Cazarabet conversa con...   José María Andrés Sierra, autor de “Te encontraré” (Muñoz Moya)

 

 

 

 

 

 

 

 

La nueva novela de José María Andrés Sierra que edita Muñoz Moya Editores.

Un autor de raíces turolenses que saca a la luz su última novela….

El autor, en el 2007 obtuvo el primer premio en el “III Certamen Literario de Relato Corto Ciudad de Caspe” con un relato titulado “La deuda”, que fue llevado a la pantalla, con un cortometraje del mismo título, por los alumnos del último curso del Grado Superior de Imagen y Sonido del CPA Salduie.

Lo que nos dice la novela:

El tiempo que se tarda en visitar el cementerio de una pequeña localidad de Asturias, Cardoso, será el suficiente para transformar sus vidas.

Cuando Raquel, una joven profesora de latín, ve reflejada la imagen de su novio Moncho en la fotografía de una vieja lápida de mil novecientos setenta y nueve, su asombro y curiosidad hacen que se desencadene una historia conmovedora, repleta, de engaños, sufrimiento, soberbia, avaricia y poder.

Desde el principio se encadenan las dificultades para descubrir la verdad: detectives privados, un periodista muerto en extrañas circunstancias... y todo eso confirma que, efectivamente, todos los caminos llevan a Roma. Y también a Lucinio, un cura que juega a ser Dios, y que representa uno de los lados más oscuros e indecentes de la Iglesia Católica.

Una historia que te adentra en los entresijos de aquellos que tanto daño causaron a miles de familias, víctimas de la peor red criminal de niños robados durante la guerra civil española y que duró hasta casi los años noventa del siglo veinte en España.

El autor, José María Andrés Sierra es profesor jubilado de Educación Secundaria de las asignaturas de Latín y Griego. A lo largo de muchos años ejerció su profesión en distintos Institutos de Bachillerato de la geografía aragonesa: Teruel, Alcañiz, Andorra, Calamocha, Ejea de los Caballeros y Fuentes de Ebro. Colaboró, durante su etapa de estudiante y sus años de docente, con buen número de periódicos y revistas de carácter didáctico, pero fue a raíz del nacimiento de su primer hijo, llamado como él, José María, cuando empezó a escribir literatura de ficción.

¿Nos ponemos a indagar un poco en su bibliografía?

- El Príncipe lnfans y su Aya Basilisa, (cuento), Zaragoza, Combra, 2001.

- El Emir, [novela], Zaragoza, Unaluna, 2004.

- El Príncipe lnfans y su Aya Basilisa, (cuento), Zaragoza, reeditado por Amares.com, 2005

- Cardelino, el pajarillo travieso, (cuento), Zaragoza, Unaluna, 2006

- Los Sitios. Luto de siete capas, (novela). Zaragoza, Delsan, 2009

- Bocaditos de trufa y nata, cuentos y relatos. (Digital). Zaragoza. Literatúrame, 2013

- La garganta del caballo, (novela corta). Zaragoza, La Fragua del Trovador, 2015

- Mario, el Cartones, (cuento), Zaragoza, La Fragua del Trovador, 2017

- Dios no estuvo en el 36, (novela), Muñoz Moya Editores, Sarrión, 2019

- Destino final, Hispania, [novela), lmperium Ediciones. Zaragoza, 2023

 

 

 

 

Cazarabet conversa con José María Andrés Sierra:

-Amigo José María, ¿qué te ha hecho escribir esta obra de ficción, pero que, seguro, esconde o tira de historias que no lo sean tanto o no lo son tanto…porque somos resultado de la historia?

