Cazarabet conversa con... Concha Fernández Milián, autora de “Iguana blues” (Mira)
Concha Fernández Milián ha editado en Sueños
de Tinta de Mira Editores un libro que habla y se acerca a la enfermedad
mental, tema que, aún hoy, es “muy tabú” y lo hace con este subtítulo:”canción
triste de la iguana azul”:
La novela es valiente y mira a los ojos a la
enfermedad mental, tratándola de tú a tú.
La sinopsis del libro: Luz, una mujer con
trastorno bipolar, es dada de alta de la Unidad de Agudos de Psiquiatría tras
superar una depresión severa. Durante su ingreso coincide con Eliseo, un
paciente con un idealista delirio inventor. También conoce a Wanda, una joven
auxiliar de clínica que relata la dramática historia de su infancia y
adolescencia en centros de protección de menores tras una adopción fallida y su
lucha contra la obesidad. Pili y Camarena, que se dedican al seguimiento de
pacientes en visitas domiciliarias, se verán envueltos en una particular
odisea. Al volver Luz a su pueblo, después de doce años, tendrá que enfrentarse
a viejos fantasmas del pasado...
Estos y otros personajes conforman una obra polifónica con varias historias
entrelazadas que, dentro de la narrativa realista contemporánea, vienen a
sumarse al género de la ficción médica, y que siguen la estela de su primera
parte, Más allá de la puerta blindada, publicada en esta misma colección (Mira,
2018). Al igual que esta, Iguana blues. Canción triste de la iguana azul se
adentra en el mundo de la psiquiatría y la salud mental en la asistencia pública
de la España actual, permitiendo que el lector se aproxime a la realidad de
prácticas como la terapia electroconvulsiva, la controversia acerca de la
contención mecánica o la novedosa instauración en algunos dispositivos del
tratamiento asertivo comunitario. Otros tópicos que han irrumpido recientemente
en el campo de la psicoterapia, la salud mental y el crecimiento personal y
espiritual son los ejercicios de meditación y mindfulness que el personaje de
Miguel expone en Meditadores Nómadas de manera novelada, de tal forma que el
lector pueda tener una guía para experimentar estos ejercicios convirtiéndose
así en un personaje más.
Todos vivimos en un mundo hecho de narraciones que intentan explicar nuestra
realidad. Y nos construimos a nosotros mismos por medio de ellas. Los relatos
son indispensables cuando aparece el dolor, la enfermedad, el sufrimiento...
También la práctica médica es un acto comunicativo: el médico debe escuchar y
entender el relato de cada paciente. Del mismo modo, en esta novela multitrama,
Concha Fernández Milián, psiquiatra («testigo del alma humana al desnudo, de
sus luces y sus sombras») y escritora, se hace eco de las voces, las historias
y conflictos de un coro de personajes que viven a un lado y otro de la
enfermedad, para que el lector vaya sacando sus propias conclusiones, porque,
en definitiva, también se trata de otorgar ese sentido que ayude a construir
relatos superadores de resistencia y supervivencia.
Tramas paralelas y simultáneas, subtramas, analepsis frecuentes, elipsis
temporales... invitan al lector a «reconstruir» las vidas de los protagonistas
de esta Canción triste... que también tiene su propia banda sonora.
En Iguana blues, un alegato contra la intolerancia, el acoso escolar, la
homofobia y el racismo, se exploran con especial acento los límites del perdón,
la capacidad de resiliencia y, al igual que en Más allá de la puerta blindada,
el amor en sus diversas manifestaciones. Junto a variadas facetas del amor
maternal, también surgen el erotismo, el desamor, la amistad y, de manera
destacada, la trágica relación, tan habitual en la literatura, entre el amor y
la muerte. De un modo u otro, todos viajamos en esa «nave de los locos»
buscando un destino en el que podamos sentir que somos, como dijo la psicóloga
Emmy Werner, «vulnerables pero invencibles».
La autora Concha Fernández Milián: es autora de
la novela Más allá de la puerta blindada (Mira Editores, colección Sueños de
tinta, 2018), y también ha publicado, con el seudónimo de María C. Pilgrim, en
formato ebook, la novela autobiográfica Siguiendo la estrella. Crónicas de una
peregrinación a pie, París- Jerusalem, 1992-93. Ha cursado el Máster en
Creación literaria (Universidad Internacional de Valencia, 2019-2020), y se ha
formado en terapias humanistas, hipnosis ericksoniana y terapias de tercera
generación. Es médico psiquiatra y, tras realizar la especialidad de
Psiquiatría en el hospital Miguel Servet de Zaragoza (1998-2001), desarrolla,
desde hace veinte años, su actividad profesional vinculada a la salud mental en
Teruel. De su experiencia en el mundo de la salud mental surge Iguana blues.
