Cazarabet conversa con...  Antonio Gascón Ricao, editor del libro “Memorias de un artillero de la 43ª División del Ejército Popular de la República en Bielsa” (Comuniter) de Jaime Renobell Villanueva

 

 

 

 

 

 

 

 

Editorial Comuniter, desde su colección Es un decir rescata las memorias del artillero Jaime Renobell Villanueva desde su paso por la 43º División del Ejército Popular de la República en Bielsa con una edición a cargo de Antonio Gascón Ricao.

Lo que nos explica la sinopsis del libro:

La guerra civil (1936-1939) en Aragón está llena de episodios de extraordinaria dureza, que tuvieron en su momento la atención de quienes seguían en todo el mundo la defensa de la democracia frente a los avances del fascismo. Belchite, la batalla del Ebro, son actuaciones militares reconocidas de un ejército leal, que toma la iniciativa frente a fuerzas sublevadas superiores en medios, número de efectivos y apoyo exterior, y que terminaron en derrotas. «Hacemos la guerra porque nos la hacen» manifestaba por entonces el presidente, Manuel Azaña, de una República que había renunciado a la guerra como forma de resolver los conflictos entre naciones, pero que debía hacer frente a los militares sublevados en el propio territorio español.

En ese contexto, hay una actuación militar de la 43ª División del Ejército Popular de la República en 1938 ante las fuerzas franquistas sublevadas, un episodio conocido como «La bolsa de Bielsa», estudiado por varios autores entre los que destaca Antonio Gascón Ricao, recuperador de las memorias del alférez de artillería Jaime Renobell Villanueva, que se presentan en este libro y que tienen la forma de diarios de guerra o de campaña y en las que nos cuenta Renobell su vida cotidiana, su guerra día a día, desde el 15 de febrero de 1938, en que sale de Barcelona en dirección a Barbastro para incorporarse a la División, hasta el 16 de  junio en que llega con los restos de esa unidad a Aragnouet, primera población francesa tras la frontera.

Hay que leer ese texto, tan personal, tan profesional, para aproximarnos a lo que debió ser aquello, para los militares leales y para la población entre la que vivieron esos meses. Y hay que leer los trabajos de Antonio Gascón que hemos incorporado a este libro y que complementan perfectamente el texto de Renobell, permitiendo que en un mismo volumen pueda encontrarse la máxima información y del mayor interés, sobre aquel episodio.

La persona que se ha encargado de la edición, Antonio Gascón Ricao, vamos a saber un poco más de él….

Barcelona, 1949

Conferenciante, ensayista, biógrafo e historiador autodidacta, es colaborador entre otras instituciones, de la Real Academia de la Historia de España; de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, y del Departamento de Derecho Civil UCM, Producciones Científicas. Desde 1976 ha dedicado en pafie su labor a la recuperación de la memoria histórica de la guerra civil en el Pirineo, tanto de la vertiente aragonesa como de la catalana, en particular de la llamada Bolsa de Bielsa o de la Cerdaña revolucionaria, publicando biografías o monografías, o colaborando en diversas publicaciones digitales.

Entre sus obras sobre la guerra civil destacan: El Esquinazau. Perfil de un luchador (1981), Huesca. La Bolsa de Bielsa. Fotografías, 1938, (1991). Beltrán, el Esquinazau (2002), Guerra Civil Aragón (2004), Guerra Civil Aragón. El Pirineo. T. VI (2008), La Bolsa de Bielsa, El final de la República en Aragón (2011), Contra Companys. 1936. La frustración nacionalista ante la revolución (2012), Nacionalistas contra anarquistas en la Cerdaña (1936-1937), Antonio Martín, la experiencia libertaria de Puigcerdá y el sagrado mito de Bellver (2018), Epistolario desde el exilio: Beltrán, 1945-1957 (2020).

