Cazarabet conversa con... Rafa
Saiz, autor de “Camino de Singra” (Torres Editores)
Un relato
testimonial de Rafa Saiz.
La sinopsis
del libro: Con una mezcla de datos reales y
elementos ficticios, este libro ofrece una experiencia inmersiva que ilumina
los misterios del pasado. Al explorar la vida de Centellas, el lector obtiene
una perspectiva única sobre los eventos históricos y la experiencia humana en
tiempos de conflicto. Además, más allá de la simple narración, "Camino de
Singra" sorprende al lector al proporcionar una visión íntima de la vida
de un soldado republicano a través de fotografías, cartas y telegramas
auténticos, sumergiéndolo en un viaje emocionante y revelador. Descubre la
historia que nunca esperaste encontrar y despierta tu curiosidad con
"Camino de Singra".
El autor se
presenta a sí mismo: Me llamo Rafa Saiz, soy de Capellades
(Barcelona) y llevo dedicando toda mi vida profesional a entornos puramente
técnicos, siguiendo mi vocación y formación. No tengo experiencia literaria
previa. Es por eso que empiezo este libro pidiendo disculpas, al pretender
crear mi primer relato con parte de ficción, una novela ambientada en tiempos
de guerra. Lo he hecho armado sólo con mucha ilusión y una gran afición a las
crónicas del pasado más reciente de nuestro país. En relación con la historia,
prefiero las vivencias personales más que las maniobras militares, un
reencuentro familiar a la ocupación de una ciudad y el descubrimiento de una
fosa común por encima del enaltecimiento de un mausoleo.
Cazarabet conversa con Rafa Saiz:
-Rafa, ¿por
qué emprendes este proyecto de escribir una historia testimonial porque es la
historia de una vivencia de un soldado al que la Guerra Civil lo abate de la
cabeza a los pies?
-Durante años
escuchamos la abuela Tereseta comentar de cuando en
cuando, su inquietud por saber que había sido de Federico. Desgraciadamente,
tanto ella como su hija Conxita dejaron este mundo
sin saber cuál había sido su destino. Tereseta
siempre explicaba que lo último que supo de Federico fue que estaba destinado
en la zona del Pirineo Aragonés. Fue a raíz de una campaña de la Generalitat de
Catalunya de recogida de muestras de ADN de familiares de desaparecidos, que
logramos nuevos datos, sobre todo el lugar de su desaparición, lejos de la zona
donde lo habíamos ubicado: El pueblo de Singra, en Teruel. En el estadillo de
tropa del 25 de enero de 1938, Federico aparece como salido a combate, pero no
regresa. Una triste coincidencia, ya que precisamente ese día, él cumplía 28
años.
-¿Cómo empieza esta historia y cómo es la
transición o el camino hacia las trincheras?
-En el libro
narro el periplo de Federico respetando las informaciones que he podido
recopilar, éstas, unidas a las cartas que conservamos, el testimonio escrito de
compañeros de Brigada y las historias que nos contaba Tereseta.
Basandome en esos datos, construí su ruta, que
saliendo de Jorba le llevaba en principio hasta el CRIM de Manresa, donde hizo
la instrucción, y en unos meses fue pasando por la zona de Huesca: Barbastro,
Boltaña, Marcén, Grañén…
donde pudo ejercer de zapador, por el hecho de ser albañil especializado en
trabajar la piedra. Así hasta que su brigada, la 123 Brigada Mixta, fue
requerida para ayudar a la toma de Teruel, donde se libró una cruenta batalla.
Él llegó hasta Singra, donde el ejército Republicano intentó tomar unas
posiciones en manos sublevadas, llamadas Los Cabezos, atacándolas desde Sierra
Palomera.
Fue una
operación suicida. El número de bajas fue estremecedor. Un comandante de la
División de Federico, Avelí Artís-Gener
(Tísner) cuenta en sus memorias que la batalla de
Singra fue el episodio que más le marcó en su vida, tal fue el número de
compañeros que cayeron en esa batalla.
-¿Por qué te decidiste a contar la
historia del soldado Federico Centellas?
