Cazarabet conversa con... Juan
García-Cardona, autor de “Entre el bucolismo y la brutalidad. Cuatro novelas en torno a la
España vacía (2018-2024)” (Comares)
Juan
García-Cardona escribe un estudio ensayístico, minuciosamente documentado e
intensamente investigado, sobre las novelas, en este caso cuatro que han
indagado sobre el mundo de la España vacía y ese mundo rural que se mueve entre
el bucolismo y la brutalidad.
Lo hace
adentrándose y analizando cuatro novelas que se desarrollan en esa España
vacía: Elogio de las manos de Jesús Carrasco; Los asquerosos de Santiago
Lorenzo; La forastera de Olga MERINO Y Un amor de Sara Mesa.
La sinopsis de un
libro:
La eclosión de
los estudios sobre la literatura rural española de los últimos años ha generado
una necesidad de teorización a través de corrientes como la neorruralidad
o la reciente etiqueta de literaturas de la ruralidad. Una de las cuestiones
que más se ha abordado en estos estudios es si lo rural es un elemento
accesorio y mutable en sus novelas, y se ha puesto en entredicho la relevancia
que adquieren en la diégesis. Este monográfico se propone, a partir de cuatro
novelas, iniciar un debate sobre la función narrativa de lo rural en la
literatura española actual, y dar respuesta a quienes se preguntan si el
espacio es intercambiable sin alterar sustancialmente el sentido de la obra.
Para ello, este libro explora obras clave de la novelística actual, como Elogio
de las manos, Los asquerosos, La forastera o Un amor, a través de dos
corrientes opuestas, el bucolismo y la brutalidad, para determinar cómo el
paisaje rural trasciende el simple decorado y se convierte en un componente
significativo que determina el desarrollo de los acontecimientos. Esta
clasificación no aspira a ser rígida ni exclusiva, sino a ofrecer una visión
contrastiva como punto de partida y a sugerir herramientas para el análisis de
este tipo de narrativa.
El autor, Juan
García -Cardona:
es graduado en
Filología Hispánica por la Universidad de Málaga. Cursó el Máster en Español en la Universidad de Wyoming y obtuvo su doctorado
en Literatura Española Peninsular en la Universidad de California en Davis.
Actualmente es profesor en la Universidad de Málaga. En los últimos años, su
línea de investigación principal se ha centrado en la literatura rural española
reciente, a la que ha dedicado su tesis doctoral y artículos en relación con la
memoria histórica (Siglo XXI, 2023) o la representación de la inmigración (Philologica Canariensia, 2024).
Además, ha publicado en diversas revistas artículos sobre el género literario
de la autoficción (Pasavento, 2022), la adaptación
cinematográfica (Trasvases entre la Literatura y el Cine, 2019) y la prensa
cultural española (EPI, 2022; Ocnos, 2023; Revista de
Literatura, 2025). Ha presentado más de una veintena de ponencias y es
coorganizador del congreso anual Transmedialidad, Intertextualidad
y Adaptación Cinematográfica.
Cazarabet conversa
con Juan García-Cardona:
- Juan, ¿nos puedes explicar del porqué de la
escritura de este libro que nos habla sobre la narrativa, la novela, que se
fija en el entorno a la España vacía como escenario o “telón de fondo” y que es
todo un denominador común?
-Pues la verdad es que, en mi
primer año de doctorado, allá por finales de 2020, leí casi por casualidad La
España vacía de Sergio del Molino. Vi ciertas relaciones entre ese espacio
rural, la representación literaria que se ha hecho de él (Molino habla mucho de
esto, aunque haya calado más el análisis demográfico, por algún motivo…), con
novelas que había leído recientemente, como Los asquerosos o la recién
salida en aquel momento Un amor de Sara Mesa. Me puse a explorar lo que
se había escrito del tema y me adentré en la literatura neorrural. Y aquí
seguimos.
- La España vacía
y sobre todo una “mirada desde el mundo rural” y desde la perspectiva femenina
más o menos directamente, ¿no?
