La
Librería de Cazarabet Indignado
Jesús
García Blanca es un escritor
comprometido más allá de “lo convencional” en lo que al concepto de salud se
refiere.
Descifra
conceptos como el de “sanidad”, poniendo los puntos sobre las íes.
Ha
escrito libros que han levantado controversia y demás como: El rapto de Higea de Virus Editorial; La Sanidad contra la salud Una mirada global para la autogestión de
Ediciones i y más recientemente Vacunas, una reflexión crítica, también
de esta editorial. En este libro en su primera edición con Virus ponía el dedo
en la llaga en cuanto al SIDA tanto que un colectivo de investigadores médicos
logró “paralizar” otra edición revisada y, actualizada y profundizada… así que
ha sido reeditado por una editorial
especializada, Ediciones i.
Los libros y sus sinopsis para que os
hagáis una idea:
El rapto de Higea
con Virus, La sanidad contra la Salud. Una mirada global para la autogestión,
edición ampliada y revisada de El rapto de Higea,
esta vez editado por Ediciones i:
El terreno representado por lo que habitualmente
llamamos “salud y enfermedad” es campo abonado para el ejercicio del poder. Y
ello en una doble acepción: es una jurisdicción donde se ejerce el poder, y es
también –y esto es mucho más importante- un complejo conjunto de mecanismos que
producen efectos de poder: fabricación de verdad, manipulación de discursos,
imposición de modelos éticos y de comportamiento, implantación de
automatismos...
El ejercicio del poder en este campo específico y su entrecruzamiento con
otros, ha puesto en marcha una serie de procesos que se retroalimentan entre
sí: superespecialización de la ciencia, aplicación
irresponsable de la tecnología, falta absoluta de participación de los
ciudadanos en la gestión de su salud, control creciente de los servicios
sanitarios, de la investigación y de la formación e información por las
compañías farmacéuticas, es decir por el Gran Capital... el resultado:
deshumanización y medicalización.
Pero estos procesos, no sólo no logran solucionar los
problemas de salud, sino que contribuyen a agravarlos. Ello, unido a la
imposición del Modelo Occidental Capitalista, Desarrollado, y sus mecanismos de
perpetuación -urbanización y desarrollo industrial competitivo al margen de las
necesidades humanas, desequilibrios y desigualdades, modelos educativos
concebidos para la domesticación de los individuos y la protección del sistema-
agudiza la degradación ecológica, social, educativa y biológica evidenciando
una crisis global de la Salud y de los Sistemas Sanitarios de la que algunos
síntomas visibles son el aumento del número de enfermedades, del número de
enfermos, del consumo de servicios curativos y del costo de esos servicios.
Esto por lo que se refiere a los países ricos. En el resto del planeta, las
condiciones creadas por la expansión colonial, el capitalismo y el imperialismo
sólo pueden describirse de una forma: genocidio.
https://esdesalud.wordpress.com/2010/06/25/recomiendo-el-libro-el-rapto-de-higea/
La sanidad contra la salud. Una mirada
global para la autogestión.
Este libro es un diario de navegación con el que su autor
quiere compartir una dura y apasionante búsqueda que comenzó hace 25 años y que
aún continúa. A algunos lectores puede parecerles chocante el título:
normalmente identificamos la sanidad con la salud. Sin embargo, la tesis
principal del autor es que el modelo médico occidental
moderno dominante en la práctica totalidad del planeta ha condicionado
decisivamente los sistemas sanitarios hasta el punto de convertirlos en
enemigos de la salud. Y otro tanto ha sucedido con los sistemas educativos cuya
función principal es fabricar ciudadanos obedientes. Es preciso y urgente
promover cambios que contribuyan a una transformación radical de nuestro
concepto de salud humana y del planeta, que debería contemplarse desde una mirada
global, implicando concepción, embarazo, parto, crianza, desarrollo infantil,
alimentación, salud individual, social y ecológica, y actuando desde diversos
ángulos: decisiones individuales, cooperación y ayuda mutua, cambios
legislativos, sociales y económicos.
