Cazarabet conversa con... Luis
Carlos Marco Bruna, autor de “Perro sin nombre” (Prames)
Prames llega a
editar el corazón palpitante de una narrativa libre, abierta, desmedida de
coartadas como debe ser… todo desde la pluma de Luis Carlos Marco Bruna.
La sinopsis del
libro:
Las páginas de perro
sin nombre nos sumergen en la obra océano que LCMB ha ido creando a lo
largo de su vida literaria. Con muy pocas palabras recorremos rincones
inesperados de cuentos tradicionales, paraísos escurridizos, lugares donde lo
imaginario y lo cotidiano confluyen en una suerte de naturalismo mágico, último
refugio posible para animales, fantasmas y plantas en fuga. El descenso
progresivo hasta las profundidades de este volumen nos lleva a un episodio de
la infancia del autor, al cuento que cierra y pone título al libro,
posiblemente la única vez en la que LCMB no llamó a alguien (o a algo) por su
nombre.
Fernando Martín
Pescador
Un libro,
pequeño, pero grande porque te hace sonreír, pero también te entristece y tanto
en una cosa como en otra las lágrimas pueden asomar a tus ojos lectores y eso
es de lo mejor que puede llegar a conseguir cualquiera que se dedica a la
creación literaria.
Es un libro de
historias entretenida… es como un puzle lleno de sorpresas, pero algunas son
sorpresas exquisitas escondidas detrás de años y años de tradiciones
encadenadas…
Cazarabet
conversa con Luis Carlos Marco Bruna:
¿Qué
te ha llevado a escribir este libro que parece un baúl de sorpresas en el que
hay una pizca de magia con mucha imaginación?
-Me parece que
más que escribir lo que he hecho es construir un libro. Muchos de los
relatos, aforismos o fabulaciones que aparecen en él ya estaban escritos. El
libro en realidad es un baúl, sí, tal como dices, o más bien un arca a la que
se han ido incorporando los animales y plantas (los que va dejando en su depredación
el ser humano), unos cuantos fósiles de compañía, reconocibles personajes de
cuento, monstruos muy profesionales que hacen guardia para que podamos
soñarlos, la muerte, algún familiar.... Así que se trataba más bien de acomodar
todo ese ecosistema imaginario, se trataba de ordenar, reescribir, retitular,
integrar textos nuevos y antiguos de forma que hubiera equilibrio dentro del
arca, que no se devoraran entre ellos, que el libro flotara, bogar sin hacer
agua hasta encontrar un lector al que abordar.
Un libro en el que mezclas un poco de
poesía, pensamientos, reflexiones, microrrelatos...
-Como dice Jesús
Cisneros en el prólogo, “el territorio del microrrelato es amplio y lleno de
hibridaciones”. En ese espacio podemos ubicar microficciones, aforismos, poesía
narrativa, teatro, titulares periodísticos, grafitis, ¡incluso chistes (ese
corredor sin retorno de un mal cuento)!… Abarca géneros tan dispares como el
policíaco o el terror gótico. La literatura breve puede ir desde el clasicismo
de las fábulas de Esopo o los bestiarios de Arreola o Monterroso al
vanguardismo experimental de Perec o Queneau. La dificultad de agrupar un
cuerpo de texto como el que propone perro
sin nombre radica precisamente en la combinación de desiguales, en su
integración antológica. Pero, como en una asociación de cultivos, se trata de
aprovechar la diferencia entre especies con la intención de crear sinergias,
controlar plagas (la vulgaridad, los lugares comunes), favorecer la
polinización (generar curiosidad, seducir al lector, ofrecer huecos para
imaginar), mejorar la calidad del conjunto y aumentar la belleza de forma
natural.
Se trata de un libro coral en lo
literario y en sus diferentes expresiones creativas.
-Es un libro
coral, sí. En el sentido de que hay un protagonista colectivo, la suma de
muchas voces (en su mayoría rupturistas), que buscan quizá impactar en nuestras
conciencias, que nos advierten de nuestras fragilidades. Esas voces llegan
desde muy distintos ángulos. Habla, por ejemplo, una tormenta algo inquieta por
no poder dejar de serlo. Hablan los compañeros de trabajo del monstruo de
Frankenstein en la cadena de montaje. Habla un actor porno con inclinaciones
poéticas. Habla la mierda porque ha tenido un mal día. Nos habla alguien desde
un paraíso donde lo cotidiano y lo imaginario se confunden. Una sabina
milenaria con planes de futuro. Nos habla un ladrido que cambia de perro con
frecuencia. Nos hablan las hormigas. Nos habla la muerte. Nos habla la memoria
de una infancia en proceso de expulsión. Creo que lo más importante a la hora
de escribir es encontrar un emplazamiento propio para expresarte y contar,
colocar tu yo creador en un lugar en el que no haya estado nunca antes nadie (o
casi nadie). Y no es tan difícil, pues en algo eres único: dentro de ti solo
estás tú.