-Tereseta nos había explicado en ocasiones: “a l’avi el van prendre a la guerra”
(al abuelo se lo llevaron a la guerra) Como tantos, Federico fue un soldado a
la fuerza, sin ningún tipo de vocación bélica ni política. Era un albañil que
disfrutaba jugando a fútbol, y era feliz con su
esposa y su pequeña hijita Conxita. Ignoro que
influencia puede tener un libro como el mío, ni hasta dónde puede llegar, pero
mi interior me pedía que construyera una herramienta para contribuir a evitar
que caigan en el olvido todos estos hombres, soldados a la fuerza en ambos
bandos, que desaparecieron en la absurdidad de una guerra fratricida. A los
jóvenes de hoy, la Guerra Civil Española ya les empieza a sonar como un hecho
lejano. Si nosotros, los que aún conservamos fresco el recuerdo porque se nos
ha transmitido de primera mano, no lo avivamos, en pocos años el olvido se
adueñará de esa parte de nuestra historia.
-¿Cómo sientes, tú, desde la distancia a
Federico?, con la ventaja de la perspectiva que nos da el tiempo…
-De alguna
manera, lo siento como el abuelo. En realidad, es el abuelo de mi mujer, pero
el vínculo familiar es compacto, y los bisabuelos de mis hijos son parte de mi
familia. Aún así, he intentado ser lo más respetuoso
posible, y creo que su memoria se respeta, y lo represento tal como de él nos
hablaba su mujer: un hombre de paz, un buen hombre. No imagino chicos de hoy,
de veintitantos años, siendo forzados a disparar contra otros igual que ellos,
por ninguna causa…
-¿Cómo decidiste colocarlo como centro de la
historia desde la comarca de l´Anoia de Catalunya al
frente del Teruel, porque la historia la hubieses podido contar de mil maneras
o desde otras perspectivas que no fuese novela?
-Mi hija Mar
dedicó su trabajo de investigación de bachillerato a la búsqueda de los últimos
meses de su bisabuelo. En todo momento, yo le ayudaba en las búsquedas, y
finalmente, decidimos viajar hasta Singra, para ver qué información podíamos
obtener allí de primera mano. Nuestra suerte fue topar con José Fuertes, el
alcalde del pueblo, a quien explicamos nuestro interés. Inmediatamente, se
convirtió en nuestro guía y nos mostró todo el escenario de la batalla, las
posiciones, refugios y trincheras, así como la fosa que se ubica en el
cementerio del pueblo. Posteriormente, acudimos al vecino pueblo de Villarquemado, donde visitamos el Centro de Interpretación
de la Batalla del Alfambra, una magnífica instalación que nos acabó de poner en
situación sobre cómo transcurrió aquel triste acontecimiento, así como la
dureza del clima de aquel invierno.
Creo que fue el ver aquella inmensa llanura
desde las trincheras, donde habían evolucionado aquellos jóvenes, expuestos
totalmente al fuego enemigo, lo que más me impresionó. No soy militar, ni tengo
conocimientos, pero entendí que aquel ataque no tenía ninguna posibilidad de
éxito…estaban enviando aquellos hombres a un matadero. Un matadero helado, pues
aquel invierno fue el más frío de los últimos años, están registradas
temperaturas inferiores a los 20 grados bajo cero. Volví a casa conduciendo en
silencio. Durante las casi cuatro horas de trayecto, mi cerebro ya iba
construyendo el relato. Creo que, si hubiera tenido una conexión neurológica
con un ordenador, hubiera sido uno de los libros de más rápida redacción de la
historia. De todas formas, empleé todos los ratos libres de los siguientes 6
meses para darle forma a “Camino de Singra”.
-¿Te has llegado a preguntar cuántas
historias como esta se habrán dado teniendo como protagonistas a diferentes
Federicos, Teresitas y Conxitas?
-Lo podía
suponer, pero no ha sido hasta las diversas presentaciones del libro, y en Sant
Jordi, cuando he tenido que firmar ejemplares, que me ha llegado la auténtica
dimensión de lo que me dices. Piensa que un gran número de firmas han estado
precedidas de una historia personal. Los lectores me han contado historias tan
increíbles, humanas, familiares… después llegan los mensajes, personas que han
acabado la lectura y me hablan de recuerdos que mi libro les ha despertado.
Cosas que el abuelo les explicaba, reflexiones de la abuela, interrogantes
sobre tal o cual antepasado…Lo he aprendido, y lo repito en cada entrevista:
Federicos hay muchísimos, y en los dos bandos. Igual pasa con las Teresetas i Conxitas, ellas no
empuñaron armas, pero tuvieron una guerra si cabe aún más difícil: sobrevivir
en un momento donde los recursos eran tan parcos, que los calificaría de
inexistentes. Sin duda, ellas merecen su propio homenaje, por como se las apañaron para tirar adelante.
