Cazarabet conversa con...   Karl Schurster y Óscar Ferreiro-Vázquez, autores de “Traducción y paratraducción del odio: historia, historiografía y representación de los fascismos y del Holocausto” (Comares)

 

 

 

 

 

 

 

Karl Schurster y Óscar Ferreiro-Vázquez escriben este ensayo muy esclarecedor de cómo es el odio y cómo éste es utilizado en la historia e historiografía.

Lo edita Comares en su colección Interlingua.

La sinopsis del libro: Traducción y paratraducción del odio: historia, historiografía y representación de los fascismos y del Holocausto es una meticulosa obra tripartita que profundiza en los complejos temas que rodean al campo de estudio del Holocausto y la paratraducción, acompañada de un minucioso análisis sobre el trauma social más discutido del siglo XX. La primera parte plasma la historia del Holocausto a través de fuentes documentales, con especial hincapié en el proceso de radicalización progresiva que culminó en genocidio. En la segunda, los autores abordan los principales debates historiográficos sobre el tema y discuten su representación a lo largo de la historia. Finalmente, la exposición Mirroring Evil permite reflexionar sobre la representación y paratraducción del Holocausto de manera más exhaustiva. En este apartado se analiza la traducción del odio problematizando sus límites a través de un análisis crítico sobre su proceso de desacralización. El rigor con que este libro presenta un panorama tan provocador suscita reflexiones significativas sobre temas tan presentes en la sociedad. Por eso, su lectura resulta indispensable para aquellas personas que buscan desentrañar la historia, el Holocausto y los fascismos, así como su representación y traducción con el paso de los años.

Los autores: Karl Schurster y Óscar Ferreiro-Vázquez:

Karl Schurster: posee un postdoctorado en Historia por la Universidad Libre de Berlín y por la Universidad de Oporto. Es profesor de la Universidad de Vigo e investigador del grupo TI4 Traducción & Paratraducción (T&P) de la misma Universidad al abrigo del contrato Maria Zambrano de Talento Internacional 2021/Next generation. Libre-docente en Historia por la Universidad de Pernambuco, tiene productividad en investigación del Consejo Nacional de investigación de Brasil (CNPQ). Es vencedor del Premio Jabuti 2014 y autor de diversos libros y artículos especializados en los estudios sobre los fascismos y el Holocausto.

Óscar Ferreiro-Vázquez: es doctor con mención internacional y premio extraordinario de doctorado por la Universidad de Vigo (UVigo). Es profesor de Traducción e Interpretación e integrante del grupo de investigación TI4 Traducción y Paratraducción (T&P) de la misma universidad. Coordinador del Máster en Traducción para la Comunicación Internacional -Máster Universitario Excelente de la Xunta de Galicia- de la UVigo y director del Título Propio Universitario de Especialista en Traducción para la Industria del Videojuego (ETIV). Es autor de diversas investigaciones relacionadas con la historia de la traducción e interpretación.

 

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Karl Schurster y Óscar Ferreiro-Vázquez:

-Amigos, lo primero, ¿nos podéis contar el porqué de este libro que nos relata y explica el cómo y de qué manera se puede llegar a entender y traducir el odio en la historia y la historiografía?

- Este libro ha sido concebido con el propósito de abordar de manera rigurosa tres preguntas que constantemente nos interpelan. Estos interrogantes son fundamentales para comprender aspectos cruciales relacionados con el Holocausto: ¿Cómo fue posible perpetrar semejante genocidio desde una perspectiva humana?; ¿Cómo emergieron los estudios acerca del Holocausto en el ámbito historiográfico, marcando un hito en la comprensión de esta tragedia?; y finalmente, ¿existen límites en el proceso de representación de un acontecimiento tan sensible como el Holocausto? El libro se estructura de manera coherente en tres secciones que reflejan estas preguntas fundamentales. La primera sección se enfoca en el análisis de fuentes históricas con el objetivo de relatar la historia de la Shoah, desentrañando los eventos y las circunstancias que llevaron a su perpetración. La segunda sección se adentra en los debates historiográficos más relevantes relacionados con la narrativa de este trauma social colectivo, explorando las distintas perspectivas y enfoques que han moldeado nuestra comprensión del Holocausto. Por último, la tercera sección se dedica al estudio de caso que examina los límites en la representación del Holocausto y su “paratraducción”, ahondando en la complejidad de abordar un tema tan delicado desde diferentes ángulos. Con esta estructura, el libro proporciona una visión profunda de los aspectos históricos, historiográficos y representativos del Holocausto, ofreciendo al lector una comprensión más amplia y matizada de este importante episodio de la historia. La historia no constituye la única explicación para comprender cómo suceden fenómenos de violencia genocida. Sin embargo, si la descartamos, especialmente como un medio para “traducir” el pasado reciente, corremos el riesgo de convertir en un hábito cotidiano el acto de olvidar algo que debería ser perenne, relegando a las víctimas a una posición de vulnerabilidad una vez más. En primer lugar, en manos de los perpetradores y, en segundo lugar, en manos de las personas del presente que ignoran un pasado que perdura.

