Cazarabet conversa con...   Agustín Sancho Sora, autor de “Averly. Pionera en la industrialización de Aragón” (Prensas de la Universidad de Zaragoza)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es un libro, de investigación e indagación en torno a la fábrica de fundiciones que nos acerca a la historia económica de Zaragoza mediante la historia de la industrialización y transformación del trabajo… que afectó, claro, también a los trabajadores… creando como un microcosmos alrededor de lo que fue Averly, referencia en su tiempo.

Agustín Sancho Sora es un experto en el tema Averly y en todo lo concerniente al mismo, lleva escribiendo sobre el tema Averly, historiándolo, desde hace muchos años.

Esto es lo que nos encontraremos, como sinopsis, en el libro:

Este libro es una investigación de la evolución de una empresa de fundición y construcción mecánica en Zaragoza entre 1863 y 2011, año en que cesó su actividad productiva. Esta perspectiva en el largo plazo permite ver la permanencia de una empresa familiar a través de distintas generaciones y sus estrategias adaptativas a los cambios derivados de la demanda y la búsqueda de nuevos segmentos de mercado, sin perder el control familiar y su propia identidad. Además, se analiza la organización del trabajo y las relaciones laborales en ella.

Y como índice:

Presentación

I. Introducción  

I.1. La industria de transformados metálicos en el proceso de industrialización de Zaragoza

I.2. Una aproximación a la evolución societaria de la empresa

II. Los orígenes (1853-1880)

II.1. Los primeros signos de industrialización y la llegada de Antonio Averly a Zaragoza

II.2. El inicio de los negocios de Antonio Averly: los talleres de la calle San Miguel y la sociedad Averly, Montaut y García

II.3. La producción y el trabajo

III. De taller a fundición. De la etapa expansiva de Antonio Averly a la adaptativa de Averly, S. A. (1880-1936)

III.1. La consolidación de Zaragoza como núcleo industrial y metalúrgico

III.2. La expansión de los negocios de Antonio Averly y su participación en el tejido social e industrial de la ciudad

III.3. Continuidad y crisis: de Hijos de Antonio Averly a Averly, S. A.

III.4. La organización de la producción y la evolución tecnológica

III.5. Evolución de la producción, comportamientos empresariales y estrategias de mercado

III.6. El funcionamiento del mercado de trabajo

IV. Declive y adaptación: conformación como pequeña empresa familiar (1936-2000)

IV.1. Producir para la guerra: Averly como empresa milita-rizada (1936-1939)

IV.2. La depresión de la posguerra. La adaptación al periodo de paz en un contexto de aislamiento (1939-1960)

IV.3. Reorganización productiva y producción a partir de los años sesenta         

V. Epílogo 

Bibliografía

 

El autor, Agustín Sancho Sora:

Doctor en Historia y profesor titular de Historia Económica en la Universidad de Zaragoza. Su investigación se ha centrado en el sector industrial y en la historia de la empresa, especialmente dentro del ámbito local y regional, temas sobre los que ha publicado diversos artículos en revistas científicas y capítulos de libro. Entre ellos, destacan varias obras relacionas con la Fundición Averly y el sector metalmecánico. Uno de sus últimos trabajos relacionado con el desarrollo de la ciudad de Zaragoza (con Vicente Pinilla y Luis Germán) es El transporte público en Zaragoza. Desde 1885 hasta la actualidad (Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2018).

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Agustín Sancho Sora:

-Agustín, ¿qué es lo que te hizo escribir este libro que repasa la historia de esta fundición que se instaló en la capital zaragozana? ¿La historia de Averly es el reflejo de la historia del patrimonio industrial de Zaragoza y de la historia de los trabajadores? ¿Te ha costado mucho adentrarte en el universo Averly como familia?

-La fundición Averly, ha sido objeto de muchos estudios científicos y divulgativos plasmados por distintos investigadores, que van desde la realización de tesis de licenciatura (“tesinas”), tesis doctorales, publicaciones en revistas científicas, libros, artículos periodísticos, etc. En mi caso concreto, mis trabajos de investigación sobre esta empresa han abarcado prácticamente toda mi vida profesional, que se inició con la realización de la tesis de licenciatura y, posteriormente, la tesis doctoral. A partir de ahí, publiqué varias obras de carácter científico, tanto en solitario como con otros investigadores, y que ha culminado con la publicación de este libro.

La motivación de por qué escribir este libro, ha sido, como bien señalas, el reflejo de la historia del patrimonio industrial de Zaragoza. La impronta de Averly está reflejada en esta ciudad y ha sido clave en el proceso de industrialización de la misma. A lo largo de mis investigaciones, me fui dando cuenta que su importancia trascendió el marco local y regional y que, en al menos en determinadas producciones, se extendió a lo largo del ámbito geográfico nacional.

Como te he indicado, sobre Averly se ha escrito mucho, pero son publicaciones que abarcan aspectos concretos, o espacios cronológicos determinados, o bien centrados en algún aspecto concreto de sus producciones, como es el caso de su producción artística (ver el libro de Francisco J. Jiménez Zorzo). Faltaba un trabajo que sintetizase desde el punto de vista empresarial toda su trayectoria desde que se fundó hasta su cierre y que analizase sus distintas etapas, e intentase explicar las claves de por qué una pequeña y mediana empresa familiar pudo subsistir durante 150 años, superando las dificultades que hasta la hora de su cierre se le fueron presentando.

