Cazarabet conversa con... Antonio Francisco Pedrós-Gascón, editor de las “Obras completas. I. Libros de
Ensayo (1877-1899)” (Colección Larumbe) de Concepción
Gimeno de Flaquer
Desmontando a
Concepción Gimeno de Flaquer.
Se edita y publica,
desde la Colección Larumbe---que edita cosas muy, muy
interesantes-- del Instituto de Estudios Turolenses, el Instituto de Estudios
Altoaragoneses, la Institución Fernando el Católico,
Prensas de la Universidad de Zaragoza, con el apoyo del Ayuntamiento de
Alcañiz.
Larumbe con este libro se consagra en el nº112...
El volumen
recoge, en sus Obras Completas y en un primer volumen sus libros de ensayo
entre 1877 y 1899.
Coordina esta
minuciosa y exigente pieza, editada en un volumen, estando a cargo de la
edición de Antonio Pedrós-Gascón….
El autor fue
entrevista para Heraldo de Aragón por Antón
Castro.- https://www.heraldo.es/noticias/ocio-y-cultura/2025/07/28/antonio-pedros-gascon-concepcion-gimeno-era-una-pasada-dijo-que-la-mujer-tenia-que-votar-1842632.html
La sinopsis del
libro:
La persona
encargada de esta edición, Antonio Pedrós-Gascón:
Antonio
Francisco Pedrós-Gascón es profesor de literatura española en
Colorado State University
(Fort Collins).
Sus líneas de
investigación abarcan la literatura española de los siglos XIX a XXI, estudios
transatlánticos (con especial interés por el contacto con México), literatura
gallega contemporánea, y estudios de género. Es autor de los libros José
Manuel Caballero Bonald: regresos a Argónida en 33
entrevistas (PUZ, 2011); Conversas con Suso de Toro: como saba de liño.
(Xerais, 2005), y algo más de una treintena de
artículos y publicaciones especializadas.
Su último
proyecto en prensas son las obras completas de la feminista Concepción Gimeno
de Flaquer (8 volúmenes), de la que también editó una versión facsímil de Una
Eva moderna (IET, 2019).
Cazarabet
conversa con Antonio Pedrós-Gascón:
-Antonio, ¿por
qué tu trabajo de recopilación de las obras completas de los ensayos de
Concepción Gimeno de Flaquer entre 1877 y 1899, libro dedicado al ensayo?
-Porque Gimeno es una figura capital del feminismo hispano a la que, sin
embargo, no la conocemos lo suficiente en su tierra. Parte del problema es que,
al haber vivido en España, México y Argentina, su producción está muy dispersa
por archivos y bibliotecas, que no siempre son de fácil acceso. Confío que este
trabajo sirva para acercar su figura y para que la gente pueda hacerse una idea
más cabal de su ingente producción. Los ensayos estaban accesibles en su
mayoría únicamente mediante pdf de las ediciones
originales, y por lo general sin correcciones o anotaciones que ayudaran a su
estudio académico.
-¿Qué tiene de especial,
diferente y diferencial esta escritora y pensadora –me gusta recalcar esto” de
pensadora” - porque en el primer volumen dedicado a ensayos se ve a una mujer
que marcaba camino?
-¡Absolutamente! Gimeno
fue una pensadora, una ensayista, que defendió con vehemencia la causa de la
mujer, y es esta defensa a ultranza -uno de sus artículos se llama “¡Plaza a la
mujer!”- una de las cosas que hace su tono algo singular. En una época en la
que la mujer debía verse resignada a ser Ángel del hogar y descanso del
guerrero, su beligerancia, su aceptación del rol maternal
pero con la demanda de la educación y el bienestar de la mujer, es muestra
clara del tacticismo de su escritura. El hecho de que además defendiera estos
puntos desde revistas como El Álbum de la Mujer y El Álbum
Ibero-Americano, de las que ambas fue directora-propietaria, es también
muestra de cómo estaba abriendo camino, pues no solo fue autora, sino
empresaria.
-¿Era una
adelantada a su época?, pero no me gusta el tiempo verbal, porque me da que
“es”, en presente y “será”, en futuro…
-Sí, fue definitivamente una adelantada a su época, y por eso mismo le
cayeron chuzos, pues el machismo y el misoneísmo -el temor a lo nuevo- fueron
usados contra ella y sus congéneres con frecuencia. Cuando publicó en 1883 en Diario
del Hogar de México un texto, “La literata”, donde habla sobre la mujer que
escribe, su texto recibió pública reconvención en El Nacional donde
Genaro Cavestani clamaba: “Al leer el artículo de la
Sra. Flaquer, dimos gracias a Dios de no tener mujer ni hijas, porque juzgamos
que dicho artículo ha de producir en el sexo femenino una revolución radical de
funestos resultados.” Creo que es muestra palpable del ambiente contra el que
le tocaba luchar, pero sobre el que logro imponerse. Su reclamación de igualdad
salarial, algo que hace en 1883 en México, es todavía algo que es más proyecto
que realidad en muchos lugares, así que, como dices, no sólo “fue” adelantada,
sino que “es” y “será”.
