Cazarabet conversa con... Javier Salvago, autor de “El corazón
de oro y otros relatos” (La
Isla de Siltolá)
Javier Salvago se
acerca a nosotros con una narración El corazón de oro arropada de otros relatos
desde la colección de narrativa de La Isla de Siltolá.
La sinopsis: El
poeta Javier Salvago se inició en el género del relato con el volumen «El
miedo, la suerte y la muerte» y continuó, dos años más tarde, con «No sueñes
conmigo». Este es, por tanto, su tercer libro de cuentos. Como en los
anteriores, el autor indaga en lo extraordinario y paranormal que se oculta
tras la aparente normalidad de la realidad cotidiana, así como en los sutiles o
groseros mecanismos de manipulación con los que se nos maneja, y especula con
futuros más o menos apocalípticos derivados de nuestra insensata y suicida
manera de vivir. En resumen, historias radicales, inquietantes, terroríficas,
nacidas de una visión irónica y fatalista del ser humano, del mundo y de la
vida.
El autor, Javier
Salvago (Paradas, Sevilla, 1950):
Ha publicado una docena de libros de poemas -algunos de ellos galardonados con
prestigiosos premios, como el Luis Cernuda o el Nacional de la Crítica-
reunidos, con la excepción del primero, en la segunda edición de sus poesías
completas: "Variaciones y Residencias. Poesía 1978-2018". Es autor
además de dos libros de memorias -"Memorias de un antihéroe" y
"El purgatorio"-, uno de aforismos -"Hablando solo por la
calle"- y tres de relatos: "El miedo, la suerte y la muerte",
"No sueñes conmigo" y este que el lector tiene en sus manos.
Cazarabet
conversa con Javier Salvago:
-Javier, yo me estoy divirtiendo mucho
leyendo El Corazón de Oro y otros relatos y supongo que eso es, en
parte, fruto de que tú te lo hayas pasado mejor escribiéndolo, coméntanos, ¿es
así?
-Así es. Yo
escribo relatos y novelas para divertirme de la mejor manera que sé, que es
escribiendo. Antes, cuando escribía poesía, tenía quizás otras miras digamos
más profundas: conocerme, entenderme, depurarme de fantasías y falacias, llegar
a ser mi mejor yo, etc. Pero, como prosista, y especialmente como novelista,
solo pretendo entretenerme y entretener al posible lector. Como novelista, mi
género es el folletín.
-Amigo,
¿qué pretendías al sumergirnos en este ejercicio narrativo o quizás no
pretendías nada?
-Ya lo he dicho,
entretenerme y entretener al lector con historias terribles casi siempre de las
que, sin embargo, se puede sacar algún aviso o alguna enseñanza. Porque que sea
entretenimiento no quiere decir que sea inocente. En algunos relatos, y en mis
novelas, suele haber mucha intención y mucha mala leche. Este libro en
concreto, El corazón de oro y otros relatos, está lleno de minas o de
cargas de profundidad. Hay relatos bastante revolucionarios, en el sentido más
radical de la palabra. Yo soy, por lo común, bastante radical. Puesto a
apostar, apuesto a todo o nada. El relato Winston Paradise es un ejemplo
de esto. Por cierto, que los personajes, que casi todos son muy venenosos,
tienen nombres de marcas de tabaco. Es un relato anticapitalista, igual que el
apocalíptico Levántate y anda, donde los pobres pueden viajar a través
del agujero de gusano que es el túnel de luz de la muerte a un planeta
paradisíaco que les está prohibido a los ricos. En Extinción llevo ya la
radicalidad al límite: extinguirse, dejar de existir por el bien del planeta y
por el bien de los hijos que ya no nacerán y se librarán del mayor mal de
todos, la vida, puesto que todos los demás males son consecuencia de vivir.
Vivir es sufrir y quien no vive no sufre.
-Además,
permíteme que te diga que se te nota, ya, un estilo muy, muy tuyo como
“depurado”, ¿será porque ya llevas tus años? -Si es, como creo que es para que
tu narrativa sea mejor, bienvenidos sean esos años, ¿no?
