Cazarabet conversa con...   Eliseo Moreno Burriel, autor de “Revolución y contrarrevolución en los institutos aragoneses (1936-1939)” (Comuniter)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Eliseo Moreno Burriel se mete de lleno en los institutos de segunda enseñanza para enseñarnos cómo pasaron de ser unos profesores comprometidos a unos represaliados en muchas dimensiones.

El libro lo edita Comuniter en la colección, Es un decir.

La sinopsis: Este libro investiga con nuevas fuentes, y recupera con eficacia para nuestro presente, la historia del profesorado de los institutos de enseñanzas medias existentes en Aragón y de los posicionamientos y vicisitudes de sus vidas profesionales y personales desde la sublevación militar del verano de 1936 hasta el final de la guerra civil, para lo que reconstruye detalladamente la biografía anterior de todos los docentes, contribuyendo a explicar sus posicionamientos ante el golpe y durante los años de guerra, así como sus trayectorias posteriores a la consolidación de la dictadura, lo cual también ilustra con eficacia las características del sistema político franquista en sus primeras décadas.

Tanto por su concepción y propósito como por su método es una investigación original, por cuanto lo es de historia de la educación secundaria, menos conocida que la de la enseñanza universitaria y primaria, por lo general, que recoge una panorámica integrada de los 8 institutos existentes en las provincias aragonesas (Caspe, Calatayud, Goya y Servet en la capital, Huesca, Jaca, Barbastro y Teruel), su actividad, planes de estudio, función social y cultural, sin desatender su propia historia anterior; pero también es una minuciosa historia de la represión y de la depuración de los cuerpos docentes, de su reacomodo en las dos zonas en que quedó dividido el territorio aragonés por un frente vertical, de los diversos procesos de adaptación que se llevaron a cabo; constituye una perspectiva nueva, con algo de reportaje de concretas vidas vividas, de la violencia constitutiva del primer franquismo contra las personas y contra las cosas. Yo no he olvidado los cautelosos rumores que, en una lejana adolescencia, también turolense, advertían de que algunos profesores del Instituto habían sido fusilados atados a columnas de la plaza del Torico, remachados años después con la lectura de los diarios de Azaña en los que recogía, aterrorizado, la noticia que le habían hecho llegar de que habían sido fusilados por alumnos del propio centro. Aquí el lector no encontrará noticias ni rumores, sino un equilibrado y documentado tratamiento de este episodio.

Del prólogo de Carlos Forcadell

 

El autor, Eliseo Moreno Burriel:

Martín del Río, 1951. Estudió el bachillerato en el lnstituto Ibáñez Martín de Teruel y ha dedicado su vida profesional a la enseñanza desde que hace medio siglo obtuviera su título de maestro y hasta su jubilación como profesor en el instituto Conde de Aranda de Alagón. Licenciado en Historia por la UNED y Doctor en Historia por la Universidad de Zaragoza (2015), con una tesis doctoral dirigida por el profesor Ignacio Peiró, quien también le introdujo en componentes

básicos del método histórico visibles en esta publicación, que trató sobre Disciplina y Profesión: la Historia en la Segunda Enseñanza 1840-1940.

Entre sus diversas publicaciones en torno a temas de historia social de la enseñanza y la educación cabe destacar su libro Depurar y castigar. Los catedráticos de Geografía e Historia en los comienzos del estado franquista: 1936-1943 (2018), en el que ya recogía el impacto de la guerra civil en la situación personal y profesional del profesorado y estudiaba, y daba a conocer, 75 procesos de depuración esforzadamente localizados y documentados para el conjunto de la geografía nacional, circunscritos, en este caso, a los catedráticos de una sola disciplina.

 

La mayor parte de su obra escrita está dirigida hacia el campo de la educación como una síntesis sobre la historia del sistema educativo español titulada Historia de la Escuela Pública en España: Balance de dos siglos (2003); La Educación en la primera década franquista (1939-1951), comunicación correspondiente al IV Congreso de Historia Local de Aragón (2003); La Educación durante la Guerra Civil (1936-1939), jornadas organizadas por el Consejo Escolar de Aragón (2004). Del Estado educador a la escuela secuestrada: República, Guerra Civil y primer Franquismo, Jornadas Historia y Educación, Alagón (Zaragoza) 2013. La enseñanza de la historia a través de los catedráticos de Geografía e Historia de instituto, Actas del XII Congreso de la Asociación Historia Contemporánea (2015).

 

Ya hemos conversado con Eliseo Moreno en otra ocasión. Fue en 2018 sobre su libro “Depurar y castigar. Los catedráticos de Geografía e Historia en los comienzos del estado franquista (1936-1943).

Cazarabet conversa con... Eliseo Moreno Burriel, autor de “Depurar y castigar. Los catedráticos de Geografía e Historia en los comienzos del Estado franquista (1936-1943)” (Institución Fernando el Católico)

El libro puede descargarse en la Biblioteca Virtual de la Institución Fernando el Católico:

Institución Fernando el Católico - Ver publicación

Y recordamos que estuvo presente en el I Congreso de Historia Local Aragonesa que se celebró en Mas de las Matas en julio de 1997. Presentó entonces una comunicación publicada con el título “Desorden en el campo: análisis de la sociedad rural turolense desde la sublevación anarquista de 1932 hasta la insurrección de 1933”.

Estas son las comunicaciones presentadas por Eliseo Moreno Burriel en los primeros años del Congreso de Historia Local Aragonesa:

1º Congreso Historia Local Aragonesa 1997: Desorden en el campo: análisis de la sociedad rural turolense desde la sublevación anarquista de 1932 hasta la insurrección de 1933

2º Congreso Historia Local Aragonesa 1999: Desorden en el campo. Análisis de la conflictividad en la sociedad rural aragonesa durante el Bienio negro

4º Congreso Historia Local Aragonesa 2003: La educación en la primera década franquista (1939-1951)

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Eliseo Moreno Burriel:

-Eliseo, ¿qué es lo que te empujó a la escritura de este libro?