-Y aquí el odio lo representa el fascismo y su escenificación en el Holocausto…- En el caso del último; ¿analizáis aquellos discursos que además de alentar el odio que llevó al holocausto intenta justificar al mismo?

-Explicar no es lo mismo que justificar. Hace más de un siglo, la historiografía alemana ha debatido sobre la distinción entre dos expresiones muy comunes en la labor del historiador: “erklärung” (explicación) y “verständnis” (comprensión). Aparentemente cercanas, pero con significados autónomos y diversos. “Explicar”, derivado del latín “explicare”, tiene como significado propio hacer conocer, hacer inteligible. En este sentido, una “erklärendetheorie” (teoría explicativa) tendría como principal objetivo dar inteligibilidad a sus objetos, sacarlos de las zonas de oscuridad y tratar de hacerlos menos opacos, menos borrosos. Explicar es, en gran medida, dar sentido, es constituir el objeto, es fundarlo de manera primordial, es el primer soplo de la constitución del objeto en sí mismo. “Comprender”, del infinitivo latino “comprehendere”, lleva intrínsecamente la idea de encerrar en sí, de abarcar, de incluir percepciones. Por lo tanto, una “theoretisches verständnis” (comprensión teórica) estaría directamente relacionada con un intento de universalizar el acto de conocer. Si la explicación fundamenta el objeto en sí mismo, la comprensión tiene la función de reunir las más variadas formas de fundación de este objeto con el propósito de también encerrarlo en sí mismo. Por lo tanto, comprender, desde la epistemología, está lejos de significar una prisión de sentido, sino que, por el contrario, se dedica a reconocer la adaptabilidad de los tipos ideales (Max Weber), tratando de encontrar las desviaciones (abweichungen) que la comprensión ofrece cuando intentamos aprehender algo. Por lo tanto, una comprensión de que el nazismo y el Holocausto fueron un fenómeno humano no significaría humanizarlos ni justificarlos, sino más bien situarlos dentro del ámbito de interpretación de las complejas relaciones sociales.

-¿Por qué utilizáis el prefijo “para” a la hora de ir más allá de la traducción—paratraducción, explicando el odio al margen de la traducción?

-El término “para” (El grupo de investigación TI4 Traducción & Paratraducción de la Universidade de Vigo, cuyo investigador principal es José Yuste Frías, creó en 2004 el concepto de paratraducción) se utiliza precisamente para otorgar ese sentido de lo que está más allá, en el umbral. Todo investigador es un traductor de umbrales. Y solo es posible leer esas fronteras gracias a la noción de “paratraducción”, con lo que rodea lo que se dice. Discursos de odio que nos parecen evidentes a primera vista no son vistos así por gran parte de la población que los normaliza. El nazismo no comenzó en Auschwitz. Un largo camino de radicalización progresiva se recorrió antes de que los Campos de Concentración se convirtieran en una realidad. Este libro no es una respuesta al odio nazi, sino una advertencia sobre lo que es capaz de generar. Por lo tanto, debemos traducir lo que está más allá de los textos, los discursos, la propaganda y las órdenes oficiales, buscando comprender lo que las hizo posibles, cómo se construyeron estos significados en el contexto del universo racialista y antisemita que negaba y buscaba la eliminación del “otro conveniente”.

-¿La utilización del lenguaje debería tenerse mucho más en cuenta de lo que se tiene a la hora de hablar del odio?, más que nada para no contribuir más al odio…..

