Cazarabet conversa con... Jesús Ignacio Martínez Martínez, autor de “Lo que la ciencia seguramente es y lo que no es, casi seguro” (Prensas de la Universidad de Zaragoza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Prensas de la Universidad de Zaragoza publica este libro que indaga casi sobre el concepto de “ciencia”.

La colección es la de Ciencias en la temática de Ciencias Aplicadas.

La sinopsis del libro:

Por sus contenidos, se diría que este es un libro que se mueve entre la divulgación, la filosofía y la sociología de la ciencia, sin excluir pinceladas sobre la educación o la misma política. Al adentrarse en él, parecen las disquisiciones, no exentas de ironía, del autor sobre cosas que ha visto y vivido. Lo que en realidad sea, lo uno, lo otro, o una mezcla de ambas, u otra cosa que solo se les asemeja…, deberá ser el lector quien lo decida.

El autor, Jesús Ignacio Martínez Martínez:

Jesús Ignacio Martínez Martínez es profesor e investigador del área de Física de la Materia Condensada en la Universidad de Zaragoza. Sus intereses científicos se dirigen hacia el paramagnetismo en ámbitos como los sistemas de interés biológico o la computación cuántica. Los docentes, a integrar la formación técnica de sus alumnos dentro de un contexto de conocimiento más amplio. Además, ha estado implicado en actividades divulgativas de distintos tipos, en prensa (con una sección periódica en el suplemento «Heraldo Escolar» de Heraldo de Aragón), en la organización de ferias y circos de ciencia, y fue uno de los socios fundadores de la empresa Esciencia Eventos Científicos.

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Jesús Ignacio Martínez Martínez:

-Jesús Ignacio, amigo, ¿qué te ha hecho escribir Lo que la ciencia seguramente es (y lo que no es, casi seguro) un libro en el que reflexionas sobre aquellas disciplinas del conocimiento y del pensamiento que son “ciencia” y las que no?

-Habrán sido, supongo, muchas razones, de algunas soy más consciente que de otras. Pesan, desde luego, mis circunstancias, la profesión a la que me dedico y las cosas que, a lo largo de mi experiencia, me iban llamando la atención. Voy a apuntar una razón que parecerá trivial: yo siempre he querido contar, usar la escritura para comunicarme con otros, mucho menos para convencer de nada que para entretener.

-Pasemos ahora a indagar sobre las motivaciones que te han llevado al libro. Bueno, la verdad es que hay para ponerse a hilar muy, muy fino, ¿no?, porque hay una delgada línea roja, ¿verdad?

-Creo que, si se quiere comprender un poco cualquier cosa, hilar fino, cada vez más, es apropiado. Por lo demás, mi conclusión en la primera parte del libro es que, por lo que respecta a la comprensión de la ciencia, las líneas, ni son tan delgadas, ni son tan rojas. Comprender qué es la ciencia supone un viaje interesante, y para mí también apasionante, pero yo no soy partidario de rodearlo de ciertos matices dramáticos, o grandilocuentes, que a veces encontramos en algunos comentaristas, generalmente científicos.

-¿Y dónde están estas finas y delgadas líneas rojas?

-Las líneas se enrojecen y se afinan, como siempre, por nuestros sistemas de creencias y por nuestros prejuicios. La ciencia, como todos los métodos de conocimientos honesto que el hombre ha ido inventando, es maravillosa. Pero si alguien se empeña en que solo en ella se puede encontrar la Verdad (así, con mayúscula), asocia el pensamiento no científico (que no tiene que ser anticientífico) con el Mal (de nuevo, con mayúscula), pues entonces empiezan las polarizaciones y las confrontaciones. Esta manera tan radical de ver las cosas está sorprendentemente extendida en nuestros días. Yo, no es que pretenda eliminarla, pero sí trato de suavizar aristas e incomprensiones en ese debate.

-Yo recuerdo mucho lo de tener que aprenderse “las definiciones” y en aquel lejano 1º de BUP hasta la filología se entendía como “La ciencia que estudia” .

-Y esto es así, porque la palabra "ciencia" es polisémica. En el libro describo el curioso viaje de su significado, desde el latín, en que "scientia" significa meramente "conocimiento" de cualquier tipo, a lo que ocurre actualmente, en que la ciencia es un proceso técnico de conocimiento del mundo material, con unos protocolos establecidos, y a la vez soporta una carga semántica casi "moral": el conocimiento científico es bueno y fiable, los otros, menos. Todo esto ocurrió por algunas razones que trato de indagar. A la vez, me gustaría que el lector comprenda que ciertas connotaciones que algunos significados inducen en otros pueden resultar inapropiados en según qué casos.

-Yo parezco que tenga amueblada la cabeza como que todo infiere e interfiere, desde un punto de vista holístico, muy integral. uno o una está bien que conozca un poco de todas las disciplinas del pensamiento, aunque solamente le interese plasmar sobre un lienzo, esculpir, dibujar.

