Cazarabet conversa con... Cristina Suárez
Toledano, autora de “El señor de las letras. Carlos Barral, un editor contra la
censura” (Prensas de la Universidad de Zaragoza)
Prensas de la
Universidad de Zaragoza edita un libro pletórico sobre la figura imprescindible
del editor Carlos Barral …
Quizás por lo que
más “nos llegue” sea por ser el “alma mater” de la editorial Seix Barral...
Pero detrás de
este libro nos daremos cuenta que había algo más que un editor porque Cristina
Suárez Toledano destaca su tesón contra la censura.
El libro se
encuentra en la colección de Humanidades.
La
sinopsis del editor:
La incorporación
de Carlos Barral al campo editorial en lengua castellana, a mediados del
siglo XX, supuso un hito en la historia cultural española. En un contexto
de naturaleza represiva, el editor se esforzó por establecer dialécticas con
las que intentar desarrollar su labor y crear sus catálogos sin renunciar a sus
principios políticos ni a sus exigencias profesionales y tratando de
enfrentarse al régimen de censura a través de diferentes estrategias. Este
ensayo se ocupa de una cuestión que ha sido insuficientemente abordada:
los márgenes de posibilidad efectiva del editor frente a la censura franquista,
a partir de uno de los casos más iluminadores, el de Carlos Barral.
El
índice de este libro:
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
Presentación
Fuentes
para el estudio de la censura y la edición bajo el franquismo
LA CENSURA EDITORIAL EN EL ÚLTIMO
FRANQUISMO
El mapa de la edición cultural en el
último franquismo
La censura editorial y sus
prácticas
Editores y escritores ante la censura
CARLOS BARRAL, TRAYECTORIA
EDITORIAL
Los inicios de un editor
La formación de un equipo
editorial
Modernización e internacionalización:
el proyecto editorial de Barral
El establecimiento de una red de
relaciones internacionales
El boom de la
narrativa hispanoamericana
LOS PROYECTOS Y CATÁLOGOS EDITORIALES
DE CARLOS BARRAL
Seix Barral (1955-1969): heterodoxia y
subversión en los márgenes del sistema
Biblioteca Breve
Testimonio
Biblioteca Formentor
Colliure (Literatura S. A.)
Nueva Narrativa Hispánica
Barral
Editores (1969-1981): Carlos Barral y su nueva posición frente a la
censura
Libros de Enlace-Ediciones de
Bolsillo
Breve Biblioteca de Reforma
Breve Biblioteca de Respuesta y Breve
Biblioteca de Literaturas
Otras Bibliotecas
Hispánica Nova
Insulae Poetarum. Ocnos. Novela Corta
LOS EXPEDIENTES DE CENSURA
Seix Barral
Criterios morales
Criterios políticos
Criterios relacionados con el uso del
lenguaje
Criterios religiosos
Obras autorizadas sin publicar
Barral Editores
Criterios morales
Criterios políticos
Criterios relacionados con el uso del
lenguaje
Criterios religiosos
Obras denunciadas y obras autorizadas sin publicar
LAS ESTRATEGIAS EDITORIALES DE CARLOS
BARRAL EN UN CONTEXTO REPRESIVO
Premios y coloquios literarios: la
creación de espacios culturales autónomos
Premio Biblioteca Breve
(1958-1969)
Coloquio Internacional de Novela
(1959-1960)
Premio Formentor (1961-1965)
Premio Internacional de Literatura
(1961-1967)
XVI Congreso de la Unión Internacional
de Editores (1962)
Premio Maldoror
de Poesía (1970-1972) y Premio Barral de Novela (1971-1974)
Redacción de recursos y cartas
Redes internacionales de edición
Alianzas con editores nacionales
Exportación e importación de
libros
CONCLUSIONES
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
Fuentes de archivo
Bibliografía citada
ANEXOS
La autora, Cristina Suárez Toledano: es doctora por la Universidad de Alcalá con una
tesis sobre las estrategias editoriales de Carlos Barral en relación con la
censura franquista. Ha publicado diferentes trabajos sobre censura y campo
editorial y sobre la literatura española del siglo XX y es coeditora
de la edición filológica de Cacereño (2019, Akal), publicada
por primera vez sin censura, y del volumen colectivo Letras en el
páramo. Resistencias, posibilismos y heterodoxias en la literatura bajo el
franquismo (2024, Iberoamericana). Además, es miembro del Grupo de
Investigación en Literatura Contemporánea (GILCO), de la Universidad de Alcalá.
