo inerte, con todas sus ilusiones, desilusiones, aventuras y desventuras  que se cae por una fosa y que es tapada, silenciada e ignorada por muchos años… tantos años como heridas en la memoria, en el silencio, en la batalla perdida, escarmentada y herida…

Este libro es una recopilación de textos que son testimonios, de imágenes que son más que una imagen porque hablan el idioma de un paso del tiempo escondido que es delatado y es un homenaje al periodismo más difícil… el que quiere relatar “pequeños dramas cotidianos”, esos de la vuelta de casa, pero que tantos otros prefieren cubrir con una sábana, mientras miran lejos… es un ejemplo de periodismo que barre la casa antes de mirar la casa vecina.

02122016-Presentación-Anuar.jpgEl autor, Juan Miguel Baquero, este sevillano es periodista y trabaja en el diario.es y es, a la vez, director de Extra! Comunicación. Anteriormente había pasado por otras redacciones: Europa Press-Televisión; El Correo de Andalucía o El Mundo… lo que lo convierte en un periodista, indudablemente, de raza. Ha publicado, también, el relato La puta perfección y participa de antologías poéticas como Poetas andaluces con Miguel Hernández, Versos para derribar muros; Antología poética por Palestina; Palabras que se mojan o Luces de fragua.

Enlaces que te pueden ir bien:

http://www.mecd.gob.es/cultura-mecd/areas-cultura/archivos/mc/archivos/cdmh/destacados/2017/que-fuera-mi-tierra.html

http://www.mcu.es/ccbae/es/consulta_aut/registro.cmd?id=214651

Lo que nos dice la sinopsis de este trabajo periodístico en forma de libro-cuaderno:

Como escribiera el poeta Luis Cernuda, es lástima que fuera mi tierra. Y así navegamos al realizar el Anuario 2015 de intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía, como una suerte de exiliados. Tocamos apenas la tierra, la envoltura que durante décadas cubrió historias inconclusas, para recuperar vidas quebradas por la barbarie... [prólogo del autor]

El libro "Que fuera mi tierra" viene a ser el resultado del seguimiento, durante un año, de las excavaciones con métodos arqueológicos realizadas en suelo andaluz para recuperar restos de personas asesinadas durante la guerra civil española y el franquismo. Las intervenciones han sido sufragadas por la Dirección General de Memoria Democrática de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, al igual que la obra publicada.

"Que fuera mi tierra" rescata el relato truncado que ha estado oculto bajo tierra, en muchos casos durante 80 años. Crímenes sin resolver que, al menos, buscan la luz de la verdad y la reparación. Ese lado humano y atávico que significa cerrar el duelo. Para contar estas historias de vida, cada capítulo comienza con una “foto fija” de la intervención que desgrana los aspectos técnicos y científicos más básicos. Luego, el texto cuenta lo ocurrido, con importancia máxima a los protagonistas, las víctimas del franquismo. Para anclar el mensaje, el libro ofrece además un amplio despliegue fotográfico que pretende contar visualmente qué hay en una fosa, siempre desde el máximo respeto y profesionalidad.

 

 

Cazarabet conversa con Juan Miguel Baquero:

Juan-Miguel-Baquero-autor-tierra_EDIIMA20170101_0150_5.jpg-Juan Miguel, ¿qué te hizo acercarte, como periodista, al mundo de las intervenciones en las fosas comunes en Andalucía?

-Primero la obligación periodística de relatar el cumplimiento, o no, de los derechos humanos más elementales. Como es el caso español, donde a las víctimas del franquismo se niega por sistema este derecho durante décadas, hasta la aparición sobre todo del movimiento denominado de Memoria Histórica. Con este empuje social y el apoyo de algunas instituciones, como ocurre en Andalucía, se está logrando crear este camino de la memoria contra el olvido. Ahí llego, al mundo de las intervenciones arqueológicas en fosas comunes del franquismo, como periodista, para contar estos procesos y todo el aspecto humano, vital, que hay detrás de cada exhumación. Hace poco estuve en los campos de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia) y he contado cómo en aquella tierra también hay víctimas en un lugar que la España del 75, en los estertores del franquismo, abandona a su suerte. Quiero decir, que la historia de los desaparecidos forzados es universal. En el desierto del Sáhara, en Andalucía, en Colombia, en Camboya o en cualquier lugar del mundo. Y es por esto casi una obligación profesional que se convierte en necesidad.