-Efectivamente. Esta novela no es algo casual. Por una parte, conocí un caso que aconteció en una familia cercana a la de unos amigos míos, hace unos cuantos años, y que en esos momentos no me hicieron pensar más allá que la muerte de aquel recién nacido había sido natural. Por otra parte leí, no mucho después, la entrevista que aparecía en un periódico en el que un matrimonio dudaba de que la muerte de su hijo hubiera sucedido como les aseguraban los médicos del hospital donde había dado a luz la mujer.  No mucho después nació mi primer hijo, llamado como yo, José María. Un día bañándolo, me acordé de la entrevista que había leído y del caso que había conocido unos años antes y se me puso la carne de gallina pensando que me hubieran privado de aquel ser que era el centro de todo mi universo y que sólo con verlo se me caía la baba.  Decidí investigar, más que nada por curiosidad, pero cuando tuve materia suficiente creí que era mi obligación denunciar estos hechos deleznables que habían ocurrido en nuestro país durante más de 60 años y que habían tenido una repercusión casi nula a pesar de que habían sido, según los expertos, alrededor de 300.000 niños los robados o adoptados ilegalmente en España. Mi mejor manera de denunciar estos actos criminales era con la ficción.

-Durante la dictadura y detrás de su telón más represor se escondía otra represión, quizás tan cruel como la de los juicios de pantomima; la de las palizas en un sucio calabozo; la de los interrogatorios con orines cayendo por la silla del interrogado; la de la represión que te quitaba los pocos bienes que tenías si eras un perdedor o perdedora de la guerra; la de la represión que te obligaba a agachar la cabeza por miedo por tu misma o por los tuyos y a hacer cosas que antes eran casi impensables: casarte por la Iglesia, poner nombres libertarios a los tuyos ,no ir a ritos religiosos, no bautizar a los hijos…eso pasó a otra vida y en la dictadura se hizo presente… etc. etc. ; ser reprimidos por pensar libremente…lo que llevó a muchos en la prisión de esa “entre rejas” o la prisión interna que muchos sufrieron dentro de cada uno con el miedo durmiendo, ,¿no?. ¿Qué nos puedes comentar?

-Todo lo que decís es tremendo, pero hubo algo mucho más cruel. A las mujeres encarceladas por ser republicanas o simplemente porque no eran adictas al régimen, si estaban embarazadas, se les perdonaba la vida hasta que parían para dar su criatura al algún gerifalte adicto al régimen. Luego se las fusilaba. No hay, ni habrá, en diccionario alguno, una palabra que defina esta verdadera aberración. Por llamarla de alguna manera.

-De todo aquello somos herederos, ¿verdad?; ¿por qué?

-Por supuesto que somos herederos. No hace falta más que escuchar el discurso de la derecha y la ultraderecha, que, por cierto, cada día va a más. ¿Por qué? Posiblemente porque las fuerzas de izquierda, entre otras cosas, no han sabido contrarrestar ese discurso y unidas, con discurso y hechos, hacer frente a una derecha envalentonada porque no tiene rival.

-La crueldad que narras y describes – yo la noto como una lija—llega a la Iglesia: el palio por el que se escondió Franco y por el que se paseó haciendo cómplices a todos, ¿no? por eso seguramente murió en la cama ….teniendo a muertos en las cunetas, gente en prisiones, en trabajos forzados, hambrientos, harapientos, traumatizados de por vida mientras otros se enriquecían a costa de todo esto y aquí hacemos punto y aparte porque tocamos a los niños que arrancaban ,acto seguido de parir, de las madres…mintiéndoles  y  diciéndoles ,las más de las veces, que los o las bebés habían nacido muertos… cruel, pero es lo que pasó y es lo que nos cuentas, aunque de manera novelada..

-Bueno. Esta pregunta casi no necesita respuesta. La pregunta lo dice todo. Pero quiero hacer algunas puntualizaciones. No tengo ni idea de si Franco tuvo noticia de estos hechos, lo que sí es cierto es que la Iglesia se aprovechó, y mucho, de su estrecha relación con el franquismo. Indudablemente en los años 50, 60, 70 del pasado siglo, miembros de la Iglesia (no hay que meter a todos los gatos en el mismo saco), se aprovecharon de su íntima relación con el régimen de Franco, pero no hay que olvidar que esos robos de niños y adopciones ilegales se dieron también en los 80 y parte de los 90 cuando el dictador ya había pasado a mejor vida y, además, no todos los que se lucraban con ese macabro negocio pertenecían a la Iglesia. Había médicos, enfermeros, enfermeras, comadronas, abogados, notarios, enterradores, trabajadores de funerarias, taxistas, dueños de pisos que hacían de intermediarios… un sinfín de gremios, vaya.

