Cazarabet conversa con... Juan Cal, autor de “Generación
1974” (MIlenio)
Juan Cal vuelve a escribir en Milenio
una historia que es en parte trepidante, pero que mantiene, en parte, “esa
calma chica” necesaria para contar, como acompasada, una historia de historias
repleta de lo que fue cotidiano y quizás demasiado normal…
Se encuentra dentro de la colección
Narrativa Milenio, 40 de Editorial Milenio.
Es autor, también en Milenio, de El exilio de Mona Lisa y Operación
Bucéfalo.
Con Operación
Bucéfalo tuvimos el placer de mantener una entrevista para el Conversa
con...del Proyecto de Difusión Cultural de Cazarabet.
Consulta
este enlace:
En este
libro quedan bien retratados algunos tiempos históricos como el atentado de
Carrero Blanco o el asesinato de Puig Antich o la
lucha clandestina en aquellos años de mucha protesta a pie de calle y de
carreras delante de los grises..
Como en el
anterior libro es una historia basada y/o inspirada en hechos y vivencias
reales...
Aquí os
dejamos el Conversa con... sobre Operación Bucéfalo, http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/bucefalo.htm
Amaia, una joven militante de ETA, sola
y con una hija, vive en el Madrid de los estertores del franquismo oculta de la
policía y de sus antiguos compañeros de organización. Ha tenido que dejar el
confort del exilio para evitar los malos tratos de su jefe de comando,
compañero sentimental y padre de su hija. Todo ello ocurre en un momento en que
la ciudad, el país entero, bulle de organizaciones clandestinas, en las que
militan jóvenes entusiastas, estudiantes y obreros, que pretenden cambiar el
mundo y acabar con la sombra opresiva de la dictadura. Franco está a punto de
morir, pero aún tiene tiempo de firmar las penas de muerte de Puig Antich o de los militantes de ETA y del FRAP. La obra
describe aquellos tiempos heroicos, con la ternura de la distancia respecto de
aquello que ahora se describe con tanta crudeza como el “régimen del 78”.
La pluma, Juan Cal: Nacido en
Pontevedra en 1956, forma parte de la generación del Calendario Juliano, aquel
curso universitario instituido por el ministro Julio Rodríguez, que comenzó en
enero del 74 y acabó seis meses más tarde sin apenas clases a causa de los
conflictos estudiantiles, las huelgas y la lucha contra la muerte injusta de
los últimos condenados a muerte por Franco. Esta es su tercera novela. Con
anterioridad ha publicado, también en Milenio, El exilio de Mona Lisa y Operación
Bucéfalo. Ha dedicado casi toda su vida al periodismo, siempre dentro del
diario Segre de Lleida. Está casado y tiene un hijo.
Cazarabet conversa con Juan Cal:
-Amigo, ¿qué
te ha llevado a escribir esta obra narrativa...es esa incesante manía de narrar
como ficcionando hechos que, en realidad, sí se
dieron?; ¿qué pretendías al sumergirnos en este ejercicio narrativo…?
-JC.- La realidad y la memoria son el
material con el que construyo mis obras de ficción, quizás porque mi oficio es
el periodismo pero también porque me fascina bucear en la memoria, reconstruir
los hechos y reinventarlos a partir de lo que pervive en nosotros. Lo que
no pretendía era pasar cuentas con el pasado ni reivindicar nada relacionado
con aquella época. Mi intención con "Operación 1974" es descubrir
cómo éramos y desmitificar aquella supuesta lucha heroica contra el régimen que
tuvo, como todas las luchas, luces y sombras.
-¿Por qué Generación del 74?
-JC.- Porque aquel fue un año muy
especial para la gente que llegaba a la universidad. A un ministro, Julio
Rodríguez, se le ocurrió que el curso debía coincidir con el calendario natural
y comenzarlo en enero. Así fue, pero acabó en junio, con lo que fue el curso
más corto de la historia. Pero ese es solamente un detalle porque lo realmente
importante es que la trama se mueve des el 20 de diciembre, en que se produjo
el atentado contra Carrero, hasta septiembre del 74 con el atentado de la calle
Correo. Eso y el asesinato de Puig Antich son los
grandes hitos de esta historia.
-¿Qué es para ti, amigo Cal, la
narración...un instrumento para contar aquello que “te corroe” por dentro?
-JC.- No tanto lo que me corroe como
lo que se mueve dentro de mi memoria. Historias que insisten en ser explicadas,
que me reclaman toda la atención. El exilio, La derrota, la guerra, son algunos
de los temas que me interesan, que bullen en mi interior y que siento que debo
explicar.
-Se nota que te lo has pasado muy bien
escribiendo, esta historia, ¿no?—pero por el hecho de escribir como escritor--.
