Cazarabet conversa con... José María
López Sánchez, autor de “En tierra de nadie. José Cuatrecasas. Las Ciencias
Naturales y el exilio de 1939” (Doce Calles)
Un libro
imprescindible, editado por Doce Calles, sobre cómo vivieron las Ciencias
Naturales el exilio desde la reflexión y las vivencias de José Cuatrecasas
visto todo ello desde una biografía de
este destacado botánico.
La sinopsis
del libro:
Esta
biografía del gran botánico Cuatrecasas pone de manifiesto la relación entre
ciencia y política durante el exilio republicano español de 1939 y resalta la
importancia de sus logros profesionales en los países que recibieron esta
emigración científica.
¿Nos
acercamos a José Cuatrecasas Arumí?
http://www.residencia.csic.es/jae/protagonistas/14.htm
y http://dbe.rah.es/biografias/28762/jose-cuatrecasas-arumi
https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Cuatrecasas_Arum%C3%AD
Cazarabet conversa
con José María López Sánchez:
-Amigo, explícanos el resultado que es En tierra de nadie
desde el punto de encuentro de La lucha por la modernidad y Los refugios de la
derrota…
-Este libro, En tierra de nadie, ha terminado por ser un
punto de encuentro de trabajos anteriores, concretamente de La luchas por la
modernidad y Los refugios de la derrota, dedicados al desarrollo de las
ciencias naturales en el primer tercio del siglo XX en España, durante la
denominada Edad de Plata de la ciencia española y la ruptura que la guerra
civil y el exilio de muchos de sus protagonistas supuso. Si en La lucha por la
modernidad abordamos la construcción de las ciencias naturales en esa Edad de
Plata y en Los refugios de la derrota ofrecí una visión amplia del exilio
científico e intelectual, ahora, En tierra de nadie supone profundizar en el
fenómeno del exilio a través de una figura singular y muy importante de esa
Edad de Plata, el botánico José Cuatrecasas. El libro viene a ser una
confluencia final de esta línea de trabajo, en la que en este momento puedo
ofrecer más profundidad sobre el significado del exilio republicano para el
mundo académico y científico español del siglo XX.
-En todo esto la Junta por la Ampliación de Estudios
ha tenido muchísima importancia, ¿no?
-Por supuesto, la Junta para Ampliación de Estudios (JAE)
representó la culminación de las ansias de reformas largamente ansiadas por los
miembros de la Institución Libre de Enseñanza. En el caso de la ciencia, la JAE
supuso la puesta en marcha de una política científica desde ámbitos oficiales y
estatales con el objetivo de modernizar las estructuras científicas ya
existentes y crear otras, de las que estaba el país muy necesitado, para
acortar la enorme diferencia que nos separaba del mundo occidental en el
terreno de la investigación científica.
-Hay elementos comunes y, por supuesto, diferencias. Los
científicos, por regla general, eran un capital humano muy bien formado que tuvieron más fácil su acomodación dentro de las estructuras
académicas de los países que los acogieron. Algunos de esos países, como
México, se dieron cuenta del enorme valor que tenía una emigración tan
cualificada
-Bueno, hoy desde España hay muchos migrantes que se ven
forzados a irse del país porque sus investigaciones son mejor acogidas, por
desgracia fuera, ¿no?...poco hemos aprendido, poco seguimos invirtiendo o poco
hemos avanzado… ¿qué nos puedes explicar?