Canción triste de la iguana azul, la segunda parte de Más allá de la puerta
blindada, en la que viejos protagonistas y nuevos personajes componen una obra
coral que espera conmover al lector, mostrarle una realidad poco conocida y, si
es posible, transmitir esperanza en nuestra capacidad de crecer como seres
humanos más conscientes.
Cazarabet
conversa con Concha Fernández Milián:
-¿Qué pretendías al sumergirnos en
este ejercicio narrativo que se acerca a las enfermedades mentales…?
-En el escritor, hay un impulso que mueve a
contar historias que puedan ser
interesantes y que entretengan, y en mi caso, por la labor que desarrollo y la
familiaridad que tengo con los trastornos mentales, reflejar personajes con
diversas enfermedades mentales; además de Luz, que tiene un trastorno bipolar
(en la anterior novela, “Mas allá de la puerta blindada, era un personaje
secundario que sufría un episodio
maníaco espectacular, y en “Iguana blues” pasa por una depresión
profunda) ; también está Pedro, que sufre una esquizofrenia grave y que es el
trovador de fondo y catalizador de parte
de la trama, y Eliseo con su delirio de invención,. O Wanda, que representa a
una infancia y adolescencia excluida, que padece una obesidad mórbida y es la
cara opuesta de Amanda, una chica con anorexia que protagonizaba la anterior
novela. De alguna manera, ambas novelas se complementan en sus historias. Sobre
todo, intento transmitir su humanidad, entrelazada con el impacto que la
enfermedad mental ha supuesto en sus vidas, y como esa humanidad también es
compartida con los sanitarios, psiquiatras, enfermeras o auxiliares ya que
todos sufrimos las vicisitudes de la vida. En una escena, Luz empatiza con el
sentimiento de tristeza y desamor que sufre la psiquiatra que la atiende, como
metáfora de que muchos sentimientos y
vivencias son comunes y universales. Finalmente, somos iguales, seres humanos
que sufrimos y gozamos. Sin duda, hay una intención de comunicar en qué
consisten algunos de estos cuadros para su divulgación y comprensión entre el
público., que puede simpatizar con los personajes.
- Y es que la
vida es eso, un poco de todo ¿el caso es que podamos ser hábiles en lo uno o en
lo otro…..?
-Una cualidad que me gusta resaltar como valor
constructivo es la capacidad de resiliencia que poseemos. Actualmente, con esta
crisis pandémica, se está hablando mucho de resiliencia. Podemos experimentar
golpes en la vida y aprender de la experiencia. También tomar consciencia
de nuestros sentimientos sin juzgarlos
para aceptarlos como son, aquí y ahora.
En Iguana Blues hay casi un manual para el lector de ejercicios de mindfulness
y compasión, cuya práctica sabemos que ayuda mucho a esto. Las causas de las enfermedades
mentales graves son complejas y variadas, influyen factores biológicos, familiares, ambientales; pero en nuestras
neurosis habituales, que pueden llevar a la angustia o la depresión,
desarrollar una actitud de ecuanimidad, aceptación de lo que hay y contacto
profundo con nuestros valores personales ayudan a sobrellevar las dificultades
de la vida.
- La
psique es que es parte de la vida, así que es indisoluble ¿no?....
-La psique es la misma en todas las personas;
actuamos en el mundo material externo y luego tenemos un complejo mundo interno
de representaciones, recuerdos, sentimientos, creencias y asociaciones que construyen un relato
particular en cada uno. Hay individuos
que llegan a extremos de gran sufrimiento como resultado de la difícil gestión
de su universo emocional. Por ejemplo, las olas de tristeza o de manía son del
tamaño de un tsunami en un paciente bipolar o con depresión mayor. Otras veces
se altera profundamente el contacto con la realidad y el juicio del pensamiento,
como en las psicosis. Pero en la novela también he querido reflejar como a
veces, un delirio idealista puede ser benigno, frente a relatos sociales
asumidos por la sociedad o por algunos grupos
que creen a pies juntillas en ideas sobrevaloradas. Véase actualmente
negacionistas, amigos de Trump, radicalismos de todo tipo o seguidores de líderes
sectarios. O a nivel más amplio, la creencia social de que tenemos que ser
felices, tener éxito, comer perdices, ser famosos o tener un físico ideal, y
negar la muerte, que generan muchos de los problemas de nuestras neurosis
actuales. Todo eso hace mucho daño.