Además, dentro de la estructura empresarial zaragozana, fue una empresa que llegó a superar los 100 trabajadores en determinados momentos históricos, algo relevante en el sector al que pertenecía. Supuso un centro de formación para muchos trabajadores que entraban muy jóvenes como aprendices. He podido escuchar a muchos trabajadores, o familiares de trabajadores que pertenecieron a su plantilla hace décadas, hablar con orgullo de su paso por la empresa. Todo esto también se cuenta en el libro.

Para poder adentrarme en el universo Averly se necesitaban dos premisas:

La primera, disponer de un fondo documental amplio. Mi gran sorpresa fue que en su archivo se conservaba toda su historia y en su espacio arquitectónico se conservaba todo su bagaje.

La segunda, y es la causa de la primera, fue la obsesión conservacionista de sus propietarios. Y no sólo eso, sino que abrían sus puertas y sus archivos a todo aquel que de una forma u otra quisiera acercarse al universo Averly. Desde este aspecto tengo mucho que agradecer a Dª María Bea, a D. Guillermo Hauke Bea y Dª Carmen Hauke Bea por todas las facilidades y confianza que me dieron.

-Averly, en inicio, es una entidad societaria, ¿verdad?, que evolucionó ¿en base a qué? Entidad societaria siempre ha sido, pero explícanos su evolución económicamente hablando.

-Como ocurría con muchas de las empresas que surgen a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, típicas de la primera revolución industrial, la forma societaria predominante era de carácter unipersonal o familiar, con responsabilidad ilimitada del propietario que ponía en juego su capital y patrimonio en la empresa que fundaba. Así, se puede entender que muchos empresarios de este periodo no diferenciasen el patrimonio empresarial del familiar. Lo que se plasma en la arquitectura en el que, como es el caso de Averly, la casa privada familiar estaba unida a la fábrica. Es decir, ámbito privado y empresarial en un mismo conjunto arquitectónico.

Así se inició la empresa Averly con el nombre de su fundador, Antonio Averly, como fundición de hierro y bronce y construcción general de máquinas. La etapa de Antonio Averly Francón (1863-1902), podemos definirla como una etapa expansiva, tanto en lo que se refiere a la empresa zaragozana como a la expansión de los negocios del propio Averly. En lo que se refiere a la empresa zaragozana, pasando de pequeño taller que estaba situado en la calle San Miguel, a fundición que contaba con maquinaria moderna y la capacidad productiva similar a la de otras empresas modernas españolas del mismo ramo en ese periodo y que servían de referencia. En los que se refiere a los negocios del fundador, los fue extendiendo con inversiones diversas y la creación de distintas sociedades. Era normal en ese periodo, no arriesgar todos los beneficios en un mismo negocio y diversificar para repartir riesgos. Cabe destacar la formación de dos sociedades de carácter colectivo (suponía la asociación con otros empresarios) como fueron “Averly, Montaut y García” en Zaragoza, dentro del sector metálico de la trefilería y “Averly y Compañía del Nervión”, también en el ramo de la fundición y construcción de máquinas, en Bilbao. También supo penetrar en la élite empresarial zaragozana, llegando a ser vicepresidente de la Cámara de Industria y Comercio de Zaragoza y presidente de la sección de Aduanas y Hacienda de dicha institución.

En 1902, a los 71 años Antonio Averly, volvió a Francia, dejando la dirección de sus negocios en manos de sus hijo e hijas y dividiendo sus propiedades entre ellos. La empresa pasó a denominarse Hijos de Antonio Averly, siendo su director gerente Fernando Averly Lasalle. En esta etapa la empresa se caracterizó por una continuidad respecto a las líneas de producción seguidas por el fundador, e incluso alcanzó un grado mayor de diversificación, aunque desde el punto de vista empresarial, la figura de Fernando Averly no adquirió el dinamismo de su padre, limitando su actividad a la empresa zaragozana y eliminando su participación en otras sociedades.

En la segunda década del siglo XX, la empresa pasa por una crisis motivada por una pérdida de peso de sus mercados tradicionales en un contexto de cambio importante causado por la expansión de nuevos sectores y tecnologías más vinculadas con la segunda revolución industrial. Fernando Averly, con su mujer, María Bea Bellido, pasaron a controlar el 70% de la empresa y pasó a denominarse “Hijo de Antonio Averly”. La crisis en la empresa se ahondó en el contexto de la I Guerra Mundial y, en 1918, se realizó la conversión de Averly en sociedad anónima, bajo la denominación de “Averly S.A.” Al igual que en muchas otras empresas, el cambio de naturaleza jurídica no eliminó su control familiar, aunque en este caso cambió de linaje familiar, pasando la dirección y presidencia a Faustino Bea Bellido, cuñado de Fernando Averly. Las medidas tomadas por el nuevo director fueron encaminadas a su saneamiento y a adaptar su actividad a la disponibilidad del capital social, huyendo de ampliaciones que exigiesen un fuerte endeudamiento o una pérdida del control familiar. Desde este punto de vista, se entró en un periodo de estabilidad contable y financiera, pero reduciendo mercados, continuando con la línea de producción tradicional y sin cambio en los procesos de producción.