-El origen del trabajo está en la tesis doctoral que defendí en 2015 en la Universidad de Zaragoza dirigida por el catedrático-doctor Ignacio Peiró. Dicha tesis versaba sobre la enseñanza de la historia en los institutos españoles desde la implantación del sistema educativo en 1845. De aquella tesis surgió mi anterior libro Depurar y castigar. Los catedráticos de Geografía e Historia en los comienzos del Estado franquista (1936-1943). Todo esto para indicar que después de estos trabajos me había ido especializando en el profesorado de los institutos de segunda enseñanza y en el periodo clave de la Segunda República, la Guerra Civil y el primer franquismo: carreras profesionales, posicionamiento ante el reformismo del quinquenio republicano, depuraciones, consecuencias. Así, pues, me concentré en el territorio aragonés durante el crucial periodo comentado, porque sorprendentemente, no había nada hecho y comprendí la oportunidad de aplicar todo lo anteriormente aprendido para darle luz a dicho periodo en Aragón

-¿Muchos maestros y profesores de segunda enseñanza de los institutos aragoneses hicieron primero la revolución para después pasar por la contrarrevolución?

-No es tan sencillo. Los profesores, como toda la sociedad española se vieron enredada en la vorágine desencadenada por el golpe de Estado dado por los militares en julio de 1936. El profesorado de segunda enseñanza (como se le denominaba entonces) era mayoritariamente conservador, como indican todos los estudios llevados a cabo con el profesorado. Para comprender lo que pasó hay que ir al momento en que se proclamó la Segunda República. Fue este periodo un momento de gran intensidad política en todos los aspectos, pero especialmente en la educación porque los reformistas republicanos que estuvieron al frente comprendieron que una de las reformas más importantes era la de la educación, y, se pusieron a ello desde el día uno de la República. Esto obligó a todos los profesores a resituarse ante las reformas que se avecinaban. Básicamente surgieron tres posturas: Los favorables a las reformas, los conservadores refractarios a las mismas y los que se situaron en la zona gris que fueron hacia lo que hemos denominado la zona gris. Cada uno de estos grupos, a su vez, no era monolítico, sino que ofrecía diversos posicionamientos. A título de ejemplo, el los profesores del grupo de los conservadores adoptaron diferentes posturas ante el reformismo republicanos: Unos optaron por la hibernación como forma de acción política, otros prefirieron seguir activos en política alineándose con los partidos conservadores para luego ingresar en los partidos protofascistas o en tránsito hacia la fascistización, y otros con mayor comprensión a las reformas que colaboraron con las mismas hasta que el estallido de la guerra puso fin a esta colaboración. Luego el golpe de Estado, y la guerra desatada, complicó todo y cada uno tuvo que tomar decisiones en función de su propia ideología y el bando en el que quedó ubicado cuando los frentes se estabilizaron.

-Una contrarrevolución que se desarrolla o desemboca, mejor dicho, en las represalias y en la depuración, ¿verdad?

-Con la guerra la educación se convirtió en una herramienta más de la lucha contra el otro bando. Los dos bandos se apresuraron en tomar medidas que los distinguiera claramente de los otros. Los militares quisieron eliminar todo el sustrato institucionista que soportaba las reformas educativas y volver a la tradición, al conservadurismo, a la religión y al elitismo de la segunda enseñanza. La vuelta a los valores tradicionales representados por la lucha contra la modernidad se inicia la contrarrevolución que iba acompañada por la separación de la docencia de aquellos más comprometidos con el reformismo y la aplicación de diversas sanciones a aquellos que se consideraban recuperables para el Nuevo Estado

-¿Por qué el sector de la docencia era tan afín a verse involucrado en el activismo político?

-Como he comentado más arriba, el colectivo de profesores era mayoritariamente conservador. Si hacemos una disección del grupo veremos que los catedráticos militaban mayormente en el grupo más reacio a las reformas mientras que los más jóvenes, ingresados muchos de ellos en la enseñanza en tiempos de la República eran más sensibles a las reformas y constituyeron el grupo más activo políticamente afiliándose a los partidos de centro como Izquierda Republicana, y más a la izquierda como el Partido Socialista o, incluso, el Partido Comunista, pero estos dos grupos eran muy minoritarios.

-¿Y cómo era esa implicación de los profesores de la segunda enseñanza en Aragón desde la proclamación de la Segunda República hasta el año en el que el golpe de Estado Militar hace que estalle una guerra de tres años?

-Aragón no fue diferente al resto de territorios en lo que se refiere al posicionamiento del profesorado ante el reformismo propuesto por la República. Uno de los catedráticos de instituto más conocidos a la llegada de la República era Miguel Allué Salvador, catedrático de Lengua Española y director del instituto provincial de Zaragoza (Aún no se llamaba Goya). Había tenido una sólida formación, había disfrutado becas de la JAE, durante la dictadura de Primo de Rivera había desempañado importantes cargos públicos entre los que destaca el de alcalde de Zaragoza entre 1927 y 1929. Con la proclamación de la República quedó tan traumatizado por el brusco cambio de la sociedad española que dimitió como director del instituto, negándose a seguir a pesar de las numerosas insistencias de sus compañeros, optando por el retraimiento a un segundo plano, alejado de toda acción pública.

-¿Cómo vive el profesorado el período de la Guerra Civil Española?

