Microrrelato

La balada del perro Rai

 

 

6Qj_900.jpgRaimundo, el perro  desaliñado, carente de carné de “raza pura”, pero rico en sentimiento perruno, me acompañaba en aquel paseo vespertino, acondicionando  su paso, a cuatro patas,  al compás del  mío y  alternando su mirada desde el camino hasta  mis ojos. Me conoce desde hace poco, pero ya sabe  lo que es la vida y el comportamiento humano. Sabe del miedo de su madre ante los dolores de las contracciones que anunciaban el parto perruno porque ya sabía que las zarpas humanas serían capaces de todo menos de salvar a sus pequeños; sabe lo que es sobrevivir como si hubiese jugado a la “ruleta rusa” o a la lotería;  sabe lo que es ver a su madre triste ante tanta maldad; sabe lo que es resistir, sobrevivir y escapar junto con ella que, a ratos, lo llevaba de la boca hasta un lugar que, recordaba, seguro. La casa en la que nació seis años atrás y de la que salió en manos de una niña caprichosa que quería una perrita, pero que a los dos meses ya se había cansando. Así que Karma pasó a ser parte del mobiliario del masico semiderruido del abuelo y allí tuvo una camada de la que murieron tres de los cuatro cachorros y solo logró salvar a Raimundo -Rai para los amigos-. Sabe lo que es encontrar a humanos mejores que les salvaron y así encontrándose en sus antiguos amigos humanos salir adelante, sin más. Allí la reconocieron y se encargaron, también, de Raimundo al que me dejaban pasear todos los días. Aunque, a menudo, creo que es él el que me  incita al paseo porque me llama desde la otra parte del camino, subiéndose a la pared y haciendo cabriolas para que yo lo vea desde la terraza. No para hasta que termino de hacer el encargo, me pongo las zapatillas y me dispongo a salir. Raimundo es una excepción, ha tenido suerte de dar con “buenos amigos humanos” y con una madre, Karma que tuvo un coraje como para ensalzar, compitiendo,  con todos los Dioses de la Antigua Grecia. Raimundo, ya se sabe los rincones más insospechados de mi casa convive con mis gatos y hasta algún día ha preferido quedarse aquí que con su madre y algunos otros vecinos perrunos y es que Rai tiene el alma libre…¿será por la convivencia con los gatos?.