presen_delespejismo_zgz.jpgCazarabet conversa con...   José María Azpíroz Pascual, autor de “Del espejismo de la revolución a la venganza de la victoria. Guerra y posguerra en Barbastro y el Somontano (1936-1945)” (Pregunta)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Somontano y Barbastro se encuentran en el epicentro de esta investigación de la guerra y la posguerra desde la pluma de José María Azpíroz Pasqual.

Pregunta Ediciones  reúne un trabajo inmenso y muy, muy ambicioso, así como minucioso de este estudioso e investigador.

Lo que nos explica pregunta de este libro de Azpíroz:

En apenas un año (1936-1937), en Barbastro y el Somontano se produjo un proceso revolucionario intenso, breve en el tiempo pero que dejó secuelas de destrucción a la par que un legado innovador: las colectividades. Por avatares de la guerra, esta revolución fue cuestionada y contenida por gran parte de las organizaciones antifascistas que constituían el Frente Popular y que consideraron prioritario restablecer plenamente la República en esta comarca y, en general, en todo Aragón. Pero tras la ocupación plena del territorio aragonés por parte de las tropas sublevadas, en marzo de 1938, se inició un periodo de posguerra que pareció ser interminable para muchos españoles, especialmente para los vencidos, quienes sufrieron persecuciones y represión. Una situación extensiva a muchos ciudadanos y ciudadanas, intensificada por la legislación que se les aplicó al respecto y que conllevaba desde la eliminación física hasta duras condenas de prisión y ruina económica.
En este libro, el historiador José María Azpíroz Pascual presenta un completo estudio que refleja lo acontecido durante la Guerra Civil y los primeros años de posguerra en una de las zonas del Alto Aragón en las que con mayor intensidad se vivieron los conflictos bélicos: la comarca del Somontano de Barbastro. Un libro, riguroso y documentado, que trata de recuperar la memoria histórica y la voz de los olvidados.

El autor, José María Azpíroz:

https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=498201

 

 

 

Cazarabet conversa con José María Azpíroz Pascual:

Ds8moMoXQAE4EZn.jpg large.jpg-José María, ¿nos puedes explicar el por qué de este libro de investigación sobre la guerra y posguerra en la comarca de El Somontano y “su capital”, Barbastro?               

-Con anterioridad había escrito La voz del olvido, libro en el que se investigó esencialmente la represión tras la ocupación de Huesca y la parte occidental de La Hoya por los sublevados contra la legalidad republicana. Como historiador, me seducía abordar la Guerra Civil en todas sus facetas y Barbastro y El Somontano me brindaban esa oportunidad: investigar la revolución y su intensidad en los primeros meses de la contienda (de julio de 1936 al 11 de agosto de 1937; la vuelta a la legalidad republicana y la integración del territorio, plenamente, al Gobierno republicano (agosto de 1937 al 28 de marzo de 1938) y la ocupación de la parte oriental de Aragón y también de Barbastro por los “nacionales” (28 de marzo de 1938) y la represión consiguiente investigada en el texto hasta 1945. Por todo ello surgió el libro que lleva por título Del espejismo de la revolución a la venganza de la victoria. Guerra y posguerra en Barbastro y EL Somontano (1936-1945).

-José María, ¿cómo respondieron los cuarteles y los militares al golpe de estado de Franco y los suyos? Al mismo tiempo que todo estalla a raíz del golpe militar, se produce una revolución, en el propio Barbastro había unos barrios más afines a ello, ¿no?, ¿cómo se organizan?