Cristina Suárez Toledano es además coautora de Barral Editores S. A.
(Barcelona 1970-1982), que escribió junto a Laureano Bonet Mojica:
Las dos coediciones en las que también ha
participado Cristina Suárez Toledano. Ella misma nos las presenta:
“Cacereño, de Raúl Guerra Garrido. Es una
novela sobre un joven de Cáceres que se afinca como
trabajador en el País Vasco de mediados de siglo. Se
publicó en 1969 con muchos cortes de la censura y, tras hablar con el
autor y conocer su deseo de publicarla en su versión íntegra, sin los
cortes de la censura, pudimos sacarla a la luz en 2019 (Akal),
coincidiendo con el cincuenta aniversario.
Trabajamos en ella mi director de tesis (Fernando Larraz),
una compañera de la Universidad de Alcalá (María Álvarez Villalobos) y yo
misma.
Letras en el páramo.
Resistencias, posibilismos y heterodoxias en la literatura
bajo el franquismo (2024,
Iberoamericana). Es una obra colectiva, en la que han colaborado
destacados especialistas en el tema, que aborda algunas de
las cuestiones más relevantes e interesantes de la cultura y la
literatura que se tuvieron que desarrollar en el contexto represivo
que fue la España franquista. La coeditora es otra de
mis compañeras, Cristina Somolinos Molina.”
Cazarabet
conversa con Cristina Suárez Toledano:
-Cristina, por
favor, ¿nos puedes acercar a la figura de Carlos Barral?, porque Barral era una
extensión como editor de su personalidad, anhelos, ideas… - Háblanos del
Carlos Barral como editor…
-Carlos Barral
fue un editor por herencia, porque le tocaba serlo, aunque él decía que hubiera
preferido destacar más como poeta, ámbito mucho más estudiado por los
académicos y en el que también merecería la pena detenerse. Pertenecía a una
familia que era copropietaria de una imprenta en la calle
Provenza, en Barcelona y, con apenas veinte años y recién salido de
la universidad, tuvo que hacerse cargo de la mitad que le correspondía por
derecho. Con unos inicios poco destacables, como los de cualquier joven que se
adentra en un negocio que puede no apetecerle inicialmente, poco a poco, en
cuestión de unos años, capitaneó a su empresa, Seix Barral, hacia su renovación
y despunte a finales de los años cincuenta. Sin sus ganas de hacer libros, esto
es, sin el esfuerzo editorial de Barral y de su equipo (formado por muchos
profesionales y amigos), ese cambio no habría sido posible nunca. Además,
Barral fue un editor muy ambicioso: sus autores y libros cruzaron muy pronto
las fronteras españolas y llegaron a países europeos como Francia, Italia, o
Alemania, y a Estados Unidos, Japón, Canadá… Se codeó con personalidades
famosas a nivel mundial en el plano de la cultura y ocupó un espacio
relevante entre ellas como editor que, desde un país oprimido como España,
luchaba contra el sistema impuesto y no dudaba en enfrentarse al franquismo
para intentar cumplir con su planificación editorial. Su difundida imagen de
capitán de barco, con gorra y barba canosa, o fumando con sus amigos, o
bebiendo whisky, no tiene por qué enturbiar o ser incompatible, en mi
opinión, con su papel como uno de los editores más destacados en lengua
castellana del siglo XX. En definitiva, Barral fue una pieza indispensable en
el campo cultural español.
-El franquismo,
hasta última hora, atizaba con la censura ¿qué métodos aplicaba y más en
concreto en torno a la censura editorial que sufría el mundo editorial de Seix
Barral?
-En primer lugar,
hay que tener en cuenta que la censura franquista afectó a todos y cada uno de
los productos culturales que quisieran ver legalmente la luz pública en España:
desde las canciones musicales hasta los libros, pasando por la prensa periódica,
o las representaciones teatrales. Ya en el caso de la censura editorial, los
censores de libros, como bien apuntó Manuel Abellán (uno de sus primeros
investigadores), se fijaban principalmente en cuatro cuestiones: la moral
sexual, la política, la religión y el lenguaje considerado indecoroso. Todo
aquello que a ojos de la censura podía resultar ofensivo era sistemáticamente
tachado, lo que sucedía en no pocas ocasiones desde abril de 1938, cuando se
promulgó la primera ley de censura, que duraría hasta marzo de 1966, fecha en
que la segunda (conocida como “ley Fraga”, por tratarse del ministro que la
avalaba) vino a renovar las prohibiciones, aunque con métodos más sibilinos. El
mundo editorial, en la época en la que Seix Barral inició su andadura con Barral
al frente, ya llevaba dos décadas haciendo frente a las prohibiciones y a todas
las limitaciones. Nuestro editor era muy consciente de ello, pero, a diferencia
de otros compañeros, tomó la censura como un obstáculo que, en ocasiones, podía
derribarse. De ello dependían factores como la insistencia del editor y/o del
autor y de sus colaboradores, la propia calidad de la obra presentada y, por
supuesto, la arbitrariedad y la suerte.
