Cazarabet conversa con... Ovidio
Rodríguez, autor de “Días que no se contaron” (Mira)
Ovidio Rodríguez
edita esta novela en Mira Editores.
Una novela que dice
y cuenta mucho, desde lo personal, casi lo íntimo… desde esa observación
pausada….
Se encuentra
dentro de la colección Sueños de Tinta
Se podía
calificar la obra de cierto intimismo… de un juego, epistolar, de ida y vuelta
en la que se mezclan acontecimientos históricos importantísimos en el devenir
socio, político de un país que viajaba, como suponemos sigue viajando, sumido
en sus propios estratos sociales.
Estos años y
acontecimientos de agitación se retratan desde las más altas esferas situadas
en las grandes urbes---donde también está la miseria más miserable--- hasta los
pueblos o ciudades medianas en los que la socialización es de otra manera…
Una novela de
relato histórico; de sueños; de inconformistas; de personalidades que querían y
dejaron huella y también es una novela que tiene mucho amor… es, en cierto
modo, romántica, pero salpicada por todo lo anterior… en la que las costumbres
de la época puede que hasta nos sorprendan…
Pero, también y
sobre todo es una novela muy, muy de nuestra tierra… retrata muy bien a aquella
zaragoza y al Aragón que se movía y removía.
La sinopsis de
esta novela:
Desde
que estaba utilizando el conducto de la criada para comunicarse con ella por
carta, su relación empezó a tomar otro cariz. En la última anunciaba su
regreso. Se había cuidado mucho de no demostrar que era solo por ella, algo que
le hubiera encantado leer, aunque inmediatamente la hubiese hecho recelar. Él
lo adivinaba. Sabía que de esa forma la podía asustar. Por eso sus cartas, no
exentas de sutiles declaraciones amorosas, no pasaban de un galanteo, solo un
par de veces ligeramente subido de tono. De este modo, trataba de evitar el
rechazo. Inés también lo intuía y eso la excitaba. Quería creer que sería fiel
a su compromiso formal. La pregunta era: ¿hasta dónde estaría dispuesta a
llegar?
En septiembre de
1868 se inauguraba en Zaragoza la Exposición Aragonesa dedicada a la
Agricultura, la Industria y el Arte. Un gran acontecimiento, de carácter
nacional e internacional, prácticamente el primero de esta importancia que se
intentaba en España, promovida por la Real Sociedad Económica Aragonesa de
Amigos del País, inspirada en la Exposición Universal del año anterior
celebrada en París. Tres días después, la sublevación
producida en Cádiz, y que rápidamente se extendió por todo el país, provocaba
la caída de la reina Isabel II, dando lugar a la revolución conocida como la
Gloriosa.
Las vicisitudes
por las que pasó esta Gran Exposición, hasta su conclusión definitiva, con la
entrega de medallas por parte del rey Amadeo I, son el escenario en el que
transcurre la trama principal de Días que no se contaron, un relato de corte
histórico, ambientado en Zaragoza, Madrid y en algunas localidades de Aragón y
Cataluña, en estos tumultuosos años.
Inés, una joven
de la modesta burguesía zaragozana, es inteligente, inconformista y soñadora,
y, a pesar de tener la edad de encontrar marido, piensa más en buscar su
desarrollo personal que en alcanzar una cómoda posición social. Conocerá a dos hombres muy diferentes que la
arrastrarán de los inocentes devaneos a la pasión, poniendo en duda sus
sentimientos. Si uno responde a las características tradicionales que se
esperan de un joven de buena familia, el otro, de origen más humilde, ha
logrado hacerse a sí mismo apostando claramente por los nuevos tiempos y los
avances de la industrialización.
Los tres formarán
un triángulo amoroso, experimentando una rápida evolución en sus caracteres,
motivada en buena parte por los acontecimientos que esta revolución trae
consigo. En el recorrido, Inés irá madurando hasta que, forzada por las
circunstancias en las que se produce el enfrentamiento final entre sus dos
pretendientes, toma la decisión más importante de su vida.
