Cazarabet conversa con... Fernando Mikelarena,
autor de “Ideología identitaria de los vencedores. Eladio Esparza, Diario de
Navarra y el navarrismo foralcatólico” (Pamiela)
Eladio Esparza, Diario
de Navarra y el navarrismo foralcatólico…un tema tratado en un nuevo libro de
investigación publicado por Pamiela de Fernando Mikelarena.
La sinopsis del
libro:
Este
libro trata del papel de Eladio Esparza, subdirector de Diario de Navarra
entre 1930 y 1952 y colaborador del mismo periódico entre 1910 y 1923 y entre
1929 y 1930, como teórico principal del navarrismo foralcatólico que era la
ideología identitaria de los vencedores, una adaptación a Navarra del
nacionalcatolicismo franquista.
El
estudio exhaustivo de sus textos en la prensa de la época señala su
trascendencia como ideólogo programático y estratégico de las derechas
navarras, revelándose como un destacado gestor de emociones a lo largo de todo
el periodo republicano y de la Guerra Civil, tal y como prueba su resistencia,
a ultranza y en todas las cuestiones, al régimen republicano; la asunción del
casticismo y de la guerra ideológica a favor de los valores religiosos,
morales, educativos y patrióticos españoles tradicionales de siempre; y la
apología de los combatientes a favor del golpe de Estado de julio de 1936.
El autor,
Fernando Mikelarena:
Es
doctor en Historia por la UNED (1992), profesor titular de la Universidad de
Zaragoza y autor de más de un centenar de artículos sobre temas
relacionados con la historia de la población, la historia agraria, la
historia social, la antropología histórica, la historia de las
mentalidades y de las ideologías, la historia política, la historia
constitucional, la historia de las identidades y la historia de la Guerra Civil
y la represión fascista, preferentemente centrados en la Navarra en los
siglos XVIII, XIX y XX, publicados en revistas regionales, nacionales e
internacionales.
Su
trayectoria investigadora hasta el momento ha sido reconocida por la Comisión
Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora con cuatro tramos de
investigación (sexenios).
Coautor
de los libros Historia del navarrismo (1841-1936). Sus relaciones con el
vasquismo (Pamplona, 2002) y Sartaguda 1936. El Pueblo de las Viudas
(Pamiela, 2008), es también autor de:
- Demografía y familia en la Navarra tradicional (Pamplona, 1995)
- Sin piedad. Limpieza política en Navarra, 1936 (Pamiela, 2015, Premio
Euskadi de Ensayo en castellano)
- Muertes oscuras. Contrabandistas, redes de evasión y asesinatos políticos
en el País del Bidasoa (Pamiela, 2017)
El autor ha
estado con nosotros en otras conversaciones:
https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/desmemoriavencedores.htm
https://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/muertesoscuras.htm
Nos documentamos,
siempre va bien:
Diario de
Navarra, hoy:
https://www.diariodenavarra.es/
Sobre Esparza:
https://es.wikipedia.org/wiki/Eladio_Esparza
https://aunamendi.eusko-ikaskuntza.eus/eu/esparza-aguinaga-eladio/ar-41606/
Otras
documentaciones que os pueden agradar:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7963593
https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/249994
Cazarabet
conversa con Fernando Mikelarena:
-Fernando, ¿das en este libro como
otra vuelta de tuerca del libro sobre la desmemoria de los vencedores?
-Este libro trata
de abordar cuestiones complementarias a los de los libros anteriores. Hace diez
años, en 2015, en Sin Piedad analicé la cruel y salvaje limpieza política registrada en Navarra en 1936-1937.
En La (des)memoria de los vencedores, de 2019, estudié el proceso de
desmemoria y olvido por parte de los golpistas en relación con dicha limpieza
política. Y en este libro profundizo en las ideas subyacentes de los golpistas
en el plano identitario.
-¿Qué te ha hecho acercarte a la ideología
identitaria de los vencedores mirando muy de cerca a Eladio Esparza como
subdirector de Diario de Navarra?