Vacunas, una reflexión crítica de
Ediciones i
http://kaosenlared.net/vacunas-una-reflexion-critica/
Buceando
por la red, hemos encontrado:
Mientras
estábamos en comunicación con los dos autores del libro Vacunas, una reflexión
crítica tuvo lugar la siguiente noticia:
“Este viernes la dirección del
Colegio de Médicos de Barcelona impidió que en el restaurante de su sede se
celebrara una rueda de prensa que había convocado la editorial “Llibres de l’Índex”
para presentar el libro “Vacunas, una reflexión crítica”. La rueda de
prensa terminó celebrándose en un hotel cercano al Colegio de Médicos, en el
Hotel Vilana, y la presentación del libro en la
Asociación Plural 21 de Barcelona, esa misma tarde.
Los autores de “Vacunas, una reflexión crítica”
son el médico de familia Enrique Costa Vercher y
el educador y escritor Jesús García Blanca. El libro plantea una
interesante revisión histórica de las vacunas, complementándola con los últimos
descubrimientos en Biología médica. Pretende abrir un necesario debate social
sobre este polémico tema, y ofrecer información contrastada a los nuevos padres
que se enfrentan ante el dilema de si vacunar o no, a sus hijos. Hay que
recordar que la vacunación en España es una decisión libre -cuestión
que a veces parece olvidarse- y se trata de una decisión que los padres deben
afrontar en relación a sus hijos en el momento en que nacen. Es cierto que la
mayoría de médicos recomienda la vacunación, pero hay médicos que opinan
diferente, y que tienen tanto derecho como los otros a expresar su opinión, y a
publicar sus investigaciones. El hecho de que esto se impida, no tiene ningún
sentido en una sociedad democrática y abierta al debate.”
ADJUNTAMOS
EL YOUTUBE: https://www.youtube.com/watch?v=ojS9iYQS-mM
Jesús García Blanca ha sacado este
libro “VACUNA, UNA REFLEXIÓN CRÍTICA” con Enrique Costa Vercher que ya hace años que escribe libros que
escarban en temas de la salud como:
SIDA, juicio a un virus inocente e
hijos de un Dios terminal (Aunque desconocido
por la mayoría de los ciudadanos de occidente, existe un grupo importante de médicos,
catedráticos de medicina y varios premios Nobel que afirman desde hace años,
apoyados en estudios, datos y estadísticas que el fenómeno SIDA, que tanto ha
marcado la cultura occidental de los últimos veinte años, no es n i ha
sido una enfermedad producida por el conocido virus VIH, de hecho no es una
enfermedad infecto-contagiosa, por tanto no se puede contagiar de unos a otros
como se ha afirmado, sino que el sida lejos de ser una enfermedad infecciosa es
una enfermedad producida por tóxicos, es por tanto un estado tóxico que ha
afectado sobre todo a unas generaciones de ciudadanos concretos, que han sido
afectados por unos productos químico-farmacéuticos que se introdujeron
masivamente desde los años cincuenta y que han destruido por contaminación
varios sistemas biológicos como son el sistema inmunitario, el reproductor,. En
este estudio de divulgación científica presentamos al lector la opinión lógica
de estos médicos y científicos disidentes que describen cuál ha sido la
verdadera causa del sida, cuál es su verdadero origen y porqué han sido
censurados y proscritos sus trabajos y advertencias sobre el error que se ha cometido
y se sigue cometiendo).
Cazarabet conversa con Jesús García Blanca y Enrique Costa Vercher:
-Jesús,
por desgracia la salud es, hoy por hoy, y creado por los poderes como el
farmacéutico y los que se financian de él, un puro y muy lucrativo negocio ¿no?
EC: La medicina
moderna dejó de ser un conocimiento y una práctica artesanal y se ha convertido
en los últimos cien años en una industria y todo lo que es actividad industrial
necesita producir beneficios económicos y, por tanto, necesita ser un próspero negocio.
JG: Pero no perdamos
de vista que no solo es un negocio, no solo es el dinero lo que mueve esa
maquinaria que se ha hecho enormemente destructiva. Hay intereses académicos,
hay inercia, hay falta de sentido crítico y necesidad de mantener ciertos dogmas
intocables. El terreno de la salud, como el de la educación con el que a veces
se pisa, es un terreno privilegiado para ejercer el poder, el control sobre la
gente.
-¿Cómo ha
sido el firmar o, en algún caso cofirmar, estos tres
libros de los que hablamos?
EC: Jesús y yo
mantenemos una buena comunicación; esta primavera coincidimos los dos en el
deseo de escribir un libro de reflexión sobre las vacunas y decidimos hacerlo
juntos.
