Algunos-recuerdos-DE-MI-VID.jpgCazarabet conversa con...   Luis Antonio Palacio Pilacés, autor de la introducción de “Algunos recuerdos de mi vida” (Comuniter) de Guillermo Berges

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un libro, desde Editorial Comuniter, encuadrado en su Colección Es un decir desde la pluma de Guillermo Berges y con la introducción, notas y anexos de Luis Antonio Palacio Pilacés.

En esencia son las memorias de Guillermo Berges moldeadas y acompañadas por el buen hacer de Luis Antonio Palacio que se está convirtiendo en una especie de cronista de acontecimientos y personajes de la Memoria Histórica de referencia.

La sinopsis del libro: Luis Antonio Palacio ha preparado la edición de estas memorias de Guillermo Berges Diest, nacido en Malpica de Arba, en la comarca de las Cinco Villas de Zaragoza en 1929 y que transcurren hasta 2018, año de algunos documentos reivindicativos que se reproducen. Palacio no solo frecuenta archivos sino que trabaja la memoria oral recopilando testimonios de supervivientes de la Guerra Civil, durante los años que dedicó a la construcción del mapa de fosas de Aragón hasta la actualidad. En estas tareas conoció a Guillermo Berges y, como cuenta en la introducción, recibió el regalo de unas memorias de extraordinario interés y excepcionalmente bien escritas.

Gruillermo Berges escribe de su gente, de la vida en un pequeño pueblo aragonés, de su familia perdedora de la guerra y la postguerra en una zona, las Cinco Villas, durísimamente castigada por la represión de los sublevados de julio de 1936, y de la dolorosa supervivencia bajo el franquismo. Nos cuenta la emigración  a Barcelona, constante de tantos aragoneses y su lucha por la vida. Habla de la adaptación a un medio hostil para los trabajadores de la época, de la situación en las fábricas, de la vida cotidiana y de las luchas para mejorar las condiciones de todos. Luchas, porque había que romper el marco establecido por la Dictadura y en esa actividad se ponía la vida en juego. Nos cuenta la materialización de su toma de conciencia (más que la que traía en origen) con la militancia en Comisiones Obreras y el Partido Socialista Unificado de Catalunya, actividad que le lleva a la cárcel. Y pequeños detalles de su vida cotidiana. Y la de su familia. Y sus esfuerzos por reivindicar la figura de sus padres y su propia lucha. Todo ello lo podemos leer en estas memorias, humildemente tituladas a pesar de su fuerza, en las que pueden verse reflejados numerosos ciudadanos, contemporáneos nuestros, que vivieron situaciones parecidas. Es de agradecer el esfuerzo de Guillermo Berges en la escritura y el de Luis-Antonio Palacio en su difusión, un aporte más contra el olvido.

Con Luis Antonio es un placer trabajar:

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/alforjero.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/isidorolahoz.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/llantochacal.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/labalaylapalabra.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/palacio.htm

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/zuerano.htm

 

Luis-Antonio Palacio Pilacés: Zaragozano del año 1963. Licenciado en Historia Contemporánea y Diplomado en Trabajo Social por la Universidad de Zaragoza. En los últimos años ha publicado distintos trabajos vinculados de uno u otro modo con la historia más reciente de la región aragonesa a lo largo de los convulsos años que se extendieron entre la proclamación de la Segunda República Española y el término de la Segunda Guerra Mundial, bien desde la perspectiva global de localidades como Zuera o Almudévar o desde la de colectivos tan específicos como los que configuraron los exiliados aragoneses que buscaron refugio en el norte de África o el conjunto de nuestros paisanos ,hombres y mujeres combatieron en el frente del este desde las filas de la División Azul o del Ejército Rojo. Algunos de sus estudios posan su mirada en la trayectoria vital de determinadas personas, convertida por los avatares de aquel turbulento período en un perfecto trasunto de nuestra historia colectiva. Entre sus obras publicadas pueden citarse: Entre las raíces—2003--, De hombres y sueños—2006--, Rueda, rueda palomera—2008--, La Nación del olvido—2011—Tal vez el día. Aragoneses en la URSS 1937-1977, exilio y la División Azul—2011--, El horizonte infinito, los cuatro nacimientos de Isidoro Lahoz—2015—y El llanto del chacal, historia de unos muchachos en la guerra de Ifni—2018--. Entre sus trabajos pueden citarse igualmente obras como Carbón rojo, Caballos de hielo, relacionados con la crónica negra---analizada fundamentalmente desde criterios sociales--, diversos reportajes audiovisuales o el Mapa de Fosas de la Comunidad Aragonesa. En la actualidad sigue trabajando en varios proyectos con vistas a su próxima publicación.

