Cazarabet conversa con... Joaquín Araújo, autor de “Los árboles te enseñarán a ver
el bosque” (Crítica)
Un libro de
Joaquín Araújo desde editorial Crítica con el prólogo de Manuel Rivas que viene
a recordarnos la vinculación que tenemos con estos seres vivos vínculos desde
lo más profundo a través de las raíces hasta lo más alto, la atmósfera
palpitante de vida en las copas de los árboles…
Araújo no
ha dejado nunca de acompañarnos con sus ejercicios de divulgación y
acercamiento con la madre naturaleza y llega ahora con este nuevo libro que al
acercarnos a los árboles y a los bosques lo hace, también a toda la naturaleza
en su conjunto y a todos sus habitantes…porque el árbol y los bosques lo
cobijan todo y nos dar albergue a todos…sin preguntar, ni pedir…
La sinopsis
del libro desde Crítica:
La más
completa y compleja, la más necesaria y hospitalaria, la más bella y generosa
de las creaciones de la historia de la Vida es el bosque. Si poco, o nada, del
pasado —tanto el nuestro como el de la Natura— tiene sentido sin las arboledas,
menos futuro aún tendrá el futuro sin ellas. Sin embargo esta civilización ha
consumado su más imprudente torpeza arrancándose de su propio origen y
devastando el gran hogar de la vida, envenenando al fabricante de la
transparencia que respiramos, abatiendo al creador de la fertilidad.
Mantiene el autor, el emboscado Joaquín Araújo, que cada árbol en pie es un
punto de apoyo para esta lisiada humanidad, para los aires rotos, para la
vivacidad en su conjunto, para hacerle cara al desierto, para combatir el ruido
y a la amontonada fealdad que la prisa siembra en casi todos los rincones. Nada
como los árboles para darnos paz y ayudarnos a conectar con la Naturaleza y a
reencontrarnos con nosotros mismos.
En estas páginas puede leerse una de las más intensas convivencias con las
arboledas de uno de nuestros contemporáneos. Muchos de los mejores momentos de
la vida de Araújo, a lo largo de sus cincuenta años de emboscadura, son
narrados aquí con intensa belleza y emoción. Sin duda para que comprendamos
mejor el extraordinario acierto de Federico García Lorca cuando escribió:
«Poeta es Árbol».
El autor
Joaquín Araújo: María Zambrano le identifica al definir al poeta como «el
hombre devorado por los espacios del bosque». De hecho vive, como campesino y
pastor de cabras, en el seno de las arboledas de las Villuercas.
Ha plantado
tantos árboles como días ha vivido, unos 25.000. Ha sido comisario y autor de
30 exposiciones, director y/o guionista de 340 documentales y ha hecho unos
5.000 programas de radio y dado unas 2.500 conferencias.
Su permanente compromiso con la defensa de la Natura ha sido reconocido a
través de 51 premios, entre los que destaca haber sido el primer español
premiado con el Global 500 de la ONU y con el Wilderness
Writing Award y también el
único español dos veces galardonado con el Premio Nacional de Medio Ambiente.
Con todo ello pretende el acaso imposible de salvar a lo que nos salva: los
bosques y su decisiva aportación a la VIDA.
Joaquín
Araújo ya ha estado con nosotros en más de una ocasión:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/calendarionaturaleza.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/eticas.htm
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/naturismos.htm
Cazarabet conversa
con Joaquín Araújo:
-Joaquín, amigo, que los árboles son vida no es ningún secreto, ¿pero tú
aquí en este libro pretendes reconciliarnos con la idea de que son parte de
nuestro hogar más interno, más personal casi más íntimo… aunque nosotros lo
ignoremos o no lo queramos ver, ¿es así?
-Solo hay que acordarse de que nuestros pulmones tienen forma de árbol
invertido y de que el oxígeno que las plantas generan acaba en nuestro
interior. Lo he resumido con este verso: Respiramos el alma verde de los
árboles. Sin descuidar que, al mismo tiempo, las moléculas del aire que
inhalamos acaban en todas nuestras células. Vivir pasa por introducir en
nuestra intimidad eso tan exterior que es el aliento de los árboles.
-Sin árboles, sin
bosques, sin vida en ellos…nos quedamos sin nada…así que podemos llegar a la
fácil conclusión de que es de los mejores tesoros en la vida, ¿por qué no lo
cuidamos como merece?
-Somos, como escribió Albert Camus la especie que destruye lo que
prefiere. En realidad lo destruye todo, pero en el caso de los árboles son
pocos los que detestan o desprecian a los árboles. Por desgracia también
escaseamos los que hemos dedicado buena parte de nuestra vida a que haya más
árboles, o que intentemos crear una cultura arbórea que permita la comprensión
de que poco, o nada, tenemos más valioso en nuestro planeta, especialmente en
estos momentos de graves enfermedades ambientales. No se los cuida porque se ha
perdido la percepción de dependencia. Mucho más el reconocimiento a los
insustituibles servicios y regalos que nos ofrecen sin cesar y gratuitamente.