-¿Por qué
te da por investigar, escribir, estudiar sobre temas relacionados con la salud?
EC: En mi caso es
deformación profesional; soy médico.
JG: En mi caso es
también deformación profesional: comencé investigando y escribiendo sobre
educación y eso me llevó a la salud y la ecología. Y en el camino fui dándome
cuenta de la enorme importancia que la medicina y la sanidad tienen como
herramientas “educativas”. Por otra parte, escribir artículos o un libro sirve
para compartir lo que sabes, para aprender, profundizar, encontrar cosas nuevas
y reflexionar.
-Tus dos
primeros libros parecen como más genéricos más enlazados con lo que tu llamas
“el rapto” de la sanidad versus profesiones sanitarias y en el tercero te
adentras en el controvertido mundo de las vacunas… Explícanos, ¿vas adaptando
tus investigaciones a lo que, en un momento dado va siendo “como pasto” de la
actualidad?
JG: Habitualmente,
no. Mis preocupaciones sobre educación y salud son globales y por desgracia el
panorama ha cambiado relativamente poco en los años que llevo en esto. Tenemos
por delante una labor inmensa en el campo de la salud individual y social. El
caso del último libro es distinto: llevo mucho tiempo investigando las vacunas,
pero nunca me había sentado a escribir un libro recogiendo lo aprendido. En
este caso sí fue una noticia muy concreta la que me movió —nos movió— a
hacerlo: el caso de Olot.
-¿Quién
rapta la sanidad?
EC: La sanidad es la
salud social y en un sentido más integral se identifica con la salud del
planeta, de los animales y plantas, de los mares y las tierras. Todos tenemos consciencia
del estado de salud del planeta y de alguna manera nuestra forma de entender la
vida, nuestro progreso tecnológico e industrial, nuestro consumo de productos,
nuestra producción exagerada de basura, nuestra forma artificial de vivir… todo
ello rapta la salud de los ciudadanos modernos.
JG: Cuando elegí el título para mi primer libro,
me inspiré en la mitología helena: Higea es la diosa
de la salud. Ha sido raptada por Eurónomo, un demonio
del mundo subterráneo que devora la carne de los muertos dejando sólo los
huesos... Pero dejando aparte el lenguaje metafórico al que alude el título,
podríamos decir que parto de una concepción de la salud como proceso, es
decir, como algo dinámico que implica momentos de equilibrio y momentos de
desequilibrio. Del Higienismo aprendí que salud y
enfermedad son dos conceptos complementarios y que poseemos un sistema autocurativo como poseemos un sistema respiratorio o un
sistema circulatorio. Tras la Revolución Francesa, se comenzó a implantar un
modelo médico que redefinía como “síntomas” o “enfermedades” lo que no eran
sino señales de la actuación de ese sistema autocurativo.
Así fue como se impuso esa visión de la enfermedad como algo negativo y opuesto
a un estado de salud ideal. Esa sustitución, esa perversión es lo que
representa la metáfora del rapto de Higea.
-¿Quien
deja que se vaya raptando la sanidad?. ¿Quiénes son
cómplices del rapto?
EC: Hay algunos que
son mucho más responsables que otros y que se benefician directamente de ese
rapto: La industria médico farmacéutica y la clase médica académica… pero como
ya hemos dicho todos los que creen en el progreso y el consumo, que lo
practican y se sienten ciudadanos de la mejor de las sociedades que ha conocido
el hombre… son cómplices de ese rapto.
-Porque raptar la sanidad es ir en contra de los principales principios
deontológicos de los que se afianzan, al suponer por vocación, los sanitarios .¿Qué nos puedes comentar?
JG: La profesión
médica viene formulando códigos éticos desde el Juramento Hipocrático hasta la
más reciente Declaración de Ginebra. El problema es que el modelo médico
dominante es incompatible con el respeto a esos códigos. Es significativo que
el Manual de Ética Médica editado recientemente por la Asociación Médica
Mundial fue elaborado por la Unidad de Ética Médica, que está financiad por una
multinacional farmacéutica: Johnson&Johnson.
Quienes condicionan y controlan la actuación médica y sanitaria no tienen como
una de sus preferencias el respeto a la ética.
-¿Los
profesionales de la sanidad, desde cualquiera que sea su función, deberían,
podrían hacer algo más en contra de ese rapto?
