Cazarabet conversa con... Silvia Isábal Mallén, autora de “La industrialización de Binéfar.
Desde sus comienzos hasta 1975” (Centre d’Estudis Lliterans)
En este libro
escrito por Silvia Isábal Mallén se acerca a cómo
toda una comarca se va industrializando y cómo lo hace implicando al tejido
social y a la mano de obra.
Edita el libro la
Asociación de Empresarios de La Litera colaborando con el Centro de Estudios Literanos.
La autora ya
esturo con nosotros por el interesantísimo ensayo de investigación, Los que
se iban en septiembre, realizándole un Conversa con…:https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas2/losqueseiban.htm
Un libro que nos
permite hacernos una idea de la evolución, a la vez, de la economía aragonesa.
La
sinopsis de este libro:
La industrialización de Binéfar trata de la evolución económica y
demográfica que vivió Binéfar a lo largo del siglo XX. Beneficiada por sus
excelentes comunicaciones por ferrocarril y carretera, Binéfar se convirtió en
el lugar donde se establecieron las industrias encargadas de transformar los
excedentes agrícolas que se produjeron en su área de influencia una vez que se
hicieron palpables los efectos del regadío, y también de aquellas dedicadas a
fabricar la maquinaria que exigía la transformación del campo.
Algunas de estas
industrias tuvieron un alcance muy notable y llama la atención que fuera una
minoría la que contara con capital ajeno a la villa. Junto a este tipo de
empresas citadas, también hicieron su aparición otro tipo de industrias más
difíciles de justificar por las características de la zona, como textiles,
lejías, bebidas carbónicas o pinturas, fruto de una especie de contagio del
espíritu emprendedor que manifestaron los primeros industriales.
El caso es que gracias a ese dinamismo industrial, Binéfar pasó de los
1556 habitantes de 1900 a los 6925 de 1970, proceso que no ha terminado y que
nos ha llevado a superar los 10 000 recientemente. Sin embargo, la
estructura industrial ha variado mucho desde las primeras décadas del siglo XX.
La crisis del petróleo, la adhesión al Mercado Común Europeo, la crisis de la
agricultura tradicional y el cambio de los hábitos de la sociedad se encargaron
de hacer desaparecer gran parte de la industria tradicional, muy presente en la
villa, cediendo el protagonismo a una industria agroalimentaria basada en el
desarrollo ganadero que estaba en los inicios de su desarrollo y que terminó liderando
el sector.
El libro recorre
este trayecto justamente hasta 1975, entendiendo que la segunda etapa todavía
no ha concluido, y pretende rendir un homenaje a aquellos emprendedores cuyas
empresas permitieron el impulso demográfico de la población y sentaron las
bases del desarrollo presente. Hay también en él una cierta reivindicación,
pues Binéfar nunca aparece en los estudios de la industrialización aragonesa,
que suelen centrarse en Zaragoza y en aquellas poblaciones que fueron incluidas
en los Planes de Desarrollo Económico y Social.
