Cazarabet conversa con... Clemente
Alonso Crespo, autor de “Torturados, enloquecidos y fusilados. El proceso sumarísimo
Teruel 2982-4O” (Amordemisamores)
Clemente
Alonso Crespo se acerca al proceso sumarísimo de Teruel 2982-40 gracias a la
edición de Amordemisamores, afincada en Toulouse,
Francia….
La sinopsis
del libro:
Torturados,
enloquecidos y fusilados
es el resultado de un proceso larguísimo de investigación y desciframiento de
unos documentos hasta hace muy poco tiempos inaccesibles a la ciudadanía,
correspondientes a un periodo trágico de nuestro país.
La única
manera de pasar página es, justamente, pasando páginas, leyéndolas,
volviéndolas visibles, para así sacar a la luz los acontecimientos, la verdad.
Es el fruto
de años buceando en los archivos, descifrando letras, números, y cartas casi
imposibles.
La
publicación del proceso sumarísimo al que se refiere el autor es un acto de
justicia para aquellas gentes que fueron maltratadas, torturadas, asesinadas,
violadas, y todas las aberraciones del género humano, bajo el nombre de una
justicia cuya definición no se correspondía a la que debiera: juzgar respetando
la verdad.
La verdad,
porque de eso trata este libro.
Clemente
Alonso Crespo aparece aquí en su versión de transcriptor e historiador, dejando
de lado, aunque sin olvidarla, su vertiente literaria.
Torturados,
enloquecidos y fusilados
inaugura la colección Luz de esta editorial.
El autor:
Clemente Alonso Crespo: nació en Orrios, Teruel, en
1945. Durante toda su trayectoria docente ha sido catedrático de lengua y
literatura en enseñanza secundaria. Para su alumnado preparó la edición no
venal de Mediómetro, cuento de José Antonio
Labordeta y de Ay, Carmela, pieza teatral de José Sanchis Sinisterra. Es
Doctor en Filología Hispánica. Colaboró como redactor y articulista en el
semanario Andalán. Ha publicado trabajos en distintos medios de
comunicación y ejercido la crítica literaria. Es uno de los más importantes
investigadores de la obra del poeta aragonés Miguel Labordeta: editó, prologó y
puso notas a los libros Epilírica (ed. Lumen,
1981), Obra completa (ed. Los libros de la frontera, 1983), Sumido 25
(I.F.C. 1988), Abisal cáncer (ed. Olifante, 1994). Escribió el guion
cinematográfico Biografía poética de Miguel Labordeta (ed.
Papeles amigos, 1993).
Es autor de
los libros de viaje Teruel adentro (DGA, 1986), Teruel. Aragón
(ed. Mediterráneo), De mi viaje a Cuba (ed. Papeles amigos, 1992), Tierras
oscenses en la narrativa de Ramón J. Sender (Instituto de Estudios
Altoaragoneses, 1992), Las cinco villas paso a paso (Institución
Fernando el Católico, 2003).
Publicó las
novelas y libros de cuentos El hierro en la ijada (1992), Cubanos, altiplanos y tizarrones
(1994), Melodía de los mansuetos (1996) en Mira Editores y El rector
(ed. Egido, 1999)), y la antología de relatos Me va a
atrapar la noche, Juan Rulfo (2022, edit. Amordemisamores).
Es también
autor de la transcripción textual, adaptación a la lengua actual y notas del
“Fuero de Alfambra” (Ayuntamiento de Alfambra, 2019).
Desde hace
unos años está sumergido en la investigación histórica de la que ofrece
muestras en su blog clementealonsocrespo.blogspot.com donde aporta
documentación y comentarios referidos a la guerra civil en distintos pueblos y
lugares de la provincia de Teruel. Este libro es el resultado de dicha
investigación.
Cazarabet
conversa con Clemente Alonso Crespo:
-Clemente, ¿qué es lo que te llevó
a escribir este libro, ensayo de investigación sobre el proceso sumarísimo de
Teruel 2982-40?
-Dar a
conocer el horror que supuso para los encausados los aconteceres de este
proceso sumarísimo.
En el mismo
aparecen procesadas catorce personas que a su vez tienen que sufrir otros
procesos en diversos tribunales siempre nombrados “por la autoridad
competente”, acusadas por “apoyo a la rebelión”, “auxilio a la rebelión” y
siempre por sus “responsabilidades políticas”.
Es pues la
“justicia al revés” como manifestó el propio Serrano Suñer, aplicada a todas
las personas que no estuvieron con la sublevación de mediados de julio de 1936
en la ciudad de Teruel.
Algunos, como
Ángel Sánchez Batea, fueron quienes fundaron la Casa del Pueblo y la U.G.T. en
Teruel y representaron a los ciudadanos en el Ayuntamiento y la Diputación tras
las elecciones republicanas.
Como a muchos
otros, en los abundantes juicios sumarísimos había que condenarlos y llegar a
su total aniquilación, cortar hasta las raíces como se dice en algunos
documentos.