-Más bien, lo que se ha teorizado es que se trata de una
mirada hacia el mundo rural, pero desde lo urbano. Yo no estoy del todo de
acuerdo con eso. De hecho, hace poco terminé un estudio en el que se demuestra
que hay más autores que han nacido en entornos rurales y que escriben desde lo
rural que aquellos que lo hacen desde lo urbano. Así que es una idea
discutible. En cuanto a la perspectiva femenina, es algo que yo también había
percibido: recuerdo haber leído sobre todo a mujeres (y grandes novelas, por
cierto). Pero, al revisar ese mismo estudio que mencionaba, resulta que el
número de hombres y mujeres que escriben sobre estos temas es bastante similar.
Espero poder publicar pronto los resultados.
- ¿Por qué te
fijas en estas cuatro novelas que se enmarcan en seis años, del 2018 al 2022?
-He estudiado principalmente novelas publicadas después
de La España vacía de Sergio del Molino, porque considero que esta obra
ha tenido cierta influencia en ellas. La verdad es que el rango cronológico no
ha sido un criterio central en la investigación: mientras fueran posteriores a
2016, podían pertenecer a cualquier año. Pero, en este caso, las que he
seleccionado coinciden en ese periodo, entre 2018 y 2022.
- Escoges noveles
que nos hicieron pensar cuando no, temblar; muy diferentes, pero con
convergencias…
-Eso creo yo, sí… Pienso que hay convergencias claras
entre las novelas en cuanto a la representación de lo rural, siempre dentro de
las dos corrientes que propongo. Espero haber sabido desarrollarlo bien en el
libro.
- Pero el entorno
rural, esa España vacía o vaciada, de la que tanto se habla últimamente se ha
visto siempre en el punto de vista de mucha narrativa que la ha desnudado
mostrándonos sus luces, pero, también sus no pocas sombras…
-Efectivamente. En cualquier caso, lo que planteo en el
libro es que la representación de lo rural oscila entre lo brutal y lo
bucólico, pero no necesariamente porque los autores busquen mostrar lo que es realmente
la ruralidad. Es decir, las luces y las sombras que aparecen en estas novelas
no son las del campo en sí, sino las de un espacio que los autores han elegido
como escenario para desarrollar sus historias, y que adquiere una mayor o menor
importancia según cómo avanza la trama. Aun así, defiendo que, aunque su peso
varíe, lo rural siempre condiciona la acción.
- ¿Por qué no nos
acercas a esa versión más bucólica que rodea a la España vacía, por ejemplo, lo
podemos hacer a través de la novela Elogio de las manos de Jesús
Carrasco en lo que me parece como una “oda” a “carpe diem” ?; me recuerda a esa
manera de venirse al entorno rural con, sobre todo, respeto por todo, el
entorno, ellos mismos y los demás seres vivos…
-Elogio de las manos me
parece un ejemplo claro. No creo que la visión del campo que tiene Carrasco sea
precisamente esa, y de hecho es uno de los autores que más variedad ha mostrado
en su forma de tratar lo rural. Solo hay que ver el resto de su obra, toda
ambientada en lo rural: Intemperie, La tierra que pisamos y Llévame
a casa. En Elogio de las manos se muestra la cotidianidad de la vida
rural, una vida más calmada a la que él huye siempre que puede (y así lo dice
en varias ocasiones). Carrasco afirma que en sus textos no hay nostalgia,
aunque yo tengo mis dudas. El respeto que se muestra por lo rural en esta
novela —aunque el foco principal esté en el trabajo con las manos— es muy
evidente.
- Me recuerda un
poco a Mi familia y otros animales, salvando las muchísimas distancias o a la
más reciente de Gerald Durrell
-La verdad es que no estoy nada familiarizado con la obra
de Gerald Durrell, así que no podría decir mucho al respecto. Eso sí, lo tengo
en el punto de mira…
- En Los
asquerosos, otra novela que analizas, te centras sobre todo en esa
autosuficiencia …y a mí me recuerda a David Henry Thoreau y cómo se propuso
salir del “mundanal ruido” y demostrarse, en un ejercicio de pura introspección
y reflexión; aquí Santiago Lorenzo nos demuestra más como una “huida hacia
delante”, ¿qué nos puedes comentar?
