La
Librería de El Sueño Igualitario
Un libro de investigación periodística y de
trabajo de campo del periodista Juan Miguel Baquero sobre las intervenciones en
las fosas comunes del franquismo en Andalucía en el año 2015.
El periodismo vuelve a la calle a pie de
barro, de fosas en un seguimiento sobre cómo fueron las intervenciones en las
fosas comunes que realizó el gobierno de la Junta de Andalucía y las
asociaciones que pretenden rescatar del olvido y del barro y polco anónimos a
las personas asesinadas por el franquismo.
Juan Miguel Baquero, con este trabajo
periodístico, obtuvo el premio Chaves Nogales del año 2016, distinción de
carácter honorífico respaldada por el Heraldo de Madrid y votada por los
lectores.
El título del libro está inspirado en un poema
de Luis Cernuda, 'Es lástima que
fuera mi tierra'.
En este libro
el periodista Juan Miguel Baquero se adentra , caso por caso, en las historias
humanas que hay detrás de las exhumaciones… en las presentes y en las pasadas
porque el periodista indaga en los parientes
de los represaliados cuyos huesos yacen mezclados entre polvos, piedras,
raíces y barros… pero también lo hace retrocediendo y adentrándose, casi
fotografiando el camino que siguió la represión
y que culminó con una ráfaga, un tiro de gracia y un cuerpo inerte, con
todas sus ilusiones, desilusiones, aventuras y desventuras que se cae por una fosa y que es tapada,
silenciada e ignorada por muchos años… tantos años como heridas en la memoria,
en el silencio, en la batalla perdida, escarmentada y herida…
Este libro es
una recopilación de textos que son testimonios, de imágenes que son más que una
imagen porque hablan el idioma de un paso del tiempo escondido que es delatado
y es un homenaje al periodismo más difícil… el que quiere relatar “pequeños
dramas cotidianos”, esos de la vuelta de casa, pero que tantos otros prefieren
cubrir con una sábana, mientras miran lejos… es un ejemplo de periodismo que
barre la casa antes de mirar la casa vecina.
El autor, Juan Miguel Baquero, este
sevillano es periodista y trabaja en el diario.es y es, a la vez, director de
Extra! Comunicación. Anteriormente había pasado por
otras redacciones: Europa Press-Televisión; El Correo
de Andalucía o El Mundo… lo que lo convierte en un periodista, indudablemente,
de raza. Ha publicado, también, el relato La puta perfección y participa de
antologías poéticas como Poetas andaluces con Miguel Hernández, Versos para
derribar muros; Antología poética por Palestina; Palabras que se mojan o Luces
de fragua.
Enlaces que te pueden ir bien:
http://www.mcu.es/ccbae/es/consulta_aut/registro.cmd?id=214651
Lo que nos dice la sinopsis de este trabajo
periodístico en forma de libro-cuaderno:
Como escribiera el poeta Luis
Cernuda, es lástima que fuera mi tierra. Y así navegamos al realizar el Anuario
2015 de intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía, como una
suerte de exiliados. Tocamos apenas la tierra, la envoltura que durante décadas
cubrió historias inconclusas, para recuperar vidas quebradas por la
barbarie... [prólogo del autor]
El libro "Que
fuera mi tierra" viene a ser el resultado del seguimiento,
durante un año, de las excavaciones con métodos arqueológicos realizadas en
suelo andaluz para recuperar restos de personas asesinadas durante la guerra
civil española y el franquismo. Las intervenciones han sido sufragadas por la
Dirección General de Memoria Democrática de la Consejería de Cultura de la
Junta de Andalucía, al igual que la obra publicada.