-Escribes novela porque piensas que es menos “áspero” que un ensayo de investigación, un testimonio o coméntanos… - Cuidado yo casi veo más difícil novelar porque, viajas entre la ficción y la no ficción, contando historias que pasaron, pero la novela, está presente tuya, está vestida de personajes y situaciones de no ficción, otra cosa es que esté inspirada o incluso basada en lo que sí pasó… ¿qué nos puedes decir?

-Bueno. Creo que hay dos razones fundamentales que me llevaron a tratar este tema con la ficción. La primera es que yo me encuentro más cómodo escribiendo novela que ensayo, por ejemplo. Por otra parte creo que es más fácil que el mensaje llegue a la gente mediante la ficción que con un riguroso ensayo o documento de investigación. No debemos olvidar que en mi novela hay mucho de real. No es sólo que la historia que se narra esté apoyada en hechos reales, sino que hay mucha más realidad de lo que puede parecer. Por ejemplo, los datos objetivos que aparecen en el diario del periodista son todos reales.

-Aunque se detectan muchas más historias dentro de tu novela…los personajes, cada uno de ellos, va cargado o cargada de sus mochilas de cosas positivas, pero, también de algunas miserias que reptan de una manera que nos es muy familiar, ¿no?

-Cierto. Cada personaje va con su mochila a cuestas, como bien dices, y en esta mochila cabe de todo, desde la virtud más resplandeciente hasta la maldad más miserable. Y en un tema como este, aparecen por necesidad, la virtud y la ruindad y esta última hace más ruido que la primera. Y ciertamente hay miserias, maldades que nos son muy familiares.

-Es por eso que podemos afirmar que de cada persona se podría escribir una novela, ¿no?

-Efectivamente. Hasta de la vida de una persona anodina, a poco que rasques, sale materia para escribir una novela.

-Amigo, José María, ¿qué fue lo que te costó más en la elaboración de esta novela:  conciliar la ficción con la no ficción; ponerte en el escenario de escenarios narrativos en los que transcurre la acción; “retratar” los personajes, adentrarte en el hilo narrativo, tratando de no perderse por las ramas…

-No me resultó fácil escribirla. Voy a contestar por partes, como tú me presuntas. ¿Conciliar ficción con la no ficción? Es una pregunta que tiene su miga. No fue sencillo, como tampoco es fácil explicarlo. Por una parte, era sencillo… tú puedes mezclar una cosa con la otra si lo haces con coherencia, pero por otra parte me daba cuenta que lo que estaba relatando como ficción, casi con toda seguridad, había sucedido en la realidad. Y eso me dejaba mal cuerpo, entre otras cosas porque yo quería que el lector diferenciara una cosa de la otra pero… era casi imposible. En cuanto a los escenarios… excepto Mieres, todos los demás, Roma, San Sebastián, Ejea, Cardoso… los conozco, muy bien, por suerte. Puedo decir, por ejemplo, que las navidades de 2019 las pasamos en Roma mi mujer y mis hijos y la cena de Nochebuena fue en el restaurante Casa Copelle que aparece en la novela. Lo de retratar a los personajes fue complicado, porque si quieres ser coherente tienes que tener mucho cuidado en cómo se comportan. En mi caso hay dos clases de personajes, los que van a su marcha, a su aire y tienes que seguirlos porque se te adelantan, en el caso de esta novela, como Marcelo y Stephano. Tú piensas algo para ellos, pero se te adelantan y tienes que cambiar el rumbo que les tenías preparado. Otros, en cambio, tienes que darles empujoncitos para que salgan a escena, como Asunción. En cuanto a adentrarme en el tema y tratar de o perderme en el hilo de la historia… me resulta a veces difícil porque me encanta “enrollarme”, a veces demasiado, pero en el caso de esta novela no me ha resultado difícil porque sabía muy bien lo que quería hacer. Con todo… lo que más difícil me ha resultado ha sido investigar e ir poniéndome, a medida que iba adelantando la novela, en la piel de quienes habían sufrido estos desatinos, para intentar ser más verosímil. No resultaba nada fácil.

