Cazarabet conversa con... Silvia
Gómez Bosque, autora de “Las primeras maestras de Zuera” (Comuniter)
Silvia Gómez Bosque
se alza con este trabajo, editado por Comuniter, con el III Premio de
Investigación “Clementina Pala Labasa”.
La sinopsis
del libro:
No hay nada como un trabajo hecho con pasión.
Elegir el método necesario, abordar con rigor la
información que se obtiene y asegurar el tratamiento adecuado de los datos,
etcétera, etcétera, son herramientas de las que puede dotarse quien vaya a
realizar una investigación histórica (los etcéteras esconden muchas más
condiciones necesarias para esa labor), pero las cosas son diferentes cuando el
tema apasiona.
Nuestra autora ha trabajado sobre cosas que le han
interesado desde siempre; ella lo manifiesta al comienzo del libro, en la
introducción, y el resultado es una labor irreprochable pues, además de la
información localizada en archivos y entrevistas con técnicas de memoria oral,
ha sabido identificar el contexto de los datos encontrados y el general de la
situación de la educación en España desde que fue pública. De lo concreto a lo
general, para volver a lo concreto, esto es, para trazar el panorama histórico
de las maestras de Zuera, y llegar a conclusiones que, a las lectoras avisadas,
permitirán identificar las necesidades que aún hoy existen.
Con este trabajo, Silvia Gómez se ha convertido en la
persona que más conoce la historia de la enseñanza, de la escuela, de las
maestras y maestros de la villa de Zuera, desde el principio, y este su libro
será fuente obligada para quien quiera entrar en esta materia.
Silvia Gómez
Bosque
31 de enero de
1979
Maestra y
Licenciada en Humanidades. En su recorrido por buena parte de las carreteras
aragonesas ha descubierto algunos de los lugares más recónditos de nuestra
geografía y conocido la diversidad del medio rural en las tres provincias.
Caminar pueblos,
escuelas, bosques, montes, montañas y parajes naturales es su mejor
entretenimiento.
Descubrir
historias, tradiciones, modos adaptados de vivir, construcciones y comidas
típicas le divierte.
Leer álbumes
ilustrados, novelas, poesía, biografías, historia del feminismo o las
creaciones de su alumnado es su pasatiempo.
Le interesa la
historia de 1o cercano y lo cotidiano, la riqueza de la sabiduría popular y el
cuidado y el respeto de nuestro entorno.
Entre todo esto observa
personas hacendosas colaborando juntas y siempre, siempre, mujeres fuertes,
ilusionadas, trabajadoras, poderosas y cuidadoras.
Cazarabet conversa con Silvia
Gómez Bosque:
-Silvia, ¿por
qué este trabajo de investigación sobre el mundo de las maestras en Zuera?
-Soy maestra de profesión y de
vocación y siempre me ha interesado saber el origen y el porqué de las cosas,
así que no podía ser menos con mi trabajo. Hace muchos años me había planteado
hacer un trabajo sobre los diversos centros educativos de Zuera y tras conocer
la posibilidad que brinda el Premio Clementina Pala Labasa
decidí reorientarlo hacía las maestras de Zuera aunque
profundizar en la investigación de archivos fue lo que me hizo querer ir
averiguando los comienzos de la educación de las niñas en Zuera.
-Maestras que
lo tuvieron muy difícil dentro del mundo de la enseñanza más que los maestros,
dentro de “la dificultad generalizada” de la época, ¿verdad?; ¿nos puedes
comentar?
-Las maestras lo tuvieron más
difícil sí. Para comenzar es que podemos decir que la figura de maestra más o
menos parecida a la de ahora no surge hasta el s.XIX
mientras que maestros ha habido siempre, no para todos los varones
pero poco a poco se fue ampliando. La educación para los niños de cualquier
estrato social llego mucho antes que la de niñas. Desde la Grecia antigua
pasando por la Edad Media los maestros eran hombres y solo algunos hombres o
niños podían aprender. Si las niñas no aprendían rudimentos de lectura y
escritura no podían enseñar por eso las primeras maestras se les conoce como
"maestras calceteras" pues enseñaban sobre todo a zurcir, coser,
cortar... Apañar la ropa que se podía necesitar en una casa.
También
interesaba transmitir una moral religiosa así que unida a la costura irá el
catecismo o conocer pasajes de la biblia. Para este tema ya interesa que pueda
saber leer una mujer así que bien familiares, maestros de niños o los propios
sacerdotes pudieron ir enseñando las primeras letras a las niñas. Y así poco a
poco, muy despacio se fue integrando ligeramente la figura femenina.
-¿Por qué la mujer siempre lo tiene más difícil?
