Cazarabet conversa con...   Silvia Isábal Mallén, autora de “La industrialización de Binéfar. Desde sus comienzos hasta 1975” (Centre d’Estudis Lliterans)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En este libro escrito por Silvia Isábal Mallén se acerca a cómo toda una comarca se va industrializando y cómo lo hace implicando al tejido social y a la mano de obra.

Edita el libro la Asociación de Empresarios de La Litera colaborando con el Centro de Estudios Literanos.

La autora ya esturo con nosotros por el interesantísimo ensayo de investigación, Los que se iban en septiembre, realizándole un Conversa con…:https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas2/losqueseiban.htm

Un libro que nos permite hacernos una idea de la evolución, a la vez, de la economía aragonesa.

La sinopsis de este libro:

La industrialización de Binéfar trata de la evolución económica y demográfica que vivió Binéfar a lo largo del siglo XX. Beneficiada por sus excelentes comunicaciones por ferrocarril y carretera, Binéfar se convirtió en el lugar donde se establecieron las industrias encargadas de transformar los excedentes agrícolas que se produjeron en su área de influencia una vez que se hicieron palpables los efectos del regadío, y también de aquellas dedicadas a fabricar la maquinaria que exigía la transformación del campo. 

Algunas de estas industrias tuvieron un alcance muy notable y llama la atención que fuera una minoría la que contara con capital ajeno a la villa. Junto a este tipo de empresas citadas, también hicieron su aparición otro tipo de industrias más difíciles de justificar por las características de la zona, como textiles, lejías, bebidas carbónicas o pinturas, fruto de una especie de contagio del espíritu emprendedor que manifestaron los primeros industriales.

El caso es que gracias a ese dinamismo industrial, Binéfar pasó de los 1556 habitantes de 1900 a los 6925 de 1970, proceso que no ha terminado y que nos ha llevado a superar los 10 000 recientemente. Sin embargo, la estructura industrial ha variado mucho desde las primeras décadas del siglo XX. La crisis del petróleo, la adhesión al Mercado Común Europeo, la crisis de la agricultura tradicional y el cambio de los hábitos de la sociedad se encargaron de hacer desaparecer gran parte de la industria tradicional, muy presente en la villa, cediendo el protagonismo a una industria agroalimentaria basada en el desarrollo ganadero que estaba en los inicios de su desarrollo y que terminó liderando el sector.

El libro recorre este trayecto justamente hasta 1975, entendiendo que la segunda etapa todavía no ha concluido, y pretende rendir un homenaje a aquellos emprendedores cuyas empresas permitieron el impulso demográfico de la población y sentaron las bases del desarrollo presente. Hay también en él una cierta reivindicación, pues Binéfar nunca aparece en los estudios de la industrialización aragonesa, que suelen centrarse en Zaragoza y en aquellas poblaciones que fueron incluidas en los Planes de Desarrollo Económico y Social.  

 

Su índice:

ÍNDICE

Presentación

Prólogo

Introducción

El problema de las fuentes

Parte I – Evolución económica de Binéfar

Capítulo 1: La economía hasta la construcción del canal

1.1  Agricultura y ganadería

1.2  Industria

1.3  Comercio y hostelería

1.4  Importancia del ferrocarril

Capítulo 2: Llegada del regadío: transformación social, estructural y económica de la villa (1906-1936)

Capítulo 3: La guerra y la posguerra en Binéfar (1936-1954)

Capítulo 4: El fin de la autarquía y los años de desarrollo (1954-1975)