-¿Cómo se aplicaban los expedientes de
censura en el mundo editorial?, ¿hubo alguna particularidad, diferente y
diferencial, en torno a los expedientes de censura aplicados a Seix Barral?
-Desde que un
autor terminaba su manuscrito y hasta que esa obra llegaba a manos del lector
pasaban muchas cosas y, a veces, mucho tiempo. Su editor podía ejercer una
primera censura editorial, haciendo recomendaciones (o supresiones) previas al
paso por la censura; si bien es cierto que Barral no solía ser de esos, dado
que confiaba bastante en sus autores y les ofrecía la seguridad necesaria como
para entregar a censura casi cualquier obra, como recordaba hace años uno de
ellos, Antonio Ferres. ¿Que los censores tachaban muchos pasajes o prohibían el
texto en su totalidad? En ese caso, la resolución podría recurrirse legalmente,
o la obra podría publicarse en el extranjero, especialmente en México, Italia o
Francia, donde Barral contaba con buenos amigos y socios. Hoy podemos decir que
casi cada obra merece un estudio o investigación para determinar qué sucedió
con ella en su paso por la administración censora. Las obras propuestas por
Barral y su equipo, como he podido comprobar, tienen resultados muy variados y
que dependen de un sinfín de circunstancias: quién era el autor y cómo había
sido el paso previo de sus textos por la censura, de qué temas trataba la obra
en cuestión, qué léxico se empleaba, cuándo se presentaba (el contexto
histórico y sociopolítico evolucionó mucho durante la larga noche del
franquismo), cuántos libros se pretendían publicar, a qué precio de venta iba a
salir, etc.
La verdad es que
Barral presentaba muchos libros "problemáticos" tanto de autores
españoles como de extranjeros y ello le valió para que la censura
pronto lo tildase de “filocomunista” y lo marcase de modo que se lo vigilara
más de cerca y con más atención.
-De los criterios
que se aplicaban para aplicar la censura van desde los criterios morales a
los religiosos, pesando por los políticos o los relacionados con el uso del
lenguaje; normalmente ¿cuál o cuáles se le aplicaban más a las obras de
editadas por Barral o preguntado de otra manera en qué
la censura solía "hilar más fino"?
-Sobre todo,
Barral tuvo dificultades con el criterio de la moral por contener sus
obras pasajes con escenas de carácter sexual; personajes homosexuales;
comentarios sobre el aborto, los anticonceptivos o la liberación sexual de la
mujer; etc. El porcentaje más alto de tachaduras, como digo, se acumula en este
criterio. Hay que pensar que los autores españoles contaban con la censura como
filtro primero para sus obras y por eso se autocensuraban mucho en estos temas
(consciente o inconscientemente), pero los extranjeros no tenían por qué
saberlo, o podían saberlo, pero ello no les afectaba directamente, así que nos
encontramos con obras con mucho contenido de este tipo. Al llegar a manos de
los censores, sobre todo de quienes eran, asimismo, sacerdotes, las obras eran
minuciosamente expurgadas a este respecto.
En cuanto a la
política, segundo criterio más problemático para Barral en sus dos editoriales,
en algunas de sus obras se tuvieron que suprimir referencias al mundo militar y
al propio franquismo (para suavizar, muchas veces, la negativa imagen que se tenía
de España desde fuera); o alabanzas a otros sistemas de gobierno, por ejemplo.
Del mismo modo, recordemos que el catálogo de Barral (tanto el visible que se
publicó, como el invisible o fantasma que se proyectó pero no pudo publicarse)
contaba con un elevadísimo número de obras de autores extranjeros que
escribieron con libertad sobre temas políticos y sobre sistemas de
gobierno e ideologías diferentes a las promovidas en
España. Por último, los criterios religiosos y del lenguaje fueron los menos
numerosos en el caso de las obras de Barral, aunque se trata de dos factores
destacados en una sociedad que tenía como una de sus máximas el
nacionalcatolicismo.