-Que nuestro país todavía arrastre esa lacra que dejó el franquismo dice muy poco de la acción de la democracia o qué piensas?, ¿qué nos puedes reflexionar?

-Claro, por eso me gusta definir a España como el país de la desmemoria. El franquismo dejó muchas cosas ‘atadas y bien atadas’, como intuía el propio Franco. El propósito es el mismo, al final, que en las fosas comunes: ocultar la verdad. Para este fin, una herramienta fundamental es la educación. O casi mejor la mala educación, la educación tergiversada. ¿Alguien recuerda haber visto una fosa común o un campo de concentración en la escuela? Quizás sí aparecieran centros de exterminio nazi, pero difícilmente del caso español. Y esto está hecho a propósito, no es casual. El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla, eso está claro. La ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía va a romper ese melón educativo para hacer un relato fiel, justo, y esto es absolutamente necesario. Ahí es donde empieza a tambalearse esa lacra que deja el franquismo y que esta democracia no ha sabido romper del todo. Como muestra, queda la impunidad judicial en un país que no juzga los crímenes contra la humanidad cometidos desde el golpe de Estado del 36 y durante cuatro largas y oscuras décadas de dictadura represora, recordemos lo que le ocurrió al juez Baltasar Garzón cuando hizo el intento, ni tampoco deja que lo haga la magistrada María Servini de Cubría desde un juzgado de Buenos Aires apelando al cumplimiento de la justicia universal.

-Aunque sí, es verdad, el tema de localizar e intervenir en las fosas comunes es un punto más para dignificar la memoria…hay muchos puntos más pendientes que deberían volvernos la dignidad. ¿Cómo lo ves?

-Exhumar es clave. Rescatar a los ejecutados por la violencia rebelde debe ser una obligación para un país que, como decíamos, quiera transitar por la senda de una democracia firme. Sin embargo vivimos sobre miles de fosas comunes y decenas de miles de desaparecidos forzados. Una aberración posiblemente impensable en tantos países… pero hay muchas más puntos pendientes, sí. La educación y la justicia, apuntábamos. Pedagogía para conocer, para poner cimientos a esa garantía de no repetición de los dramáticos errores del pasado más turbio de España, y una necesaria acción judicial para romper el muro de impunidad como reclaman no solo asociaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional sino el Consejo de Europa o Naciones Unidas. Cumplir ese trinomio memorialista de verdad, justicia y reparación, es la clave.

1384284990_134559_1384285136_noticia_normal.jpg-Amigo, poco más o menos, ¿en todos los lugares que has visitado te has ido encontrando con lo mismo, con las mismas características en cuanto a lo que rodea a la recuperación de la Memoria Histórica?

-Cada lugar, cada fosa, es un mundo. Es cierto que hay historias que se repiten de algún modo, relatos anclados en el terror, la barbarie y el sufrimiento provocado por los crímenes de los golpistas o, de otro lado, por la esperanza y la lucha vital de las víctimas del franquismo. Hay lugares comunes, porque el objetivo era el mismo en todos sitios, la aniquilación del adversario político y social. Pero cada trozo de tierra que se abre deja salir al final su propia historia.

-Aunque, por lo que voy leyendo, se converge en muchos puntos, pero en cada lugar hay sus particularidades… ¿qué nos puedes comentar?

-Exacto, en cada lugar aparecen versiones de este relato común que engloba a las víctimas del franquismo. Los casos que recojo en el libro ‘Que fuera mi tierra’, sobre las intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía, son una muestra en ese sentido. Está la intervención en Paterna de Rivera, con el desgarrador testimonio de Luis Vega como paradigma. Ejecutan a su padre y a su madre, a la que se llevan delante de él mientras grita “mis niños, mis niños”. Y la capital gaditana, donde después de décadas de impedimentos la unión de las administraciones logra romper el muro político y exhumar. O Puerto Real, también en la provincia de Cádiz, que acaba siendo la segunda mayor fosa intervenida en Andalucía con método arqueológico llegando casi a las 200 víctimas rescatadas, y todo un ejemplo del terror franquista pero también de la implicación y del sentido más amplio de la colaboración en todos los ámbitos para crear esa memoria contra el olvido. Están en el anuario los casos de Obejo y Adamuz, en Córdoba, donde se persigue a maquis muchos años después de terminada la guerra civil para darles caza y asesinarles. El caso de las rosas de Puebla de Guzmán, aquellas mujeres vilmente vejadas y asesinadas, o la fosa de Modestita en Zalamea la Real, en Huelva. Ya en Sevilla, las páginas del libro retratan otras intervenciones como la de El Castillo de las Guardas, las terribles ejecuciones colectivas en Arahal, el ejemplar trabajo de recuperación realizado en El Madroño, el infierno de La Campana o la historia de los mineros que pudieron cambiar el rumbo de la historia y cayeron en una emboscada en La Pañoleta, en Camas. En todos estos casos, del occidente andaluz, no hubo guerra. Y sin un enfrentamiento bélico clásico, con dos bandos en litigio, hablamos de un intento de exterminio, de genocidio, y por tanto de crímenes de lesa humanidad e imprescriptibles.