Parte II – Las industrias binefarenses

Capítulo 1: Transformación de minerales no energéticos y productos derivados

1.1  Productos de tierras cocidas para la construcción

1.2  Fabricación de yeso

1.3  Piedra artificial, losetas y elementos de hormigón

Capítulo 2: Industrias químicas

2.1 Pinturas

2.2 Jabones, detergentes y lejías

2.3 Aceite y grasas para uso industrial

Capítulo 3: Industrias transformadoras de los metales

3.1 Fundiciones

3.2 Fabricación de estructuras metálicas

3.3 Construcción de carrocerías

3.4 Construcción de otros componentes y accesorios para vehículos automóviles

3.5 Construcción de maquinaria agrícola

Capítulo 4: Industrias de productos alimenticios y bebidas

4.1 Fabricación de aceite de oliva

4.2 Fabricación de otros aceites de semillas

4.3 Sacrificio, despiece de ganado y productos cárnicos

4.4 Fabricación de productos lácteos

4.5 Preparación y conservación de frutas y hortalizas

4.6 Elaboración de productos de molinería

4.7 Fabricación de pastas alimenticias

4.8 Industria del pan

4.9 Industrias de la bollería, pastelería y galletas

4.10 Transformación de forrajes para alimentación animal

4.11 Elaboración de piensos

4.12 Fabricación de aguas gaseosas y otras bebidas analcohólicas

4.13 Otras industrias alimenticias

Capítulo 5: Industria textil

5.1 Producción de fibras

5.2 Hilandería

5.3 Tejeduría y confección

Capítulo 6: Industria del cuero

Capítulo 7: Industria del calzado

Capítulo 8: Industria de la madera y la fabricación de muebles

Capítulo 9: Fabricación de artículos de junco, caña, cestería, esteras, persianas…

Capítulo 10: Industrias gráficas

Epílogo

Bibliografía

 

 

 

Cazarabet conversa con Silvia Isábal Mallén:

-Silvia, antes de meterte de lleno en analizar paso a paso el libro con los avatares de la industrialización nos hablas del problema que has tenido con las fuentes de documentación lo que debió de limitar mucho tu investigación o al menos volverla más lenta y demás, ¿no?…-¿Por qué se dio ese problema con las fuentes?-Pero el presente libro y el hecho de que podamos estar conversando del mismo demuestran que venciste y no te conformaste con las primeras trabas…

-El problema fue que algunas empresas surgieron antes de la guerra civil o primera posguerra y resultó imposible rescatar archivos o testimonios de esa época. Además, incluso algunas de las permanecen en activo han cambiado de titularidad o de forma jurídica, por lo que se ha perdido documentación empresarial. Al final, conseguir información para realizar este libro fue como realizar un puzle, en el que algunas informaciones llegaron a través de archivos, como el Archivo Histórico Provincial de Huesca, el del Cellit o el municipal de Binéfar, otras se obtuvieron del Registro Mercantil de Huesca, donde pude consultar expedientes de sociedades ya extinguidas, y algunos datos se obtuvieron de hemerotecas o anuarios. Desde luego resultó fundamental el testimonio de propietarios y antiguos empleados, pero en alguna ocasión también resultó complicado localizarlos porque ya residen ahora fuera de Binéfar. Fue un proceso muy laborioso e incluso ahora me sorprendo yo misma de la cantidad de información que obtuve, así que supongo que sí, vencí, algo que afirmo con satisfacción.

-El primer capítulo era casi inevitable que estando en La Litera lo dedicases mirando al agua y a ese canal, el de Aragón y Catalunya que tanto ha dado a todos los sectores el primario—agricultura y ganadería--; el secundario –de la industria—y el terciario, dedicado al comercio y la hostelería, ¿no? Pero, además le haces un guiño a la importancia, en todo esto del ferrocarril…

-Es que resultó fundamental, y en Binéfar ni siquiera somos muy conscientes de lo que supuso, porque la producción agrícola aumentó en toda la zona regable, pero la industria asociada a ella se estableció en los pueblos que tenían tren. En ese sentido, no hay más que mirar los datos de población, donde se observa que de todos los pueblos beneficiados por el regadío, Alfarrás y Binéfar, ambos con estación, fueron los que porcentualmente más crecieron. Pero es que además, el hecho de tener tren también favoreció la construcción de carreteras, ya que el Estado declaró prioritarias aquellas que enlazaban zonas que carecían de ferrocarril con sus estaciones más próximas, y eso hizo que la estación de Binéfar fuera la estación de referencia de una amplia zona, lo que determinó también el auge del sector servicios.