-Y yo comparto que ese es el enfoque adecuado. Desde luego, nadie puede saber de todo, nos inclinamos hacia los temas que más nos interesan, e inevitablemente aceptamos de forma inconsciente algunos sesgos. Todo esto está bien, no pasa nada. Lo que no debemos olvidar es que lo de los otros también es valioso. A veces, el científico, más que otros, tiende al reduccionismo y a una cierta arrogancia intelectual, y creo que todo eso es un camino equivocado.

-Y ahí voy a parar al concepto del humanismo y al resplandor del Renacimiento con un referente Leonardo da Vinci ¿qué nos puedes decir?

-Para mí, alrededor de Leonardo hay una mitología moderna, que a su vez genera una cierta incomprensión. Los hombres brillantes del Renacimiento son diferentes a los actuales, y no se deben sacar conclusiones demasiado enfáticas: mi opinión (solo una opinión) es que da Vinci es un estupendo artista, y un hombre muy inquieto, pero por ejemplo no fue un gran científico, por la sencilla razón, que a menudo se olvida, de que la ciencia en su época aún no existía, o casi no existía. Como ingeniero, pues también hay que poner en cuestión todas esas máquinas que dibujó, casi seguro que muchas no fueron construidas, y tampoco habrían funcionado. Eso no oscurece lo más mínimo su calidad como "mente creativa", sin duda genial e interesada por todo, que sí puede seguir siendo, en nuestros tiempos, una inspiración.

-¿Al margen de las definiciones, de lo que no es ciencia, de lo que sí es no crees que, de entrada, el tener una base de conocimientos de las principales disciplinas en el conocimiento nos haría como abordar nuestra verdadera pasión o nuestras verdaderas pasiones con menos enfoques cuadrados y más con relajación versus mente abierta?

-Como ya te he dicho antes, completamente de acuerdo. La ciencia, como el resto de formas de conocimiento, es apasionante, pero cuando se usa como excusa para intolerancias y visiones cerradas, no está siendo utilizada de manera apropiada. En la parte del libro en la que hablo de las pseudociencias, explico que me parece apropiado combatirlas, porque no son buenas, pero que eso no justifica que se denigre o ridiculice a sus seguidores. Hacerlo es algo más extendido de lo que creo que sería correcto. Se parece a la enfermedad, hay que curarla, pero no parece razonable para ello reírse del paciente...

-¿Cómo llegas a plantearte la gran pregunta sobre la que te vas haciendo, acto seguido y a menudo, que vas escribiendo otras preguntas y que etiqueta o no la ciencia? Me da la impresión que conforme das con una especie de tema/habitación y entras por la puerta y la cierras te encuentras en otra habitación con innumerables puertas y o ventanas.

 

-Pasa con todos los temas interesantes. En cuanto se profundiza, se encuentran unas raíces mucho más enmarañadas y hondas de lo que se esperaría. La reflexión sobre las cosas humanas siempre es sutil.

-Porque donde empieza el conocimiento y el pensamiento reflexivo no tiene por qué verse correspondido con la ciencia, ¿no?

-Claro, de hecho, como ya he apuntado antes, la ciencia se inventó en un momento determinado, hace unos cuatrocientos años, mientras que el conocimiento y el pensamiento reflexivo son inherentes a nuestra condición humana. La ciencia fue un gran invento porque, para lo que sirve, es muy útil. El problema es empeñarse en usarla para lo que no sirve, o considerar que puede sustituir a todo el resto de conocimiento, o que es la única forma de encarar los problemas humanos. Y entonces aparecen reduccionismos, para empezar, inapropiados, y para continuar (y eso me ha sido útil para mantener cierto tono irónico en el libro), a menudo ridículos o jocosos.

-Qué disciplinas que en aquellos maravillosos años estaban enclavadas dentro de Letras puras” deberían tener también su perspectiva de “ser visionadas” como ciencia? ¿Y al contrario?

-Pues... Yo diría que todas, y ninguna. Incluso en el ámbito de las ciencias menos, por decirlo de algún modo, discutidas (la Física, la Química, la Medicina) hay momentos en los que resulta pertinente salirse del método científico; en las demás, habrá cuestiones en las que será correcto aplicarlo, otras, no, y otras requerirán aproximaciones mixtas o menos ortodoxas. La ciencia no determina per se una mejor aproximación al conocimiento, y a menudo, al pretender aplicar sus métodos a lo que no es conveniente, lo que se obtiene no es mejor conocimiento, sino peor.

-La verdad existe hablando de conocimiento, pensamiento, ciencia

-El propio concepto de verdad es bastante delicado, y por desgracia está muy manoseado. Me conformaría con decir que todo conocimiento honesto (y resaltaría mucho el calificativo) nos ofrecerá razonables cotas de verdad, dentro de lo posible.

-Y cuando entra en escena la filosofía, punto y aparte, ¿no?, entonces es como entrar en una habitación y encontrarte con puertas, ventanas y un altillo.