EC: Para poder hacer
algo hay que saber qué hacer. Los profesionales de la sanidad han sido
entrenados para hacer funcionar el sistema tal y como funciona, no saben otra
cosa, no conocen otro protocolo y creen además que es lamedor medicina y el
mejor sistema de salud que haya existido jamás. Con esas ideas asumidas por
todos los ciudadanos… ¿por qué cambiar?
-Hay
excepciones, pero me da la impresión que muchos solo se mueven cuando sus
condiciones de trabajo se ven en constante deterioro, cuando desaparecen las
pagas extra, cuando les toca trabajar más…cuando les peligra la estabilidad…
EC: Como hemos
explicado en la pregunta anterior, los sanitarios no tienen nada en contra del
método médico industrial, se han criado en su seno, están a favor de las
vacunas, de los antibióticos, y de las demás medicaciones tóxicas y sin sentido
que el sistema reparte entre los ciudadanos… no tienen nada en contra de la
ideología y los métodos de la medicina industrial…no hay problema con la
medicina y, por tanto, los únicos problemas que se plantean son los
económico-laborales
-¿Por qué
tanto escándalo alrededor de las vacunas?
EC: Porque no quieren
perder dinero. Pero hay una razón mucho más poderosa y, desde luego, mucho más
difícil de asumir por la clase médica. No dejan publicar estudios médicos que
demuestran la carencia de sentido biológico de las vacunas, ni toleran
críticas, ni publican los trabajos de médicos disidentes… porque si lo
hicieran… tendrían que reconocer más de un siglo de mentiras. Tendrían que
reconocerse como culpables de mucha insalud, con
posibilidades de perder la altísima consideración que los ciudadanos tienen
sobre la medicina moderna y, todo asumir todo eso y renunciar al negocio… es
muy difícil de asumir.
JG: Por otra parte,
las vacunas son el producto estrella de una determinada concepción de la
enfermedad, una concepción paranoica que favorece el miedo y por tanto que
paraliza la capacidad de reacción crítica. No pueden permitir que todo esto se
les venga abajo. Cuestionar las vacunas de raíz —no el negocio ni los efectos
secundarios de esta o aquella— es el primer paso para cuestionar todo el
entramado sobre el que se sostiene la mayor parte del modelo médico dominante
que pone el acento en la enfermedad y en la lucha contra la enfermedad.
Nosotros cuestionamos las vacunas desde otro paradigma que pone el acento en la
salud y que considera la enfermedad como parte de los procesos vitales
dinámicos, procesos que hay que aprender a conocer, a favorecer y respetar.
Obviamente esto tendría consecuencias muy desagradables para los que viven de
la enfermedad y obtienen sus privilegios y sus enormes beneficios académicos y
económicos de mantener ese enfoque.
-¿De
veras el tomar unos padres la decisión de no vacunar a sus hijos conlleva un
peligro para el resto?
EC: En el reciente
caso de difteria de Olot se demuestra con rotundidad
que esa afirmación es falsa. Si echa mano a la hemeroteca comprobará que según
los médicos oficiales el caso de
difteria se había presentado en un niño no vacunado que había sido infectado
por los niños de su entorno que sí estaban vacunados. Es decir los vacunados
infectaron a uno que no lo estaba, no fue al revés. Luego la misma versión
oficial desmiente la afirmación de que los no vacunados son un peligro para los
vacunados.
JG: Miedo y mentira.
Dos claves de poder. Culpabilización y
estigmatización del diferente, del que cuestiona lo establecido, de los
espíritus críticos que ponen en peligro los privilegios de unos pocos.
-¿Qué retos hay que tomar acerca de las vacunas?
EC: Desde mi opinión
y consejo y sabiendo que los sistemas biológicos no pueden ser mejorables por
ningún producto industrial no me vacuno yo, no vacuno a mis hijos y no se me
ocurriría vacunar a ningún ser viviente.
JG: Y tenemos un reto
social. De hecho, hemos considerado nuestro libro como un servicio social en el
sentido de dar información libre, independiente y crítica que permita a la
gente tomar decisiones responsables y fundamentadas, no dirigidas por la
manipulación o el miedo.
