País de Cazarabet

Presión

 

artesplasticas(181).jpgSara es asistente social porque, entre otras cosas, puede o intenta hacer frente a lo que vio hace muchos años, resarcirse de ellos o recrear lo más parecido a la justicia. Miguel que llegaba muchos día a clase y se escabullía al fondo porque el profesor de ciencias y matemáticas, Don Manuel, no paraba de meterse con él. A menudo no podía aguantar y se orinaba. Don Manuel que tenía dos hijos, el mayor de la edad de Miguel, se llamaba Rubén y también compartía  aulas con todos y aprobaba porque su padre le iba soplando, delante de todos, lo que estaba bien y lo que estaba mal en los exámenes… los mismos exámenes que eran el instrumento para burlarse del resto de alumnos como Miguel, al que empujaba cuando olía a orina. También insultaba y empujaba hasta con patadas constantemente a Ana que vestía de rockera y que llevaba unas mechas con diversos colores, simplemente no se caían bien los padres y Ana, aunque educadamente, no se callaba.

Don Manuel, con los años, no pasará a la historia  por enseñar bien los enteros o las ecuaciones, las ciencias naturales, la física o la química de aquellos años de lejana EGB, simplemente pasará por ser un perfilado, tildado, esmerado  y cuadriculado gerente del comedor y poco más… menos mal que la clase mantenía el tipo, incluido su hijo… habían las típicas cosas, algunos “piques”, pero poco más ; Sara no recordaba demasiados desmanes, ni putadas entre sus compañeros, pero tomaba buena nota de sus recuerdos amargos para evitar que se sucediesen, por leves que fuesen .Imagino que, en la actualidad, Don Manuel no es capaz de sostenerle la mirada ni por un segundo a Miguel, amigo de Rubén con el que se cruzará más de una vez en el piso de su hijo. Me pregunto si Rubén  será capaz de mirar a su padre con respeto, creo que no, aunque es buena persona y supongo que hasta le habrá perdonado…

Y a ahí tenemos a Sara tirando de este o de otros, más insignificantes episodios, para dar a conocer cosas que vio y vivió y hasta calló por vergüenza, ella también perfila sus valores y trata de engrandecerlo, perfeccionándolos porque, convivir, todavía no puede convivir con ellos, se terminaron las  cenas conmemoratorias de quintas, los homenajes a los maestros y los encuentros con personas que le recuerdan esos pequeños y casi insignificantes cabos sueltos, pero que le perturban su propia obsesión por lo que nunca debió callar… a su manera, purga su “falta” tratando de hablar con los latidos que palpitan en las aulas… esas aulas de las que tanto se habla y en las que se busca a valientes.

 

 

FOTO: “Cuesta del Mir”, de Laude Torres (Museo de Mas de las Matas)