La
Librería de El Sueño Igualitario
Javier López Facal
pensador, y gran conocedor de la Antigüedad, especializado en griego clásico,
escribe este libro que reflexiona sobre los bordes de las líneas rojas que
entrelazan la vida, el camino de la vida y todos sus componentes….
¿Dónde empieza la perfección, ¿acaso donde
acaba la imperfección?, ¿qué es la belleza?, ¿por qué consagramos minutos de
nuestra vida a la belleza, perdiendo la belleza del propio camino o que debería
ser el devenir por la senda de la belleza?; ¿dónde empieza el orden?, ¿qué nos
hace “rendirnos” hacia la unanimidad?... de todo esto trataremos de conversa
con Javier López Facal, porque es de esto, poco más o
menos, de lo que nos ha hablado nuestro escritor-reflexólogo en este ensayo que
puede convertirse en un buen acompañante antes de irte a la cama a soñar, más o
menos perfectamente….si es que existe la perfección, y más, en el arte de
dormir.
López Facal fue
durante muchos años profesor emérito del CSIC.
Es autor de otros libros, ensayos, que
reflexionan, siempre, sobre temas que “nos pican”….
Nosotros conversamos ya con él a raíz de su
libro Breve historia cultural de los
nacionalismos europeos: http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/facal.htm
Lo que nos dice y nos explica Clave
Intelectual sobre el libro:
La Tierra no es perfectamente redonda, pero la
circunferencia creada por los hombres sí lo es. Lo malo es que cuando
intentaban medir esa circunferencia inventada con su diámetro, salía un número
irracional, un número desconcertante, el número pi.
Otros conceptos ideales creados también por
los hombres, como la simetría, la ortodoxia, la unanimidad, el orden o la
belleza pueden derivar también en consecuencias irracionales, indeseadas,
injustas y dañinas.
Este libro reivindica, pues, las ventajas de
una cierta asimetría, una cierta heterodoxia, un cierto disenso o imperfección,
como las que lucen las hojas de los olmos en su hechura imperfecta.
La perfección, el orden, la disciplina e
incluso la ortodoxia, nos dice el autor, no deben perseguirse a cualquier
precio ni a cualquier coste, porque una cierta imperfección, un poco de desorden
o de heterodoxia pueden ser saludables y también hermosos.
Cazarabet conversa con Javier López Facal:
-Javier, ¿cómo presentarías este libro?
-Es algo así como
pagar una vieja deuda: yo llevaba muchos años pensando que no pocas formas de
la ortodoxia, la unanimidad, la simetría, el orden o la perfección
conducen con frecuencia a la intolerancia, con todos sus previsibles excesos
-¿A quién crees, amigo, que puede ir destinada esta lectura?
-A pesar de que es un
libro que trata de conceptos abstractos y que ha sido escrito por
un jubilado más o menos desocupado, creo que se trata de un libro
accesible o asequible a cualquier persona; de hecho estoy recibiendo
comentarios muy favorables de gente joven y de lectores muy alejados del
esnobismo intelectual al uso.
-¿Cuándo escribías LA HOJA DEL OLMO NO ES PERFECTA en quién y en qué
pensabas?
-El libro está
dedicado a mis sobrinos, pero no pensé solo en ellos sino en mis lectores y,
sobre todo, en mis lectoras habituales. Al escribir tal o cual párrafo o
capítulo yo pensaba, “esto le va a interesar a fulanita”, “esto le va a
encantar a menganito”.
-Amigo Javier, ¿por qué , aunque sepamos que la perfección no existe, nos
obsesionamos con ella hasta llegar, algunas veces, a puntos de una
inflexibilidad y de una obsesión que no es para nada sana, ni para quien
la padece ni para el entorno….?
-No sé cuál es la
razón, ni siquiera estoy convencido de que exista una sola razón. En Praga hay
una inscripción en la fachada de una casa que dice dignitatis
memores ad optima intenti, “quienes son
conscientes de su dignidad tienden a lo mejor”. Esa puede ser una de las
razones, es decir, el ego, la autoestima, el deseo de destacar sobre los
demás, el afán de tender hacia “lo mejor”, signifique ello lo que
signifique.
-Además, que todos, en algún pequeño rasgo, somos, a nuestra manera, “perfeccionistas”…algunos hasta lo son en el
desorden…
-Sí, si no todos, la
mayoría queremos hacer las cosas bien, queremos ser guays,
queremos que nos quieran y a veces nos pasamos.
-No somos mucho de mitos, ni de idealizar ciertas cosas…pero es verdad
tenemos ciertos conceptos, en torno a la vida, idealizados…..como o que son
blancos o negros…
-Es inevitable y
es además muy práctico el disponer de unos conceptos y unos valores que
nos permitan hacer muchas cosas solo con el piloto automático. Si tuviéramos
que plantearnos cada día absolutamente todas nuestras referencias, no podríamos
llevar una vida normal.
-¿Dónde empieza y dónde termina la perfección o preguntémonos esto de otra
manera: somos nosotros mismos los que, casi inconscientemente, seguramente
según el entorno educacional, nos marcamos una líneas de diferentes grosor y,
por tanto, de diferente vínculo con la permisibilidad…?.