Su
índice:
ÍNDICE
Presentación
Prólogo
Introducción
El problema de las fuentes
Parte I – Evolución económica de Binéfar
Capítulo 1: La economía hasta la construcción
del canal
1.1 Agricultura y ganadería
1.2 Industria
1.3 Comercio y hostelería
1.4 Importancia del ferrocarril
Capítulo 2: Llegada del regadío:
transformación social, estructural y económica de la villa (1906-1936)
Capítulo 3: La guerra y la posguerra en
Binéfar (1936-1954)
Capítulo 4: El fin de la autarquía y los años
de desarrollo (1954-1975)
Parte II – Las industrias binefarenses
Capítulo 1: Transformación de minerales no
energéticos y productos derivados
1.1 Productos de tierras
cocidas para la construcción
1.2 Fabricación de yeso
1.3 Piedra artificial,
losetas y elementos de hormigón
Capítulo 2: Industrias químicas
2.1 Pinturas
2.2 Jabones, detergentes y lejías
2.3 Aceite y grasas para uso
industrial
Capítulo 3: Industrias transformadoras de los
metales
3.1 Fundiciones
3.2 Fabricación de estructuras
metálicas
3.3 Construcción de carrocerías
3.4 Construcción de otros componentes
y accesorios para vehículos automóviles
3.5 Construcción de maquinaria
agrícola
Capítulo 4: Industrias de productos
alimenticios y bebidas
4.1 Fabricación de aceite de oliva
4.2 Fabricación de otros aceites de
semillas
4.3 Sacrificio, despiece de ganado y
productos cárnicos
4.4 Fabricación de productos lácteos
4.5 Preparación y conservación de
frutas y hortalizas
4.6 Elaboración de productos de
molinería
4.7 Fabricación de pastas alimenticias
4.8 Industria del pan
4.9 Industrias de la bollería,
pastelería y galletas
4.10 Transformación de forrajes para
alimentación animal
4.11 Elaboración de piensos
4.12 Fabricación de aguas gaseosas y
otras bebidas analcohólicas
4.13 Otras industrias alimenticias
Capítulo 5: Industria textil
5.1 Producción de fibras
5.2 Hilandería
5.3 Tejeduría y confección
Capítulo 6: Industria del cuero
Capítulo 7: Industria del calzado
Capítulo 8: Industria de la madera y la
fabricación de muebles
Capítulo 9: Fabricación de artículos de junco,
caña, cestería, esteras, persianas…
Capítulo 10: Industrias gráficas
Epílogo
Bibliografía
Cazarabet
conversa con Silvia Isábal Mallén:
-Silvia,
antes de meterte de lleno en analizar paso a paso el libro con
los avatares de la industrialización nos hablas del problema que has
tenido con las fuentes de documentación lo que debió de limitar mucho tu
investigación o al menos volverla más lenta y demás, ¿no?…-¿Por
qué se dio ese problema con las fuentes?-Pero el presente libro y el hecho de
que podamos estar conversando del mismo demuestran que venciste y no te
conformaste con las primeras trabas…
-El problema fue
que algunas empresas surgieron antes de la guerra civil o primera posguerra y
resultó imposible rescatar archivos o testimonios de esa época. Además, incluso
algunas de las permanecen en activo han cambiado de titularidad o de forma jurídica,
por lo que se ha perdido documentación empresarial. Al final, conseguir
información para realizar este libro fue como realizar un puzle, en el que
algunas informaciones llegaron a través de archivos, como el Archivo Histórico
Provincial de Huesca, el del Cellit o el municipal de
Binéfar, otras se obtuvieron del Registro Mercantil de Huesca, donde pude
consultar expedientes de sociedades ya extinguidas, y algunos datos se
obtuvieron de hemerotecas o anuarios. Desde luego resultó fundamental el
testimonio de propietarios y antiguos empleados, pero en alguna ocasión también
resultó complicado localizarlos porque ya residen ahora fuera de Binéfar. Fue
un proceso muy laborioso e incluso ahora me sorprendo yo misma de la cantidad
de información que obtuve, así que supongo que sí, vencí, algo que afirmo con
satisfacción.
-El primer capítulo era casi
inevitable que estando en La Litera lo dedicases mirando al agua y a ese canal,
el de Aragón y Catalunya que tanto ha dado a todos los sectores el
primario—agricultura y ganadería--; el secundario –de la industria—y el terciario,
dedicado al comercio y la hostelería, ¿no? Pero, además le haces un guiño a la
importancia, en todo esto del ferrocarril…
-Es que resultó
fundamental, y en Binéfar ni siquiera somos muy conscientes de lo que supuso,
porque la producción agrícola aumentó en toda la zona regable, pero la
industria asociada a ella se estableció en los pueblos que tenían tren. En ese
sentido, no hay más que mirar los datos de población, donde se observa que de
todos los pueblos beneficiados por el regadío, Alfarrás
y Binéfar, ambos con estación, fueron los que porcentualmente más crecieron.
Pero es que además, el hecho de tener tren también
favoreció la construcción de carreteras, ya que el Estado declaró prioritarias
aquellas que enlazaban zonas que carecían de ferrocarril con sus estaciones más
próximas, y eso hizo que la estación de Binéfar fuera la estación de referencia
de una amplia zona, lo que determinó también el auge del sector servicios.
