Cazarabet conversa con... David
Mayor, sobre el libro “En la magnífica hora tardía” (Comuniter) de José Luis
Rodríguez García
Comuniter y
su cuidada colección de poesía nos muestra a un autor con una agudeza
excepcional.
Un poemario
sublime desde la pluma del poeta que recientemente ha cruzado el camino a
Hades, José Luis Rodríguez García.
El poeta,
narrador y filósofo nos dejó este poemario póstumo intimista, sentido y casi
desgarrador por todo…
Lo natural se
cruza con lo más íntimo.
Una poesía
que incita, de lleno, a pensar, a reflexionar y a sentir en la vertiente más
intensa.
Son versos
libres desde un hombre que desde todas sus aristas entendía la vida y la vivía
de la manera más libre, por no decir “libertaria” en todos los sentidos de la
palabra.
Comuniter
edita su último poemario, como decíamos póstumo que tenía escrito desde hacía
un tiempo, junto a una obra narrativa, y que no habían sido publicados.
Una especie
de sinopsis de este poemario:
Podría ser Scardanelli, Salvatore Rosa o Buonarroti. Aquellos nombres
que Hölderlin utilizo para firmar sus poemas al olvidar en la torre del
ebanista Zimmer quién era. El poeta de la locura, un
bandido, el militante de los iguales. En las magníficas horas tardías, cuando
se sabe orgulloso de ser definitivamente libre como Empédocles sin sandalias
ante el Etna, cuando la memoria del agua, la ternura de las lágrimas, casi el
silencio es lo único que queda. Y la nada. El encuentro con la nada. La
libertad final es magnífica, aunque ya no quede proyecto ni tentativa. Tampoco
hay identidad. Sí una serie infinita de diferencias. Un decir fantasmagórico
que quiebra el orden del discurso. Los emocionantes poemas de José Luis
Rodríguez García que aquí se publican podrían ser los de Scardanelli,
Salvatore Rosa o Buonarroti. Poemas que condensan con intensidad el pensamiento
poético de un intelectual cuya obra rebosa en matices y no deja de apelarnos.
Sobre el
autor
José Luis
Rodríguez García (León, 1949 – Zaragoza, 2022) fue poeta, acaso su principal
preocupación intelectual, la más cercana a los temblores de la vida. A una
sólida trayectoria formada por trece libros -podemos citar, entre otros, Tan
solo infiernos sobre la hierba (Provincia, 1981), Elogio dela melancolía
(Ayudo, 1986), En la noche más transparente (Olifante, 1993), Pentateuco
para náufragos (Huerga y Fierro, 1998), Voces
en el desierto (Eclipsados, 2009) o, el último publicado en vida, Almanaque
de la intemperie (Papeles mínimos, 2021)- se han sumado dos textos
póstumos, Era posible la ternura (4 de agosto, 2023) y este En la
magnífica hora tardía. También desarrolló una notable actividad como
narrador. La residencia y otros relatos (Prensas de la Universidad de
Zaragoza, 2019) recoge una antología de su cuentística y Comuniter recuperó su
novela póstuma Sombras en la bajamar en 2023.
Fue recordado
profesor de filosofía y autor de libros fundamentales para entender su poética,
en los que reflexiona sobre la escritura y los problemas de la verdad y la
representación, la identidad y la diferencia como Verdad y escritura (Anthropos, 1994), Mirada, escritura, poder (Bellaterra,
2002), Crítica de la razón posmoderna (Biblioteca nueva, 2006) o El
hilo truncado (Eclipsados, 2011),
así como de luminosas páginas sobre poetas determinantes para él como Hölderlin
-Prensas de la Universidad de Zaragoza ha recuperado su Friedrich Hölderlin: El exiliado en la tierra (1987, 2ª ed. 2024)-, Artaud o Paul Celan.
Entrevistamos
para hablar de este poemario de José Luis Rodríguez a David Mayor, albacea de
su obra y estudioso de su poética.
Cazarabet
conversa con David Mayor:
-David, ¿cómo definirías este
libro de poemas de José Luis Rodríguez En la magnífica hora tardía dentro de la
obra poética del autor?
-Un libro muy
relevante, pues culmina una forma de entender lo poético como manifestación
radical de la diferencia.
-Porque,
¿cómo definirías la obra de este pensador y narrador?