-El profesorado de secundaria, objeto de este trabajo, lo vivió como el resto de la sociedad española, como una tragedia en la que se vieron envueltos por lo que tuvieron que deseñar estrategias para el futuro. Sin embargo, no significó para todos lo mismo. Para los que tuvieron la suerte de estar ubicados en el bando que correspondía a su ideología, supuso una ventana de oportunidades que les llevó a desempeñar su labor profesional sin problemas, e incluso la posibilidad de ser nombrado para cargos públicos con los que defender sus ideas. Para lo que estaban en la situación contraria, representó la entrada en una carrera de sufrimientos, persecuciones, expulsión de la docencia, prisión, o incluso la muerte, como sucedió con tres de ellos, dos en el instituto de Teruel y uno en el de Huesca. En el instituto de Teruel fueron asesinados por las milicias fascistas el director, Joaquín de Andrés Martínez, director del instituto y presidente de Izquierda Republicana en Teruel y Germán Araujo, secretario del mismo y militante socialista y de la UGT.

-¿Presenta Aragón algunas particularidades que no se dan en otros lares que viviesen los mismos acontecimientos, aunque seguramente de otra manera?

-Efectivamente, nuestra tierra presenta algunas particularidades que también nos animaron a llevar a cabo la investigación

La primera que viene a cubrir un vacío de la historiografía aragonesa sobre la segunda enseñanza durante la Segunda República y la Guerra Civil: centros, enseñanzas, profesorado, depuración, repercusiones de la guerra para el profesorado, carreras exitosas, exilio interior y exilio exterior definitivo. Un tramo de la educación que ha suscitado menos investigación hasta ahora que los otros tramos como la Primaria y la Universidad.

La segunda que se trata de un enfoque regional novedoso en la historiografía nacional sobre la segunda enseñanza en un territorio dividido en dos zonas de guerra enfrentadas militarmente durante gran parte de la contienda civil, lo que nos permite observar desde una perspectiva global la evolución de la segunda enseñanza en las dos zonas enfrentadas y administrada desde Burgos/Vitoria/Zaragoza en la zona nacional y desde Madrid/Valencia/Caspe en la zona republicana

La tercera que en la zona republicana aragonesa la educación primaria dejó de estar dirigida durante un tiempo desde las instituciones gubernamentales para ser gestionada, primero por una comisión escolar creada a toda prisa por el Ministerio de Instrucción Pública, y después por el Consejo de Aragón, ambos con sede en Caspe. La secundaria fue gestionada directamente desde el Ministerio de Instrucción Pública, aunque la lejanía del territorio y la cercanía de los frentes ralentizó dicha gestión.

La cuarta que en esta tierra se produjo durante la guerra la única ocasión que un instituto nacional pasó estar de manos franquistas a ser gestionado por la República. Fue el instituto de Teruel tras el ataque del ejército republicano a esta ciudad.

-Todo depende, seguro, amigo, de los lugares en los que los golpistas “ganaron la plaza” antes o después, ¿no? ¿qué sindicatos y /o partidos políticos imperaban entre la filiación del colectivo docente?

-Con respecto a la militancia política del profesorado de segunda enseñanza, señalamos que la ideología y el compromiso político eran mayoritariamente conservadores. Muchos de ellos se habían incorporado a la política durante la Dictadura de Primo de Rivera. Desde la plataforma de la Unión Patriótica se habían catapultado al desempeño cargos políticos, generalmente en el marco local o provincial y, tras la proclamación de la República, algunos eligieron el retraimiento de la política para concentrarse en la enseñanza. Otros, por el contrario, eligieron opciones muy conservadoras que fueron derivando hacia posiciones en tránsito hacia la fascistización.  Este último grupo de fue radicalizando a medida que avanzaba el quinquenio hacia posiciones cercanas a la fascistización confluyendo en los partidos que representaban esta opción política como Falange Española. También tuvieron importancia en este grupo otras opciones conservadoras como el Partido Radical, la CEDA y otros.

De forma paralela, durante la República fue apareciendo una nueva generación de profesores más comprometida con las reformas sociales y educativas que veían necesarias para la modernización de la sociedad española. En este grupo tuvo un atractivo especial Acción Republicana, liderada por Manuel Azaña que luego se convirtió en Izquierda Republicana. Un partido de clases medias, intelectuales, profesiones liberales, docentes y otros grupos ilustrados. También tuvieron atractivo, mucho menor, el PSOE y el PCE.

Por lo que se refiera a la militancia sindical, antes de la guerra no existía prácticamente esta militancia ya que la mayoría que optó por algún tipo de afiliación lo había hecho por la Asociación de Catedráticos de Instituto y otras asociaciones de profesores que agrupaban a profesores de una disciplina. Con la guerra todo cambió. La Asociación de Catedráticos se disolvió y recomendó la afiliación al sindicato socialista FETE-UGT, aunque no de forma automática, sino que cada profesor tenía que solicitar el ingreso, que se le concedía inmediatamente. En la misma dirección siguieron la mayoría del resto de asociaciones: Sindicato Nacional de Formación Profesional, Sindicato Nacional de Inspectores, Sindicato de Profesores de Escuelas Normales, Asociaciones de Inspectores, Asociación de Licenciados y Doctores, Asociación de Profesores Titulares de Dibujo. La guerra convirtió a la FETE en el sindicato mayoritario de la segunda enseñanza.

Solo unos pocos profesores optaron por la CNT, la gran competencia sindical de la UGT. El sindicato anarquista había creado durante la guerra su sección de enseñanza. A este sindicato se fueron afiliando los profesores más conservadores, alguno de los cuales militaban en alguno de los partidos de ultraderecha. Ejemplo de lo que decimos lo constituye la catedrática de Dibujo Julia Gomis Llopis, titular en el Instituto de Teruel, pero en comisión de servicios en el Instituto-Escuela de Valencia, creado por la República, era hija de un veterano carlista y ella misma seguidora del tradicionalismo político. Este grupo de profesores no querían ser visualizados como afiliados al sindicato socialista por lo que optaron por la otra única opción, la CNT, donde fueron recibidos sin ningún tipo de problemas.

