La Librería de El Sueño Igualitario

portada_atrapados_montserra.jpgCazarabet conversa con...   Montserrat Llor Serra, autora de “Atrapados. Guerra Civil y represión. Hablan las víctimas de Franco” (Crítica)

 

 

 

 

Llega uno de los libros de testimonios más esperados, en materia de historia contemporánea y memoria histórica, de los últimos tiempos.

Montserrat Llor despliega dentro de la colección Contrastes de Crítica, sello del Grupo Planeta, todo un abanico de historias desde testimonios que vivieron La guerra civil y todas sus consecuencias, tomando el “pulso” a la situación en que las víctimas, desde diferentes ángulos ,se vieron inmersas.

LEE EL PRIMER CAPÍTULO Y LAS PRIMERAS PÁGINAS DE ESTE LIBRO:

http://static0.planetadelibros.com/libros_contenido_extra/33/32135_Atrapados.pdf

La lucha de las democracias europeas contra el fascismo

Sinopsis de Atrapados:

Veinte personas, hombres y mujeres, reviven el inicio de la guerra civil española, el miedo ante los bombardeos, la violencia política, la persecución, la muerte, la cárcel, el hambre, el día a día de la población, el exilio... Se consideran hijos de la guerra porque mientras unos la padecieron directamente con toda su crueldad, otros la sufrieron en la distancia, desde su exilio forzoso como «niños de la guerra» hacia las lejanas y desconocidas tierras de México o la Unión Soviética. Todos coinciden en afirmar que, de una u otra forma, vivieron atrapados por la lucha de las democracias europeas contra el fascismo, primero en la guerra civil española (1936-1939) y después en la segunda guerra mundial (1939-1945).

Los testimonios recogidos en este libro se distribuyen en tres grandes bloques:

Por tierra. Hablan los jóvenes que lucharon directamente en el conflicto: guerrilleros como Lluís Martí Bielsa, soldados como Antonio Cánovas, milicianas como Ángeles Flórez «Maricuela», es decir, personas que defendieron la Segunda República arriesgando sus vidas y que, tras la victoria de los militares sublevados, fueron represaliadas durante años, incluso décadas, en las prisiones españolas.

Por mar. Los «niños de la guerra», aquellos menores que, para salvarles de la violencia del conflicto, sus familiares les embarcaron rumbo a otros países. Tras pasar largas penurias, como fue el caso de la española Teresa Alonso que estuvo en el Sitio de Leningrado (1941-1944), algunos de ellos regresaron años más tarde a una España que les acosó sin tregua.

Por aire. Los protagonistas son los últimos aviadores de la Segunda República que aún viven como, por ejemplo, Gregorio Gutiérrez «Guti » o Francesc Pararols. Unos surcaban los cielos de España en gestas heroicas para bombardear y destruir objetivos enemigos; otros marcharon para formarse y combatir en la Unión Soviética con el Ejército Rojo. Al finalizar la guerra quedarían presos y serían obligados a reconstruir desde cero sus vidas.

 

 

Cazarabet conversa con Montserrat Llor:

maxresdefault.jpg-Montserrat, te acercas a los acontecimientos, diferentes escenarios de la guerra, desde el testimonio…muy duro, ¿no? ¿Qué te ha hecho escoger esa herramienta para acercarnos a sus vivencias, situaciones y en definitiva a contar la guerra a tu manera…?

Quería conocer el pasado muy de cerca y quería dar voz a los que normalmente no la tienen. Por ello la herramienta utilizada es la Historia Oral, la recuperación del testimonio directo, en primera persona, la última voz que nos queda para conocer determinados acontecimientos que no están en los libros de texto ni en las fuentes oficiales de la Historia de nuestro país.