-En Barbastro había media guarnición de montaña, vinculada a la otra media con sede en Seo de Urgell, por tanto perteneciente a la IV División orgánica de Cataluña. El acuartelamiento General Ricardos de Barbastro estaba comandado por el coronel Villalba, con destino en Barbastro desde marzo de 1936. Villalba estaba complotado con los sublevados, con anterioridad al 18 de julio se había reunido en repetidas ocasiones con Cabanellas (capitán general de la V División aragonesa), con Gregorio de Benito (general con mando en Huesca) y con otros jefes y oficiales para ultimar los preparativos golpistas. Al no triunfar el golpe ni en Cataluña ni en Madrid, se lo pensó dos veces. Estuvo deshojando la margarita desde el 18 al 24 de julio, lo que permitió a los defensores de la legalidad republicana organizarse para neutralizarlo. Finalmente, al atardecer del día 24 salió de los cuarteles y paseó por las calles de Barbastro con la tropa, en sintonía con los defensores de la República. 

Al igual que en toda la parte oriental de Aragón, después del golpe de estado se produjo un vacío de poder por la desaparición, en la práctica, del Estado republicano y de sus fuerzas de coerción para defenderlo. Surgió una miríada de micropoderes, a veces mal coordinados entre sí: Los Comités Revolucionarios en todos los municipios y aldeas, el Comité de Investigación y el de Vigilancia con sede en Barbastro. En todos estos nuevos organismos tuvo mayoría la CNT-FAI, protagonista indiscutible de los acontecimientos que surgían en la retaguardia. Los partidos integrados en el Frente Popular quedaron desbordados, incapaces de plantear alternativas ante la llegada de las milicias catalanas, resurgieron progresivamente a partir de 1937 al incorporarse al Consejo de Defensa de Aragón por orden taxativa de Largo Caballero, jefe del Gobierno de la República. El Partido Comunista fue en la zona el que más creció en esta etapa en militancia y el que manifestó mejores dotes organizativas entre los partidos del Frente Popular.

En Barbastro, en los barrios más populares, El Entremuro y San Hipólito, vivían en  mayor proporción los vecinos que apostaron por la revolución. La vorágine con que se produjeron los acontecimientos hizo posible que en pocos días a la vez que se defendía la República, con esos nuevos poderes, surgiera un tiempo nuevo, el de la revolución, que suponía una ruptura brusca con el pasado y su legado. 

Impacto de la llegada de los milicianos al frente de Huesca.

A partir del 23 de julio se organizaron, por el Comité de Milicias Antifascistas, desde Barcelona, columnas expedicionarias de milicianos con el objetivo de recuperar el territorio aragonés y las capitales de provincia, Zaragoza, Huesca y Teruel, que desde el 19 de julio habían quedado en manos de los alzados sin apenas resistencia. Llegaron columnas de todas las tendencias ideológicas, pero mayor influencia tuvieron las anarquistas. Por Barbastro desfilaron la Columna Ascaso (anarquista) y la Columna Lenin (trotskista), para instalarse en el frente de Huesca (Siétamo y Estrecho Quinto) y recuperar la capital oscense. En Barbastro pernoctaban y comían en los comedores que se organizaron en las Escuelas Pías durante los primeros meses de la conflagración.

Llegaron pletóricos y exultantes por el triunfo conseguido contra algunos cuarteles barceloneses. Sin duda la revolución cuajó en esta tierra por su presencia, aunque también el anarcosindicalismo local se estaba imponiendo tras el 18 de julio. La presencia de Buenaventura Durruti, en los últimos días de julio, en Barbastro, para aclarar la muerte de cinco destacados anarquistas en circunstancias un tanto extrañas, desató la violencia revolucionaria. Hasta el 1 de agosto de 1936 estuvo contenida, Eugenio Sopena Buil, destacado anarcosindicalista barbastrense con ahínco la contuvo. Pero los acontecimientos se desbordaron a partir de esas fechas. 

-¿Por qué tienes tan claro que las colectividades fueron el mejor legado de la revolución anarquista?

