Cazarabet conversa con... Martin Minchom, autor de “The Spanish Civil War in the British and French Press. The
Badajoz, Alcázar of Toledo, Madrid, and Guernica News
Stories” (Liverpool University
Press)
Martin
Minchom recoge en un nuevo libro las noticias sobre
la Guerra Civil Española
En
las batallas o frentes de Badajoz, el Alcázar de Toledo, Madrid y Guernica
…recogidas por la prensa francesa e inglesa.
Edita
esta publicación Liverpool University Press, con el
título The Spanish Civil War in the British and Franch
Press
Nosotros
ya conversamos con Martin Minchom por su anterior
libro
https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/martinminchom.htm
Aquí va la
sinopsis, el índice y la nota sobre el autor que ofrece la ficha del libro en
la Liverpool University Press:
Este
libro examina la cobertura de la Guerra Civil Española por parte de los
principales periódicos franceses y británicos, y agencias como Havas y Reuters.
Sus reportajes fundacionales crearon una base de "noticias
compartidas", que repercutieron en lugares tan geográfica e
ideológicamente remotos como Moscú o Berlín.
Se
centra en cómo acontecimientos clave como los asesinatos en masa en Badajoz, el
asedio del Alcázar de Toledo, la batalla de Madrid y el bombardeo de Guernica
se convirtieron en noticias de gran impacto. Al volver a las primeras noticias,
podemos ver los acontecimientos familiares con nuevos ojos. Por ejemplo, la
información sobre el asedio del Alcázar fue moldeada por el control republicano
de Toledo y tuvo poco en común con el triunfalismo nacionalista posterior.
Guernica se estudia como una noticia de última hora, pero también como la
culminación de una serie de bombardeos aéreos destructivos, incluidos los de
Madrid y las ciudades vascas, que alimentaron la obra maestra de Picasso. Este
libro traza los vínculos y las transiciones entre el periodismo cotidiano, el
reportaje periodístico y la creación de mitos transformadores.
Minchom utiliza una amplia
gama de material de hemerotecas, recursos digitales y una extensa investigación
de archivos. El autor se basa en sus entrevistas y correspondencia con Sir
Geoffrey Cox (1910-2008), corresponsal del News Chronicle en
Madrid en noviembre de 1936.
Tabla de contenidos
Preface and acknowledgements Author’s note PART I: HOW
WAS THE WAR REPORTED? Chapter 1: The press in Britain and France Chapter 2: Mr Havas’s golden
rule and the reporters’ experiences PART II: THE MAKING OF THE KEY
NEWS STORIES, JULY 1936-APRIL 1937 Chapter 3: Spain in the headlines, July-September 1936 Chapter 4: The epic rehearsal:
the other storming of the
Alcázar of Toledo, September
1936 Chapter 5: ‘Last hours in Madrid’: Geoffrey
Cox’s frontline dispatches, November 1936 Chapter 6:
Guernica and ‘modern warfare’,
April 1937 EPILOGUE: The
truth to deadline |
El Dr. Martin Minchom es un historiador independiente afincado en
Madrid. Sus publicaciones incluyen The People of Quito, 1690-1810 (1994), Spain’s
Martyred Cities (2015) y
ediciones españolas de la obra de corresponsales extranjeros.
Cazarabet conversa con Martin Minchom:
-Martin, ¿nos
puede contar cómo surgió tu interés en la guerra civil española?
-Llevo
media vida viviendo en Madrid, no muy lejos del Puente de los Franceses, donde
los franquistas fracasaron en su intento de entrar en la ciudad en noviembre
del ’36. La guerra civil española me ha interesado desde hace un montón de años
(probablemente desde que leí a Orwell por primera vez con 17 años), pero aquel
entorno ha alimentado mi interés. Donde vivo, en la otrora Colonia de los
Ferroviarios, haciendo jardinería, nos han salido restos bélicos como, por
ejemplo, el cargador de una ametralladora Lewis. Me da la sensación de la
guerra como algo no tan lejano, con algún rastro enterrado justo debajo de mis
pies. En cambio, estoy menos interesado en la dimensión puramente internacional
de la guerra – quiero decir, los aspectos políticos como la No-Intervención,
etc. –, y detrás de las noticias extranjeras, siempre voy buscando el vínculo
con lo que ocurrió aquí, dentro de España.