-Por supuesto que sí. El lenguaje es un fundamento de la realidad y puede convertirse en acción. Es la transformación del lenguaje en acción política lo que hace que el discurso fascista sea tan peligroso. Casi nunca creemos que aquel que difunde el discurso de odio sea capaz de llevarlo a la práctica. La construcción del nazismo como un “espacio” radica en la percepción, como lo definió Michel de Certeau de manera teórica, en un lugar practicado. El discurso de odio trascendió el ámbito del lenguaje y adquirió cuerpo en una sociedad que “anhelaba el fascismo” y, con ello, normalizó la negación del otro. No podemos prohibir ni evitar estos discursos en un mundo hiperconectado, pero podemos utilizar la reflexión sobre lo que se dice y cómo lo que está escrito contiene más que odio.  Hablamos de un proyecto de sociedad, una idea en la que todo lo que es diferente a mí me lastima, me genera resentimiento y, por lo tanto, no debería existir.

-Porque, amigos, ¿cómo se puede traducir el odio?  -Y en virtud de no contribuir al fuego del odio, ¿cómo se debe “traducir”?

-Cuando somos capaces de traducir, estamos negando el nazismo. La traducción es, por excelencia, una herramienta antinazi debido al simple hecho de que para que esta se lleve a cabo, es necesario reconocer al otro. Sin la comprensión por parte del traductor de quién es el otro, cuál es su objetivo y su esencia, como parte de la comprensión de uno mismo, no puede haber traducción. Por lo tanto, más que una forma de mostrar cómo se construye socialmente un lenguaje que excluye, trivializa y violenta al otro, la traducción del odio realiza precisamente lo que el fascista niega: el reconocimiento y la responsabilidad hacia el otro. Al traducirlo, colocamos al perpetrador del odio dentro del núcleo de su negación: el reconocimiento y la responsabilidad hacia el otro.

-¿A qué obedece el odio del fascismo? ¿depende del lugar en que se dé?

-El odio sirve al resentimiento. Culpar al otro por las causas de mi sufrimiento es fundamentalmente la explicación de cómo el odio se apodera de las personas y las hace actuar en nombre de algo o alguien. El odio y su propagación van más allá de un territorio o un espacio, dependen de condiciones de aceptación, de condiciones que permitan su difusión y penetración en las instituciones y la sociedad civil. Es en el cuerpo social de cada espacio donde el odio practicado adopta diferentes formas. Por eso hablamos siempre de “fascismos” en lugar de “fascismo”. Por eso hablamos de “derechas” en lugar de “derecha”, porque entendemos que el entramado social que los constituye en la relación entre el tiempo y el espacio es lo que hace que este “resentimiento” adquiera diferentes dimensiones y fuerza.

-¿Siempre debe de encontrarse un blanco en alguna comunidad, colectivo, filiación, etc.?; ¿por qué el blanco siempre, en diferentes franjas de la historiografía, han sido los judíos?—sin olvidarme de gitanos, homosexuales, izquierdistas, sindicalistas…-

-Aquí es necesario volver a Adorno para abordar esta cuestión. No debemos buscar en el otro, que es perseguido y negado, las causas del sufrimiento del perpetrador. Esto sería un acto de violencia brutal hacia la víctima. La explicación de por qué se dirige el odio hacia el judío se debe entender desde la perspectiva de por qué el nazi actúa de esa manera. La víctima, ya sea de la comunidad judía o de otros grupos perseguidos por el régimen nazi, no puede ser la fuente ni la explicación del odio, ya que esto pondría en tela de juicio su propia existencia. Más allá del fenómeno del antisemitismo moderno, y aquí específicamente situamos el siglo XIX como un punto de inflexión, el imaginario sobre el judío como enemigo de la patria, como aquel que manchaba la “pureza de la sangre” de la sociedad aria, ganó espacio en una sociedad donde este otro explicaba las causas de sus crisis, de la derrota en la Gran Guerra y del colapso económico. La construcción de una cultura política que busca explicar las causas de nuestros problemas en un ser que consideramos “externo” a nuestro cuerpo social se encuentra en los orígenes del antisemitismo y en su comprensión como una forma brutal de racismo. Cualquier similitud con lo que está ocurriendo hoy con los inmigrantes en todo el mundo no es mera coincidencia. Aniquilar al otro que me hace sufrir no elimina mi sufrimiento patológico, ni tampoco regenera a mi sociedad, tal como lo pensó el nazismo. Sin embargo, me obliga a preguntarme quién será el próximo otro capaz de explicar este incesante resentimiento y dolor que no desaparecen. Por esta razón, el nazismo fue un estado en guerra permanente. No era la cuestión militar la clave en sí misma, sino la necesidad de tener un enemigo, un objetivo, otro.