Para entender el porqué de “Atrapados” es preciso retroceder al año 2008, fue cuando comencé a visitar algunos campos de concentración nazis de la Segunda Guerra Mundial, como el de Mauthausen y sus anexos, en Austria,  en compañía de algunos de los últimos supervivientes. Aquél viaje fue impactante para mí, fue el detonante, absolutamente decisivo, para iniciar una búsqueda puerta a puerta, cámara en mano y horas de entrevista por delante. Llevaba una fotografía del abuelo de mi marido, muerto en Gusen, para intentar reconstruir su pasado y saber si fue uno de los más de cuatrocientos españoles muertos en el castillo de Hartheim por experimentos médicos o en la cámara de gas. Así, tras más de veinte entrevistas nació el primer libro “Vivos en el averno nazi” (editorial Crítica) donde explicaba el horror, la experiencia silenciada durante años y el modo en que lograron sobrevivir los españoles en el infierno nazi durante la II Guerra Mundial (1939-1945)

Pero, antecediendo en el tiempo, ocurre que todas estas personas ya habían vivido antes otra barbarie dentro de nuestro propio país, en España: la Guerra Civil (1936-1939) y, tras la derrota, sufrieron además el presidio y el exilio. En este caso, el detonante para sumergirme en este trabajo fue precisamente la ausencia o escasez de recuerdos dentro de mi propia familia y la necesidad personal de conocer algo más del pasado de mis abuelos, construir, a través de los relatos de los entrevistados, cómo pudo ser su día a día, su entorno durante la guerra, los bombardeos, el hambre, el miedo, las delaciones, las cárceles, la inmediata represión de la posguerra. Así nació “Atrapados” (editorial Crítica), siempre recopilando Historia Viva, el relato en primera persona, en este caso de los que sufrieron la Guerra Civil en España y sus consecuencias, especialmente la derrota, el exilio y las cárceles franquistas durante años. Hoy son más de cincuenta las entrevistas realizadas, algunas aún por ver la luz.

-Tratar con los personajes que vivieron, más o menos en directo la guerra, debe ser durísimo porque debes sentirte como responsable de que recuerden momentos límites…pero además es una tarea muy ardua: localizar los personajes para cada situación, saber qué situaciones contar y cuántos personajes pueden y deben entrar a contarlas….

Con los entrevistados y con sus familiares he entablado una buena relación y, en algunos casos, una bonita amistad. Todos, absolutamente todos, tienen una imperiosa necesidad de recordar, de contar su pasado, viven su particular carrera contra el tiempo pues la mayoría son nonagenarios e incluso centenarios. No me he encontrado jamás con nadie que no quisiera ni deseara hablar, sino todo lo contrario. Se trata de romper silencios, no pasar página, no olvidar. “Atrapados” es un pequeño homenaje a los vencidos de la Guerra Civil.

Efectivamente, es una tarea ardua y se exteriorizan todo tipo de emociones, incluso hay momentos en que se termina llorando o contando situaciones inimaginables.

Una mujer valiente como la asturiana Ángeles Flórez Peón, conocida como Maricuela, de 97 años, lloraba al recordar cómo las carceleras voceaban los nombres de sus compañeras de celda enviadas a fusilar de madrugada.

También varios entrevistados coincidían al recordar el impacto que produjo en ellos durante años el sonido de los cerrojos de la cárcel, especialmente durante el primer franquismo, y el de los pasos de sus carceleros. Así lo contaba el poeta Fernando Macarro, conocido como Marcos Ana, quien logró discernir el motivo de aquellas pisadas cuando se acercaban, si era por un trámite corriente o para una ‘saca’. El temor y la intuición agudizaban enormemente los sentidos.

Pero uno de los momentos más intensos que viví fue con una niña de la guerra de 92 años, Teresa Alonso, enviada por su familia en 1937 a la URSS donde, sin poder imaginarlo, se vería inmersa en la Segunda Guerra Mundial, concretamente en el Sitio de Leningrado. Narra todavía con horror el día a día para sobrevivir, episodios terribles de canibalismo, cómo rescataba a los muertos y cómo atendía a los heridos en su misión humanitaria dentro de las brigadas de jóvenes del Komsomol. Nunca había oído hablar de ella, la conocí gracias a otros entrevistados que me dieron su pista.