Como telón de
fondo y, a la vez, catalizadores de este relato, se asoman quienes dominaban
los ámbitos, políticos, culturales y sociales de la época, como Francisco
Serrano, Juan Prim, Amadeo de Saboya, Emilio Castelar, Concepción Arenal o
Pérez Galdós, y, especialmente, los de procedencia aragonesa, entre los que
destacan unos jóvenes y aún desconocidos Joaquín Costa y Marceliano Isábal, el rector y político Gerónimo Borao,
el enigmático Alberto Urriés, el artista Ponciano Ponzano,
Eusebio Blasco, en su doble papel de dramaturgo y periodista, o el alcalde
Antonio Candalija, a los que habría que añadir otros
menos conocidos, como el diputado Juan Pablo Soler y los periodistas Agustín
Funes y Modesta Periú.
La ambientación recrea
con rigor la vida cotidiana del siglo XIX: los hábitos y la forma de pensar
según el extracto social, desde la criada analfabeta que acude a la ciudad a
servir, o la amante despechada que ha logrado un cierto ascenso social, a
representantes de la burguesía, la política y el clero, así como el contraste
entre la ciudad y el mundo rural.
En Días que no se
contaron se dan la mano la novela histórica, la trama romántica y la recreación
costumbrista. El autor busca crear una atmósfera que sumerja al lector en la
vida cotidiana del siglo XIX. En conjunto, se retrata una época de gran trascendencia
para nuestra historia, y en la que Zaragoza, como ciudad, con sus personajes
notables y los acontecimientos ocurridos en ella, tiene su protagonismo como un
personaje más de la novela.
Se descubre de
esta forma una Zaragoza de edificios ya desaparecidos, como la Torre Nueva, el
palacio de la Infanta, la iglesia de San Andrés o la torre Bruil,
junto a las construcciones en ese momento en sus inicios, como la calle Alfonso
I, la cúpula central del Pilar o el puente que enlazaría las estaciones de
trenes del Arrabal y el Campo Sepulcro. Del mismo modo, un Aragón de base
agrícola que busca vertebrar su territorio con los modernos medios de
locomoción basados en el vapor, tanto terrestres como de navegación, y que ya
ofrece una apreciable oferta de balnearios.
En este panorama,
también asoma un Madrid en expansión, hervidero de intrigas y personajes
singulares, reflejo de todo el país y escenario de los sucesos más
trascendentes que marcarán el destino de la nación.
Complementan lo
anterior la descripción de los acontecimientos y circunstancias que agitan a la
sociedad zaragozana y que convierten a la ciudad en un magnífico campo donde
experimentar la recién alumbrada democracia, como son la festividad del cinco
de marzo y su significación política, la llegada de los restos de Agustina de
Aragón después de un itinerario plagado de homenajes populares por toda España,
las cruentas luchas urbanas, antecedentes de la guerra cantonal o la
controversia por la implantación de otras religiones, así como las primeras
manifestaciones y mítines exclusivamente femeninos exigiendo la abolición de
las quintas, cuyo eco provocará que se repitan después en otras ciudades.
Una aventura
romántica que retrata una época de gran trascendencia para nuestra historia, a
la que tal vez no se le ha prestado hasta ahora la atención que merece.
El autor, Ovidio
Rodríguez Marcos, nacido en León en 1960, creció en un tiempo de recuperación
económica y social donde los precarios medios de comunicación fundamentados en
la radio, ya de transistores, el cine y la televisión, aún en blanco y negro,
despertaron su curiosidad por el lenguaje audiovisual. Las lecturas de
aventuras de autores clásicos y el contacto por influencia familiar con las
artes fueron alimentando su panorama cultural.
Tras pasar por la
Escuela de Especialistas del Aire de su ciudad natal, el destino lo trajo a
Zaragoza, donde el trabajo en la Base Aérea, el paso por su Universidad y la
formación de una familia, lo fueron afincando definitivamente.
Los primeros
trabajos en el mundo de la escritura los ha desarrollado en el campo del guion
para documentales, experiencias publicitarias y colaboraciones en la
investigación histórica. Vidas sin firma fue su primera incursión
en la ficción y en la libertad creativa (Mira Editores, Sueños de tinta, 2020:
A través de seis relatos entrelazados, aparecen una serie de personajes
históricos en una Zaragoza en continua evolución. De 1908 a 1960, el pulso de
la ciudad se narra a través de los ojos de Maite y de Manuel... Por las páginas
de la novela, veremos desfilar a un Luis Buñuel adolescente; asistiremos, en
marzo de 1923, a la conferencia de Albert Einstein en la Facultad de Medicina y
Ciencias, y nos preguntaremos qué fue de aquella famosa pizarra que el rector
Ricardo Royo Villanova le pidió firmar al premio Nobel...), a la que añade
ahora su interés por seguir difundiendo la historia de Zaragoza con la novela Días
que no se contaron.