-Casi todos los historiadores lo sostenemos, entre otros Pelai Pagés, Julián Casanova o Alejandro Díez Torre. Al imponerse la revolución muchos propietarios grandes, medianos e incluso pequeños huyeron a zona “nacional” si no fueron ejecutados al ser tildados de derechistas complotados con los sublevados. Con sus propiedades se conformaron las colectividades. Se colectivizó prácticamente todo, tierras, molinos aceiteros, centrales eléctricas, transporte y medios de comunicación, fábricas, hostelería…De lo contrario esos bienes hubieran quedado improductivos, la colectivización supuso la planificación de la economía y de la producción. Por supuesto no fue una planificación estatal, puesto que los anarquistas no configuraron ningún estado, su poder no dejó de ser local, comarcal, o como mucho regional. Se pasaron más necesidades y más hambre en posguerra.

-Punto y aparte merece la cuestión religiosa.

-Dentro de la Guerra Civil hubo muchas guerras, una de ellas fue el choque clericalismo-anticlericalismo. En Barbastro durante la República ya hubo manifestaciones anticlericales, la más relevante fue el asalto del Seminario la noche del 1 al 2 de agosto de 1933, nada que ver con lo que sucedió en el verano de 1936. En la diócesis de Barbastro fue víctima de la “santa ira popular” el 85% del clero incardinado, 119-123 curas párrocos de los 140 de la Diócesis, le seguía Lérida con el 66%, fue la diócesis de España con la tasa de mortandad más elevada, pero además también fueron fusilados miembros de las órdenes religiosas masculinas: 51 claretianos, 18 benedictinos y 9 escolapios. En la muerte de los religiosos exclusivamente intervinieron los milicianos, ajenos a la comunidad vecinal. En el asesinato del obispo Florentino Asensio Barroso y de otros párrocos de Barbastro participaron vecinos de Barbastro. En la muerte de los párrocos de los municipios los Aguiluchos, unos treintena de jóvenes de la FAI de la comarca, que fueron a la caza del cura como si de un trofeo cinegético se tratara. Estos sucesos dieron mucha intensidad al proceso revolucionario, más que en cualquier otra comarca de la Comunidad Autónoma de Aragón.

José María Azpíroz Pascual2.jpg-Háblanos un poco de la contrarrevolución fascista. Personas, partidos, sindicatos de clase…, todos se ven envueltos en la Causa General, ¿cómo les fue en El Somontano?

-La contrarrevolución fascista como planteáis en la pregunta se aplicó en la parte occidental de Aragón a partir del 19 de julio de 1936. Enseguida comenzaron las ejecuciones sin juicio, cometidas por fuerzas paramilitares, falangistas; las incautaciones de bienes; las depuraciones de funcionarios y maestros; la persecución a los masones y en general a todo lo que olía a “rojo”. En la parte oriental la represión comenzó el mismo día de la ocupación, el 28 de marzo de 1938.

La Causa General fue abierta por orden directa de Franco al Fiscal General del Estado. Se trataba de enjuiciar a la República y culpabilizar al régimen republicano envolviéndolo en los desmanes y crímenes cometidos durante la guerra en su retaguardia. Se aplicó en todos los pueblos y ciudades españolas y se implicó a todos los “rojos”. Se organizó en base a las delaciones e informes procedentes del bando vencedor (alcaldes “nacionales”, delegados de FET y de las JONS, comandantes de los puestos de la Guardia Civil, curas párrocos y familiares y vecinos de las víctimas). Y ante todo se pretendía implicar a cuantos más en los sucesos acaecidos en la retaguardia republicana, obviando, por supuesto, los desmanes y asesinatos cometidos por los fascistas en su retaguardia. Hoy en día, investigado casi todo el territorio peninsular, después de sesudas investigaciones, sabemos que el número de víctimas se triplicó en la retaguardia controlada por los “nacionales”.

En Barbastro y el Somontano al ser muy intenso el proceso revolucionario, la Causa General fue demoledora. En aquellas zonas donde los acontecimientos revolucionarios fueron intensos, la represión franquista posterior se correspondió con creces.

-¿Cuándo comenzaron y terminaron los consejos de guerra en el Somontano de Barbastro? ¿Quiénes fueron objeto de un Consejo de Guerra? ¿Hubo muchas ejecuciones derivadas del paso por los consejos de guerra?