-Yo soy un
narrador tardío y un novelista más tardío todavía. Publiqué mi primera novela a
los 71 años y la segunda a los 73, edad en la que lo prudente sería ir de
recogida. Mi primer libro de prosa lo publiqué a los 57 años y fue un libro de
memorias, Memorias de un antihéroe. Desde entonces he publicado tres
libros de relatos, otro de memorias y dos novelas. Y en estos años solo dos
libros de poemas. Digamos que el narrador se ha comido al poeta o que el
narrador apareció cuando el poeta ya había llegado al final y no daba mucho más
de sí. El estilo con el que escribo los relatos y las novelas es el mismo que
he utilizado siempre para la poesía, mi estilo personal. Como dijo un crítico
reseñando mi primera novela, leo: “Cultivador en poesía del verso claro, limpio
y exento de alardes retóricos y enfáticos, diríase que esas mismas cualidades
Salvago las ha sabido trasplantar paralelamente a sus composiciones
prosísticas, en las que suelen rezumar para bien del lector un estilo, una
modulación narrativa y un ritmo despejados, directos y sin ambages,
refractario, por tanto, a la digresión morosa y al descriptivismo
lírico”. Es decir, que tanto en poesía como en prosa voy directo al grano, no
me recreo en alharacas y cuento lo que quiero contar: un suceso, una historia,
una vida.
-¿Qué tiene el relato corto o qué te permite que
no te permite un relato largo, una novela corta o de mayores dimensiones?
-Nunca pensé que
llegaría a escribir una novela y ni siquiera un relato largo. Creía que lo que
se podía contar en cinco o diez páginas no había por qué contarlo en
doscientas. Pero estaba equivocado. Hay cosas que requieren doscientas páginas.
Además de que he descubierto el placer de ir sorprendiéndome con posibilidades,
personajes y tramas, no previstas, durante el desarrollo de una historia. He
descubierto, además que, como en la poesía -que es el poema el que decide la
extensión y la forma-, en la narrativa también es la historia la que manda y
decide si quiere ser un relato corto, un relato largo o una novela.
-Gastas mucha imaginación, pero la
imaginación necesita que se le dé alimento y eso, supongo va mucho de leer de
otras creatividades, narraciones, autores…dinos
-Cuando escribo
poesía soy muy riguroso. No me permito el menor capricho, frivolidad o fantasía.
Pretendo que en mis poemas todo sentimiento, emoción, pensamiento o experiencia
que expreso esté probado por mí mismo. Hablo de lo vivido, lo sentido, lo
soñado, lo sufrido o lo gozado por mí. Me gusta trabajar con materiales
auténticos y precisos. Si no sé lo que se siente ante una determinada
situación, porque yo no me he visto en esa situación, no me lo invento. En la
prosa, sin embargo, dejo volar la imaginación. Y además dejo que la historia
llegue donde ella quiere ir. Pero, bueno, la imaginación, al contrario que la
fantasía, que no me gusta, tampoco es caprichosa. La imaginación, al menos en
mi caso, también trabaja con materiales auténticos y precisos, aunque sean
imaginarios, que nunca lo son del todo porque la imaginación se alimenta de lo
vivido, de lo leído, de lo visto, de lo escuchado… Uno no imagina de la nada. Imagina desde su
propio imaginario, digamos.
-Pero,
enlazando con la pregunta anterior, seguramente que esto también precisa de
leer prensa, de ir con una libretita, de apuntarte ideas, noticias y cosas que
pasan….
-De leer prensa,
de ver películas, programas de televisión, telediarios, programas basura… De
todo, como ya he dicho. Pero yo no soy de ir con una libretita apuntando nada.
Ni cojo apuntes ni suelo planificar nada. Cuando tengo una historia empiezo a
escribir y la historia me va llevando, se va desarrollando ante mí, me va
descubriendo sus múltiples posibilidades. Posibilidades que, en principio,
muchas veces yo ni imaginaba. Además, con el tiempo y la práctica, he aprendido
que no hay que apuntar nada en ninguna libretita. Todo lo que tiene que salir
sale a su debido tiempo y se coloca solo en su sitio.