Cazarabet
conversa con Ovidio Rodríguez Marcos:
-Ovidio, amigo, ¿cómo definirías esta
novela en la que parece que mezcles “lo histórico”, “lo social”, “lo
romántico”, …?
-Las tres cosas
enunciadas están efectivamente mezcladas. Yo la definiría como una novela
romántica, de ambientación histórica y costumbrista o como una novela histórica
de trama romántica.
-¿Qué género crees que pese más ..el histórico
que nos hace ver las costumbres que encorsetan a todo?
-Depende del
capítulo, pero es cierto que lo histórico lo envuelve todo, porque los
personajes están sujetos al momento que están viviendo y que en buena parte son
acontecimientos excepcionales.
-¿Qué pretendías con esta novela…enseñarnos qué
y de qué manera?
-Como en cierto
modo se puede adivinar por su título, narrar unos días, los de la Gloriosa, a
la que creo que o no se le ha dado demasiada importancia o quizás no se
comprenden bien. De manera más destacada la primera gran exposición que se
intentó en Zaragoza y de la que no queda nada, ni un solo edificio y ni
siquiera un recuerdo popular.
-Lo
que está claro es que te habrás tenido que documentar mucho para sumergirte en
esta trama, ¿verdad?
-Es fundamental
documentarse. Empecé interesándome por la exposición, pero pronto me di cuenta
que la época era más importante y eso sí que me ha exigido una mayor
profundidad. Una vez embarcado en esta aventura me di cuenta que es imposible
abarcarlo todo por lo que me he decantado por los primeros años de este sexenio
revolucionario o democrático, que tanto dio de sí.
-Enlazando
con la pregunta anterior: porque está el escenario socio político, agitado por
aquellos años del siglo XIX; el retrato de lo social con sus diferenciaciones;
el retrato de los escenarios como el Aragón rural y la Zaragoza que vivió
también la Exposición Aragonesa dedicada a la Agricultura, la Industria y el
Arte; y los acontecimientos que agitaban la vida política y, por tanto, social…
-En efecto, son
muchas cosas en las que he tenido que profundizar para que la ambientación sea
creíble y a la vez merezca la pena difundirla. Como he dicho anteriormente fue
una época convulsa, pero muy rica en acontecimientos que influyeron de manera
notable en los años siguientes. Incluso hoy día tenemos muchas cosas que nos
parecen actuales y sin embargo ya se plantearon entonces, incluidos algunos
errores que seguimos cometiendo. Para la labor de documentación no solo he
tenido en cuenta los días en que se desarrolla el relato, también hay que
prestar atención a lo anterior, porque las cosas no aparecen porque sí, hay una
evolución.
-Una
Zaragoza, en tanto que al escenario, ha cambiado sobre
manera porque por supuesto no era la que es con sus cambios en cuanto a lo que
es el “hecho” de ser ciudad desde lo urbano…
-En la Zaragoza
de la época, como en Aragón y en buena parte de España, el peso mayor tanto en
lo económico como en lo social estaba en la Agricultura. Sin embargo, la
industria estaba avanzando, con la inestimable ayuda del desarrollo en los
transportes, sobre todo el ferrocarril, que consumía parte de esa producción y
permitía llegar a más mercados. Esto también incentivaba las iniciativas
científicas que, aunque no contaban siempre con un buen apoyo académico, tenían
al menos una aplicación práctica que la creciente sociedad burguesa demandaba.
Ciudades como Zaragoza servían de catalizadores para conjugar el sostén básico
del mundo rural con el desarrollo de nuevas actividades.
-¿Qué supone para ese escenario físico y para
“lo social” la sublevación producida en Cádiz , y que se extendió parece ser
que muy rápidamente por todo el país, provocaba la caída de la reina
Isabel II, dando lugar a la revolución conocida como la Gloriosa….hasta
desembocar, después, de no pocos “juegos de trileros” en la I República?