-Comenzaron a raíz de la ocupación del territorio en marzo de 1.938 y concluyeron en 1944 en esta comarca. Para la elaboración del texto se han consultado unos doscientos sumarísimos de urgencia y ordinarios, pero hubo muchísimos más.

Se instruyó Consejo de Guerra a dirigentes y militantes de partidos políticos y de sindicatos, a dirigentes de las colectividades, y a todos aquellos que fueron denunciados y tildados de “rojos”. Los considerados irrecuperables fueron condenados a pena de muerte o a cadena perpetua. Los recuperables fueron condenados a penas menores y encarcelados o destinados a colonias penitenciarias, batallones militares disciplinarios (los comprendidos en edad militar), a regiones devastadas o a campos de concentración (casi trescientos llegó a haber en España). En Barbastro los presos terminaron en la cárcel –convento de las Capuchinas y las presas en el de las Claras. En los años álgidos de la represión (1938 -1941) en Barbastro en las dos prisiones llegó a  haber alrededor de 1.700 presos, 1.100 hombres y 600 mujeres. Barbastro se convirtió en un presidio, pues no hay que olvidar que los vecinos apenas superaban los 7.500.

Hubo 49 barbastrenses condenados a pena de muerte y ejecutados. La mayoría fueron juzgados en Barbastro, también en Huesca y en Zaragoza. Además en los días siguientes a la ocupación hubo vecinos desaparecidos, al menos seis fueron sacados de sus casas y nada más se supo de ellos. A dos decenas de barbastrenses se les conmutó la pena de muerte por cadena perpetua; y 50 personas murieron en extrañas circunstancias y de hambre en las cárceles mencionadas: 16 mujeres, 20 hombres y el resto en el campo de concentración de Barbastro.

El número de fusilados en posguerra como consecuencia de los sumarísimos y de las desapariciones, sin juicio, fue muy elevado en la comarca del Somontano, 151. En Costean y en Salas Altas, a modo de ejemplo, hubo más fusilados por acción de la “justicia” franquista que por efecto de la “santa ira popular”, 20 y 21 respectivamente, mientras que en Costean hubo ocho víctimas de la violencia revolucionaria y en Salas Altas, siete.

Además se creó el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas (T.R.R.P.), ¿qué sentencias se solían derivar del mismo?

Para reprimir económicamente se crearon las comisiones provinciales para la Incautación de Bienes en enero de 1937, y los T.R.R.P. en febrero de 1939. La mayoría de los expedientes abiertos por la comisión al no estar concluidos pasaron al T.R.R.P.; 167 barbastrenses desfilaron por ambos tribunales y casi 600 somontaneses. Se crearon para estrujar económicamente a los vencidos. Así como los sumarísimos afectaron sobre todo a los anarquistas, la burguesía republicana fue expoliada económicamente, se trataba de arruinarla y hundir sus negocios. Cándido Baselga Paúl,  propietario rural y abogado, fue multado con 200.000 pesetas, y muchos jornaleros del campo entre 200 y 1.000 pesetas. Téngase en cuenta que el jornal de un obrero oscilaba entre las 300 y las 400 pesetas mensuales. Pero además la ley de 1939 estableció otras posibles sanciones: las restrictivas de la actividad laboral, así como las limitativas de la libertad de residencia. Fueron frecuentes las inhabilitaciones absolutas y los destierros fuera de la provincia o de la localidad de origen, a 200 o más kilómetros.

José María Azpíroz Pascual.jpg-No nos olvidamos de los deportados a los campos de concentración y de exterminio nazis, ¿cuántos fueron los de esta comarca?, ¿cuántos consiguieron salir del averno nazi?

-Treinta y cinco somontaneses y nueve barbastrenses fueron víctimas de los campos de exterminio nazi, la mayoría en el campo de Gusen y en 1.941. Y muy pocos fueron liberados por los aliados en 1945, catorce, entre estos dos mujeres del Somontano.