-Si
tengo que hablar de tu estilo narrativo diría que es muy ágil…ni te lías ni nos
lías como lector@s, ¿qué nos puedes comentar?
-Mi estilo, tanto
en poesía como en prosa, es, como quería Ezra Pound,
austero, directo y libre de babosa emoción. Yo no escribo para impresionar,
deslumbrar o confundir. Escribo para entenderme y para que me entiendan. No soy
tan pretencioso como para exigirle al lector un esfuerzo sobrehumano para estar
a mi altura. No quiero que haga cábalas adivinando qué he querido decir. Quiero
que tenga claro que lo que he querido decir es lo que he dicho. Creo, como Ezra Pound, que escribir bien es escribir con
control perfecto, el escritor dice exactamente lo que quiere decir y lo
dice con completa claridad.
-Amigo,
¿qué te ha llevado a escribir esta obra narrativa?
-Supongo que el
aburrimiento, la necesidad de contar, la necesidad de escribir
sobre todo. Porque yo tengo una necesidad física de escribir. La mano me pide
escribir desde que me levanto por la mañana. He estado treinta años trabajando
de guionista de radio y televisión. Durante treinta años he tenido que escribir
diariamente por obligación, para ganarme la vida digamos. Y eso me ha dado
mucho músculo literario. Si yo me escribo ahora el borrador de una novela en un
par de meses, es en buena parte debido a esa gimnasia. Digamos que tengo los
músculos de escritor muy desarrollados. Y esos músculos me piden escribir y
escribir. Por eso sigo escribiendo.
-Javier,
amigo, ¿qué es para ti la narración?
-La narración es
el desarrollo de una historia que te ronda y que quiere desarrollarse en el papel.
Es la curiosidad y la intriga de verla desarrollada y de leerla lo que quizá me
lleva a escribirla. Yo soy mi primer lector. Quiero decir que yo no sabía cómo
era esa historia que me rondaba hasta que no la veo escrita.
-En
tus creaciones ¿qué papel quieres darles a los personajes, prioritario frente a
la trama y al escenario?
-Ya he dicho que
yo dejo que la historia mande. Es ella la que va poniendo a cada personaje en
su sitio y dándole la importancia que al final tiene. Los personajes surgen
casi de manera natural cuando la historia los necesita. Y vienen hasta con sus
nombres.
-¿Cuál y cómo es el papel que le otorgas
al escenario en el que se pasean los personajes y se desarrolla la trama?
-No me recreo en
el escenario. Me importa mucho más lo que sucede que dónde sucede. Pero,
generalmente, si aparece una ciudad, aunque no la nombre y ni siquiera se le
parezca, suele ser Sevilla, y si aparece un pueblo, invariablemente es mi
pueblo, Paradas. Si aparece una casa, suele ser mi antigua casa de Paradas
-¿Son personajes que muestras y haces desfilar
en tu historia han ido cambiando tal como los pensaste en un inicio bajo el
influjo de la trama de tramas o es más bien algunos rasgos de la trama los que
cambian bajo el influjo, influencia o enamoramiento al que te someten, como
escritor, algunos de los personajes?
-En los relatos
de este libro en concreto tiene más importancia la historia que los personajes.
Los personajes están casi siempre en función de la trama. Muchos ni siquiera
tienen nombre. Alguno de ellos soy yo mismo viviendo una pesadilla distópica.
El personaje de Manías, El último hombre civilizado o Subliminal
puedo ser yo puesto en esa situación.
-Amigo,
¿nos puedes hablar del proceso de documentación, búsqueda de fuentes, lectura
de libros y demás que hay detrás de este libro?, te he hecho una pregunta
parecida, pero aquella iba más en la línea de la “inspiración”; período
apasionante, pero muy afanoso y trabajoso que, a veces, incluso nos puede
sumergir en cierta ansiedad.