-Es difícil describir aquellos escenarios, teniendo en cuenta tanta crueldad y tanto silencio, ¿verdad? ...porque, ¿qué hacer con el silencio cuando es como un personaje más deambulante de las tramas?

-Esta pregunta está contestada, en parte, en la pregunta anterior. No es fácil describir estos escenarios y tanta crueldad sin que a veces se te escape alguna lágrima. Y no es metafórico. He llorado muchas veces releyendo lo que había escrito. En cuanto al silencio… es terrible. Todo ese silencio que se creó alrededor de estas historias es un silencio criminal.

-Ya no es la primera vez que editas con Muñoz Moya, ¿cómo te sientes y te va trabajando con ellos?

-Muchas gracias por hacerme esta pregunta. Juan Ignacio no sólo es el mejor editor que he tenido (y he tenido varios), sino que es también un verdadero amigo. Es un verdadero placer y tranquilidad trabajar con él. Es el único editor con el que he trabajado con el que no sólo no he tenido ningún problema, sino que todo han sido facilidades por las dos partes. Mi mujer, que falleció hace unos años, tuvo la suerte de conocerle. En varias ocasiones me dijo. “Nunca has tenido un mejor editor y más honrado que Juan Ignacio”. Y mi mujer era sabia.

-En tu trayectoria literaria vemos que te mueves y te has movido mucho entre la novela y el cuento…son dos géneros parecidos, pero que difieren: ¿eres de los que piensa que hay un momento vital que, como escritor, te pide más escribir novela, otro cuento…?

-Lo primero que debo decir es que no soy un escritor digamos “profesional”. Me he ganado la vida como profesor de instituto enseñando, de la mejor manera que he podido, latín y griego, pero lo de escribir ha sido una cosa secundaria. He publicado, creo, que diez libros, pero todo empezó por pura casualidad. Escribí mi primer cuento pensando en mi hijo. Llegó a una editorial, gustó, se publicó y continué escribiendo. Es cierto que te “curtes” empezando con cosas digamos, cortas, y luego te atreves con algo más largo o serio, como quiera interpretarse. Yo me encuentro cómodo en el terreno de la ficción. He escrito docenas de relatos y cuentos cortos. Con uno de ellos gane el primer premio del certamen de relatos cortos Ciudad de Caspe. Y he editado, en formato digital, dos libros de relatos y cuentos titulados “Bocaditos de trufa y nata” y “Dulce, salado, amargo y con postre”. Estoy con un par de proyectos de novelas largas, pero lo último que he escrito, y que es posible que se edite ilustrado, es un cuento ambientado en el antiguo Egipto de los Faraones. Me lo paso igual de bien en relato corto que en novela. El relato te exige menos trabajo. Una buena novela necesita tiempo. Mucho tiempo. Pero no son incompatibles.

-Lo que está claro, es que lo que te van son esas historias humanas que nos desuellan, que nos sacan las vergüenzas y los colores; aunque con el cuento, eso lo tratas de otra manera…

-Efectivamente me van las historias humanas que sacan las vergüenzas. Los temas de tres de las últimas novelas largas que he escrito son: los horrores que vivió la ciudad de Zaragoza durante Los Sitios, la guerra civil española y este último, las adopciones ilegales y la desaparición forzosa de niños y niñas. Y como bien dices, para el cuento o el relato prefiero temas más “suaves” e incluso graciosos y entretenidos. La existencia humana es poliédrica en cuanto a nuestras vidas.

-¿Te agrada acercarte a “lo cotidiano”, lo que conoces y casi dominas ,para desde ahí empezar a tirar de los hilos?