La Bolsa de Bielsa…tomar un poco nota:

https://es.wikipedia.org/wiki/Bolsa_de_Bielsa

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Antonio Gascón Ricao:

 

-Antonio, ¿cómo es que llegan a ti estas memorias de un artillero de la 43 º División del Ejército Popular de la República en Bielsa?

-Las memorias no me llegaron, las fui a buscar yo mismo. Dado que la copia existente en el Museo de Bielsa, cedida en su día por su propia familia, no era accesible, ya que, tras la muerte de José María Escalona, no hay personas cualificadas que puedan atender las puntuales peticiones de los investigadores.

De ahí que tras conocer gracias a una imagen que se puede ver en la página web del Museo, que Jaime Renobell era natural de Barcelona, me dio por buscarlo por Internet, y mi sorpresa fue que existía un negocio abierto desde 1945, que está cerca del parque de la Ciudadela, cuyo propietario apuntaba a ser el mismo Renobell.  Y tras una breve visita al mismo fue allí donde justamente encontré a los sucesores del autor de aquellas Memorias de Bielsa. Descendientes que amablemente me cedieron una copia de las mismas, así como abundante material gráfico. Materiales que han servido para elaborar un artículo que se publicó en febrero del año pasado en una revista digital de Barcelona, o para la redacción del actual libro que ha editado Comuniter en el año actual.

 

-Siempre se descubre nuevas cosas, desde otras perspectivas, ¿verdad?; ¿qué has encontrado que te haya llamado la atención cuando leías las memorias de este artillero de la 43ª División del Ejército Popular de la República?

-Es cierto, ya que lo novedoso de dichas Memorias es que son las de un alférez artillero, situado en 1938, no en un despacho del Estado Mayor sentado en la retaguardia, sino en la primera línea de fuego.

Y por lo tanto viviendo Renobell junto a su tropa todas las peripecias propias de su batería, en su caso la 7ª, perteneciente a la 43ª División. Gran unidad que en aquellos momentos estaba bajo el mando del teniente coronel Escassi Cebada. Mientras que en una de sus tres brigadas, la 72ª B.M., ya estaba al mando del jacetano Antonio Beltrán Casaña, El Esquinazau, personaje local muy conocido a nivel local, al haber participado en la fracasada sublevación republicana de Jaca de 1930, protagonizada por Fermín Galán.

Así al ser cesado Escassi Cebada del mando de la división, le correspondió a Beltrán ser el responsable de la resistencia final de aquella unidad, que aguantó cercada en Bielsa algo más de dos meses, sin retaguardia alguna y falta de todo, al haber huido la 31ª División, la hermana de la 43ª División, que había huido a Francia en compañía del mayor Gallo, jefe del Cuerpo de Ejército. Quedando la 43 sola y con la frontera francesa cerrada a causa del Comité de no Intervención, a lo que se unió la existencia en aquella zona de guerra de más de 10.000 civiles, unos los propios del territorio y otros que se fueron uniendo voluntarios en su marcha a los militares republicanos durante la retirada, a 7000 de los cuales Beltrán les proporciono los medios más necesarios para que pudieran pasar a Francia, huyendo así de la guerra, por unos caminos cubiertos de nieve y hielo.

 

-Porque, amigo Antonio, ¿qué papel tuvo esta 43ª División en la guerra y en la resistencia de la República y de su ejército ante los empujes de los sublevados?

-Sin pretenderlo y tras producirse el hundimiento del ejército del Este en marzo de 1938, y con él la aparatosa huida a Francia de su jefe y de la 31ª División, los hombres de la 43 División tomaron la grave decisión de “Resistir” en Bielsa, protegiendo con ello la retirada a Francia de una parte del elemento civil, siendo el primer ejemplo real del popular slogan republicano de “Resistir es Vencer”.  Aguantando a pie firme durante más de dos meses el asalto del enemigo, en su caso dotado con una gran masa de artillería y morteros, y con una aviación insuperable compuesta por los aparatos más modernos de caza y bombardeo, tanto alemanes como italianos. Ante lo cual la tropa republicana de Bielsa no tenía respuesta alguna, salvo interponerse con sus armas y sus ocho cañones a la avalancha que les vino encima.