-La
importancia de este canal se hace evidente con la gran importancia al poder
regar campos porque cabe la posibilidad de implantar el regadío, trayendo esto
toda una transformación ya no en los campos y en la producción y productividad
sino, también, en cómo lo siente el tejido social….
-Sí, sí, no
solamente se transformó la economía, sino también el tejido social. Por un lado llegaron gentes procedentes de otras zonas y, por otro,
desaparecieron lo que siglos atrás eran las clases dominantes. Estas, que
basaban su riqueza en la tierra, carecían de liquidez para acometer las obras
que exigía el regadío, por lo que fueron vendiendo sus fincas y muchas de ellas
acabaron viviendo fuera de la comarca. Ambos procesos dieron paso a una
sociedad muy dinámica y capaz de gestionarse por sí sola.
-Los regadíos en Binéfar en manos de quién
estaban y cómo se estructuraba la tierra…estaban en manos de unos pocos—que,
por tanto, necesitaban de mano de obra—o de muchos que tenían bancales no muy
grandes, reuniéndose y constituyéndose en cooperativas…
-Ya de lo que he
dicho antes se deduce que en general, la propiedad de la tierra se atomizó,
aunque pervivieron algunas grandes fincas que exigían gran cantidad de mano de
obra. De todas formas, el movimiento asociativo para acometer la modernización
del campo fue muy importante, y no solamente en Binéfar sino en toda la zona.
Un ejemplo muy interesante es el Grupo de Electrificación Rural de Binéfar y
Comarca, iniciativa pionera en España que llevó electricidad a las zonas
rurales, lo que fue fundamental para el desarrollo de la ganadería intensiva.
-¿Cómo
le fue a Binéfar desde la implantación del canal hasta el estallido de la
guerra de España?- ¿Cómo y de qué manera marca la guerra al devenir económico
de Binéfar?
-Yo personalmente
creo que Binéfar, en esa época, fue un pueblo que bullía, y es que había
servicios poco habituales para su número de habitantes: hoteles, fondas, dos
cines que emitían películas sonoras, teatros, varios centros educativos… El
número de comercios e industrias aumentaba sin cesar, y también se construía
por todos los lados.
-Después
de la guerra viene la posguerra que siempre es peor y después o con ella se
instaura la autarquía hasta el año 1954. ¿Qué transformación socio económica se
denota entre la población? ¿Se transforma de manera más evidente todo el tejido
socioeconómico con el desarrollismo? ¿cómo es y se siente en la
industrialización este período?
-Pues lo curioso
es que Binéfar no perdió vitalidad ni población, aunque es evidente que muchos
habitantes fallecieron y otros emigraron hacia Francia. Sin embargo, esas
pérdidas fueron compensadas por el movimiento migratorio que no cesó, aunque se
ralentizó por la falta de movilidad que impuso el gobierno de Franco. También
algunas industrias sufrieron daños, pero en general todas se repusieron tras
tiempo y esfuerzo. Además, se vio favorecida con las políticas autárquicas del
primer franquismo, por lo que fábricas de algodón, lino, o grasas industriales
(elementos que tradicionalmente se importaban), se establecieron en Binéfar.
Evidentemente fueron industrias que no tuvieron mucho recorrido ya durante el
desarrollismo, pero en esta época ese tipo de industrias fue sustituido por
otras relacionadas con la ganadería, que comenzaba su gran expansión. En
general, se puede afirmar que el tejido industrial de Binéfar se ha ido
adaptando a cada ciclo.
Ahora
entramos en materia de la industrialización de Binéfar…
-¿En
qué se basa la industrialización en Binéfar?, ¿en un primer momento es una
industrialización basada en lo que “daba la tierra” en forma de minerales:
yeso, los minerales cocidos para la construcción y otros que igualmente
iban dedicados a este sector ?,digamos que Binéfar parte, en un primer momento,
desde una industrialización muy primaria, ¿no?
