La Librería de El Sueño Igualitario

Sin-título-1.jpgCazarabet conversa con...   Antonio García Maldonado, autor del prólogo a la edición de “Viaje a la aldea del crimen” (Libros del Asteroide) de Ramón J. Sender

 

 

 

Ramón J. Sender vuelve a nosotros de la mano de Libros del Asteroide y con una obra que es redonda…

Una crónica periodística de un valor incalculable e inmenso. Una crónica de un desgarro en un lugar donde se perdieron muchas “inocencias”, esperanzas e ilusiones…

Un lugar, Casas Viejas, recordado y empañado por aquella tragedia que sacudió los cimientos de todos los ideales de la II República.

Con la tragedia de Casas Viejas, la II República tuvo uno de sus duelos más duros.

Lo que nos explica la editorial Los Libros del Asteroide sobre unos de los libros periodísticos mejor escritos del XX:

En enero de 1933 se produjo una revuelta en un pequeño pueblo gaditano, Casas Viejas, que fue brutalmente sofocada por las fuerzas del orden republicanas. Veinticinco personas perdieron la vida en unos sucesos que a la postre acabarían forzando la dimisión del presidente del Gobierno, Manuel Azaña.

Desde el primer momento hubo dudas respecto a la versión oficial de los hechos y varios periodistas se desplazaron enseguida a Casas Viejas para recabar más información. Uno de ellos fue Ramón J. Sender, ya por entonces famoso escritor y periodista, quien el 19 de enero publicaría en el periódico La Libertad la primera de una serie de crónicas sobre lo sucedido. Poco después, Sender aprovecharía la información recopilada por la comisión parlamentaria y el posterior juicio a los mandos que dirigieron la represión para reestructurar y ampliar los textos de las crónicas y darles forma de libro.

Publicado por primera vez en 1934, Viaje a la aldea del crimen es uno de los mejores reportajes españoles del siglo xx y un libro fundamental para entender las profundas tensiones políticas y sociales a las que tuvo que hacer frente la Segunda República. 

 

arton1565-18fb6.jpgEl autor, Ramón J. Sender, un eterno candidato al premio de los premios de la literatura, el Nobel, que injustamente nunca consiguió:

Ramón J. Sender fue uno de los escritores españoles más importantes del siglo xx. Nació en Chalamera de Cinca (Huesca) en 1901 y se crio en distintos pueblos aragoneses. Participó en la guerra de Marruecos como soldado de reemplazo y a su vuelta se instaló en Madrid, donde se convertiría pronto en uno de los escritores y periodistas más destacados de su tiempo. De ideas revolucionarias, simpatizó primero con movimientos anarquistas y, más tarde, comunistas. Los sucesos de la guerra civil –en la que sería asesinada su mujer y uno de sus hermanos– y distintas discrepancias personales e ideológicas terminaron apartándolo de su militancia comunista. Es autor de una vastísima obra narrativa, aunque escribió también ensayo, teatro y poesía. Entre sus obras destacan Imán (1930), una novela sobre la guerra de Marruecos; Mister Witt en el Cantón (1935), con la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura; la trilogía Crónica del alba (1942), de carácter autobiográfico; Réquiem por un campesino español (1960); El bandido adolescente (1965), sobre el pistolero norteamericano Billy el Niño, y La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1968). Falleció en 1982 en San Diego, EE. UU.


De Editorial Los Libros del Asteroide, una de las que, a nuestro parecer, trabaja con más gusto en este país, hemos entrevistado:

Por ejemplo, a su editor, Luis Solano:

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/asteroide.htm

Sobre el libro. Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo:

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/yunque.htm

Sobre el libro K.L. Reich:

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/klreich.htm

 

Antonio García Maldonado (Málaga, 1983), es analista político-económico, editor y ocasional traductor. Trabaja como consultor empresarial independiente. Ha sido consultor en América Latina, región en la que ha vivido intermitentemente los últimos años. Ha colaborado o colabora con regularidad en EL PAIS, AHORA y El Estado Mental. Fue redactor de Cultura en infoLibre. Es también redactor de informes en la editorial Acantilado. Pertenece a la red de periodistas culturales de la Fundación García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) Ha traducido, entre otros, a Bob Woodward, al marqués de Sade, a H.D. Thoreau o a Norman Mailer, cuyo libro Miami y el sitio de Chicago, prologó. Ha prologado la reciente edición de Viaje a la aldea del crimen, de Ramón J. Sender. Fue traductor becado del Colegio Internacional de Traductores Literarios de Francia, en Àrles. Antes de eso, fue librero y se licenció en Economía.