-¿Cómo debe leerse, escribirse, analizarse, estudiar e investigar a la historia…aquello que ha pasado y  ha acontecido teniendo en cuenta la aparición del fascismo de aquí, del italiano o del nazismo con todas las derivadas  que se desgranan de él?

-No existe una fórmula definitiva para interpretar y analizar el pasado. En alguna ocasión se dijo que la historia es "el arte de inventar el pasado". Nosotros creemos que la historia puede ser el arte de la constante reinvención del pasado. Esto se debe a que el resurgimiento masivo de estudios sobre el Holocausto está directamente relacionado con el ascenso de las "nuevas derechas" e incluso con el aumento del antisemitismo, como lo demuestran varios informes oficiales. Al escribir sobre pasados traumáticos, deben tenerse en cuenta algunos principios fundamentales:

1.     El investigador no debe convertir la escritura en un acto de violencia en sí mismo, es decir, no debe permitir que sus escritos se basen en un formato en el que solo el perpetrador hable en lugar de la víctima, ya que esto sería un acto de violencia en sí mismo.

2.     Rigor teórico y metodológico: sin estos elementos, se abre la puerta al negacionismo y se le da legitimidad. Nuestro compromiso no es tanto con la verdad en sí misma, sino con la precisión de lo que se dice y cómo se dice, en la relación entre fuentes, teoría y método. Aunque la escritura es un arte, lo que hacemos en la investigación es científico. Sin esta claridad, renunciamos a lo que hace que nuestra profesión sea tan específica y relevante.

Cuando estudiamos genocidios, señalamos que todas las investigaciones tienen una responsabilidad social. Como diría Karl Jaspers, siempre seremos un poco responsables de la sociedad en la que vivimos y que heredamos de nuestros padres.

-Esta pregunta enlaza con la anterior: ¿es más difícil entender e interpretar la historia cuando hay tanto odio revoloteando?

-Creemos que se vuelve más difícil comprender este pasado reciente de violencia debido a la dificultad que experimentamos para aceptar que fue real. Cuanto más nos alejamos temporalmente de él y cuanto más surgen representaciones ficticias sobre este pasado, más distante, abstracto e incluso trivializado puede llegar a ser para las nuevas generaciones. Los estudios sobre temas delicados deben encontrar un equilibrio entre el uso de fuentes documentales y nuevas formas de comunicación, como lo hace nuestro libro. No afirmamos que nuestro estudio sea el mejor en este sentido, pero lo hacemos para demostrar que nuestro enfoque en esta cuestión es claro: sin el fenómeno en sí, solo nos quedan las interpretaciones sobre él, y una de estas interpretaciones es que podría no haber ocurrido, lo cual representa un peligro latente en tiempos de negación.

-¿Por qué ese odio tan desmedido que llevó a muchos pueblos---como no pocas comunidades de Bielorrusia, Ucrania ,Polonia—a que llegaron a plantearse, lo primero al ver entrar las tropas alemanas a exterminar o a animarse a entrar en el juego en contra de sus conciudadanos judíos, de izquierdas….?

-En el régimen nazi, existía lo que Ian Kershaw llamó “working for”, trabajar para, una idea que señala cómo la ideología permeaba en los grupos, especialmente en aquellos que estaban en el frente de batalla, llevándolos a realizar tareas más allá de simplemente cumplir órdenes, sino para poner en práctica un deber cívico de regenerar la nación y pertenecer a lo que imaginariamente se denominaba la "comunidad del pueblo". Esto se hace aún más evidente en los estudios de Christopher Browning. El concepto de “personas comunes”, la forma en que, en ciertas condiciones, incluso teniendo la opción de negarse, son capaces de llevar a cabo el genocidio, ayuda a explicar en gran medida cómo fue posible el Holocausto.