-La importancia de este canal se hace evidente con la gran importancia al poder regar campos porque cabe la posibilidad de implantar el regadío, trayendo esto toda una transformación ya no en los campos y en la producción y productividad sino, también, en cómo lo siente el tejido social….

-Sí, sí, no solamente se transformó la economía, sino también el tejido social. Por un lado llegaron gentes procedentes de otras zonas y, por otro, desaparecieron lo que siglos atrás eran las clases dominantes. Estas, que basaban su riqueza en la tierra, carecían de liquidez para acometer las obras que exigía el regadío, por lo que fueron vendiendo sus fincas y muchas de ellas acabaron viviendo fuera de la comarca. Ambos procesos dieron paso a una sociedad muy dinámica y capaz de gestionarse por sí sola.

-Los regadíos en Binéfar en manos de quién estaban y cómo se estructuraba la tierra…estaban en manos de unos pocos—que, por tanto, necesitaban de mano de obra—o de muchos que tenían bancales no muy grandes, reuniéndose y constituyéndose en cooperativas…

-Ya de lo que he dicho antes se deduce que en general, la propiedad de la tierra se atomizó, aunque pervivieron algunas grandes fincas que exigían gran cantidad de mano de obra. De todas formas, el movimiento asociativo para acometer la modernización del campo fue muy importante, y no solamente en Binéfar sino en toda la zona. Un ejemplo muy interesante es el Grupo de Electrificación Rural de Binéfar y Comarca, iniciativa pionera en España que llevó electricidad a las zonas rurales, lo que fue fundamental para el desarrollo de la ganadería intensiva.

-¿Cómo le fue  a Binéfar desde la implantación del canal hasta el estallido de la guerra de España?- ¿Cómo y de qué manera marca la guerra al devenir económico de Binéfar?

-Yo personalmente creo que Binéfar, en esa época, fue un pueblo que bullía, y es que había servicios poco habituales para su número de habitantes: hoteles, fondas, dos cines que emitían películas sonoras, teatros, varios centros educativos… El número de comercios e industrias aumentaba sin cesar, y también se construía por todos los lados.

-Después de la guerra viene la posguerra que siempre es peor y después o con ella se instaura la autarquía hasta el año 1954. ¿Qué transformación socio económica se denota entre la población? ¿Se transforma de manera más evidente todo el tejido socioeconómico con el desarrollismo? ¿cómo es y se siente en la industrialización este período?

-Pues lo curioso es que Binéfar no perdió vitalidad ni población, aunque es evidente que muchos habitantes fallecieron y otros emigraron hacia Francia. Sin embargo, esas pérdidas fueron compensadas por el movimiento migratorio que no cesó, aunque se ralentizó por la falta de movilidad que impuso el gobierno de Franco. También algunas industrias sufrieron daños, pero en general todas se repusieron tras tiempo y esfuerzo. Además, se vio favorecida con las políticas autárquicas del primer franquismo, por lo que fábricas de algodón, lino, o grasas industriales (elementos que tradicionalmente se importaban), se establecieron en Binéfar. Evidentemente fueron industrias que no tuvieron mucho recorrido ya durante el desarrollismo, pero en esta época ese tipo de industrias fue sustituido por otras relacionadas con la ganadería, que comenzaba su gran expansión. En general, se puede afirmar que el tejido industrial de Binéfar se ha ido adaptando a cada ciclo.

Ahora entramos en materia de la industrialización de Binéfar…

-¿En qué se basa la industrialización en Binéfar?, ¿en un primer momento es una industrialización basada en lo que “daba la tierra” en forma de minerales: yeso, los minerales  cocidos para la construcción y otros que igualmente iban dedicados a este sector ?,digamos que Binéfar parte, en un primer momento, desde una industrialización muy primaria, ¿no?