000057592_1_Montse_Llor_(c)Antonio_Montavez.jpg-Y todos son personajes que corrieron su propia suerte, cada uno la suya, pero que todos tienen ese denominador común con el que titulas este libro “Atrapados”…porque sí ellos y ellas se encontraban atrapados, acorralados, perseguidos y sin, seguramente, ver la luz del túnel. Coméntanos…

Fue la propia Teresa Alonso, nacida en San Sebastián y trasladada a Bilbao durante el conflicto, quien, antes de que su familia decidiera enviarla en barco a la URSS en 1937, un día vio Guernica arder, en llamas. La imagen permanece aún hoy grabada en su mente. Comentaba también que durante la Guerra Civil el asedio era constante, la población, aterrorizada, era atacada por Tierra, Mar y Aire. De hecho otros entrevistados comentan este mismo aspecto. Fue así como decidí distribuir a los personajes del libro. Por Tierra: soldados, guerrilleros, milicianas durante la guerra y presos en las cárceles durante el primer franquismo. Por Mar: los niños de la guerra en la Unión Soviética donde se encontraron con el estallido de la II Guerra Mundial y la invasión de la Alemania nazi sobre territorio soviético. Por Aire: los últimos aviadores vivos de la República, pilotos, fotógrafos y mecánicos.

Estaban acorralados, perseguidos, atrapados entre dos guerras (la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial) y en las cárceles franquistas durante años…  

-Amiga, ¿has sufrido mucho escuchando los testimonios porque tienes que hacer un esfuerzo por no exteriorizar demasiado tus sentimientos y seguramente que apretar no pocas manos….?

En las entrevistas todos exteriorizan sus sentimientos en un momento u otro. Y yo, lógicamente, me he emocionado siempre escuchándoles, recordando su pasado, viendo sus fotografías de jóvenes, conociendo su opinión sobre la política internacional, sobre la dramática situación de los refugiados… Siempre es importante conocer la opinión de aquellas personas cuyo casi un siglo de vida avalan su experiencia.

Personalmente he vivido y he sufrido con los entrevistados, he aprendido de ellos y con ellos, me he sumergido en su propia vida.  Con algunos se ha generado una excelente sintonía y mantenemos una amistad, especialmente con las mujeres de “Atrapados” a las que admiro por su valentía, sinceridad y entereza.   

-En las entrevistas, conversaciones…juega un papel primordial el lenguaje no verbal. ¿Lo has utilizado, cómo lo has llevado?

Es fundamental. La gesticulación, el lenguaje no verbal, la expresión de sentimientos y recuerdos, su explosión en momentos determinados. Uno de los entrevistados que más gesticularon fue Gregorio Gutiérrez, ‘Guti’, piloto de la aviación republicana, de bombarderos Katiuska, tristemente fallecido en abril de este año, incinerado precisamente el día del 85 aniversario de la proclamación de la II República. Fue apasionante escuchar sus gestas desde el aire, viviendo el riesgo, siendo perseguido y bombardeado por aviones franquistas, respaldados por los Fiat italianos. Guti, a sus noventa y nueve años y una memoria poderosa, era puro nervio, inagotable, inquieto por naturaleza, gesticulaba con brazos y manos emulando los movimientos de un piloto a los mandos de su avión. Después sería preso en las cárceles franquistas, condenado a pena de muerte, conmutada posteriormente y obligado a hacer el servicio militar en la Legión. Su vida es un torbellino.

 

Otros entrevistados, en determinados momentos, apenas podían hablar, les embargaba la emoción, pero sólo con la mirada ya lo decían todo. Teresa Alonso, de mirada penetrante e intensos silencios, sin ella darse cuenta me conducía hasta la impenetrable Rusia, el miedo de la guerra, la persecución nazi en aquél vasto territorio, cómo fue adoptada por una familia armenia, su trabajo en las fábricas construyendo bombas…

Cada entrevistado posee múltiples experiencias y facetas, lo cual hace más complicado a veces seleccionar contenidos de cada relato. Pero ocurre también que un mismo acontecimiento es narrado en ocasiones por dos personas diferentes, ofrece dos perspectivas complementarias.  Esto enriquece enormemente.

-Los niños y niñas por ser demasiado jóvenes para ver la barbarie de la guerra y los mayores porque ya han pasado suficientes baches en la vida para terminar sus días viviendo entre bombardeos….¿Cómo has captado los testimonios directos de esos niños que ahora son mayores y que te pueden contar lo que vivieron y que son los que, si tienen memoria, podrán recordar a sus padres y a los abuelos….?