-La exposición se
cierra por primera vez en cuanto se conocen los acontecimientos. En ese
momento, para la gente de Zaragoza y posiblemente para todo el país, aquello
supuso confusión. Luego vino el aprovechamiento de quienes apoyaban o promovían
de alguna forma la caída de Isabel II, pero no tenían claro como sustituir el
régimen. O tal vez tenían demasiados proyectos dogmáticos, pero vacíos de
soluciones concretas para los problemas reales. Enseguida se perdieron en
discusiones sobre monarquía, con sus diferentes opciones o república, también
con las suyas. Mientras, el país seguía con los mismos esquemas sociales
básicos, aunque la situación propiciaba algunas salidas de tono de los más
exaltados. Creo que los liberales, que a esas alturas de siglo ya eran mayoría,
tenían los mismos objetivos y sin embargo se enredaron demasiado buscando sus
diferencias, siempre desde las alturas, sin comprender verdaderamente el
alcance de sus decisiones.
-Por
cierto, ¿qué poco se suele escribir sobre está época o se suelen ambientar
novelas y narraciones con lo de juego que da la época, no?;.-¿De
ahí el título, Días que no se contaron?
-Exacto, de ahí
el título. Creo que es una pena que nos interese más la historia de otros
lugares y dejemos de lado la nuestra. Por ejemplo, probablemente sepamos más de
la conquista del oeste en Norteamérica o de su guerra civil, prácticamente
contemporáneas a esta época, que de lo que pasaba aquí. Hablando con la gente,
o al menos con las personas que conozco, por alguna extraña razón el siglo XIX
goza de mala prensa. Sin embargo, en cuanto conoces algo te das cuenta que es
un siglo fascinante y que nuestros personajes históricos tienen unas biografías
más ricas y no digamos literarias, que la de otros que nos venden de fuera.
Deseo, con mi modesta aportación, que consigamos aprender a mirar nuestra
historia con más atención.
-Aunque tenemos a un Benito Pérez
Galdós que ha puesto el listón muy alto… ¿te lo has ido leyendo a él porque es
para leérselo…?
-Una base muy
importante de la labor de documentación fue leer a Galdós, especialmente los
episodios nacionales dedicados a esta época: “La de los tristes destinos”,
“Prim”, “España sin rey”, “España trágica”, etc. Hay que tener en cuenta que de
esta época Galdós fue testigo, puesto que se corresponde con sus años de
juventud.
-El
poner acontecimientos históricos y el tener que andar sobre y paralelamente a
ellos, ¿qué te ha supuesto?
-Ser fiel con la
historia, por lo que los personajes ficticios se tienen que adaptar a lo que
acontece en la fecha que se pone al principio del capítulo. Pero por otra parte
a estos personajes, los acontecimientos también les aportan motivos para su
evolución personal y explican a su vez algunas causas de su
comportamiento.
-¿Y el tener que sumergirte en el costumbrismo
de la época?
-A veces todo un
descubrimiento, sobre todo por el contraste en las cosas cotidianas. Por
ejemplo, ya había telégrafo, lo que hacía que las noticias se conocieran casi
en tiempo real y sin embargo carecían de agua corriente en los hogares y lo que
debería ser más importante, de un eficiente sistema de evacuación.
-También
“pones” a personajes históricos que marcaron un tiempo y un compás… ¿cómo te lo
has hecho para retratarlos tan bien?
-Creo que la
primera premisa es tratarlos con respeto, intentando no poner en boca suya
cosas de ninguna manera pudieron decir. Para esto es importante acudir a las
fuentes en las que puedes encontrar sus discursos o sus reflexiones, ya que
muchos eran a su vez periodistas o dueños de periódicos. Entre estos personajes
históricos hay también algunos ocultos, en el sentido de que no se dice su
nombre, pero a través de sus diálogos doy pistas suficientes para descubrir su
identidad.
-Enlazo
con las tres preguntas anteriores: ¿cómo es el escribir ficción en un escenario
histórico y de costumbres de no ficción, además poniendo en la narrativa a
personajes que han existido y que han hecho algunas cosas sí o sí…?, es que en
lo que ha pasado no puedes tocar nada y en los personajes, tampoco puedes tocar
nada, ¿no?; ¿cómo mantienes entonces el equilibrio con lo que sí pones de
ficción?
-Cuando pongo un
personaje de ficción en relación con uno real, mi creación no tiene que
molestar ni ser determinante en ese momento para la acción, que evidentemente
no se puede cambiar, pues es un hecho histórico. Tiene que actuar como un
complemento. Ya tendrá ocasión de cobrar protagonismo en otras escenas en las
que es todo inventado, sin más ataduras que ser fiel a la época y no crear
anacronismos.