De ahí que la República recompensara a la 43 División con la Medalla Colectiva del Valor en sus últimos días, con visita incluida de Negrín, jefe del gobierno, y Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor del Ejército de la República, al haberse convertido en un ejemplo de resistencia, que se visualiza al tener a sus espaldas la frontera francesa cerrada.  

 

-Al hombre detrás de estas memorias Jaime Renobell, su escritura caligráfica a pluma en una libreta negra … ¿qué le supuso, crees, el ejercicio caligráfico, un desahogo explicando y explicándose en la resistencia ante la cerradura que les iban imponiendo sus contrincantes?

-La respuesta es no, lo que se advierte en su escrito es la fría actitud de previsión de Renobell ante su posible muerte en el frente, y con la pretensión declarada en las primeras líneas de sus Memorias, de que si le sucedía algo, rogaba a la persona que pudiera encontrarlas que se las hiciera llegar a su familia en Barcelona, haciendo consta en explicito su domicilio familiar, para que dicha familia a su vez se las entregara a su joven novia.

El hecho que tuviera buena caligrafía, o buena capacidad de expresión a la hora de redactarlas pasó simplemente por haber cursado con provecho el Bachillerato, siendo además alférez de complemento, mucho antes de iniciarse la guerra propiamente dicha, al tener la intención de cursar, en tiempos de paz, la carrera militar en la Academia General Militar de Zaragoza. Vida futura que junto con otras cosas la guerra le frustró.   

Cuestión distinta es la minuciosidad de Renobell a la hora de describir sus andanzas diarias con la batería, sobre sus objetivos, o las  detalladas observaciones que realiza del cercano enemigo, siempre sujetas a las acciones bélicas que desarrolla, día y noche, tanto durante el hostigamiento en un frente fijo, como durante la retirada y la posterior resistencia en Bielsa, al recoger en su “parte diario”, el tiempo, el paso de la aviación enemiga, o los duelos artilleros que realiza frente al enemigo, con suerte dispar, algo hasta ahora nunca visto en la abundante literatura de la pasada guerra civil, que en el caso de Renobell nos permite revivir sus lances personales.  

Sin olvidar referir su numerosa correspondencia mantenida, tanto con su familia como con su novia, o la vida cotidiana de la batería, con sus breves permisos dentro del mismo frente o su búsqueda de comida con la que compensar la escasez de las raciones en los últimos días, o su análisis del comportamiento del mando enemigo al respecto de la frialdad con la que tratan a sus hombres, que marchan hacia la muerte sin misericordia y en sucesivas oleadas. 

 

-El tema de Bielsa da para mucho: a las memorias de este artillero se le añaden, en este libro, trabajos, investigaciones tuyas que, digamos, lo complementan para ayudarnos a hacernos una mejor idea de cómo fue todo, ¿verdad?

-El tema de Bielsa a mí personalmente me ha dado para dos largos libros, el primero de 1991, que sirvió como excusa y pretexto para presentar el trabajo realizado por Beltrán durante su estancia en1941 en la Academia Frunze en Moscú, al concluir la guerra civil española.

O la primera exposición fotográfica que se realizaba en España sobre la Bolsa de Bielsa y de paso hacer un sentido homenaje a los supervivientes que entonces todavía vivían, apareciendo durante su presentación gentes de Aragón, de Cataluña o de Francia. Exposición que después corrió por los mismos tres sitios, y siempre con llenos absolutos y en Barcelona estuvo expuesta en dos sitios distintos.

