Cazarabet conversa con... Luis Antonio
Palacio Pilacés, autor de “El llanto del chacal.
Historia de unos muchachos en la Guerra de Ifni” (Comuniter)
Luis
Antonio Palacio Pilacés vuelve a la historia
buceando, ahora, en unos hombres, más bien todavía muchachos, que estuvieron combatiendo en Ifni, olvidados
y casi abandonados más allá de la historia.
El libro lo
edita, Editorial Comuniter desde su colección Es un
decir.
Aquello que
nos dice la sinopsis del libro:
La guerra
de Ifni de 1957 es ampliamente conocida en España. La dictadura la ocultó,
censurando toda información periodística, cosa lógica por la precariedad del
régimen en esos momentos y las escasas glorias que le aportó. El ejército que
hizo frente a los irregulares armados por el sultán de Marruecos, heredero en
conceptos, material y armamento del que ganó la Guerra Civil española, no pudo
contar con los materiales cedidos por Estados Unidos que, una vez más, entre
sus dos aliados eligió la causa del país norteafricano.
En este
escenario intervinieron más de cien jóvenes que hacían la mili en el Cuartel de
Hernán Cortés de Zaragoza. En diciembre de 1957, se envió a Ifni a la Compañía
de Armas Pesadas del Regimiento Belchite 57—ametralladoras y morteros--,
compuestos mayoritariamente por muchachos de las tres provincias aragonesas y
las limítrofes de Soria y Guadalajara. Los testimonios de algunos de los
supervivientes forman parte esencial de este libro cuyo autor, además, informa
exhaustivamente de los orígenes de la
presencia española en la zona y el contexto histórico en que se produjeron los
enfrentamientos. Un texto riguroso, nuevo y apasionante, que permite tocar con
las manos la historia de gentes muy cercanas a nosotros.
El autor,
Luis Antonio Palacio Pilacés:
A través de
los libros y del Conversa con….:
Caballos de
hielo:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/alforjero.htm
La bala y
la palabra. Francisco Ascaso (1901-1936) Vida
accidental de un anarquista.
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/labalaylapalabra.htm
En esta
misma editorial, en Comuniter:
El
horizonte infinito. Los cuatro nacimientos de Isidoro Lahoz:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/isidorolahoz.htm
Tal vez el
día. Aragoneses en La URSS (1937-1977).El exilio y la División Azul:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/palacio.htm
Un zuerano tras las rejas del franquismo. Memorias de José
María Arqué Guallar:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/zuerano.htm
Cazarabet conversa con Luis Antonio Palacio Pilacés:
-Luis
Antonio, amigo, vuelves a mirar la historia mediante los que la hacen, los
hombres y mujeres… en este caso, los hombres, muchachos que estuvieron
involucrados en la Guerra de Ifni… ¿podemos decir que estamos ante un libro de
testimonios?
-Bueno, el libro está dividido en cuatro capítulos. Dos de ellos son de
contenido puramente histórico y en ellos se relata la génesis de la presencia
española en ese pequeño territorio de la costa atlántica norteafricana, el cómo
se desarrolló la ocupación -que fue un proceso largo y complicado-, como
surgieron los problemas a raíz de los procesos de descolonización en los países
del Magreb y como fue la guerra, con el ataque general contra el territorio y
la contraofensiva española. En los otros dos, basados en gran medida en la
memoria oral de sus protagonistas, se narran las vicisitudes atravesadas por un
grupo de chavales, soldados de reemplazo, que fueron enviados a la lucha sin
comerlo ni beberlo cuando cumplían con su servicio militar obligatorio en las
filas de la Compañía de Armas Pesadas del Regimiento Belchite nº 57, con sede
en Zaragoza.
-¿Qué
es lo que te ha llevado a escribir sobre esta guerra, la de Ifni…?
-A mi me atraía esta conflicto desde que descubrí su existencia siendo
todavía un adolescente. Sobre todo porque fue una guerra que tuvo consecuencias
muy trágicas -murieron unos 200 españoles y alrededor de 400 marroquíes y
saharauis -, y que sin embargo ha sido totalmente olvidada. En marzo de 1995
visité el territorio y me impactó el absurdo de todo aquello, el hecho de que
tantas personas hubieran muerto por un pequeño territorio tan pobre que no
valía para casi nada. Y me sobrecogió el hecho de que quienes fueron enviados a
morir en ese lugar tan remoto hubieran sido olvidados de un modo tan injusto.