 

 

 

Cazarabet conversa con Luis Antonio Palacio Pilacés:

image003.jpgAmigo Luis Antonio, ¿cómo es que te ves envuelto en el cuidado y el prólogo de estas memorias de Guillermo Berges Diest? ¿Cómo fue el conocerle? ¿Cómo lo percibiste como persona?

-Bueno, yo en esos meses estaba inmerso en un proyecto de recopilación de entrevistas personales con personas que todavía eran niños y adolescentes durante la guerra civil, un proyecto en el que recogí un total de 162 historias individuales que todavía no han visto la luz. Mi ámbito de actuación era toda la región aragonesa, intentando que en el trabajo se vieran reflejadas la mayor cantidad posible de localidades y comarcas. En el transcurso de ese periodo conseguí un par de contactos de personas procedentes de la región que desde hacía muchos años residían en Cataluña y como parecían prometedores me desplacé a tierras catalanas para entrevistar a esas dos personas, que eran dos varones naturales de Peraltilla y Malpica de Arba respectivamente. De este último pueblo procedía Guillermo Berges Diest. En ese momento mi intención no iba más allá de obtener una entrevista oral de entre una y dos horas de duración en la que a ser posible efectuara un repaso a su trayectoria personal durante los años de la guerra y la primera posguerra. Yo no estaba muy seguro de lo que me iba a encontrar, pues, al igual que lo ocurrido con la mayoría de las personas entrevistadas para ese proyecto, yo no conocía a Guillermo con antelación y ya me había encontrado con todo tipo de situaciones: desde personas que con cerca de un siglo a sus espaldas mantenían intactas sus capacidades intelectuales hasta testigos que sin ser ni de lejos tan mayores ya no se hallaban en buenas condiciones y apenas podían ofrecerte unas pinceladas de sus recuerdos. Pinceladas por otra parte muy bien recibidas, ¿eh?, que aquí todos esos recuerdos tienen el mismo valor inestimable. Y más ahora, porque realmente esos hombres y mujeres son los últimos testigos de aquel periodo, cuando desaparezcan ya no quedará nadie en disposición de poder recordarlo. En lo que se refería a Guillermo, enseguida me di cuenta de que con él no tendría el menor problema, pues estaba en perfectas condiciones físicas y mentales y además tenía muchas ganas de hablar y de ser escuchado. Y su historia resultó ser mucho más rica en detalles de lo que yo hubiera podido imaginarme antes de conocerle.

-¿Cómo te da a conocer que tiene unas memorias escritas?

-Pues de la manera más simple: cuando ya estaba a punto de irme después de un par de horas de entrevista muy fructífera y agradable me comentó de repente, así como de pasada, que hacía algunos años había redactado una pequeña autobiografía personal. No es la primera vez que me tropiezo con algo así y tengo muy claro el valor que pueden tener unas memorias escritas, que desde luego pueden dar mucho más de si que una simple entrevista. Claro que también puede ser que están muy mal redactadas o que sean un compendio de meros episodios inconexos. Yo por supuesto le pedí que me dejara leerlas, y como le pareció bien una de sus hijas me las envió tras escanearlas. No me hizo falta leer muchas páginas para percatarme de su valor y acto seguido se lo comenté a la gente de Editorial Comuniter, que también supieron apreciarlas y propusieron publicarlas en el marco de una colección de memorias personales, a mi entender extraordinariamente interesante.

-Al parecer cuando te las deja leer te das cuenta de que, además, hay calidad en la escritura, ¿verdad? ¿Cómo describirías su ejercicio narrativo?

-Pues me pareció que en sus páginas no se observaban los típicos defectos formales o los giros reiterativos propios de personas que en su día no tuvieron acceso a una educación formal. Pero es que en su edad adulta Guillermo fue capaz de embarcarse en un proceso de autoformación personal que con el tiempo le permitió poder expresarse por escrito sin excesivos problemas y con una notable corrección.

a68cc4ce-dd09-4c94-a0be-0cfda8c3dc0d_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg-Hay algunos  rasgos de estas memorias que son bastante singulares...