 

 

Cazarabet conversa con Antonio García Maldonado:

pic-antoniogarcia1.jpg-Antonio, estamos ante una narración que es como una larga crónica periodística, ¿no?

-Así es, aunque esto tiene un mérito añadido en el caso de Sender (como en otros periodistas españoles de la época) porque entonces no era tan evidente que el reportaje de largo aliento fuera periodismo, tampoco literatura. La aceptación periodística de la narración con formas más propias de novela es algo que sólo tras el auge del Nuevo Periodismo en Estados Unidos comenzó a ser aceptado en las escuelas. Sender, Chaves Nogales, Pla, Xammar… se movían en terreno de nadie. Este libro es un reportaje en la medida en que pretende narrar unos hechos concretos y darlos a conocer a la opinión pública, pero es literatura en la medida en que hay voluntad de estilo y, también, herramientas propias de la ficción, como los flash-back o las conversaciones con una estatua. Llamarlo periodismo literario me parece lo más adecuado, y en la medida en que es literario ha resistido extraordinariamente bien el paso del tiempo, aunque periodísticamente hoy sepamos que algunas afirmaciones no son correctas.

-Un estilo que, en estos años más presentes, no se practica tanto, aunque sí que hay algunos fogonazos por ejemplo he recordado (de nuestros tiempos a Jonathan Littell con Las benévolas (aunque es más novela) o Diario de Homs que sí que da más con esto o con los otros cronistas del principios y mediados del XX. ¿Qué nos puedes reflexionar?

-Está muy bien traída la comparación con Las Benévolas. Porque esto remite a algo que es importante a la hora de juzgar estas obras. Hablo del formato. El libro de Sender nace de las crónicas que él fue escribiendo para un periódico, no para ser publicadas en un libro. El formato implicaba una serie de reglas que Sender, al menos conscientemente, nunca quebró: búsqueda de la verdad y revelación de los hechos a través de un texto con voluntad informativa. Luego rehízo algunas crónicas para publicarlas en forma de libro, en el año 34, pero el origen es ese. En cambio, Las benévolas fue concebido como libro, como novela, y los hechos históricos están al servicio de la narración, pero no son la narración.

-¿Qué es más literatura periodística o periodismo literario?

-Siguiendo el ejemplo anterior, creo que podríamos decir que Viaje a la aldea del crimen es periodismo literario, mientras que Las benévolas está más cerca de la novela de no ficción, como lo está también otro libro importante, Anatomía de un instante, de Javier Cercas. Sender fue, por cierto, un gran autor tanto de periodismo literario como de novelas con un fuerte trasfondo real, como Imán o todas sus obras sobre el anarquismo. Para mí es importante la diferencia entre una cosa y otra, porque creo que el pacto con los hechos y la verdad entre el escritor y el lector es mucho más fuerte en el periodismo literario que en las novelas de no ficción. A veces hay confusión a la hora de hablar de un libro entre una cosa y otra, y eso puede despistar. La novela de no ficción permite más digresión opinativa, más exposición de hipótesis no contrastadas y un estilo más ensayístico. 

-La narración, con su autor Ramón J. Sender Viaja a Casas Viejas, lo que define como “la Aldea del mal”…una de “las chinas en el zapato” en la II República, ¿no?

-Hubo muchas “chinas en el zapato”, si por ello entendemos ciudades o pueblos míseros que vivían en una tensión latente que podía estallar en cualquier momento. Hubo otros lugares, como Castilblanco, Arnedo, Bujalance o El Carmen. Casas Viejas fue más representativo de los males de España a los que la República no supo (y tampoco dejaron) enfrentar porque Andalucía era donde todos esos males se vivían de forma más dramática. El hambre, la concentración de tierras, la tiranía de los caciques, el alineamiento de las fuerzas de orden público con el poder económico… Creo que el mejor hispanista de nuestra historia reciente es Gerald Brenan, precisamente porque escribió sus libros sobre España no sólo tras su experiencia en la guerra en Málaga, ni por haber vivido allí durante la posguerra. Sino tras haber vivido en los años 20 en una de las zonas más pobres de España, Las Alpujarras, en Granada. Pero, por volver a tu pregunta, España entera era un polvorín. Se habían generado unas expectativas exageradas en un entorno y un momento de extrema dificultad, y por desgracia la República no supo ni mitigarlo ni combatirlo. E, insisto, tampoco le dejaron. 

AAEAAQAAAAAAAAk8AAAAJGY1MTdiNDcyLTdiYzAtNGNlZC05NTlhLTdhYmM5ZTlmZWRjMg.jpg-Siendo como era un hombre de izquierdas, muy serio, reflexivo, tenaz y me atrevería a calificar de muy objetivo, ¿cómo crees, estudiándolo como lo has estudiado, que reaccionó Ramón J. Sender ante los “hechos” de Casas Viejas?