-Enlazo
con la segunda cuestión. Digo parte de los problemas porque a veces los problemas igual aparecen aun
teniendo cierto equilibrio…?
-La vida siempre ha estado llena de problemas,
como los hemos denominado los humanos. Para una cebra, el problema surge cuando
aparece un león, y desaparece cuando se marcha y vuelve la tranquilidad.
Nuestra psique nos permite anticipar y tratar de solucionar los problemas, y en
esa anticipación está teñida de ansiedad y de agresión en nuestro imaginario,
eso a veces se convierte en un bucle destructivo depende de las historias que
nos estemos contando. Estamos preparados biológicamente para esperar lo peor y
del miedo han surgido respuestas adaptativas. Por otro lado, donde más nos
gusta estar es en un estado de seguridad y tranquilidad, o de placer. En mi
opinión, el único equilibrio está en el interior e implica poder contemplar
nuestros contenidos mentales desde un profundo testigo que es la consciencia de
existir misma. Porque fuera, todo cambia y siempre surgen problemas y estrés.
Lo mejor de nuestra imaginación y de nuestro mundo mental es la capacidad
creativa: la belleza en el arte, la música, la literatura, los cuentos, el
baile, el cine o la pintura. Y, a nivel particular, la creatividad que cada
cual tiene según sus habilidades naturales.
-¿Es esta una
novela que trata de explicar la enfermedad mental pero que al utilizar la
ficción se puede llegar a más lectores….?
-Utilizo la ficción para hablar de la
enfermedad mental porque seguramente soy más cuentista e imaginativa que un
sesudo ensayista o investigador, que lo hacen muy bien. Los cuentos y las novela han sido muchas
veces una manera lúdica de comunicar muchas realidades para que el público las
conozca, y en este caso es el ámbito de la salud mental en España y la realidad
de las enfermedades mentales.
-Dibujas, casi
retratas a la perfección a los protagonistas con sus cargas emocionales….
-La verdad es que estar concentrada
escribiendo o planeando la historia, ha sido un ejercicio como el de un actor.
Meterme en la piel de sus personajes, con los que no tengo nada que ver en mi
vida o mi manera de pensar, o con lo que experimentan, y luego salir para volver
con mi historia personal. Los personajes llegan a cobrar un espíritu propio, te
hablan, aparecen con voz propia en la mente del escritor, con lo que les pasa y
sienten. Es un ejercicio muy interesante. Luego, en la vida real, te encuentras
todos los días con personajes e
historias reales; aquí no hay un guión y una trama diseñada como en la novela,
pero se trata de intentar ayudar a
construir un relato en la vida de la persona más constructivo dentro de
su sufrimiento. Por lo menos, si no
podemos curar, intentamos aliviar y consolar.
.-Pero
también tratas de retratar esos entornos que son tan importantes en la
enfermedad mental… Quizás son más importantes que en otras enfermedades que
pasan como más evidentes….
-El entorno y el ambiente social son muy importantes. Por ejemplo, en la historia de Luz, se
refleja como su hermana y su familia se hacen
conscientes de lo que es un trastorno bipolar y de cómo afrontarlo a través de
la ayuda de asociaciones de familiares, etc. Pedro encuentra un lugar dentro de
su locura en la emisora local, Eliseo
canaliza sus ideas a través de un entorno creativo o Wanda cuenta bien los
elementos en su esfera familiar y social que le condujeron a unas conductas
destructivas en su adolescencia y de lo que la ayudo a recomponerse.
-Se nota que te
lo has pasado muy bien escribiendo, creando e imaginando esta historia….
En algunos momentos lo pasé bien y en otros
lloré, tanto escribiendo como cuando surgían en mi mente las diversas escenas.
Muchas historias son duras, como la realidad, que la supera. El dolor emocional
en nuestras consultas es muy grande, peor que muchos dolores físicos nos
cuentan los pacientes. Y como en mis consultas diarias, el enfoque en la novela
es hacia un sentido constructivo y de superación en todo ese sufrimiento. No siempre se consigue pero hay que trabajar
en esa dirección.
-9 He
dicho historia pero es una historia de historias, no?
La novela es polifónica, con varias tramas que
se entrelazan y convergen en muchos momentos.