-Sí, porque no solo corresponden al periodo de la guerra civil, cuando su familia fue represaliada por los fascistas y su padre salvó la vida gracias a la intervención de una persona influyente en la comarca zaragozana de las altas Cinco Villas, en la que está enclavado el pequeño pueblecito de Malpica de Arba en el que Guillermo vivió sus primeros años. Sin duda ese periodo tan trágico le marcó como a todos los que tuvieron la desgracia de padecer la persecución de los fascistas, Pero Guillermo no se quedó en eso, pues avanzando en su relato nos describe las penosas peripecias personales que acompañaron su traslado a Barcelona, ciudad en la que se estableció tras sumarse al enorme movimiento migratorio del campo a la ciudad que caracterizó a la España franquista de los años 50 y 60. Muchas de esas personas que dejaron todo atrás para iniciar una nueva vida en las ciudades industrializadas -entre ellas Guillermo y mis propios padres- las pasaron canutas hasta que lograron abrirse camino. Quien no disponía de amigos o familiares que le apoyasen durante sus primeros meses en la ciudad podía llegar a pasarlo realmente mal. Y es que en este país la gente se ha olvidado de muchas cosas, por desgracia. Muchos gente no sabe que en Madrid los recién llegados más pobres acostumbraban a levantar una chabola durante la noche para que la policía no pudiera expulsarles por la mañana. O que en Barcelona algunos de esos recién llegados eran encerrados en una especie de campo de concentración, sin que en ocasiones se les permitiera buscar trabajo en la ciudad... Es otro aspecto duro y fundamental de la historia contemporánea española que se debería estudiar con más profundidad. Por último, Guillermo nos relata su progresiva implicación en la oposición clandestina contra el franquismo que empezaba a agitarse en las grandes ciudades. Una oposición que ya no tenía tanto que ver con las viejas estructuras políticas y sindicales que protagonizaron la guerra civil sino con una nueva hornada de militantes, más jóvenes y no necesariamente vinculados a lo ocurrido durante aquel conflicto. El país cambiaba y la gente joven que ingresaba en las estructuras clandestinas también iba siendo diferente, aunque eso tampoco significaba que no pudieran verse influidos por la pesada carga histórica e ideológica arrastrada por algunas de esas organizaciones...

-También entran en juego, según se cuenta en las memorias, esos ideales que ya traían en la mochila Guillermo y otros muchos emigrantes que entran en colisión con la Dictadura… ¿Cómo lo trasladan y cuántas veces tienen que verse coartados de hacerlo por miedo a la represión?

-¡Ah, claro! Guillermo quizá no hubiera cursado estudios medios o superiores, pero él sabía muy bien quién era, cuál era su sitio y quén era su gente. No como ahora, que cualquier pobre diablo tiene el atrevimiento de considerarse a sí mismo como clase media, aunque no tenga más que un montón de deudas en el banco... Él procedía de una familia de activa militancia socialista, durante la guerra y la primera posguerra les tocó pasar lo suyo, y aunque joven, no era una de esas personas sin carácter que renuncian a sus orígenes para mimetizarse con el entorno o en un intento de aparentar ser lo que no son. Por supuesto Barcelona no era una pequeña aldea de las Cinco Villas -una zona muy comprometida con el socialismo donde la represión fue particularmente feroz-, en la capital catalana uno podía sentirse mucho más libre a todos los efectos, pero incluso allí había que andarse con cuidado. Pero esa prudencia elemental no le impidió comprometerse con el PSUC cuanto tuvo oportunidad de hacerlo.

-Aquí hay un alto el camino y es que por su activismo político y social nuestro protagonista se ve encarcelado... Coméntanos algo más…

-Sí, y está muy bien que nos relatara esos sucesos, porque incluso desde los ámbitos más implicados con la memoria histórica tiende a olvidarse que la represión franquista no concluyó en los años 40. Cierto que a partir de la década de los 50 ya no se cometieron los crímenes masivos que caracterizaron al régimen de Franco desde el momento mismo de su nacimiento, pero cientos de personas seguían siendo encarceladas por sus opiniones o sus actividades contrarias al régimen, y ocasionalmente se seguían llevando a cabo ejecuciones, por fusilamiento o garrote vil. Digo esto porque mucha gente piensa que la represión se fue moderando durante los largos años que siguieron a la implantación del régimen y a grosso modo quizá sea cierto, pero eso no significa que su brutalidad se desvaneciera sin más, sólo que el régimen no se veía tan necesitado de usar la fuerza. Está bien que algunos militantes que pasaron por las cárceles durante aquel periodo nos lo recuerden.

luis-antonio-palacio.jpg-¿Cómo fue su estancia en la prisión? ¿Cómo la narra en las memorias?

-La estancia en la cárcel nunca es buena. Todo el que ha pasado por una cárcel, aunque sea para investigar o impartir alguna conferencia, como es mi caso, te podrá hablar de la opresión que se experimenta ante todas las medidas de seguridad que debes atravesar. Y eso aun sabiendo que tú te irás al cabo de algunas horas, así que imagínate lo que debe ser pasarse allí encerrado meses o años enteros. Y no como visitante precisamente... Cuando Guillermo ingresó en prisión las cárceles ya no eran recintos de muerte como lo habían sido hasta pocos años antes, pero las condiciones dejaban mucho que desear y la preocupación por la suerte que pudiera correr la familia empeoraba las cosas. Porque aunque los cónyuges y los hijos de los reclusos recibían algún apoyo de las organizaciones en las que militaban, así y todo era bastante normal que quedaran en muy mala situación económica. El problema se acrecentaba cuando había niños pequeños de por medio. Y eso por no mencionar la vigilancia policial y todo eso...