-Cuéntales a
nuestros lectores qué es lo que te ha hecho fijarte en este proceso sumarísimo…
qué tiene, para ti, de diferente y diferencial respecto a otros… para escribir
este libro. Brevemente, ¿qué representa el proceso sumarísimo de Teruel
2982-40?
-Eran
personas de la clase obrera y sufrían su pobreza e incluso hambre antes de la
guerra civil. Estaban sometidas al empleo reducido que ofrecía el comercio y la
escasa industria turolense. Algunos eran labradores sin tierra.
A estos y
bastantes más había que culpabilizar y aniquilar de todos los crímenes habidos
en Teruel. Sobre todo, a Ángel Sánchez Batea, conocido como El Obispo porque,
según se puede comprobar en las actas del Ayuntamiento entre 1933 y 1936 ponía
las peras al cuarto ante los demás concejales cuando reivindicaba el arreglo de
calles, instalación de electricidad, fuentes, saneamiento del matadero, la
beneficencia y demás necesidades urbanas.
A principio
de agosto de 1936 fueron asesinadas su mujer y una hija de 17 años, además de
un hermano de su padre. Dos primos suyos, Dámaso y José, hermanos, aparecen
también en este sumario. El primero murió en el manicomio de Valencia donde fue
trasladado, en estado catatónico, desde la cárcel después de ser torturado, el
segundo quedo con secuelas físicas y psicológicas de por vida.
-El proceso de investigación te
habrá llegado mucho tiempo y dedicación, coméntanos por favor…
-Llevo unos
cuantos años investigando hechos ocurridos en Teruel y provincia en tiempos
cercanos a la guerra civil, anteriores y posteriores. Es un trabajo continuo,
un día y otro. Forma parte de mi quehacer cotidiano. No importa el tiempo
invertido en esta ni en las demás investigaciones en marcha.
El tiempo
suficiente para conocer que la causa principal del proceso era proceder a la
venganza de los vencedores en la guerra por haber perdido la ciudad de Teruel
en los días finales de 1937 y principios de 1938.
Se les acusa,
a los “torturados, enloquecidos y fusilados” de haber sido los causantes
directos de los hechos de arma de esos días cuando, a excepción de uno
encuadrado como comisario político en la División 42, no estaban en la ciudad
en ese momento.
Con este
sumario se trataba de convertir las mentiras con las que acusaron de traidor al
coronel Rey D’Harcourt, al obispo Polanco de héroe y
mártir, al general Varela de gran vencedor, a Franco de gran estratega, a El
Tebib Arrumi de cronista excelso al servicio de la
nueva España, a justificar las atrocidades de Yagüe y del jefe de los mercenarios moros
Ibn Mizzian. A descreditar al general Rojo y a
magnificar la brutalidad de El Campesino, Lister y hasta a Ignacio Mantecón,
gobernador general de Aragón nombrado por el gobierno republicano.
-Para un
libro como este en el que se analiza, se investiga y te adentras en un proceso
sumarísimo hace falta…
-Tiempo y
paciencia
-Hubo
torturados, enloquecidos y fusilados a raíz de este proceso, pero para nada
limpio, ¿verdad? porque los juicios en aquellos días eran de todo, pero nada”
limpios”, porque los que llegaban a juicio estaban, ya, sentenciados…
-Con las torturas a todos consiguió el
nombrado juez especial, Antonio Rodríguez Pineda, persona con hechos de
psicópata, declaraciones de unos contra otros que firmaban después de volver de
lo que llamaban “diligencias”.
Ante el
sufrimiento que les causaron todos acabaron firmando contra todos a excepción
de Ángel Sánchez Batea, quien estuvo dos meses al borde de la muerte y acabó
sordo y cojo hasta la madrigada del 28 de mayo de 1943 cuando fue fusilado
junto a siete más de los encartados en este sumario.
-¿Y cómo es el régimen que lograba que las
torturas, los “no juicios”, no se trasladase a la calle con descontento?
-Las declaraciones son una auténtica invención
donde se aprecia la mano redactara del propio juez instructor, frustrado en su
intención poética de antaño, mecanografiadas por los propios secuaces de la
brigada social que él mismo reclamaba con nombres y apellidos. Había que justificar las mentiras de los
cronistas al servicio descarado de Franco, del general Varela, tales como
Manuel Aznar, Clemente Pamplona, Alonso Bea, el franciscano Gil Sendra y otros
que escribieron en los meses inmediatos a abril de 1939.
-Se trataba
de sembrar más que “justicia” y venganza. Se trataba de escarmiento y miedo y
con ello dejar la semilla del silencio que con los años reflota con ignorancia
y después otra vez vemos a la extrema derecha por sus anchas…
-Había que
justificar también a los casi doscientos desertores de la Defensa de la
Comandancia de Teruel la noche del 7 al 8 de enero de 1938 a quienes el propio
Varela, en cuanto fue Ministro del Ejército, condecoró
con la cruz de Isabel la Católica, como reconocimiento a la “evasión” de los
mismos para así defender a las tropas franquistas. Se monta de este modo la
gran mentira y, con ella, se culpabiliza a estos encartados y a otros más en
otros sumarios y se ensalza la reconquista de Teruel con lo que los desertores
serán héroes, el narcisismo del general Varela relucirá y pagará las culpas
también el coronel Rey D’Harcourt.
