La Librería de El Sueño Igualitario

portada.jpgCazarabet conversa con...   Félix Ramos Toscano y Pedro Feria Vázquez, autores de “Camino hacia la tierra olvidada. Guerra Civil y represión en el Protectorado Español de Marruecos, 1936-1945” (Foro por la Memoria de Andalucía)

 

 

 

 

 

Un libro, editado por el Foro por la Memoria de Andalucía, que trata, investiga e indaga sobre la Guerra Civil y la represión en el protectorado español de Marruecos entre 1936 y 1945.

El libro está editado por el Foro por la Memoria de Andalucía.

El libro nos viene desde las plumas de Félix Ramos Toscano y Pedro Feria Vázquez.

La sinopsis del libro:

Esta obra es fruto de 9 años de trabajo de investigación y que está compuesta principalmente en aunar fuentes bibliográfícas, las hemerotecas, los documentos archivísticos y los testimonios orales pretendiendo ser un humilde aporte con nuevos datos sobre sucesos y víctimas de la represión que no habían quedado recogidas en investigaciones anteriores, y que por supuesto no pretende ser un estudio definitivo ni cerrar el tema. Los autores han querido poner hincapié en que la mayoría del gran público no recuerda que en el norte de Marruecos hubo un protectorado español y es por ello que en la primera parte del libro se analiza brevemente cómo se estableció el dominio español y cuál era su funcionamiento administrativo, además de estudiar las peculiares características de la sociedad hispanomarroquí. A continuación se detalla cómo la II República se instauró en el territorio, y las vicisitudes políticas de dicho período hasta pasar a desgranar cómo se preparó el golpe de estado del 17 de julio de 1936 y los trágicos sucesos que siguieron al mismo además de tratar de dar una visión de conjunto de lo que significó la guerra en todo el norte de África, incluyendo los territorios de Ifni, Cabo Juby y Sáhara, aunque centrados fundamentalmente en la zona del Protectorado, principalmente en la circunscripción occidental, que era la más poblada y sobre la que existe mayor documentación disponible.

En la segunda parte se analiza una a una todas las modalidades de la represión practicadas en Marruecos, como fueron los fusilamientos con o sin juicio, las confiscaciones de bienes, las depuraciones profesionales, las cárceles y campos de concentración, los trabajos forzados y las deportaciones, además de dedicar epígrafes específicos a dos colectivos especialmente perseguidos: los masones y los judíos. Dentro del capítulo de los campos de prisioneros hay un apartado especial sobre el campo de concentración El Mogote (Tetuán), por ser posiblemente el más grande instalado en la zona y sobre el que menos se sabe. Teniendo el lector la oportunidad de ver cómo se creó dicho campo, cómo funcionaba y las condiciones de vida que había en él, así como las circunstancias en las que muchos de sus reclusos serían asesinados. Un acontecimiento especialmente infausto se produjo durante la madrugada del 20 al 21 de agosto de 1936, cuando varias decenas de presos fueron ejecutados sin juicio; en el capítulo correspondiente se presenta las conclusiones de la investigación realizadas para aclarar tan luctuoso suceso.

La tercera parte del libro está dedicada a dar voz a los testigos directos de los hechos. En ella ofrecen testimonios hijos y nietos de fusilados y represaliados, además de un testigo directo de todo los sucesos y que pudo sobrevivir y exiliarse a Francia. Tanto a él como al resto de las víctimas y a sus familias va dedicado este libro, esperando los autores haber cumplido la misión de ofrecer al lector fuentes inéditas de hechos y acontecimientos.

De interés:

http://www.publico.es/politica/guerra-civil-espanola-marruecos.html

 

 

Cazarabet conversa con Félix Ramos Toscano y Pedro Feria Vázquez:

descarga.jpg-Cuando estalló la Guerra Civil Marruecos era, en parte, protectorado español. ¿Qué retrato podemos hacer del mismo?

-Era una zona colonial cuya conquista necesitó de una larga y salvaje guerra que costó las vidas de miles de españoles y marroquíes. Cuando finalizó ésta, España instauró en el país un régimen de protectorado, un hipócrita sistema que consistía en que en teoría Marruecos conservaba su soberanía, pero en la práctica se convertía en una colonia. Como todas las situaciones coloniales, ésta también favorecía a la potencia ocupante, y así los españoles pasaron a controlar todos los resortes políticos y económicos del país, desplazando a los marroquíes, que en su gran mayoría (salvo una pequeñísima elite que colaboraba con los conquistadores) se vieron condenados a la pobreza.

