Cazarabet conversa con...   Maria Antònia Martí Escayol, autora de “Oro, piojos y ovejas. Imaginar la justicia ambiental” (Comares)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un libro, desde la pluma de María Antònia Martí Escayol que analiza como puede ser imaginar a la justicia ambiental desde la colección Ecorama de Comares.

La sinopsis del libro: El libro atiende a la dimensión estética del conflicto ecosocial y para ello presenta diversas muestras de creatividad que, a modo de narrativas de resistencia, tienen como objetivo restablecer la justicia socioambiental en un lugar que ha sido dañado. Se analizan así expresiones artísticas que combaten y revelan los sutiles mecanismos con los que se expande, oculta o invisibiliza lo tóxico, en un sentido amplio y desde diversas perspectivas. En el primer capítulo se aborda la dimensión estética de un movimiento que entre 2011 y 2014 se opuso al proyecto de explotación de una mina de oro a cielo abierto en la Comarca de Bergantiños y la Costa da Morte (Galicia). En el segundo capítulo se iluminan diversas producciones audiovisuales y musicales (de rap y punk) vinculadas a la contaminación por lindano en la ciudad de Sabiñánigo (Huesca), el epicentro ibérico de la movilización y de la cultura anti-lindano. En el tercer capítulo se aborda el diálogo que se ha establecido durante décadas entre la narrativa política, económica y literaria y la práctica de la ganadería ovina ecológica en Mallorca. El libro adopta diverses metodologías propias de las humanidades ambientales, en especial las vinculadas con los movimientos sociales, la historia ambiental, la justicia ambiental, la ecocrítica y la zoocrítica y es de interés para un amplio abanico de público interesado en el arte, la ecología y la protesta.

La autora, Maria Antònia Martí Escayol; Doctora en Historia, escritora, traductora y profesora titular en la Universitat Autònoma de Barcelona (desde el año 2000). Es especialista en humanidades ambientales, historia de la época moderna y cultura de Asia Oriental, y actualmente su trabajo gira en torno a la ecocrítica y las vinculaciones entre las prácticas estéticas y la justicia ambiental.

Ha sido investigadora, entre otros, en la Universidad de Sophia de Tokio (Japón), y profesora en la Truman State University de Misuri (EUA). Como escritora, algunas de sus obras de ciencia ficción, solarpunk y terror han sido traducidas al inglés, italiano, portugués y chino. En el año 2014 fue finalista del Premio Minotauro de Ciencia ficción y Fantasía. Ha traducido, entre otros, a la escritora y científica inglesa del siglo XVII Margaret Cavendish y a la historiadora de la ciencia Carolyn Merchant. También ha sido codirectora de la revista de género fantástico y de ciencia ficción MaMuT.

 

 

 

 

Cazarabet conversa con María Antònia Martí Escayol:

-Amiga, ¿qué te hizo acercarte a investigar e indagar sobre si se hace o no justicia ambiental y cómo se hace ésta tomando el pulso a varios ejemplos que se han dado en el Estado Español?

-Primero quiero decir que os estoy muy agradecida por la oportunidad y el espacio que me ofrecéis para hablar del libro que he publicado con editorial Comares.

Yo soy historiadora ambiental, en principio especializada en la época moderna (entre los siglos XVI y XVIII) y me interesé por el uso de argumentos de esta época moderna en los relatos de protesta ambiental contemporáneos. Pero fui estirando del hilo y vi una oportunidad para iluminar la totalidad de algunos movimientos que considero no han recibido el análisis que merecen. Así, indagué sobre el movimiento en contra una mina a cielo abierto en Sabiñánigo, las protestas contra la contaminación por lindano en Sabiñánigo y las propuestas de la asociación “ME ecològic” de Mallorca.

-Pero la justicia viene de la mano de la educación…es muy, muy difícil imaginar que pueda “imaginarse la justicia ambiental” si previamente y paralelamente, en el día a día, no hay educación ambiental...

-El eje que tomo para iluminar los tres casos es el arte, en un sentido amplio. Es decir, observo los modos en que en Sabiñánigo transforman sus voces de protesta en música, poesía o pintura. Es una perspectiva que toma métodos propios de las humanidades ambientales, y especialmente de la ecocrítica, y en su intersección con los estudios sobre movimientos sociales, que han sido desarrollados principalmente desde la sociología. Con las formas de protesta artísticas quienes organizan las protestas pueden llenar calles o plazas, exponen dónde ven el problema y simultáneamente llaman a la participación y a la acción y proponen soluciones. El “imaginar” viene de aquí, de la transformación de una reivindicación, una queja y una solución en imágenes, sonidos o versos, en utopías o distopias o en proyectos.