 

-Los profesores afines a las posiciones más conservadoras fuesen militante so no de partidos políticos, cómo solían compartir aulas con los posicionados justo en las antípodas; cómo era la convivencia antes de que estallase la guerra

-Antes de la guerra la convivencia en los centros era, en líneas generales buena. El cuerpo de profesores vivía un buen momento desde el punto de vista profesional porque se habían ampliado mucho los centros, lo que había conllevado el aumento significativo del número de profesores. Todo ello aumentaba las posibilidades de movilidad para conseguir mejores destinos. La República emprendió un plan de construcción de centros en toda España, pero tuvo mucho interés en mejorar la segunda enseñanza en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla o Zaragoza. En estas ciudades se crearon nuevos centros para los que dispusieron poner los profesores más motivados para las plantillas de nuevos centros, para lo cual establecieron dichas plazas en comisión de servicios con un concurso de méritos preparado por el Ministerio de Instrucción Pública. Esto significó que algunos profesores de los institutos de Aragón estaban en comisión de servicios en dichos institutos cuando se produjo el golpe de Estado de los militares. 

Se multiplicaban las oposiciones para acceder a la catedra. Algunos ejemplos nos corroboran lo dicho. En el instituto Goya, tras la proclamación de la República se nombró a un muevo equipo con el que colaboró todo el claustro, incluidos profesores del ala conservadora como Benjamín Temprano o Miguel Allué.

Sí tenemos registrado algún incidente en el instituto de Calatayud entre el director, Cipriano Aguilar Esteban y el profesor claretiano Daniel Ruiz Bueno, ya que este sufrió ataques personales por parte del director sin que podamos entender el origen de dichos ataques. En este mismo centro, el director fue encarcelado brevemente tras las elecciones de febrero de 1936, pero solo estuvo encerrado unos días, saliendo sin ningún tipo de acusaciones y repuesto en la dirección el centro.

Donde sí hubo problemas fue en las localidades de Barbastro y Caspe en el momento de la creación del instituto por la falta de locales adecuados para el centro lo que obligó a los Ayuntamientos a entrar en conflicto con los religiosos que ocupaban edificios públicos obligándoles a desalojarlos lo que trasladó el conflicto a la población al haber vecinos a favor y en contra de tales medidas. En Barbastro el único edificio adecuado para la ubicación del instituto era el seminario de los Paules regentado por los claretianos de la localidad. El consistorio alegó que el edificio era de propiedad municipal, aunque estaba usufructuado desde hacía muchos años por la Iglesia. Personado el ayuntamiento en el local se les dio 10 días para el abandono del local, cosa que no hicieron por lo que fue incautado por el Ayuntamiento, con asalto incluido, la noche de 1 al 2 de agosto de 1933.

Algo parecido pasó en Caspe. Tras la concesión provisional del Ministerio para la creación de un instituto, no disponía de local adecuado. Igual que en Barbastro el único edificio que podía ser utilizado sin demora era el de los Franciscanos donde estaban desde 1889 por una concesión municipal. El Ayuntamiento declaró nulo el contrato contraído, pero los frailes rechazaron el acuerdo lo que aumentó la tensión en el municipio con manifestaciones a favor y en contra que llevaron a detenciones y la intervención del Gobernador Civil.  Ante la negativa de los Franciscanos a desalojar el local tras cumplirse el 30 de julio el plazo de tres días dado por el Ayuntamiento, se presentó ante el edificio el alcalde de Caspe una comisión del Ayuntamiento acompañada del capitán de la Guardia Civil para intentar hacer cumplir el acuerdo municipal. Como la noticia corrió por el pueblo, grupos de manifestantes que apoyaban al Ayuntamiento y otros que les gritaban acudieron al lugar lo que produjo una situación muy tensa que obligó a desistir a los representantes municipales. Finalmente consiguieron desalojar a los frailes y ya con el edificio disponible fue creado por OM del MIPBA de 4 de junio de 1932[1][1], siendo inaugurado el 11 de noviembre.

Otros incidentes que tenemos registrados ocurrieron en el instituto de Jaca entre un profesor del centro afiliado al Partido Comunista y algunos oficiales de la guarnición de Jaca.

Como vemos los incidentes registrados casi siempre fueron por motivos ajenos al funcionamiento del centro.

-¿Y en cuanto estalla? ¿cómo va evolucionando esa relación?

-El golpe militar trastocó todo el entramado de la educación aragonesa y Por lo que respecta al profesorado obligó a todos a tomar decisiones que tuvieron mucho que ver con su posicionamiento ideológico, así como con la zona en que quedaron ubicados cuando los frentes se estabilizaron

Conservadores o reformistas tuvieron que tomar distintas decisiones en función de la zona en la que quedaron tras el fracaso del golpe de Estado. Conservadores en zona republicana y reformistas en zona nacional fueron los perdedores de un juego en el que quedaron atrapados con funestas consecuencias para algunos de ellos. Conservadores en zona nacional y reformistas en zona republicana pudieron vivir sin el temor a represalias, abriéndose para ellos una ventana de oportunidades que se tradujo en el desempeño de cargos educativos o políticos en su zona respectiva. Naturalmente fue mucho mejor para los ubicados en la zona franquista que en la zona republicana que tuvieron que ir adaptándose a la reducción del territorio, así como a la derrota final del ejército republicano

Los conservadores en zona nacional buscaron la ventana de oportunidades que les ofrecía la nueva situación. La mayoría de este colectivo se reactivó de forma inmediata tras el golpe de Estado, ingresando en organizaciones como Acción Ciudadana o Falange ofreciendo su colaboración a los sublevados desde los primeros momentos lo que les permitió acceder a puestos políticos de gran responsabilidad.