El
primer libro que saqué sobre la guerra fue en 2005, cuando publiqué la edición
en español de La Defensa de Madrid de Geoffrey Cox, que tenía entonces
95 años. Mi “background” es de historiador y no de
periodista, y no tuve ninguna predilección por el periodismo, pero mi contacto
personal con sir Geoffrey, y su recuerdo vivo de su estancia aquí, me
entusiasmó. Luego vinieron una serie de publicaciones sobre los reportajes del
periodista francés Louis Delaprée. Para reconstruir
sus textos mutilados sobre los bombardeos aéreos de Madrid, tuve que hacer
muchas visitas a las hemerotecas de Paris. Mis lecturas repetidas de Paris-soir, el periódico de Delaprée,
luego ampliadas y extendidas al resto de la prensa, me enseñaron la importancia
del contexto, o sea, cómo una noticia no existe en aislamiento. Una noticia
podía competir con otras noticias en la portada, antes de transferirse a la
página 3, luego a la página 7, y finalmente desaparecer por completo. Desde
entonces, he procurado, dentro de lo posible, hacer una lectura global y
comparativa de la prensa, y no contentarme con fragmentos de información.
-¿Nos puedes
explicar el porqué de este libro sobre cómo recogió y trató la prensa francesa
y británica los frentes y/o batallas en torno a Badajoz, el simbólico Alcázar
de Toledo, Madrid y Guernica?
-Este
libro nace de cierta discordancia entre mis lecturas de la prensa de la época y
lo que encontramos en esa gran lista de memorias y libros secundarios que ha
ido creciendo a lo largo de las décadas. Todos tenemos una idea más o menos
clara de los ‘grandes acontecimientos’ de la guerra civil, desde el golpe
militar de julio de 1936 en adelante. Pero ¿por qué son tan significativos?
¿Por qué son algunas historias tan tremendas y otras no? Hay poca duda que la
cobertura periodística tuvo, por ejemplo, un papel importante en la notoriedad
de las masacres de Badajoz en agosto del ’36, pero las fuerzas franquistas
perpetraron unas matanzas comparables cuando entraron en Toledo unas semanas
después, y nunca tuvieron un impacto parecido. En este libro, intento
comprender por qué el asedio del Alcázar de Toledo tuvo tanto más impacto que
el asedio de Oviedo, o el bombardeo de Guernica tanto más que Durango.
Siguiendo
la estela del historiador Herbert R. Southworth,
vuelvo a la recopilación de información y al reportaje de las primeras etapas
de los acontecimientos, y examino cómo se originaron aquellas ‘primeras
noticias’ antes de que adquirieran notoriedad, se convirtieran en palabras
clave icónicas o simplemente se deslizaran en el olvido.
-Y, dinos,
explícanos, amigo, ¿cómo lo tratan?, ¿cómo cuentan la prensa francesa e inglesa
a estos lugares en guerra…?
-España
era un país desconocido para los británicos y, en menor grado los franceses, en
julio de 1936. Los grandes periódicos presentaron los acontecimientos, en
parte, como si quisieran dar un cursillo de geografía, publicando pequeños
mapas con flechas que indicaban los movimientos de las tropas. Entre julio y
septiembre de 1936, España fue el gran notición en la
prensa, figurando casi a diario en las portadas. Las hostilidades parecían tan
confusas que la prensa buscaba un gran hilo conductor, a veces bastante
distinto a lo que cabría esperar. Por ejemplo, en julio ’36 los periódicos
elevaron los combates en la Sierra de Guadarrama al nivel de una gran batalla
clave. A partir de septiembre de ese año, España pasó a menudo a un segundo
plano, pero algunos acontecimientos como la Batalla de Madrid o el bombardeo de
Guernica volvieron a acaparar los titulares.