-La obra de
José Luis es variada y rica en matices, incluso su poesía contiene dos partes
muy marcadas en el tiempo -un antes y un después de su libro Pentateuco para
náufragos (1998)- pero siempre hay una vocación por salir de los caminos
trillados, por abrir una tentativa, una posibilidad, por hacer de la palabra un
espacio y un tiempo siempre inéditos. También en cuanto a los contenidos porque
abre la posibilidad de todos aquellos que han sido excluidos de la historia.
-Casi te
diría que se nota mucho que es la poética de un pensador, ¿no?
-Sin ninguna
duda. Pero de un pensador que no diferencia entre pensamiento y poesía, que
asume que la poesía es acaso el principal lugar del pensamiento.
-Una poética,
al menos en este último poemario, a la vez intimista y que te evoca a la
reflexión del lector, ¿qué nos puedes decir?
-La segunda
parte de la obra poética de José Luis, esa que decía que empieza con Pentateuco
para náufragos, es una ruptura con el yo como vehículo para la representación
poética, hay una firme intención por evitar la identidad lírica. No obstante,
en su penúltimo libro, Almanaque de la intemperie (2021), hay un diálogo entre
el tú y el yo y una explícita manifestación del nosotros; y en la magnífica
hora tardía surge el conflicto entre identidad y diferencia en torno a un yo
quebrado que nos obliga a reflexionar como lectores tanto sobre el devenir
vital como sobre esa melancolía que acompaña a todas las elegías.
-Este
poemario, todo en él, tiene algo de profético, ¿verdad?
-Es un libro
sobre la cercanía de la muerte, sobre las horas tardías de la vida.
-¿Qué parte del José Luis Rodríguez
filósofo y pensador se ve reflejado aquí?
-El libro
entronca directamente, como decía al principio, con una parte muy importante de
su reflexión: la diferencia. Pero también con ese hilo truncado que es la
melancolía y que atraviesa a José Luis en todos sus géneros.
-La
composición poética, a menudo, viene acompañada de sentir “cierto dolor”
mientras se escribe… es como una especie de dolor interno; ¿cómo lo ves?; no se
pasa mal, pero se experimenta como “un cambio de piel” para dejar atrás unos
“sufrimientos” y emprender nuevas cimas, ¿cómo lo ves?, sobre todo en la
poética y teniendo en cuenta este poemario de José Luís Rodríguez…
-Sí, esa es
una de las claves. Aúna diferencia y melancolía que decía recién. La poesía de
José Luis me gusta pensar que nos adentra en un camino sin camino, para el que
no sirven representaciones convencionales, sino que abre un sentido que solo
podemos completar asumiendo la imposibilidad de la certeza. Pero, al mismo
tiempo, nos invita a ese camino como magnífica experiencia vital.
-En mis
lecturas de poesía, soy de abrir el libro e ir leyendo, no me importa el orden,
pero, a veces, me da que hay poemas que él los escribió para “ser leídos en
cierto instante” porque quizás haya tiempos y momentos vitales para escribirlos
y, por tanto, para leerlos…
-No sé
decirte. Los libros y los poemas nos escogen; aparecen cuando son necesarios
acaso impulsados por esa invisible voluntad que todo lo mueve y que se
representa en los que somos en cierto instante como dices. Este libro lo ha
publicado Comuniter de manera póstuma, pero José Luis quiso publicarlo en vida,
lo que significa que quería que leyéramos qué escribía “en la magnífica hora
tardía”.
-Enlazo con
la pregunta anterior ¿podríamos decir que el género poético y a José Luís
Rodríguez se le nota, creo, mucho en este poemario, experimenta que escribía
estos poemas y en ellos palpitaba su estado y/o latido vital?
-Sin duda. En
una entrevista que le hizo Antón Castro hace unos años, decía que la literatura
es contacto, misterio, comunicación y confesión. Me gusta entenderlo como un
todo, porque esos conceptos no señalan a la literatura como espejo en el camino
sino a la literatura como lámpara en la oscuridad. Y ese todo está
profundamente arraigado en una tesitura de vitalismo, de compromiso con la
vida.
-Como pensador es de los que
trasladaba sus pensamientos a las narraciones, poemarios y ya no te digo a las
colaboraciones en reflexiones, artículos, libros de pensamiento… ¿estaba en él
esta dimensión, la de pensador, por encima de cualquier otra?
-Yo tiendo a
considerar que era un poeta por encima de todo lo demás. Y la poesía era para
él tanto una forma del pensamiento como una forma de vida, una forma abierta a
hibridaciones y mutaciones de lo que entendemos como pensar clásico o
sistemático. Poesía que ahonda en cuestiones fundamentales: la verdad, el
lenguaje, la muerte, la belleza, la felicidad, el dolor, el compromiso. De ahí
que también señalara en algún momento que poesía y política se unían sin
traumas. Friedrich Hölderlin, Antonin Artaud o Paul
Celan, que son algunos de sus referentes más importantes, serían también
pensadores-poetas en este sentido.