-Pero
tanto en la novela como en la vida real ese dolor está como silenciado,
camuflado, escondido…
-(No entiendo si se refiere a que el dolor en
esta novela en particular esta silenciado o camuflado, o en la novela en
general). Mi editor me dijo que le
llamaba la atención que a menudo los escritores médicos que conocía éramos
capaces de hablar de cosas terribles con cierta naturalidad, seguramente por
las situaciones difíciles que vemos a diario. Hablar en una novela de la
enfermedad mental no es cómodo para muchos lectores; Si que reconozco que
aunque hablo de asuntos duros, el enfoque es amable, hacia la comprensión y el
crecimiento de la persona. Ya hay muchos relatos nihilistas o destructivos. Es
posible que se note la mano de la terapeuta en la escritora (descaradamente en
las clases de mindfulness y compasión).
Hace un siglo, el tabú era la sexualidad. Ahora los tabús sociales son el dolor, físico y
mental y la muerte. Ya no se puede ni parir con dolor. En las redes sociales y
en la cultura de la imagen el ideal es la felicidad, el éxito y el progreso
infinitos. Antes era la virtud, la castidad, la resignación, la fe, etc. Pero la negación o la represión psíquicas no
funcionan. La cuestión es cómo afrontarlo, y lo primero es reconocer su
realidad en cada uno.
-¿Te ha
resultado difícil dejar tu piel de psiquiatra?
-Mi piel de psiquiatra me ha resultado útil
para darme mucha información que transmito en la novela. Como contadora de
historias es lo que manejo habitualmente, conozco bien y tengo más a mano.
̶¿Los personajes que muestras y haces
desfilar en tu historia han ido cambiando….?
-Es una pregunta muy bonita para quien escribe
una novela. En mi caso, las historias y
personajes surgen como un embrión, formas vagas que se van perfilando y
articulando, cobrando coherencia. Cuando
me pongo a escribir, ya está bastante formado pero no del todo. Luego
surgen imprevistos, situaciones y personajes secundarios que me sorprenden,
aunque las líneas maestras están delineadas. Diríamos que entre ser escritor de
mapa o de brújula, llevo el mapa hecho pero tiro de brújula en bastantes
momentos.
̶ El
ser psiquiatra te habrá ayudado y mucho, pero habrá supuesto cierta presión?
-Si, la facilidad de hablar de cosas en un
terreno de juego conocido facilita. No diría que he sentido presión, aunque tal
vez me he preguntado cómo pueden llegar al público lector cuestiones como el
debate del uso de contenciones mecánicas, que se plantea, o exponer en detalle
cómo es una sesión de terapia electroconvulsiva, el llamado “electroshock”. Son
realidades muy poco conocidas. También me cuestiono que los personajes con
enfermedades mentales muestren lo que experimentan sin que sean malinterpretados
por los lectores ni ofender a personas que padecen estos trastornos, el respeto es primordial.
-¿Nos puedes
hablar del proceso de documentación…?
-Me
informé a través de la experiencia de otros compañeros de algunas cuestiones
concretas, como el tratamiento asertivo comunitario, un tipo de intervención oftalmológica y una expresión en euskera. El resto es de
cosecha propia. No hay mucha literatura de ficción sobre el tema; me releí a
Ken Kesey (alguien voló sobre el nido del cuco), que es genial, o “Los
renglones torcidos de Dios” de Torcuato Luna de Tena, aunque la psiquiatría
manicomial de la que hablan está lejos de la realidad actual. En tiempos lei
“Monte Miseria”, de Samuel Shem, una crítica ácida y humorística del sistema de
atención a la salud mental en Estados Unidos, su edición está agotada
actualmente y es difícil de encontrar.
-¿Cómo ha sido el
día a día de trabajo, tu metodología….?
-Como he dicho antes, hay un periodo largo en
el que van surgiendo ideas, personajes, situaciones, que se van articulando en
la mente, hasta que llega un momento de suficiente claridad para desarrollarlo
por escrito con un mapa inicial que me gusta anotar en una libreta en forma de
notas y diagramas de flujo. Luego ya viene el proceso en bruto de escritura y
las posteriores correcciones, que son fundamentales.
̶ ¿Nos
puedes hablar de trabajos en los que estás sumergida ahora?
-Ahora estoy escribiendo otra novela que no
tiene nada que ver (, si en algunos aspectos) con el
mundo de la psiquiatría y la salud
mental. Es una novela de viaje y crecimiento, en la que ando enfrascada, esta
vez con unas fuentes bibliográficas de
apoyo que están haciendo que la misma escritura sea un viaje de nuevos
descubrimientos.
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