-¿Se
“crean”, “se fabrican” enfermedades, por ejemplo jugando en laboratorios con
algunos virus y otros microorganismos para que las farmacéuticas: bien mediante
los medicamentos; bien mediante las vacunas saquen beneficios? (por ejemplo
siempre se ha puesto en duda cómo surgió el SIDA o cómo “se ha jugado” con la
crisis del ébola, por poner dos ejemplos)
EC: NO se crean virus
ni bacterias en los laboratorios, eso es producto de películas de ciencia
ficción y de conspiraciones fantásticas. Lo que se crean son alucinaciones
colectivas de terror; el miedo es muy contagioso y con la ayuda de la
televisión se extiende rápidamente. Cuando los ciudadanos están aterrados hacen
lo que haga falta, se toman lo que se les da, piden desesperadamente que se les
proteja y se les puede vender cualquier cosa con facilidad. Y eso es lo que ha
pasado repetidas veces a lo largo de los últimos cien años.
JG: Además, estas
falsas pandemias tienen como objetivo tapar las consecuencias que el modo
destructivo de gestionar la sanidad está teniendo desde hace generaciones,
provocando enormes problemas de salud, la aparición de nuevas enfermedades, la cronificación de otras y en definitiva agrediendo la salud
de la gente y del planeta. Los nuevos microbios terribles sirven de “cabezas de
turco” a los que hacer responsables de todo ello.
-¿Qué
puede llegar a hacer una farmacéutica para que “sus chanchullos” no se den a
conocer?
EC: Su poder
económico levanta y hace caer a los médicos académicos, a los políticos y los
mediáticos en función de sus intereses. Todos lo sabemos, no hace falta
disimular y todos lo aceptamos como realidad perfectamente aceptada.
--En los últimos años se ha producido, en conjunto, una
contestación social muy importante…la gente se ha echado a la calle a protestar
por ejemplo pidiendo una sanidad pública, pero nos quedamos ahí cuando quizás,
tanto desde el sector profesional, como desde el usuario de la sanidad debería
preguntarse: si la sanidad, aún siendo pública---que debe serlo sí o sí—debería
mostrar la indignación por una sanidad de concepto holístico, integral…Y es que
protestamos cobre el continente, pero no sobre el contenido.
JG: Yo no considero que la sanidad sea pública. Para empezar,
la influencia de las multinacionales farmacéuticas en la formación de los
profesionales es enorme; además financian el grueso de la investigación,
controlan publicaciones científicas y secciones en los medios generalistas. Y
como remate, el modelo médico se basa fundamentalmente en los fármacos, de modo
que está al servicio de uno de los mayores negocios del planeta. En estas
condiciones, decir que la sanidad es pública parece una broma de mal gusto.
Pero el asunto tiene más trascendencia: el debate sanidad
pública-privada esconde el debate fundamental que es el contenido, el modelo de
salud y enfermedad que queremos. Es exactamente lo mismo que pasa con la
educación: el debate se queda en el modelo de gestión, y los contenidos ni se
discuten. En ambos casos se está canalizando hacia un falso debate toda la
posible energía social crítica que podría servir para cambiar cosas relevantes
y trascendentes.
--Es que me da que la sanidad se fundamenta en el negocio de las
farmacéuticas, vuelvo sobre algunas argumentaciones anteriores, pero es que no
puedo evitarlo, lo veo así….y en que el profesional, muchos de ellos --por
supuesto no todos--- se venden a ello y se limitan a fichar en el trabajo de
guardar la salud de todos y de todas como robots...me da que, salvo
excepciones, trabajan solo para cobrar y no por lo que debería implicar
"ser médico".... (reitero, no todos
obran así, pero sí que resaltan mucho los que lo hacen). Y eso que, como decía
en la primera pregunta, en los últimos años ha habido un movimiento de
indignación en torno a la sanidad, pero no a la salud...me refiero me da que el
sanitario, y yo lo soy (aunque no ejerza) se preocupa demasiado por la gestión
y poco por la verdadera calidad... y la calidad no siempre debe dejar dinero a quien
la dispensa, aunque sea pública... Y el usuario cae en la misma trampa
JG: Parte de las reflexiones que haces son compartidas. De
hecho, me planteé esas y otras cuestiones mientras escribía los artículos y
textos que acabaron conformando mi primer libro sobre temas de salud, El
rapto de Higea. Casi todas ellas tienen que ver
con lo que desde el principio atrajo mi atención: las relaciones de poder. Los
defensores del Sistema se han puesto de acuerdo en acudir a una estrategia
básica para descalificar a los críticos: acusarlos de “conspiranoicos”.
