Cazarabet conversa con... Gonzalo Navajas, autor de “Comenzar de cero. Pedagogía de un
exilio americano” (Alfar)
Gonzalo
Navajas se acerca, con espíritu pedagógico, a la pedagogía de un exilio
republicano.
Un ensayo,
con muchísimas trazas de narrativa semificcionada,
también un texto documental que se adentra en el exilio americano de los
republicanos españoles.
La sinopsis
del libro: Obra documental, testimonial y crítica,
que se mueve alternativamente entre ambos lados del Atlántico; la Barcelona
gris de los años cincuenta y sesenta; y el exilio y la deslocalización del sur
de los Estados Unidos. El personaje, el libro, se afirma como una apuesta
renovadora por la vieja y persistente utopía de una humanidad empática y sin
fronteras. Texto semificcional, ubicado formal y
conceptualmente entre la novela y la reconstrucción histórica, relatado por un
yo parcialmente autobiográfico en torno al reto que significó vivir y
ser educado en la España de mediados del siglo XX bajo un modelo cultural y educativo
sin horizontes. La impactante trayectoria del narrador se interrelaciona con la
de otros compañeros suyos de generación y pone al descubierto las estrategias
de resistencia seguidas por el narrador para enfrentarse a un medio asfixiante
y sórdido. La narración se concentra inicialmente en la adolescencia de la
figura central, en su enfrentamiento con un medio cultural y humano
traumatizante con el que no puede identificarse y transcurre fundamentalmente
en Barcelona y sus inmediaciones. Luego sigue el movimiento incesante de ese
personaje tras su marcha a los Estados Unidos para seguir su carrera
universitaria en ese país. California, el sur de Estados Unidos y Nueva York son el foco central de referencia de su camino de ruptura y
reconfiguración personales.
El autor,
Gonzalo Navajas: Gonzalo Navajas es escritor y
profesor distinguido en la Universidad de California, Irvine. Su especialidad
es la literatura y la historia intelectual y estética modernas. En esos campos,
ha publicado numerosos libros entre los que destacan El intelectual público y
las ideologías modernas, Literatura y nación en el siglo XXI, La modernidad
como crisis y La utopía en las narrativas contemporáneas. Es también autor de
cinco obras de ficción en las que trata los temas de la expatriación, la
reescritura del pasado histórico y la naturaleza huidiza de las afinidades
electivas en el fluido e inestable marco humano y cultural contemporáneo. Sus
novelas más recientes son El manuscrito Durruti y En blanco y negro.
Gonzalo Navajas es un viajero internacional asiduo, participa en grupos de
trabajo de investigación y creación literaria en varios países y ha sido
conferenciante y profesor visitante en numerosas universidades e instituciones
culturales de Europa y América.
Gonzalo
Navajas ya estuvo con nosotros: http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/durruti.htm
Cazarabet conversa con
Gonzalo Navajas:
-Amigo Gonzalo, ¿este libro está entre el ensayo y el relato/novela?; ¿se
podría definir como una alargada crónica de un exilio?
-Al concebir
este libro, tenía interés en alejarme de los límites de un solo formato de
escritura. Deliberadamente, alterno entre el elemento narrativo, el biográfico
y el testimonial para crear un contexto que ayude a comprender las diversas
ramificaciones de la compleja experiencia del exilio. Entiendo exilio en un sentido amplio, no solo
como el de aquellos que se han visto obligados a la marcha forzosa de su lugar
de origen a causa de la persecución y la violencia sino también de los que se
alejaron de su nación por rechazar los principios que imperaban en esa nación y
para mejorar las perspectivas de su vida personal. En mi libro aludo a ambos
casos, pero me concentro en la trayectoria de un personaje que experimenta las
frustraciones de varias generaciones de españoles que, durante el largo periodo
franquista, optaron por asumir el riesgo de la marcha en lugar del sometimiento
a una vida para ellos inaceptable. Esa
es la razón por la que la figura central permanece innominada a lo largo de
toda la novela. Ese personaje está
próximo a mi trayectoria personal tanto en el contexto español como en el
internacional, pero al mismo tiempo da visibilidad y proyección pública a las
biografías de muchos otros que asumieron el riesgo de la marcha en búsqueda de
nuevos horizontes. El exilio suele
implicar un doble olvido del exiliado tanto en el país abandonado como en el
nuevo. Mi libro es un intento de reparar
ese olvido e invisibilidad del exiliado.
-Un exilio que empieza como una
especie de asfixia del personaje adolescente en Barcelona y alrededores…una
asfixia que es hasta traumatizante. Tú describes una situación en particular,
pero es fácil imaginarse que lo
individual es parte o buena parte del conjunto de personas que se fueron
al exilio….
-Los datos
individuales de la figura central se corresponden con los de numerosos otros
compañeros de su grupo generacional. Su
frustración con la enseñanza en colegios de religiosos, los impedimentos para
recibir una educación universitaria estimulante, la sordidez y la futilidad del
servicio militar compulsivo, la represión moral y sexual, todo ello es no solo
algo propio de su vida sino de la de muchos otros españoles del momento. El hecho diferencial del personaje es que él
elige el camino de la separación de los orígenes para definirse mejor a sí
mismo. Su elección no se debe principalmente a causas económicas o
sociales. Su motivación primordial es de
carácter cultural e ideológico. Él
quiere ser de otra manera de lo que la precaria sociedad española de la época
le ofrecía.