Y el segundo libro que apareció en 2002, sirvió para poder recuperar más material fotográfico que había seguido apareciendo con los años, o para poner nombre y apellidos a muchos de los combatientes que aparecían en aquellas mismas fotos, entre ellas una de mi propio padre, el sargento Ignacio Gascón Franco, antiguo miembro del Batallón Cinco Villas.

Dos obras con las que no se ha concluido el hecho histórico de Bielsa, la prueba está en las propias Memorias de Renobell, o en las dos aportaciones inéditas que aparecen en el mismo libro, como es el documento de ingreso de Beltrán en el PCE, cuando todavía era comandante de la 72 Brigada Mixta, con las correspondientes respuestas de Beltrán, al interrogatorio a que se sometía a los nuevos camaradas, documento localizado por un gran amigo de Las Cinco Villas.  Otra de las novedades es una carta de Beltrán dirigida a Negrín, donde de Beltrán le explica su toma de posesión del mando de la 43ª División, y la retirada de la su unidad camino de Bielsa, o lo que piensa hacer en el futuro más próximo

Novedades que se complementan con pequeños trabajos que a lo largo del tiempo he ido publicando en diversos medios, como por ejemplo la vida y andanzas de un supuesto ruso de la 43ª división, cuya foto se conserva en el Bielsa, que en realidad era un ciudadano de origen letón, miembro de la Internacional Comunista.  Otro es la biografía de Escassi Cebada el oficial que mandó la 43 División hasta su retirada a Bielsa. O la pequeña historia del aeropuerto republicano de Pineta, construido por orden de Beltrán. Historias todas a las que decidí unir la propia historia de mi padre Ignacio Gascón, sargento de la 43, a la que perteneció desde el principio y hasta su internamiento en Francia, como muestra de las muchas vidas paralelas que se dieron en la misma unidad.

 

-En todos los países que lucharon contra el fascismo y el nazismo hay memoriales que recuerdan las luchas…monolitos y demás, pero algo falla cuando las garras del nazismo o de los ideales nazis y de las ideas fascistas vuelven a llamar a la puerta, ¿no?; ¿qué es? La lectura de estos textos, ¿son parte de “esa educación” que tanta falta nos hace para afrontar los presentes y futuros nubarrones?

-A mí, en mi época de estudiante no me dieron ni nociones de historia de la guerra civil española, en casa tampoco se hablaba, pero me enseñaron a levantar el brazo y a cantar el Cara Sol, teniendo en cuenta que yo en mi primera clase me negué a cantarlo el primer día. “Delito”, que reprocharon a mi pobre madre, cuando me recogió, afirmando la maestra “que yo era un rebelde”. Y lo único que yo le había dicho a la buena señora, era que yo iba a la escuela “a aprender letras y no canciones”. Y no me rompieron la cara porque era un niño, pero se quejaron a mi madre.

Cuando mi hija fue a la escuela en 1982 tampoco se explicaba la guerra civil en la misma, y eso que el profe de historia era un progresista, y el pobre hombre le ponía buena voluntad, y en ocasiones incluso me pedía libros o materiales para sus clases. De ahí que mi hija sepa más de la guerra civil por mí que por sus estudios, y este fue uno de los muchos motivos personales por los que me decidí a meterme en el campo de la investigación histórica, y pienso que en estos momentos la situación en el campo de la educación sigue más o menos igual, en función del partido que gobierna o de los padres que se tengan, y de ahí nuestro actual castigo.

 

-Antonio, ¿por qué algunos soldados, oficiales o suboficiales buscaban en la escritura, normalmente a manera de diario una manera de “dejar huella" y "romper el silencio" y otro, simplemente no…?

-En muchos de los casos por puro afán de protagonismo, al aprovechar el momento para opinar sobre lo que habrían hecho de depender de ellos determinada operación, o para crear leyendas de personajes que dicen haber conocido, o aprovechando lo escrito para magnificar su propio papel personal en la tragedia de la guerra civil española. En nuestro país existe más de un ejemplo. Defecto muy propio de la condición humana.

 

 

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