-Desde el mundo de la edición luchaba
contra la censura, pero ¿cómo y de qué manera? -Me imagino que es más claro
disipar el por qué… Cuando el entorno es de censura y represión se debe de
aplicar aquello de: "la imaginación al poder", ¿no?; ¿qué estrategias
fue ideando a lo largo de su trayectoria Carlos Barral para esquivar esos
"lances y arrebatos" de la censura?
-Desde sus
inicios en el mundo editorial, Barral
rechazaba aceptar sin rechistar las imposiciones de la censura, algo que
lo diferenció de otros editores de su época. Creía que debía
luchar por reducir o eliminar las tachaduras (o prohibiciones)
hechas a los libros que había presentado y estaba convencido
de ello. Decía a sus autores: “hay que obligar a la censura a
pronunciarse hasta el final”. Y ello se debía a una férrea reacción
contra el franquismo, contra el sistema establecido que
limitaba una y otra vez la vida cultural del país y de lo que él, como todos,
se daba perfecta cuenta. Barral entonces puso en
marcha distintas estrategias con las que tratar de invertir los
veredictos negativos de la censura. No solo interponía recursos en los que
solicitaba suprimir las tachaduras, sino que también animaba a sus autores
y a amigos editores (tanto españoles como extranjeros)
a escribir a la censura, o ideaba premios literarios con los que dar
difusión a obras conflictivas y, así, ponerlas en el foco público,
dificultando al franquismo silenciarlas. ¿Siempre
funcionaban esas estrategias? Claro que no, pero sí muchas veces,
lo que supone un logro, teniendo en cuenta el contexto
represivo en el que vivía en España.
-¿Cómo fueron los
proyectos editoriales en los que estuvo detrás Carlos Barral porque en tu
investigación y libro quedan reflejadas como dos etapas: Seix Barral
(1955-1969): heterodoxia y subversión en los márgenes del sistema y Barral
Editores (1969-1981): Carlos Barral y su nueva posición frente a la
censura...?; ¿por qué quedan tan bien definidos en dos bloques?; ¿y por qué
matizas “su nueva posición frente a la censura”?
-Como comentaba
antes, Carlos Barral heredó la empresa familiar y, desde 1955 hasta bien
entrados los años sesenta, la renovó notablemente junto con su socio, Víctor
Seix. Tras la inesperada muerte de este, en 1967, a Barral le costó mucho
llegar a acuerdos con los demás accionistas porque tenían visiones muy
distintas del negocio editorial y eso le condujo a tener que abandonar Seix
Barral en 1969. Entonces puso en marcha Barral Editores, que estuvo en activo
hasta finales de los setenta.
En la primera
etapa, podría decirse que tenemos a un Barral muy combativo con la censura,
dispuesto a luchar por sus libros independientemente del tiempo y los
trámites. El franquismo atravesaba todavía un periodo de autarquía, también en
el ámbito cultural, que impedía la entrada de nuevas ideas y corrientes de
pensamiento y Seix Barral pretendía ofrecer unas lecturas actualizadas y en
consonancia con el resto de Europa, a pesar de las limitaciones de la
censura. En cambio, en la segunda etapa, el contexto histórico es distinto, y
España está abierta al exterior (ha llegado el turismo, el país ha entrado en
la Comunidad Económica Europea que será después la UE...) y necesita
"disimular" con una nueva ley de censura (1966), en la que se
explicita que la censura previa no es obligatoria, sino voluntaria, aunque,
claro, si un editor publica un libro sin pasar por el proceso censorio y luego
se lo retiran de librerías y se enfrenta a cuantiosas multas económicas... ¿qué
hace? Opta, en la mayoría de ocasiones, por seguir presentando las obras ante
el lápiz rojo del censor.
-Me interesan sus inicios porque, me
pregunto---una cosa es leerlo y otra cosa es tu sensación como investigadora,
¿crees que le fue muy difícil antes de llegar a afianzarse y a lanzarse al
"mercado hispanoamericano" donde parece que le fue muy, muy bien,
¿no?