-¿¿Por qué las mujeres lo tienen más
difícil?? Pues esa era mi pregunta, ¿¿por qué??? Pues el interés no era que lo
tuvieran más difícil sino simplemente que fuese distinto. La política, la
religión, la sociedad dirigida por hombres tenía muy bien definido el papel que
consideraba adecuado para la mujer: cuidar del marido, de la casa y criar
hijos. Lo consideraban un fin natural para el que estaba diseñada y la esfera
cultural de las distintas épocas se ha encargado de describir e incluso
teorizar sobre lo que puede o no hacer una mujer, lo que puede aprender, cómo
es su carácter, a qué puede aspirar, etc. Grandes pensadores como Rousseau o
Kant se encargaron de limitar nuestras capacidades y posibilidades dejándolo
por escrito en varias de sus obras. En fin, que ahora no me extraña que nos
cueste tanto quitarnos semejantes losas de pensamientos limitantes que nos
pusieron encima. Ese sistema patriarcal que estaba tan bien diseñado se
resquebraja si das permisos y libertades a las mujeres porque entonces ya no
van a querer limitarse al ámbito doméstico; casa, marido e hijos.
-En el marco del mundo de la
enseñanza, ¿presenta o presentaba Zuera hechos diferenciales respecto a otros
lugares?
-No diría
tanto hechos diferenciales pero cada localidad presenta sus cualidades y
singularidades. Tampoco contamos con los años en que cada localidad aragonesa
contrató a su primera maestra o abrió su escuela de niñas así que es difícil
saber las razones de las diferencias entre una localidad y otra para ocuparse
de la educación de las mujeres. Pero está claro que algo influían la capacidad
económica del Ayuntamiento, así como los recursos con los que contaba. La
mayoría de las Casas Consistoriales de la época estaban en ruina o casi vacías
pues la situación económica del país era muy deprimida, pero Zuera tenía mucho
monte para explotar, huerta, acequia, para obtener algo de dinero y espacios
para poder poner un local para escuela. Si además los alcaldes veían con buenos
ojos las escuelas y la educación como posibilidad, todo favorecía.
-Desde el
panorama de la enseñanza, ¿de dónde venía Zuera, digamos, ¿qué antecedentes
presentaba?
- Zuera
contaba con maestro de niños desde 1734, quizás antes. Seguramente también
habría maestras calceteras, aunque esto no se ha podido constatar de momento.
Todo esto abona el terreno para la escuela de niñas que llegó más de un siglo
después que la de niños. Parece que la localidad presentaba interés por la
educación sin embargo no fue de las primeras localidades en contar con maestras
de niñas.
-¿La enseñanza en aquellos años debía de suponer
para quien se iniciaba en el camino “un plus de pasión”?
-No me queda
duda que esas primeras maestras iban cargadas de ilusiones, de amor a su nuevo
trabajo que debían de ir aprendiendo a la vez que desarrollando, de pasión, de
conciencia, de fuerza, de cuidado y también de algún miedo. Esos miedos o
inseguridades podrían venir de no tener un precedente modelo para su trabajo,
de ser comparada con el maestro de niños, de que se pudiese en duda su moral y
buen hacer pues el oficio de maestra junto con el de comadrona fue uno de los
primeros en ser públicos y tener contrato oficial.
-¿Qué suponía, para unos y para otros, dar
clases y también recibirla, por separado… o sea, me explico: los maestros daban
clase a los chicos y las maestras a las chicas?
- Parece que
dar clases por separado, niños por un lado y niñas por otro era de lo más común
hasta la Ley de Educación General Básica de 1970 salvo en pueblos pequeños
donde la escuela era unitaria. Los planes de estudio eran distintos pues, como
ya he dicho antes, se consideraba que la finalidad de los niños era distinta
que la de las niñas y por eso que mejor que estudiar por separado y con un
maestro modelo de tu mismo sexo. Salirse de lo establecido era más que difícil
hasta los libros de los que estudiaban aleccionaban en esa moral y esa
finalidad en la vida. Suponía la separación del mundo, de sus funciones,
ilusiones y proyectos en él. Su conocimiento del mundo era distinto porque se
les enseña cosas distintas. Para las niñas su mundo se limitaba a casarse y
llevar la casa y los hijos, no cabían pretensiones de estudiar, tener un
trabajo, investigar, viajar, vivir sola...era algo impensable y por supuesto
prohibido sin la compañía y consentimiento de un varón (padre o marido
generalmente). El mundo estaba separado en posibilidades y era muy diferente
para niños y hombres o para niñas y mujeres teniendo en cuenta además la clase
social a la que pertenecieras, pero la gran mayoría eran de clase baja y
rozando la pobreza.