Los que eran niños durante la Guerra Civil crecieron y, durante el franquismo, se convirtieron en jóvenes que lucharon contra el Régimen y terminaron durante años en las cárceles franquistas. Es el caso de Enric Pubill, el más joven de los “Atrapados”, nacido en la Barcelona de diciembre de 1930, actual presidente de la asociación de expresos políticos de Cataluña. Tenía siete años cuando estalló la Guerra Civil. Para él existió un antes y un después de la guerra. Antes, las puertas de los vecinos siempre habían estado abiertas, los niños jugaban libremente. Durante la guerra, recuerda que todas las puertas se cerraron, los juegos cambiaron, ellos eran los soldados, las niñas las enfermeras, sus armas eran las piedras, sus frentes de batalla los diferentes barrios, coleccionaban la metralla que caía, imaginaban figuras… Como niño no tuvo miedo, pero sí sufrió hambre, veía los sacrificios de su madre por sacar adelante a la familia, tres hijos, en una sociedad empobrecida, sin cabeza de familia. El padre de Pubill, linotipista, anarcosindicalista, se alistó al frente y nunca más sabría de él, tan sólo que al finalizar la guerra cruzó la frontera con Francia, país donde fallecería. En estas circunstancias el niño creció y a finales de la década de los cuarenta, en pleno franquismo, forma parte de la clandestinidad activa, llevó a cabo acciones de propaganda contra el Régimen franquista, hizo pintadas, hasta que fue detenido y torturado por la Brigada Político-Social. Eran los años en que batían las calles para exterminar la Guerrilla Urbana, acabar con el comunismo y toda resistencia al Régimen. Pubill fue preso durante diez años en las cárceles franquistas hasta que llegó su libertad condicional y el destierro y en el penal de Burgos tuvo amistad con otros entrevistados del libro, Marcos Ana y Lluís Marti Bielsa.

La mayoría de los entrevistados no eran niños durante la guerra, pero sí eran muy jóvenes, de 16 años, cuando comenzaron a participar en el conflicto armado. Esto hoy es impensable.  

image003.jpg-La guerra desde el aire, la de los bombardeos, ¿fue lo que más aterrorizaba a la población civil?

Sí, atemorizar y desmoralizar, estos eran los objetivos. La Batalla de Madrid fue la primera ocasión en que se bombardearon objetivos civiles en el centro de la ciudad, algo que ocurriría seguidamente en otras ciudades generando el horror entre la población.

Desde niña escuché a mis abuelos contar el miedo a los intensos bombardeos en la Barcelona de marzo de 1938. Siempre corrían al refugio con su hija, mi madre, una niña pequeña, envuelta en una manta, cuando lanzaba sus bombas sobre la ciudad la Aviación Legionaria italiana. Otros testimonios del libro lo recuerdan también.

Uno de los documentos que más me impresionaron fue el álbum fotográfico que me mostró Antonio Cánovas (Murcia, 1920), soldado de la 27 ª División que, al finalizar la guerra, fue preso en varios campos franceses y terminaría en Marruecos, obligado a trabajar en la construcción del Transahariano de Bou Arfa. Lo que Antonio me mostraba eran unas fotos de su suegro que pertenecía al Socorro Rojo Internacional. Se observaba un Madrid roto, niños heridos, muertos por doquier en plena calle, bombardeos reventando la ciudad, edificios destrozados…

-En el mar muchos encontraron una vía de escape, aunque, por ejemplo en Alicante, se encontraron atrapados esperando a los barcos y a ser embarcados…aquellas últimas horas, esperando la derrota y la represión, debieron ser dantescas, trágicas, dramáticas…un lugar donde la desesperanza debió deambular a sus anchas

Así, tal cual lo cuentas, es lo que vivió por ejemplo Marcos Ana, detenido en Alicante. Al terminar la guerra, con la derrota republicana, una de las últimas posibles salidas del país fue por mar, por la zona de Levante.  Hacía allí fueron Marcos Ana, su hermano y otros compañeros confiando en subir a bordo de un barco. La población estaba desesperada lanzándose al mar intentando alcanzar sin éxito aquél barco que acababa de zarpar: el Stanbrook. Por la noche llegaron las fuerzas italianas, la División Littorio, que bloquearon las carreteras mientras por mar llegaban el crucero Canarias y otros barcos franquistas que cercaron el puerto. Los atraparon a todos.  