-Aquí en esa decisión del exilio
tiene un papel fundamental que la España de mediados del siglo XX vivía bajo un
modelo cultural y educativo retrogrado, anquilosado…con pocas perspectivas…
-Absolutamente. La España de la época se caracterizaba por su
insularidad, su impenetrabilidad a la
diferencia, a todo lo que no es rutinario y previsible. Y, como notó el filósofo lituano exiliado en
Francia, Emmanuel Levinas, el exilio es no solo un
cambio de espacio físico sino, sobre todo, una inserción en lo no conocido, lo
que no existía antes para mí. En esa
inserción en lo otro y los otros, en otras lenguas, otras normas sociales y
políticas, otras expectativas culturales, el exilio significa una expansión de
los límites estrechos que condicionaban mi vida. Me he referido en alguna ocasión a lo que
llamo el “déficit internacional” de la historia y la cultura españolas. La experiencia del exilio y la marcha ayuda a
superar ese déficit.
-Y claro es fácil pensar que no todas
las mentes abiertas estaban preparadas para sobrevivir en aquellas
circunstancias o simplemente no querían, ¿qué nos puedes decir?
-La
alternativa era la resignación y la aceptación de una situación para mí—y
muchos de mis compañeros—inaceptable.
También aludo en el libro a una variante del exilio que llamo el
auto-exilio, que es la opción de los que prefieren quedarse en un medio que
rechazan, pero se refugian en una fortaleza personal que les da un amparo
contra el exterior y les ayuda a fomentar formas de creatividad singulares y
especialmente penetrantes. Algunos
compañeros míos siguieron este camino.
En el libro menciono algunos que lo intentaron con mayor o menor
éxito. A nivel de figuras literarias, un
caso paradigmático es Virginia Woolf a la que menciono en el libro. Ella vive toda su vida en una ciudad de
Londres con la que no se identifica y en un medio cultural que la rechaza o la
juzga con suspicacias por su condición de mujer intelectual, y, sin embargo,
opta por quedarse en Londres y hace de ese recogimiento dentro de sí misma el
impulso de su obra creativa más poderosa y sugestiva. Obras como Mrs. Dalloway
o A Room of One´s Own (Una habitación propia) son ejemplos. Como muchos compañeros míos, yo me serví del
auto-exilio como modo de autodefensa, pero finalmente me decidí por la marcha.
-¿Qué es lo que te ha hecho contar
esta historia que tiene mucho de ensayo o este ensayo que novelas…? Y ¿por qué
eliges contar lo que quieres contar con formas y maneras semificcionales?
-En la
actualidad, el contexto español se ha abierto al mundo. Los jóvenes en particular se arriesgan a
emprender la marcha por motivos profesionales, de aventura o de exploración de
otras formas de vida. Pienso que mi
libro puede ayudarles a definir y comprender mejor lo que significa esa
decisión, considerando los aspectos difíciles del intento y aquellos que pueden
significar una mayor ampliación de sus horizontes personales. Por ello, el subtítulo del libro incluye el
término “pedagogía”, porque el exilio es didáctico, provoca un conocimiento
nuevo, nos introduce en lo que no sabíamos, nos abre a la complejidad y la
diversidad de múltiples formas de identidad humanas y de ese modo podemos hacer
una lectura diferente de nuestra propia vida y entender mejor la de los demás. Al referirse a mi libro,
se han hecho alusiones al Bildungsroman, la
novela de la educación, y pienso que es cierto, la educación es un elemento
definitorio de la narración en cuanto que mis personajes padecen las penurias y
los obstáculos de encontrarse en un entorno extraño y a veces hostil, pero no
son derrotados por las circunstancias sino que aprenden de ellas y las aplican
para futuras situaciones y retos difíciles.
-A todos los exilios les tocó empezar
de cero, pero es el hecho de cruzar el charco…llegar como a “un nuevo mundo” ,significaba algo más que cruzar los Pirineos?…
-La España
del franquismo era un desierto cultural insalvable. En la universidad, junto
con otros compañeros de la Universidad de Barcelona, intentamos
modificarlo. No tuvimos éxito. Finalmente, se me abrió la posibilidad de
estudiar en la Universidad de California en Los Ángeles y la aproveché. Fue realmente un comienzo absoluto para
mí. Mi inglés en esa época era
fundamentalmente escrito y limitado, pues me había educado en francés durante
el bachillerato. Los Ángeles es una
ciudad fascinante, pero muy distinta de los parámetros urbanos de las ciudades
europeas. El sistema universitario
americano era radicalmente distinto del español de esa época. Esa experiencia quedó transcrita en mi
primera novela, que tiene un final transgresor y apocalíptico, La
destrucción de la urbe, de la que se hizo una reedición en la editorial
Calambur.