Eso sí, también hay que reseñar que el Protectorado se convirtió para muchos españoles que huían del hambre de la Península en una tierra de promisión, y así, éstos reprodujeron un trocito de nuestro país en África. Todavía hoy subsisten en muchas ciudades del norte de Marruecos numerosos rastros de su paso, como edificios y letreros con nombres en castellano.

-¿Qué características tenía ese Protectorado?

-En el Protectorado coexistía una dualidad de autoridades. Por un lado estaba el “jalifa”, el representante del sultán de Marruecos y quien en teoría ostentaba la máxima autoridad en el territorio, pero que en la práctica se veía limitado a funciones meramente ceremoniales, ya que el poder real lo ostentaba el Alto Comisario de España en Marruecos, una especie de gobernador nombrado desde Madrid, que era quien tenía a su cargo las fuerzas militares, nombraba los funcionarios y elaboraba el presupuesto. Sin embargo, debido a que, como decíamos, la conquista de Marruecos necesitó de una cruel guerra, fueron los mandos militares españoles quien en la práctica ejercían el poder; eran los llamados militares “africanistas”: curtidos en la guerra, autoritarios, brutales, levantiscos, siempre sedientos de gloria militar y ascensos, acostumbrados a intervenir en política y que despreciaban a la opinión pública y al elemento civil, y que serán quienes más tarde protagonicen el golpe de 1936.

-¿Cómo era el pulso socio-económico del protectorado?

-Como toda colonia era una sociedad segregada, donde indígenas y colonizadores vivían en mundos separados: cada grupo tenía sus propios barrios, sus propios establecimientos comerciales, sus propias cárceles y cementerios… Eso sí, no se llegó a los extremos de segregación que se sufrieron por ejemplo en las colonias británicas, y así hubo contactos e intercambios culturales entre los marroquíes y los españoles que vivían en la zona.

Sin embargo, hay que aclarar que desde que el mundo es mundo, un país coloniza a otro para explotar sus recursos naturales y obtener mercados donde vender sus productos, y de esta forma fueron empresas españolas las que se llevaron el gato al agua. Así, estas compañías se apropiaron de las mejores tierras de cultivo, expulsando a los agricultores marroquíes, se hicieron con la explotación de las minas y se llevaron los principales contratos de obras públicas y electrificación. Por otro lado, los artesanos locales cayeron en la ruina por no poder competir con los productos que llegaban del exterior.

Irónicamente, España obtuvo pocos recursos de la explotación de Marruecos, ya que en el reparto colonial de Marruecos, mientras que a Francia le tocó las zonas más ricas, a España le correspondió las más pobres y menos pobladas. La etapa de dominio español sería nefasta para el país, lo que, unido a políticas no mejores desarrolladas por los sucesivos gobiernos del Marruecos independiente, han comprometido gravemente el desarrollo de la zona.

Félix-Ramos-Antonio-Marín-y-Pedro-Feria.jpg-¿Qué cambios se produjeron respecto a todo ello, teniendo en cuenta la Llegada de la II República?

-Por desgracia, no hubo demasiados cambios respecto a etapas anteriores. A pesar de que los partidos republicanos eran favorables a la descolonización, el nuevo gobierno salido del 14 de abril temía soliviantar a franceses y británicos, siempre celosos de mantener el status quo colonial. De esta forma se desoyeron las reivindicaciones de los marroquíes y se mantuvieron las estructuras socioeconómicas y el organigrama político anterior, aunque la República se esforzó en racionalizar y aumentar la presencia civil en la administración del Protectorado y reducir el poder de los militares.

En lo que sí se notó para bien la llegada de la República sería en los campos de la sanidad, la educación y la vivienda, aumentándose el presupuesto y la cantidad y calidad de los profesionales destinados en Marruecos, lo que sin duda tuvo un efecto favorable en el nivel de vida de los nativos. En cualquier caso, y como pasó al otro lado del estrecho, la difícil situación económica impuesta por la crisis del 29 comprometería gravemente el desarrollo de las reformas promovidas por la República, que quedaron sobre el papel o incompletas cuando pudieron llevarse a cabo.

-Dentro de la II República mientras estuvo vigente el “bienio negro” ¿qué cambios volvieron a producirse respecto a este Protectorado?

-Como en el resto de España, fue una época de regresión, y así, el nuevo gobierno paralizó muchas de las reformas llevadas a cabo por el ejecutivo anterior. Entre otras cosas, se suspendió la transformación civil de la administración, devolviéndose cuotas de poder a los militares, y se aumentaron las atribuciones del Alto Comisario, que casi se convirtió en un virrey. También se redobló la represión tanto contra los marroquíes nacionalistas como contra los españoles críticos con el gobierno, y así la represión de la huelga revolucionaria de 1934 en Asturias fue la excusa que necesitó el Alto Comisario para encarcelar disidentes, expulsar a funcionarios de fidelidad “dudosa” y clausurar logias masónicas y otros círculos críticos con su gestión.