-¿Qué parte de tus trabajos narrativos
anteriores te han servido a la hora de escribir esta novela….?
-En mi anterior
novela, Vidas sin firma, ya utilizaba esta fórmula de enlazar personajes
históricos con ficticios. Eso me ha ayudado a compaginarlos para esta obra,
especialmente en los diálogos.
-Una
novela que, yo diría—desde mi humilde parecer--, tiene algo de intimista por lo
de cómo retratas y tratas a tus personajes, ¿qué nos puedes decir?
-Todos los
personajes creados tienen algo de uno mismo, no tanto en cuanto a que relaten
partes de mi vida, sino en que intentas darles una
salida a cada situación poniéndote en su lugar. Esto creo que se nota más en
algunos que en otros, puesto que, aunque tratas de comprenderlos a todos, unos
tienen que hacer el papel un poco canalla y por tanto proyectas sobre ellos
cosas que seguramente yo no hubiera hecho. El reto mayor para mí ha sido el de
ponerme en la piel de los personajes femeninos. También ha sido lo más
gratificante.
-¿Qué te parece que aporta ese triángulo amoroso
porque muchos te dirán que es una apuesta valiente… hoy en día se suele
esconder “lo romántico” como si nos avergonzásemos y hay muy, muy buena
literatura que bebe y ha vivido de “cierto aire romántico” y más en esa época
en la que la palabra, las emisivas y lo establecido y preestablecido te venían
como predeterminados?.
-Creo que la
trama romántica, además de aportarle un cierto suspense, dulcifica de alguna
manera la visión que pudiéramos tener si nos atenemos solo a los hechos
históricos. Además, el triángulo lo forman tres jóvenes que de alguna forma
representan la esperanza ante una época que adivinan va a ser distinta a lo que
vivieron sus antepasados. Por otra parte, no me parecía que los dos
antagonistas se enfrentaran solo por cuestiones ideológicas. Los dos sienten
por Inés sentimientos parecidos, pero a ambos les desconcierta su personalidad.
Quizás porque esperan de ella eso que llamas lo prestablecido, lo que se supone
que debe ser una dama y como habrás descubierto, Inés tiende a apartarse de la
norma.
-Pero
de fondo está toda la maraña de intrigas “casi palaciegas”, donde la política y
“lo social” tiene mucha fuerza… es como el motor de la novela donde la música
la ponen los personajes. ¿Qué nos puedes decir?
-Las intrigas las
tejen estos personajes que están casi olvidados en nuestra historia y que como
te decía antes sus biografías dan mucho de sí. En efecto son un motor muy
importante para la narración del que he tratado de simplificar lo suficiente
para que el lector que no esté familiarizado con esta época, o con la historia
en general, no se pierda. La personalidad de Prim, por ejemplo, es bastante
arrolladora y desconcertante. Su final y las consecuencias que trajo su muerte
marcaron el destino de los años siguientes. Hoy sigue generando polémica su
atentado, pero fue mucho más que eso.
-Y
entre los personajes está Inés con esa fuerza inconformista, casi hasta de
rebeldía que es como la frescura de una novela que también tiene mucha
naturalidad, mucho realismo…
-En el fondo todo gira en torno a ella, aunque buscando su propio destino
no es consciente de hasta qué punto moldea el de los demás, especialmente el de
sus dos pretendientes. Verla evolucionar, de su actitud de niña a la de una
mujer que es capaz de afrontar decisiones propias, asumiendo su
responsabilidad, es para mí lo más bonito. También era un reto que se notara de
forma sutil como los acontecimientos históricos también contribuyen a su
desarrollo personal. La ventaja de Inés es que cuando ya la tienes de alguna
forma definida en los primeros capítulos, coge fuerza y termina por ser ella la
que marca el camino. Casi diría que al final me he limitado a escucharla y
escribir lo que me contaba.
-Bueno,
Ovidio, hasta Emilia Pardo -Bazán creo que sonreiría y, a la vez, animaría,
sobremanera, a Inés y a sus inquietudes…
-Cronológicamente
son de edad aproximada. Diría que de haber coincido podrían haber sido
compañeras de viaje, aunque doña Emilia seguramente partiría con cierta ventaja
respecto a Inés. En lo que también coincidirían es en su interés por el arte,
participando en su creación, no como meras espectadoras.