-¿Cómo lo definirías como poeta?,-eres estudioso
de su obra-
-Su poesía es
un ejemplo siempre vivo de aquello que escribiera su admirado Gilles Deleuze y
que le gustaba recordar: “Solo se escribe por amor. Toda escritura es una carta
de amor”.
-¿Cómo vivía él la poesía?
-Con
intensidad vital, como compañía cotidiana, cercana, nada elitista, que le
acompañaba en su deambular diario y le llevaba, por ejemplo, a escribir poemas
en servilletas de bar que luego trasladaba a sus cuadernos. Las tabernas
siempre fueron lugares desde los que contemplaba el mundo y celebraba la
amistad. Contemplación y amistad también son sinónimos de poesía.
-¿Sabes quién o qué lo introdujo dentro del arte
de cultivar la poesía?
-Ay… no sé…
Sé que conoció a Victoriano Cremer en su León natal
muy pronto y que visitaba a Antonio Gamoneda siempre que regresaba a su ciudad
porque tenían relación desde hacía mucho tiempo. Pero no creo que fueran ellos.
Sé que escribía desde muy joven y que en 1968, con 19
años, ya se presentaba a premios literarios. Y que el profesor Muñoz Alonso,
mientras estudiaba en la Complutense, fue quien le recomendó Genio y locura de
Jaspers, un texto que marcó su predisposición hacia la poesía.
-¿La poesía es una de las artes que reúne más
elementos para disuadir los argumentarios que hoy, más que hace unos años,
observemos un paso atrás en la libertad, por ejemplo, de expresión?
-La poesía es
manifestación de libertad. Y, al no pertenecer al mundo del mercado, es una
forma de resistencia que convoca la expresión de todo aquello que no se sabe
cómo decir o no se puede decir.
-Creo que en los poemarios lo más
difícil es mantener y lograr ese equilibrio entre lo que el poeta es y muestra
desde cada verso… esa intimidad, casi intimidante; esa invitación a que
pensemos….
-En el caso
de José Luis, considero que ese no es un debate que se dé, pues no hay dualidad
entre lo que se es y una voluntad de mostrar. Su reflexión poética no va por
ahí, ya que su intención, precisamente, estaba en negar cualquier tipo de
esencialismo. Podríamos decir que lo que muestra es lo que es, pero en el
sentido de un proyecto literario que también es vital. Y que excede el marco de
un sujeto consciente que decida qué es y qué no es, qué muestra y qué no
muestra.
-¿Cómo era hablar y reflexionar con José Luís de
poesía ,del arte de escribirla y cultivarla y del pensamiento que desde ella se
nos invita porque en la poesía de José Luís todo era uno, ¿no?
-Era motivo
de alegría, ensanchaba el alma que diría Robe Iniesta con Extremoduro,
siguiendo al siempre necesario Spinoza. Pero no te creas, yo quedaba todas las
semanas con él, sin embargo, la mayor parte de nuestras conversaciones no eran
de asuntos literarios, a no ser que consideremos el partido del Athletic Club
de Bilbao, del que era muy aficionado, un tipo de poema.
-Amigo David,
te invitamos a que nos contestes este test rápido sobre literatura/poesía en tu
nombre y/o en nombre de lo que crees nos hubiese podido contestar José Luís
Rodríguez por los conocimientos que atesoras en torno a su obra… (cuando
utilizo el artículo “un” / “una” no debes sentirte coartado contestando una
sola cosa puedes ir más allá de “uno” y/o razonar lo que deseas o piensas que
José Luís Rodríguez contestaría… Lo que gustes)
-Contesto en
mi nombre; no me atrevo a hacerlo en nombre de José Luis, lo siento.
Cazarabet
estrena test rápido:
-¿Qué encuentras en la literatura que no
encuentres no sé, por ejemplo, en hacer ganchillo, jugar al voleibol….?
-Refugio, sin
duda.
-¿Quién te enseñó a leer?
-Me gusta
pensar en mi madre. Y también en una maestra, siempre hay una maestra enseñando
a leer.
-¿Qué lecturas primeras encuentras en tu
infancia o desde que tienes consciencia de recordar y quién recuerdas que te
leía?