-¿Se intuía más el Golpe de Estado en Marruecos dada la presencia allí, directa o indirecta, de los principales oficiales africanistas que lo alimentaron?

-Lejos de Madrid y, como vimos, sin apenas autoridades ni sociedad civil que les estorbasen, los africanistas tenían en el Protectorado un campo libre para actuar a su antojo, y aquí pudieron preparar el golpe con toda tranquilidad. Eso sí, también el gobierno republicano fue culpable, ya que desoyó las advertencias en este sentido que le hacían marroquíes y españoles residentes en la zona avisando de que se estaba preparando algo. Así, cuando el golpe finalmente se produjo, no fue una sorpresa para nadie, pero pilló al gobierno completamente desprevenido y sin saber qué hacer.

-Una guerra que tuvo “la primera batalla” en Marruecos, el 17 de julio…

-Siempre se nos ha dicho que la guerra empezó el 18 de julio de 1936, cuando no era así. El primer movimiento se produjo en Melilla la tarde del 17 de julio. Los golpistas habían lanzado la consigna “¡El 17 a las 17!” por ser ése el día y la hora a la que debía comenzar la rebelión contra el gobierno legítimo. A esa hora, los sediciosos tomaron rápidamente Melilla, a pesar de la fiera resistencia de la población civil, y en las horas siguientes Ceuta, Tetuán y el resto de localidades del protectorado, con tanta rapidez que al amanecer del 18 de julio, cuando en la Península aún no se había pegado un tiro, prácticamente todo el norte de África estaba ya bajo su control.

-¿Cómo fue el Marruecos de la guerra?

-La propaganda franquista creó el mito de la “zona feliz”, por el que durante la guerra en el Protectorado, lejos del frente de batalla y gracias a las acertadas políticas económicas puestas en marcha por los golpistas, se disfrutaba de una destacable calidad de vida. La documentación que se ha descubierto recientemente indica que todo esto no es más que una enorme falsedad. Marruecos vivió durante esta época continuos problemas económicos, incluyendo fallos en el abastecimiento, especulación con los productos de primera necesidad, inflación galopante, precios disparados y sueldos decrecientes, que se vieron agravados por una endémica corrupción administrativa a todos los niveles. Todo esto llevó a los españoles residentes a una situación difícil y a los marroquíes a una imposible, por lo que el alistamiento para el frente o la emigración a Argelia se convertirían en las únicas salidas para ellos.

-¿Cómo reaccionó la población civil ante este acontecimiento bélico?, porque hubo muchos voluntarios que se enrolaron con los golpistas…

-Por norma general la población de origen español rechazó el golpe; como afirmaba el coronel golpista Darío Gazapo, “no se ha recibido del elemento civil el calor y la ayuda que se esperaba”. Hay que destacar un hecho curioso, y es que en el Protectorado, debido a su particular estatuto, no podían desarrollar actividades los sindicatos y partidos políticos españoles, aunque los peninsulares que vivían allá desafiaron la prohibición montando casas del pueblo, casinos y círculos en teoría culturales pero que en realidad desarrollaban una importante labor política, vinculados muchas veces al PSOE, la CNT o el PCE. Estos círculos fueron, frente a la pasividad del gobierno, quienes más resistencia opusieron al golpe de estado, aunque, claro, la diferencia de preparación militar y armamento entre ellos y los sediciosos era abismal y no pudieron hacer demasiado. Otro grupo que se opuso al golpe fueron los militares de ideología republicana, aunque tampoco pudieron hacer nada ya que fue el primer colectivo atacado y reducido por los golpistas.

En cuanto a la población de origen marroquí, durante años circuló el mito de que se mostró favorable al golpe, y lo prueba el hecho que muchos se alistaron voluntarios para luchar en el frente. Varios historiadores marroquíes han desmentido este extremo. Los líderes de los partidos locales se mostraron en principio favorables al gobierno legal y de hecho, en los meses anteriores no dejaron de advertir a Madrid sobre los preparativos de un golpe inminente. Es cierto que miles de nativos se alistaron en el ejército franquista, pero hoy se sabe que muchos fueron obligados por los jefes de sus tribus, a los que las autoridades españolas habían impuesto unas rigurosas cuotas de alistamiento que debían cumplir si no querían ser encarcelados o incluso ejecutados, como sucedió a algunos. La deserción y la huída a Argelia para evitar el reclutamiento se convirtieron en males endémicos, obligando al mando franquista a buscar mercenarios en otros territorios, como el Marruecos francés.