-Es un libro
testimonial sobre la historia de un tiempo y de un país, pero ¿qué crees que
aporta de diferente y de diferencial a la historia de la Guerra de España ¿, si
es que, a tu parecer, este testimonio---como otros—puede aportar algo…
-Como te
comentaba antes, darle forma de novela tiene un sentido claro: hacer de “Camino
de Singra” un libro fácil de leer y agradable. Es un libro de guerra, que se
diferencia del resto en que no aporto gran cantidad de datos militares y
fechas. Si te fijas, momentos auténticamente bélicos, hay pocos, los justos. En
cambio, el enfoque principal es la vida cotidiana, la soledad, la añoranza, la
importancia de la amistad. Tal como dice la contraportada, prefiero las
vivencias personales más que las maniobras militares, un reencuentro familiar a
la ocupación de una ciudad, y el descubrimiento de una fosa común al
enaltecimiento de un mausoleo.
-Por cierto, ¿por qué Camino de
Singra?,¿por qué escoges este título para darle al libro?
-Es fácil. Lo
que narro en el libro es un camino. Empieza en Jorba, evoluciona por la
provincia de Huesca, y atraviesa Aragón hacia el sur, hasta llegar al final del
camino: Singra.
Singra es el
final del camino, y es un pueblo del que ignorábamos su existencia hasta hace
un par de años, y ahora estará para siempre ligado a la historia de nuestra
familia.
-El
protagonista desde la tierra de l´Anoia---comarca de
la Catalunya Central—se ve sumergido en el torbellino de la guerra hasta
tierras de Teruel… ¿qué nos puedes decir de esto?
-Hacía pocos
días que había salido el libro en catalán, cuando un señor mayor se me acercó
por la calle. Me golpeó el pecho con el dedo índice: “tú eres el del libro”. Le
asentí, y me interesé por si lo había leído y si le había gustado. No me
contestó. Me dijo: “¿sabes que explicaba mi padre sobre la guerra? Que de lo
que más orgulloso estaba, era de haber disparado únicamente a gorriones” Me
dejó pasmado en medio de la calle y siguió su camino. No pude quitármelo de la
cabeza durante horas… ¡Que grande! El orgullo de aquel hombre no era participar
en la guerra, ¡realmente su orgullo era no haber disparado a ningún ser humano!
Eso me
recordó de nuevo las palabras de Tereseta, cuando se
refería al reclutamiento a la fuerza de Federico. No se podían negar, la única
opción para no acudir a la guerra era esconderse, a riesgo que su familia
sufriera represalias. Me contaron que una de las armas más importantes de la
guerra fue el alcohol. El coñac, la cazalla, el anís… no podían faltar para la
tropa. Era la única forma de conseguir que aquellos jóvenes tuvieran el valor
de atacar y defenderse de otros seres humanos, a veces conocidos, vecinos,
incluso en ocasiones familiares.
-Enlazo un poco con la pregunta
anterior… ¿cómo fue el proceso de documentación y de investigación para este
libro?
-Bien, ha
habido un trabajo de “rata”. Navegar por los archivos nacionales es farragoso,
queda muchísimo por clasificar, escanear. Aun así, he podido obtener informaciones
valiosas. Una vez tuve claro cuál era la unidad donde Federico había luchado,
descubrí que un compañero suyo, un maestro de Vallbona d’Anoia, a pocos
kilómetros de casa, había ido escribiendo unas memorias, y su nieta las había
publicado en 2019 bajo el título “123 Brigada Mixta. Memòries
d’un Mestre”. Partiendo de ahí, dibujé sobre el mapa
el primer recorrido teórico de Federico. Como he comentado, Tísner
también formó parte, aunque al ser un mando lo vivió diferente.
Fue en aquel
momento cuando sucedió uno de los hechos más emocionantes de la investigación.
Yo estaba en la antigua casa familiar, que habíamos puesto a la venta, con la
intención de rescatar una antigua cómoda que era muy bonita y queríamos
conservar. Como aquel mueble era muy pesado, tomé herramientas y me dispuse a
desmontarlo con cuidado. Al levantar uno de los cajones y ponerlo de lado, se
desprendió una chapa de madera del fondo. Debajo había un fajo de papeles.