-Las tropas franquistas que venían por tierra y que iban haciéndose con nuevos territorios, hasta entonces en manos de la República…causaban bastante terror:¿en qué zonas y en qué testimonios has podido evidenciar más esto?

En Alicante, tal como comentábamos antes con Marcos Ana, conducido inmediatamente a los campos de concentración franquistas de Los Almendros y Albatera. Recordaba que el hambre era atroz, el trato inhumano dentro de un recinto desbordado, con los presos hacinados y fusilamientos al menor intento de fuga mientras en la población se cometían matanzas atroces. La represión fue desmedida.

Pero antes, otros entrevistados resaltaron la pérdida irremediable de la guerra al finalizar la cruenta Batalla del Ebro, entre los meses de julio y noviembre de 1938. Participaron dos protagonistas del libro: el soldado republicano Antonio Cánovas y el fotógrafo-interpretador Miguel de Miguel Montañés. Era el inicio del fin. La brigada de Antonio fue destinada al Ebro y él, con dieciocho años, formó parte del histórico cruce silencioso por el río de más de un centenar de barcas durante la madrugada del 25 de julio de 1938. Carecieron de recursos suficientes para llevar a cabo una ofensiva ante un enemigo respaldado por la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. Recuerda aún hoy cómo una mañana de noviembre amanecieron rodeados de muertos, sin munición, acorralados y comenzaron la retirada.

Tras la derrota republicana en la Batalla del Ebro, comenzó una imparable ofensiva del ejército franquista sobre Cataluña a finales de diciembre. Barcelona cayó semanas después, el 26 de enero de 1939, siendo testigo presencial otro entrevistado, el guerrillero Lluís Martí Bielsa, para entonces guardia de asalto cuya misión consistía en proteger a los ingenieros encargados de dinamitar puentes y estructuras que impidieran el avance del enemigo. Esta fue su última misión, pero súbitamente se vieron acorralados, sin salida, era el fin de la guerra, la caída de Cataluña. Él logró escapar.

Quien también logró huir de Barcelona es Alejandra Soler y su marido, el periodista y escritor Arnaldo Azzati con quien se había casado durante la contienda. Lo recordaba como una escena de película. El partido comunista en el que militaban les había dado la consigna de reunirse en el local de la emisora Radio Horta para salir todos juntos de la ciudad. Cuando llegaron a la radio, se encontraba vacía, se habían ido. Se escuchaban disparos cada vez más intensos, no había coches, se veía soldados republicanos correr de una lado a otro sin orden. De repente apareció un camión de guardias de asalto, les dijeron que corrieran todo lo que pudieran y les subieron a bordo sin detenerse. Alejandra recorrió largo camino hasta llegar a Francia, allí comenzaría otra aventura por los campos del país hasta que, finalmente, llegaría a la Unión Soviética donde sobrevivió a la Batalla de Stalingrado protegiendo a sus alumnos de las bombas nazis que caían sin piedad, y donde permaneció durante los treinta y tres años siguientes junto con su esposo.

-Hablas de los combatientes del aire que, aún con limitaciones, fueron auténticos héroes…conseguían herir al contrario, aun con una inferioridad bestial…además, muchos de ellos lucharon en la II Guerra Mundial…¿Qué nos puedes comentar?

Es difícil resumirlo en pocas líneas. Los aviadores de la Segunda República lucharon en el Ejército Popular para defender la libertad y la democracia. Eran muy jóvenes, intrépidos y valientes. He podido conocer al astuto y atrevido Gregorio Gutiérrez, ‘Guti’ (Madrid, 17 de noviembre 1916 - 14 de abril 2016), piloto de bombardero Tupolev SB-2, Katiuska del que hablé anteriormente.