Hay
que decir que muchos reporteros hablaban poco español, y eran bastante
ignorantes del país. Cubrieron algunos acontecimientos muy bien, pero nunca
captaron, por ejemplo, las diferencias entre las distintas tendencias políticas
en el lado republicano. De ahí que hubo, de forma casi invisible, una
participación española importante en la recolección y redacción de las
noticias. Por ejemplo, uno de estos colaboradores, llamado Francisco Quintana,
llegó a tener un puesto de redactor por la agencia de prensa Havas en Madrid, y
luego Valencia y Barcelona. Tuvo que cruzar la frontera con Francia en febrero
de 1939, prácticamente indigente, pero llevándose la máquina de escribir de la
oficina de prensa de Barcelona.
-Pongámonos en situación: ¿cómo era la prensa
francesa e inglesa que vino a cubrir la guerra en España ocasionada por el
Golpe de Estado militar en julio del 36?
-En
los años 30, la prensa tuvo un papel privilegiado en la cobertura de las
noticias, a pesar de la llegada de nuevos medios de comunicación como la radio.
Algunos periódicos británicos como los Daily
Express, Daily Herald, Daily Mail o el News Chronicle
tenían tiradas superiores al millón de ejemplares, y ocurría lo mismo en
Francia con Paris-soir o Le Petit Parisien. A su lado, las grandes agencias de prensa,
como Reuters de Londres o Havas de París, también tenían recursos muy
considerables. Estos medios de comunicación podían mandar corresponsales a
España, en algunos casos a ambas zonas, lo cual significó que en muchas
ocasiones proporcionaron las versiones fundacionales de los acontecimientos.
Estos periódicas y agencias tuvieron tanto prestigio que sus informaciones
fueron citadas en lugares tan distintos como Moscú o Berlín. Es decir, se llegó
a producir una narrativa básica de los acontecimientos, incluso cuando las
interpretaciones de estas fuesen totalmente opuestas. Lo interesante es que un
periódico como el Daily Mail, hoy en
día muy de derechas y entonces muy comprensivo con el fascismo, aceptó publicar
el reportaje de la agencia Reuters sobre el bombardeo de Guernica en abril del
’37.
-Un reportero
o reportera; un corresponsal de guerra o un o una foto periodista, ¿en qué lado
encontraron más facilidades para trabajar?
-Justo
después de la sublevación militar, hubo tal grado de confusión que todos los
periodistas tuvieron que improvisar. Algunos, por ejemplo, cruzaron la frontera
desde ambas zonas para mandar sus informaciones personalmente desde Francia.
Pero a lo largo de las primeras semanas de la guerra sus experiencias
divergieron por completo. En la zona
sublevada, se impuso una censura muy estricta y se expulsó a muchos
periodistas, incluso algunos muy de derechas que tuvieron la desgracia de
mandar algún texto que no gustaba a las autoridades militares. La foto de la
portada de mi libro muestra un grupo de corresponsales en territorio
franquista, sentados todos en el tejado de un edificio en el Paseo de
Extremadura, al sureste de Madrid, y mirando hacia la ciudad. Es decir, todos
iban juntos, veían la batalla desde lejos, e iban ‘bien acompañados’. En
cambio, los periodistas tuvieron mucha más libertad de movimiento en zona
republicana. Eso sí, los republicanos encontraron formas de ayudar más a
algunos que a otros, y favorecieron especialmente a los corresponsales de los
periódicos y las agencias influyentes, ya que les
daban acceso a la opinión pública en Francia y Gran Bretaña. La fotoperiodista
Gerda Taro falleció durante la Batalla de Brunete en 1937 cuando se desplazaba
de forma totalmente independiente, pero tal libertad de movimiento hubiera sido
impensable en territorio franquista.
-Buscaban encontrar y contar la épica, pero
también, es de presumir, que debían de querer profundizar en las historias de
la guerra, ¿no?