- Es verdad, tal como se dice en la sinopsis, que el título de las memorias -Algunos recuerdos de mi vida- es muy humilde, pero a la vez, y eso es indiscutible, como testimonio memorialístico tiene una fuerza bestial y está tan bien narrado que parece que lo estés viendo…

-El título es humilde, cierto, pero eso no significa que lo que se narra sea intrascendente, ni muchísimo menos. Piensa en la enorme cantidad de historias que se han perdido para siempre porque sus protagonistas nunca se decidieron a poner manos a la obra, a veces por consideraciones tan absurdas como la vergüenza de escribir algo que podía ser juzgado por el público. En mi opinión cada testimonio sobre esa época que se publica es como una piedra de mármol destinada a perdurar. Quizá suene un poco pretencioso, pero es que es así. Es importantísimo que las cosas se publiquen y puedan ser conocidas por el público.

-¿Qué aportan estas memorias, amigo Luis Antonio? ¿Qué te han aportado a ti como investigador?

-No es la primera vez que me presento en una casa para realizar una entrevista y me sorprenden con unas memorias que acaban siendo publicadas. Cuando empezaba en esto la viuda de Alejandro Soteras me sacó unos cuadernos en los que su marido describió su huida de Zuera, su paso por la Columna Durruti, su exilio en Francia, su deportación a Argelia... Para mi, toparme con unas memorias es una de las cosas más apasionantes que pueden ocurrirte como investigador. Y si además puedes aportar tu granito de arena para que sean publicadas, pues la verdad es que se siente muchísima satisfacción personal, esa es la verdad. Esas cosas te hacen sentir que de verdad estás aportando algo a la historia de este país, que lo que estás haciendo es de auténtica utilidad.

-¿Cómo ha sido tu metodología de trabajo? Porque es muy diferente a tus otros libros y demás, ¿verdad?

-Sí y no. Es muy distinto a un libro de investigación como los que publico de vez en cuando, pero en los últimos años, Comuniter me ha encargado prorrogar y revisar algunas memorias que luego han sido publicadas siguiendo un mismo esquema, que pasa por añadir una pequeña introducción y algunas anotaciones más o menos necesarias. Ese es el caso de las memorias del vecino de Zuera José María Arqué Guallar, o de un libro de próxima aparición en el que se reproducen dos manuscritos obra de Miguel Lamiel y Emilio Molinos, dos militantes -anarquista el uno, comunista el otro- procedentes de las localidades turolenses de Alcorisa y Calanda. Para mí ha supuesto una gran satisfacción poder colaborar con esos proyectos. Y en el caso de Guillermo más todavía, porque fui yo mismo quien tuvo la suerte de “toparse” con sus memorias.

-De todas las personas que conocemos cuando realizamos crónicas, reportajes, libros… todas nos dejan, ¿cómo decirlo?, un poco o un mucho de huella. ¿Cómo lo ha hecho Guillermo Berges?

-He tenido el enorme privilegio de poder conocer, a lo largo de los años, a muchos hombres y mujeres muy parecidos a Guillermo Berges. Son personas que en su juventud se comprometieron con una causa y arrostraron con coraje las consecuencias, que en ese entorno nunca podían ser buenas. Por duros que fueran los tiempos no agachaban la cabeza e intentaban seguir adelante sin renunciar a sus ideales y sin traicionar jamás a su gente. Eran el ejemplo evidente -y en el caso de Guillermo un ejemplo vivo- de que las cosas pueden ser diferentes. Porque qué duda cabe de que esta vida es complicada y las cosas no siempre resultan fáciles, pero no por eso tenemos que renunciar a un mínimo de ética y de decencia, digo yo... Esta gente se enfrentó a una policía y a un Estado que producían verdadero pavor, les tocó pasar lo suyo y no por eso se convirtieron en piltrafas. Porque basta con ver lo que está pasando actualmente en Europa, y más concretamente en nuestro país, para darse cuenta de lo descolocados que andan muchos, anatemizando a los más débiles y vomitando demagogia fascistoide sin el menor respeto por si mismos ni por los demás. La gente como Guillermo -y en este país han sido muchos-, ante todo te enseña que sea cual sea la situación, en último término cada uno es responsable de sus propias elecciones, y que en demasiadas ocasiones echarle la culpa de nuestros errores al contexto político o social solo pretende enmascarar nuestra propia mediocridad como personas.

 

 

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