-Efectivamente, Binéfar parte de una industrialización primaria basada en una agricultura de secano y en los utensilios que esta requería, muy orientada a un consumo local. En ese sentido, había varios molinos de aceite, algunos herreros y carpinteros que construían aperos agrícolas, algunos tejares, un fabricante de jabón y varios hornos de «pan cocer». Aún así, en el último cuarto del siglo XX ya había algún emprendedor ambicioso, como Antonio Esteve, cuyos fideos y pasta para sopa de marca La Fama Aragonesa, se vendían en las provincias de Lérida y Huesca. Sin embargo, el incremento de las producciones agrícolas con el regadío, la cercanía de un mercado muy activo como era Cataluña y, especialmente, las excelentes comunicaciones de Binéfar por tren y carretera, fueron las que acabaron provocando que se asentara una industria más sofisticada y orientada al mercado.

-Luego esta localidad ya mira a los metales para transformarlos, mediante fundiciones: ¿cómo fue ese proceso y cuáles fueron los principales metales implicados? -¿De dónde venía la materia prima?.-Las fundiciones, ¿a qué dedicaban los metales; era rentable?-Háblanos un poco de la gente que trabajada en la metalurgia de Binéfar…- ¿qué queda de aquella industria?

-En la aparición de las fundiciones tuvo mucho que ver la transformación de la tierra en regadío. Esta necesitaba nuevos aperos como arados de reja y de vertedera, desterronadores, cortarraíces… aunque con el tiempo fueron evolucionando hacia otro tipo de artículos como hornillos, rejillas, ruedas, registros para alcantarillas… La materia prima se importaba desde los altos hornos del País Vasco, que llegaba hasta Binéfar en tren. Hubo tres fundiciones que estuvieron en activo de forma simultánea y dieron empleo a más de 200 obreros, de los cuales la mitad aproximadamente eran obreros especializados. Poco a poco y sin salir del mundo del metal y además de las fundiciones, es interesante comprobar cómo la progresiva mecanización del campo llevó a la aparición de numerosos talleres que no solamente vendían diferente maquinaria, sino que en ocasiones desarrollaron modelos que patentaron y vendieron por todo el país. Ejemplos notables, aunque hubo bastantes más, serían la empresa Arados Lombarte o JOMOCA y ESMOCA, que producían, de forma conjunta, el 90% de las cabinas de tractor que se distribuían a lo largo de todo el país.

-La industria agroalimentaria llega también a Binéfar y lo hace con fuerza—con tanta fuerza que todavía resuena ahora--…en algunas cosas, personalmente, me ha sorprendido porque lo del aceite de oliva lo doy por sentado, pero lo de extraer aceites de otras semillas, pues no…

-La industria agroalimentaria fue, como no podía ser de otra manera, la primera en destacar. Sobre todo porque atrajo a capital foráneo para el establecimiento de grandes industrias. La primera fue la fábrica de aceite de la sociedad leridana Serra y Corderas, que ya en 1905 producía «aceites finos» gracias al uso de una técnica completamente innovadora en el momento como eran las prensas hidráulicas, aunque no fue la única fábrica de este tipo que hubo.

Y aunque os haya sorprendido, la fábrica de aceite de semillas también tiene un origen lógico, ya que nació en un primer lugar para el procesado de semillas de algodón, y es que no debemos olvidar que en Binéfar estaba la desmotadora de algodón situada más al norte del mundo. Cuando este cultivo entró en declive en la zona, fue cuando se pasó a la fabricación de otros aceites de semillas, como el de girasol, que comenzaba su desarrollo como alimento animal.