Junta-Anuario-intervencione.jpg-La tristeza ha ido atravesando las nieblas, nubarrones, soles y calimas y todavía se ha instalado en los ojos de muchos de los sobrinos, nietos que luchan por recuperar a los suyos…

-Es curioso. Se puede decir que el dolor se hereda. Más allá de las víctimas directas que vivieron de primera mano estas tragedias. Alrededor de las exhumaciones, de las fosas comunes, esto se palpa en toda su intensidad. Ver llorar a una nieta, un bisnieto… personas que por edad nunca pudieron conocer a aquellos familiares que fueron ejecutados pero que sin embargo han recibido de sus padres ese cometido vital de recuperar y dignificar el relato de sus seres queridos. Es muy llamativo. Y un dolor muy real. La tristeza, es cierto, es capaz de atravesar el tiempo para llegar hasta hoy. Para estas generaciones que toman el relevo también se ha convertido en una cuestión de vida, de ahí la importancia de recuperar la Memoria y romper con la impunidad. Como dice el filósofo Reyes Mate en el prólogo de ‘Que fuera mi tierra’: “la sociedad debería entender que identificar a los desaparecidos y darles sepultura no es sólo un gesto de justicia para los muertos sino de piedad para los vivos”.

-Es difícil, por no decir imposible, creer que en este país hay democracia plena cuando lo que impera es que los derechos humanos no están respetados al 100%, ni muchísimo menos…parece como incompatible, ¿no?

-Y lo es. Vivimos en una democracia relativamente joven y que nace del único país donde el fascismo triunfa y nunca es derrotado. Es crucial y deja un presente con muchas cuestiones todavía por resolver. Algunos de estos puntos serán más o menos discutibles, según el color con el que se mire. Lo que está claro es que no cumplir con los derechos humanos más elementales es una aberración democrática. En el caso que nos ocupa, no atender a las peticiones de las víctimas del franquismo es un error de bulto que debería ser un escándalo imperdonable en una democracia plena, madura. Es más, pocas cosas más atávicas debe tener el ser humano que enterrar a sus muertos. No dar posibilidad de cerrar ese duelo a las familias de los desaparecidos forzados es una muestra, por decirlo así, de crueldad de Estado. Con excepciones, es justo decirlo, que avanzan en la reparación como se muestra en ‘Que fuera mi tierra’.

-El tuyo es un trabajo periodístico, pero tiene mucho de trabajo de campo y de investigación; no sé, como muy científico… en todos los casos sigues unos pasos determinados muy al modo “método científico”, casi, casi ¿qué nos puedes decir?

-El soporte científico está basado en el trabajo de los equipos técnicos que trabajan en las intervenciones. Arqueólogos y antropólogos de contrastada solvencia que realizan una labor encomiable y han puesto todas las facilidades para acceder a sus resultados. Al comienzo de cada capítulo hay una suerte de foto fija de la exhumación, a modo de ficha, que cuenta los datos fundamentales. Luego, en la construcción de las crónicas está el apoyo de los investigadores e historiadores y, de modo fundamental, los testimonios orales básicamente de las víctimas y las familias. Ellos aportan esa piel necesaria. Todo esto conforma un trabajo muy periodístico que, al cabo, tuvo la suerte de recibir el Premio Chaves Nogales, que convoca Heraldo de Madrid, al mejor libro periodístico del año 2016.

-¿En qué crees que se falla, si es que crees que se falla, desde el impulso por la recuperación de la Memoria Histórica?; ¿y en el caso de reclamar las exhumaciones?, ¿qué se podría mejorar?