-Eladio Esparza
es un intelectual poco conocido que he intentado rescatar del olvido por
diversas razones. La más importante de ellas es que,
además de ser subdirector de
Diario de Navarra entre 1930 y 1952 y colaborador del mismo periódico entre
1910 y 1923 y entre 1929 y 1930, por el contenido de sus columnas puede ser
considerado como el teórico principal del navarrismo foralcatólico, que era la
ideología identitaria de los vencedores, una adaptación a Navarra del
nacionalcatolicismo franquista.
El vaciado
exhaustivo de sus columnas, tanto en Diario de Navarra como en otros
periódicos, tarea que emprendí hace ya años, me persuadió de su trascendencia
como ideólogo programático y estratégico de las derechas navarras, tanto en
relación con los aspectos más habitualmente predicados del navarrismo como
sobre otros, por lo general, no percibidos.
-¿Cómo fue esa vinculación y qué aire le dio al
navarrismo foral católico Eladio Esparza?
-El concepto de
navarrismo hace referencia a la defensa de esta comunidad
en tanto que proyecto político diferenciado de otros limítrofes, firmemente
engarzado en España y fundamentado en su foralidad histórica. Asimismo, quizá
su rasgo más característico sería su rechazo a la unión vasco-navarra.
Ahora bien, a esa
defensa de Navarra como proyecto político diferenciado del navarrismo genérico,
Eladio Esparza complementó con diversos elementos para formular la doctrina el
navarrismo foralcatólico que se articula como un precipitado doctrinal con elementos
incorporados a partir de los años republicanos en unos casos y de 1936 en
algunos otros. Entre esos elementos están:
El boicot de la
derecha conservadora y tradicionalista al proceso estatutario, tanto en su
vertiente de estatuto único con Vascongadas como en la de estatuto singular
para Navarra, y la defensa del marco políticoinstitucional cuarentayunista, que
era el marco que más convenía a las élites derechistas navarras por otorgarles
cuotas importantes de poder institucional en unas pocas manos y sin control
alguno.
El rechazo de la
tentación reintegracionista (una reivindicación clásica del tradicionalismo,
pero que podía conducir al separatismo).
La
sobrevaloración de la foralidad cuarentayunista como la única foralidad
discernible y como la seña de identidad obvia de Navarra, así como de los
conceptos a ella vinculados como el de pacto foral y el de hispanidad.
La escasa
consideración del euskera, rebajando su carácter identitario para Navarra.
Esos cuatro
puntos anteriores llevaban a su máxima expresión la reacción de los
conservadores y de un sector importante del tradicionalismo, el praderista, en
contra del proceso reintegracionista de 1917-1919, que derivará en un notable
debilitamiento de su vasquismo cultural, hasta entonces hegemónico.
Asimismo, entre
los aspectos no directamente políticoinstitucionales ni idiomáticos que
postulaba el navarrismo foralcatólico estaban la resistencia, a ultranza y en
todas las cuestiones, al régimen republicano y la asunción de la guerra
ideológica a favor de los valores religiosos, morales, educativos y patrióticos
españoles tradicionales de siempre. Esos aspectos se importaban de los
elementos discursivos de índole nacionalcatólica y tradicionalista pergeñados
por los ideólogos de Acción Española y de Renovación Española, con quienes
Raimundo García, Garcilaso, y Eladio Esparza, director y subdirector
respectivamente de Diario de Navarra, tenían mucha relación.
Otros aspectos
muy importantes sobre todo por su posibilidad de articulación comunitaria, para
dar paso a la comunidad de los vencedores, eran la apología de los combatientes
a favor del golpe de Estado de julio de 1936, en especial de los fallecidos y la
aportación crucial de Navarra al golpe de Estado por medio de una riada de
combatientes, que se identificó en su totalidad de voluntarios alistados desde
el primer momento (lo que en otros libros anteriores nuestros ya indicamos que
era falso, porque fueron más los soldados de quinta que la suma de voluntarios
carlistas y falangistas), y en el carácter de Navarra como la Nueva Covadonga
por su carácter de foco de resistencia contra la República desde 1931 que
enlazaba con la lucha ante el liberalismo en el siglo XIX por medio de las
guerras carlistas. No hay que olvidar que la victoria en la guerra civil y el
recuerdo de los caídos/mártires del bando franquista se constituyó como el
punto de partida de la comunidad de los vencedores, considerados como los elegidos
y protagonistas de una misión histórica, como encarnación que eran de la Patria
española y católica, concebida de forma férreamente unitarista y contraria a
cualquier separatismo, ajustada a los valores tradicionales de siempre, del
nacionalcatolicismo: la nación española, el orden social, el corporativismo, la
familia, la religión.