-Y luego están los animales que dan productos cárnicos, más que nada ovino, supongo…explícanos. --Veo que en Binéfar no se dejaba perder nada porque debía de haber una manera de transformar los forrajes para la alimentación animal…y de eso a la fabricación del pienso

-Aunque siempre existieron pequeños molinos de pienso para la alimentación de los animales domésticos, realmente la industria cárnica se desarrolló a partir de los años 60, y es que en esos años del desarrollismo se produjo una gran demanda de carne que el Gobierno promocionó con diversas ayudas. Los agricultores binefarenses, al igual que los del resto de la comarca, se lanzaron a por ellas y el entorno se llenó de granjas de todo tipo, lo que terminó desembocando en la aparición de potentes industrias para el despiece y comercialización de carne y embutidos, sin duda la más importante Fribin, que continúa siendo una seña de identidad de Binéfar. Al mismo tiempo se transformó también la agricultura, que dejó parcialmente de lado los cereales para dedicarse al cultivo de plantas para la alimentación animal, lo que acabó provocando la aparición de potentes fábricas de piensos. La existencia de la Lonja de Binéfar, que fija el precio del vacuno para toda España, es la prueba palpable de la importancia de este proceso.

-¿Cómo se defiende Binéfar en los productos lácteos estando rodeada, también de otros lugares donde esto también se cultiva con mimo…son llamativos, por su variedad y calidad,  los quesos y hasta las leches frescas de ganaderías o pequeñas explotaciones de Teruel, Zaragoza, Huesca y las comarcas vecinas de Catalunya…?

-Tal y como explico en mi último libro, Los que se iban en septiembre, el regadío trajo consigo la aparición de multitud de viviendas diseminadas, en las que al principio se mantenía un estilo de vida autosuficiente. Eso incluía la crianza de alguna vaca para producción de leche, y pronto hubo empresarios que vieron que se podía comerciar con ella enviándola, por tren, a fábricas de leche catalanas. Dado que era una actividad muy interesante porque era relativamente sencilla (solían ocuparse de ella las mujeres y los niños) y procuraba una importante liquidez, nadie se planteó la posibilidad de fabricar ningún derivado lácteo salvo para consumo doméstico. En realidad la industria láctea está representada en Binéfar por la industria Lácteas Pirenaicas S.A., de capital catalán, que se estableció para aprovechar precisamente el dinamismo de esas líneas de recogida de leche y elaborar con ella la leche condensada de marca Marinete, que tuvo una gran implantación en el mercado nacional.

-Estamos en el sector primario y hemos hablado del regadío: ¿cómo va evolucionando la producción y la productividad de diferentes productos aquí en Binéfar…sobre todo, pienso, en las frutas y hortalizas…? pero veo que también Binéfar se lanza a la manufactura de pastas fruto del cereal trigo, ¿cómo fue la iniciativa? —y por supuesto el pan, la bollería, la pastelería y las galletas, pero ¿tenía la elaboración de estos productos la pretensión de salir con impulso de Binéfar?

-Las industrias alimentarias se fueron adaptando a los cambios en la agricultura, por eso en un principio, cuando el regadío únicamente pretendía ampliar la base cerealista, las industrias estaban basadas en los cultivos tradicionales, como la harina de trigo o el aceite de oliva, aunque en los años 30 ya hubo una conservera de fruta a la que la guerra civil truncó su trayectoria. En cualquier caso, estamos hablando de fábricas que desde el primer momento nacieron con una vocación extralocal. En este apartado se podría hablar de Galletas Valle, fruto del interés de un barbastrense que vio que en Binéfar había una harinera que le suministraría la materia prima y un tren que favorecería la expedición de sus productos por todo el país. Esta industria llegaría a producir 500.000 k de galletas al año que llegaban a todos los puntos del país y daba trabajo a unas treinta personas.

-Nos paramos en la molinería: ¿qué diferentes molinos había en Binéfar?

-Desde comienzos de siglo hubo varios molinos harineros movidos por electricidad. Sin embargo, la gran industria dedicada a la elaboración de productos de molinería fue (y es, pues todavía está en activo) La Harinera de Binéfar, inaugurada en 1921 gracias al impulso de varios accionistas zaragozanos y todavía hoy una de las grandes harineras aragonesas, aunque ha habido varios cambios en su propiedad a lo largo del tiempo.