-Las
primeras noticias fueron generalmente proporcionadas por las grandes agencias
de prensa, y los periódicos con suficientes recursos para mantener a uno o más
corresponsales en España. Además, una agencia de prensa podía permitirse el
lujo de pagar a colaboradores en distintas partes del país. Pero después de las
noticias iniciales (que son mi enfoque principal en este libro), vinieron todo
tipo de reportaje, ensayo o serie de reflexiones. Por ejemplo, las revistas
semanales en Francia no tenían los recursos para mandar a corresponsales a
España, pero sí publicaron textos mandados por Margarita Nelken o por
colaboradores que volvían de España. Muchos famosos escritores que llegaron a
España no mandaron reportajes en vivo, sino redactaron sus textos semanas
después, en algunos casos después de volver a su país de origen. Les permitía
más florituras literarias, pero a veces menos exactitud. En el caso de Geoffrey
Cox, sus reportajes desde España eran más fidedignos que un ensayo más
‘literario’ que redactó después su vuelta a Londres.
-¿Cómo fue
cubrir la marcha de Franco en el sur de España y matanzas como la de
Badajoz...?
-En
las primeras semanas de la guerra, algunos periodistas extranjeros entraron en
España por Navarra, y llegaron a Pamplona o Burgos. Por el lado republicano,
siempre había algunos periodistas en las grandes ciudades como Barcelona y
Madrid. En cambio, fue dificilísimo cubrir la guerra en el sur de España. Un
corresponsal del Daily Herald sí llegó
a mandar reportajes sobre la represión desde Gibraltar, pero fue una gran
excepción. Además, por su naturaleza, la marcha del Ejercito de África, móvil,
rápido y brutal, no podía ser seguida muy de cerca por los corresponsales. Así
que Badajoz fue la gran excepción, y llegó a ser noticia por su proximidad a la
frontera con Portugal, desde donde algunos periodistas sí podían acceder a la
ciudad. El periodista portugués Mário Neves tuvo un
papel destacado. En Francia, la difusión por una agencia de prensa de prestigio
(Havas), y el corresponsal de un periódico nacional conservador (Le Temps) dio mucha credibilidad a la noticia de las
matanzas. Fue la misma combinación de una agencia y un periódico de prestigio
que dio alas a la noticia de Guernica en abril del ’37, sobre todo en Gran
Bretaña, donde era muy difícil rechazar informaciones provenientes de fuentes
tan fidedignas como Reuters y The Times.
-Lo del Alcázar de Toledo, desde la prensa
francesa y británica, cómo fue porque fue tomado como un símbolo de
resistencia, pero también de reconquista….
-A
posteriori, la noticia del asedio del Alcázar ha sido totalmente eclipsada por el
triunfalismo franquista. Pero aquella mitología solo empezó a tomar forma en la
última etapa del asedio, y sobre todo posteriormente. Si volvemos a la prensa
francesa y británica de la época, el panorama es bien distinto. El asedio fue
una noticia de relativamente bajo perfil en julio, e incluso hasta cierto punto
en agosto 1936. Sin embargo, se convirtió en la noticia bomba cuando el
gobierno de Largo Caballero intentó hacer explotar el Alcázar en septiembre
1936, trayendo a todos los corresponsales a Toledo para presenciar su supuesta
victoria. Fue un esfuerzo totalmente contraproducente, que además pudiera haber
sido catastrófico para la reputación de la República, dado que había mujeres y
niños dentro. Desde un punto de vista periodístico, lo interesante es comparar
las fechas de 18-20 septiembre, cuando los republicanos dieron una libertad
total a los periodistas extranjeros para correr toda la ciudad, con la
situación de una semana más tarde cuando las fuerzas de Franco entraron en
Toledo. Los corresponsales sí se enteraron de las matanzas perpetradas por los
franquistas, pero no de primera mano, porque tuvieron que observar la toma de
la ciudad desde las colinas circundantes. Cuando ya pareció oportuno, los
franquistas hicieron visitas guiadas del Alcázar a periodistas extranjeros
cuidadosamente seleccionados por sus simpatías derechistas. Pero el momento de
máximo interés periodístico fue la explosión del Alcázar, cuando los
corresponsales tuvieron algo que contar, y en absoluto la toma de Toledo, tan
rigurosamente controlada por los franquistas.