-¿Era implantar y trasplantar el
nacionalcatolicismo franquista a Navarra?; pero ¿con qué particularidades?
-La religión
política franquista, tanto en su versión fascistizada inicial, trufada de
ingredientes nacionalcatólicos, como en su versión más estrictamente
nacionalcatólica posterior, se caracterizó por unos ejes discursivos
esenciales, soportes de un régimen radicalmente autoritario. La victoria en la
Guerra Civil se constituyó como el punto de partida de la comunidad de los
vencedores, considerados como los elegidos y protagonistas de una misión
histórica, como encarnación que eran de la Patria española y católica,
concebida de forma férreamente unitarista y contraria a cualquier separatismo,
ajustada a los valores tradicionales de siempre, del nacionalcatolicismo: la
nación española, el orden social, el corporativismo, la familia, la Religión.
Otro elemento muy importante de la memoria de los vencedores, y que se añadió
como un componente fundamental del nacionalcatolicismo y de la cultura de la
victoria por su valor de articulación comunitarista, fue la política de la
muerte del bando franquista basada en la exaltación permanente de los muertos
en combate o en la lucha callejera durante la República, así como de los
asesinados en la retaguardia del bando republicano, como héroes y mártires,
como ejemplos a seguir por parte de la ciudadanía, y plasmada en cruces y
monumentos a los caídos. Paralelamente, en otra utilización de la religión
católica para fines políticos ligada con lo que estamos diciendo, los rituales
relacionados con la religiosidad popular fueron mistificados como mecanismos
generadores de lealtades políticas hacia el régimen por medio de desfiles
militares, himnos, misas por los mártires y caídos, conmemoración de
efemérides, a la vez que se glorificaba la figura de Franco, identificado como
un victorioso César católico.
En el caso
específico de Navarra, el foralcatolicismo de los vencedores añadió a los
elementos anteriores otros propios y adaptados al espacio provincial. De esta
forma, se insistió en la aportación crucial de Navarra al golpe de Estado por
medio de una riada de combatientes, que se identificó en su totalidad de
voluntarios alistados desde el primer momento (lo que en otros libros
anteriores nuestros ya indicamos que era falso, porque fueron más los soldados
de quinta que la suma de voluntarios carlistas y falangistas), y en el carácter
de Navarra como la Nueva Covadonga por su carácter de foco de resistencia
contra la República desde 1931que enlazaba con la lucha ante el liberalismo en
el siglo XIX por medio de las guerras carlistas.
-¿Hasta qué punto era parte de la ideología de
la derecha navarra y de su hoja de ruta?
-En el caso de
Navarra la asunción del nacionalcatolicismo en
la versión foralcatólica se vio favorecida desde muy pronto a causa de la
radical catolicidad de las diversas familias derechistas, tanto del muy
predominante carlismo como de los sectores ligados a Unión Navarra, la sucursal
navarra de la CEDA, y de la muy minoritaria, pero influyente Renovación
Española, el partido de los monárquicos alfonsinos y que era el vector de
opinión predominante en el staff directivo de Diario de Navarra y de cuyas ideas
participaban los dos principales columnistas del diario, el director Raimundo
García, Garcilaso, y el subdirector Esparza, el primero centrado durante el
periodo republicano en cuestiones en el plano estatal e internacional, y el
segundo volcado en crear ideas-fuerza de movilización para las derechas
navarras. Incluso el falangismo navarro, marginal hasta julio de 1936 y que
luego se alimentaría del trasvase de sectores derechistas no tradicionalistas,
se caracterizó, por el influjo de Fermín Yzurdiaga, conocido como el cura azul,
por un ferviente sentimiento católico desde su surgimiento en 1933.