-Lo primero que hay que aclarar es que nos encontramos
ante dos situaciones históricas muy diferentes. En 1939 los exiliados se
marchan porque su integridad física o la continuidad de sus carreras
profesionales se encuentran seriamente en peligro por el apoyo que brindaron al
gobierno legítimo republicano. Hoy la “expulsión” no es por razones políticas,
sino que se debe a las insuficiencias del sistema de I+D español para acoger al
talento que genera. En este contexto, la emigración de científicos actual debería
poder afrontarse con cierto grado de optimismo si en materia científica se
practicara una política de Estado destinada a reforzar nuestras estructuras de
investigación y desarrollo científico-tecnológico. El problema de las últimas
décadas estriba más en la ausencia de una verdadera voluntad por situar a la
ciencia entre los líneas estratégicas de la política estatal, en hacer de ella
un ámbito que no estuviera al vaivén de las coyunturas económicas o de la mayor
o menor sensibilidad del gobierno de turno. Una política de ciencia seria y
responsable implicaría asegurar una inversión mínima, a poder ser que no fuera
inferior al 3% del PIB, en la formación de personal (becas y contratos de
investigación predoctorales y posdoctorales), en la
regularidad de las convocatorias de proyectos de investigación y en la dotación
material de laboratorios, institutos, universidades y otros organismos de
investigación públicos. Si a ellos se añadiera la posibilidad de crear
incentivos para la inversión privada, entonces la situación sería óptima. Quizá
la debilidad de origen reside en que la opinión pública aún no ha tomado
conciencia de la importancia de la ciencia para el desarrollo económico, social
y cultural del país. Por este motivo no es una prioridad política de primer
orden y está sometida a las coyunturas de recortes económicos cuando vienen mal
dadas.
-Las relaciones entre la ciencia que
marchó al exilio y la política…en líneas generales, ¿cómo se desarrollaron?;
¿cómo eran en origen y cómo evolucionaron?
-En líneas generales, las relaciones fueron estrechas
porque sus protagonistas, en algunos casos, fueron políticos y científicos a la
vez. No olvidemos que Juan Negrín, presidente del
gobierno republicano desde 1937, era catedrático de Fisiología en la Universidad
Central de Madrid, había impulsado la construcción de la Ciudad Universitaria
de Madrid y formaba parte de los círculos directivos de la JAE. Cuando en 1945
se reconstituye el gobierno republicano en el exilio, en México, el primer
presidente de dicho gobierno fue José Giral,
catedrático de Química, y una de las organizaciones más duraderas del exilio
fue la Unión de Profesores Universitarios Españoles en el Extranjero (UPUEE),
que mantuvo un perfil político muy activo hasta finales de los años cuarenta o
comienzo de los cincuenta, e incluso lo retomaría en los años sesenta previendo
la transición política que se avecinaba a la muerte de Franco. Luego, de manera
particular, hubo trayectorias individuales para todos los gustos y
posicionamientos políticos que, en ocasiones, resultaron enconados, como las
irreconciliables discrepancias entre negrinistas o prietistas durante los años cuarenta.
-¿Se trata de una mente privilegiada y sabia olvidada y,
por tanto, poco conocida y maltratada?
-José Cuatrecasas está reconocido en el ámbito
profesional, el de la botánica, ahí sí está valorado su trabajo profesional y
su trayectoria. Lo que no ocurre, como en tantos otros casos de muchos de estos
científicos e intelectuales exiliados, es que la importancia de figura haya
trascendido a la opinión pública. Para el ciudadano corriente Cuatrecasas es un
desconocido… hoy si acaso se asociaría con el famoso bufete de abogados, pero
muy pocos, saliendo del ámbito de la botánica o de la historia de la ciencia,
sabrían situar correctamente quién fue José Cuatrecasas y que representó para
la ciencia, la sociedad y la política de este país en el siglo XX.
-Pero él era más incómodo sobre todo
por su faceta como taxónomo –recordemos que también era farmacéutico----, pero
lo de ser “clasificador” de biología debía levantar muchas suspicacias en una
sociedad muy cercada por la religión, ¿qué nos puedes decir?
-Más que por taxónomo o clasificador, las suspicacias que
José Cuatrecasas y tantos otros científicos de la Edad de Plata levantaron
entre círculos católicos ultramontanos tiene que ver con el significado tan
demoledor que para estos últimos había tenido el progresivo triunfo de la
ciencia racionalista desde el siglo XVII hasta el XX. La ciencia, si lo
analizamos desde una perspectiva histórica, no es sólo ni principalmente ese
conocimiento objetivo que pretende arrancar a la naturaleza y al ser humano sus
secretos, es también un fenómeno histórico construido tanto social como
culturalmente, cuya forma y significado van ligados a las pautas culturales y
sociales en las que el pensamiento científico se desenvuelve a través de la
historia. Eso implica que para las sociedades modernas y, por supuesto, para
los científicos, hacer ciencia es una forma de ordenar el mundo. No es pues
extraño que eso entrara en competencia con la que hasta el siglo XIX había sido
la cosmovisión dominante en las sociedades occidentales, la religión.