En este grupo podemos encontrar a personajes como Miguel Allué Salvador que ya había desempeñado cargos durante la Dictadura de Primo de Rivera: jefe provincial de la Unión Patriótica; diputado de este partido (1927-1929); alcalde de Zaragoza (1927-1929); director general de Enseñanza Superior y Secundaria del Ministerio de Instrucción; delegado del gobierno en el Congreso Internacional de Enseñanza Media de Bucarest, 1929. Nada más consolidarse el golpe en Zaragoza se reactivó políticamente, afiliándose a Falange y poniéndose al servicio de los militares que lo premiaron con importantes cargos: director del instituto Goya, presidente de la comisión D depuradora del Magisterio de la provincia de Zaragoza y presidente de la Asamblea Nacional de Academias oficiales de Artes y Letras de España en abril de 1937. 

En Teruel, Andrés Vargas Machuca, también se reactivó poniéndose rápidamente al servicio de los militares que lo nombraron presidente de la Diputación de Teruel.

En Huesca, el catedrático de Geografía e Historia y falangista, Juan Tormo Cervino, hijo de que fue ministro de Instrucción Pública Elías tormo en el gobierno Berenguer se puso rápidamente al servicio de los militares que lo nombraron director del instituto desde diciembre de 1936, presidente de la comisión D depuradora del Magisterio primario y concejal del Ayuntamiento de Huesca.

Los conservadores en zona republicana tuvieron que tomar decisiones para sobrevivir en un medio que fue muy hostil para ellos. Aunque su primera decisión fue la de no colaborar con el programa reformista, esto suponía ponerse en la diana de la represión, por lo que algunos decidieron no señalarse cumpliendo de forma correcta el puesto de trabajo, pero sin desempeñar ningún tipo de cargos de confianza, o tratar por todos los medios de rechazarlos, siempre que fuera posible.

Antonio Carsi Zacarés, catedrático de Matemáticas del instituto de Calatayud, en comisión de servicios en el instituto Quevedo de Madrid en el que desempeñaba el cargo de subdirector. Al quedar el director en la otra zona, el Ministerio decidió nombrar para el puesto a Gabriel León Trilla que tampoco ejerció porque el partido Comunista le encomendó diferentes cometidos en defensa del Frente Popular. Entonces la dirección recayó sobre Carsi, pero tampoco la ejerció porque para evitarlo se trasladó motu propio a San Juan (Alicante), donde pasó el resto de la guerra, con el argumento de recuperarse de una lesión en su pie izquierdo. Este abandono de su destino tuvo como consecuencia su destitución en el cargo de director y cese en el de catedrático el 5 de octubre de 1936 acusado de desafección a la República.

Julia Gomis Llopis, catedrática de Dibujo y militante de la Comunión Tradicionalista fue separada de la cátedra acusada de enemiga de la República. En septiembre de 1936, se afilió a la CNT “para obtener carta de trabajo y poder circular libremente. Durante la guerra sufrió dos registros de las milicias que operaban en Valencia, según relata en su declaración jurada ante la comisión de depuración, el primero de los cuales fue acompañado de robo de alguna de sus pertenencias que no detalla, llegando a temer por su vida.

Los profesores comprometidos con el reformismo republicano que quedaron “atrapados” en la zona controlada por los militares sublevados tuvieron que diseñar estrategias para sobrevivir en un medio hostil, aunque para tres de ellos no fue posible porque fueron víctimas de la brutal represión de las milicias de primera hora. Los demás tuvieron que sufrir una dura depuración docente.

De este grupo salieron los fusilados por las milicias de primera hora, dos en Teruel, el director, Joaquín de Andrés, militante de Izquierda Republicana y German Araujo, catedrático de Matemáticas y militante del PSOE. La misma suerte corrió Jesús Gascón de Gotor, militante de Izquierda Republicana y profesor en el instituto de Huesca.

También pertenecían a este grupo salieron los veinte docentes que fueron suspendidos de empleo y sueldo por la Junta Técnica del Estado de Burgos a propuesta del rector Calamita. Todos ellos tuvieron una mala experiencia con el proceso, y solo dos, tras muchas vicisitudes y años de frustración, pudieron recuperar la cátedra, sin sanción. Nueve de ellos fueron expulsados definitivamente. El resto recibió diversas sanciones, aunque pudieron recuperar la cátedra tras largo calvario

A este grupo pertenecen Anselmo Gascón de Gotor, Miguel Labordeta Palacios, Felipe Castiella, maestro de la sección preparatoria del Goya y los catedráticos de Huesca implicados en el denominado asunto del sello Jesús Mendiola, Emilio Español y Pedro Pérez Gómez, Juan Bonet Bonell, Juan Cruz Melero Mateo, profesor de Dibujo de Calatayud; Enrique Díez Canedo.

El listado incluye 177 profesores de todas las categorías distribuidos entre los ocho institutos: 50 profesores del instituto Goya; 35 del Miguel Servet; 20 pertenecientes al Ramón y Cajal; 18 del de Teruel; 19 del Primo de Rivera de Calatayud; 10 de Jaca, 8 de Barbastro y 17 de la plantilla del de Caspe.

Este listado incluye: Los profesores que pudieron presentarse en sus institutos al comienzo del curso; Los profesores contratados durante la guerra en uno y otro bando; Los profesores de plantilla de estos institutos que se encontraban en comisión de servicios en Madrid, Barcelona o Valencia; Los profesores que no pertenecían a ningún instituto de Aragón, pero estaban pasando las vacaciones estivales en sus casas familiares y no pudieron presentarse a sus destinos por encontrarse en la otra zona por lo que fueron asignados a un instituto aragonés. Este sería el caso de José Manuel Alda Terán, con destino en Manresa destinado al instituto de Calatayud; Manuel Marín Peña con destino en Lérida, destinado al instituto de Calatayud; José Esteban Ciriquian con destino en Soria, destinado al instituto Goya y Ángel Novella, con destino en el instituto de Caspe y destinado al de Teruel

-Coméntanos, ¿cómo fue y se desarrolló de depuración de depuraciones porque el mundo docente la padeció y mucho, ¿no?