Sin entrar en las razones ni en la posible legitimidad de un bando u otro,
nuestro país debería haber reconocido a quienes se batieron por su causa, o al
menos eso es lo que pienso yo.
-Los
testimonios se pueden pulsar de varias maneras: la mejor es hablar con los que
sobrevivieron a aquella contienda y al paso de los días, ¿cómo ha ido en eso?
-Bien, los veteranos de guerra que todavía viven suelen conversar sobre
aquello con mayor libertad que quienes eran, o son todavía, interpelados sobre
nuestra guerra civil. Eso se debe, claro está, a que el conflicto africano no
se vio acompañado de matanzas horribles como las ocurridas en aquella guerra
salvaje, y a que los hombres lo perciben sin los matices ideológicos de la
guerra civil, por lo que no suelen tener mayor problema a la hora de hablar.
¡Ojo que eso no significa que todos ellos aprueben sin mas
el hecho de que el régimen franquista les enviase a luchar allí por una causa
tan peregrina..! Ni muchísimo menos.
-Pero
evidentemente no te habrás podido conformar con esto…están los testimonios
indirectos, la documentación en forma de correspondencias, diarios….
-Sí, por supuesto. Pocos de los expedicionarios del Belchite 57
escribieron porque la mayoría eran jovenzanos con muy
pocos estudios. En 1957 aun eran muchos los mozos españoles que apenas habían
pisado una escuela. Unos cuantos incluso eran analfabetos. Sin embargo algunos
de ellos escribieron notas o pequeños diarios que me han sido de mucha
utilidad. Y el único oficial de la compañía que todavía vive escribió un libro
-por cierto nada complaciente con el régimen franquista- que aporta muchos
datos en el capítulo dedicado a su periodo de mando en Ifni.
-Por no decir que en la investigación y estudio,
seguramente, han entrado largas horas de hemeroteca, lectura de otros
libros….¿cómo te lo has hecho y cómo te ha ido?.
Proceso, éste de la documentación, muy trabajoso, pero siempre muy
gratificante, ¿verdad?
-Desde luego. Pero no te creas que hay tanto
como cabría esperar. En los periódicos de la época los sucesos de Ifni y
Sáhara, si bien no fueron totalmente ocultados como se ha dicho, si fueron
minimizados y enseguida se dio carpetazo al asunto. Se encuentran más cosas de
utilidad en artículos publicados décadas después en distintos periódicos de la
península y sobre todo de las islas Canarias. Y por lo que se refiere a libros,
durante muchos años lo publicado sobre el conflicto ha sido muy poco y
básicamente de origen militar. En los últimos años han aparecido nuevos
trabajos que aportan nueva luz a aquellos sucesos.
-En
lo uno y en lo otro. ¿Te has llevado alguna sorpresa o algún dato que te haya
sorprendido?
-Solo en algunos aspectos concretos del tema. Conocía la precariedad de
los medios puestos en juego por el gobierno franquista, increíblemente
mezquinos en cantidad y calidad, pero hasta que no profundizas no te das cuenta
de lo verdaderamente cerca que se rondó un desastre de grandes dimensiones.
Esas carencias se fueron paliando conforme el conflicto avanzó y al final
entraron en fuego por ejemplo modernos aviones norteamericanos, pero así y
todo, yo creo que si Ifni no se perdió fue básicamente por la enconada
resistencia ofrecida por una infantería que suplió la carencia de medios
adecuados con una entrega digna de mejor causa. Y en el Sáhara resultó
fundamental la colaboración con el ejército francés, que contaba con medios muy
superiores a los españoles y que se implicó a fondo en la campaña para
garantizar la seguridad de sus territorios coloniales en Argelia y Mauritania.
-Amigo
Antonio te fijas mucho en la Compañía de Armas Pesadas del Regimiento Belchite
57 porque fue especialmente requerido para ir a Ifni… ¿cómo y por qué se les
elige a ellos?