-Depende de qué
estemos hablando: la religión o la política tienen unas ortodoxias y unos
niveles de perfección que no dependen de nosotros mismos, como también los
tienen la ciencia y el arte, aunque el grado de obediencia exigida es muy
diferente en unos y otros ámbitos. Infringir las normas de la ortodoxia
religiosa o política puede conducir a uno incluso a la muerte, pero incumplir
las ortodoxias artísticas o científicas solo pueden llevar al aislamiento
por parte de los propios colegas o de unos cuantos ciudadanos
-No sé, me da la impresión que deberíamos de soltar mucho, mucho lastre en
torno a estos conceptos tan arraigados que tenemos, mantenemos y arrastramos…
-Quizá no tanto, a lo
mejor bastaría solo con un poco. Yo utilizo el símil de la hoja del olmo
que es casi simétrica, casi perfecta y ahí está tan pancha desafiando las
reglas de la simetría y la perfección.
-Por ejemplo,
en torno a la belleza tenemos cada “concepto idealizado” que me turba, casi me
levanta los poros….hay que ser, verdaderamente, una persona sin mucha
personalidad para dejarse llevar siempre por “conceptos de belleza” ligados al
mercado, las modas, el consumismo…
-Bueno, hay
diferencias entre unos cánones y otros. El canon de la moda, por ejemplo, que
es ultra perecedero es, sin embargo, de los más despóticos, por no hablar del
de arquitectos o diseñadores, que también tratan de imponer su idea de lo
perfecto y a veces con altas dosis de intolerancia, como aquel famoso
Procrustes que descoyuntaba los cuerpos de los que no se adaptaban a su
lecho de hierro.
-Y lo que “se ha trabajado” y me temo, también desde diferentes extractos
educativos, desde hace muchos años, es eso…..manejar a las personas como a un
rebaño que no piensa; se nos educa para no pensar, ni para que pensemos más
allá de ciertos cánones, conceptos e ideas que “los poderes fácticos” dominan,
se trata de “crear” a personas que no piensen mucho para saber , en todo
momento, qué camino tomarán y qué camino quieren llevar…o para manejarlas que
es lo peor ¿Qué nos puedes reflexionar?
-Es un asunto ese muy
complejo que no se deja resumir bien en un par de líneas, pero sí, en gran
medida la educación es una herramienta de domesticación y de poda de las
discrepancias.
-Pero muchas veces todo lo anterior tiene la complicidad de la educación
que se debería de recibir en la casa, ¿no crees?
-Sí, me refiero tanto
a la educación de casa como a la educación reglada.
-Y tal como voy leyendo me voy dando cuenta que quizás esa perfección
anhelada está en soltarse en la recapitulación de ciertas conductas, pautas o
comportamientos que nos salgan muy naturales desde dentro…y que tengan muchos
matices preñados de imperfección ¿No?
-Bueno, de nuevo es
difícil resumirlo en unas pocas líneas. En el libro cito un poema de Safo que dice que lo más hermoso que hay sobre la
superficie de la tierra es aquello que uno ama. Si se aplica ese criterio
“sáfico”, uno siempre puede modular las ortodoxias dominantes con los
sentimientos personales.
-Javier, está claro y creo que queda claro con esta lectura que lo tuyo es
la reflexión, el pensamiento, buscar preguntas, interrogantes para
intentar ligar razones, aquí deslizas preguntas y con ellas invitas a
reflexionar y no solamente vos, también el lector y ambos alrededores. Eso,
creemos, es ya un éxito para cualquier escritor, pero volviendo un poco al
principio de esta pregunta…se nota mucho peso de “tu particular pasión por “lo
clásico” y más lo griego, ¿no crees?
-Tiene que notarse,
porque no me corto un pelo en este libro en recurrir continuamente a los
griegos y romanos
- Amigo, ¿nos puedes decir en qué estás trabajando en la actualidad?
-De momento estoy en
la fase de ingesta, luego vendrá la de digestión y finalmente, si acaso, puede
salir otro relato que yo crea que merece la pena compartir con mis lectores ( y lectoras) habituales.
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La hoja del olmo no
es perfecta. Javier
López Facal
168 páginas
15.00 euros
Clave Intelectual
La Tierra no es perfectamente
redonda, pero la circunferencia creada por los hombres sí lo es. Lo malo es que
cuando intentaban medir esa circunferencia inventada con su diámetro, salía un
número irracional, un número desconcertante, el número pi.
Otros conceptos ideales creados también por los hombres, como la simetría, la
ortodoxia, la unanimidad, el orden o la belleza pueden derivar también en
consecuencias irracionales, indeseadas, injustas y dañinas.
Este libro reivindica, pues, las ventajas de una cierta asimetría, una cierta
heterodoxia, un cierto disenso o imperfección, como las que lucen las hojas de
los olmos en su hechura imperfecta.
La perfección, el orden, la disciplina e incluso la ortodoxia, nos dice el
autor, no deben perseguirse a cualquier precio ni a cualquier coste, porque una
cierta imperfección, un poco de desorden o de heterodoxia pueden ser saludables
y también hermosos.
Javier López Facal (Toba, La Coruña 1944) es
un profesor emérito del CSIC, especialista en griego clásico y gran conocedor
de la Antigüedad. Fue secretario del Instituto Cervantes. Ha publicado varios
libros (La Catarata). Fue también uno de los coautores de Reacciona (2011).
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