-Esa es exactamente la interpretación que hago de Los
asquerosos. Creo que el protagonista emprende un viaje hacia la
autosuficiencia: se aleja de lo urbano porque lleva una vida miserable y, en
ese aislamiento, encuentra una forma de felicidad… Ahora bien, estamos hablando
de Santiago Lorenzo, que siempre ha tenido un humor muy socarrón en toda su
obra. Lo mismo se está pitorreando de todo eso. Creo que las dos
interpretaciones son perfectamente válidas.
- ¿Por qué crees
que los entornos rurales atraen tanto a los que huyen de esas sombras que
suelen traerse atrapadas a sus espaldas?
-Pues precisamente por el imaginario del que hablo. En la
ficción, lo rural se ha retratado como un lugar al que evadirse, donde escapar
del ruido de la ciudad y encontrar la felicidad. Y no solo en la ficción, por
supuesto. Un ejemplo claro ocurrió durante la pandemia, cuando muchos se
marcharon al campo porque allí no había restricciones de movilidad. Aun así,
ese movimiento no se mantuvo y, tras la pandemia, todo volvió a la normalidad
(aunque algunos pronosticaban que esta vuelta al campo tendría un carácter
permanente). Lo que sí veo —y en eso coincido con Teresa Gómez Trueba— es que
el regreso a lo rural hoy no se da en los mismos términos que en el pasado,
sino más bien en lo que ella llama “la franquicia de lo rural”: una vuelta al
campo con las comodidades de la ciudad.
- En el tercer
capítulo analizas la corriente brutal de lo rural… es cuando te das cuenta si
no eres un “habitantes -bípedo en entorno rural” que allí o mejor dicho aquí—te
escribo desde el entorno rural—también se dan escenas de “la España negra y
criminal”, nadie se libra de nada por muy aislado y lejos de todo que vaya a
vivir o donde esté viviendo. ¿cómo lo ves?
-Sí, sin duda. Nadie se libra, porque esa España negra y
criminal ha quedado muy presente en la representación de lo rural. Lo que cala
es la matanza de Puerto Hurraco, la masacre de Casas Viejas… Y yo me pregunto
precisamente por qué, en lo literario, se abusa tanto de esa representación
brutal. ¿Es que no hay también gente que viva con normalidad? ¿Comunidades con
relaciones sanas, con cordialidad entre los vecinos?
- En este capítulo
indagas sobre muchos factores que interactúan “en esa brutalidad”, ¿por qué?
-Más bien, lo que hago es indagar en los factores que han
contribuido a consolidar ese imaginario negativo de lo brutal. No creo que la
brutalidad sea algo inmanente a lo rural —como tampoco lo es a lo urbano—. Son
situaciones concretas, tensiones que surgen, pero que no responden a un patrón
sistemático. Al menos, así lo pienso yo.
- Yo no pude dejar
de pensar, casi de inmediato, cuando leí el índice desde esa casi invitación a
la realidad en La familia de Pascual Duarte, fue de inmediato y no sé por qué,
pero…
-Es una de las referencias que tomo en el recorrido del
imaginario brutal, sí. El tremendismo de los años 40 del siglo pasado, cuyo
máximo exponente es precisamente La familia de Pascual Duarte, de Camilo
José Cela, representa probablemente uno de esos ingredientes que mencionaba
antes. Hay en ello algo de determinismo implícito, quizá: como si, por el mero
hecho de pertenecer a lo rural, la violencia fuese un destino inevitable.
- ¿Por qué eliges, mayoritariamente, “gente que
se viene del entorno urbano al rural”, pero como viene a refugiarse, como
huyendo…?
-La corriente de estudio en la que me enmarco es la
llamada “literatura neorrural”. Según sus propios autores, esta corriente se
define precisamente por eso: por centrarse en personas que huyen de lo urbano
hacia lo rural. Sin embargo, considero que esta definición es bastante
cuestionable. De hecho, el estudio que traía a colación al principio de la
entrevista aporta datos que contradicen lo que se creía hasta ahora: por
ejemplo, ni predominan los escritores que se trasladan al mundo rural, ni es lo
más habitual que sus protagonistas lo hagan. Por eso, ahora prefiero utilizar
el término “literaturas de la ruralidad”, propuesto por el profesor Raúl Molina
Gil, que ofrece un enfoque mucho más amplio y heterogéneo.