-Sobre todo y ante todo porque fue la única unidad con base en Aragón
que salió íntegramente para el frente de batalla. Varias decenas de soldados
salieron de los acuartelamientos del Alto Aragón, pero no formando parte de
ninguna unidad sino destinados a suplir las bajas en distintas unidades de los
Tiradores de Ifni. Los hombres del Belchite vivieron una experiencia común y
desarrollaron profundos lazos entre ellos, a pesar de que las distintas
secciones de la compañía estuvieron separadas durante parte de su estancia en
Ifni. Aparte, no os olvidéis de que a mí siempre me ha gustado incidir en temas
relacionados con Aragón que a ser posible nunca hayan sido tratados con
anterioridad.
-¿Qué
les pasa en Ifni y en qué forman parte?
-Ellos llegan el día de Nochevieja de 1957, cuando lo peor del ataque
general del Ejército de Liberación ha ocurrido ya y se han producido el grueso
de las muertes entre las tropas españolas. Su llegada coincide con la famosa
actuación de Carmen Sevilla, Miguel Gila y otros artistas ante las tropas
parapetadas en Sidi Ifni. Todo el territorio se había
perdido o había sido trabajosamente evacuado con la única excepción de la
capital. Sin embargo llegan a tiempo para participar en las operaciones de
reconquista que se disponía a emprender el Alto Mando español. A finales de
enero de 1958 participaron en la Operación Diana y posteriormente en la defensa
de posiciones tan peligrosas como Alat Ida Usugún. Semanas enteras en las que se las vieron de todos
los colores.
-¿Cómo era el perfil de aquellos muchachos, todos
ellos, quisieran o no, estaban cumpliendo el Servicio Militar
Obligatorio…?
-Al estar formada por soldados de reemplazo, la compañía venía a ser un
pequeño microcosmos de la España de 1957. Algunos de esos jóvenes, pocos,
procedían de familias acomodadas; la mayoría, empero, eran hijos de familias
trabajadoras del campo aragonés o de la ciudad de Zaragoza. Gente muy sencilla,
la mayoría de ellos trabajaban desde chavales, los del campo muy a menudo desde
antes de dejar la escuela a los 14 años. Eran chavales bastante ingenuos, muy
poco viajados y muy poco leídos pero muy trabajadores, educados en la
honestidad de la clase trabajadora y por norma general muy buenos compañeros. Y
también eran, a su manera, hijos del pasado conflicto civil. De hecho
pertenecían a la primera generación que no viviría la guerra civil, a pesar de
que muchos de ellos padecieron directamente sus consecuencias: entre los jóvenes
de la compañía había desde quien había perdido a su padre, asesinado a manos de
los milicianos antifascistas en el verano de 1936, hasta quien tenía a su padre
en el exilio desde 1939 y no había vuelto a reencontrarse con él en los casi
veinte años transcurridos desde el final de la guerra. No obstante, hay que
decir que entre ellos no he captado ni el más mínimo indicio que su opinión
sobre el régimen mediatizara su comportamiento en el frente o en relación a sus
compañeros. Yo creo que muchos ni siquiera tenían una opinión al respecto del
régimen.
-Amigo,
me da a mí o la Guerra de Ifni es parte de esa historia “semidesconocida”
o muy escondida de la historia, seguramente es de esos episodios de los que
conviene más bien no hablar que sí hacerlo, ¿es así?
-Bien, ya sabéis que la historia de la España del siglo XX está llena de
episodios que fueron más o menos ocultados por el régimen franquista para hacer
olvidar sus “pecadillos”, y que luego tampoco han sido reivindicados por los
sucesivos gobiernos de la democracia. Simplemente, prefieren no hablar de ello.
Y no solo por amnesia histórica sino también por puro y descarnado oportunismo:
tened en cuenta que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero planeó
compensar económicamente a los hombres que lucharon en Ifni y el Sáhara en los
años 50; el tema se olvidó con la irrupción de la crisis económica y ahora
nadie quiere recordarlo porque nadie quiere soltarles un duro a los veteranos
de guerra que quedan vivos. Así de patéticas y tristes son las cosas...
-¿Acercarte
a los testimonios que sobrevivieron a esta guerra, cómo fue…cómo diste con
ellos?. ¿Cómo les fue, genéricamente hablando, a
los integrantes del batallón de Armas Pesadas del regimiento Belchite 57?