-Recuerdo los
cuentos universales ilustrados en ediciones de quiosco que me leía mi madre.
-Un Libro. –
-Qué difícil.
Aunque sea un lugar común: El Quijote. Sigue siendo un gran cobijo para la
intemperie y un punto de referencia.
-Un
escritor/a.-
-Cervantes,
Borges, Rimbaud. Por ejemplo.
-Un libro de
poesía. -
-La realidad
y el deseo de Luis Cernuda
-Un/a poeta.
–
-Emily
Dickinson
-Un libro de
cabecera. -
-Ética de
Spinoza, Juan de Mairena de Antonio Machado
- Libro o
libros preferidos. -
-Discursos
interrumpidos de Walter Benjamin. Y nuestros rostros
breves como fotografías de John Berger, La tierra baldía de T.S Eliot
-Un libro que
nos aconsejarías si somos lectores poco dados a la poesía para adentrarnos más
en este género. -
-A Emily
Dickinson, por su acercamiento a la levedad de la vida
pero con una intensidad que es desconcertante e invita a la relectura una y
otra vez.
-Una
narrativa que acaba acercándote a la poesía. –
-Hiperión de
Hölderlin.
-Y uno de
poesía que acaba invitándonos a la narrativa. -
-Las cenizas
de Gramsci de Pasolini.
-¿Dentro de la historia en el devenir de los
tiempos qué etapa u etapas han marcado un antes y un después en la poesía?
-Uff… Homero (s. VIII a.C.), padre fundador; Dante y
Petrarca (s. XIII-XIV), padres fundadores también; Shakespeare (s. XVII), otro
padre fundador, aquí Quevedo y Góngora (S. XVII); el romanticismo (ss.
XVIII-XIX) como movimiento del que nacen todos los Hijos del limo que decía
Octavio Paz; Baudelaire y Rimbaud (s. XIX) en la poesía moderna europea; Juan
Ramón Jiménez y Antonio Machado (s. XX) en la poesía moderna española; T.S
Eliot y Ezra Pound (s. XX), que ponen en marcha el Imagism del que todavía bebemos. Pero parezco un aburrido
profesor celebrando el canon. Quizá simplemente cuando cualquier adolescente
piensa que es importante escribir en un papel en blanco o en una nota del móvil
lo que le está pasando con una determinada vocación de verdad.
-¿Y en la narrativa?
-Cuando
cualquiera cuenta una historia y surge el fuego imaginario de una hoguera que
nos protege de la oscuridad del mundo. Pero en plan más pedante de aburrido
profesor: recuerdo que Milan Kundera en El arte de la
novela escribe que el creador de la Edad Moderna no es Descartes sino Cervantes
(s. XVII) y a partir de esa aventura los grandes temas de la modernidad son
abordados por los novelistas: Balzac y la historia; Flaubert y lo cotidiano;
Tolstoi y ambas (s. XIX); luego Proust y el pasado; y Joyce y el presente (s.
XX). Pero también están Sterne (s. XVIII) que continúa a Cervantes, tradición
capaz de combinar humor y hermetismo que, pasando por Diderot (s. XVIII), llega
hasta a Kafka (s. XX). Qué bestias todos.
-La poesía la
degustas con y cómo…
-Solo y con
un libro de papel. Y si viene al caso, una buena IPA.
-Y cómo
degustas la narrativa
-Igual. Acaso
dos IPAS.
-¿Qué horas sueles utilizar para
componer/escribir poesía?
-Cuando el
mundo laboral no contamina mi tiempo, pero también para contaminar el tiempo de
trabajo. Los poemas son espacio y tiempo de resistencia en cualquier momento.
-¿Y para la narrativa?
-Salvo las notas en cuadernos que me acompañan
como fieles amigos, apenas escribo narrativa.
-La acompañas
con algo de fondo: música, el eco del silencio, los sonidos del día allá donde
estés…
-Practico tus
tres propuestas.
-¿A qué escritor, poeta, ensayista, dramaturgo
te hubiese gustado conocer…?
-A Epicuro, a Pasolini, a Samuel Beckett, a María Zambrano, a Dashiell
Hammett, a Miguel Labordeta.
-¿Y con cuál te hubiese gustado trabajar...?
-Ni idea. Con
cualquiera que no tenga una mentalidad explotadora, que sepa que el trabajo
está muy por debajo de la felicidad.
-Te gusta que
las novelas, narraciones se lleven al cine o se adapten para series y demás…
-No
especialmente. Pero siempre resulta divertido decir eso de que “el libro es
mucho mejor”:
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)