-Veo que también teníais una fábrica de aguas gaseosas, ¿qué distribución tenían? ¿Por qué en Binéfar la industria alimentaria es tan importante?

-En Binéfar la fabricación de gaseosas nació en 1904, año en que no había más de una decena de este tipo de establecimientos en toda la provincia. Más adelante hubo tres fábricas y las tres importantes: Isábal (la de mi familia), Amorós y Hermanos Bordes. Entre las tres abarcaron prácticamente toda la provincia de Huesca, dando trabajo entre todas a unas cincuenta personas.

En cuanto al porqué de la importancia de la industria alimentaria, supongo que es lógico siendo como estamos hablando de una zona eminentemente agrícola, aunque la fabricación concreta de gaseosas escaparía a esta lógica, que solamente puede explicarse por la feliz combinación de unos empresarios muy emprendedores que aprovecharon la situación privilegiada de Binéfar en cuanto a comunicaciones, que les permitía recibir fácilmente la materia prima por tren y distribuirla, por carretera, al resto de las poblaciones de su entorno.

-¿Es a la par o después se pasa a la industrialización que tiene más a ver con la manufactura de detergentes, jabones, pinturas, lejías, aceites, grasas?; me preocupa, aquí, un tanto, en aquellos primeros años, en la posible contaminación porque no había los controles que hay ahora y aun así….-¿Cuánta gente pudo trabajar en esta industria?; ¿qué queda de aquella industria?

-La fabricación de lejía y jabones es una constante en la historia de Binéfar desde finales del siglo XIX, y es realmente importante el número de pequeñas industrias de este tipo que hubo a lo largo del siglo XX que fueron responsables de la existencia de diversas marcas que tuvieron una distribución comarcal y provincial. Sin embargo, la fábrica más importante de este tipo fue Industrias Dileco S.L., que embotelló la lejía El Conejo con una producción diaria de 2000 litros dando trabajo a 15 personas.

En cuanto a las grasas industriales y jabones, su fabricación fue consecuencia de la política autárquica del primer franquismo, que obligó a utilizar el aceite de oliva para la producción de grasas industriales. La antigua fábrica de aceite del industrial Antonio Pueyo fue la responsable de la fabricación de jabones y pastas esteáricas. Y uno de sus trabajadores, Domingo Grau, tomó el relevo en la fabricación de jabones con su marca La Nave.

Respecto a la fabricación de pinturas, la existencia de Pinturas Lepanto, otra de las fábricas en activo con más proyección en Binéfar, fue iniciativa de un emprendedor, Alfonso Ruiz, que conoció esta actividad en Zaragoza donde su hermano, antiguo trabajador del ramo, quiso establecerse por su cuenta.

Salvo el caso de Pinturas Lepanto, en el sector de las industrias químicas no estamos hablando de grandes industrias, aunque en conjunto sí que suponía un sector de una cierta importancia. Y aunque está claro que los controles no eran como los actuales, sí había abundantes reglamentos de actividades molestas, insalubres, nocivas y peligrosas que había que cumplir de forma obligatoria, ya que los controles eran exhaustivos. En cualquier caso, no hay noticias de ningún tipo de contaminación.

-El sector textil también tiene su presencia en Binéfar: ¿cómo se manifiesta y cómo ha ido logrando combatir la competencia tan bestial que ha ido sufriendo este sector?

-El sector textil tuvo gran importancia en todas sus facetas. Para empezar, hubo dos grandes industrias de producción de fibras, como fueron Algodonera del Ebro e Industrial Desfibradora Altoaragonesa, dedicadas a procesar el algodón y el lino respectivamente. Ambas se establecieron en la época autárquica del primer franquismo, y es que no se podía importar, así que había que producir en el país. Pero es que además, hubo fábrica de hilaturas (Compañía Aragonesa de Hilaturas), de tejeduría (Textil Binéfar) y de confección. De esta última actividad se puede destacar Leather S.A., especializada en prendas combinadas de punto y piel que se comercializaron en todo el mundo y donde trabajaron unas 150 personas. También fue importante la empresa Gorras Villacampa, especializada en textil publicitario, que produjo elementos (especialmente gorras) para eventos de la NBA, Juegos Olímpicos, elecciones en varios países…

Sin embargo este sector no logró sobrevivir a la globalización y ha desaparecido en la actualidad.