"Que fuera
mi tierra" rescata el relato truncado que ha estado oculto bajo
tierra, en muchos casos durante 80 años. Crímenes sin resolver que, al menos,
buscan la luz de la verdad y la reparación. Ese lado humano y atávico que
significa cerrar el duelo. Para contar estas historias de vida, cada capítulo
comienza con una “foto fija” de la intervención que desgrana los aspectos
técnicos y científicos más básicos. Luego, el texto cuenta lo ocurrido, con
importancia máxima a los protagonistas, las víctimas del franquismo. Para
anclar el mensaje, el libro ofrece además un amplio despliegue fotográfico que
pretende contar visualmente qué hay en una fosa, siempre desde el máximo
respeto y profesionalidad.
Cazarabet conversa con Juan
Miguel Baquero:
-Juan Miguel, ¿qué te hizo acercarte, como periodista,
al mundo de las intervenciones en las fosas comunes en Andalucía?
-Primero la obligación
periodística de relatar el cumplimiento, o no, de los derechos humanos más
elementales. Como es el caso español, donde a las víctimas del franquismo se
niega por sistema este derecho durante décadas, hasta la aparición sobre todo
del movimiento denominado de Memoria Histórica. Con este empuje social y el
apoyo de algunas instituciones, como ocurre en Andalucía, se está logrando
crear este camino de la memoria contra el olvido. Ahí llego, al mundo de las
intervenciones arqueológicas en fosas comunes del franquismo, como periodista,
para contar estos procesos y todo el aspecto humano, vital, que hay detrás de
cada exhumación. Hace poco estuve en los campos de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia) y he contado cómo en aquella tierra
también hay víctimas en un lugar que la España del 75, en los estertores del
franquismo, abandona a su suerte. Quiero decir, que la historia de los
desaparecidos forzados es universal. En el desierto del Sáhara, en Andalucía,
en Colombia, en Camboya o en cualquier lugar del mundo. Y es por esto casi una
obligación profesional que se convierte en necesidad.
-Que nuestro país todavía arrastre esa lacra que dejó el franquismo dice
muy poco de la acción de la democracia o qué piensas?,
¿qué nos puedes reflexionar?
-Claro, por eso me
gusta definir a España como el país de la desmemoria. El franquismo dejó muchas
cosas ‘atadas y bien atadas’, como intuía el propio Franco. El propósito es el
mismo, al final, que en las fosas comunes: ocultar la verdad. Para este fin,
una herramienta fundamental es la educación. O casi mejor la mala educación, la
educación tergiversada. ¿Alguien recuerda haber visto una fosa común o un campo
de concentración en la escuela? Quizás sí aparecieran centros de exterminio
nazi, pero difícilmente del caso español. Y esto está hecho a propósito, no es
casual. El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla, eso
está claro. La ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía va a romper
ese melón educativo para hacer un relato fiel, justo, y esto es absolutamente
necesario. Ahí es donde empieza a tambalearse esa lacra que deja el franquismo
y que esta democracia no ha sabido romper del todo. Como muestra, queda la
impunidad judicial en un país que no juzga los crímenes contra la humanidad
cometidos desde el golpe de Estado del 36 y durante cuatro largas y oscuras
décadas de dictadura represora, recordemos lo que le ocurrió al juez Baltasar
Garzón cuando hizo el intento, ni tampoco deja que lo haga la magistrada María Servini de Cubría desde un juzgado de Buenos Aires apelando
al cumplimiento de la justicia universal.
-Aunque sí, es verdad, el tema de localizar e intervenir en las fosas
comunes es un punto más para dignificar la memoria…hay muchos puntos más
pendientes que deberían volvernos la dignidad. ¿Cómo lo ves?
-Exhumar es clave.
Rescatar a los ejecutados por la violencia rebelde debe ser una obligación para
un país que, como decíamos, quiera transitar por la senda de una democracia
firme. Sin embargo vivimos sobre miles de fosas comunes y decenas de miles de
desaparecidos forzados. Una aberración posiblemente impensable en tantos
países… pero hay muchas más puntos pendientes, sí. La educación y la justicia,
apuntábamos. Pedagogía para conocer, para poner cimientos a esa garantía de no
repetición de los dramáticos errores del pasado más turbio de España, y una
necesaria acción judicial para romper el muro de impunidad como reclaman no
solo asociaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional sino el
Consejo de Europa o Naciones Unidas. Cumplir ese trinomio memorialista de
verdad, justicia y reparación, es la clave.