-¿Cómo y de qué manera esa derecha se mantenía
en ósmosis con la derecha del franquismo?
-No hay que olvidar que los golpistas navarros monopolizaron el poder
provincial de forma absoluta durante más de cuarenta años y crearon redes
clientelares sin cuento porque todos los sectores de ellos participaban del
negocio de la dictadura franquista para repartirse todos sus beneficios a todos
los niveles.
No es verdad esa visión que habla de la existencia
en el régimen de
diferentes familias políticas en relación con los diferentes sectores
que apoyaron la Dictadura (carlistas, falangistas, monárquicos alfonsinos,
conservadores, católicos), que incluso afirma que estaban enfrentadas
radicalmente entre sí. Como dice Nicolás Sesma, utilizado el concepto de
selectorados, mucho más válido y funcional, eran grupos que participaban en la
gestión del régimen por decisión de Franco que así les aseguraba una porción
suficiente de los beneficios políticos y materiales para no ver desafiada su
posición”. De forma que, en el contexto del posicionamiento a la hora del
reparto de las cuotas de poder, “los selectorados franquistas demostraron ser,
a pesar de sus diferencias, perfectamente compatibles entre sí”, profesando una
profunda lealtad al conjunto”. Constituyendo así, “toda una serie de franquistas
perfectos capaces de garantizar que, en cada etapa de la dictadura, se
trabajara en la dirección que marcaba el Caudillo en aras del correspondiente
objetivo común. Así lo hicieron hasta la victoria durante la guerra civil, para
intentar encontrar acomodo en la Europa dominada por el Eje y, tras el cambio
de signo de la segunda guerra mundial, para garantizar que Franco cumpliera con
su regencia vitalicia”. No hay que olvidar la vigencia durante todo el
franquismo de “los lazos de sangre, complicidad y solidaridad que habían dado
lugar a la comunidad del 18 de julio”, de forma que
para los sectores conservadores, que se habían implicado al máximo en el golpe
de Estado, “el Caudillo sería siempre el líder que los había llevado a la
victoria frente a la amenaza republicana y revolucionaria”. De esta forma, fue
el acendrado franquismo de todos los diputados forales y de la inmensa mayoría
de los concejales de las poblaciones navarras relevantes, sin excepción, la
clave de bóveda del entramado del funcionamiento de los poderes locales en
Navarra durante el régimen franquista. Asimismo, aunque algunos hablan del
carácter de oposición de algunos sectores, en contraste con la brutalidad con
la que era reprimido cualquier movimiento desde la izquierda, las represalias
contra los sectores juanistas, falangistas y tradicionalistas que mostraban
distancias respecto del régimen se guiaron por la contención y no hicieron a
sus protagonistas cruzar el Rubicón hacia el verdadero antifranquismo. Antes,
al contrario, la docilidad de sus peticiones indicaba que, en último término,
tenían miedo a perder los privilegios readquiridos. En el caso concreto del
carlismo y de su rama más popular en Navarra y teóricamente opositora al
régimen, la javierista, retendrá sin ningún problema medios como El Pensamiento
Navarro y Radio Requeté y sus candidatos podrán presentarse a las elecciones.
Hasta que los Borbón Parma no fueron expulsados a finales de los años sesenta,
siempre remarcaron que los auténticamente fieles al espíritu del 19 de julio
fueron ellos.