-¿Y qué nos dices del exilio?

-El exilio, sin duda, fue otra manifestación de la represión porque los padecimientos que sufrieron nada más cruzar la frontera fueron terribles, campos de concentración y de internamiento, trabajos forzosos, stalags…Muchos de los exiliados españoles fueron perseguidos y apresados en Francia por la Gestapo y conducidos a los stalags y de aquí a los campos de concentración y de exterminio. Resulta complicado cuantificar el exilio, que fue muy numeroso en esta parte de Aragón. Hubo dos momentos: muchos abandonaron sus casas el 28 de marzo de 1938 y ya no regresaron, se quedaron en Cataluña. La segunda gran oleada de exiliados se produjo tras la caída de Barcelona, en febrero de 1.939. Los anarquistas lo tuvieron más difícil, pero muchos socialistas, republicanos y comunistas lograron embarcar rumbo a Latinoamérica en busca de un futuro más prometedor.

-Entre los funcionarios de la Administración y del Magisterio hubo un proceso de depuración muy, muy incisivo, ¿verdad?

-Así es, las depuraciones fueron analizadas en mi libro anterior La voz del olvido al ser Huesca la capital de provincia y congregar a un número más elevado de funcionarios. En Barbastro fueron depurados los empleados del Ayuntamiento y del Hospital dependiente de la Diputación Provincial.

En cuanto al Magisterio fue el Cuerpo más depurado, hubo toda una gama de represaliados, desde los y las maestras que fueron castigados con suspensiones temporales de empleo y sueldo, hasta los que fueron apartados definitivamente del escalafón. También, otros muchos fueron desplazados forzosos a otras provincias y como la mayoría de los que fueron expedientados quedaron inhabilitados para desempeñar cargos directivos. Y si bien algunos maestros habían sido juzgados y condenados a muerte en Consejo de Guerra, no por ello se cerraron sus expedientes de depuración. Sucedió lo mismo con la represión económica, muchos de los represaliados habían sido fusilados, pero las sanciones se hicieron extensibles a los familiares y por tanto se les abrió expediente a pesar de haber fallecido.

Una vez terminada la guerra todos los funcionarios estuvieron sometidos a las comisiones de depuración.

Y hubo otras formas de represión para los vencidos.

Efectivamente, fueron perseguidos los masones, los 21 integrantes del Triángulo Fermín Galán lo fueron hasta muchos años después. En la década de los cincuenta todavía se les perseguía. Pascual Sanz, alcalde republicano de Barbastro y masón había fallecido en 1954 en Francia, y todavía un año después se preguntaba en el interior por su paradero, para ser juzgado por los tribunales especiales creados para la represión del comunismo y la masonería.

El racionamiento se padeció en toda España. Las cartillas de racionamiento fueron una realidad entre 1939 y 1952. Se racionaron los alimentos más básicos y se pasó mucha hambre. Pero hecha la ley, hecha la trampa, surgió el estraperlo, el mercado negro, y los que estraperleaban al por menor para sobrevivir fueron sujetos de persecución y sancionados por la Fiscalía de Tasas creada al respecto. No así los grandes estraperlistas que pasaron de rositas por aquel calvario y eludieron a menudo la ley por ser muy adictos al régimen.

Los sectores más débiles de la población fueron los más vulnerables: niños, mujeres y ancianos. Muy mal lo pasaron los huérfanos de la revolución y de la guerra, que separados de sus madres (porque sus padres habían sido fusilados o estaban presos) llenaron los hospicios y los comedores de Auxilio Social. En la Casa Amparo, en las Hermanitas de los Pobres Desamparados y en el Observatorio de Dementes de Barbastro murieron más ancianos que nunca, más de 35 entre 1941 y 1943.

En fin, que había llegado la paz para los vencedores, no para los vencidos que, como hemos visto en breves líneas, padecieron todo tipo de adversidades: eliminación física, prisión, ruina económica, exilio, hambre, marginación…    

 

 

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