- Analizas también
tirando de Un amor de Sara Mesa el cómo un entorno rural,
presumiblemente bucólico, puede ser, en realidad un entorno realmente hostil,
lleno de recelos, prejuicios y menos acogedor de lo que parece a priori, ¿no?
-Exacto, aunque siempre desde lo literario. Sara Mesa,
como ella misma ha dicho, eligió el campo como podría haber elegido un bloque
de pisos. Lo que buscaba era una comunidad pequeña. Yo no estoy del todo de
acuerdo con eso (lo explico en el libro). Pero es importante señalar que ella
no considera que lo rural sea así en la realidad, ni mucho menos. Utiliza ese
espacio para situar su historia, y ese espacio le proporciona un imaginario,
que es justamente el que yo analizo. A mí me interesa cómo lo literario ha
explotado lo rural como un territorio hostil, cargado de recelos y prejuicios
—como bien señalas—, aunque luego eso no sea una representación fiel de la
realidad, ni pretenda serlo.
- Bueno, he de
confesarte que los que vivimos en el entorno rural a menudo estamos cansados de
recibir a oleadas, sobre todo en ciertas épocas del año a gente que nos trata
como si nos perdonasen la vida o como si no fuese por su fugaz presencia no
sobreviviríamos el resto del año…
-Me lo puedo imaginar. Como digo, lo mío es la
literatura, y no suelo entrar tanto en análisis demográficos o económicos,
aunque he leído bastante sobre el tema para documentarme. La España vacía
abarca territorios en riesgo de despoblación y, efectivamente, necesita gente
que impulse procesos de repoblación. Ahora bien, cuando hablas de presencia
fugaz, creo que te refieres más bien al turismo. El turismo rural es un
fenómeno del que también hablo. Recuerdo, por ejemplo, un artículo de Julio
Llamazares en El País, donde se refería a la moda del turismo rural.
Luis del Romero Renau también trata el tema en El arte de vivir en la España
vaciada. No me parece del todo positivo que los pueblos tengan que
adaptarse a los designios de los urbanitas, convirtiéndose en destinos
atractivos solo para que pasen allí unos días de vacaciones y dejen algo de
dinero. Pero quizá estoy hablando sin tener los conocimientos suficientes.
- Yo misma me subí
de un pueblo del prelitoral mediterráneo a un espacio turolense de la España
vaciada y he encontrado de todo “resistencias”, prejuicios y también lo
contrario gente que te acoge …supongo porque en todos los pueblos hay gente que
ha ido y ha venido y porque nadie es dueño de la tierra que pisa, ¿qué nos
puedes comentar?
-Antes te decía que en lo
literario no existe la normalidad en lo rural. O bien se
presenta como un espacio hostil, violento, brutal; o bien como un lugar donde
emanciparse, encontrar la felicidad, evadirse de los problemas… ¿Y si la vida
en lo rural es, sencillamente, cotidiana y cordial? Quizá eso no resulta tan
interesante para una novela, claro. Aunque creo que hay un buen ejemplo de esa
cotidianidad en La tierra desnuda, de Rafael Navarro de Castro, que
narra —en una novela bastante extensa— la vida de un campesino, con sus
altibajos, encuentros y dificultades. A lo largo de su vida se muestra de todo,
pero sin ese carácter determinista del que hablaba antes. Lo rural, al fin y al
cabo, no tiene una sola forma de ser.
- Me figuro que,
de entrada, el proceso de documentación versus lectura o cribado de otra
narrativa debió de ser toda una aventura…
-Sin duda. Empecé allá por 2020, como te comentaba al
principio de la entrevista, documentándome sobre el tema para mi tesis
doctoral. Desde entonces no he dejado de leer tanto textos académicos como
novelas de los últimos años. He llegado a reunir un corpus de casi un centenar
de títulos. Lo que está claro es que se trata de un terreno fértil, y que
parece haberse consolidado una cierta corriente. El ritmo de publicación, por
ahora, se mantiene, y la producción es de bastante calidad… Ojalá siga así por
mucho tiempo.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)