Esta especie nuestra se arrancó a sí misma de los bosques y desde entonces ha
dedicado demasiado tiempo a arrancar a sus hermanos del pasado: los árboles.
Contrapesa hoy día una cierta recuperación de la sensatez a través de muchas
iniciativas, documentales, libros y conferencias sobre el gran tesoro que
suponen los bosques.
-La ignorancia es
uno de los peores enemigos, pero con una buena actitud se puede mejorar…pero el
negarse lo evidente es de idiotas porque las garras de esa evidencia siempre
acaban alcanzándonos, si negamos la importancia vital de los árboles nos
negamos la vida…desde el oxígeno a todo, incluida nuestra autoestima y dignidad
¿cómo lo ves?, ¿qué nos puedes reflexionar?
-Ante todo conviene tener muy presente que perdemos demasiado si
perdemos los árboles. Pero no solo por las más que evidentes prestaciones
absolutamente imprescindibles que nos obsequian. Debemos respetarlos mucho más
por lo que hacen por el conjunto de la Vida. El bosque es hogar, hospital,
farmacia y médico para la multiplicidad vital del planeta. Sin dejar de ser, al
mismo tiempo, originalidad, destrezas, belleza y serenidad. Todo eso hay que
sentirlo o, cuando menos, llegar a saberlo. Sin una educación completa, es
decir que incluya un conocimiento suficiente de lo que nos rodea y vive, será
difícil cambiar la actual galopada hacia el colapso.
-Si
hablamos de dignidad—de esa que me dan los árboles cuando los observo--
hablamos de ética para con los bosques, árboles, los animales que viven en él,
las aguas que los cruzan, el oxígeno que nos dan…observando los árboles,
¿cuántas lecciones de ética de la naturaleza podemos aprender?
-La más
importante la resumió Walt Withman con este verso. El
bosque es formas y especies que no son solo para sí mismas sino también para
todo lo demás. Y no se trata de una metáfora más o menos afortunada, resume una
realidad confirmada millones de veces por toda suerte de experiencias humanas,
desde las más científicas hasta las más intuitivas.
Como vivo
en el bosque desde hace más de cuatro décadas puedo confirmar que nada supera
en hospitalidad a las arboledas. No reservarse jamás el derecho de admisión
incluye buena parte de los mejores decálogos de filosofía moral que los
pensadores han pergeñado para los humanos.
-¿Por qué mantienes
con tanta rotundidad que el bosque es la más compleja de las creaciones….?; ¿su complejidad radica en la importante necesidad que
tiene el resto de vida de árboles y bosques?-
-La complejidad puede ser definida por el número de inquilinos,
relaciones, conductas, productos y, en definitiva soluciones diferentes para
sobrevivir. En ningún otro lado la Vida ha encontrado más y mejores
oportunidades de emerger y mantenerse que en los bosques. Llegas a ser complejo
si creas muchas diferencias y, en esto, también las selvas se elevan a la
primera categoría. Incluso ha conseguido lo mismo con relación a los humanos.
En ningún otro ambiente se han dado tantas culturas, idiomas y religiones
diferentes. El bosque es el gran creador de multiplicidad. Por si todo eso
fuera poco pensemos que las formaciones arbóreas consiguen un aparente
imposible, la unidad en medio de los máximos de diversidad. Algo que es
inmenso, tantas veces disperso, es también un organismo con no poca armonía.
-Para que nos quede
más claro y desde la voz de un
naturalista, ¿por qué son tan importantes los árboles y los bosques?
-No solo son importantes, son lo más importante. Nada, ni nadie, usa
mejor el tiempo y el espacio. Son el ámbito de las confluencias, la mayor fonda
de las vidas y por tanto el mejor logro de la evolución. Combaten las peores
enfermedades y esconden todas las soluciones a nuestros problemas. Resulta
imposible encontrar algo que de más servicios, regalos, elegancias y bellezas.
Además si les dejamos trabajar son por completo renovables. Además todo lo
hacen sin costarnos esfuerzo alguno a nosotros. Todo en el bosque es dádiva,
tantas veces inmerecida.
-Importancia que desde el mundo de las letras, el arte y la reflexión
intelectual algunas mentes han visto, reconocido y se han retroalimentado… ¿qué
nos puedes decir al respecto?
-Aunque
nada de lo relacionado con la natura ha tenido la suficiente presencia en lo
que podemos denominar criterios básicos de la cultura al menos los árboles
siempre han tenido una sobresaliente consideración por parte de artistas y
pensadores de todos los tiempos. Situación que arrecia en estos momentos. Podemos
hablar incluso de una emergente cultura de todo lo relacionado con las
arboledas.