-Binéfar, veo que también era tierra de artesanos o de oficios artesanales: los relacionados con el cuero, el calzado, el junco, la caña, la cestería, las esteras, las persianas… ¿cómo les fue porque todo lo relacionado más con “lo artesanal” es más sensible digamos a la externalización en fábricas muy automatizadas y donde se pone menos “mimo”?

-Este tipo de fábricas eran muy familiares y su producción estaba más bien orientada al mercado local. Como tú bien dices, tampoco sobrevivieron a la globalización y a la producción a gran escala, aunque todavía son recordadas con cariño.

-Luego estaba, veo, la industria del mueble que supongo, según voy viendo, puede venir de cierta vinculación con la carpintería de madera, la ebanistería, ¿qué nos puedes explicar?

-Claro, es que si los herreros fueron importantes por la demanda de aperos, también lo fueron los carpinteros por la demanda de madera para la construcción y de carros, mientras otros se decantaban también por la producción de muebles. Las neveras para hielo de las marcas “Pirineo” y “Morera”, construidas por las carpinterías Castellar y Esteban Morera se vendieron por todo el país. Además, este último fue fabricante de los vehículos denominados rubias, que eran vehículos deteriorados después de la guerra, a los que se construía una carrocería mixta de acero y madera.

-Las industrias gráficas que también podemos considerar, en su medida muy artesanales ¿cómo aparecieron y han ido evolucionando porque con la llegada de los ordenadores, aún de los primeros, fue de los sectores que más revoluciones sufrieron…cómo lo ves?

-Efectivamente, ese ha sido otro sector que ha sobrevivido a duras penas, aunque no ha llegado a desaparecer del todo. En Binéfar surgió para dar servicio a todas esas empresas que se establecieron y que necesitaban papel comercial, folletos, catálogos…

-¿Es, Binéfar y sobre todo fue, aún en tiempos en los que todo era como más difícil, una tierra de personas pioneras y visionarias?

-Es una cuestión complicada, yo afirmo que sí, y siempre hay quien me dice que no, que en realidad Binéfar lo que fue es una tierra de oportunidades. Y está claro que así fue, contar con estación de tren y estar bien comunicada por carretera fue fundamental para que se establecieran industrias de capital foráneo dispuestas a transformar los excedentes del regadío de la zona del canal de Aragón y Cataluña. Sin embargo, considero que no es normal la cantidad de emprendedores que surgieron de la población local y pienso que hubo una especie de “efecto contagio”. Eso se ve claramente con los talleres agrícolas, de los que he citado tres pero que fueron mucho más numerosos, y todos contaban con alguna patente que diferenciaba sus productos del resto. Creo que si ves que tu competencia cuenta con una producción propia, eso te estimula de alguna forma para crear tus propios modelos e intentar venderlos en el exterior. En cualquier caso, todos salieron adelante gracias a su propio esfuerzo, como algunos afirmaron, lo hicieron “a pesar de las administraciones”, y es que Binéfar nunca estuvo incluida en ningún plan de industrialización preferente o similar.

-Amiga la documentación, investigación y el buscar a personas que te contasen, te hablasen…debió de ser lo mejor en la realización de este libro, ¿no?

-Pues la verdad es que sí, parece que ya me estoy especializando en este tipo de trabajos en los que las entrevistas orales tienen una gran importancia, aunque lo cierto es que no me importa porque me encanta conocer el aspecto humano de los procesos, y es que no debemos olvidar que detrás de cualquier industria siempre ha habido personas emprendedoras y con visión, que arriesgaron algo más que dinero por sacar adelante sus proyectos. 

 

 

 

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