En 1960, tras el fallecimiento de Faustino Bea, accedió a la presidencia su nieto Guillermo Hauke Bea, el cual llevó a cabo una remodelación y modernización de la empresa que ha conducido hasta su fallecimiento, en el año 2008. En estos años ha tenido que sortear momentos muy difíciles para el sector de fundición, en un proceso progresivo de integración económica internacional de nuestra región. El propio Guillermo Hauke confesaba en una entrevista concedida al Periódico de Aragón el 20 de julio del 2003 que en la actualidad era un milagro sobrevivir, cuando otras fundiciones que han convivido con Averly desde hace años han desaparecido. Siguiendo las palabras de Guillermo Hauke “quizá la clave de sobrevivir ha radicado en nuestra adaptación a la demanda en cada momento”. Pensaba que la coyuntura del siglo XXI exigiría nuevos sacrificios a los que habría que adaptarse. No llegó a ver como la crisis del 2008 golpeó de tal manera que hizo inviable la continuidad de la empresa.

-Por favor, Agustín, háblanos de las diferentes etapas en la historia de Averly... ¿por qué se vio más condicionada?

-Las distintas etapas señaladas y la toma de decisiones estratégicas por parte de la empresa se han visto condicionadas por un conjunto de factores que actúan de forma combinada: El contexto internacional, el contexto nacional y las políticas económicas y sociales; el contexto local y la evolución de los mercados a los cuales abastece la empresa y sus cambios; las políticas laborales y los cambios en el contexto en que se desarrollan las relaciones laborales (cambios en el mercado de trabajo, sindicalismo, tensión social y laboral, etc.). De alguna manera, todos estos aspectos se analizan en el libro para explicar la evolución de la empresa.

Quisiera resaltar dos aspectos: la política adaptativa de la empresa a la demanda y no poner en riesgo el control familiar de la empresa. De esta manera, se desechan inversiones que pudieran poner en riesgo la viabilidad financiera de la empresa o que supusieran una pérdida de control familiar de la misma, aunque supusiese una pérdida de posiciones dentro del sector metal-mecánico al que pertenece en el contexto zaragozano.

-Sin Averly, Zaragoza y Aragón no hubiese conseguido ciertos estándares de desarrollo, ¿no?

-Una de las cuestiones que comento en el libro, es que para el desarrollo industrial de una localidad y la implantación de ciertas empresas era importante la existencia de un sector metal-mecánico que pudiera satisfacer al menos parte de sus necesidades. Zaragoza es un ejemplo de ello

La base agraria de la región (que requería herramientas y maquinaria), el desarrollo de una industria agroalimentaria, especialmente harinera y la localización de la ciudad como núcleo de comunicaciones ferroviarias motivaron el surgimiento de un pequeño sector metalúrgico, concentrado en la ciudad, para cubrir las necesidades de reparación, provisión de piezas y construcción de máquinas que esos sectores requerían. La propia expansión urbana, como consecuencia del crecimiento demográfico, requerían también objetos de fundición destinados a la construcción y al mobiliario urbano. Conforme la estructura industrial de Zaragoza se fue diversificando más y se fueron expandiendo nuevos sectores, el sector de la metal-mecánica también creció y se diversificó. Zaragoza llegó a ocupar en los años treinta al 23,5% de los activos empleados, cifra que situaba a la ciudad en el séptimo lugar entre los centros españoles de pequeña metalurgia. Aunque algunas empresas ampliaban sus mercados al ámbito nacional, el motor seguía siendo la demanda local. A partir de esta implantación local y regional, podía darse para determinados productos y segmentos de mercado una expansión hacia el mercado nacional. En todo este periodo Averly fue muy importante, dejando su impronta por toda la ciudad y también en Aragón, como lo prueba el museo harinero que tenéis en Mas de las Matas, dónde entre maquinaria de otras casas, se aprecia la realizada por Averly de molinos de cilindros en los que estaba en parte especializada.

A lo largo de la década de los cincuenta y sobre todo de los sesenta, la ciudad asiste a un crecimiento demográfico sin precedentes, mientras se convierte en “Polo de Desarrollo” y el sector del metal adquiere un importante impulso, convirtiéndose en unos de los motores del, especialmente en Zaragoza. 

Las últimas décadas del siglo XX, han venido determinadas por el fuerte impulso de las empresas metalúrgicas auxiliares de la automoción, que han actuado de motor del desarrollo provincial, sobre todo desde que en 1982 se instaló en Figueruelas la planta de cabecera del sector, Opel (GME).  Paralelamente presenciamos el declive de muchas de las empresas metalúrgicas tradicionales de construcción mecánica y fundición de nuestra ciudad, algunas de las cuales adquirieron gran importancia y que tras décadas de actividad productiva, tuvieron que cerrar sus instalaciones.

No fue el caso de la Fundición Averly que, de ser considerada “la madre de la mayor parte de las de su clase en Zaragoza”, se mantuvo durante 150 años, aunque en una posición cada vez más alejada del liderazgo en la ciudad, a costa de renunciar en ocasiones a proyectos expansivos, pero manteniéndose fiel al espíritu familiar que la ha gobernado durante décadas.

-¿Qué rédito sacó Averly  en sus sucesivas etapas de funcionamiento y qué rédito le corresponde al tejido de los trabajadores?