-Amigo, poco más o menos, ¿en todos los lugares que
has visitado te has ido encontrando con lo mismo, con las mismas
características en cuanto a lo que rodea a la recuperación de la Memoria
Histórica?
-Cada lugar, cada
fosa, es un mundo. Es cierto que hay historias que se repiten de algún modo,
relatos anclados en el terror, la barbarie y el sufrimiento provocado por los
crímenes de los golpistas o, de otro lado, por la esperanza y la lucha vital de
las víctimas del franquismo. Hay lugares comunes, porque el objetivo era el
mismo en todos sitios, la aniquilación del adversario político y social. Pero
cada trozo de tierra que se abre deja salir al final su propia historia.
-Aunque, por lo que voy leyendo, se converge en muchos puntos, pero en cada
lugar hay sus particularidades… ¿qué nos puedes comentar?
-Exacto, en cada lugar
aparecen versiones de este relato común que engloba a las víctimas del
franquismo. Los casos que recojo en el libro ‘Que fuera mi tierra’, sobre las
intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía, son una muestra en
ese sentido. Está la intervención en Paterna de Rivera, con el desgarrador
testimonio de Luis Vega como paradigma. Ejecutan a su padre y a su madre, a la
que se llevan delante de él mientras grita “mis niños, mis niños”. Y la capital
gaditana, donde después de décadas de impedimentos la unión de las administraciones
logra romper el muro político y exhumar. O Puerto Real, también en la provincia
de Cádiz, que acaba siendo la segunda mayor fosa intervenida en Andalucía con
método arqueológico llegando casi a las 200 víctimas rescatadas, y todo un
ejemplo del terror franquista pero también de la implicación y del sentido más
amplio de la colaboración en todos los ámbitos para crear esa memoria contra el
olvido. Están en el anuario los casos de Obejo y Adamuz, en Córdoba, donde se persigue a maquis muchos años
después de terminada la guerra civil para darles caza y asesinarles. El caso de
las rosas de Puebla de Guzmán, aquellas mujeres vilmente vejadas y asesinadas,
o la fosa de Modestita en Zalamea la Real, en Huelva. Ya en Sevilla, las
páginas del libro retratan otras intervenciones como la de El Castillo de las
Guardas, las terribles ejecuciones colectivas en Arahal,
el ejemplar trabajo de recuperación realizado en El Madroño, el infierno de La
Campana o la historia de los mineros que pudieron cambiar el rumbo de la
historia y cayeron en una emboscada en La Pañoleta, en Camas. En todos estos
casos, del occidente andaluz, no hubo guerra. Y sin un enfrentamiento bélico
clásico, con dos bandos en litigio, hablamos de un intento de exterminio, de
genocidio, y por tanto de crímenes de lesa humanidad e imprescriptibles.
-La tristeza ha ido atravesando las nieblas,
nubarrones, soles y calimas y todavía se ha instalado en los ojos de muchos de
los sobrinos, nietos que luchan por recuperar a los suyos…
-Es curioso. Se puede decir
que el dolor se hereda. Más allá de las víctimas directas que vivieron de
primera mano estas tragedias. Alrededor de las exhumaciones, de las fosas
comunes, esto se palpa en toda su intensidad. Ver llorar a una nieta, un
bisnieto… personas que por edad nunca pudieron conocer a aquellos familiares
que fueron ejecutados pero que sin embargo han recibido de sus padres ese
cometido vital de recuperar y dignificar el relato de sus seres queridos. Es
muy llamativo. Y un dolor muy real. La tristeza, es cierto, es capaz de
atravesar el tiempo para llegar hasta hoy. Para estas generaciones que toman el
relevo también se ha convertido en una cuestión de vida, de ahí la importancia
de recuperar la Memoria y romper con la impunidad. Como dice el filósofo Reyes
Mate en el prólogo de ‘Que fuera mi tierra’: “la sociedad debería entender que
identificar a los desaparecidos y darles sepultura no es sólo un gesto de
justicia para los muertos sino de piedad para los vivos”.