En cambio, no te he sentido bien como humano, aquí te he notado como
sufriendo... ¿qué nos puedes decir?
-JC.- Escribir es disfrutar y es
sufrir, todo a la vez. Un trabajo solitario donde solo cuentas con la
complicidad de la memoria, de la documentación y de unos personajes que van
tomando forma, que crecen y se vuelven tus cómplices para explicar aquello que
deseas trasladar a tus lectores.
-¿ETA y la
lucha contra ETA con el GAL y la guerra sucia versus casos de corrupción
marcaron un antes y un después en la historia más reciente del Estado español?,
¿Cómo y de qué manera la vive la persona que después nos acerca otra vez a esa
historia con este libro de narrativa?
-JC.- Existe un antes y después en la
percepción de la gente sobre la acción de ETA y creo que fue el atentado de Hipercor. Hasta entonces mucha gente contraria al régimen
veía con cierta simpatía algunas de las acciones de ETA, muy especialmente el
atentado contra Carrero. El atentado de la calle Correo generó dudas porque la
organización tardó tiempo en reivindicar su autoría y algunas informaciones
periodísticas de la época aseguraron que fue obra de los servicios de
información de la policía. La obra no hace juicios, no pretende hacer
revisionismo sobre lo que ocurrió, simplemente ofrece la mirada que los jóvenes
antifranquistas de aquellos años tenían sobre ETA.
-¿Pero hubo un tiempo en que ETA fue “otra
cosa” o no tanto...?
-JC.- Lo hubo, ciertamente. Y quizás
no tanto por la organización como por la gente, que miraba esas acciones con
una actitud más comprensiva, casi cómplice. La violencia del régimen, su
brutalidad y la injusticia con que actuaba generaban esa reacción por parte de
muchas personas que veían la violencia como una reacción aceptable para
combatir un régimen criminal.
-En tus creaciones ¿qué papel quieres darles a
los personajes…? ¿es prioritario frente a la trama y
al escenario?, aunque aquí veo mucho equilibrio entre los personajes y una
trama muy potente...
-JC.- Los personajes son el principio
y el final de mis historias. Lo que quiero explicar a mis lectores lo hago a
través de personajes fuertes, intensos, llenos de matices que conviven con
otros más difuminados, que sirven para generar ese mundo de sensaciones y de
recuerdos que forma parte de la trama, de la acción que quiero trasladar al
lector. En realidad, en esta historia es como si hubiera dos tramas, con dos
protagonistas diferentes pero que coinciden en muchos momentos. De ahí que esté
dividida en capítulos, para explicar una de ellas, y actos, para la parte más
dramática.
-Porque
parece que el papel de la trama siempre es el eje sobre el que gira todo lo
demás---hasta la paciencia, satisfacciones e insatisfacciones del escritor o
escritora--, pero a veces la ósmosis entre personajes y trama es tan fuerte que
interaccionan de una manera que es como si se escribiese otra historia dentro
de la propia historia…
-JC.- En literatura vale todo, siempre
que el lector lo apruebe. Para algunos escritores es muy importante seguir a
rajatabla una trama bien estructurada y los personajes son el material que
sirve a esa construcción. Para otros son los personajes. Para mi es fundamental
disponer de un elemento de partida basado en la memoria y muchas veces los personajes
crecen y se hacen grandes a medida que avanzas en la escritura. De hecho, algo
de eso ha ocurrido a lo largo de la escritura del libro.
-¿Cuál y cómo es el papel que le
otorgas al escenario en el que se pasean los personajes y se desarrolla la trama?
-JC.- Siempre juego con la idea de que
el escenario es como una fotografía en blanco y negro sobre la que se va
coloreando un material de ficción y se subrayan los personajes de forma
especial. Esa es la idea y el escenario debe ser real, hasta el punto de que la
documentación es fundamental para construirlo.
-¿Son personajes que muestras y
haces desfilar en tu historia que han ido cambiando tal como los
pensaste en un inicio bajo el influjo de la trama marcada por hechos tan reales
que casi se pueden palpar... o es más bien algunos rasgos de la trama los que
cambian bajo el influjo, influencia o enamoramiento al que te someten, como
escritor, algunos de los personajes...?
-JC.- En realidad la historia de la
militante de ETA era apenas un capítulo del libro y fue tomando forma hasta el
punto de que es la trama más importante de la obra. Esas son las sorpresas que
recibe el autor a medida que se va metiendo en materia. Debe estar abierto a
recibir esas influencias mientras avanza en su trabajo.
-Amigo, ¿nos puedes hablar del
proceso de documentación, búsqueda de fuentes, lectura de libros y demás que
hay detrás de este libro?, porque yo veo muchos...
