La recuperación real de la memoria histórica

Jaime Vicente

 

Fuente: Heraldo de Aragón

 

Jaime Vicente es director general de Patrimonio Cultural de la DGA

 

En este principio de año se está hablando más que nunca de los Archivos Históricos en los medios de comunicación de nuestro país. Sería sin duda una buena noticia si el objetivo de tantas páginas de periódicos y tantos minutos de radio y televisión tuviesen fuese destacar el desarrollo de la conciencia social sobre la imprescindible labor que desarrollan. Quizá antes de nada convendría recordar algo tan obvio como que la conservación y difusión de aquellos elementos que conformaron nuestro pasado son imprescindibles para entender nuestro presente, y más aún, nuestro futuro.

 

Sin embargo, lamentablemente, es la polémica la que preside este debate en torno a la devolución de los documentos incautados por el ejército sublevado durante la Guerra Civil Española, y depositados en el actualmente denominado Archivo General de la Guerra Civil, en Salamanca.

 

Un archivo que recoge la incautación ilegal e ilegítima de unos documentos que fueron utilizados como instrumentos de información en la persecución y condena de personas, asociaciones, partidos e instituciones republicanas, "desafectas al Movimiento Nacional". Una incautación, además, a menudo desorganizada y descontrolada que provocó la destrucción de gran parte de la documentación.

 

Es precisamente ese sistema ilegal de incautación genera y justifica las reclamaciones de devolución que se multiplican en los últimos años. Por otro lado, sólo la devolución de unos documentos expoliados puede devolver la dignidad a los afectados, cerrando así definitivamente la situación generada por la Guerra Civil y la represión posterior a las instituciones, asociaciones o particulares.

 

Con ese espíritu, las Cortes de Aragón acordaron el pasado año instar al Gobierno de Aragón a que apoyara ante el Gobierno Central las reclamaciones realizadas por los titulares de derechos legítimos sobre los mismos y favorecer su recuperación para la memoria histórica de Aragón.

 

El Gobierno de Aragón y todos sus órganos, como no podía ser de otra manera, no sólo han asumido esta decisión del Parlamento Aragonés sino que han iniciado los trabajos técnicos que permitan conocer con precisión qué documentos aragoneses o de interés para la historia de Aragón se encuentran en el archivo de Salamanca, fijar su propiedad inicial y evaluar el interés histórico de la documentación. Así, parece evidente que los documentos expoliados a instituciones públicas cuya existencia y continuidad es indudable, deben ser devueltos y reintegrados a sus archivos. Mucho más complicado es el proceso en el caso de asociaciones o entidades desaparecidas, ya que se encuentra sujeto a la demostración de sus derechos legítimos y no sólo morales.

 

Existe, además, un principio fundamental en la archivística que vincula de forma natural y preferente los documentos a los órganos que los produjeron, como prueba de sus actividades y garantía de sus derechos y deberes. Es cierto que en el caso del Archivo General de la Guerra Civil tan importante como los documentos incautados son los generados por los órganos encargados de la represión. La vinculación de toda esta documentación, el contexto y su evolución, es también parte de la historia española que no debe perderse. Hoy, el desarrollo de los medios técnicos (informatización y digitalización) permite mantener la reclamada "unidad de archivo" de forma absoluta, independientemente de la conservación o no de los documentos originales, a la vez que garantiza la accesibilidad rápida y la mejor conservación física de los documentos.

 

En cualquier caso, el apoyo que el Gobierno de Aragón ofrece a las reclamaciones de devolución permitirá siempre compatibilizar la recuperación de la dignidad y la memoria histórica con el respeto a la nueva significación y función del Archivo General de la Guerra Civil: la de ser memoria conjunta de la represión e instrumento de reparación de los daños causados por un enfrentamiento que afectó a la totalidad del Estado español.

 

La repercusión de este debate y la atención que suscita, pone de manifiesto una vez más, la importancia simbólica del patrimonio cultural, más allá de su relevancia como conjunto de elementos de interés histórico o estético. No debemos olvidar, que el patrimonio cultural es un referente básico en la formación de la memoria histórica de la sociedad, en la representación e interpretación de esta memoria, y por tanto su conocimiento, conservación y transmisión es básico en nuestra convivencia.