-Efectivamente,
Binéfar parte de una industrialización primaria basada en una agricultura de
secano y en los utensilios que esta requería, muy orientada a un consumo local.
En ese sentido, había varios molinos de aceite, algunos herreros y carpinteros
que construían aperos agrícolas, algunos tejares, un fabricante de jabón y
varios hornos de «pan cocer». Aún así, en el último
cuarto del siglo XX ya había algún emprendedor ambicioso, como Antonio Esteve,
cuyos fideos y pasta para sopa de marca La Fama Aragonesa, se vendían en las
provincias de Lérida y Huesca. Sin embargo, el incremento de las producciones
agrícolas con el regadío, la cercanía de un mercado muy activo como era
Cataluña y, especialmente, las excelentes comunicaciones de Binéfar por tren y
carretera, fueron las que acabaron provocando que se asentara una industria más
sofisticada y orientada al mercado.
-Luego
esta localidad ya mira a los metales para transformarlos, mediante fundiciones:
¿cómo fue ese proceso y cuáles fueron los principales metales implicados? -¿De dónde venía la materia prima?.-Las fundiciones, ¿a qué
dedicaban los metales; era rentable?-Háblanos un poco de la gente que trabajada
en la metalurgia de Binéfar…- ¿qué queda de aquella industria?
-En la aparición
de las fundiciones tuvo mucho que ver la transformación de la tierra en
regadío. Esta necesitaba nuevos aperos como arados de reja y de vertedera, desterronadores, cortarraíces…
aunque con el tiempo fueron evolucionando hacia otro tipo de artículos como
hornillos, rejillas, ruedas, registros para alcantarillas… La materia prima se
importaba desde los altos hornos del País Vasco, que llegaba hasta Binéfar en
tren. Hubo tres fundiciones que estuvieron en activo de forma simultánea y
dieron empleo a más de 200 obreros, de los cuales la mitad aproximadamente eran
obreros especializados. Poco a poco y sin salir del mundo del metal y además de
las fundiciones, es interesante comprobar cómo la progresiva mecanización del
campo llevó a la aparición de numerosos talleres que no solamente vendían
diferente maquinaria, sino que en ocasiones desarrollaron modelos que
patentaron y vendieron por todo el país. Ejemplos notables, aunque hubo
bastantes más, serían la empresa Arados Lombarte o
JOMOCA y ESMOCA, que producían, de forma conjunta, el 90% de las cabinas de
tractor que se distribuían a lo largo de todo el país.
-La industria agroalimentaria llega
también a Binéfar y lo hace con fuerza—con tanta fuerza que todavía resuena
ahora--…en algunas cosas, personalmente, me ha sorprendido porque lo del aceite
de oliva lo doy por sentado, pero lo de extraer aceites de otras semillas, pues
no…
-La industria
agroalimentaria fue, como no podía ser de otra manera, la primera en destacar.
Sobre todo porque atrajo a capital foráneo para el
establecimiento de grandes industrias. La primera fue la fábrica de aceite de
la sociedad leridana Serra y Corderas, que ya en 1905 producía «aceites finos»
gracias al uso de una técnica completamente innovadora en el momento como eran
las prensas hidráulicas, aunque no fue la única fábrica de este tipo que hubo.
Y aunque os haya
sorprendido, la fábrica de aceite de semillas también tiene un origen lógico,
ya que nació en un primer lugar para el procesado de semillas de algodón, y es
que no debemos olvidar que en Binéfar estaba la desmotadora de algodón situada
más al norte del mundo. Cuando este cultivo entró en declive en la zona, fue
cuando se pasó a la fabricación de otros aceites de semillas, como el de
girasol, que comenzaba su desarrollo como alimento animal.