-La depuración docente fue una forma de represión dirigida al profesorado de todos los tramos educativos que fue llevada a cabo por los dos bandos con objetivos y fines distintos. La depuración de funcionarios no era algo nuevo en el devenir histórico español. Con diversas formas o fines se había venido practicando en la España Contemporánea para apartar de la función pública a aquellos servidores públicos que no comulgaban con las directrices del poder recién establecido. Seguramente, la primera depuración de la historia contemporánea española, fue llevada a cabo por Fernando VII en 1823 tras la recuperación del poder por la intervención de las tropas francesas

La republicana fue ejercida desde el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes con el fin de separar de la cátedra a todos aquellos que habían participado, amparado o justificado el golpe de estado, una depuración que empezó siendo una forma más parecida a las formas tradicionales de depuración del funcionariado en los momentos de ruptura del consenso constitucional practicadas en la España Contemporánea, pero que  fue alcanzando cotas más ambiciosas y politizadas a partir de septiembre tras el nombramiento del comunista Jesús Hernández como ministro de Instrucción Pública en el gobierno de Largo Caballero, y con mucha menor intensidad a partir del ministerio del cenetista Segundo Blanco desde abril de 1938.

La depuración republicana

En la zona republicana la educación se convirtió en un arma de guerra con la que consolidar el ideario político antifascista. Tuvo tres fases correspondientes a los ministros de Instrucción Pública del gobierno republicano durante la guerra

La primera fase se llevó a cabo bajo la dirección del ministro Barnés Salinas y coincide con la descomposición del poder central sustituido por las milicias de partidos y sindicatos y de bandas de delincuentes desaprensivos que dio paso al periodo de terror caliente. En este periodo, el moderado Barnés, echó mano de las formas tradicionales de depuración en los momentos de ruptura del consenso constitucional: separar de la cátedra a los que habían apoyado de forma directa o indirecta el golpe de Estado, a personas muy destacadas de las derechas conservadoras y directores de centros significados por su conservadurismo y sospecha de connivencia con los sublevados

La segunda fase corrió a cargo del ministro comunista Jesús Hernández. Con este ministro se incrementó el componente ideológico de la depuración. Para ello era necesaria la ideologización de los institutos convirtiendo al director en un comisario político y llevando a los centros una estructura de guerra donde esta figura se había convertido en la punta de lanza de la lucha contra el fascismo en los batallones del nuevo ejército de la República. Esta nueva figura reunirá las atribuciones propias del director y del claustro lo que le otorga unos poderes que cambian todo el panorama del funcionamiento de los institutos. Desaparece la democracia interna y el comisario-director se convierte en un funcionario de alto rango dependiente únicamente del Ministerio.

Por el decreto de 27 de septiembre de 1936 se Esta nueva figura reunirá las atribuciones propias del director y del claustro lo que le otorga unos poderes que cambian todo el panorama del funcionamiento de los institutos. Desaparece la democracia interna y el comisario-director se convierte en un funcionario de alto rango dependiente únicamente del Ministerio.

Este decreto tenía un alcance universal, un paso más ya que suspendía a todos los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones, con excepción de los pertenecientes a los cuerpos armados, con el argumento de que, si bien hasta el momento los distintos ministerios habían ido realizado medidas de depuración, era necesario una medida global que resolviera a fondo el problema unificando la acción del gobierno. Se daba un mes de plazo para solicitar el reingreso mediante la cumplimentación obligatoria de un cuestionario (que luego copiaría casi de forma íntegra el bando franquista). El Decreto establecía que el Ministerio podría adoptar una de las siguientes resoluciones: Reingreso con pleno reconocimiento de derechos, disponible gubernativo percibiendo los dos tercios del sueldo, jubilación forzosa o separación definitiva del servicio.

La tercera fase corresponde al mandato del cenetista Segundo Blanco en el Ministerio de Instrucción pública desde su nombramiento en abril de 1938. Este nuevo ministro cambio completamente el equipo de colaboradores destituyendo a los ugetistas y poniendo en los principales puestos de responsabilidad a cenetistas. El ímpetu de la depuración descendió varios puntos, tanto porque había menos profesores para depurar, como que era una manera de poner distancia con las decisiones llevadas a cabo por el equipo de Hernández, pero, sobre todo, porque los vientos empezaban a ser poco propicios para la República y muchos vieron la necesidad de relajar el ímpetu depurador. En este momento se procedió incluso, a rehabilitar algunos profesores que habían sido cesados o declarados disponibles gubernativos por los anteriores ministros.

Todos estos profesores que tuvieron que pasar esta depuración, luego también pasaron por la franquista. Y aquí no vale que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, sino que todos tuvieron que pasar por las horcas caudinas y siempre con la sospecha de que en un momento u otro fueron colaboradores de la República, una sospecha que siempre sobrevolaba los expedientes de depuración de estos profesores. 

Fueron 22 los profesores que terminaron con sanción, 13 de ellos con expulsión de la docencia. Aunque era una sanción que no tenía validez en la zona franquista por lo que algunos de ellos la utilizaron como demostración de que no eran favorables a la República recuperando la cátedra. Una profesora y 10 profesores sufrieron cárcel, 9 de ellos corresponden a los profesores del instituto de Teruel detenidos cuando participaban de forma activa en la defensa de la ciudad ante el ataque republicano trasladados a Valencia donde permanecieron encarcelados hasta el final de la contienda.