-Es difícil, por no decir imposible, creer que en este país hay democracia
plena cuando lo que impera es que los derechos humanos no están respetados al
100%, ni muchísimo menos…parece como incompatible, ¿no?
-Y lo es. Vivimos en
una democracia relativamente joven y que nace del único país donde el fascismo
triunfa y nunca es derrotado. Es crucial y deja un presente con muchas
cuestiones todavía por resolver. Algunos de estos puntos serán más o menos
discutibles, según el color con el que se mire. Lo que está claro es que no
cumplir con los derechos humanos más elementales es una aberración democrática.
En el caso que nos ocupa, no atender a las peticiones de las víctimas del
franquismo es un error de bulto que debería ser un escándalo imperdonable en
una democracia plena, madura. Es más, pocas cosas más atávicas debe tener el
ser humano que enterrar a sus muertos. No dar posibilidad de cerrar ese duelo a
las familias de los desaparecidos forzados es una muestra, por decirlo así, de
crueldad de Estado. Con excepciones, es justo decirlo, que avanzan en la reparación
como se muestra en ‘Que fuera mi tierra’.
-El tuyo es un trabajo periodístico, pero tiene mucho de trabajo de campo y
de investigación; no sé, como muy científico… en todos los casos sigues unos
pasos determinados muy al modo “método científico”, casi, casi ¿qué nos puedes
decir?
-El soporte científico
está basado en el trabajo de los equipos técnicos que trabajan en las
intervenciones. Arqueólogos y antropólogos de contrastada solvencia que
realizan una labor encomiable y han puesto todas las facilidades para acceder a
sus resultados. Al comienzo de cada capítulo hay una suerte de foto fija de la
exhumación, a modo de ficha, que cuenta los datos fundamentales. Luego, en la
construcción de las crónicas está el apoyo de los investigadores e historiadores
y, de modo fundamental, los testimonios orales básicamente de las víctimas y
las familias. Ellos aportan esa piel necesaria. Todo esto conforma un trabajo
muy periodístico que, al cabo, tuvo la suerte de recibir el Premio Chaves
Nogales, que convoca Heraldo de Madrid, al mejor libro periodístico del año
2016.
-¿En qué crees que se falla, si es que crees que se falla, desde el impulso
por la recuperación de la Memoria Histórica?; ¿y en el caso de reclamar las
exhumaciones?, ¿qué se podría mejorar?
-El principal fallo es
que se llega tarde. Muchas víctimas directas de la represión franquista se
quedaron en el camino sin poder ver cumplida su expectativa, sin recuperar los
restos de su familiar para darle digna sepultura. Eso es algo que no se puede
solucionar ya, que está ahí, pero no puede condicionar el presente y menos el
futuro. La Memoria Histórica, tal como la conocemos, es un fenómeno reciente y
que nace de la sociedad civil para impregnar y señalar el camino de este país.
El desarrollo democrático, como decíamos, y de atención a los derechos humanos.
Sería injusto de todos modos fiar todo a movimientos ciudadanos, de ahí la
importancia de la implicación institucional. Andalucía está a la vanguardia en
este sentido y sigue avanzando. El recién aprobado marco legal va a ser un
respaldo muy importante, también en los procesos exhumatorios.
¿Qué se podría mejorar ahí? La rapidez, quizás, algo en lo que también se
trabaja. Pero estoy seguro que a todos los que conforman este mundo de la
memoria les gustaría que estuviera solucionado no mañana, sino ayer. Paso a paso.
-Particularmente, como periodista, ¿qué te ha aportado
la realización de este reportaje que ha tomado la forma de libro?