-Y
luego están los animales que dan productos cárnicos, más que nada ovino,
supongo…explícanos. --Veo que en Binéfar no se dejaba perder nada porque debía
de haber una manera de transformar los forrajes para la alimentación animal…y
de eso a la fabricación del pienso
-Aunque siempre
existieron pequeños molinos de pienso para la alimentación de los animales
domésticos, realmente la industria cárnica se desarrolló a partir de los años
60, y es que en esos años del desarrollismo se produjo una gran demanda de
carne que el Gobierno promocionó con diversas ayudas. Los agricultores binefarenses, al igual que los del resto de la comarca, se
lanzaron a por ellas y el entorno se llenó de granjas de todo tipo, lo que
terminó desembocando en la aparición de potentes industrias para el despiece y
comercialización de carne y embutidos, sin duda la más importante Fribin, que continúa siendo una seña de identidad de
Binéfar. Al mismo tiempo se transformó también la agricultura, que dejó
parcialmente de lado los cereales para dedicarse al cultivo de plantas para la
alimentación animal, lo que acabó provocando la aparición de potentes fábricas
de piensos. La existencia de la Lonja de Binéfar, que fija el precio del vacuno
para toda España, es la prueba palpable de la importancia de este proceso.
-¿Cómo
se defiende Binéfar en los productos lácteos estando rodeada, también de otros
lugares donde esto también se cultiva con mimo…son llamativos, por su variedad
y calidad, los quesos y hasta las leches frescas de ganaderías o pequeñas
explotaciones de Teruel, Zaragoza, Huesca y las comarcas vecinas de Catalunya…?
-Tal y como
explico en mi último libro, Los que se
iban en septiembre, el regadío trajo consigo la aparición de multitud de
viviendas diseminadas, en las que al principio se mantenía un estilo de vida
autosuficiente. Eso incluía la crianza de alguna vaca para producción de leche,
y pronto hubo empresarios que vieron que se podía comerciar con ella
enviándola, por tren, a fábricas de leche catalanas. Dado que era una actividad
muy interesante porque era relativamente sencilla (solían ocuparse de ella las
mujeres y los niños) y procuraba una importante liquidez, nadie se planteó la
posibilidad de fabricar ningún derivado lácteo salvo para consumo doméstico. En
realidad la industria láctea está representada en
Binéfar por la industria Lácteas Pirenaicas S.A., de capital catalán, que se
estableció para aprovechar precisamente el dinamismo de esas líneas de recogida
de leche y elaborar con ella la leche condensada de marca Marinete,
que tuvo una gran implantación en el mercado nacional.
-Estamos
en el sector primario y hemos hablado del regadío: ¿cómo va evolucionando la
producción y la productividad de diferentes productos aquí en Binéfar…sobre
todo, pienso, en las frutas y hortalizas…? pero veo que también Binéfar se
lanza a la manufactura de pastas fruto del cereal trigo, ¿cómo fue la
iniciativa? —y por supuesto el pan, la bollería, la pastelería y las galletas,
pero ¿tenía la elaboración de estos productos la pretensión de salir con
impulso de Binéfar?
-Las industrias
alimentarias se fueron adaptando a los cambios en la agricultura, por eso en un
principio, cuando el regadío únicamente pretendía ampliar la base cerealista,
las industrias estaban basadas en los cultivos tradicionales, como la harina de
trigo o el aceite de oliva, aunque en los años 30 ya hubo una conservera de
fruta a la que la guerra civil truncó su trayectoria. En cualquier caso,
estamos hablando de fábricas que desde el primer momento nacieron con una
vocación extralocal. En este apartado se podría
hablar de Galletas Valle, fruto del interés de un barbastrense que vio que en
Binéfar había una harinera que le suministraría la materia prima y un tren que
favorecería la expedición de sus productos por todo el país. Esta industria
llegaría a producir 500.000 k de galletas al año que llegaban a todos los
puntos del país y daba trabajo a unas treinta personas.
-Nos paramos en la molinería: ¿qué
diferentes molinos había en Binéfar?
-Desde comienzos
de siglo hubo varios molinos harineros movidos por electricidad. Sin embargo,
la gran industria dedicada a la elaboración de productos de molinería fue (y
es, pues todavía está en activo) La Harinera de Binéfar, inaugurada en 1921
gracias al impulso de varios accionistas zaragozanos y todavía hoy una de las
grandes harineras aragonesas, aunque ha habido varios cambios en su propiedad a
lo largo del tiempo.