-Marcha al exilio porque ni se ve, ni
seguramente se atreve a vivir bajo la dictadura franquista, militar y muy, muy
rancia para lo que era este botánico de mente muy, muy abierta e inquietudes
más que avanzada…de hecho se conjura o para no regresar hasta la dictadura no
esté en el poder…
-Cuatrecasas fue un científico muy comprometido con la
República y sus valores políticos y sociales, por lo que la dictadura era
incompatible con su forma de entender la sociedad española y, además, corría un
riesgo muy alto y real de ser objeto de represalias en el caso de haber
continuado en España. Durante el tiempo que duró la dictadura sólo regreso en
una ocasión puntual, ya en los años sesenta, para visitar a sus padres en
Barcelona y fue una estancia muy breve.
-Marcha a un país latinoamericano que
ya conocía de alguna expedición anterior, Colombia, aunque la verdad es que no
fue de los que más atrajo al exilio español….¿cómo
fueron los primeros años allí?
-Colombia ofrecía a Cuatrecasas una perspectiva atractiva
porque él se había especializado en flora tropical e incluso, como Usted señala,
había estado ya antes en una representación oficial y había trabajado sobre el
terreno. El gobierno colombiano estaba interesado en contar con Cuatrecasas,
por eso le ofreció la oportunidad de exiliarse en el país sudamericano y
durante los años que estuvo pudo avanzar en sus trabajos de flora tropical,
aunque no estuvo exento de algún que otro malentendido con algún botánico
académico colombiano, que no pasó a mayores.
-¿Por qué se traslada a Estados
Unidos? Y qué podríamos destacar de esa larga y muy prolífica estancia?
-El traslado a Estados Unidos tiene que ver
fundamentalmente con motivos profesionales. Cuatrecasas tenía buenos contactos
en los Estados Unidos y, en aquel momento, este país ofrece instalaciones,
materiales y oportunidades mucho mejores de lo que podía darle Colombia. Por
otro lado, ya en los años cincuenta empezó a enrarecerse el ambiente político y
social en Colombia y, aunque todavía estaba lejos de caer en la dinámica de
violencia de las décadas posteriores, aquello pudo también animar la salida de
Cuatrecasas. Pero, en todo caso, el factor decisivo fue las oportunidades de
crecimiento profesional que ofrecían los Estados Unidos a un botánico con los
intereses de Cuatrecasas.
-Durante la Guerra Civil Española
estuvo de director del Jardín Botánico de Madrid….un lugar que seguramente
debió sufrir lo suyo ¿cómo le fue y cómo logró proteger algunas especies?
-El Jardín Botánico de Madrid paralizó casi al completo
su actividad durante la guerra, fue víctima de la caída de algunos obuses, pero
sus colecciones fueron puestas a resguardo para evitar su destrucción o
deterioro.
-De entre sus numerosas publicaciones
en torno a la botánica, ¿qué podemos destacar?
-Creo que lo más importante tiene que ver con sus
trabajos sobre flora tropical en Colombia, el intento de publicar las láminas
de Mutis y todos los trabajos sobre flora neotrópica.
-Desde el exilio, primero en Colombia
y después desde diferentes Universidades Colombianas, ¿cómo
vio y vivió el devenir de la investigación científica en el Estado Español de
la dictadura?-¿Mantenía algún tipo de relación y/o comunicación con algunos de
los protagonistas
-Cuatrecasas fue capaz de mantener contactos con el
interior y estaba relativamente informado de lo que podía estar ocurriendo en
el Jardín Botánico de Madrid o en las cátedras de botánica de la universidad.
Bien es cierto que no al detalle, pero sí grosso modo, además intensificó sus
colaboraciones conforme fueron pasando los años. El ejemplo más claro fue quizá
la publicación por el CSIC de las láminas de Mutis que habían quedado sin
publicar por el gobierno republicano durante la guerra, y cuya coordinación
habían correspondido al propio Cuatrecasas. Ya en los años cincuenta
Cuatrecasas se resignó a que dicha publicación apareciese sin que se hiciese
ninguna referencia al impulso originario que él le había dado. Para entonces,
Cuatrecasas lo dice en su correspondencia, lo importante era que las láminas
fuesen publicadas.
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