-La posibilidad de
enfrentarme a un trabajo que toca de lleno un deber profesional inexcusable: la
defensa de los derechos humanos. Una labor cargada de responsabilidad, que
requiere honestidad y compromiso, y que se ha convertido en un camino que
recordaré toda la vida. La suerte de estar al lado de las víctimas del franquismo,
y ser un poco su voz en estos casos… es impagable. Siempre les estaré
agradecido por dejarme entrar por una puerta que abren de par en par.
-¿Y humanamente?, porque me da que tratando e investigando para este
reportaje a uno le cambian un poco, o un mucho, (según se mire) la perspectiva
de las cosas, de la vida y de la mirada a nuestra historia más reciente y al
tratamiento que se le ha dispensado…¿qué nos puedes
comentar?
-Ver el mundo de otro
modo. Eso es. Esto es algo que pocas cosas pueden lograr. Y estas historias lo
hacen. Quiero pensar que me ha hecho crecer como persona. Torpe sería si no lo
hubiera conseguido al lado de personas como las que he ido encontrando en este
trayecto. Modificar mi visión de las cosas, de nuestro propio camino, de nuestra
historia… todo eso ha ocurrido.
-Amigo, ¿en qué estás trabajando en la actualidad; nos puedes dar
alguna pista?
-Creo que sí, que algo
puedo contar. Con mi trabajo periodístico sigo avanzando en relatar historias
en muchos casos atadas a los derechos humanos, principalmente en eldiario.es y
también en otros medios como lamarea.com. La Memoria Histórica es uno de los
temas principales. Aquí tengo varios proyectos, más a largo plazo. Algunos
están naciendo y es preciso dejarlos ahí, que vayan madurando, aunque tengo
depositadas muchas ilusiones. Y sigo haciendo seguimiento a las intervenciones
en fosas comunes del franquismo en Andalucía. La repercusión que ha tenido el
inicio de este proyecto, con el libro ‘Que fuera mi tierra’, este carácter de
memoria pública que está siendo tan bien acogida, no hace sino crecer y
multiplicar esa necesidad vital de estar cerca de las víctimas del franquismo,
de recoger sus historias y contarlas… esto deber continuar, lo merecen, es la
idea. Sirve para crear memoria contra el olvido.
24940
Que fuera mi tierra.
Anuario 2015. Intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía. Juan Miguel Baquero
93 páginas 20 x 30 cms.
Junta de Andalucía
Cultura presenta el Anuario
2015 de intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía
El volumen es una memoria de
las exhumaciones llevadas a cabo en suelo andaluz coordinadas por la Dirección
General de Memoria Democrática
La viceconsejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Marta
Alonso, ha presentado en Huelva ‘Que fuera mi tierra. Anuario 2015.
Intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía’, una memoria de
las exhumaciones llevadas a cabo en suelo andaluz coordinadas por la Dirección
General de Memoria Democrática.
En su intervención, Alonso ha asegurado que “este trabajo demuestra el
compromiso de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía con las
políticas dirigidas a la Memoria Democrática, compromiso que se verá impulsado
por la Ley de Memoria Democrática de Andalucía que se tramita en el
Parlamento, un texto normativo necesario para que tengamos una mejor sociedad
andaluza, con valores más democráticos y con jóvenes que conozcan nuestro
pasado para construir un mejor futuro”.
Los trabajos, desarrollados a petición de familiares directos, han sido
financiados por la Junta de Andalucía con la ayuda de diputaciones como las de
Huelva o Cádiz, y de los ayuntamientos donde se ubican las fosas. El periodista
Juan Miguel Baquero ha recopilado en este volumen el seguimiento de las
actuaciones en fosas desarrolladas el año pasado por equipos técnicos andaluces
que han trabajado sobre el terreno.