-Veo que también teníais una fábrica
de aguas gaseosas, ¿qué distribución tenían? ¿Por qué en Binéfar la industria
alimentaria es tan importante?
-En Binéfar la
fabricación de gaseosas nació en 1904, año en que no había más de una decena de
este tipo de establecimientos en toda la provincia. Más adelante hubo tres
fábricas y las tres importantes: Isábal (la de mi
familia), Amorós y Hermanos Bordes. Entre las tres abarcaron prácticamente toda
la provincia de Huesca, dando trabajo entre todas a unas cincuenta personas.
En cuanto al
porqué de la importancia de la industria alimentaria, supongo que es lógico
siendo como estamos hablando de una zona eminentemente agrícola, aunque la
fabricación concreta de gaseosas escaparía a esta lógica, que solamente puede
explicarse por la feliz combinación de unos empresarios muy emprendedores que
aprovecharon la situación privilegiada de Binéfar en cuanto a comunicaciones,
que les permitía recibir fácilmente la materia prima por tren y distribuirla,
por carretera, al resto de las poblaciones de su entorno.
-¿Es a la par o
después se pasa a la industrialización que tiene más a ver con la manufactura
de detergentes, jabones, pinturas, lejías, aceites, grasas?; me preocupa, aquí,
un tanto, en aquellos primeros años, en la posible contaminación porque no
había los controles que hay ahora y aun así….-¿Cuánta gente pudo trabajar en
esta industria?; ¿qué queda de aquella industria?
-La fabricación
de lejía y jabones es una constante en la historia de Binéfar desde finales del
siglo XIX, y es realmente importante el número de pequeñas industrias de este
tipo que hubo a lo largo del siglo XX que fueron responsables de la existencia
de diversas marcas que tuvieron una distribución comarcal y provincial. Sin
embargo, la fábrica más importante de este tipo fue Industrias Dileco S.L., que embotelló la lejía El Conejo con una
producción diaria de 2000 litros dando trabajo a 15 personas.
En cuanto a las
grasas industriales y jabones, su fabricación fue consecuencia de la política
autárquica del primer franquismo, que obligó a utilizar el aceite de oliva para
la producción de grasas industriales. La antigua fábrica de aceite del
industrial Antonio Pueyo fue la responsable de la fabricación de jabones y
pastas esteáricas. Y uno de sus trabajadores, Domingo Grau, tomó el relevo en
la fabricación de jabones con su marca La Nave.
Respecto a la fabricación
de pinturas, la existencia de Pinturas Lepanto, otra de las fábricas en activo
con más proyección en Binéfar, fue iniciativa de un emprendedor, Alfonso Ruiz,
que conoció esta actividad en Zaragoza donde su hermano, antiguo trabajador del
ramo, quiso establecerse por su cuenta.
Salvo el caso de
Pinturas Lepanto, en el sector de las industrias químicas no estamos hablando
de grandes industrias, aunque en conjunto sí que suponía un sector de una
cierta importancia. Y aunque está claro que los controles no eran como los
actuales, sí había abundantes reglamentos de actividades molestas, insalubres,
nocivas y peligrosas que había que cumplir de forma obligatoria, ya que los
controles eran exhaustivos. En cualquier caso, no hay noticias de ningún tipo
de contaminación.
-El
sector textil también tiene su presencia en Binéfar: ¿cómo se manifiesta y cómo
ha ido logrando combatir la competencia tan bestial que ha ido sufriendo este
sector?
-El sector textil
tuvo gran importancia en todas sus facetas. Para empezar, hubo dos grandes
industrias de producción de fibras, como fueron Algodonera del Ebro e
Industrial Desfibradora Altoaragonesa, dedicadas a procesar el algodón y el
lino respectivamente. Ambas se establecieron en la época autárquica del primer
franquismo, y es que no se podía importar, así que había que producir en el
país. Pero es que además, hubo fábrica de hilaturas
(Compañía Aragonesa de Hilaturas), de tejeduría (Textil Binéfar) y de
confección. De esta última actividad se puede destacar Leather
S.A., especializada en prendas combinadas de punto y piel que se
comercializaron en todo el mundo y donde trabajaron unas 150 personas. También
fue importante la empresa Gorras Villacampa, especializada en textil
publicitario, que produjo elementos (especialmente gorras) para eventos de la
NBA, Juegos Olímpicos, elecciones en varios países…
Sin embargo este sector no logró sobrevivir a la globalización y
ha desaparecido en la actualidad.