Lo
que no lo hace exento de ser un libro que nos dé a los humanos en el corazón y
a la vez en la razón.
-El libro, quizá
sin pretenderlo, dibuja un escenario de desafecto con el mundo natural, refleja
la manera tan extraña que elige la humanidad para relacionarse con otras
especies, vegetales o animales. Apela a la conciencia y a la inteligencia y lo
hace sirviéndose del sentido del humor, un tanto ácido a veces, o tratando de
inquietar planteando situaciones insólitas, incómodas. Pero también apela a las
emociones desde la ternura o desde la memoria. Creo que podemos reconocer en el
libro elementos del realismo mágico aunque, en una vuelta de tuerca más al
calificativo, a mí me gusta utilizar la expresión naturalismo mágico, porque esa combinación entre cotidianeidad
reconocible y surrealismo se produce siempre en el libro con el escenario de la
naturaleza al fondo.
¿Se trataba un poco de eso? ¿Era esa
tu intención desde la escritura?
-No ha habido una
intención clara, dado que como ya he dicho el libro se gesta en diferentes
momentos a lo largo de mi vida literaria. Pero es interesante descubrir que hay
una base humanista, una sensibilización medioambientalista desde el principio
en mí. Al mismo tiempo siempre he considerado a la literatura (y en especial a
la poesía) precisamente una reserva de sensibilidad y creación incontestable,
inagotable, incodificable, un flujo de modernidad que nos conecta con lo más
antiguo y con lo más valioso que ha sido capaz de inventar el ser humano:
imaginar. Diría que de la combinación de esas inquietudes por un lado formales
(mi percepción de la manera de relacionarnos con nuestro entorno) y por otros
materiales (la experimentación literaria) surge lo que denominaría, sin ánimo
de resultar pretencioso, mi estilo.
¿Por qué perro sin nombre es como una especie de metáfora de todo aquello
que somos como puzzles humanos y no nos damos cuenta o no somos conscientes?
-Sí, creo que me
gusta pensar que perro sin nombre es
eso, una nítida fotografía de lo borrosos, confusos, velados e ininteligibles
que somos.
¿Este perro sin nombre al final te ha encontrado a ti tanto como escritor
como por ser humano?
-Sí. Para mí la
escritura en general y este libro en particular es el lugar donde reconozco lo
mejor de mí. Me caigo bien ahí.
¿Cómo fue trabajar con esa línea
narrativa de Las Tres Sorores que puso en marcha PRAMES?
-Tengo que dar
las gracias a todo el equipo de Publicaciones de PRAMES (no puedo concebir ya
otra puerta de entrada mejor al libro que la ilustración de portada de Ricardo
Polo) porque integrar un libro mío en una nómina de escritores entre los que
figuran Mariano Gistaín, Ángel Gracia, Giménez Corbatón, Javier Tomeo o Rosendo
Tello, por nombrar solo a algunos, es un honor. Creo que el editor, Rafael
Yuste, pone especial empeño en defender la línea narrativa y de poesía en el
catálogo de una editorial que nació especialmente diseñada para promocionar el
patrimonio natural e histórico aragonés y no tanto a autores de literatura
contemporánea.
¿Esta narrativa desde alguna
perspectiva te deriva y hace que nos lleves a todas y a todos de viaje a un
mundo mágico donde se entra y se sale de una especie de montaña rusa de
emociones y emotividades?
-La imagen de una
montaña rusa define bien el tipo de viaje que uno descubre al leer perro sin nombre. Es un viaje corto.
Emocionante (espero). Un sube y baja con aceleraciones vertiginosas y algún
brusco frenazo. Es un viaje en el que se produce de vez en cuando una fuerte
descarga de hormonas. Quizá también alguna indisposición. El viaje es legal. El
viaje es barato. Pero quizás no sea un viaje cien por cien seguro, pues me
gusta llevar al lector a lugares a los que de entrada no hubiera querido
llegar.
¿En qué estás trabajando ahora?
-A la escritura
hay que dedicarle tiempo, darle una mínima continuidad, dignificarla cada día
perseverando. Yo escribo sin urgencias y demasiadas cosas me seducen más que
escribir. No obstante observo, leo, me cuentan y a partir de ahí la pulsión
creadora se desata y fluye a través de la palabra escrita, así que siempre
tengo un cuento o unos versos en el horno. También me gustaría publicar una
novela corta que escribí hace unos años, Pasión,
una compilación epistolar que dialoga con el film En Passion de Ingmar Bergman en
la que tuve la suerte de trabajar junto a los ilustradores Jesús Cisneros y
Emilio Amella.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)