-Diría que le fue
difícil, como a todo negocio y más si se dedica a la cultura, pero porque
corrió muchos riesgos, no solo económicos, sino también con la censura, es
decir, ideó proyectos cuya viabilidad era dudosa muchas veces, por unas u otras
razones. Sin embargo, como supo rodearse de unos amigos y colaboradores muy
valiosos (Josep Maria Castellet, Gabriel Ferrater,
Jaime Gil de Biedma, Rafael Soriano…), estuvo muy arropado en todo momento
hasta llegar a esa “cima” editorial. Con el mercado hispanoamericano podría
decirse que Barral acertó de pleno, a pesar de testimonios como el de Jaime
Salinas (editor que comenzó su trayectoria en Seix Barral), que afirmaba que el
barcelonés despreciaba esa literatura en sus inicios. Fuera o no así, porque ya
no podremos saberlo, Barral reconoció que las obras del boom de la
novela de los años sesenta iban a cosechar mucho éxito (empezando por La
ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa) y supo aprovechar la
oportunidad tanto para publicarlas en España como para, a su vez, dar a conocer
su catálogo en otros países de lengua española. De ahí que Seix Barral fuera
tan prestigiosa y reconocida a mediados de esa década (después de diez años en
activo con el buen tándem entre Barral y Seix): entre los autores europeos, los
hispanoamericanos y los españoles... la editorial publicaba muchas obras que,
en mayor o menor medida, solían ser bien recibidas por sus lectores habituales.
-Se señalaron a
las autoridades, de manera expresa, algunas de las obras, condenándose algunas
a su "no publicación", porque hay que tener en cuenta que siempre ha
habido plumas, digamos, que malditas... ¿qué nos puedes decir?
-Las plumas
malditas, o proscritas, siempre han existido, es verdad. En cada época, país o
contexto cada caso concreto se ha debido a causas variadas, pero está claro que
en la España franquista había autores y personalidades que cuanto menos espacio
tuvieran en la esfera pública, más confiado se sentía el régimen. Se trata de
una censura ad hominem, no tanto centrada en el texto, sino en la
autoría que lo respaldaba. Podemos pensar, por ejemplo, en los escritores
exiliados que abandonaron el país y se permitieron configurar sus obras con
absoluta libertad creativa y de expresión, pero que, al tratar de llegar aquí,
eran sistemáticamente prohibidas: Max Aub, Rafael
Alberti, Ramón J. Sender... Más todavía si tenemos en cuenta que muchos ser
pronunciaban abiertamente sobre la dictadura en los medios de comunicación
hispanoamericanos, por ejemplo. También lo hacía Barral en sus viajes al
extranjero, algo de lo que el Estado era conocedor y por lo que se puede
considerar que lo significaron como un editor maldito, si se quiere entender
así. Y con él sus amigos, los miembros de sus equipos empresariales, sus
autores, los editores extranjeros con los que se relacionaba y cuya ideología
era clara y manifiestamente opuesta al régimen, etc. Federico García Lorca y
sus compañeros del 27, por ejemplo, fueron otras plumas malditas para la
censura, empeñada en silenciar la literatura española inmediatamente anterior a
la guerra civil. Autores de los conocidos como “niños de la guerra", como
Antonio Ferres, incluso se autodenominaron a sí mismos como “malditos",
achacando el adjetivo a la mala suerte de su trayectoria literaria al pasar por
la censura y sumarle la consiguiente pérdida de lectores en España. Y
podríamos mencionar muchos más casos de autores que permanecieron
constantemente en el punto de mira de los defensores de la moral, como Isaac Montero,
o Jorge Semprún, tanto por sus convicciones políticas como por sus
intervenciones públicas.
-¿Cómo de
importante fue Carlos Barral y toda su trayectoria, así como lo que había
sembrado para mirar a la dictadura a los ojos e ir dejándola atrás…?
-Como planteo en
el libro, Carlos Barral fue el señor de las letras, en su totalidad. Fue un
sobresaliente poeta con títulos como Metropolitano (1957), Diecinueve
figuras de mi historia civil (1961), o Lecciones de cosas: Veinte
poemas para el nieto Malcolm (1986). Fue memorialista, con los
volúmenes Años de penitencia (1975), Los años sin
excusa (1978) y Cuando las horas veloces (1988), en
los que recopiló no solo su biografía personal y profesional, sino que ofreció
también testimonio vivo de una época. En menor medida, se atrevió con
otros géneros como la novela y el libro de viajes. Escribió abundantes
artículos y columnas de opinión para distintos medios; tradujo obras al
castellano; escribió decenas de prólogos para sus allegados. Fue, por supuesto,
uno de los mejores editores del siglo pasado y luchó durante largos años contra
la censura y contra las dificultades que la dictadura imponía a su profesión.
Hasta político fue en la última etapa de su vida. Este Barral polifacético,
seductor, inteligente, combativo… bien merece que nos acerquemos a su historia,
a todas sus letras.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)