-¿Qué interrelación podían
establecer los maestros y maestras en aquel contextos?
- Las
relaciones entre los maestros y maestras parece que eran cordiales. En esos
tiempos cada uno aceptaba su rol y procuraba cumplir sus funciones con la mejor
dedicación. La formación había sido en centros separados y con currículo y
exigencias distintas. Sabían de sus diferentes condiciones y debían mantenerse
y buscar la manera de demostrar la desigualdad. En Zuera la primera y segunda
maestras estuvieron casadas con un maestro así que pudieron valorar de cerca
esas diferencias.
Se puede considerar
grandes momentos de interrelación entre maestros y maestras los Congresos
Pedagógicos donde gracias a las exposiciones de conocidas maestras consiguieron
la equiparación de sueldos.
-¿Y los alumnos y alumnas a los que enseñaban?
-La
interrelación entre niños y niñas era antinaturalmente separada en las
escuelas. No se les dejaba jugar juntos ni hablarse lo que favorecía el
desequilibrio y desentendimiento o la falta empatía, así como las distracciones
pues de forma común conviven juntos en la misma casa hombre y mujer, hermano y
hermana.
-¿Con qué impedimentos se encontraban las
maestras con sus alumnas?
- Los
impedimentos que tenían tanto maestras como maestros eran las faltas de
asistencia o incluso la no asistencia a la escuela. Las familias, en su mayoría
de clase baja o pobres, necesitaban de un par de manos más para diversas faenas
y sobre todo en tiempos de cosecha o matanza. Había mucha necesidad e ir a la
escuela no alimentaba el cuerpo. Además, y especialmente las maestras, tenían
que luchar contra las creencias enquistadas de que no era ni necesario ni
incluso bueno para una niña aprender a leer o escribir.
-Amiga, ¿cómo
fueron aquellas primeras maestras que poblaron las aulas de Zuera?
- Las
primeras maestras de Zuera eran mujeres decididas, dispuestas, fuertes,
ilusionadas que sabían leer, escribir, coser y las operaciones básicas aún sin
poder ellas ir a una escuela. Provenían de familias trabajadoras, pero con más
haberes y con mentalidad un poco más abierta sin dejar de ser tradicional.
Tuvieron que enfrentarse a un tribunal de oposición como sus compañeros
maestros y afrontar las numerosísimas aulas con edades variadas como era normal
entonces. Eran mujeres formadas dispuestas a trabajar, a enseñar y a vivir
donde fuese. Representaban uno de los primeros conatos de independencia, de
autosuficiencia respecto al sistema patriarcal establecido.
-Zuera, ¿presentaba diferencias
respecto a otras poblaciones en los que llegaban las primeras maestras para dar
clases a las niñas?
-Aunque cada
pueblo tiene sus singularidades, Zuera era en el S.XIX una población agrícola y
ganadera, como la mayoría. Gran parte de la población era trabajadores del
campo y algunos además terratenientes. El Ayuntamiento disponía de un gran
terreno de monte para explotar y esa puede ser la diferencia con otras
poblaciones pues esto revertía en que de una u otra forma se buscaban recursos
para pagar a los maestros pues fueron contadas veces las que tuvieron que
reclamar su sueldo, a diferencia de lo que sucedió en la gran mayoría de
pueblos aragoneses.
-¿Por qué estaba tan menos valorada la educación
entre las chicas?
-La educación
de las niñas y de las mujeres se había considerado hasta hacía bien poco
innecesaria. La razón es que el sistema consideraba que su función era la de
ser madre y traer hijos al mundo y por ende criarlos y hacer las tareas que
requieren esos cuidados, que son básicamente domésticas. Además
para no dejar duda sobre esa función se demostraba que no tenía habilidades
para el estudio, el razonamiento y demás capacidades intelectuales. Esto les
resultaba, en general, bastante fácil, pues la mayoría no habían recibido
ningún tipo de instrucción en su vida más allá de labores de coser, cocinar o
lavar. Interesaba que se mantuviesen en esas tareas para que no se desmoronara
el orden patriarcal que tan bien habían organizado a costa de la mitad de la población.
-¿Qué, digamos estigmas, seguimos arrastrando
desde entonces?
-¡Muchos! aunque eso depende mucho
del entorno en el que te has educado, de tus pretensiones y de las tradiciones
o creencias que te han inculcado y has visto desde niña.