-Para asentarse en un determinado segmento de mercado, era necesario tener una capacidad productiva adecuada, con instalaciones y equipos apropiados para cubrir y competir en dicho nicho de mercado. Tanto la consolidación a nivel local y regional, como la posibilidad de extenderse en el ámbito nacional, no podían realizarse a costa de una disminución en la calidad técnica de las producciones. Para ello, había que disponer, como ya hemos comentado, de los medios técnicos adecuado y disponer del capital humano (ingenieros, técnicos y personal cualificado), capaz de dar a la obra la calidad deseada, junto con la confianza que genera el prestigio ganado en base a una trayectoria empírica.

En el libro se tratan los aspectos relacionados con la innovación tecnológica en Averly. La innovación tecnológica en el sector de construcciones mecánicas vino determinada por las características del mercado al que atendían, y por su distinta especialización productiva. En Averly la investigación tecnológica se caracterizaba por adaptar la maquinaria a las características peculiares y particulares de su mercado y clientes. En las distintas secciones se fabricaban y preparaban las piezas que iban a ser ajustadas y montadas en el taller de ajuste. En todo este proceso se experimentaba con la maquinaria, se observaban las dificultades que producían en su mercado y las adaptaban a las necesidades de éste. En este sentido, se introdujeron piezas nuevas y las perfeccionó, a la vez que se realizaron sistemas propios. A menudo los detalles finales se realizaban en el lugar en el que iba a ser destinada la máquina.

Estas empresas no solo actuaron como centros de investigación tecnológica aplicada, sino también como centros de difusión de tecnología extranjera (a través de la concesión de privilegios exclusivos y representación de casas extranjeras).

Además, era necesario realizar al cliente un servicio muy personalizado y de calidad. El objetivo era satisfacer al cliente, acomodándose a sus exigencias, adaptando el proceso productivo a las demandas de los clientes. Para poder conquistar y mantener los mercados era necesario rodearse de un equipo de profesionales competentes (ingenieros, técnicos y personal cualificado). Éstos, realizaban junto con los delineantes los proyectos y diseños, basados muchas veces en trabajos de campo para adaptarse a las necesidades concretas del cliente. En este sentido, la competencia no se basaba exclusivamente en los precios. La mejor información que se tenía sobre los deseos específicos del cliente y del tipo de rendimiento que se esperaba de la máquina, la atención personalizada, hicieron que en ocasiones se prefiriera acudir a estos servicios aun cuando el precio fuera algo mayor.

Para no perder la competitividad era necesario estar al día en todas las novedades científicas y técnicas que se producían tanto en nuestro país como en el extranjero y sus aplicaciones; para ello se apoyan en una biblioteca con multitud de revistas industriales, tratados científicos y que en 1908 eran cifrados en unos cinco mil ejemplares.

El conocimiento de las innovaciones y de nuevos sistemas desarrollados en el extranjero era fundamental para poder dar soluciones a determinados problemas. Para ello, junto a la consulta de obra bibliográfica, sus técnicos o él mismo realizaban viajes que permitían adoptar ideas que se pudieran aplicar en su empresa. Esta labor de investigación innovación no pasó desapercibida, a la vista de los encargos realizados por diversos centros técnicos industriales y de ingeniería. Asimismo, la empresa ha tenido el reconocimiento por sus producciones en distintas etapas que están recogidas en el libro, lo mismo que se detallan las distintas distinciones, títulos y premios obtenidos por la empresa y sus propietarios como reconocimiento a las aportaciones realizadas a la investigación e innovación técnica.

-¿Cómo empezó Averly; qué maquinarias fruto de la actividad, como fundición, empezaron a salir de sus talleres?

-En Averly, igual que en otras empresas de construcción de mecánicas en España, sobre todo las firmas que conservaron el carácter familiar, no hubo una especialización absoluta en realizar producciones que fueran dirigidas a un solo sector. Era una estrategia de repartir riesgos. Todas las casas intentaron mantener una variedad de clientes y suministraron, piezas de calderería, trabajos de fundición o maquinaria a otras industrias. De esta manera, se compensaba las fluctuaciones que se producían en la demanda de los mercados a los que se dirigía la producción.

En el caso de Averly, la construcción de maquinaria se dirigió en su inicio al sector agroalimentario tradicional, importante en Zaragoza y Aragón, tanto en fase de molido y trituración (harinas, aceites y vinos), como en fase de elaboración (panaderías). La maquinaria e instalaciones destinadas a estos sectores alcanzaron difusión a nivel nacional. Las industrias que se dedicaban a la fabricación de maquinaria e instalaciones industriales podían encargarse de realizar una instalación completa, desde la fabricación del motor a la concepción e instalación de las trasmisiones y la fabricación de maquinaria; o a confeccionar una máquina concreta, un motor o alguna pieza de transmisión. En todos los casos, debía tenerse en cuenta la concepción general de la fábrica a la que iba dirigida la obra elaborada. De ahí la importancia del diseño y la proyección, y la necesidad de realizar visitas sobre el terreno, mediante viajes de personal cualificado e ingenieros. Disponer de personal con la cualificación adecuada y poder ofrecer el servicio de desplazar parte de este personal a cualquier punto del país que se requiriera, suponía un factor importante en la expansión y mantenimiento de los mercados. El modelo tecnológico de Averly posibilitaba flexibilizar la producción sin realizar cambios en el proceso de fabricación. Cuando en la empresa se desarrolló una nueva línea de producción, como es el caso de la fabricación de aparatos de desinfección, ello no dio lugar a grandes modificaciones en lo que se venía realizando en la sección de calderería.