De esta forma,
teniendo en cuenta todas esas apreciaciones anteriores no puede extrañar que
Navarra fuera la provincia más franquista de España atendiendo al número de los
afiliados al partido único FET de las JONS a causa del fuerte peso del carlismo
en sus diversas variantes en la provincia y porque los mensajes difundidos por
las autoridades navarras sobre el protagonismo de Navarra en la victoria del
bando nacional habrían calado de forma intensa en la sociedad. Según un resumen
estadístico de diciembre de 1949 elaborado por la Delegación Nacional de
Provincias de la Secretaría General del Movimiento, Navarra aparece en un
destacadísimo primer lugar por el número absoluto de afiliados (con 73816, como
la suma de militantes y adheridos) en comparación con el resto de las
provincias españolas, pero también por el porcentaje del 18,6 que representaban
en relación con la población total, que llegaría, aproximadamente a una
proporción del 36 por ciento si consideráramos solamente la población
masculina. En números absolutos de afiliados le seguían
pero a mucha distancia, con entre 40000 y 50000, Madrid, Barcelona y Granada,
pero en las dos primeras provincias el porcentaje sobre el total de población
no superaba el 2,5 por ciento y en la tercera era de solo el 5,7. Otras cuatro
provincias tenían entre 30000 y 40000 afiliados (Asturias, Zaragoza, Sevilla y
Badajoz), pero solo en la aragonesa, con el 6,1 por ciento sobre la población
total, se superaba el 5 por ciento. De
cualquier forma, los datos navarros multiplicaban casi por seis el porcentaje
del 3,4 sobre el total de la población que suponían los 986793 afiliados del
conjunto del Estado.
-Mola siempre se ha dicho que era el
estratega del Golpe y de la arquitectura del mismo…pero por él solo seguro que
no podía y para eso debían sumarse piezas como Eladio Esparza, ¿no?
-Aunque se ha
concedido tradicionalmente mucha más importancia a Raimundo García, Garcilaso, el director de Diario de
Navarra, como responsable de los contenidos ideológicos del mismo, a tenor de
lo que muestro en el libro queda claro que Esparza fue mucho más importante para la vertebración de los
marcos mentales e ideológicos de la derecha navarrista porque estaba muchísimo
más dotado intelectualmente que Garcilaso para pergeñar discursos de
conformación sociopolítica y era mucho mejor conocedor de la realidad navarra,
globalmente considerada, así como de la audiencia a la que se dirigía. Esparza
trabajó en la articulación de discursos de conformación sociopolítica de
consumo interno en Navarra, como buen conocedor que era de la realidad
provincial, diseñando mensajes como subdirector del periódico, simultáneamente
aceptables y movilizadores, para las élites y las sensibilidades conservadoras,
escindidas en varias formaciones, que constituían su público en principio
original y propio y también para el mayoritario sector tradicionalista de la
opinión pública (y que tenía en el periódico carlista El Pensamiento Navarro su
canal propio, pero de compradores limitados ya que solo vendía 2000 ejemplares
y con un nivel discursivo de menor talla intelectual, y que también adquiría
Diario de Navarra y que tenía una tirada diez veces mayor).
En relación con la conspiración, Esparza contribuyó desde 1931 a crear un caldo de
cultivo para la difusión de mensajes antirrepublicanos y que animaban a la
resistencia contra la República, mensajes que se fueron radicalizando a partir
de febrero de 1936, representando una faceta de contribución al golpe de
Estado, complementaria a la estrictamente militar protagonizada por Mola.
Tras el golpe de
estado, la actividad de Esparza entre 1936 y 1940, estuvo totalmente plegada al
afán comunitarista, a los intereses y a la acción represiva del bando
sublevado: su apoyo al golpe de Estado y a la movilización y al castigo al
desafecto, su labor en la depuración de la enseñanza como miembro muy activo de
la Junta Superior de Educación que él animó a formar, su labor como gestor de
emociones y organizador de eventos emocionales como la misa de campaña de
campaña de 25 de julio y la procesión del 23 de agosto y en relación con el
culto a los combatientes muertos en el frente, su papel como gobernador civil
de Álava en 1937-1938, su apoyo a la guerra cultural de tradicionalismo, y su
función primordial en el proceso de carlistización de Diario de Navarra, esto
último algo totalmente novedoso y que se liga con la circunstancia de que el
biografiado fuera el Delegado de Prensa y Propaganda de los requetés durante el
verano de 1936. Su actitud de apoyo a la movilización y al golpe de Estado y al
castigo al desafecto y su papel como gestor de emociones conecta con la total
implicación de las élites derechistas en la brutal limpieza política
desarrollada en la provincia. Una realidad que se tiende a olvidar, sobre todo
por parte de la derecha navarra desde siempre y en la actualidad. pero que es
indicativa de la absoluta complicidad de todos los agentes civiles en la
articulación de aquel ecosistema del horror y del terror.