-Ensañarse hasta la delación o la participación directa en el exterminio de los judíos en lugares como Polonia, Ucrania, Checoslovaquia, Francia, Holanda, Bélgica—o sea en todos los lugares donde creo que convergía una corriente de xenofobia, ambiciones y no pocas maneras y formas de arrimarse siempre al más poderoso que, a menudo, es el que más fuerza tiene y descarga sobre los más débiles---…

-Hablamos sobre limitaciones temporales y sobre como las personas actúan en tiempos excepcionales. La historia no es un tribunal, no tiene la intención de mirar al pasado para golpear un martillo en una mesa y dictar cuántos años de condena merece un evento. Sin embargo, nuestra función es tratar de mostrar más allá de los extremos, proporcionando matices adicionales para demostrar que la vida cotidiana es compleja y que la reacción de las personas ante lo que están experimentando no es la misma que podemos pensar una vez que el evento ha terminado y hemos adquirido distancia temporal de él. Lo que queremos expresar, y aquí es donde Carl Schorske dijo: "Nosotros pensamos la historia, las personas viven y piensan con ella, pero no es la historia en sí". Esta es la tarea del investigador. En este sentido, la noción de poder, la idea del más fuerte frente al más débil, o del Estado frente a la sociedad civil, queda completamente desmentida en las investigaciones sobre el nazismo. Libros como "Vecinos" del brillante Jan Gross, demuestran que la sociedad civil puede ser tan o más violenta que el propio Estado, actuando por adelantado y en nombre y/o por orden de este.

-Hay mucha gente que visita lugares que tienen que ver con la historia: escenarios de batallas, pueblos arrasados por una guerra hechos hoy ruinas; cementerios conmemorativos de guerras; campos de prisioneros, prisiones, campos de concentración y de exterminio… ¿vamos lo suficientemente informados o con un mínimo de formación en historia para saber ver, interpretar por ejemplo un campo de exterminio donde el valor de la vida era el que era…?, lo digo porque hay gente que me da que le parece que va a un parque de entretenimiento, lo de gente haciéndose fotos de determinada manera y en determinados lugares  es un insulto…

-Al convertir la memoria en piedra y el pasado en simplemente un lugar de contemplación, estamos fortaleciendo el fenómeno de la banalización. Las personas cambian sus itinerarios de viaje, llevan a sus familias a visitar campos de concentración durante el fin de semana o van a los memoriales del Holocausto, como el de Berlín, para tomarse selfies y compartir en sus redes sociales, convirtiendo el pasado en una mercancía y objetivando el evento. Un evento histórico, por más doloroso que sea, no debe ser santificado. Permite una amplia variedad de interpretaciones y representaciones, como se muestra en nuestro libro. Sin embargo, cuando el lugar de la memoria deja de estimular la reflexión necesaria en las personas y pasa a ser utilizado como una forma de mostrar su mínimo compromiso en la era de las redes sociales, es importante detenerse y reflexionar sobre lo que queremos de estos lugares. Un museo o memorial no es estático simplemente porque convertimos la memoria en piedra. Estas instituciones deben evolucionar para adaptarse a las cuestiones generacionales que requieren nuevas formas y lenguajes en la interpretación del pasado. Muchos lugares ya han entendido esto, pero, como mencionamos en nuestro libro, el Holocausto paga un alto precio por ser parte de la conciencia social de Europa. Ese precio es el riesgo de la banalización.

-¿Cómo educar , cómo educarnos y seguir educándonos para “leer” mejor la historia desde la escuela, los institutos y las universidades con el odio como factor de factores?

-La educación antifascista debe basarse en el principio de la traducción y la paratraducción del otro. Debe mostrar que más allá del reconocimiento de la existencia de este otro, debemos ser responsables de él. No puedo sentir el dolor y la experiencia del otro, pero puedo estar a su lado en la lucha para evitar que se repita. Es el principio de comprender que la alteridad es un encuentro y que al encontrar al otro, puedo encontrar mi lugar en el mundo en la educación de temas socialmente relevantes.

