La Librería de El Sueño Igualitario

978849463434.JPGCazarabet conversa con...   Javier López Facal, autor de “La hoja del olmo no es perfecta” (Clave Intelectual)

 

 

 

 

 

Javier López Facal pensador, y gran conocedor de la Antigüedad, especializado en griego clásico, escribe este libro que reflexiona sobre los bordes de las líneas rojas que entrelazan la vida, el camino de la vida y todos sus componentes….

¿Dónde empieza la perfección, ¿acaso donde acaba la imperfección?, ¿qué es la belleza?, ¿por qué consagramos minutos de nuestra vida a la belleza, perdiendo la belleza del propio camino o que debería ser el devenir por la senda de la belleza?; ¿dónde empieza el orden?, ¿qué nos hace “rendirnos” hacia la unanimidad?... de todo esto trataremos de conversa con Javier López Facal, porque es de esto, poco más o menos, de lo que nos ha hablado nuestro escritor-reflexólogo en este ensayo que puede convertirse en un buen acompañante antes de irte a la cama a soñar, más o menos perfectamente….si es que existe la perfección, y más, en el arte de dormir.

López Facal fue durante muchos años profesor emérito del CSIC.

Es autor de otros libros, ensayos, que reflexionan, siempre, sobre temas que “nos pican”….

Nosotros conversamos ya con él a raíz de su libro Breve historia cultural de los nacionalismos europeos: http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/facal.htm

Lo que nos dice y nos explica Clave Intelectual sobre el libro:

La Tierra no es perfectamente redonda, pero la circunferencia creada por los hombres sí lo es. Lo malo es que cuando intentaban medir esa circunferencia inventada con su diámetro, salía un número irracional, un número desconcertante, el número pi.

Otros conceptos ideales creados también por los hombres, como la simetría, la ortodoxia, la unanimidad, el orden o la belleza pueden derivar también en consecuencias irracionales, indeseadas, injustas y dañinas.

Este libro reivindica, pues, las ventajas de una cierta asimetría, una cierta heterodoxia, un cierto disenso o imperfección, como las que lucen las hojas de los olmos en su hechura imperfecta.

La perfección, el orden, la disciplina e incluso la ortodoxia, nos dice el autor, no deben perseguirse a cualquier precio ni a cualquier coste, porque una cierta imperfección, un poco de desorden o de heterodoxia pueden ser saludables y también hermosos.

 

 

Cazarabet conversa con Javier López Facal:

javier-lopez-facal.jpg-Javier, ¿cómo presentarías este libro?

-Es algo así como pagar una vieja deuda: yo llevaba muchos años pensando que no pocas formas de la ortodoxia, la unanimidad, la simetría, el orden o  la perfección conducen con frecuencia a la intolerancia, con todos sus previsibles excesos

-¿A quién crees, amigo, que puede ir destinada esta lectura?

-A pesar de que es un libro que trata de conceptos abstractos y que ha sido  escrito  por un jubilado más o menos desocupado, creo que se trata de un libro  accesible o asequible a cualquier persona; de hecho estoy recibiendo comentarios muy favorables de gente joven y de lectores muy alejados del esnobismo intelectual al uso.

-¿Cuándo escribías LA HOJA DEL OLMO NO ES PERFECTA en quién y en qué pensabas?

-El libro está dedicado a mis sobrinos, pero no pensé solo en ellos sino en mis lectores y, sobre todo, en mis lectoras habituales. Al escribir tal o cual párrafo o capítulo yo pensaba, “esto le va a interesar  a fulanita”, “esto le va a encantar a menganito”.

-Amigo Javier, ¿por qué , aunque sepamos que la perfección no existe, nos obsesionamos con ella hasta llegar, algunas veces, a puntos de una inflexibilidad y de una obsesión  que no es para nada sana, ni para quien la padece ni para el entorno….?

-No sé cuál es la razón, ni siquiera estoy convencido de que exista una sola razón. En Praga hay una inscripción en la fachada de una casa que dice dignitatis memores ad optima intenti, “quienes son conscientes de su dignidad tienden a lo mejor”. Esa puede ser una de las razones, es decir, el ego,  la autoestima, el deseo de destacar sobre los demás, el afán de tender hacia “lo mejor”, signifique ello lo que   signifique.

-Además, que todos, en algún pequeño rasgo, somos, a nuestra manera,  “perfeccionistas”…algunos hasta lo son en el desorden…

-Sí, si no todos, la mayoría queremos hacer las cosas bien, queremos ser guays, queremos que nos quieran y a veces nos pasamos.

-No somos mucho de mitos, ni de idealizar ciertas cosas…pero es verdad tenemos ciertos conceptos, en torno a la vida, idealizados…..como o que son blancos o negros…

-Es inevitable y  es además muy práctico el disponer de unos conceptos y unos valores que nos permitan hacer muchas cosas solo con el piloto automático. Si tuviéramos que plantearnos cada día absolutamente todas nuestras referencias, no podríamos llevar una vida normal.

-¿Dónde empieza y dónde termina la perfección o preguntémonos esto de otra manera: somos nosotros mismos los que, casi inconscientemente, seguramente según el entorno educacional, nos marcamos una líneas de diferentes grosor y, por tanto, de diferente vínculo con la permisibilidad…?.