 

Pero también he tenido la fortuna de conversar con otros menos conocidos, en ocasiones olvidados, pero fundamentales en su gestión, como el avezado mecánico Antonio Vilella Vallés (Barcelona, 6 diciembre 1916 - 30 enero 2016), tristemente fallecido también, quien reparaba aviones de combate en primera línea del frente. También el fotógrafo y cartógrafo Miguel de Miguel Montañés quien, al entrevistarle en Santander, me contaba cómo con su ingenio y la tecnología del momento logró desvelar posiciones enemigas.   Escucharle era igualmente apasionante. Programaba e instalaba en los aviones máquinas fotográficas, realizaban vistas panorámicas y, cuando regresaban a tierra, él volcaba toda la información del carrete en un mapa cartográfico, máximo detalle, a escala uno a cincuenta mil. Logró ubicar todas las baterías, tropas, fortines, etc, del enemigo. Miguel llegó a efectuar reconocimientos fotográficos del frente del Ebro, localizó importantes posiciones enemigas y descubrió una barrera antisubmarina en el puerto de Palma de Mallorca.

 

El cuarto aviador de “Atrapados” es Vicente Montejano, quien, con apenas diecinueve años, partió a la Unión Soviética para formarse en la escuela militar de vuelo de Kirovabad, en Azerbaiyán. Formaba parte de la cuarta expedición, que se fio sorprendida en aquellas tierras por el final de la guerra civil en España. En junio de 1941 comienza la invasión alemana en territorio soviético durante la segunda guerra mundial. Mientras algunos de sus aviadores se integraron en la vida cotidiana de la URSS, otros continuaron su lucha contra el nazismo y el fascismo integrados en el Ejército Rojo, y un grupo de veinticinco entre los que se encontraba Montejano, se negó sistemáticamente, gran ofensa para el gobierno de Stalin. Detenido junto con sus compañeros una madrugada, fue preso durante dieciséis años en los campos de trabajo de Stalin, en Kok-Usek –en Karagandá, exrepública soviética de Kazajstán- y Krasnoyarsk, en Siberia del Este, un campo donde perdió parte de su mano trabajando en un aserradero.

¿Alguien puede permanecer impasible delante de estos hombres y su relato? 

 

image004.jpg-Por el mar, la marina leal trató de plantar cara, pero también le fue muy difícil…aunque por esa extensa mancha de agua salada muchos niños españoles se fueron, zarparon para encontrar un anhelo de paz…aunque, también, con los años se convirtieron en testimonios de otra guerra, la que asoló Europa. ¿Cómo ha sido reencontrarte con ellos?

Los niños de la guerra, los eternos niños de dos guerras como ellos se definen, fueron muy bien recibidos por la Unión Soviética. Más de tres mil arribaron a aquellas tierras a bordo del barco Sontay, tras una travesía repleta de accidentes y miedos lógicos de niños viajando sin sus padres. Allí se rehicieron de la dramática experiencia de la guerra civil, estudiaron, aprendieron, pero más tarde se abriría el Frente Oriental, Operación Barbarroja, la invasión de Hitler en la Unión Soviética durante la Segunda guerra Mundial.

Cada uno lo vivió de forma diferente. Mientras Alejandra Soler corría bajo las bombas en la Batalla de Stalingrado, Teresa Alonso, de quien nunca había oído hablar antes, sobrevivía al crudo invierno en el Sitio de Leningrado. Otro niño de la guerra, Manuel Arce, fue obligado a trabajar en la industria de guerra y una mañana, de camino al trabajo, un accidente de tranvía le cercenó ambas piernas. Aún así, su espíritu de superación le condujo a seguir adelante, al finalizar la guerra estudió, se licenció en medicina y se especializó en neurorradiología.

Todos los relatos van acompañados de una capacidad de superación aún en las condiciones más adversas e inimaginables. Siempre digo que son una lección de vida.

 

-Y por tierra, pasando, como surcando caminos en la nieve o embarrados por los Pirineos y los pasos a la vecina Francia….se vivió un exilio que, hasta entonces, no se había visto nunca…para ser acogidos ¿Cómo y de qué manera?