-¿Qué peso tenía en todo esto incluso en él y en
sus maneras de hacer el catolicismo y esa moral y educación tan
tradicionalista…? Más tradicionalista que afín, por ejemplo, a la falange y
“otras tendencias de derechas”, ¿no?---lo que quiero
decir que sobre todo eran tradicionalistas y católicos por encima de ideas como
las de José Antonio y otros…
-En Navarra, a
causa del predominio del carlismo, entre las derechas navarras, el catolicismo
y el tradicionalismo impregnó totalmente el
foralcatolicismo.
De cualquier forma, algo similar sucedió en el
conjunto de España. El nacionalcatolicismo, concepto del que deriva el
foralcatolicismo navarro, fue hegemónico en la España de Franco. A pesar de
algunas opiniones extendidas, creo que decir que la dictadura franquista fue
una dictadura fascista es una simplificación. Creo más acertado afirmar que,
surgiendo de un inmenso baño de sangre y de una actitud represora y autoritaria
durante toda su existencia, el franquismo fue una dictadura nacionalcatólica
fascistizada. ¿Por qué? Porque el fascismo español, en su versión más pura,
laica y nacionalista, fomentada desde Falange Española de las JONS desde 1933,
perdió la batalla ante la cultura política nacionalcatólica, promovida esta por
los sectores monárquicos alfonsinos y que sería aceptada por los demás sectores
conservadores católicos y tradicionalistas y que también formaba parte de un
sector de la Falange. Esta cultura política nacionalcatólica, de larga
trayectoria, enlazaba “con el pensamiento de Menéndez y Pelayo y su idea de la
esencialidad católica de la nación española, habiendo sido asumida por Ramiro
de Maeztu y por el grupo de Acción Española y de Renovación Española ya durante
la II República”, siendo radicalmente reaccionaria, tradicional, antiliberal y
monárquica. El franquismo, por tanto, no
sería el producto estricto de una cultura política fascista, sino el resultado
de una alianza de las derechas contrarrevolucionarias unidas en el
acontecimiento fundacional del Nuevo Estado: la Guerra Civil. Tradicionalistas
y monárquicos alfonsinos, así como católicos independientes, habrían forzado
una interpretación de la guerra civil como “cruzada católica”, más que como
“cruzada nacional”, llevando a cabo desde ese campo católico una apropiación
distorsionada del fascismo, de manera que la religión política fascista
“quedaba reconducida a religión católica y el movimiento falangista a mero
auxiliar (…) de la tradición”, lo que fue favorecido por los sectores católicos
de Falange. Ya en la postguerra, los intentos falangistas de fascistización del
estado franquista se vieron acompañados por el reconocimiento por la propia
Falange del peso del ingrediente católico, aunque, a la altura de 1943, por el
cambio de la coyuntura internacional con las derrotas del Eje, aquellos
fracasaron y el triunfo del nacionalcatolicismo conservador y autoritario se
hizo irreversible.