Todavía sigue
siendo fundamentalmente la mujer la que carga con la organización de las tareas
de la casa, a la que se le juzga o se le pregunta si no va a tener hijos o
casarse, a la que se le pregunta dónde están sus hijos si va sin ellos por la
calle, las que siguen teniendo menos presencia en puestos directivos, las que
están en minoría en carreras de Ciencias a pesar de que ahora ya hay más
mujeres que hombres matriculados en la universidad, y podríamos seguir. Pero no
se trata de una carrera para ver quién puede más, se trata de que tengamos,
mujeres y hombres, niñas y niños, las mismas oportunidades y posibilidades y se
nos juzgue desde el mismo patrón, como personas.
-Las maestras, ¿qué tipo de
intercomunicación tenían las maestras porque entre ellas, seguramente, se
intercambiaban “esa pasión por enseñar”, ¿no?
-No he
ahondado mucho en ese tema pero sí que además de los
encuentros en Congresos Pedagógicos se escribían artículos sobre cuestiones
pedagógicas y la propia carrera y trabajo daban opciones de relación o de
pequeños encuentros que muchas otras mujeres no tenían.
-Silvia,
¿cómo ha sido el proceso de investigación de este libro?
-Ha sido un
proceso de aprendizaje- descubrimiento. Nunca había hecho un trabajo de este
estilo así que me ha llevado bastante tiempo. Poco a poco he ido descubriendo
muchos caminos para ir recorriendo con calma, muchos hilos de los que tirar. A
veces me resultaba arduo porque pasaba horas y horas leyendo y descifrando
textos que no me aportaban nada ya que el tema es muy concreto y hay archivos
que son muy generales como los del Ayuntamiento. Pero también es cierto que
cuando averiguaba algo, apuntaba algo nuevo, era como descubrir un pequeño
tesoro y tenía unas ganas inmensas de contarlo. Y así con una de cal y una de
arena vas fraguando la historia, vas atando cabos y también te van surgiendo
más preguntas y más dudas que no siempre he logrado responder. La sensación es
que es un trabajo infinito, casi inagotable pero que debes ir cerrando.
-¿Qué metodologías has utilizado para ir
poniendo orden a lo investigado y luego dar forma al libro?
-Fui
combinando las lecturas de las fuentes y la búsqueda de ellas y en ellas con la
búsqueda de lo que ya había escrito sobre el tema tanto a nivel de España,
Aragón o de localidades más concretas para tener referencias. Todo lo que
extraía lo iba registrando en diferentes hojas y cuadernos y dándole orden
cronológico. También realicé algunas entrevistas orales para recoger los
testimonios más recientes y más cercanos a las maestras de la época.
Y finalmente
ya hubo un momento en el que decidí que había que dejar la búsqueda y había que
ponerse a redactar y dar orden. Consideré que facilitaría la comprensión y
la lectura si recorría de lo general a lo más concreto, incidiendo en lo más
destacado y con un lenguaje sencillo que no resultase arduo ni farragoso.
Procuré además ir narrando desde la experiencia de búsqueda planteando
preguntas o realizando algún comentario que contrastase perspectivas y crear un
poco de intriga para querer avanzar y saber cómo iba a evolucionar el tema.
-Supongo que
el contacto directo o indirecto con aquel mundo de las primeras maestras y las
alumnas, ¿qué peso y qué de importante es en este libro y para su publicación?
Personalmente
me ha supuesto entender, organizar y comprender los orígenes de mi profesión y
el porqué de muchas cuestiones relativas a la diferencia de géneros y me ha
abierto nuevas inquietudes también. Ni en mi formación de Humanista ni de
Magisterio me habían hablado de ello.
A nivel de
localidad creo que supone descubrir un pequeñísimo apartado de la historia
cotidiana con la que conecta mucha gente pues hoy todas hemos ido a la escuela
y tenemos recuerdos de nuestra infancia ligados a ella y resulta grato conocer
un poco más de este tema. Realmente bastantes personas del pueblo ya sabían de
la primera maestra y ya había datos sobre ella en "Vida cotidiana en Zuera
en los siglos XVIII y XIX " (desde el móvil no puedo ponerlo en cursiva)
pero nada se sabía sobre el resto de maestras del s. XIX ni de otros maestros,
escuelas o las que salieron a estudiar para serlo.
He procurado
un acercamiento de forma entrañable pero también crítica a los comienzos de la
educación pública para todas las personas en el s.XIX,
desde lo general de la normativa con unas pinceladas de teorías a cerca del
avance del magisterio femenino hasta lo particular y concreto de las maestras
de Zuera, las escuelas, las estudiantes y los tipos de educación.
-¿Cómo ha sido la relación con Comuniter?
-Ha sido
directa, sencilla, grata y cuidadosa. Ha resultado fácil
aunque he de decir que yo tampoco he protestado mucho.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)