-La disquisición filosófica es una forma de conocimiento muy peculiar. De las demás, se puede siempre interpretar que responden a una necesidad práctica, por decirlo de algún modo. Parece que conocer más nos prepara mejor para estar en el mundo y en la sociedad. La filosofía se aparta de esta descripción. No parece necesaria, en realidad, para nada. Y sin embargo el ser humano nunca ha renunciado a ella, es la única forma de reflexión que podemos asegurar que nos ha acompañado desde que somos lo que somos. Así que no debe de ser tan inútil como se podría pensar, pues responde a una necesidad profunda que todos tenemos. Lógicamente, al no poder contrastarla contra una realidad práctica, su acceso a esa especie de "mito de la verdad" que parecemos haber construido es más limitado. Lo que yo mantengo es que esto no tiene que considerarse un defecto, no todo el saber debe conducir a una verdad incuestionable o inamovible. En el libro digo que la filosofía se justifica, no es su resultado final, sino en los caminos que va recorriendo.

-¿Y si toca a las creencias?, nos ponemos y metemos en zonas peligrosamente pantanosas, ¿no?  

-Otra pulsión humana de origen incierto... El problema, como vengo diciendo, es intentar pedirles a determinados ejercicios intelectuales virtudes que no poseen. Creencias y filosofía tienen una enorme influencia, por ejemplo, sobre las cuestiones éticas, algo que apenas está presente en las ciencias clásicas. Eso dota a aquellas de enorme importancia. La ciencia, cuando trata de suplantarla en esos aspectos comete, por ejemplo, no pocos abusos, en principio, conceptuales, que pueden acabar en comportamientos poco apropiados.

-¿Socialmente hablando la ciencia ha ido evolucionando y moldeándose a las necesidades que le ha planteado ésta?

-La ciencia en esencialmente un generador de respuestas, de predicciones, allí donde es aplicable. La sociedad le ha pedido cosas en los ámbitos en que es aplicable, y ahí ha demostrado todo lo que puede hacer: sin duda es responsable de nuestro progreso material en los dos o tres últimos siglos, que ha sido extraordinario. Lo que pasa es que hay muchos problemas de las sociedades para los que la ciencia no es la herramienta que se debe aplicar. De hecho, muchos de los más importantes no son en realidad problemas científicos. Y en esos se han generado dificultades cuando se ha intentado forzar la ciencia para hacer cosas que no podía hacer, o se ha utilizado ciencia impostada, algo que no era ciencia pero que se quería hacer pasar por ella.

-¿Cómo ha sido la metodología de trabajo para la elaboración de esta reflexión que cobra forma de libro?

-El método que prefiero en las cuestiones de reflexión es siempre el de ir de arriba abajo, estructurar las ideas generales y después ir desvelando sus detalles. En este libro tuve la suerte de que lo general lo tuve muy pronto. Lo primero que escribí de él fue un índice que en esencia ha sido el definitivo; luego fui rellenando partes del texto, sin un orden particular, según me iban surgiendo cosas. Cuando ya tenía una especie de queso de agujeros, me dispuse de forma más sistemática a rellenar los huecos y a dotar todo de coherencia interna.

He dicho que me gusta ir de lo general a lo particular, pero soy consciente de que en esa declaración hay un cierto fraude, porque la mente no funciona así. Lo primero que capta son detalles o partes, para después construir un todo. Así que imagino que este libro se estuvo gestando de manera inconsciente en mi cabeza durante bastante tiempo. Trabajar en ciencia favoreció que todas esas ideas fueran cristalizando.

- Y cómo queda aquí y en todas estas reflexiones en torno al concepto de ciencia lo del método científico porque para “esa definición definitiva de ciencia o casi definitiva se debería de evaluar la aplicación en las diferentes disciplinas del método científico, ¿no?;¿qué nos puedes decir

-Bueno, mi conclusión después de darle vueltas al asunto es que la definición de ciencia puede ser cuestionable, otro podrá plantear otra que pueda ser plausible, no he pretendido dar una definición perfecta. En lo que sí insisto es en que, se adopte la definición que se adopte, hay que explicitarla con honestidad, y luego hay que ser coherente con ella cuando se utilice. Muchos de los problemas que describo en el libro provienen de definiciones mal utilizadas o de la intencionada (y a veces malévola) mezcla y contaminación de definiciones distintas para retorcer la lógica. Sobre la pregunta concreta, en realidad hay un esquema básico de método en la ciencia, pero cuando se aplica a los distintos campos, admite muchísimas variaciones, si se quiere aplicar apropiadamente. Cada experto debe tener la sabiduría para dotar al método de los detalles que, en su ámbito, lo hagan mejor, más apropiado.

-Y ya la última tiene la ciencia tu parecer y en cuanto fuiste dejando de plasmar tus reflexiones más a ver con un punto de vista menos platónico y más aristotélico, ¿no?

-También esto tiene sus contrastes. Parece que la ciencia es aristotélica, es materialista. Sin embargo, los excesos de una doctrina filosófica que yo llamo en el libro "cientifismo", y que es muy mayoritariamente secundada por los científicos, acaban por dotar a las leyes de la ciencia de un realismo que estaría próximo al de las ideas platónicas. La ciencia en realidad debería decirnos poco sobre una visión global, filosófica, del mundo, porque no es su papel. A muchos parece que les gustaría que fuera así, pero yo creo que es un error.

Muchas gracias por las preguntas y por el interés en lo que he escrito.

 

 

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