-Amigo Gonzalo puede que sea que
como es el exilio que “has vivido” es el que puedes contar como “hecho
diferencial”; ¿qué nos puedes explicar?
-Yo no he
querido nutrirme principalmente de la nostalgia y del recuerdo, que son
emociones que suelen acompañar al exilio, a pesar de que esos sentimientos
están presentes en mi libro. Más que hacia el lugar abandonado, yo me he
concentrado en el nuevo espacio, lo que me ofrecía, las relaciones humanas y
creativas que podía emprender dentro de él.
He sido siempre un viajero infatigable, tanto dentro en los Estados
Unidos como en Europa, América latina y Asia, en particular. He impartido cursos y conferencias en
numerosas universidades y centros culturales, pero también he aprovechado mis
viajes para conocer mejor otras tierras, gentes y culturas. Concibo el viaje como una prolongación y
materialización de mi decisión de ampliar mis horizontes iniciales.
-¿Todos los exilios necesitan de sus
propias pedagogías?, preguntado de otra manera:¿ a
cada exilio una pedagogía concreta ,detrás de una de genérica?
-Para mí es
importante no incurrir en el resentimiento del que acusa a la patria de sus
desdichas y frustraciones. Daré dos
ejemplos. Luis Cernuda pasa los últimos
treinta años de su vida en el exilio. Y
su obra central de esa época se centra en la amargura por la indiferencia y el
olvido en que lo tienen sus compatriotas.
De modo diferente, Pedro Salinas también vive en el exilio y, sin
embargo, su obra en el exilio, tanto la creativa como la de crítica y análisis
cultural, no mira hacia lo abandonado sino hacia lo que el nuevo medio cultural
americano e hispano le ha proporcionado.
Para mí el exilio suma y agrega en lugar de suprimir cualidades a
nuestra vida personal.
-Pero es también una especie de
“canto” en pro de una “soñada humanidad utópica” que en vez de levantar muros y
concertinas o de crear campos de refugiados con unas condiciones aberrantes
fuese más empático, más humano, más fraternal…¿es así?
-En un libro
mío, El manuscrito Durruti, que tiene como un motivo definitorio la
trayectoria de Buenaventura Durruti en la Barcelona socialmente radical de los
años veinte y treinta, he tratado el poder del pensamiento utópico para
dinamizar no solo la sociedad sino la vida individual de todos los que se
dedican a algún proyecto que supera las previsiones y las convenciones
establecidas. La utopía es, por
definición, irrealizable de manera absoluta. No obstante, como impulso
transformativo pienso que es fundamental.
Y, claro está, la Summa Utopia, la última y más completa, es la de una
humanidad comunitaria, sin fronteras ni límites excluyentes del otro, del que
supuestamente no pertenece a una nación, una clase o una tribu. En mi libro, y en mi obra en general, subyace
esa premisa esencial.
-Amigo, el proceso de documentación e
investigación ¿cómo ha sido en este texto semificcionado?;
¿creo o aventuro a pensar que trabajoso,
pero, a la vez, edificante?
-La
documentación histórica me ha llevado bastante tiempo, tanto la referente a
Barcelona en el siglo veinte como a algunas zonas de Estados Unidos como el
sur, Luisiana sobre todo, y California.
Pero, es importarte no olvidar que esta es una obra de ficción y, por tanto,
el componente objetivo histórico está al servicio de la efectividad
narrativa. También he incluido en el
texto materiales visuales que ayudan a completar lo escrito.
-¿Y cómo ha sido la metodología de
trabajo?
-Mis libros
de creación siguen un proceso similar. Primero escribo una versión inicial
básicamente completa. Y, a partir de
ella, reviso y completo el texto numerosas veces hasta que quedo satisfecho con
él.
-Gonzalo, ¿nos puedes dar alguna
pista sobre lo que andas trabajando en la actualidad?
-Además de
los trabajos que tengo comprometidos para diversos proyectos colectivos e
intervenciones como conferenciante, tengo dos proyectos en marcha: Uno es un
libro en torno al concepto del imperativo del auto-exilio para la creatividad
literaria. Entre otros, considero la
obra y el pensamiento de María Zambrano, Pedro Salinas, y Juan Goytisolo, entre
los españoles y James Joyce, Virginia Woolf y Albert Camus, entre los
escritores en otras lenguas. Este libro equivale a una segunda parte de un
libro previo mío, El intelectual público y las ideologías modernas,
publicado en 2019, en el que trato las “guerras culturales” de la primera mitad
del siglo XX y sus consecuencias para la literatura de la época. De modo diferente, este libro se concentra en
la intimidad de la conciencia del escritor, las estrategias existenciales y
estéticas que le ayudan a sobrevivir e incluso avanzar creativamente en una
dialéctica constante con los escollos externos.
Como obra creativa, estoy trabajando en unas conversaciones ficcionales
entre varios escritores de los años treinta, Miguel de Unamuno, Walter Benjamin y Stefan Zweig, entre ellos. Son dos proyectos que se interrelacionan y
dialogan entre sí. En ellos voy estar
instalado en los próximos tres años.
Espero que con resultados satisfactorios.
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