-¿Te has sentido cómo y de qué manera
adentrándote en este libro sea mientras lo escribías?
-Todo el
sumario es una farsa. En el mismo se da cuenta detallada de reuniones en la
ciudad, plan de destrucción de los edificios, fusilamientos, entrega y
conducción de prisioneros, todo ello plasmado en los muy abundosos documentos,
agrupados en siete causas entrelazadas que se alargan hasta 1943 con los fusilamientos.
Seis años de terror para los encausados y sus familias en las cárceles de
Valencia, de Teruel y de Zaragoza.
-¿Se trataba de deshacer a los seres
humanos que conviviendo en un mismo país no pensaban como el régimen quería y
deseaba?
-En todos los
juicios sumarísimos, y hay miles y miles, las sentencias estaban dictadas antes
de su celebración. Entrar en los archivos de los juzgados militares donde se
encuentran depositados es visitar los infiernos cuando el investigador se
adentra en los documentos. Los jueces militares nombrados a capricho y
necesidad, sin instrucción jurídica, los policías de la brigada social
instruida con técnicas nazis, los defensores nombrados veinticuatro horas antes
de la celebración del juicio en donde sólo asentían a lo que decía el fiscal
que ya había escrito la sentencia y la composición del tribunal juzgador y
condenador constituido por un coronel y cuatro oficiales que se limitaban a
firmar la sentencia demuestran la gran farsa, la gran mentira, la matanza.
-¿Como narrador ,que también lo has sido, te
sientes como “más libre, más liberado” que con libros de investigación como el
presente?
-El trabajo
gustoso es una bendición. Sumergirme en los archivos no supone ningún esfuerzo
ni carga. Sí que duelen los conocimientos que vas adquiriendo relacionados con
la ignorancia anterior y la manipulación que se ha hecho de acontecimientos que
ni siquiera conocían algunos que nos adoctrinaron y aun nos adoctrinan hoy.
En cuanto a
mis libros de creación literaria he de decir que tardan mucho tiempo en
aparecer publicados, si es que aparecen. Algunos textos han visto la luz
después de veinte años de ser escritos.
Soy muy
exigente con las publicaciones que se dicen literarias.
Un trabajo de
investigación histórica es mucho más cómodo, Uno entra en los archivos a los
que puede acceder, toma datos y los expone. Y ya está. Darles forma literaria a
conocimientos, experiencias o cualesquiera circunstancias que puedan servir
para construir un relato es mucho más complicado. El léxico, con su
significado, y la construcción morfosintáctica darán un resultado estético o no
serán literatura.
-¿Cómo nos lo presentarías, por cierto, al
presente libro, Torturados, enloquecidos y fusilados?
-Como un
documento duro de conocer. Como un ejemplo de dignidad manifestada en las
cartas que Ángel Sánchez Batea escribió a sus hijos desde la cárcel que aquí se
aportan gracias a la generosidad de su hijo Jaurés
que aquí se reproducen. Recomiendo su lectura.
-Es un libro,
como tú mismo me decías, muy fuerte donde se muestra y demuestra la fuerza
avasalladora de unos contra otros….
-Es un libro
duro, muy duro, los documentos hablan por sí solos.
-Enlazo con
la pregunta anterior, ¿con este libro de investigación demuestras, más que
nunca, que la historia la escriben, la han escrito los vencedores pisando y
acallando a los vencidos?
-No. La Historia no la escriben los
vencedores. Los vencedores, con todas las armas del triunfo, disparan hechos,
discursos, libros, medios de comunicación, represiones y un largo etcétera de
infamias y eso, sobre todo en los últimos ochenta años en España, se ha
considerado Historia.
La Historia
la escriben quienes exponen con rigor los hechos que han investigado con
documentos que acreditan sus palabras.
En los
últimos años los historiadores españoles, distanciados por su aprendizaje fuera
de nuestras fronteras han conseguido que sus publicaciones sean respetadas.
Queda aún mucho camino para que lleguen sus conocimientos a las aulas
escolares. La dictadura franquista se instaló en las gónadas mentales de muchos
españoles y sus descendientes. Hasta hoy.
-De este
trabajo de investigación, ¿qué es lo que te ha llamado más la atención?
-La
brutalidad obsesiva de un juez instructor que quiere medrar, la maldad sabedora
de algunos fiscales, la metodología destructiva de los organismos creados por
la violencia de quienes estuvieron siempre al lado de quienes apoyaron durante
generaciones a la dictadura franquista.
-Ahora que ya
hace un tiempo que está entre nosotros esta lectura y con la perspectiva que te
ha dado el tiempo como autor, ¿cómo te sientes y cómo ves el resultado?
-Sigo en los
archivos. Investigando.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)