Precisamente, los aparatos y material de desinfección fue otro sector que alcanzó gran difusión, dentro de la línea de producción de Averly, fue el de aparatos y material de desinfección. Se fabricaron una gran variedad de productos y modelos (pulverizadores, sulfuradores, aparatos formógenos, lejiadora, etc.). Dentro de esta producción son de gran importancia las estufas de desinfección o “autoclaves”. Esta especialización productiva comenzó a desarrollarse a partir de 1909 y fue adquiriendo cada vez mayor importancia, fundamentalmente en la guerra civil y la década de 1940, a la vez que iba decayendo la producción de molinería antes señalada.

El diario ABC, en su edición de 11 de octubre de 1942, resaltaba de la casa Averly:

Suministró durante la pasada guerra la casi totalidad de material de desinfección, desinsectación, esterilización y antigás, ahorrando al Estado el desembolso de una cuantiosa suma de divisas, o bien de productos a compen­sar. Ha colaborado intensamente, suministrando a los organismos oficiales, tanto civiles como militares, toda clase de material necesario. […] los últimos modelos creados por la Casa, que nada tienen que envidiar a las producciones extranjeras, que han sido superadas en todos los aspectos.

Un producto con el que Averly desarrolló un grado de especialización importante y tuvo gran difusión a lo largo de todo el periodo histórico fue la construcción de motores hidráulicos o turbinas para diferentes aplicaciones (transmisión mecánica, generación de electricidad, etc.). Averly inició sus pasos como constructor de turbinas en 1869. Predominó una especialización, en general, hacia pequeñas turbinas. El prestigio alcanzado por esta empresa en este tipo de productos queda reflejado en las opiniones de ingenieros y tratados de ingeniería hidráulica de la época. El propio Antonio Averly fue autor también de un libro titulado Cálculo de turbinas.

Junto a la construcción de máquinas, en este tipo de empresas continuó siendo importante la labor de recomposición, mantenimiento y reparación de maquinaria, ampliando sus labores de taller, produciendo y recomponiendo en la fundición las piezas necesarias para las reparaciones. En este terreno se consiguieron crear ámbitos de investigación e innovación destinados al perfeccionamiento de la maquinaria y desarrollar modelos adaptados a las necesidades de los clientes.

Las construcciones metálicas (farolas, verjas, columnas, estatuas, etc.) tuvieron también un papel importante, dada la constante expansión y remodelación urbanística de la ciudad y que, en el caso de Averly, sirvieron para afianzar su prestigio. Queremos recordar que de sus talleres de fundición salió la estatua del Justicia de Aragón que actualmente contemplamos en la plaza Aragón. 

-Yo tuve la oportunidad, y el privilegio, de entrar en Averly y me dio la impresión de sumergirme en una especie de máquina de tiempo: cuánta historia almacenada allí, cuántos proyectos... ¿qué nos puedes comentar?

-Esa misma impresión (la de atravesar por una máquina del tiempo) tuve la primera vez que crucé la puerta de Averly. Un conjunto de vivienda y fábrica prácticamente inalterado desde que se construyó en 1880, dónde además, se conservaba toda su historia: modelos de fundición, máquina de vapor, etc. Como anécdota te diré que conservaban las cuadras con su caballo “percherón,” que en tiempos se utilizaba para acarrear cargas. Cuando el caballo fallecía, adquirían un nuevo ejemplar. Y te impresionaba el orgullo con que Dª María Bea te enseñaba todo. De la misma manera, te impresionaba el archivo conservado en su totalidad: libros, cartas, planos proyectos, etc.

-Por favor, ¿cómo se dio a conocer Averly más allá de Zaragoza, más allá de Aragón...cómo se distribuían sus productos, tenía comerciales o el "necesitado" de cierta maquinaria sabía a dónde acudir porque no había tanta competencia ni tampoco fabricantes...?  en todo caso, ¿cómo era el mercado de la competencia, en esta faceta, en aquellos años?

-Averly no tenía redes formales y organizadas de acceso a los mercados. Las formas utilizadas por Averly para acceder a ellos, fueron diversas. Un medio fue la publicidad a través de la prensa, bien diaria y de difusión general, bien especializada (revistas vitivinícolas, etc.). Otra de las estrategias fue el envío de catálogos a instituciones y empresas, con cartas de presentación y ofreciendo sus servicios. También la carta privada, cuando se estaba en conocimiento de que había alguna institución interesada en la realización de alguna obra o compra de maquinaria; al igual que cuando se conocía la intención de equipar una industria o renovar la maquinaria, etc. Las exposiciones y concursos fueron otro medio de conocimiento y difusión de los productos de Averly, en las que se conseguía prestigio se convirtieron en vías de comercialización. Asimismo, fue frecuente el recurso de invitar a clientes para difundir la maquinaria suministrada, mediando una comisión. En estos casos era fundamental asegurar la calidad de lo suministrado y ofrecer un servicio adecuado.