-El principal fallo es que se llega tarde. Muchas víctimas directas de la represión franquista se quedaron en el camino sin poder ver cumplida su expectativa, sin recuperar los restos de su familiar para darle digna sepultura. Eso es algo que no se puede solucionar ya, que está ahí, pero no puede condicionar el presente y menos el futuro. La Memoria Histórica, tal como la conocemos, es un fenómeno reciente y que nace de la sociedad civil para impregnar y señalar el camino de este país. El desarrollo democrático, como decíamos, y de atención a los derechos humanos. Sería injusto de todos modos fiar todo a movimientos ciudadanos, de ahí la importancia de la implicación institucional. Andalucía está a la vanguardia en este sentido y sigue avanzando. El recién aprobado marco legal va a ser un respaldo muy importante, también en los procesos exhumatorios. ¿Qué se podría mejorar ahí? La rapidez, quizás, algo en lo que también se trabaja. Pero estoy seguro que a todos los que conforman este mundo de la memoria les gustaría que estuviera solucionado no mañana, sino ayer. Paso a paso.

Captura-de-pantalla-2016-12.jpg-Particularmente, como periodista, ¿qué te ha aportado la realización de este reportaje que ha tomado la forma de libro?

-La posibilidad de enfrentarme a un trabajo que toca de lleno un deber profesional inexcusable: la defensa de los derechos humanos. Una labor cargada de responsabilidad, que requiere honestidad y compromiso, y que se ha convertido en un camino que recordaré toda la vida. La suerte de estar al lado de las víctimas del franquismo, y ser un poco su voz en estos casos… es impagable. Siempre les estaré agradecido por dejarme entrar por una puerta que abren de par en par.

-¿Y humanamente?, porque me da que tratando e investigando para este reportaje a uno le cambian un poco, o un mucho, (según se mire) la perspectiva de las cosas, de la vida y de la mirada a nuestra historia más reciente y al tratamiento que se le ha dispensado…¿qué nos puedes comentar?

-Ver el mundo de otro modo. Eso es. Esto es algo que pocas cosas pueden lograr. Y estas historias lo hacen. Quiero pensar que me ha hecho crecer como persona. Torpe sería si no lo hubiera conseguido al lado de personas como las que he ido encontrando en este trayecto. Modificar mi visión de las cosas, de nuestro propio camino, de nuestra historia… todo eso ha ocurrido.

-Amigo, ¿en qué estás trabajando  en la actualidad; nos puedes dar alguna pista?

-Creo que sí, que algo puedo contar. Con mi trabajo periodístico sigo avanzando en relatar historias en muchos casos atadas a los derechos humanos, principalmente en eldiario.es y también en otros medios como lamarea.com. La Memoria Histórica es uno de los temas principales. Aquí tengo varios proyectos, más a largo plazo. Algunos están naciendo y es preciso dejarlos ahí, que vayan madurando, aunque tengo depositadas muchas ilusiones. Y sigo haciendo seguimiento a las intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía. La repercusión que ha tenido el inicio de este proyecto, con el libro ‘Que fuera mi tierra’, este carácter de memoria pública que está siendo tan bien acogida, no hace sino crecer y multiplicar esa necesidad vital de estar cerca de las víctimas del franquismo, de recoger sus historias y contarlas… esto deber continuar, lo merecen, es la idea. Sirve para crear memoria contra el olvido.

 

 

 

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Que fuera mi tierra. Anuario 2015. Intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía. Juan Miguel Baquero   
93 páginas      20 x 30 cms.
Junta de Andalucía



Cultura presenta el Anuario 2015 de intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía

El volumen es una memoria de las exhumaciones llevadas a cabo en suelo andaluz coordinadas por la Dirección General de Memoria Democrática


La viceconsejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Marta Alonso, ha presentado en Huelva ‘Que fuera mi tierra. Anuario 2015. Intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía’, una memoria de las exhumaciones llevadas a cabo en suelo andaluz coordinadas por la Dirección General de Memoria Democrática.

En su intervención, Alonso ha asegurado que “este trabajo demuestra el compromiso de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía con las políticas dirigidas a la Memoria Democrática, compromiso que se verá  impulsado por  la Ley de Memoria Democrática de Andalucía que se tramita en el Parlamento, un texto normativo necesario para que tengamos una mejor sociedad andaluza, con valores más democráticos y con jóvenes que conozcan nuestro pasado para construir un mejor futuro”.