Como me
encantan las cosas antiguas, me senté y empecé a examinarlos. Un sudor frío me
recorrió la espalda en cuanto empecé a leer… ¡Aquellos papeles eran Las cartas
de Federico!
Me pasé un
largo rato leyendo, y la emoción iba creciendo, mientras comprobaba que los
membretes y fechas de las cartas coincidían exactamente con la ruta que había
dibujado. No me lo podía creer… ¡en mitad de la investigación, aquel hallazgo
era un regalo del cielo! Creo que fue el hallazgo más importante de la
búsqueda, y fue fruto de la suerte. Qué casualidad, encontrar esas cartas, el
día de mi cumpleaños. Recordé que el desenlace de Federico tuvo lugar también
el día que cumplía años, y pensé que extrañas casualidades tiene el destino.
-¿Te acercaste para documentarte a
gente que conocía el mismo trayecto, más o menos, que vivió el
protagonista….para conocer ,de viva voz, un testimonio directo o indirecto que
te hablase de la vivencia testimonial de
manera muy parecida a la que, a priori ,la vive tu protagonista?
-Encontrar un
testimonio directo ya es imposible, hace 85 años que pasó y evidentemente ya no
queda nadie con vida. Aun así, pude conocer descendientes de un compañero, que
aparece en la novela, y posteriormente también conocí el caso de un vecino de
La Pobla de Claramunt, también cercano a nuestro pueblo, que marchó el mismo
día que Federico, y cayó el mismo día también, en Singra.
-Aunque para
cada uno de los que vivió la guerra, en el frente o no, la contienda es
diferente porque cada uno de nosotros los acontecimientos, y más los trágicos,
los vamos “metabolizando” de una manera… ¿qué nos puedes decir?
-El tiempo
pasa, y cada vez los hechos son más lejanos. Por mi parte, y la de la familia,
no se trata de metabolizar o digerir, es más fácil: hablamos de dignificar. Me
parece de locos que haya políticos que se opongan a las leyes de memoria
democrática. Si aparecen restos de desaparecidos en la guerra, éstos deben
poder ser identificados y se les debe dar una sepultura digna, y por ello deben
velar los gobiernos, nacionales y autonómicos. Aquí yo no hablo de perdón. ¿A
quién quieres que perdone? ¿Al que apretó el gatillo que acabó con la vida de
nuestro abuelo? Era matar o morir, tanto de un lado como del otro. Por eso no
hablo de perdón, hablo de olvido. Esas personas tienen derecho a que se las
recuerde. A ellas, y a la absurdidad de una guerra.
-Finalmente,
amigo, ¿cómo ha sido tu experiencia en torno a la escritura de este periplo
testimonial e histórico que debió de ser muy importante para ti porque decides
escribir la historia negro sobre blanco?
-La verdad es
que estoy muy satisfecho. He dedicado horas y horas a la investigación y a la
escritura, pero he disfrutado muchísimo con ello, nunca hubiera imaginado que
podría ser tan gratificante. Como te dije antes, la satisfacción inmensa viene
cada vez que recibo un mensaje de un lector, que me cuenta como ha hecho “suya”
la historia de Federico.
-¿Es tu manera de contribuir a la
“reivindicación” de la Memoria Histórica?
-Por
supuesto. Sé que soy una pequeña pieza, pero un gran edificio se construye
ladrillo a ladrillo. Si supiera que en un futuro, un
joven, pongamos nacido después de 2010, lee mi libro y le aporta algo, ya puedo
estar satisfecho. Porque, como he dicho antes, hay colectivos que luchan
intensamente en favor del olvido, y tenemos que ser conscientes que el tiempo
juega a su favor. Cuanto más tiempo pase, más difuminada estará la memoria. Ahí
quedará “Camino de Singra” como un ladrillo más para que ese edificio del
recuerdo siga en pie.
Gracias por
vuestro interés, sois muy grandes.
Para
terminar, me gustaría facilitar mi contacto, pues hay personas que pueden
querer compartir recuerdos o vivencias personales. Lo pueden hacer a rafasaiz@rafasaiz.net
O encontrar
toda la información en la web https://rafasaiz.net
¡GRACIAS!
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)