Es un argumento que cuela muy bien, porque la gente se resiste a creer no ya
que se pueda dominar a la mayoría en casos concretos, como por ejemplo, los
médicos; sino que se niegan a aceptar que ellos mismos son dominados. De manera
que prefieren llegar a la conclusión de que si se hacen las cosas de una
determinada forma es porque es la mejor y si alguien lo cuestiona está tratando
de convencernos de una conspiración. Sin embargo, un análisis de los mecanismos
de poder que operan en la sociedad en general y en el terreno de la salud en
particular, nos aporta una explicación clara, lógica y contundente de cómo
funciona la dominación, cómo se puede conseguir que mucha gente haga algo al
servicio de una minoría sin necesidad de comprarlos o amenazarlos, basta
controlar los dispositivos de poder adecuados. Y a estudiar esos dispositivos
es a lo que vengo dedicándome hace dos décadas.
--También va todo como “trufado” por
el oportunismo de grandes corporaciones, aseguradoras y demás que a merced de
nuestra salud, síntomas, signos y demás…hacen caja, nunca mejor dicho...
JG: Como digo, no es tanto el oportunismo, sino objetivos
claros de control y dominación, y herramientas adecuadas para conseguirlo.
--Esto de la sanidad versus nuestra salud es como un juego en
manos de una gran secta que alimenta a todo un sistema desde políticos a
aseguradoras, profesionales…
JG: Bueno, cuidado, porque dicho así, empleando la palabra
“secta” podemos reforzar la idea de quienes nos acusan de “conspiranoicos”.
No es una secta, es una minoría que ejerce el poder. Y es algo que muchos
aceptan con facilidad, por ejemplo, en el terreno económico, y sin embargo, se
resisten a aplicarlo al terreno de la salud, la educación, la ecología, la
alimentación. Son los mismos, los mismos que están llenando el planeta de
transgénicos, los mismos que hicieron la “revolución verde” para controlar la
agricultura condenando a la miseria a millones de campesinos, los mismos que
están moviéndose para controlar el agua potable, los mismos que promueven las
invasiones sangrientas que quieren hacer pasar por defensa de la democracia.
--Siempre hay que mirar, saber y ser conscientes que somos muy
ignorantes respecto a la salud y a la sanidad…Por ejemplo, cuando nos
encontramos mal, nos duele algo , nos encontramos
indispuestos…lo primero que hacemos, normalmente, es ir al médico y a partir de
ahí, siempre hay que suponer que el médico actuará bien y no pedirá ni más ni
menos que lo que él crea preciso para establecer un diagnóstico, tratamiento,
pronóstico…pero no siempre es así… Desde un primer momento ¿Qué suele empezar a fallar?
JG: Yo creo que lo primero que falla es nuestra concepción de
la salud y de la responsabilidad que tenemos. Ponemos la salud en el mismo
sitio que nuestro coche: si se avería lo llevamos al mecánico y cada cierto
tiempo, una revisión de ITV que certifica que está bien todo. De modo que el
primer paso no es ya ir al médico, sino tener interiorizado que determinadas
cosas –una tos, una fiebre, un dolor de cabeza- son enfermedades o dolencias o
como queramos llamarlo pero siempre con un matiz negativo de cosa a evitar, a
cortar, a extirpar. Y ya el segundo paso es buscar al especialista esas
operaciones. Dicho de otro modo: a nivel individual falla nuestra concepción de
la salud, y a nivel social, la gestión de la educación para la salud, que
obviamente está al servicio del entramado de poder que controla el modelo
médico dominante farmacológico.
--¿Cómo el paciente debe poder ver que algo no funciona?,
porque, normalmente, aquello que más suele satisfacer al usuario, (creo que
porque somos víctimas de nuestra ignorancia y que en general a uno le gusta que
se le baile el agua), es que, de entrada, se nos hagan cuanto más pruebas mejor
sin pararnos a pensar en que no siempre es necesario; las pruebas cuestan
lo suyo y nosotros también las pagamos, aunque la sanidad sea como deba ser
pública y, después, está lo otro, lo más grave, muchas veces se realizan
pruebas para “callar” al paciente cuando lo suyo sería explicarle que aquello
es lo que es y que por muchas pruebas que hagamos no se ganará en nada…más bien
al contrario porque algunas pruebas son, de entrada, nocivas para cuerpo.