-¿Cómo definirías la represión en Marruecos, derivada de la Guerra Civil?; ¿fue o tuvo pinceladas diferentes a la de cualquier otro lugar del estado Español?

-El protectorado fue en cierto sentido el “laboratorio” de la represión, pues, al ser el primer lugar controlado por los sediciosos, fue también el primero en el que llevaron a cabo las políticas represivas que más tarde sembraron el terror en el resto de España. Es en Marruecos donde mejor puede comprobarse la falacia difundida por la propaganda franquista primero y por los historiadores revisionistas después acerca de que la violencia provocada por los franquistas durante la guerra fue “reactiva”, es decir, una respuesta proporcionada a supuestos crímenes cometidos por los “rojos” tanto durante los años republicanos como durante los primeros momentos de la guerra. Pues bien, en Marruecos ni antes ni después del 18 de julio se asesinó a nadie de derechas, ni se atacaron sus propiedades, ni se molestó a sacerdotes ni se quemaron iglesias, y aún así fueron asesinados alrededor de un millar de republicanos, según los últimos cálculos.

La represión guarda pautas parecidas a la que después se llevó a cabo al otro lado del estrecho: contó primero con una etapa del llamado “terror caliente”, donde se fusilaba sin juicio a cualquiera que se hubiera opuesto al golpe. La etapa con mayor número de ejecuciones fue precisamente la noche del 17 al 18 de julio, en la que los golpistas se estaban haciendo con el control del territorio, seguidos por algunos picos durante los dos meses siguientes. Siguió a partir de 1937 una segunda fase llamada de “terror judicializado”, en la que a los presos se los fusilaba después de una parodia de juicio. Hubo en el Protectorado numerosas cárceles y campos de concentración de triste recuerdo, como Rostrogordo o Zeluán en Melilla, García Aldave en Ceuta o El Mogote en Tetuán, donde las torturas y los fusilamientos arbitrarios estaban a la orden del día, lo que unido a la pobre alimentación, el hacinamiento, los trabajos forzados y las enfermedades no tardó en convertir estos centros en auténticos campos de exterminio. También tenemos constancia de que en el Protectorado actuaron los Tribunales de Responsabilidades Políticas, que se encargaban de confiscar sus propiedades a los detenidos, lo que les condenaba al hambre a ellos y sus familias.

En cuanto a los colectivos que más sufrieron la represión, también aquí la padecieron especialmente miembros de sindicatos y partidos de izquierdas, masones e intelectuales y funcionarios comprometidos con el proyecto republicano, aunque por las especiales características de la zona hubo otros grupos que también sufrieron mucho: los militares republicanos que no quisieron sumarse a la traición de sus compañeros, los dignatarios indígenas castigados por no seguir las pautas marcadas por los golpistas, y los judíos. La represión contra estos últimos, muy numerosos en el norte de África, no ha sido muy estudiada, sobre todo porque después de descubrirse el horror del Holocausto el régimen franquista, que en sus inicios fue manifiestamente antisemita, hizo todo lo posible por ocultar las pruebas, pero hoy sabemos que hubo cientos de judíos asesinados, encarcelados o a quienes les fueron arrebatadas sus propiedades por el mero hecho de pertenecer a dicha etnia.

-Este libro es fruto de nueve años de trabajo, ¿cómo fue, queridos amigos el proceso de documentación del mismo? La documentación es una tarea muy trabajosa, pero que se presume apasionante.

-Nuestra aventura comenzó en 2006, cuando por vez primera nos pusimos en contacto con el historiador ceutí Francisco Sánchez Montoya, uno de los que más y mejor ha tratado la Guerra Civil en el norte de África. En diciembre de ese año visitamos en su compañía Ceuta, Tetuán y Tánger. En la antigua capital del Protectorado pudimos ver, entre otros lugares, el lugar donde estuvo ubicado el campo de concentración de El Mogote y el Cementerio Español, donde está la fosa común en la que fueron enterradas las víctimas tetuaníes de la represión durante la Guerra Civil.

Fascinados por lo que encontramos en el transcurso de aquel viaje, cuando regresamos a la Península nos propusimos iniciar una investigación para conocer nosotros y dar a conocer a los demás lo que allí sucedió. Como era  poco de lo que sabíamos de su desarrollo al otro lado del estrecho, en los años siguientes volvimos varias veces a Marruecos para ampliar nuestros conocimientos, y comenzamos a indagar en bibliotecas y archivos para tratar de encontrar las huellas de aquel pasado oculto.