-Hasta para lo más cotidiano necesitas documentarte y de esa manera sí podrás empezar a tirar de los hilos y llevar el relato por los caminos que tengas pensado. Evidentemente te encuentras más cómodo si dominas el terreno por el que te mueves. Por ejemplo, mi anterior novela, “Destino final, Hispania”, está ambientada en sus tres cuartas partes en la antigua Roma, en el siglo I. He sido profesor de latín y griego durante treinta y cinco años por lo que conozco bastante bien la historia de Roma lo que me facilitaba mucho llevar el relato por los derroteros que yo quería. Me sentía cómodo, aunque también es cierto que verificaba algunos datos para estar más seguro de que estaba reflejando la realidad.

-Desde una pequeña historia en una vida que puede pasar como insignificante se puede escribir una trama que nos lleve a levantar todas nuestras emociones que, a menudo, se nos encierran dentro hasta como un nudo y los nudos hay que deshacerlos… - ¿Es la literatura, amigo, una válvula de escape para desanudar nudos que se quedan ahí como suspendidos en las telas de araña de la historia?

-Sin duda cualquier pequeña historia da para desentrañar vivencias y sentimientos increíbles. Es cuestión de saber entender esa pequeña historia, de no minimizarla. Y también, sin duda, la literatura es un instrumento, no sólo importante sino imprescindible, para desanudar esos nudos de los que hablas. Mucho antes de que Horacio proclamara su célebre “prodesse et delectare”, enseñar deleitando, es decir, “desatar nudos”, dar explicación a muchas cosas que aparentemente no hemos encontrado explicación a través del disfrute y entre ellos la literatura, disfrutando de la lectura, ya los griegos habían utilizado la literatura, el teatro, para desatar esos nudos de los que hablas, para intentar encontrar respuestas tan cruciales para la existencia humana como son: ¿por qué estamos aquí?, ¿por qué amamos y odiamos?, ¿qué es la felicidad? ¿Por qué tenemos que sufrir?, ¿qué es la justicia y la injusticia?, ¿Cuál es el verdadero placer?, ¿existe el destino?, ¿el libre albedrío?, ¿Cuál es la verdadera moral? El teatro griego intentaba dar respuesta a cualquier problema que pudiera plantearse el ser humano.

-Te encontraré es una novela que tiene una finalidad: la de encontrar a alguien sí o sí y al mismo tiempo y por la senda del mismo despojar a un sistema corrupto…

-Indudablemente. No es sólo la imperiosa necesidad de encontrar a alguien, sino también de encontrarse a sí mismo. Y eso creo que es importante. El protagonista no sólo quiere encontrar a alguien. Quiere recobrar su verdadera identidad. Y para eso tiene que buscar e intentar encontrar. Y por supuesto mi novela pretende dejar “desnudo” un sistema tremendamente corrupto. Corrupto hasta el punto de cometer crímenes como los que cometió. En la presentación de mi libro en el Teatro Principal de Zaragoza dije que el régimen franquista intentó golpear al enemigo donde más podía dolerle. Y nada puede doler más que la propia muerte, que la muerte o desaparición de un hijo. Y lo hicieron con verdadero arte, a conciencia, pero no olvidemos que esas desapariciones tuvieron lugar hasta 1996.

-José María, por favor, ¿nos puedes decir en qué estás trabajando ahora?, danos unas pocas pistas…

-Estoy acabando algún relato corto que tenía en la cabeza ya hace tiempo y retomando la escritura de una novela sobre la figura de Sócrates. Esta novela la empecé hace ya más de cinco años pero diversas causas, entre ellas el fallecimiento de mi mujer, hicieron que la “aparcara”. Estoy revisando los apuntes y escenas esbozadas o medio escritas que dejé antes de dos mil veinte y voy a intentar darle forma definitiva. No se trata de una historia sobre la vida de Sócrates o de su pensamiento, algo de lo que se han escrito cientos de libros. Yo quiero dar una visión nueva sobre esta figura elemental para el pensamiento universal a través de la mirada de un esclavo, ficticio, por supuesto.

 

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