-Sender era, en efecto, un hombre muy serio y reflexivo, pero no escapó de la polarización de la época y, en cuanto a Casas Viejas, él no esconde que su acercamiento fue tan periodístico como militante. Ya en los años 70, cuando buscaba la forma de volver a España, él calificó este libro como una “veleidad de juventud”, porque asumía la perspectiva desde la que este libro estaba escrito. Eso le honra, y no por eso los hechos tienen por qué dejar de ser verdad. No obstante, Sender formó parte de los desencantados con la Segunda República de primera hora, y él utilizó estos hechos para criticarla desde la izquierda. Él entonces viraba del anarquismo hacia el comunismo, porque veía a los comunistas más pragmáticos, y desde el punto de vista de cierta intransigencia de la izquierda desencantada lo vio y lo contó.

-Los sucesos de Casas Viejas abrieron brecha y crisis en el primer bienio del Gobierno de Azaña…y ni éste ni su gobierno volvieron a recomponer la situación, ¿no es así?, qué nos puedes reflexionar?

-No sólo no la recompuso el Gobierno, sino que no la recompuso el régimen republicano. Los sucesos de Casas Viejas y la represión posterior fueron la puntilla al Gobierno de Azaña, pero no sólo. Yo digo en el prólogo (así lo titulo) que Casas Viejas es la aldea donde la Segunda República perdió la inocencia. Porque aquí es donde un sector de la izquierda que habría debido de ser el principal apoyo del nuevo régimen republicano en tiempos convulsos, rompió con ella definitivamente. Sender es un caso paradigmático de esta situación. No sólo la reforma agraria era insuficiente, o la educativa, sino que además las nuevas autoridades seguían matando a los campesinos… La insatisfacción devino en ruptura, y sin esa alianza entre las clases medias y los representantes ideológicos e intelectuales de las clases populares era imposible que el nuevo régimen sobreviviera. Menos aún en el contexto de los años 30. La reacción conservadora y militar no tenía rival, porque el centro, el centro-izquierda y la izquierda defendían cosas distintas e incompatibles entre sí. 

-También se encontraba allí Eduardo de Guzmán; un anarcosindicalista escribiendo sobre una revolución, según García Oliver—me remito al libro  “El eco de los pasos” que fue  instigada por él …--.Coméntanos, cómo crees que , como profesionales, lo debieron de vivir estos dos cronistas y las diferencias entre ellos o en la manera de transmitirlas.

-Hay muchas similitudes entre ellos, no sólo ideológicas. Biográficas, literarias… Forman parte de una generación periodística y literaria brillantísima, como pocas, ahogadas por una década atroz. Sender ha tenido más reconocimiento posterior, quizá por el éxito de La tesis de Nancy, aunque no sólo. Eduardo de Guzmán también tuvo que ganarse la vida, pero él se fue hacia la novela policíaca, las traducciones y el cine. También su autobiografía, La muerte de la esperanza, es una obra esencial. Eduardo de Guzmán lo pasó peor, porque se quedó en España. Lo que me sorprende de ambos, y de tantos otros de su generación, es cómo consiguieron vivir con sus derrotas personales, físicas y morales, y aun así mantener la lucidez para escribir tanto. Eduardo de Guzmán escribió unas 400 obras en dos décadas en un contexto personal en el que incluso llegó a estar temporalmente condenado a muerte… Ambos casos me parecen admirables. 

antonio garcia maldonado.jpg-Si nos centramos en Ramón J Sénder;¿cómo crees que le afectó en lo personal, como pensador y hombre de claras de ideas de izquierdas , estos “Sucesos de Casas Viejas”?

-Ideológicamente, le confirmaron en su tránsito de un idealismo anarquista a un pensamiento más pragmático cercano a los comunistas, y en la medida en que, entre otras cosas gracias a su relato, estos hechos derribaron el régimen republicano, todo esto le destrozó la vida. Su mujer fue asesinada pocas semanas después del golpe de Franco, y él tuvo que exiliarse, tras años sin ver a sus hijos. Es imposible calibrar cómo marcan experiencias como estas, que por suerte están tan lejos de nosotros, aunque seguramente se parecen a las de los refugiados que ahora nos negamos a recibir. Él siempre siguió siendo de izquierdas, y uno tiene la sospecha de que su moderación respondía más a su deseo (¿quién puede condenarlo?) de volver a España y al cansancio vital que a un convencimiento ideológico real. Él ganó el Planeta en el 69, y no le sobraba el dinero. Como persona culta e inteligente, cambió su forma de pensar cuando las circunstancias cambiaron, aunque siguió siendo un hombre de izquierdas. Cambió su compromiso público con la edad, pero es algo perfectamente comprensible. Su generación había tenido sobredosis de compromiso algunas décadas atrás.