Otra fórmula frecuente fue la utilización de redes “informales” de distribución a través de empresas o titulares privados que distribuían sus productos a cambio de una comisión, que era variable según los casos.  Para esto era necesario tener una cierta imagen difundida. En determinados casos, esta función adquiría una regularidad y se fijaban las condiciones por escrito revisables anualmente, lo que no significaba un compromiso exclusivo. Estos sistemas no estaban consolidados, de manera que un año se podían aumentar considerablemente las ventas en una localidad y no realizar ninguna venta en años posteriores.

Hemos podido documentar bastantes ejemplos de ello, sobre todo con la venta de maquinaria suelta. Así, tras una primera venta en una localidad concreta, era frecuente que aumentara la demanda de los productos de Averly gracias al efecto demostración. En ocasiones mediante la intervención del primer cliente, que percibía una comisión por ello. 

-Todas las empresas que pasan de generación en generación, como podría ser Averly, pasan sus fases de crecimiento, meseta y decrecimiento que se pueden leer también como crisis, ¿no?; lo que comporta cierto desasosiego en la propia familia y en la actividad que esta llevaba a cabo en Zaragoza, ¿qué nos puedes comentar?

-En toda empresa familiar, grande o pequeña, en la que la gestión está muy ligada a la personalidad del propio empresario, el cambio generacional suele llevar consigo una cierta incertidumbre. Esta incertidumbre alcanza también los clientes, ya que estaban acostumbrados a una determinada forma de llevar la empresa. En las empresas familiares del siglo XIX, las relaciones comerciales estaban muy unidas a relaciones personales de confianza. El cambio generacional podía generar desconfianza. Además la sucesión podía llevar a cabo fragmentaciones y descapitalizaciones. Ya hemos comentado como la primera crisis importante que vivió Averly fue en el periodo que paso a constituirse en sociedad anónima, tras la marcha del fundador, Antonio Averly, y dejar la empresa a sus hijos, y que representó el paso en la gestión de la familia Averly a la familia Bea. Este cambio se dio además en un contexto nacional e internacional complicado, relacionado con cambios estructurales importantes vinculados a la segunda revolución industrial y con los problemas generados por la Primera Guerra Mundial.

En el segundo cambio generacional que tuvo Averly, en los años 60 del siglo pasado, que significó el paso en la gestión de Faustino Bea a su nieto Guillermo Hauke, el proceso fue más natural. Guillermo, que ya estaba ligado a la firma, tenía muy claro la política que debía asumir la empresa. Aunque tuvo que afrontar una importante remodelación de la misma, contó siempre con el apoyo y ayuda de su madre Dª María Bea, vinculada, de una forma u otra, a Averly desde hace décadas.

Precisamente en una conversación con Dª María, me decía que ella siempre contestaba lo mismo cuando le preguntaban sobre los tiempos buenos de la empresa. Siempre contestaba:

“yo nunca he conocido tiempos buenos”

Efectivamente, entró en la empresa en la década de los veinte, con la crisis anterior a sus espaldas, vivió el cierre de los talleres en la república, la guerra civil, la posguerra, con todas las trasformaciones y adaptaciones que se fueron acometiendo. En cualquier empresa, y mayor medida si es de carácter familiar, la necesidad de adaptarse permanentemente a los cambios generados por los mercados y los contextos, políticos, sociales, etc., siempre genera miedos e incertidumbres, aunque no se esté en crisis, y por lo tanto, ese desasosiego que me hacías en la pregunta.

-¿Cómo fueron los últimos años de Averly en su proceso de productividad?, porque la evolución de la productividad, el mercado y sus demandas y sus comportamientos empresariales a los largo de los años debieron pasar factura para bien y para mal, ¿no?-¿Se adaptó bien, Averly,  a las nuevas exigencias y demandas ?

-La implantación de Averly en un segmento de mercado y la capacidad de desarrollar un cierto grado de diversificación de su producción hacia actividades que complementaban y compensaban en cierta manera las principales, posibilitaron su continuidad empresarial.

Ya hemos explicado que Guillermo Hauke comentaba que la clave de la subsistencia se basaba en la capacidad de adaptación de la empresa.

Guillermo Hauke Bea, ingeniero industrial, se hizo cargo de Averly, como presidente, a partir de 1960. Con él se va a iniciar un proceso de reorganización productiva, introduciendo nueva maquinaria y orientando la producción de la empresa hacia nuevas actividades.

En estos años Zaragoza va a ser testigo de una profunda transformación demográfica y urbanística. La capital creció, a lo largo de la década anterior en cerca de 62.000 habitantes, y en la década de los sesenta en más de 153.000 personas, atraídas por su desarrollo industrial y por su conformación como polo de desarrollo a partir de 1964. Se crean en la ciudad nuevos barrios y muchas empresas abandonan el centro urbano para trasladarse hacia los polígonos del extrarradio, dejando sus espacios para terreno urbanizable.

Guillermo Hauke se dio cuenta del peso que estaban adquiriendo en el país las empresas de construcción. En Zaragoza capital, las necesidades de adecuar su infraestructura urbana a su creciente población, incrementó la demanda de construcciones. La exigencia de mayores recursos en capital, calidad y trabajo cualificado que llevaban consigo los nuevos planes urbanísticos de ese periodo, dieron un impulso a las sociedades constructoras en la ciudad.