-Amigo Joaquín tu
vida ha estado rodeada de árboles, bosques….particularmente, ahora y aquí, con
tus palabras ¿cómo la defines desde su compañía y cómo te la imaginas sin estos
dos elementos—que son todo uno---, aunque imagino que es muy difícil de
imaginar?
-Creo que
la palabra que más veces utilizo para definirme a mí mismo o cuando me
preguntan por mi perfil profesional lo dice todo. Me considero ante todo un
emboscado, un campesino que vive desde hace 43 años en el seno de una arboleda.
Emboscado a favor de todo lo que el bosque nos da y la civilización nos quita.
-El título de este
libro esconde tantas historias como reflexiones porque, además, ¿quién mejor
para enseñarte a ver, observar, contemplar, ensimismarse de los bosques que los
árboles?
-Por primera vez, y Los árboles te enseñarán a ver el bosque es mi
libro 111, incluyo varios pasajes autobiográficos. Varios son especialmente
relevantes en mi vida. He querido hacer de traductor de lo que me inspiran los
árboles, lo que ha significado el plantarlos, la enorme satisfacción de ver
crecer muchos miles por mi mano plantados. En fin, pretendo contagiar una
admiración y un respeto que, creo, le debemos a nuestro primer hogar.
-Amigo, ¿a quién
nos aconsejarías, desde los libros y las lecturas, para sumergirnos en los
árboles, en los bosques?
-Demasiados
autores como para ser justo a la hora de mencionar solo unos pocos. En
cualquier caso resulta del todo decisivo leer a Stefano Mancuso, Thoreau, Emily
Dickinson, Antonio Machado, David George Haskell, Raúl de Tapia con su Herbario Sonoro…
-Los bosques de
árboles diversos son hogares habitados por infinidad de animalillos---de los
más chicos a los más grandes--, pero me quiero parar en los pájaros que emiten
esos diversos trinos que nos sumergen en una sinfonía cada día diferente
muchos de ellos camuflados entre el
ramaje; pero esos mismos bosques también
están habitados por silencios…lo tienen
todo, sin tener nada---en “lo material”, me refiero---otra riqueza invisible en
forma de reflexión, ¿qué nos puedes decir?
-Los bosques resultan del todo inabarcables por lo que tienen, asisten
y consienten. Los inquilinos que alberga son por completo indistinguibles de la
arboleda. Un pájaro carpintero es el mismo bosque. Nosotros los emboscados
también. Pero como inspiran y sosiegan los bosques son maestros, casi monjes
Zen que enseñan a vivir con sosiego e inspiran buena parte de la mejor poesía y
no poco de la filosofía más necesaria. Hay incluso una clara relación entre las
grandes religiones y los árboles. Por supuesto son los soportes básicos de las
disciplinas artísticas y, como han publicado todos los libros, resultan del
todo inseparables de lo que llamamos Cultura.
-Joaquín guardas recuerdo de la primera vez que visitaste un bosque,
una arboleda, un árbol…?
-La fortuna me convirtió en asiduo del bosque desde los cinco meses de
edad. Mis padres veraneaban en un bosque. Creo que muchas de
las primeras impresiones de mis sentidos provenían del pinar de Las
Navas del Marqués en Ávila, donde pasé cuatro meses al año desde recién nacido
hasta tener que ir al servicio militar. A partir de eso tengo cien arboledas
preferidas y transitadas. Sin olvidar que las formaciones mediterráneas extremeñas
son mi hogar.
-Creo que todas y
todos tenemos como un árbol o árboles que, por alguna razón, son “nuestro árbol
referente”… aquel que mirábamos con admiración desde abajo…al que intentábamos
abrazar, al que trepábamos o al que habitábamos por dentro…en mi caso fue un
olmo inmenso en cuya base e interior jugábamos y hasta comíamos…¿cuál fue, Joaquín, el árbol que vuelve a ti como un
referente?
-En realidad mi referente es más bien algo que pertenece al futuro.
Hace ya mucho que decidí que me entierren entre las raíces de un gran melojo,
donde ya descansan una sobrina, mi padre y mi madre. Voy frecuentemente a
sentarme bajo su sombra. Por lo demás los árboles que más me fascinan son la
encina y el Madroño de los que tengo excelentes ejemplares como vecinos.
-¿Qué lecciones nos
siguen dando los bosques día a día; minuto a minuto; segundo a segundo…aunque
nosotros—conscientes o no--- los sometamos a la más absurda de los maltratos…?
-Son
inmejorables maestros de lo que más necesitamos aprender. Sobre todo en el
campo del uso del tiempo y el espacio. No hay mejor ejemplo de economía
sostenible, esa que prefiero llamar vivaz. Pero sobre todo me parecen una
excelente referencia de generosidad y altruismo. Con su solo estar ahí
consiguen que todo un cosmos vital sea posible. Son siempre para lo demás y los
demás como nos recordó Walt Withman en un verso.
Creo que
merece la pena parecerse a ellos lo más posible.
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