-Y ¿cómo narrador y periodista?

-Le influyó mucho, porque a partir de su exilio tuvo que escribir para ganarse la vida, pasó apuros, y había además cierto cansancio generalizado de la literatura comprometida y política de entreguerras y los años 30 y 40. Pasó de las novelas anarquistas a La tesis de Nancy y secuelas. También a la novela histórica por encargo, como Carolus Rex o su libro sobre Lope de Aguirre. Personalmente, el Sender que me gusta es el de antes de la guerra, aunque en los 40 comienza sus memorias noveladas, Crónica del alba, que me parece que está entre lo mejor de su obra. Y Réquiem por un campesino español en los 60. El cambio fue drástico, aunque no total.

-Un hombre, Ramón J. Sender, que sufrió mucho de la guerra, represiones, exilio y consecuencias y eso lo reflejó constante e ininterrumpidamente en sus novelas, relatos…¿Qué nos puedes decir?

-Creo que hay un Sender distinto antes y después de la guerra, y en gran medida por tanto de Casas Viejas, pese a algunas obras que enlazan ambas etapas, como las que acabo de mencionar. Hay algo además inevitable, independiente de las circunstancias, y que a todos nos afecta, que es ir cambiando con la edad. Y, en su caso, también está la distancia debida al exilio. Pasó de la escritura militante a una más introspectiva que no obstante estaba opacada por su producción más popular, que es de la que vivía. El tono también cambió, no sólo las intenciones. Réquiem por un campesino español tiene un sabor a derrota y a fatalismo que era improbable en su obra de juventud, aunque en el fondo hablaran de los mismos males que sufría España. Por otro lado, la derrota y el exilio le impusieron el giro, tenía que vivir de algo y salir adelante. Aunque, como digo, es admirable que siguiera escribiendo obras esenciales, que son las que uno sospecha que él habría querido escribir siempre.

 

 

 

 

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Viaje a la aldea del crimen. Ramón J. Sender. Prólogo de Antonio G. Maldonado
212 páginas       12,5 x 20 cms.
16,95 euros
Libros del Asteroide



DOCUMENTAL DE CASAS VIEJAS
En enero de 1933 se produjo una revuelta en un pequeño pueblo gaditano, Casas Viejas, que fue brutalmente sofocada por las fuerzas del orden republicanas. Veinticinco personas perdieron la vida en unos sucesos que a la postre acabarían forzando la dimisión del presidente del Gobierno, Manuel Azaña.
Desde el primer momento hubo dudas respecto a la versión oficial de los hechos y varios periodistas se desplazaron enseguida a Casas Viejas para recabar más información. Uno de ellos fue Ramón J. Sender, ya por entonces famoso escritor y periodista, quien el 19 de enero publicaría en el periódico La Libertad la primera de una serie de crónicas sobre lo sucedido. Poco después, Sender aprovecharía la información recopilada por la comisión parlamentaria y el posterior juicio a los mandos que dirigieron la represión para reestructurar y ampliar los textos de las crónicas y darles forma de libro.
Publicado por primera vez en 1934, Viaje a la aldea del crimen es uno de los mejores reportajes españoles del siglo XX y un libro fundamental para entender las profundas tensiones políticas y sociales a las que tuvo que hacer frente la Segunda República.

Para leer algunas páginas:
http://www.librosdelasteroide.com/IMG/pdf/-105.pdf


Ramón J. Sender fue uno de los escritores españoles más importantes del siglo XX. Nació en Chalamera de Cinca (Huesca) en 1901 y se crio en distintos pueblos aragoneses. Participó en la guerra de Marruecos como soldado de reemplazo y a su vuelta se instaló en Madrid, donde se convertiría pronto en uno de los escritores y periodistas más destacados de su tiempo. De ideas revolucionarias, simpatizó primero con movimientos anarquistas y, más tarde, comunistas. Los sucesos de la guerra civil –en la que sería asesinada su mujer y uno de sus hermanos– y distintas discrepancias personales e ideológicas terminaron apartándolo de su militancia comunista. Es autor de una vastísima obra narrativa, aunque escribió también ensayo, teatro y poesía. Entre sus obras destacan Imán (1930), una novela sobre la guerra de Marruecos; Mister Witt en el Cantón (1935), con la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura; la trilogía Crónica del alba (1942), de carácter autobiográfico; Réquiem por un campesino español (1960); El bandido adolescente (1965), sobre el pistolero norteamericano Billy el Niño, y La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1968). Falleció en 1982 en San Diego, EE. UU.

 

 

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