Los trabajos de fundición industrial iban adquiriendo importancia, siendo la faceta de empresa proveedora una de las que iba ganando peso, como ya se ha señalado.  Las empresas de construcción y auxiliares ampliaban esta presencia de provisión de piezas de fundición por parte de Averly.

La construcción de máquinas- herramientas apropiadas para dar soluciones a las nuevas necesidades técnicas, que exigía las nuevas técnicas constructivas (prefabricación, hormigón pretensado, etcétera) fue el cambio más importante de Averly en este periodo. Ya en la segunda mitad de los años 50 Guillermo Hauke estuvo investigando y experimentando con máquinas para ser utilizadas en las técnicas constructivas, desarrollando varias patentes.

Aunque, tal como estamos observando, la investigación y experimentación de Averly tuvo una clara orientación hacia el campo de las máquinas para pruebas y ensayos de materiales de construcción, a lo largo de la década de los sesenta y primera mitad de los setenta no se abandonan las líneas desarrolladas anteriormente.

A partir de 1975, esta empresa tuvo que adaptarse a un progresivo proceso de internacionalización económica que va a afecta al conjunto del sector metalúrgico zaragozano y en especial al sector de fundición y construcción de maquinaria. El aumento de los costes producción, en un contexto de crisis, y el incremento de la competencia pondrá en serias dificultades al sector. Los costes de producción se incrementaron, tanto por el aumento del coste de las materias primas, en los que tenía mucho que ver la escalada de los precios del petróleo, como por el alza de los salarios que elevó los costes laborales.  La competencia se fue incrementando en el sector hasta hacerse en muchos casos insostenible. Los productos de fundición, provenientes de países con costes laborales muchos menores (primero países del este europeo y posteriormente asiáticos) fue obligando a cerrar fundiciones (La emblemática Maquinista y Fundiciones del Ebro cerró definitivamente sus talleres en 1988. Maquinaria y Metalúrgica Aragonesa los hizo en 1981), o a externalizar las producciones. Aunque este proceso se fue acelerando a lo largo de las dos últimas décadas del siglo pasado, ya en la segunda mitad de los años setenta los efectos de la crisis pusieron en evidencia este problema. Con la llegada de Opel, la especialización metalúrgica continuó afirmándose en la economía aragonesa y zaragozana en este último periodo, pero ahora el gran protagonista era la rama de Material transporte. En 1995, todas las ramas metalúrgicas habían reducido su censo de mayores empresas, salvo la del Automóvil que aumentaba y la de Maquinaria Eléctrica que se mantenía.  En este ranking de mayores empresas predominaban multinacionales estadounidenses o europeas. El capital aragonés quedaba relegado a las pequeñas y medianas empresas existentes en el sector.

La producción de máquinas se centró en la línea antes señalada y desarrollada a lo largo de la década de los sesenta destinada a la construcción: las que se refieren a al material de ensayo, los aparatos de pretensar y las prensas hidráulicas de embutición y estampación.

La fundición industrial fue decayendo, motivada por la fuerte competencia antes señalada. A la vez que ésta decaía, cobraba nuevo impulso la fundición artística y el mobiliario urbano. Antes de la Guerra Civil fue una de las actividades más importantes de la empresa. Con la llegada de la democracia y las fórmulas de financiación de las instituciones locales, los ayuntamientos de ciudades y pueblos se lanzaron a una política de remodelaciones, embellecimiento y creación de nuevos espacios para disfrute del ocio por parte de la ciudadanía. La demanda de mobiliario urbano (farolas, papeleras, pies de banco, etc.) y ornamentación (fuentes, esculturas, decoraciones, rebordes de jardín) aumentaron. En estos años ha obtenido distinciones y premios por parte del Ayuntamiento de Zaragoza, sección de parques y jardines, y de la DGA. Es imposible pasear por la ciudad de Zaragoza o de otras poblaciones aragonesas sin encontrar la huella de Averly, tanto del pasado como del presente.

Otras de las secciones que se reactivaron en los últimos años es la construcción de turbinas hidráulicas para minicentrales eléctricas.

-¿Por qué  Averly fue dejando su actividad... falta de relevo generacional?

-Es evidente que si Averly ha llegado hasta épocas muy recientes es por la fuerte implicación que han tenido las sucesivas generaciones, que la han cultivado desde niños y donde el negocio se vivía como un patrimonio familiar. También ha sido la causa, como señalé al principio, de que ese patrimonio se fuera conservando casi intacto durante 150 años.

Es posible que en la última generación no haya existido esa implicación, ese arraigo. No obstante, la situación heredara era muy complicada a raíz de la última crisis económica que fue especialmente grave en nuestro país y que está detrás del cierre definitivo de la empresa. Precisamente los dos clientes principales, señalados en la pregunta anterior, los provenientes de la rama de la construcción y las instituciones locales (con las restricciones presupuestarias) sufrieron los efectos de la crisis, con lo que los pedidos se redujeron bastante y la falta de crédito cayó como una losa sobre todas las pequeñas y medianas empresas.

-Antes te he preguntado por la actividad más reciente de Averly, pero Averly ya fue importante en el transcurso de la guerra como "empresa militarizada", ¿qué importancia tuvo?; ¿y cómo se recuperó de la contienda que debió de sacudir muchas economías y como la economía no deja de actuar como un dominó...?