-Depende de qué estemos hablando: la religión o la política tienen unas ortodoxias y unos niveles de perfección que no dependen de nosotros mismos, como también los tienen la ciencia y el arte, aunque el grado de obediencia exigida es muy diferente en unos y otros ámbitos. Infringir las normas de la ortodoxia religiosa o política puede conducir a uno incluso a la muerte, pero incumplir las ortodoxias artísticas o científicas solo pueden llevar  al aislamiento por parte de los propios colegas o de unos cuantos    ciudadanos

-No sé, me da la impresión que deberíamos de soltar mucho, mucho lastre en torno a estos conceptos tan arraigados que tenemos, mantenemos y arrastramos…

-Quizá no tanto, a lo mejor bastaría solo  con un poco. Yo utilizo el símil de la hoja del olmo que es casi simétrica, casi perfecta y ahí está tan pancha desafiando las reglas de la simetría y la perfección.

image003.jpg-Por ejemplo, en torno a la belleza tenemos cada “concepto idealizado” que me turba, casi me levanta los poros….hay que ser, verdaderamente, una persona sin mucha personalidad para dejarse llevar siempre por “conceptos de belleza” ligados al mercado, las modas, el consumismo…

-Bueno, hay diferencias entre unos cánones y otros. El canon de la moda, por ejemplo, que es ultra perecedero es, sin embargo, de los más despóticos, por no hablar del de arquitectos o diseñadores, que también tratan de imponer su idea de lo perfecto y a veces con altas dosis de intolerancia, como aquel famoso Procrustes que descoyuntaba los cuerpos de  los que no se adaptaban a su lecho de hierro.

-Y lo que “se ha trabajado” y me temo, también desde diferentes extractos educativos, desde hace muchos años, es eso…..manejar a las personas como a un rebaño que no piensa; se nos educa para no pensar, ni para que pensemos más allá de ciertos cánones, conceptos e ideas que “los poderes fácticos” dominan, se trata de “crear” a personas que no piensen mucho para saber , en todo momento, qué camino tomarán y qué camino quieren llevar…o para manejarlas que es lo peor ¿Qué nos puedes reflexionar?

-Es un asunto ese muy complejo que no se deja resumir bien en un par de líneas, pero sí, en gran medida la educación es una herramienta de domesticación y de poda de las discrepancias.

-Pero muchas veces todo lo anterior tiene la complicidad de la educación que se debería de recibir en la casa, ¿no crees?

-Sí, me refiero tanto a la educación de casa como a la educación reglada.

-Y tal como voy leyendo me voy dando cuenta que quizás esa perfección anhelada está en soltarse en la recapitulación de ciertas conductas, pautas o comportamientos que nos salgan muy naturales desde dentro…y que tengan muchos matices preñados de imperfección ¿No?

-Bueno, de nuevo es difícil  resumirlo en unas pocas líneas. En el libro cito un poema de Safo que dice que lo más hermoso que hay sobre la superficie de la tierra es aquello que uno ama. Si se aplica ese criterio “sáfico”, uno siempre puede modular las ortodoxias dominantes con los sentimientos personales.

-Javier, está claro y creo que queda claro con esta lectura que lo tuyo es la reflexión, el pensamiento, buscar preguntas, interrogantes para intentar  ligar razones, aquí deslizas preguntas y con ellas invitas a reflexionar y no solamente vos, también el lector y ambos alrededores. Eso, creemos, es ya un éxito para cualquier escritor, pero volviendo un poco al principio de esta pregunta…se nota mucho peso de “tu particular pasión por “lo clásico” y más lo griego, ¿no crees?

-Tiene que notarse, porque no me corto un pelo en este libro en recurrir continuamente a los griegos y romanos

- Amigo, ¿nos puedes decir en qué estás trabajando en la actualidad?

-De momento estoy en la fase de ingesta, luego vendrá la de digestión y finalmente, si acaso, puede salir otro relato que yo crea que merece la pena compartir con mis lectores ( y lectoras) habituales.

 

 

 

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La hoja del olmo no es perfecta. Javier López Facal   
168 páginas
15.00 euros
Clave Intelectual



La Tierra no es perfectamente redonda, pero la circunferencia creada por los hombres sí lo es. Lo malo es que cuando intentaban medir esa circunferencia inventada con su diámetro, salía un número irracional, un número desconcertante, el número pi.

Otros conceptos ideales creados también por los hombres, como la simetría, la ortodoxia, la unanimidad, el orden o la belleza pueden derivar también en consecuencias irracionales, indeseadas, injustas y dañinas.

Este libro reivindica, pues, las ventajas de una cierta asimetría, una cierta heterodoxia, un cierto disenso o imperfección, como las que lucen las hojas de los olmos en su hechura imperfecta.

La perfección, el orden, la disciplina e incluso la ortodoxia, nos dice el autor, no deben perseguirse a cualquier precio ni a cualquier coste, porque una cierta imperfección, un poco de desorden o de heterodoxia pueden ser saludables y también hermosos.


Javier López Facal (Toba, La Coruña 1944) es un profesor emérito del CSIC, especialista en griego clásico y gran conocedor de la Antigüedad. Fue secretario del Instituto Cervantes. Ha publicado varios libros (La Catarata). Fue también uno de los coautores de Reacciona (2011).

 

 

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