-Adelantada,
incluso a aquellas que ahora son reconocidas como “las sin sombrero” y que han
sido las muy desconocidas de la “laureada y reconocida” Generación del 27…
-Exactamente, nuestro canon literario y cultural ha silenciado a las
mujeres que conformaban el ágora, elevando generalmente a una o dos, para dar
muestra de bonhomía y liberalismo – como un ¡veis, pero si nosotros incluimos
algunas mujeres!-. Lo cierto es que
con contadas excepciones, como Cecilia Böhl de Faber
y Emilia Pardo Bazán en novela, o Carolina Coronado y Gertrudis Gómez de
Avellaneda en poesía, el canon ha sido muy poco ecuánime con las autoras del
19, les ha regateado siempre a la baja su valía, cuando es evidente que
haberlas las hubo y de gran valía.
-Cuanto más retrocedemos en el tiempo, ¿peor horquilla
de pensamiento y acción tenían las mujeres? En todas las generaciones hemos
tenido mujeres, pero qué pocas veces éstas han flotado…
-Bueno, es que hay que recordar que a la mujer solo se le aceptaba la
presencia y voz en lo que tuviera que ver con la casa, y que su participación
fuera de la misma, el que se involucrara en temas del ágora, como la política,
estaba no solo denostado sino escarnecido. Hay que recordar que las mujeres que
escribían en el siglo 19 eran, por el simple hecho de escribir, ultrajadas y
sobre ellas pesaba la sombra del lesbianismo, pues escribir hacía que se
masculinizaran. La acusación de que debían ser viragos, marimachos o engendros,
la recibían en sus carnes constantemente, razón que también explica por qué sus
libros se publicaban con frecuencia con fotos de las autoras ya en la portada,
ya en las primeras páginas, pues una manera -pueril a nuestros ojos pero efectiva- de contrarrestar la negación de su
identidad genérica.
-¿Qué
caracterizaba la pluma, con el pensamiento, de Concepción Gimeno de Flaquer…?
-La pluma es el arma de la civilización frente a la fuerza del bruto, el
poder bárbaro. La pluma era el medio ideal para defender y luchar por la
igualdad de la mitad de la sociedad, que se veía sujeta a unas leyes que
básicamente la reducían a eterna adolescente, como hizo el Código napoleónico.
Su lucha por la alfabetización femenina, por la educación de la mujer en
estudios que no solo fueran para el hogar, sino para poder desempeñar labores
fuera del mismo, y ser dueñas de su propio salario y
por lo tanto, de su independencia económica, está relacionada con el valor que
la pluma tiene sobre la espada, tema cervantino donde los haya.
-Pero a esta
escritora hay que mirarla desde muchas perspectivas, ¿verdad?, coméntanos...
-Hay que entender que no es una autora que escribe en 2025, disfrutando de
las ciertas mejoras que se han producido con respecto a la situación de la
mujer, sino que fue una de las personas que lograron que estemos donde hoy
estamos gracias al trabajo de gente como ellas. Las perspectivas que muchas
veces tenemos hoy en día no entienden de sutilezas históricas…
-¿Qué
perspectivas son esas y…?
- A veces la gente dice ¡uy, qué conservadora su visión
sobre…!, sin entender que están leyéndola con “presentismo”, como si
fuera nuestra coetánea, en lugar de aceptar que lo que hoy nos pueda parecer
conservador, fue exactamente lo contrario en su época. Ejemplo: nosotros damos
por hecho hoy en día el voto femenino, cuando Gimeno es de las pocas figuras de
su generación, ciertamente de las pocas figuras importantes de la época en
España, que lo defendieron en público a viento y marea recién comenzado el siglo
XX. Algo que para nosotros es casi una perogrullada, para ellas no lo fue. Por
otro lado, hay que entender que ella es defensora de un feminismo de la
diferencia, es decir, ella cree que existe la esencia femenina. No es parte de
lo que llamaríamos feminismo de la igualdad, o de la idea de que el género es
algo performativo, como explican autoras feministas como Judit Butler. Por lo
general, la gente cuando lee estas autoras no las considera dentro de su
contexto, o como eslabones de una evolución, sino que las lee simplemente en
contraste con el presente, lo cual creo que produce lecturas reduccionistas que
poco ayudan a entender cómo hemos llegado a donde ahora estamos.
-Ella, ¿qué herencia nos ha ido dejando a todos y
todas, sobre todo a todas…?
-Un ejemplo de tenacidad y resiliencia. Gimeno fue una mujer que luchó por
cambiar las leyes y mejorar una sociedad que discriminaba a la mujer, y poco a
poco fue logrando que el fiel de la balanza se moviera en esa dirección. Cuando
recién comenzado el siglo XX se discutió por primera vez en el Congreso de los
Diputados la posibilidad de otorgar el voto a la mujer, la persona que defendió
esa ponencia citó en defensa de esa petición a Gimeno específicamente. Como
sabemos, no salió adelante la solicitud, pero puso la semilla que germinó algo
más de dos décadas después, con la Segunda República.