La depuración franquista

La depuración llevada a cabo por el bando sublevado fue un proceso doble: punitivo dirigido a sancionar a los que habían colaborado de manera entusiasta con el programa modernizador de las estructuras educativas y/o culturales españolas y que consideraban refractarios a las directrices del Nuevo Estado y preventivo para advertir a los futuros docentes de cuál era el único camino permitido para formar parte del cuerpo de docentes de la enseñanza pública del nuevo estado franquista.

El franquismo también declaró cesados a todos los profesores que tenían que solicitar el ingreso en la docencia, momento en que se le abría el expediente de depuración.

También aquí hubo varias fases

La primera depuración corrió a cargo de la Junta de Defensa Nacional y la Junta Técnica del Estado que tuvo como agentes depuradores a los rectores de las universidades convertidos en los representantes de la Junta en sus distritos universitarios. En Aragón fue el rector Calamita del que partieron las primeras propuestas de suspensión de empleo y sueldo para todos aquellos que se habían distinguido por su defensa del reformismo republicano. La Junta Técnica del Estado tenía la última palabra. En esta fase no valían ni la defensa ni los recursos,

La segunda fase se inicia tras la creación de las comisiones de depuración. La C correspondía a los profesores de instituto, había una por provincia y estaba presidida por el Gobernador Civil de la provincia. Seguía siendo la Junta Técnica del Estado la que tenía la última palabra, pero en esta fase se recibían los informes de la Guardia Civil, la Comisaría de Policía, el Ayuntamiento, la Falange, y algunas veces, algún sacerdote. En esta fase se imputaban unos cargos, se le deba la opción de defenderse de esos cargos y se permitía al profesor la presentación de declaraciones favorables de personas conocidas del régimen que se unían al expediente. Con todo ello la comisión hacía una propuesta que se remitía a la Junta Técnica del Estado que emitía una orden confirmando la propuesta o aumentando o reduciendo la sanción. Al principio no, pero luego se podía pedir la revisión del expediente, sobre todo de aquellos que habían estado en zona republicana durante la guerra y no se había podido defender. En estos casos se admitía la revisión que suponía la instrucción de nuevo del expediente con todos los pasos explicados.

La tercera fase se produce tras la creación del Ministerio de Educación Nacional, que es muy parecida a la anterior con la diferencia que se crearon algunos organismos como La Oficina Técnica de Depuraciones, la Comisión Superior de Expedientes de Depuración, el Juzgado Superior de Revisiones. En esta fase la propuesta de la comisión iba a parar a alguna de estos organismos que emitía un informe que se remitía al ministro que tenía la última palabra. También se podía pedir la revisión del expediente, pero no todas las peticiones eran admitidas, ya que era una gracia del ministro.

La depuración franquista terminó con 42 profesores sancionados con diversas sanciones que iban desde la expulsión de la docencia, traslado forzoso fuera de la provincia, suspensión de empleo y sueldo por un periodo de dos años, jubilación forzosa e inhabilitación para cargos directivos.

Separación definitiva de la docencia y baja en el escalafón…..21

Suspensión de empleo y sueldo desde 6 meses a 2 años………  6

Traslado forzoso fuera de la provincia con prohibición de concursar en los cinco próximos años………………………………..9

Pérdida de haberes mientras duró el proceso de depuración…. 3

Jubilación forzosa…………………………………….  1

 

-¿Cómo fue la vida, en el día a día, tras la guerra para el profesorado?, la represión continúa , años y años, si salían vivos no pudiendo ejercer la docencia, supongo…. Supongo que, directa o indirectamente este trabajo de investigación tuyo volcado en este libro recoge muchas horas de hemeroteca, entrevistas con especialistas, lecturas y ¿recogida, directa o indirecta de testimonios?; ¿fueron algunos orales?

-Una de las primeras dificultades las hemos tenido a la hora de configurar las plantillas de los institutos durante la guerra. Unas plantillas que quedaron muy afectadas por las siguientes causas:

En primer lugar, los traslados ordinarios que se produjeron a final de curso 1934/1935, muchas de las cuales no se pudieron cubrir de forma ordinaria. La movilización de algunos profesores que se enrolaron de forma voluntaria en las milicias organizadas en los primeros momentos para hacer triunfar o fracasar el golpe de Estado, así como la de quienes se encontraban en edad militar cuando los ejércitos de ambos bandos se fueron organizando. Las detenciones de profesores que fueron seguidas de la cárcel o del asesinato de algunos de ellos. Las primeras medidas depuratorias en ambas zonas. En la zona rebelde se actuó de forma rápida suspendiendo de empleo y sueldo a aquellos profesores que se había distinguido por asumir y colaborar con el reformismo republicano. La república procedió expulsando de la docencia a quienes habían apoyado o colaborado con el golpe militar. La desubicación de muchos profesores a causa de la división de España en dos zonas enfrentadas que se encontraban fuera de sus destinos y cayeron en la zona contraria por lo que no pudieron presentarse. Esto se resolvió bien para unos y mal para otros. Los que ideológicamente estaban bien ubicados, las autoridades les asignaron otro centro, mientras que los otros se convirtieron en sospechosos y tuvieron que pasar un largo calvario. Celebración en Madrid del cursillo de capacitación pedagógica, así como las oposiciones convocadas a partir del 1 de agosto.

Aunque todas las plantillas tuvieron incidencias en su profesorado, fue la de Teruel la más afectada, primero por la represión de las milicias organizadas por los sublevados que acabó con la vida del director y el secretario del centro, y, posteriormente, tras la toma de la ciudad por el ejército republicano, el apresamiento, consejo de guerra y encarcelamiento de la mayoría de los profesores de la plantilla durante el resto de la guerra.

En el proceso de reconstrucción se ha recurrido en primer lugar a los últimos escalafones de catedráticos, de auxiliares o profesores especiales publicados por el Ministerio de Instrucción Pública a 31 de diciembre 1935; también, a los trabajos y memorias de los institutos; y entre las fuentes hemerográficas se han utilizado las órdenes de depuración emitidas por el Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional, el BOE, la Gaceta de Madrid, la Gaceta de la República, a los  Boletines Oficiales de la Provincia donde se consignaron las primeras medidas depuratorias.