Eran los “indésirables”, los indeseables. La primera persona que me contó su paso por la frontera francesa fue mi suegro, quien me habló de su padre muerto en Gusen. Era un niño cuando, como casi medio millón de personas al finalizar la guerra, cruzó Francia a pie junto con su madre y su hermana, pero nunca más vería a su padre.  Luego, para ambos libros, conocería de viva voz el relato de tantas otras personas.

Los que se encontraban en Cataluña cruzaron la frontera francesa buscando auxilio en su huida de las represalias franquistas, pero terminaron en alguno de los múltiples campos de concentración franceses repartidos por el país. Argelès-sur-Mer, Agde, Barcarès, Saint Cyprien, Gurs, son los más mencionados por las inhumanas condiciones en las que vivieron, especialmente durante los primeros tiempos. Pero también conocí a través de los protagonistas otros campos menos conocidos, como Moisdon-la-Rivière o el centro de acogida de Le Pouliguen y la isla de Saint-Brévin. Curiosamente, en Le Pouliguen fue donde coincidieron, sin ellas saberlo, dos grandes luchadoras: Alejandra Soler, antes mencionada y la antifranquista María Salvo Iborra, quien, tras su tránsito por los campos durante diez meses de penurias, fue devuelta por las autoridades francesas a España y, posteriormente, presa en las cárceles franquistas durante dieciséis años.

 

Correrían la misma suerte algunos aviadores de la República de los que hemos hablado. No tenían más que dos opciones: el exilio, como Miguel de Miguel que llegaría a Saint Cyprien y Gurs, o la rendición y su reclusión inmediata a los campos de concentración y las cárceles franquistas, como Guti, muchas veces acusados de ‘adhesión a la rebelión’.  Otros fueron ejecutados ante pelotones de fusilamiento.  Tampoco hay que olvidar que otros miembros de las Fuerzas Aéreas, bien desde el puerto de Alicante, a bordo del Stanbrook, o sobrevolando en sus aviones el Mediterráneo hasta Orán (Argelia francesa), serían internados en prisiones o campos de concentración del Norte de África.

 

-Por desgracia, amiga Montserrat, Europa, el continente de las grandes tragedias, poco ha aprendido de “acoger” a refugiados que escapan de otros conflictos que no por ser más contemporáneos son menos inhumanos. La verdad, en mi humilde opinión, es que Europa le ha vuelto la espalda a la humanidad y ha naufragado….cuando ultimabas este libro ¿Pensabas que podía influir un poco en esa ínfima décima de sensibilidad que a algunos gobernantes puedan tener todavía como escondida?

Desgraciadamente es una quimera lo de recordar el pasado para no repetir los mismos errores. El ser humano es de los pocos seres vivos que reinciden una y mil veces en el mismo error. No quisiera pecar de pesimista, pero creo que nunca aprenderá lo suficiente del pasado. Hoy vemos escenas escalofriantes de los refugiados intentando sobrevivir, de las víctimas de la guerra de Siria, Afganistán, Irak….

Los propios entrevistados coinciden, hablamos de ello en varias ocasiones, especialmente con mujeres como Maricuela y María Salvo. No olvidemos la sensibilidad especial que tiene Maricuela contra las injusticias, ella misma tuvo que huir de España, cruzar la frontera con Francia durante la posguerra, con la policía franquista en los talones, con su hija en brazos. 

-¿Cómo ha sido la investigación, el estudio y el proceso de documentación para llevar a cabo este libro?

Ha sido un proceso largo, arduo, delicado e intenso. Son muchas entrevistas, grabadas y registradas, un trabajo de campo que obliga a la recuperación y el análisis de los testimonios, de su entorno. Grabación, transcripción, documentación, verificación de datos, material de álbumes fotográficos, consulta a diversas asociaciones… una vez terminado el contenido es preciso darle forma al texto, que adquiera cuerpo, vida.

Construí mi biblioteca especializada en casa, comprando en librerías de viejo, acudiendo a archivos, fotocopiando, consultando en bibliotecas, hemerotecas…

-Y luego, ordenarlo todo: ¿cómo lo haces…me refiero a componer el puzle, el poner unos testimonios antes que otros….porque está claro que aquí, en este libro, lo que podríamos llamar como genérico debía de ir delante, ¿no?