-Particularmente,
¿a ti qué te atrajo de esta escritora?
-Su singularidad, su manera de hablar, esa rasmia y vehemencia tan
aragonesa, esa defensa a ultranza de una causa como la femenina, que venía con
riesgos personales, pero que se afianzaba basada en su fuerte ética personal.
-¿Cómo fue su
educación porque me da que, aunque buena para la época, nació en buena cuna
–adinerada, acomodada y demás--- fue, a la vez, muy conservadora, no? Lo que denota que es ella por iniciativa propia la que
quiere cambiar, la que no se conforma, la que pisa el acelerador, la que impone
su ritmo y la que, de alguna manera, hace por escoger y ser ella misma…
-Pues realmente, y a diferencia de muchas de las mujeres de su generación,
no venía de clase adinerada. Era huérfana de un capitán del ejército, algo que
confería más estatus social que dinero, como bien descubrió su madre, que tuvo
que litigar una pensión para sobrevivir. No fue una mujer que creciera con
cucharilla de plata, sino que subsistió siempre de su pluma, algo que no
pudieron hacer muchos otros. Su madre, al enviudar, se casó en segundas nupcias
con un secretario de juzgados de Zaragoza. Es decir, que creció en una familia
de clase media, probablemente incluso hubo una institutriz en casa porque su
medio-hermana tocaba el piano -algo que ella no aprendió-, pero experimento
tempranamente penurias económicas que algo se solventaron al casarse en segundas
nupcias la madre y tener dos hijos con el nuevo marido.
Respecto a si era conservadora o liberal, depende de en qué pongamos el
peso. Es decir: pedir la igualdad salarial de la mujer no es una cosa
conservadora; pedir que la mujer pueda trabajar como doctora, como maestra,
como… no lo es tampoco; pedir que la mujer pueda estudiar en la universidad y
ser dueña de su salario y de sus bienes tampoco lo era, incluso hace no tanto;
pedir el voto de la mujer en 1906 puedes crees que no era conservador… Sin
embargo, era contraria al divorcio, era ferviente católica -en sus textos hay
constante apología del cristianismo como una religión perfecta-, y defendía la
misión maternal de la mujer en el hogar, algo que la posiciona como
conservadora.
Con gran tacticismo defendía unos presupuestos, pero buscaba no levantar
enemigos que hicieran el avance imposible a la causa, lo que se ha definido
como “posibilismo” por Lacalzada de Mateo, algo
parecido al “aperturismo” que se vivió a finales del franquismo. Su pensamiento
y lo que defiende está en constante evolución, no sus principios que fueron
claros. Al ser hija de unas clases medias, al mantenerse de su trabajo,
comprendía perfectamente que la única manera de hacer que la sociedad cambiara
era consiguiendo el apoyo o aquiescencia de las clases que gobernaban, pues sin
ellas era difícil que nada cambiara.
-No me gustan
las comparaciones, pero ¿podemos englobarla y quizás estudiarla con o a la par
de Emilia Pardo Bazán, Benito Pérez Galdos…?
-Claro, esos son sus coetáneos. Galdós nació en el 43, Gimeno en el 50 y la
Pardo en el 51. Eso sí, el modelo específicamente literario de Gimeno no es el
realismo de Galdós, sino el de las autoras del canon tardo-isabelino, de tono
más marcadamente idealista, hasta que sale su última novela, La Eva moderna en
1909. En principio ella habla en contra del naturalismo, modelo que
ejemplificaría la Pardo, pero salió en defensa de esa misma escritora y
aplaudió la decisión del Ateneo de invitarla a disertar en 1887. A propósito,
Gimeno fue la segunda mujer en dar una conferencia en el Ateneo de Madrid. El
modelo literario de Gimeno es menos moderno que el de esos dos colegas de
generación, pero igualmente tiene unos elementos subversivos cuando uno empieza
a triangular la lectura y contrastarla con el modelo isabelino al que en
principio parece adherirse.
-¿Eran
“retratistas” como si fuesen cronistas de una época, de un tiempo, de un país y
de sus gentes?
-Sí, hay un claro elemento costumbrista en muchas de sus crónicas,
idealizante incluso, muy propio de esa escritura del periodo.
-¿El hecho de
ser feminista a Concepción Gimeno qué le supuso?
-Más de un quebradero de cabeza, seguro, y verse envuelta en disputas
constantes por defender a sus congéneres, pero era algo que hacía convencida,
razón por la que no desistió.
-También fue una mujer viajera, ¿qué lugares fueron su
“principal refugio”?
-Vivió en París en 1880, México de 1883 a 1890, Buenos Aires de 1911 a 1919
-donde muere-, y visitó la inmensa mayoría de las repúblicas latinoamericanas,
además de Italia, o Portugal. Le gustaban mucho los balnearios, como el de
Guadarrama, y es evidente que tenía un especial cariño por Zaragoza, ciudad en
la que había crecido.
-¿Qué
destacaríais de los ensayos de Concepción?
-Su hermosa prosa ensayística con la que cubre una vehemente defensa
feminista, que es como un brazo de hierro vistiendo guante de seda.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)