-¿En qué consiste  que un país y lo que es más importante su sociedad sienta que hay  y se aplica debidamente la justicia ambiental?

-Todo está afectado por relaciones metabólicas y éstas por relaciones de poder. Es decir, desde los cuerpos a las ciudades precisan absorber materiales y energías y también generan residuos. Las relaciones de poder provocan que en estos flujos las distribuciones no sean equitativas; la justicia ambiental es tanto un movimiento que observa y denuncia estas desigualdades como una disciplina que teoriza sobre las posibles soluciones. Una buena fuente para observar donde están estas injusticias y ver si se han reparado es el Atlas Global de Justicia Ambiental: https://ejatlas.org/

-Normalmente , son las plataformas ciudadanas que demandan de la justicia ambiental  porque ven que en su territorio se pretenden instaurar, por ejemplo---voy a poner ejemplos que he conocido--, vertedero minas a cielo abierto---de la que das el ejemplo en el primer capítulo---o de arcilla en nuestra tierras; megaproyectos de renovables, sean aerogeneradores o campos fotovoltaicos; Líneas de muy alta tensión o de alta tensión; o industrias altamente contaminantes como es la del lindano en el entorno de Sabiñánigo, piscifactorías---que aunque lo nieguen tienen un interrogante muy reciente detrás de la intoxicación en algunas localidades, como Tarazona y otros pueblos de alrededor,  por consumir agua de boca por causa de un protozoo—lo que quiero decir que es que es la ciudadanía la que ve que no es normal, levanta la voz, se informa, investiga ,indaga ,denuncia ,se moviliza ,lucha y las más de las veces pierde porque luchan contra gigantes, a la vez, amparados por Leyes de Utilidad Pública. O sea, si una obra es necesaria o se valora como necesaria para el conjunto de la ciudadanía…por mucho que se proteste, denuncie habrá poco que hacer…

-En efecto, estas luchas pueden verse como la de David contra Goliat. Cuando miramos los casos de injusticia ambiental lo que vemos son relaciones de poder, vemos abusos y desigualdades, vemos el monopolio no solo de energías y materiales, también de los discursos, los conocimientos y valores. Frecuentemente son luchas muy lentas y de larga duración, y podemos ver fracasos e incluso asesinatos. Pero también hay victorias. Y en ambos procesos se va ganando terreno, por ejemplo, para que cada vez seamos menos los que asociemos el progreso con la conquista de la naturaleza. Las luchas son importantes porque crean nuevas ideologías, alternativas, transiciones a nuevas sociedades.

Imaginemos qué pasaría si nadie se quejase o reivindicase, estaríamos en un mundo inhabitable. En este sentido, considero que tenemos que estar muy agradecidos a todas aquellas personas que se atreven a levantarse, que lo arriesgan todo y que ocupan el tiempo que seguramente no tienen en luchar por no solo su entorno, también por el de las generaciones futuras. También debemos de estar muy agradecidos a aquellos que durante años han dedicado su oficio a iluminar estos casos, incluidos quienes quizás no han dejado testimonio.

-A partir de ahí… ¿qué; qué nos queda por hacer frente a tanto mega proyecto? Porque reconstruir no se reconstruye sobre los entornos territoriales que se destruyen—al menos, los ejemplos que yo conozco--, además del impacto generado directo por la acción de una mina a cielo abierto—por ejemplo---y la extracción de las mismas por pistas, caminos y carreteras secundarias para nada acondicionadas a tanto tráfico de tanto tonelaje…

-Por suerte en un contexto de democracia podemos votar. Otro tema es que quienes tienen políticas ambientales en sus programas, y que en principio parecen honestas, cuando deben aplicarlas las conviertan en retórica verde, en lo que se denomina “greenwashing”, si usamos el anglicismo. Frecuentemente los proyectos de tinte ecosocial se ven constreñidos por todos lados, frecuentemente por el mercado. Considero que la única opción es apoyar a movimientos o activistas que sean realistas y con deseos de influir en un nivel político y legislativo. También es importante apoyar proyectos que realmente tengan un conocimiento real del territorio -desde su historia a su geología- y que tengan interés en adoptar una perspectiva decolonial y más que humana.