JG: Es muy difícil que el paciente pueda darse cuenta de que
algo no funciona y ello se debe a que ha sido educado precisamente para ser
“paciente”, es decir, para aceptar pasivamente todo lo que le ordenen los
dueños de su salud, que en realidad son dueños de su enfermedad y de la gestión
del sistema sanitario que se ocupa fundamentalmente de ellas. Es la concepción
de la salud y la enfermedad, y el alejamiento total de un concepto holístico de
salud como el que existía en las civilizaciones tradicionales lo que hace que
se valore toda la parafernalia desatada por el modelo médico moderno en el que
juega un papel estelar la tecnología –que además, refuerza la idea de que todo
se conoce con minuciosa precisión. En un mundo que René Guénon
describe como “El reino de la cantidad”, parece lógico que aceptemos con toda naturalidad
que un determinado artefacto tecnológico te diga que en tu cuerpo hay “cinco
millones cuatrocientos treinta mil setecientos cuarenta y tres ejemplares del
VIH” y que sin embargo nadie haya sido capaz de aportar prueba alguna de que
ese virus se haya aislado.
--Quizás lo mejor sería, desde el aula, desde las escuelas que
se explicase lo que es la salud, una sanidad signa y demás , y creo que para
ello todos, los ciudadanos y ciudadanas, deberíamos estar educados para ello
como para cualquier otra materia como saber qué y cómo mejorar la nutrición,
las relaciones humanas…
JG: Es lo que vengo diciendo: es el componente social de un
proceso que tiene también el lado individual de aprendizaje y crecimiento
personal. No es nada fácil, porque no nos enfrentamos con ello a la simple
ignorancia, sino a poderosos intereses.
--Además, todo ello hace salud..Porque
la salud es la armonía de todos los factores y elementos que confluyen en el
devenir que es la vida…. Pero resulta que, con todo, nos vemos con una sanidad
que va contra la salud, contra las personas y contra la libertad de ellas de
elegir hasta el tratamiento y demás……hasta el derecho a morir dignamente... El
“sistema sanitario” es como un laberinto, un sistema férreo y cerrado en el que
el usuario no tiene oportunidad siquiera de encontrar salida…a no ser, me da,
que tenga mucho dinero y , aún así, estará siempre como “teledirigido”. Esto es
lo que me parece cada día, cada vez que voy desde la consulta de primera a
alguna de consultas externas. Te pongo ejemplos : Hay
médicos de cabecera a los que vas a pedir recetes o medicamentos y no te
preguntan nada…lo único que te dicen es:-¿algo más…? Y se limita a recetar,
recetar…sin más. Me ha pasado con lo cual si hubiese querido empezar a pedirme
ciertos medicamentos no habría levantado la cabeza de su teclado mi para
mirarme la cara…Esto es de “juzgado de guardia”.
JG: Es la consecuencia lógica de una medicina que se ha
industrializado. Los médicos son las primeras víctimas y al mismo tiempo,
cómplices. Es una situación muy parecida a la que tenemos en el ámbito
educativo: es un dispositivo de poder que fabrica ciudadanos obedientes, piezas
en la gran maquinaria industrial, y los maestros son las primeras víctimas y,
como los médicos, cómplices. Todos los profesionales que de un modo u otro se
relacionen con instituciones educativas –y los médicos lo son- están atrapados
en la disyuntiva entre seguir colaborando o rebelarse contra un sistema que los
aplastará.
--Y
ya ni ponerse a hablar de las aglomeraciones en urgencias, las listas de espera
lacerantes, el que cada vez que vayas a un médico especialista
debas de repetirle todo, de que no sepan nunca ni controlen lo que te estás
tomando y el que o te frían a pruebas o los que no te hagan las que deberían
hacerse…Esto es aberrante. De esta manera y con todo ¿Hacia dónde va la
sanidad: más hacia el respeto de nuestra salud integral o hacia la destrucción
paulatina de la misma desde dentro, poco a poco,, sin
prisas, pero sin pausas?