-¿Qué te ha supuesto dibujar a esa Zaragoza de
1868 y a ese Aragón que parece, para su desgracia, la mira siempre como
sintiéndose inferior?---aunque, personalmente, creo que no lo es para nada---
-Respecto a
Zaragoza, al igual que hice en la novela anterior, ha supuesto un viaje a una
ciudad que en cierto modo ya no existe en cuanto a los edificios o monumentos
que han caído, a veces injustamente, pero que de alguna manera sigue estando
presente en el carácter de su gente. Una prueba de esto último es el empeño en
hacer Expos, a pesar de que casi nunca salen bien, como la siguiente que se
hizo, la de 1885 que también se frustró.
Respecto al resto
de Aragón creo que si ha habido un enfrentamiento lo ha sido en sus clases
dirigentes más que en la gente corriente, que siempre han visto en la ciudad
grande una oportunidad. Respecto a lo primero te voy a dar un dato. La
Exposición Aragonesa se hizo con la participación de mucha gente de todo
Aragón, empezando por comprar empréstitos para su financiación, pero
institucionalmente fueron las diputaciones provinciales las que lo canalizaron.
Pues bien, casi todo lo hizo la de Zaragoza. Huesca aportó el pabellón de la
restauración. La de Teruel al parecer no aportó nada respecto a las
infraestructuras. No conozco exactamente el motivo, pero estoy seguro que lo
decidieron unos pocos. Eso no impidió que hubiera expositores de Teruel, y
algunos fueron premiados.
-Ovidio,
¿qué te ha sido más fácil y qué te ha sido más difícil a la hora de escribir
esta novela?
-Lo más difícil
en la perspectiva histórica, entender la época, que es mucho más que una
acumulación de datos. También el no caer en estereotipos muy evidentes, aunque
fuese en personajes secundarios. En la trama romántica el camino que emprende
Inés. Fácil no ha habido casi nada, aunque tal vez señalaría el mover al
espectador por una Zaragoza de entramado urbano y edificios que ya no existen,
debido a que siempre me ha interesado la historia de mi ciudad y en cierto modo
cuando paseo por ella, no puede evitar imaginar cómo era en una determinada
época y eso termina por facilitar la labor de describirla.
-¿Qué crees que le sorprenderá más a la lectora
o lector?, porque quizás hasta tú lo compartas como escritor…
-Que Zaragoza ha
tenido su importancia, aunque sea en una época en la que parece que todo se
cocía en Madrid. Lo de la Exposición es una prueba. La mayoría de las personas
con las que he hablado no tenían conocimiento de ella. Menos aún que tenía
cierto carácter internacional, cuando en la época había muchas en otras
ciudades, pero siempre, a excepción de los salones artísticos que las
acompañaban, eran de carácter local. Incluso oficialmente hoy día, en las
escasa guías o documentos informativos que la mencionan, hablan de ella como
simplemente regional. Los estudios serios son otra cosa, pero ya se sabe que
esos no los lee casi nadie.
-Por
cierto, coméntanos ¿cómo fue una vez te fuiste documentando, has ido
investigando y demás…cómo ha sido el poner orden a todo y el ponerte a escribir
o ibas haciéndolo paralelamente…?
-Tenía una base
inicial, especialmente en el hilo conductor del desarrollo accidentado de la
Exposición. Por otra parte, la trama romántica estaba esbozada en su inicio pero no el final. Colocar las piezas se convirtió en
un puzle, sobre todo al desarrollar los días descritos con las cosas que
pasaban y a los que tenía que ser fiel. Eso me llevó a un desarrollo también
paralelo, porque cuando más indagas más dudas te surgen y tienes que perfilar
muchos detalles. Tenía tanto material que hubo un momento que decidí recortar y
eso me llevó incluso a reelaborar el principio. Espero que el resultado final
haya quedado equilibrado.
-¿Y cómo ha sido trabajar con Mira?
-Como ya nos
conocíamos de la anterior novela quizás hubo una confianza mayor. Les estoy
agradecido de que me hayan dado de nuevo una oportunidad. Es importante para
los autores que tratamos de hacernos un hueco, aunque sea pequeño, para contar
el fruto de nuestra imaginación y de paso contribuir a difundir la historia de
Aragón.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)