-Maria Antònia con todo hay gente que se reinventa y saca arte de estas situaciones, por ejemplo, con lo que explicas en torno a las iniciativas musicales en torno a la contaminación por lindano que ha afectado a Sabiñánigo. Con inspiraciones hacia la música rap o punk, estilos musicales diferentes, pero con una finalidad común la cultura anti-lindano… ¿qué crees que aporta esto al común de ésta y de otras luchas ecosociales en los que se empieza a hilvanar una estética…?

-En muchos de los casos de injusticia ambiental existe lo que la profesora Serenella Iovino denomina “injusticia cognitiva”, es cuando los humanos no pueden evitar los riesgos de la contaminación, porque no se les informa sobre donde están los residuos, que se invisibilizan, se ocultan, se dispersan y se filtran -y envenenan- lentamente. Los versos que hicieron en Corcoesto son ciencia, porqué hablan de tóxicos, de cianuro, de arsénico. O la música que pueden hacer por ejemplo el grupo de rap Hijos del Lindano, es radical, va a la raíz del problema, y tiene el poder de llegar mucho más directamente y lejos que lo que puede hacer un artículo académico o una conferencia. La música apela directamente a los sentimientos, con el descontento o la rabia, es una música revulsiva, que te impulsa a unirte a la lucha. Además, ellos tienen algo que me interesa mucho, que es la habilidad de hacer historia ambiental musicada, porque ellos integran en su música y en sus videos musicales las luchas de ecologistas y de activistas del pasado, también integran fuentes históricas, periodísticas o arquitectónicas; y realmente logran que lo tóxico te afecte. En sus videos musicales crean atmósferas en las que el espectador “nota” la toxicidad, se te remueve algo por dentro; igual que puede pasar con algunos documentales de Chernobyl, en los que las imágenes de radioactividad pueden acelerarte el pulso o hacerte llorar.  

-O por ponerte otros ejemplos ¿qué te parece esta inspiración de investigación artística que ha llegado por la contaminación del lindano  La contaminación por lindano del río Gállego inspira una investigación artística (heraldo.es) /  La DPH expone una investigación artística sobre la contaminación por lindano del Gállego y su proceso de recuperación (europapress.es) ?

-Son acciones que ayudan a visibilizar el problema. Existen diversas maneras de hacerlo. Una sería el caso de las luchas antimina de Corcoesto, donde los activistas, sin ser artistas de profesión, ni pintores, poetas o músicos, hacen arte, colaboran con artistas o animan a hacer arte para denunciar y proponer soluciones, es una propuesta de arte ambiental desde abajo. Después están otras propuestas impulsadas por los mismos artistas, que escogen como temática un tema o conflicto ambiental, y aunque están más desvinculados con el activismo o con un caso que requiera una actuación urgente, también le dan visibilidad. Considero que los artistas o los poetas son muy importantes, porque permiten recordar que todo concepto puede tener múltiples significados, son los guardianes de la crítica.

 

-Así de primeras, ¿qué “hoja de ruta” debemos intentar seguir; cómo y de qué manera porque todas las luchas eco sociales se llevarían a cabo, y de mejor manera, ¿con esa especie de entente…?

-Desde mi punto de vista, yo me sumaría a colectivos o agrupaciones que se dediquen a temas ambientales, y si no los hay crearlos. También podría recomendar autores y autoras que tengo como referencia, desde los clásicos a los más jóvenes. A mí me interesan Lewis Mumford, Donna Haraway, Carolyn Merchant, Alfred W. Crosby, Rosi Braidotti, Franco Berardi, Serenella Iovino, Marco Armiero o Stefania Barca; y en España tenemos las perspectivas de Manuel González de Molina, Martínez Alier, Ramon Garrabou, Miguel Ángel del Arco, Antonio Ortega, Antonio Herrera, Santiago Gorostiza o Mar Grau-Satorras. También recomendaría un par de revista, Ecología política (https://www.ecologiapolitica.info/), y ISLE: Interdisciplinary Studies in Literature and Environment.

 

 

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Cazarabet

Mas de las Matas (Teruel)

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