Un Anuario de historias sobre la represión
El volumen, editado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía,
recoge una docena de trabajos arqueológicos coordinados desde la dirección
general de Memoria Democrática desde 2015. Labores de exhumación que han hecho
de éste el año más activo en cuanto a intervenciones, y uno de los que han
contado con más víctimas recuperadas en nuestra región gracias al esfuerzo
compartido de familiares, entidades memorialistas, ayuntamientos, diputaciones
y Junta de Andalucía. Con casos paradigmáticos que muestran la comisión de
crímenes contra la Humanidad como los de Puerto Real (Cádiz), que al cierre de
esta publicación rondaba las 200 personas, las 35 de El Madroño o 36 en La
Campana, ambas en la provincia de Sevilla.
El anuario está prologado por el filósofo Manuel Reyes Mate, quien evoca cómo
“aquel terror de los sublevados, tan gratuito como concienzudo, tenía una
pretensión de largo alcance: desestructurar las familias republicanas, infundir
miedo y borrar huellas”. Presentar “estos relatos” 80 años después significa
“que aquella estrategia funcionó”. Por eso, dice Reyes Mate, “la sociedad
debería entender que identificar a los desaparecidos y darles sepultura no es
sólo un gesto de justicia para los muertos sino de piedad para los vivos”.
El trabajo llevado a cabo es testigo
de lo que ocurrió y de la tarea de recuperación de la dignidad de los
represaliados que se realiza desde la base de los más elementales derechos
humanos. En palabras de Juan Miguel Baquero “no hay nada más atávico, más
humano de algún modo, que enterrar a nuestros muertos de manera digna y eso es
lo que pretenden las víctimas del franquismo”.
En lo que respecta a la estructura de la obra, cada intervención cuenta con una
ficha técnica acompañada, a modo de foto fija de la situación, de un dibujo de
la disposición de los cuerpos arrojados, y que se complementa además con los
testimonios orales de familiares, de miembros del mundo asociativo y de
historiadores e investigadores.
Así por ejemplo en la exhumación de Paterna de Rivera (Cádiz), que rescata los
restos óseos de 10 víctimas, y donde los golpistas se ceban en una localidad
donde nunca hay guerra ni conflicto armado, dejando un puñado de familias “como
el nido al que dan con una escoba”; o en Zalamea la Real (Huelva), donde en una
cuneta esperaban los cuerpos de dos ejecutados, el ‘juego de cruces en la fosa
de Modestita’.
Sigue Obejo (Córdoba), con otros dos guerrilleros
antifranquistas sacados de la tierra. Y las 35 de la localidad sevillana de El
Madroño, donde algunos verdugos “se divierten” con las mujeres antes de
ejecutarlas. Los nueve mineros rescatados en Camas que guardan la historia de
la traición que evitó cambiar la historia de la guerra. O los 36 del pozo que
mutó en infierno en La Campana.
Arahal vivió la crónica de una sangría interminable
tras el estallido golpista. Fue “una de las mayores venganzas de los
sublevados”, según el historiador José María García Márquez. En Adamuz y la serranía cordobesa llegó la muerte anunciada de
los últimos guerrilleros antifranquistas y Puebla de Guzmán (Huelva) deja la
historia de las rosas cortadas en la Fuente Vieja. El Castillo de las Guardas
(Sevilla) deja unos 139 asesinados y un solo cuerpo que vela el olvido. Y
Cádiz, que ya desvela los primeros restos de represaliados en el antiguo
cementerio.
Asimismo este volumen recoge el comienzo de unos esperados trabajos
arqueológicos en la capital gaditana. Las exhumaciones realizadas durante 2015
son obra de equipos técnicos (documentalistas, historiadores, arqueólogos y
antropólogos, además de voluntarios en algunos casos) de contrastada solvencia
e implicación profesional. Cierra el libro ‘Que fuera mi tierra. Anuario 2015.
Intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía’ la labor llevada a
cabo en el cementerio de Puerto Real, que llegará a ser la segunda fosa más
grande abierta en Andalucía y es, por las evidencias de muerte violenta que
presentan los restos encontrados, ejemplo vivo del terror franquista.
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