-¿Y la metodología de trabajo?

-Lo primero fue tratar de encontrar bibliografía, cosa nada fácil ya que son escasos los títulos aparecidos. En este aspecto nos ayudaron bastante los libros del mencionado Francisco Sánchez Montoya, del investigador melillense Vicente Moga, de María Rosa de Madariaga, de Jesús Salafranca y de Joaquín Gil Honduvilla, además de los trabajos de varios historiadores marroquíes poco conocidos en España. También algunas memorias de testigos presenciales como Carlota O’Neill, Ignacio Alcaraz Cánovas y Carlos Galea. Al ser escasa la bibliografía, y como pensamos que ninguna fuente es definitiva y todas necesitan ser contrastadas, nos propusimos buscar fuentes alternativas, como las publicaciones periódicas, visitando en nuestra investigación diversas hemerotecas españolas y marroquíes, donde consultamos prensa tanto en castellano como en árabe y francés. Pero son las fuentes archivísticas la base principal de nuestro trabajo. Nos desplazamos hasta numerosos archivos nacionales, como el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, los archivos militares de Ávila y Guadalajara, el Archivo Histórico del PCE, la base de datos “Todos (…) los nombres” y el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, en cuya “Sección África” quedó depositada la documentación del Alto Comisariado de España en Marruecos y la Delegación de Asuntos Indígenas, fundamental para entender el funcionamiento institucional del Protectorado. También, a pesar del gran número de años transcurridos, pudimos encontrar testimonios orales. En la actualidad quedan muy pocas personas con recuerdos directos de la Guerra Civil; casi todas los que sobreviven eran niños en la época, y por ello sus recuerdos están tamizados por la mirada propia de la infancia. En cualquier caso tuvimos la inmensa suerte de localizar, entre otros testigos, a una persona que en 1936 era adulta y participó directamente en los hechos, Francisco Lara Campoy, quien tras la guerra se exilió en Francia, desde donde se puso en contacto con nosotros. Por desgracia, no pudo vivir para ver publicado este libro, pues falleció en 2009 cerca de París, donde se encontraba exiliado desde el fin de la guerra. A él, y al resto de las víctimas de la represión franquista, hemos querido dedicar este libro.

 

 

 

portada.jpg25505   
Camino hacia la tierra olvidada. Guerra Civil y represión en el Protectorado Español de Marruecos, 1936-1945. Félix Ramos Toscano, Pedro Feria Vázquez   
531 páginas
10.00 euros
Foro por la Memoria de Andalucía



Aunando la bibliografía, las hemerotecas, los documentos archivísticos y los testimonios orales, se ha compuesto este libro, que pretende ser un humilde aporte con nuevos datos sobre sucesos y víctimas de la represión franquista que no habían quedado recogidas en investigaciones anteriores, y que por supuesto no pretende ser un estudio definitivo ni cerrar el tema, ya que, en gran medida, el gran público no recuerda que en el norte de Marruecos hubo un protectorado español. En la primera parte del libro ser analiza brevemente cómo se estableció el dominio español y cuál era su funcionamiento administrativo, además de estudiar las peculiares características de la sociedad hispanomarroquí. Seguiremos mostrando cómo la II República se instauró en el territorio, y las vicisitudes políticas de dicho período. Desgranaremos también cómo se preparó el golpe de estado del 17 de julio de 1936 y los trágicos sucesos que siguieron al mismo. En la segunda parte analizaremos una a una todas las modalidades de la represión practicadas en Marruecos, como fueron los fusilamientos con o sin juicio, las confiscaciones de bienes, las depuraciones profesionales, las cárceles y campos de concentración, los trabajos forzados y las deportaciones, además de dedicar epígrafes específicos a dos colectivos especialmente perseguidos: los masones y los judíos. Dentro del capítulo de los campos de prisioneros nos detendremos especialmente en el de El Mogote (Tetuán), por ser posiblemente el más grande instalado en la zona y sobre el que menos se sabe. La tercera parte del libro está dedicada a dar voz a los testigos directos de los hechos.

Esperamos haber cumplido la misión a la que antes hacíamos referencia y que el lector pueda encontrar en estas páginas fuentes inéditas de hechos y acontecimientos.


Cazarabet conversa con...   Pedro Feria Vázquez, coautor del libro "Esperanza en la niebla. Memoria de la guerrilla antifranquista en Huelva" (Foro por la Memoria de Huelva)

 

 

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