-Pues me resultó muy sencillo porque en 2007 se publicó un artículo en
el Heraldo de Aragón y como a mí ya me rondaba la cabeza la idea de hacer algo
sobre el tema me puse en contacto con uno de los veteranos de guerra que salían
en el artículo. El hombre, un comandante del ejército a la sazón jubilado, me
atendió muy bien y me facilitó un listado de los integrantes de la compañía en
el que figuraban las direcciones y teléfonos de la mayoría de ellos. Era el
mismo listado que ellos utilizaban desde hacía algún tiempo para organizar las
comidas anuales que celebraban en un club militar de la capital aragonesa. Yo
entonces no acometí el trabajo porque bastante tenía con las otras
investigaciones en las que andaba metido, pero ni que decir tiene que conservé
aquel listado como oro en paño. Diez años después, cuando puse por fin manos a
la obra muchos de los hombres que figuraban en la lista habían muerto, pero
decenas de ellos seguían vivos y en perfecto estado de salud y me resultó muy
sencillo localizarles. Otra cosa es que tuve que hacer unos cuantos viajes de
aquí para allá para conseguir entrevistarles, pero para mi
moverme por los pueblos y tierras aragonesas siempre ha sido un enorme placer.
Después de la guerra, a la mayor parte de los chavales del Belchite 57
les fue razonablemente bien. Una cantidad nada despreciable de ellos emigraron
del campo a la ciudad en los años posteriores a su regreso. La expedición a
Ifni, su paso por Madrid, Sevilla, Canarias, les abrió los ojos a muchos de los
que nunca, o casi nunca, habían salido de sus pueblos. Y alrededor de una
docena de ellos abrazaron la vida militar alcanzando grados más o menos
elevados en el escalafón. Por desgracia un número relativamente elevado de los
expedicionarios murieron antes de alcanzar los 80 años de edad.
-¿Qué significó la Guerra de Ifni para el régimen
franquista? ¿Y para la ciudadanía?. En las contiendas
nadie gana….entonces, ¿qué se dejó en Ifni?
-En Ifni se perdieron sobre todo unas doscientas vidas de soldados
españoles, se perdió un territorio reconocido por los tratados internacionales
como de soberanía plenamente española -otra cosa era que se tratase de algo a
mi juicio bastante absurdo-, y, sobre todo, y eso son cosas mías, se perdió la
posibilidad de construir en Ifni y el Sáhara una sociedad mixta hispano-árabe
en la que ambas culturas hubieran podido convivir sin prejuicios culturales o
religiosos. Ambos territorios se podían haber convertido en el ejemplo palpable
de que la convivencia entre culturas no es ningún dislate. Y aunque a algunos
esto pueda parecerles una utopía imposible, yo creo que podría muy bien haber
ocurrido en caso de que España hubiera sido un régimen democrático integrado en
la Unión Europea, una entidad que siempre ha destinado fondos importantes a las
llamadas “regiones periféricas”, como las Antillas francesas o las islas del
Pacífico bajo soberanía francesa o inglesa. Esos fondos podrían haber
beneficiado enormemente a las poblaciones locales en Ifni y el Sáhara y en
consecuencia se podría haber alcanzado algún tipo de relación basada en el
consentimiento mutuo. De verdad que lo creo.
-Luis
Antonio, ¿en qué andas trabajando en la actualidad?
-Pues creo que en los próximos meses se publicará un trabajo bastante
amplio sobre la epidemia de la Gripe Española en Aragón, un desastre muy
olvidado que en 1918 provocó decenas de millones de muertos en todo el planeta,
y que puso de manifiesto la precariedad de los medios médicos en la sociedad
española. Sobre todo en el ámbito rural. Y luego, en otro orden de cosas, he
retomado los estudios orales sobre la Guerra Civil recogiendo por toda la
región aragonesa unos 160 testimonios de gente ya muy mayor -la mayoría de
hombres y mujeres de más de 90 años de edad- que me relataron sus experiencias
como niños o adolescentes durante el conflicto civil. Son, por así decirlo,
nuestros últimos testigos vivos. El trabajo pretende ser una llamada de
atención sobre la necesidad de grabar a todo aquel que todavía esté en
disposición de narrar, porque estamos ya ante los últimos años en los que será
posible recoger testimonios. Dentro de poco, hasta el último testigo de nuestra
guerra habrá desaparecido y entonces será demasiado tarde para lamentarse.
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Cazarabet
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