-Conozco a gente
que para crear necesita empaparse de ideas ajenas, leer todo lo que existe
sobre el tema, ver películas o documentales, si los hay, etc. Yo normalmente
cuando quiero crear algo busco más dentro que fuera. No me importa lo que han
dicho los otros. Lo que me importa es saber qué quiero decir yo. Es un
ejercicio de escucha. Y escuchando sale todo lo que yo he leído, vivido,
experimentado, ese pozo de todo lo que he ido asimilando. Es de ahí de dónde me
alimento. Si necesito algún dato en concreto o el conocimiento de cómo funciona
tal o cual cosa, por supuesto trato de buscarlo, que para eso está Internet.
Pero como, además, son historias imaginarias, tampoco necesito mucha
documentación que digamos.
-Relatos
variopintos, pero que ponen al hombre en el medio de la ecuación…al hombre del
humanismo o casi te diría que imagino que has tratado de retratar a los
personajes como cargados de razón de razones… ¿qué nos puedes decir?
-En muchos de
estos relatos hay algo de fábula. Ten cuidado porque si haces esto o si sigues
por ahí, te puede pasar esto. Y no es del todo una fantasía. Algunos relatos
están inspirados en experimentos científicos en los que ya se está trabajando,
como en el caso de Levántate y anda, experimentos sobre la resucitación,
o El último hombre civilizado, sobre la posibilidad de entrar en nuestro
cerebro y manipular y disponer de su más íntima y secreta información.
-¿Nos puedes hablar,
amigo Javier, de los trabajos en los que estás sumergido ahora?
-Después de
publicar el libro que estamos comentando, que es el tercero de relatos editado,
publiqué mi primera novela, La matanza de Collejas, en 2021 y ahora
acabo de publicar la segunda, La primera que lo llamó Alain Delon. Tengo
otro libro de relatos en puertas, que saldrá ilustrado por Daniel Rosell, un
segundo libro de aforismos inédito, Nada como la nada, y una
recopilación de artículos de prensa de cuando fui columnista de Diario de
Sevilla. También quiero publicar mis dos libros de memorias en un solo
volumen, y ando revisando y corrigiendo.
-¿Cómo ha sido trabajar con la isla de
Siltolá?
-Muy bien, muy
atentos. Me han publicado todo lo que les he enviado casi sobre la marcha. Con
ellos he publicado dos libros de relatos y dos de poemas. Y ya te digo,
perfecto. Y además, aunque poco, porque la poesía no
se vende, son casi de las únicas editoriales pequeñas que pagan puntualmente.
Cazarabet estrena test rápido:
-¿Qué encuentras en la literatura que no encuentres
no sé, por ejemplo en hacer ganchillo, jugar al voleibol…?
-Ahora, escribir
novelas es para mí casi lo mismo que hacer ganchillo. Escribo novelas para
entretener los años que me quedan y, de paso, para entretener al posible
lector.
-¿Quién te enseñó a leer?
-De niño, me dicen que estaba
obsesionado con aprender a leer. Me sentaba junto a mis hermanas, mayores que
yo, cuando leían sus cuentos de hadas y las zarandeaba para que me enseñaran a
distinguir las letras. No sé quién me enseñó a leer. Supongo que ellas. Mi
madre contaba que siendo muy pequeño, no sería ni
párvulo, la sorprendí un día leyendo un titular del ABC.
-¿Qué lecturas primeras encuentras en tu
infancia o desde que tienes consciencia de recordar y quién recuerdas que te
leía?
-A mí no me han leído nunca en
la cama. Ni mi padre ni mi madre tenían tiempo para eso. Yo me bastaba solo
para leer todo lo que caía en mis manos. Al principio tebeos: El Capitán
Trueno, El Jabato, Apache, El Guerrero del Antifaz…
Luego los primeros libros. En mi casa no había biblioteca. Pero, siendo yo
muchacho, se inauguró en mi pueblo una bien surtida biblioteca pública que creo
que casi me tragué entera.
Un
Libro. – Crimen y castigo.
que creo que fue el que me despertó el deseo de ser escritor.
Un
escritor/a.-
Pongamos Dostoievski
Un
libro de poesía.
– El mal poema de Manuel Machado.
Un/a
poeta. – Bécquer y Rimbaud
Un
libro de cabecera.- No leo en la cama.