-Europa, América vuelve a tener cierta preferencia por esta ultraderecha con añoranza de tiempos pasados…muchas de las personas que hoy encabezan o forman parte de estas formaciones políticas enarbolan símbolos de viejos exterminadores o de sus corrientes políticas y demás, despertando ciertos fantasmas o incluso negando, por ejemplo, hasta el holocausto, ¿cómo puede darse este comportamiento en pleno siglo XXI?;¿a qué creéis que obedece?

-La democracia tiene un mal atávico: se presenta como la única forma de gobierno para lidiar con todas las diferencias, incluso aquellas que promueven el discurso fascista. Por lo tanto, lo que más nos llama la atención no es el crecimiento exponencial de la extrema derecha, sino su reconocimiento, legitimación y normalización dentro del sistema político. Sin formas concretas de crear un aislamiento social, mediático, político y financiero, se convierten en una opción cuando se acercan profundas crisis. Hoy son posibles porque nunca abandonaron el sistema. Después de la guerra, eran una minoría, o un margen de error; hoy son la opción para muchos que creen que el factor fundamental de la crisis es moral, civilizatorio, y va en contra de la igualdad de género y las minorías LGBTQIA+.

-El odio o por ejemplo la negación de lo acontecido como el Holocausto, ¿se pueden revertir? ¿cómo y de qué manera?

-En un mundo donde todos hablan y quieren más que ser escuchados, quieren expresarse, lidiar con el negacionismo es una realidad. Ya sea negacionismo de una vacuna, de la forma de la Tierra o incluso de la idea de que el hombre blanco europeo medio será reemplazado por mano de obra semiesclava del norte de África, el negacionismo en un momento en el que todo lo que queremos decir cabe en 280 caracteres para que podamos decir más y más es una realidad evidente. Sin embargo, en la era de la competencia por las narrativas, de la lucha por la historia, nuestro compromiso es con la precisión de la forma y la narrativa. La lucha contra el negacionismo nos obliga a salir de la torre de marfil académica y abrazar la idea de la historia pública. Debemos debatir con y para la sociedad. No escribimos libros solo para nuestros colegas, escribimos libros porque queremos ser leídos y tenemos algo que decir a aquellos que contribuirían a nuestra formación. Si el laboratorio del humanista es el mundo, entonces estar en él con el lenguaje que este nos pide es una parte integral de nuestra forma de luchar contra la negación.

-Amigos, ¿cómo ha sido el proceso de documentación, estudio e investigación en torno a este libro que nos trata de acercar al odio en muchas dimensiones y desde muchas perspectivas? ¿Cómo os las habéis apañado siendo dos los que firmáis este libro?

 -Un libro realizado a cuatro manos y discutido en muchas cafeterías (algo obligatorio en la profesión, las cafeterías). Al principio, hablamos sobre lo que queríamos decir, cuál era nuestra intención con este libro. Luego trabajamos mucho en el formato del libro, porque las tres partes, lo que queríamos lograr con cada una de ellas y cómo se integraban en nuestro argumento. Invitamos a dos lectores atentos, Carlos Hass de la Universidad de Múnich y Carlos Reiss, director del Museo del Holocausto en Brasil. Fueron fundamentales para saber si estábamos en el camino correcto. La documentación la obtuvimos de Israel, del Yad Vashem y del Museo Judío de Nueva York. Estos centros de documentos y lugares de memoria fueron fundamentales para hacer posible este libro. Luego fue cuestión de encontrar cómo hacer que cuatro manos parecieran dos al lector. Uno comienza y el otro continúa, en un oficio de costura, como si la función del otro fuera completar el punto del crochet para que la tela tome forma y los espacios, que siempre han existido, sean cada vez más pequeños.

-Amigos, ¿cómo ha sido trabajar con Comares? Y por favor ¿nos podéis explicar si estáis metidos en algo en particular, nos podéis avanzar algo…?

-Trabajar con una editorial importante requiere mucha dedicación y responsabilidad. Para nosotros, el trabajo de Comares fue cuidadoso, atento y riguroso. En este momento, acabamos de finalizar nuestro nuevo libro para 2024 sobre la representación y la paratraducción del Holocausto en la cultura POP. Hemos estado trabajando arduamente en este libro durante dos años. Estamos en proceso de negociación con las editoriales, pero ya adelantamos que en el primer semestre de 2024 se publicará el resultado de esta nueva investigación.

 

 

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Cazarabet

Mas de las Matas (Teruel)

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