Los trabajos, desarrollados a petición de familiares directos, han sido financiados por la Junta de Andalucía con la ayuda de diputaciones como las de Huelva o Cádiz, y de los ayuntamientos donde se ubican las fosas. El periodista Juan Miguel Baquero ha recopilado en este volumen el seguimiento de las actuaciones en fosas desarrolladas el año pasado por equipos técnicos andaluces que han trabajado sobre el terreno.

Un Anuario de historias sobre la represión

El volumen, editado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, recoge una docena de trabajos arqueológicos coordinados desde la dirección general de Memoria Democrática desde 2015. Labores de exhumación que han hecho de éste el año más activo en cuanto a intervenciones, y uno de los que han contado con más víctimas recuperadas en nuestra región gracias al esfuerzo compartido de familiares, entidades memorialistas, ayuntamientos, diputaciones y Junta de Andalucía. Con casos paradigmáticos que muestran la comisión de crímenes contra la Humanidad como los de Puerto Real (Cádiz), que al cierre de esta publicación rondaba las 200 personas, las 35 de El Madroño o 36 en La Campana, ambas en la provincia de Sevilla.

El anuario está prologado por el filósofo Manuel Reyes Mate, quien evoca cómo “aquel terror de los sublevados, tan gratuito como concienzudo, tenía una pretensión de largo alcance: desestructurar las familias republicanas, infundir miedo y borrar huellas”. Presentar “estos relatos” 80 años después significa “que aquella estrategia funcionó”. Por eso, dice Reyes Mate, “la sociedad debería entender que identificar a los desaparecidos y darles sepultura no es sólo un gesto de justicia para los muertos sino de piedad para los vivos”.

jc2GWPYN.jpgEl trabajo llevado a cabo es testigo de lo que ocurrió y de la tarea de recuperación de la dignidad de los represaliados que se realiza desde la base de los más elementales derechos humanos. En palabras de Juan Miguel Baquero “no hay nada más atávico, más humano de algún modo, que enterrar a nuestros muertos de manera digna y eso es lo que pretenden las víctimas del franquismo”.

En lo que respecta a la estructura de la obra, cada intervención cuenta con una ficha técnica acompañada, a modo de foto fija de la situación, de un dibujo de la disposición de los cuerpos arrojados, y que se complementa además con los testimonios orales de familiares, de miembros del mundo asociativo y de historiadores e investigadores.

Así por ejemplo en la exhumación de Paterna de Rivera (Cádiz), que rescata los restos óseos de 10 víctimas, y donde los golpistas se ceban en una localidad donde nunca hay guerra ni conflicto armado, dejando un puñado de familias “como el nido al que dan con una escoba”; o en Zalamea la Real (Huelva), donde en una cuneta esperaban los cuerpos de dos ejecutados, el ‘juego de cruces en la fosa de Modestita’.

Sigue Obejo (Córdoba), con otros dos guerrilleros antifranquistas sacados de la tierra. Y las 35 de la localidad sevillana de El Madroño, donde algunos verdugos “se divierten” con las mujeres antes de ejecutarlas. Los nueve mineros rescatados en Camas que guardan la historia de la traición que evitó cambiar la historia de la guerra. O los 36 del pozo que mutó en infierno en La Campana.

Arahal vivió la crónica de una sangría interminable tras el estallido golpista. Fue “una de las mayores venganzas de los sublevados”, según el historiador José María García Márquez. En Adamuz y la serranía cordobesa llegó la muerte anunciada de los últimos guerrilleros antifranquistas y Puebla de Guzmán (Huelva) deja la historia de las rosas cortadas en la Fuente Vieja. El Castillo de las Guardas (Sevilla) deja unos 139 asesinados y un solo cuerpo que vela el olvido. Y Cádiz, que ya desvela los primeros restos de represaliados en el antiguo cementerio.

Asimismo este volumen recoge el comienzo de unos esperados trabajos arqueológicos en la capital gaditana. Las exhumaciones realizadas durante 2015 son obra de equipos técnicos (documentalistas, historiadores, arqueólogos y antropólogos, además de voluntarios en algunos casos) de contrastada solvencia e implicación profesional. Cierra el libro ‘Que fuera mi tierra. Anuario 2015. Intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía’ la labor llevada a cabo en el cementerio de Puerto Real, que llegará a ser la segunda fosa más grande abierta en Andalucía y es, por las evidencias de muerte violenta que presentan los restos encontrados, ejemplo vivo del terror franquista.

 

 

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