JG: La sanidad es
desde mi punto de vista parte de los dispositivos de poder al servicio de la
dominación de la gente. No tiene futuro, lo que tiene es un presente que
pretende ser eterno y que en todo caso durará mientras puedan mantenerlo en
marcha. De modo que los únicos cambios que pueden darse son los que quienes
gestionan esa herramienta consideren que son necesarios para ajustarla, para
engrasarla, para que se mantenga a pleno rendimiento. La única esperanza de
cambiar de modo radical esta historia y caminar hacia una salud más holística y
a un sistema sanitario más humanizado, es que luchemos desde abajo para ello,
haciendo cambios en nuestras vidas, tomando las decisiones que podamos sobre
nuestra salud y la de nuestros hijos, y presionando para forzar cambios sociales
y políticos que vayan en esa dirección.
--Por último, amigo, ¿te gustaría compartir con nosotros alguna
pista sobre lo que estás trabajando ahora…?
JG: En estos momentos
el Dr. Costa y yo estamos atendiendo las peticiones para presentar el libro
allá donde nos lo ofrecen y podemos asistir: Barcelona, Alicante, Murcia,
Almería, Granada, Córdoba, Cádiz... y manteniendo un papel activo en las redes
sociales en relación con el debate que está generando nuestro libro sobre
vacunas. Por otra parte, tanto el Dr. Costa como yo tenemos proyectos
personales para el futuro inmediato. En su caso, sería un libro práctico para
abordar de forma natural los problemas de salud considerados oficialmente como
“infecciones”, y en el mío, estoy trabajando en un libro pospuesto durante
algunos años, sobre la vida y la obra de Wilhelm Reich, uno de mis referentes vitales. A partir de ahí,
vuelvo a la literatura.
20605
La sanidad contra la
salud. Una mirada global para la autogestión. Edición revisada y ampliada de El
rapto de Higea. Jesús García Blanca (ed.)
424 páginas 17 x 24 cms.
26.00 euros
Ediciones I
22873
Vacunas: una
reflexión crítica. A partir de la Historia de la Medicina y de los últimos
descubrimientos en Biología. Enrique Costa Vercher, Jesús García Blanca
276 páginas 17 x 24 cms.
22,00 euros
Ediciones I
La sanidad contra la
salud
Este libro es un diario
de navegación con el que su autor quiere compartir una dura y apasionante
búsqueda que comenzó hace 25 años y que aún continúa. A algunos lectores puede
parecerles chocante el título: normalmente identificamos la sanidad con la
salud. Sin embargo, la tesis principal del autor es que el modelo médico
occidental moderno dominante en la práctica totalidad del planeta ha
condicionado decisivamente los sistemas sanitarios hasta el punto de
convertirlos en enemigos de la salud. Y otro tanto ha sucedido con los sistemas
educativos cuya función principal es fabricar ciudadanos obedientes. Es preciso
y urgente promover cambios que contribuyan a una transformación radical de
nuestro concepto de salud humana y del planeta, que debería contemplarse desde una
mirada global, implicando concepción, embarazo, parto, crianza, desarrollo
infantil, alimentación, salud individual, social y ecológica, y actuando desde
diversos ángulos: decisiones individuales, cooperación y ayuda mutua, cambios
legislativos, sociales y económicos.
Vacunas: una
reflexión crítica
Hasta hoy nadie ha
enfocado las vacunas desde la perspectiva que lo hacen los autores de este
libro: cuestionando el concepto de salud y enfermedad en el que se apoyan para
mostrar que las vacunas no tienen sentido biológico y que, por tanto, no pueden
aportar ningún beneficio a la salud, ni evitar enfermedades, ni erradicarlas,
ni reducir la mortalidad, ni aumentar la esperanza de vida.
Este libro aporta los elementos claves que permiten a cualquier lector, sin
necesidad de estudios especializados, llevar a cabo una lectura crítica de las
vacunas y formarse una opinión sobre ellas para poder tomar decisiones libres y
responsables.
En la primera parte del libro se narra la historia olvidada de las vacunas, cómo
surgieron y qué plantearon sus defensores y sus detractores pioneros para
comprender el origen del mito de las vacunas.
En la segunda parte asistimos a los principales descubrimientos antiguos y
recientes que aportan otra visión de la biología, del origen y la evolución de
la vida.
Finalmente, en la tercera parte se contemplan las vacunas a partir de todo lo
aprendido y para poder comprender que no encajan con el funcionamiento de la
vida, lo que explica por qué no han evitado ni erradicado enfermedades, así
como los numerosos daños documentados. Lo que nos deja frente a una última
pregunta: ¿qué ha llevado a la imposición casi universal de las vacunas?
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