-Cuando hablo de Navarra no puedo
dejar de hacerlo sin dejar de pensar en el “carlismo”; ¿qué influencia tiene en
todo esto? —el propio Esparza colaboró en diarios carlistas y seguro que le
influyó …
-Esparza provenía de familia carlista. Su padre y su tío fueron excombatientes en la
última guerra carlista. Aunque el único partido en el que militó fue Renovación
Española, si bien de forma silente y comedida, siempre mantuvo estrechas
relaciones con el carlismo, alabándolo en muchos artículos a lo largo de la
República y tejiendo muchas connivencias con la Comunión Tradicionalista
durante los años republicanos hasta el punto de ser designado Delegado de Prensa de los Requetés durante el verano de
1936. En el verano de 1937 llegó a su cima política al ser nombrado gobernador
civil de Álava, puesto en el que permanecería un año y al que llegó como pago a
los servicios prestados siempre desde el bando de carlismo. Como Delegado de Prensa de los Requetés organizó ritos de
cohesión comunitaria de alta emocionalidad para los golpistas, como la misa de
campaña del 25 de julio y la procesión del 23 de agosto. También impulsó la
creación de la Junta Superior de Educación, siendo su secretario y en la que
fue miembro de la comisión de depuración desde la que se llevó a cabo una purga
cruel entre los maestros y profesores de Navarra con durísimas sanciones para
los más significados. Por cierto, entre la veintena de maestros y profesores
asesinados la sanción les llegó después de muertos. Entre julio de 1936 y el
verano de 1837 fue un destacado propagandista requeté, participando en muchos
mítines carlistas. También animó a la delación, al castigo al desafecto y a la
censura de libros. En abril de 1937, apoyó con fervor la unificación de
tradicionalistas y falangistas en el partido único FET y de las JONS, realizada
por decreto. Y su tratamiento falaz del bombardeo de Gernika le abrió las
puertas para ser nombrado en mayo de 1937 miembro del Consejo de Propaganda y
Prensa de FET y de las JONS presidido por el sacerdote falangista navarro
Fermín Yzurdiaga y del que formaban parte los falangistas Alfonso García
Valdecasas y Dionisio Ridruejo. A finales de ese mismo mes Esparza sería
nombrado Secretario General de Prensa de la Delegación
Nacional de Prensa y Propaganda de FET-JONS. En Álava como gobernador civil
puso en práctica una política de control total de la ciudadanía, que debía
detenerse en la calle para escuchar los mensajes de apoyo al régimen reproducidos
por altavoces.
-¿Hasta qué punto sigue presente la ideología
del navarrismo foralcatólico en la actual sociedad navarra?
-Todos los
aspectos del navarrismo foralcatólico de Esparza siguen
muy presentes en la sociedad navarra actual, constituyendo el discurso hegemónico, obviamente puesto al día. Desde luego, forman parte del ADN de las
formaciones derechistas como UPN y PP. Pero también afectan al resto de los partidos, incluidos los abertzales, que no han
tenido capacidad para contrarrestar el carácter hegemónico de dicho discurso.
Por ejemplo, la LORAFNA se hizo partiendo de las tesis de Esparza sobre la
conveniencia de las vías de amejoramiento del Fuero de cara al incremento del
autogobierno en caso de una actitud favorable para ello del Estado, partiendo
de la preeminencia del pacto foral no rupturista frente a España frente a
cualquier concesión de aquel por su naturaleza superior y suprahistórica,
rechazando la vía reintegracionista por cuanto esta última apela a la plena
soberanía de Navarra. Cuarenta años después de la LORAFNA y noventa después del
proceso estatutario de 1931-1932, nadie habla ya de un marco políticoinstitucional
común con el resto de Euskal Herria, todos aceptan a Navarra como marco
diferenciado. En relación con el euskera y de la guerra ideológica a favor de los valores
religiosos, morales, educativos y patrióticos españoles tradicionales de
siempre, las derechas navarras permanecen igual de encastilladas que en los
años treinta, resonando sus mensajes en muchos jóvenes actuales. Por último, ¿qué decir la apología de los combatientes a favor del
golpe de Estado de julio de 1936 y de la no asunción de responsabilidades por
parte de las derechas navarras en relación con la bárbara matanza de 1936?. Lo penoso es que ahora la mayoría progresista se
pliega a esas ideas, no atreviéndose a derribar los Caídos y hablando de una
resignificación timorata que no servirá para nada, sino para recrear la
impunidad. Por cierto, las pinturas de Stolz de la cúpula de los Caídos reflejan el relato metahistórico requeté de la historia
de Navarra recreado por Esparza en un libro breve suyo sobre la historia del
Reino en el que afirma que Navarra ha estado siempre en cruzada permanente
contra el Islam, la Ilustración, el liberalismo y el
comunismo, enlazando así las Navas de Tolosa, la guerra de la Convención, las
guerras carlistas y el 36 como un continuo. Esparza también inspiró la creación
de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, la entidad memorialista
requeté que hasta hace poco ha seguido haciendo misas de apología carlofascista
en la cripta, monopolizando el uso del Monumento a los Caídos durante décadas y
celebrando allí funerales por genocidas carlistas como Esteban Ezcurra o Benito
Santesteban.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)