Tu
libro o libros preferidos.
¿Míos? Ahora mismo las poesías completas y las dos novelas.
-Un
libro que nos aconsejarías si somos lectores poco dados a la poesía para
adentrarnos más en este género.
-Pues uno muy breve, para no
cansar al lector novato de poesía: Poemas póstumos de Jaime Gil de
Biedma
-Una
narrativa que acaba acercándote a la poesía.
-No me gusta la narrativa
poética. Me gusta que una novela sea una novela, que cuente una historia, y un
poema un poema. No soporto el descriptivismo lírico
en una novela.
-Y
uno de poesía que acaba invitándonos a la narrativa.
-Eso es más fácil. Hay muchos
buenos ejemplos de poesía narrativa, desde Homero y su Odisea o su Ilíada.
-¿Dentro de la historia en el devenir de los
tiempos qué etapa u etapas han marcado un antes y un después en la poesía?
-La poesía es una especie de
río que nace, crece, a veces se retuerce o se enturbia, pero que sigue su curso
hasta el mar. Todos los movimientos por rupturistas que se pretendan son
afluentes que a veces aportan agua fresca. Pero el río los asume, asimila y
continúa su curso
-¿Y en la narrativa?
-Supongo que lo mismo. Aunque
por dar algún nombre, El Quijote, el Ulises de Joyce, aunque
tampoco creo que marcaran un antes y un después. Antes y después hubo de todo y
siguió habiendo de todo.
-La
poesía la degustas con y cómo…
-Yo no degusto poesía. Yo leo y
escribo poesía.
-Y
cómo degustas la narrativa
-Lo mismo.
-¿Qué horas sueles utilizar para
componer/escribir poesía?
-Cuando me viene, cuando surge
sea la hora que sea y esté donde esté.
-¿Y para la narrativa?
-Casi todo el tiempo. Me
levanto y me siento ante el ordenador.
-¿La acompañas con algo de fondo:
música, el eco del silencio, los sonidos del día allá donde estés?…
-Antes, escribía de noche, y
escribía casi exclusivamente poesía. Desde que escribo cuentos y novelas
escribo a cualquier hora. Desde que me jubilé puedo decir que escribo a todas
horas. Me levanto relativamente tarde y me siento ante el ordenador. Si tengo
algún relato en mente no suelo parar hasta que lo termino. Soy muy impaciente y
quiero ver cómo acaba la historia lo antes posible. Puedo escribirme un relato
en una tarde o, si es muy largo, en un par de días o una semana. Luego viene la
corrección, claro, que puede llevar mucho más tiempo. Me pasa igual con las
novelas. Las dos que he escrito hasta ahora, las escribí en dos o tres meses
cada una. Luego he estado como un año corrigiendo y afinando. No suelo escuchar
música cuando escribo, me distrae. Pero puedo escribir con ruido o sin ruido,
con gente alrededor o sin gente. Cuando estoy metido no me importa ni que estén
de obras en el piso de arriba.
-A
qué escritor, poeta, ensayista, dramaturgo te hubiese gustado conocer...-Y con
cuál te hubiese gustado trabajar...
-Soy poco mitómano. La gente
que uno admira es preferible mantenerla lejos. De todos modos, yo no admiro
demasiado a nadie. Me gustan unas cosas de unos, otras de otros, etc. Lo que sí
tengo claro es que no me hubiese gustado trabajar con ninguno. He trabajado
durante 30 años con Jesús Quintero, que era un artista en lo suyo, y sé que el
choque de trenes, o de talentos, puede ser muy complicado.
-Te
gusta que las novelas, narraciones se lleven al cine o se adapten para series y
demás…
-No me parece mal, siempre que
se respete en lo posible la obra. Yo he sido durante 30 años guionista de radio
y televisión, como he dicho, y, de algún modo, escribo mis relatos y novelas
teniendo en cuenta esa posibilidad. De hecho, casi todos mis relatos, y muy
especialmente las novelas, están escritos en secuencias casi cinematográficas.
O sea, que quien quiera adaptarlas, tiene parte del trabajo ya hecho.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)