-En parte, ya contesté en preguntas anteriores. Con la llegada de la Guerra Civil, las empresas metalúrgicas zaragozanas se militarizaron y la prioridad fue la producción de material de guerra, así como de material sanitario, desinfección, etc. para suministrar al ejército. Algunas empresas contaban ya con experiencia en la fabricación de estos productos (como es el caso de Mercier en lo que respecta a material bélico o el de Averly referente a material higiénico-sanitario). El hecho de que Zaragoza fuera una de las pocas ciudades importantes que, en los primeros meses del conflicto, estaban en manos de los sublevados, supuso un impulso importante al ya desarrollado sector metalúrgico. Producir para la guerra y los suministros a las tropas se establecieron como actividad prioritaria.

Zaragoza disponía de empresas capaces de dar respuesta a las necesidades militares en un periodo breve de tiempo. Mercier (ya con experiencia en la fabricación de material bélico), Maquinista y Fundiciones del Ebro o la empresa de material móvil Carde y Escoriaza, se adaptaron rápidamente a la construcción de material bélico.

Sin embargo, Averly no dedico su actividad en este periodo a suministrar material bélico, sino a la producción de otros aparatos muy necesarios en una contienda militar y de cuya fabricación tenía una dilatada experiencia. Nos referimos a los aparatos de esterilización, desinfección y desparasitación: pulverizadores, lejiadoras, formógenos (aparatos formol), sulfuradores, de diferentes sistemas y capacidades, instalaciones de agua estéril y, lo más interesante, autoclaves y estufas de desinfección, también de diferentes modelos y capacidades. Durante el periodo bélico prácticamente toda la producción se encaminó hacia estos productos con destino al ejército o instituciones locales de las ciudades gobernadas por el bando franquista.

El periodo bélico supuso una expansión del sector metalúrgico en nuestra capital.

El final de la guerra, como suele pasar en estas situaciones, generó problemas de ajuste frente a la necesidad de adaptar nuevamente la producción al ámbito civil. El exceso de capacidad se vio agravado por la situación española de aislamiento. Los cortes de suministro eléctrico eran frecuentes, paralizando la producción. Los graves problemas para la obtención de primeras materias y recursos energéticos durante la década de los cuarenta, contrajo las actividades del sector, que empezó a recuperarse a mediados de los cincuenta.

En ese contexto de carencias, había que recuperar viejos clientes en la medida de lo posible y ganarse nuevos mercados.

En el caso de Averly, en la década de los cuarenta mantuvo el nivel de actividad y de empleo, pero, a diferencia de otras empresas del sector, no realizó cambios en sus líneas de producción, ni en los talleres. Todas las líneas de fabricación existían antes de la guerra, pero sí que hay un cambio en el peso que ocupa cada una de ellas en el conjunto de la producción. Más de dos terceras partes de la producción estaban distribuidas a partes iguales entre las máquinas de desinfección y esterilización y las turbinas hidráulicas. Son además las producciones de mayor difusión por el ámbito geográfico nacional.

-El final de Averly como empresa representativa del pálpito y del Patrimonio Industrial de Zaragoza para todo Aragón y más allá...fue muy, muy triste, ¿no crees?¿piensas que Aragón y Zaragoza perdió la ocasión de poder mostrarse como un lugar de referencia en el que mostrar, con un proyecto museístico, cómo fue el proceso de industrialización, teniendo en cuenta que desde el proyecto de museo también se puede y debe contar la historia del trabajo y de esta actividad?

-Lo sucedido con Averly pone en evidencia la dificultad de conciliar los intereses de conservación patrimonial de la ciudad con los intereses, también legítimos, privados. Si a esto le unimos la falta de consenso político a la hora de ofrecer soluciones, podemos comprender el desenlace final al que se ha llegado.

No obstante, un tercio de lo que fue el complejo, está catalogado como bien del patrimonio cultural aragonés. Esto incluye la entrada, la vivienda privada, el edificio de administración, dónde se conserva el archivo, y la nave del taller de ajuste. También están catalogados una serie productos y objetos fabricados y conservados en la empresa, así como su magnífico archivo.

Quiero decir con esto, que no se puede dar por muerto el proyecto museístico, porque hay espacio y material para realizarlo y para proseguir con las investigaciones y los estudios de la empresa. 

También hay un compromiso por parte de las fuerzas políticas de realizar un espacio museístico, expresado públicamente. El último que yo tengo noticia, en 2019, en el que el Ayuntamiento, entonces gobernado por PP-Ciudadanos, aprobó un proyecto de reparcelación y urbanización de Averly, en el que, según el concejal de urbanismo, “se respetará toda la zona catalogada en la que tendrá cabida un espacio museístico en el que se contará la historia de la industria en Zaragoza.”

También los herederos de Averly, propietarios de los bienes muebles, declararon públicamente el hecho de que está prevista la creación del Museo de la Industria de Aragón en que contaría con la colaboración de la constructora Brial junto distintas instituciones empresariales de la ciudad.

Esperemos pues que el Ayuntamiento y las instituciones pertinentes inicien las labores de conservación y de creación del espacio cultural museístico con el cual se han comprometido.

 

 

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