-JC.- Mucho del material con el que
trabajo es fruto de la memoria, propia o de los amigos y conocidos con los que
coincidí en aquella época en Madrid. Otra parte es fruto de un cuidadoso
trabajo de documentación que, por suerte, está facilitado por el hecho de que
muchos departamentos de documentación de instituciones y de periódicos son
accesibles a través de Internet.
-Período apasionante, pero muy
afanoso y trabajoso que, a veces, incluso nos puede sumergir en cierta
ansiedad... ¿qué nos puedes decir?
-JC.- Toda la dictadura, los cuarenta
años, fue dura y brutal pero aquella época que coincidía con el final biológico
del dictador fue especialmente dura y cruel. En parte porque no querían ofrecer
una imagen de debilidad y en parte porque aparecía una generación de jóvenes
que veían alrededor, en todo el mundo, la explosión de libertad y de cambio que
aquí era reprimida por un régimen feo, oscuro e inhumano.
-Y,
¿ cómo ha sido el día a día de trabajo, tu metodología
de trabajo para construir este libro de narración?
-JC.- Mi profesión de periodista me
obliga a compatibilizar la tarea de escribir novelas con la responsabilidad en
un medio de comunicación. Es necesario tener una gran disciplina y un gran
control del tiempo para avanzar en el trabajo.
-¿Escribir sobre ETA y la lucha
contra ETA es todavía un tema que levanta muchas sensibilidades?
-JC.- Es difícil escribir sobre una
organización que tiene en su conciencia la muerte de un millar de personas.
Nunca he tenido intención de hacer juicios de valor sobre este asunto, ni pasar
cuentas, ni hacer revisionismo sobre el papel de ETA en los 70. Simplemente he
intentado reconstruir lo que ocurría en la España de los años 70 y lo que
pensaba la juventud antifranquista entonces. Eso puede ser objeto de toda clase
de interpretaciones y el escritor sabe que está sometido al juicio de los
lectores.
-Pero hubo un tiempo, muy en los
inicios, en que ETA era vista, mirada, casi sentida como una organización que
luchaba contra una dictadura...¿crees que podría ser
percibido así en aquellos años?, pero nunca recordado, ¿verdad?
-JC.- Hubo un tiempo y en el País
Vasco ocurrió durante mucho tiempo porque allí el impacto de la represión era
más intenso. En el resto de España existía una cierta tolerancia a la vista de
la dureza de la represión y de lo difícil que era protestar desde actitudes
pacíficas.
-Los grises y las carreras delante
de los grises, ¿qué punto tienen de confluencia con las diferentes
organizaciones clandestinas...?
-JC.- Existía una verdadera sopa de
letras de organizaciones antifranquistas cuyo punto en común era la oposición
al régimen y poco más. Muchas veces se organizaban manifestaciones por separado
o se convocaban huelgas sin unidad de acción. Sólo Comisiones Obreras fue uno
de esos puntos de confluencia de todas las organizaciones antifranquistas.
-¿De hecho era tan clandestino
correr desde una manifestación como firmar ciertos artículos o panfletos en
ciertas publicaciones....pero de eso a pasar a formar parte de lo que podríamos
entender como lucha violenta hay un gran trecho que, a veces solamente se ve
separado por una fina y delgada línea roja, qué nos puedes reflexionar?
-JC.- La lucha tenía diferentes
fórmulas que iban desde la participación en asambleas ilegales y en comités
clandestinos hasta la lucha armada pasando por comandos protegidos con palos y
cócteles molotov, la pegada de carteles, lanzamiento de octavillas o las
pintadas. Todo era, en apariencia, la misma lucha.
-Amigo, este libro viene y nos
llega al tiempo, por ejemplo, de una serie que se acerca a esos primeros días
de ETA, La línea invisible...no sé si habrás visto la serie, pero leyendo tu
libro me vienen a la mente “pasajes” de la teleserie...y es que solo hay, en
realidad una historia, aunque sí muchas más historias dentro de ella, y más
vivencias y muchos más sentires...¿cómo lo ves?
-JC.- Me llamó la
atención el título de la serie porque coincide con una de las preocupaciones
del protagonista masculino, el miedo a traspasar la "línea invisible"
que puede significar la imposibilidad de regresar. También está Patria, que se
acaba de estrenar en HBO y afronta el tema de ETA desde otra perspectiva. El
tema interesa, de eso no hay duda. Queda mucho por explicar de lo ocurrido
durante la dictadura y la Transición.
-Este trabajo, ¿te ha abierto la
mente y la curiosidad a indagar más sobre algunos de los aspectos tratados en
el mismo?; ¿nos puedes hablar de trabajos en los que estás sumergido ahora?
-JC.- No suelo volver a
los temas que ya he tratado en mis novelas. Me interesa indagar sobre la
memoria, sobre la culpa y sobre la derrota, pero en escenarios y con personajes
diferentes.
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