-Y Madrid,
siempre está Madrid con la dilatada espera de los que estaban allí y esperaban
que se rompiesen los diferentes cercos con los corresponsales esperando…
-Me
cuesta hablar de Madrid, ¡porque llevo tantos años metido en el tema que tengo
demasiado que contar! En este libro, intento enfocar la batalla desde el punto
de vista del corresponsal del New Chronicle,
Geoffrey Cox, porque me permite contrastar su testimonio de primera hora, con
sus publicaciones posteriores, y mis conversaciones con él tantos años más
tarde. En el caso de las Brigadas Internacionales, por ejemplo, nos permite ver
la bola de nieve, ya que su escueto reportaje inicial poco tuvo que ver con las
versiones embellecidas posteriores. Muchos de los famosos, como Hemingway, etc.,
llegaron a Madrid después de la batalla, cuando la situación se había
estabilizado.
-¿En este
libro, has seguido estudiando las fuentes periodísticas del Guernica de
Picasso?
-Cuando
preparaba mi edición de Morir en Madrid de Louis Delaprée,
me fascinó una serie de similitudes entre el cuadro de Picasso y la evocación
de los bombardeos nocturnos de Madrid por parte del periodista. Sostuve mi
exploración del tema en una serie de artículos para la revista Volunteer, y en un libro Spain’s
Martyred Cities. Por
otra parte, los historiadores de arte Gijs van Hensbergen y sir John Richardson encontraron imágenes de
Picasso que anticipaban Guernica, y que se remontan a la polémica que yo
había reconstruido. En su gran biografía de Picasso, Richardson reconoció mi
aportación. Pero menos grato fue un texto penoso y chapucero por un periodista
en la prensa española que recogió mi hipótesis de la influencia de Delaprée sobre Picasso, sin apenas citarme, y se pasó tres
pueblos al atribuir prácticamente la totalidad de las imágenes en Guernica
a la influencia de Delaprée. Para más inri, una
editorial en el periódico utilizó estos disparates para reclamar que el cuadro
tuviera que quedarse en Madrid.
En
este libro, he vuelto a explorar las fuentes periodísticas de Guernica,
resaltando la importancia de algunas imágenes del bombardeo de Durango, y
orientándome hacia la importancia de la gran manifestación en París del primero
de mayo de 1937. Aquel evento, que ocurrió el mismo día en que Picasso empezó
el Guernica, fue la primera gran fiesta del trabajador bajo un gobierno
del Frente Popular. La celebración tuvo tanta repercusión para la izquierda
francesa que incluso la noticia de Guernica pasó a un segundo plano. Se
convirtió en un elemento de una gran movilización popular más que una noticia
‘pura’ en sí.
-Guernica, ¿hasta qué punto marcó a los
corresponsales?
-No
había muchos corresponsales en el País Vasco en abril 1937, y tan solo cinco
llegaron a visitar Guernica la noche del bombardeo. Pero otras personas, como Fifi Roberts, hija del capitán galés que rompió el bloqueo
de Bilbao, también mandaron textos. En este libro he estudiado de cerca el caso
de Fernando F. Fontecha, un periodista español, que nunca llegó a visitar
Guernica, en parte porque fue marginado por las autoridades vascas. Estas
dieron muchas facilidades a George L. Steer de The Times, y a su amigo Christopher Holme de la agencia de prensa Reuters, porque sabían que
así la noticia llegaría al público internacional. El gran reportaje de Steer es muy famoso, pero he podido reconstruir los dos
reportajes de Holme (encontrados en versiones
completas en periódicos británicos locales), y son apenas menos notables. En su
segundo reportaje, Holme habla ya del “odio
inextinguible” que todos los vascos iban a sentir respecto a Mola. Fue un
lenguaje muy poco habitual en los informes de una agencia de prensa, y
demuestra que Holme sí tuvo gran dificultad para
controlar sus emociones. Guernica y los otros bombardeos, Madrid, Málaga,
Durango o Barcelona, tuvieron un gran impacto en todos los que los presenciaron
o fueron testigos de sus secuelas.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)