Con todo, la principal fuente para la investigación de este trabajo ha sido el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares (AGA) donde están depositados los expedientes personales, de oposiciones y de depuración de los profesores de la enseñanza pública española desde la creación del sistema educativo español.

De manera complementaria se han consultado documentos del Archivo Central del Ministerio de Educación; el Archivo Histórico Nacional (AHN); Archivo de la Universidad de Zaragoza (AUZ); Archivo del Instituto San Isidro de Madrid (AISIM); Archivo Digital de la Fundación Pablo Iglesias (ADFPI), Archivo digital de la Fundación Aladrén, Archivo Histórico Provincial de Zaragoza (AHPZ), Archivo Histórico Provincial de Huesca (AHPHU) Sección de Responsabilidades Históricas, el Archivo General e Histórico de Defensa (AGHD) de Madrid;

-Las leyes de Memoria Histórica crees que te han abierto las puertas o….

-El trabajo Revolución y contrarrevolución en los institutos aragoneses (1936-1939) es el resultado de una investigación minuciosa al margen de los vaivenes políticos utilizando las herramientas que nos proporciona la disciplina de la historia: el rigor académico, el documento y la imparcialidad propia del historiador. Luego, el lector, tendrá su propio juicio del resultado.

-Háblanos por favor de “esas nuevas fuentes”… ¿por qué eliges unos institutos y no otros?, Háblanos, por favor, de tu metodología de trabajo…

-Este es un trabajo sobre la segunda enseñanza aragonesa durante la Segunda República y la Guerra Civil. La segunda enseñanza, como se le denominaba entonces, tuvo un momento de esplendor durante la Segunda República. Dos apuntes que corroboran esta afirmación: El primero, el número de institutos construidos durante el periodo 1931-1936 casi se duplicó ya que pasó de 115 a 208 (En Aragón pasó de 4 a 8 en el mismo periodo), una red que solo se recuperó con la Transición Democrática. El segundo, los reformadores educativos del quinquenio republicano transformaron la segunda enseñanza de una educación elitista dirigida a los vástagos de las clases dirigentes en un tramo de enseñanza dirigida a todas las clases sociales.

En el momento del golpe de Estado en Aragón funcionaban ocho institutos públicos. En la provincia de Zaragoza, Francisco de Goya y Miguel Servet en la capital, Primo de Rivera en Calatayud y Joaquín Costa en Caspe. En la provincia de Huesca, el Ramón y Cajal de la capital, el de Jaca, y el de Barbastro. Finalmente, en Teruel solo estaba activo el instituto nacional de la ciudad. Aún pudo haber uno más si Ejea de los Caballeros hubiera cumplido los requisitos que exigía el Ministerio de Instrucción Pública. Esta red tenía una reciente configuración, porque hasta la proclamación de la República únicamente estaban en funcionamiento cuatro institutos, los tres provinciales más el de Calatayud.

La perspectiva global de este trabajo nos ha permitido analizar en profundidad: La nueva vertebración de la segunda enseñanza en la geografía aragonesa con la creación de nuevos centros y los problemas que tuvieron para su puesta en marcha; Orientación de la educación secundaria en cada una de las zonas; Depuración del profesorado en ambas zonas; Carreras exitosas o represión en ambas zonas que se tradujo al terminar la guerra ventana de oportunidades para unos y negro futuro profesional para otros; Un territorio donde los profesores sufrieron varias depuraciones: En la zona republicana, primero esta y luego la franquista. En la zona nacional únicamente la franquista con la excepción de los profesores del instituto de Teruel que tuvieron que sufrir tres depuraciones: primero la franquista, luego tras ser tomada la plaza, la republicana por la que fueron detenidos la mayoría de los profesores del instituto y los alumnos evacuados a Valencia; y, finalmente la franquista de nuevo cuando acabó la guerra.

Como resumen de todo lo dicho me gustaría decir que, sobre todo, es un trabajo que habla de personas, de personas en momentos de tribulaciones, en momentos de cambio y de conflictividad social, en momentos en que una decisión acertada o errónea te podía salvar o te podía condenar. En definitiva, estamos hablando de las trayectorias personales, profesionales y políticas de una generación de docentes que tuvieron que desarrollar sus vidas profesionales en el periodo de la mayor fractura de la historia contemporánea de España.

El trabajo plantea un continuum de las trayectorias personales, profesionales y políticas desde la proclamación de la República en 1931 hasta la debacle del ejército republicano, la implantación del nuevo estado franquista, la depuración, y/o el exilio para los más comprometidos con la República.

Ha sido un camino complicado propio de una labor casi detectivesca para hacer un seguimiento de las decisiones tomadas por cada uno de los profesores desde que la proclamación de la República produjo un vuelco a las relaciones sociales y políticas de la sociedad española. Estas decisiones tuvieron que ver con el momento y con la ideología que profesaban cada uno de ellos, las oportunidades que conllevarían y las consecuencias negativas para el futuro de sus carreras profesionales, académicas o políticas y tuvieron lugar fundamentalmente en tres momentos: tras la proclamación de la República en 1931, tras el comienzo de la guerra civil en 1936 y tras la finalización de ésta en 1939.

 


[2][1] “OM de 4 de junio de 1932”, BOE, 160, (8/06/1932), p.1761. Junto al de Caspe se crearon los de Puertollano, Guadix, Reinosa, Irún y Játiva.

 

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Mas de las Matas (Teruel)

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[1][1] “OM de 4 de junio de 1932”, BOE, 160, (8/06/1932), p.1761. Junto al de Caspe se crearon los de Puertollano, Guadix, Reinosa, Irún y Játiba.