-Binéfar, veo que también era tierra
de artesanos o de oficios artesanales: los relacionados con el cuero, el
calzado, el junco, la caña, la cestería, las esteras, las persianas… ¿cómo les
fue porque todo lo relacionado más con “lo artesanal” es más sensible digamos a
la externalización en fábricas muy automatizadas y donde se pone menos “mimo”?
-Este tipo de
fábricas eran muy familiares y su producción estaba más bien orientada al
mercado local. Como tú bien dices, tampoco sobrevivieron a la globalización y a
la producción a gran escala, aunque todavía son recordadas con cariño.
-Luego
estaba, veo, la industria del mueble que supongo, según voy viendo, puede venir
de cierta vinculación con la carpintería de madera, la ebanistería, ¿qué nos
puedes explicar?
-Claro, es que si los herreros fueron importantes por la demanda de
aperos, también lo fueron los carpinteros por la demanda de madera para la
construcción y de carros, mientras otros se decantaban también por la
producción de muebles. Las neveras para hielo de las marcas “Pirineo” y
“Morera”, construidas por las carpinterías Castellar y Esteban Morera se
vendieron por todo el país. Además, este último fue fabricante de los vehículos
denominados rubias, que eran
vehículos deteriorados después de la guerra, a los que se construía una
carrocería mixta de acero y madera.
-Las industrias gráficas que también
podemos considerar, en su medida muy artesanales ¿cómo aparecieron y han ido
evolucionando porque con la llegada de los ordenadores, aún de los primeros,
fue de los sectores que más revoluciones sufrieron…cómo lo ves?
-Efectivamente,
ese ha sido otro sector que ha sobrevivido a duras penas, aunque no ha llegado
a desaparecer del todo. En Binéfar surgió para dar servicio a todas esas
empresas que se establecieron y que necesitaban papel comercial, folletos,
catálogos…
-¿Es,
Binéfar y sobre todo fue, aún en tiempos en los que todo era como más difícil,
una tierra de personas pioneras y visionarias?
-Es una cuestión
complicada, yo afirmo que sí, y siempre hay quien me dice que no, que en
realidad Binéfar lo que fue es una tierra de oportunidades. Y está claro que
así fue, contar con estación de tren y estar bien comunicada por carretera fue
fundamental para que se establecieran industrias de capital foráneo dispuestas
a transformar los excedentes del regadío de la zona del canal de Aragón y
Cataluña. Sin embargo, considero que no es normal la cantidad de emprendedores
que surgieron de la población local y pienso que hubo una especie de “efecto
contagio”. Eso se ve claramente con los talleres agrícolas, de los que he
citado tres pero que fueron mucho más numerosos, y todos contaban con alguna
patente que diferenciaba sus productos del resto. Creo que
si ves que tu competencia cuenta con una producción propia, eso te estimula de
alguna forma para crear tus propios modelos e intentar venderlos en el
exterior. En cualquier caso, todos salieron adelante gracias a su propio
esfuerzo, como algunos afirmaron, lo hicieron “a pesar de las
administraciones”, y es que Binéfar nunca estuvo incluida en ningún plan de
industrialización preferente o similar.
-Amiga la documentación, investigación
y el buscar a personas que te contasen, te hablasen…debió de ser lo mejor en la
realización de este libro, ¿no?
-Pues la verdad
es que sí, parece que ya me estoy especializando en este tipo de trabajos en
los que las entrevistas orales tienen una gran importancia, aunque lo cierto es
que no me importa porque me encanta conocer el aspecto humano de los procesos,
y es que no debemos olvidar que detrás de cualquier industria siempre ha habido
personas emprendedoras y con visión, que arriesgaron algo más que dinero por
sacar adelante sus proyectos.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)