Las primeras cincuenta páginas de “Atrapados” constituyen la introducción y el contexto previo a los testimonios, el porqué del libro, el panorama general de la guerra y la posguerra con un terrible panorama carcelario. Le siguen los quince testimonios. Después de transcribir y repasar las entrevistas, de leer el contexto histórico en que vivieron los entrevistados, tras muchas horas de asimilación, como por arte de magia, surgen las conexiones, las ideas, las relaciones entre los entrevistados. Me sorprendo cuando sus vidas, en ocasiones, se cruzan o me muestran alguna faceta de la Historia que no conocía. Es la magia de entrevistar, leer y, sobre todo, conocer al testigo directo, para, finalmente, poder escribir.

Hay otros testimonios que no han entrado en este libro, pero tengo pensado un tercero ensayo también testimonial.  Porque, lo recuerdo una vez más, son la última Historia Viva que nos queda.

 

 

 

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Atrapados. Guerra Civil y represión. Hablan las víctimas de Franco. Montserrat Llor Serra   
448 páginas       15,5 x 23 cms.
22.90 euros
Crítica



Veinte personas, hombres y mujeres, reviven el inicio de la guerra civil española, el miedo ante los bombardeos, la violencia política, la persecución, la muerte, la cárcel, el hambre, el día a día de la población, el exilio... Se consideran hijos de la guerra porque mientras unos la padecieron directamente con toda su crueldad, otros la sufrieron en la distancia, desde su exilio forzoso como «niños de la guerra» hacia las lejanas y desconocidas tierras de México o la Unión Soviética. Todos coinciden en afirmar que, de una u otra forma, vivieron atrapados por la lucha de las democracias europeas contra el fascismo, primero en la guerra civil española (1936-1939) y después en la segunda guerra mundial (1939-1945).

Los testimonios recogidos en este libro se distribuyen en tres grandes bloques:

Por tierra. Hablan los jóvenes que lucharon directamente en el conflicto: guerrilleros como Lluís Martí Bielsa, soldados como Antonio Cánovas, milicianas como Ángeles Flórez «Maricuela», es decir, personas que defendieron la Segunda República arriesgando sus vidas y que, tras la victoria de los militares sublevados, fueron represaliadas durante años, incluso décadas, en las prisiones españolas.

Por mar. Los «niños de la guerra», aquellos menores que, para salvarles de la violencia del conflicto, sus familiares les embarcaron rumbo a otros países. Tras pasar largas penurias, como fue el caso de la española Teresa Alonso que estuvo en el Sitio de Leningrado (1941-1944), algunos de ellos regresaron años más tarde a una España que les acosó sin tregua.

Por aire. Los protagonistas son los últimos aviadores de la Segunda República que aún viven como, por ejemplo, Gregorio Gutiérrez «Guti » o Francesc Pararols. Unos surcaban los cielos de España en gestas heroicas para bombardear y destruir objetivos enemigos; otros marcharon para formarse y combatir en la Unión Soviética con el Ejército Rojo. Al finalizar la guerra quedarían presos y serían obligados a reconstruir desde cero sus vidas.

Leer fragmento:
http://static0.planetadelibros.com/libros_contenido_extra_click/33/32135_Atrapados.pdf/00066/0/210832?_ga=1.11505202.785636329.1456825991


Montserrat Llor es periodista licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Inició su trayectoria profesional en Cadena SER como redactora de informativos, documentalista y en la producción de programas.
Trabajó también como redactora y colaboradora en revistas de cultura y viajes. Para la redacción de esta obra ha viajado, desde el año 2008, por distintas ciudades de España, Francia, Austria e Italia a fin de recoger el testimonio de supervivientes de la segunda guerra mundial, principalmente de españoles que sufrieron primero el exilio y, después, la deportación a los campos nazis. También ha entrevistado a otros supervivientes no españoles en Rusia, así como a víctimas del Holocausto judío y del genocidio armenio. Ha escrito artículos sobre esta temática en El País Semanal, el Magazine de La Vanguardia, la revista La Aventura de la Historia y ha colaborado en diversos programas de la emisora Punto Radio.
Actualmente es la responsable de comunicación de la delegación de la Generalitat de Catalunya en Madrid.

 

 

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